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Estudios de historia moderna y contemporánea de México

versão impressa ISSN 0185-2620

Estud. hist. mod. contemp. Mex  no.27 Ciudad de México Jan./Jun. 2004

 

Reseñas

Claudia Agostoni, Monuments of progress. Modernization and public health in México city, 1876-1910

Sergio Miranda Pachecoa 

a UNAM, Instituto de Investigaciones Históricas México.

Agostoni, Claudia. Monuments of progress. Modernization and public health in México city, 1876-1910. Calgary: University of Calgary Press, University Press of Colorado, Universidad Nacional Autónoma de México, Instituto de Investigaciones Históricas, 2003. 228p.


Si bien puede decirse que de todas las ciudades del país la de México ha sido la más estudiada por los historiadores, y aun por los oficiantes de otras disciplinas ,1 todavía no contamos con una suficiente producción historiográfica que deje de considerarla como un simple escenario o añadido de investigaciones, cuyo objeto central de estudio no concierne propiamente a la ciudad ni a los procesos que han definido su identidad histórica.

Los historiadores se han enfrentado a la dificultad que representa diferenciar e integrar a su vez en un solo marco explicativo, la historia nacional y la historia de la ciudad, precisamente porque en ella se han gestado y objetivado acontecimientos y procesos determinantes de la historia nacional debido a su condición de capital del país. Frente a ello, la solución practicada por muchos ha sido estudiarla en sus partes y no en sus procesos, de ahí que abunden estudios monográficos sobre sus calles, su literatura, sus colonias, sus barrios, sus edificios, su arquitectura, su crecimiento físico, sus actores políticos, sus instituciones, sus movimientos sociales, sus escuelas, y un sinfín de actividades y acontecimientos que ocurrieron dentro de su espacio. El resultado final ha sido la producción de un conocimiento fragmentado que ha dificultado una comprensión y una explicación plenas de su historia. Por ello es que continúan siendo necesarios los estudios que la tomen como el eje explicativo de sus interpretaciones, que no la consideren como una unidad de análisis que se explique a sí misma.

No obstante, han sido los propios historiadores quienes han reconocido ya las limitaciones teórico-metodológicas con que se han dedicado a estudiar la capital mexicana, caracterizadas éstas por la carencia de un enfoque integrador de los conocimientos históricos sobre la misma y por la indefinición de las categorías y problemáticas con que se le ha estudiado.2

Es en este contexto historiográfico que el libro de Claudia Agostoni Monuments of progress representa uno de los estudios más recientes y propositivos para recuperar la especificidad de la historia de la ciudad de México en relación con los aspectos centrales que definieron un periodo de particular importancia en la historia nacional y que ha sido tema de estudio de diversas investigaciones, es decir, el porfiriato.

A diferencia de otros estudios interesados en el porfiriato, apoyándose en las perspectivas de la historia social y cultural de la salud, Agostoni advierte desde un principio que las cuestiones que presiden y dan cuerpo a la investigación de Monuments of progress no son la formación del Estado y sus finanzas, ni la inversión extranjera, ni la industrialización y modernización de la explotación agrícola del país, ni las causas y eventos que llevaron a la Revolución de 1910, sino aquellas particularmente relacionadas con el medio ambiente y la implementación de programas y políticas de salud pública en la ciudad de México durante el porfiriato, a saber: la amenaza permanente de inundaciones en que vivía debido a sus peculiares condiciones geográficas y ambientales, las prácticas antihigiénicas de su población y sus enfermedades contagiosas, las teorías médicas sobre el origen de las mismas, los objetivos y actividades de la burocracia médica y sanitaria, la organización político-administrativa de su territorio , la segregación social de sus espacios y sus habitantes, los proyectos urbanos oficiales y las obras públicas (sistema de drenaje y monumentos históricos) realizadas para higienizar y transformar su fisonomía y funcionamiento.

Mediante el análisis de cada una de estas y otras cuestiones, y en particular de las concepciones, diagnósticos y programas sanitarios implementados por el Consejo Superior de Salubridad, Agostoni se propone demostrar la tesis central de que las obras públicas del sistema de drenaje y la construcción de monumentos históricos que alteraron el paisaje urbano y las condiciones sanitarias de la ciudad estuvieron lejos de realizarse con el único propósito de embellecerla. Sostiene que se convirtieron en el elemento crucial de la legitimación simbólica del poder del Estado, ante propios y extraños, por el despliegue de recursos, de capacidad técnica, científica y administrativa que las hicieron posibles, y que ningún otro gobierno había logrado reunir hasta entonces.

