El libro del doctor Enrique Cárdenas no sólo es un resumen bien estructurado de temas cruciales de la historia económica de México en el llamado "largo siglo XIX",1 sino que constituye un aporte historiográfico importante para debatir, con mayor frescura y con los datos macro y microeconómicos que nos presenta, los siguientes temas: A) La periodización del "atraso" económico entre 1780-1950 como un fenómeno paradójico entre crecimiento económico y rendimientos decrecientes de la economía mineromercantil; entre expansión urbana y de la agricultura y descapitalización de las finanzas virreinales aceleradas, por lo que Jordi Nadal había ya hace tiempo llamado "la quiebra de la monarquía española" 2 en los años álgidos de la invasión napoleónica. La crisis colonial no era inevitable y fue el sector externo lo que la aceleró, tesis de matiz diferente a lo planteado por el profesor John Coatsworth.3B) Los problemas de la recuperación lenta de los años 1850-1870 a pesar de la insistente historiografía que ha querido ver en las reformas liberales de los años cincuenta el inicio histórico de la economía moderna en México. (Los efectos desastrosos de las reformas liberales.) El atraso es pronunciado en la primera mitad del siglo XIX pero con matices para el resto del siglo. Coatsworth sería más pesimista respecto al "estancamiento" del siglo XIX. C) La vindicación del Porfiriato como la época de recuperación y nuevo crecimiento económico sobre bases propiamente liberales pero sin grandes cambios en la organización política del Estado. El cambio institucional porfirista pareciera ser la clave de un renovado impulso a la economía abierta con la nueva paradoja del inmovilismo político. Asistimos aquí al interesante debate sobre el crecimiento esencialmente endógeno de la economía mexicana a pesar de las tesis de 'larga espera" y modelo agrominero exportador.4D) El papel de la Revolución Mexicana y su pequeño ciclo de crisis y la rápida recuperación entre 1917-1920, dado el carácter diferencial y sectorial del impacto negativo de la guerra civil y coyunturas externas.5
El carácter didáctico de la obra de Enrique Cárdenas permite ordenar preguntas clave sobre las etapas y coyunturas de la economía mexicana en este siglo XIX de estancamiento y lenta recuperación. Las conclusiones abordan estas preguntas y respuestas que hacen del texto una obra muy útil para la docencia universitaria. Sin embargo, el texto deja algunas interrogantes a la discusión historiográfica que merecen la pena ser comentadas aquí con el ánimo de que un manual de este tipo permita distinguir no sólo el estado de la cuestión sino el futuro de la historia económica mexicana:
La persistencia del control oligopólico de un sistema mercantil autárquico y en manos de minorías especuladoras que se beneficiaban con el control de los instrumentos de crédito, acelerado desde la desamortización de los bienes de la Iglesia de la etapa reformista.
Las paradojas de la escasez de circulante y proyectos productivos de gran envergadura (Banco de Avío y el boom textil entre 1835-1852).
El verdadero papel de las reformas liberales y el cambio institucional en una dimensión histórica.
El debate del autonomismo del crecimiento económico nacional (Dempsey Platt)6 y sus causas, en comparación con el resto de América Latina. ¿Hubo realmente una etapa mexicana de penetración del imperialismo de libre comercio inglés?
El papel de los impuestos y la discrecionalidad de la política fiscal como un agente institucional negativo para el desempeño económico eficiente.7
El carácter moderno del empresariado nacional. ¿Hubo desplazamiento de sectores tradicionales sólo por lo que reflejan las cifras macroeconómicas?
Sin duda este texto forma parte ya de la colección de obras generales, todavía escasas, acerca de la historia económica de largo plazo no sólo útil para México, sino para la región iberoamericana en su conjunto.