Agostoni redimensiona los fundamentos políticos, económicos, científicos y morales de la llamada modernización del país impulsada por el régimen de Porfirio Díaz, y trata de demostrar cómo se objetivaron éstos en la formulación e implementación de un conjunto de políticas de salud pública y de urbanización en la ciudad de México. Así, llega a descubrir las relaciones existentes entre los principios rectores de la modernización porfirista con las portentosas y costosas obras del sistema de desagüe del valle de México (concluidas en 1900) y del drenaje de la ciudad de México (concluidas en 1905), con los programas de salud pública aplicados por el Consejo Superior de Salubridad Pública y con la resimbolización de los espacios públicos de la ciudad a través de la construcción de monumentos a los héroes de la historia patria. Gracias a ello, Agostoni supera la interpretación simplista que apuntaba que los fines que persiguieron el conjunto de estas obras públicas y programas sanitarios fueron solamente transformar la fisonomía y el funcionamiento de la capital. Por el contrario, a lo largo de su argumentación en todo el libro demuestra que dichas obras tuvieron también como propósito convertir a la capital en el símbolo urbano nacional que legitimaría el poder del Estado, porque encarnaban los valores civilizatorios de las elites porfirianas, cifrados en el orden y la paz social, la salud y la higiene públicas y el progreso material.

Desde esta perspectiva analítica que reconstruye la dimensión simbólica de la ideología urbana del porfiriato, la autora nos ofrece un recorrido por la geografía; el medio ambiente y las condiciones antihigiénicas de la ciudad; las enfermedades y los problemas de salud de sus habitantes; los diagnósticos de autoridades y especialistas sobre los mismos; los fundamentos científicos e históricos de las teorías médicas prevalecientes sobre las causas y tratamiento de las enfermedades; la peculiaridad de los proyectos y las obras públicas emprendidas para sanear y embellecer la ciudad; la organización y la actuación del aparato burocrático sanitario; las visiones encontradas de la historia nacional de las elites políticas; las representaciones plásticas de la ciudad, y por una gran variedad de temas que confluyen en una novedosa interpretación sobre las relaciones entre el poder político y la estructuración de la sociedad urbana en la capital mexicana.

Otro mérito de Monuments of progress radica en que no constriñe la problemática de salud pública que padecía la ciudad bajo el porfiriato a la temporalidad de este régimen de gobierno, sino que la identifica como una problemática que atraviesa la historia de la ciudad y la de los esfuerzos de sus sucesivos gobiernos por resolverla, con lo cual la tesis central del libro se ve reforzada.

Apoyándose en el examen de una amplia variedad de fuentes y en los aportes teóricos y metodológicos de la historia social y cultural, dedicada a los temas de la salud, Agostoni desarrolla sus argumentos en cinco capítulos, en cada uno de los cuales la autora desarrolla una metodología semejante a la que siguen los médicos. Es decir, nos muestra el cuerpo de la ciudad, sus enfermedades ambientales y sus males sociales, la suerte de topografías médicas-urbanas que en cada momento elaboraron autoridades y profesionistas; los diagnósticos y los tratamientos curativos de que fue sujeto su cuerpo físico y su cuerpo social, y los resultados que éstos tuvieron. En este sentido, el lector extraña la inclusión de más imágenes que permitieran conocer gráficamente las transformaciones que sufrió el cuerpo de la ciudad por efecto de las terapias sanitarias de que fue sujeto.

Así, el capítulo primero, "Urban ideas and projects for Mexico city", examina los antecedentes de los proyectos para higienizar la capital y transformar su imagen, en particular los del gobierno del virrey segundo conde de Revillagigedo (1789-1794), al que la autora interpreta como arquetipo de las reformas ilustradas que inspiraron otros proyectos y propuestas a lo largo del siglo XIX, en el que se dio una atención sin precedente a la salud de las poblaciones y a la reforma sanitaria en México y en otros países.

En este capítulo, Agostoni señala cómo estas ideas y proyectos reformistas estuvieron asociados a un cambio también en las concepciones, tanto sobre lo que debía ser un buen gobierno como so bre cuál era el origen de las enfermedades y epidemias. Así, en el último tercio del siglo XVIII las ideas ilustradas del régimen borbónico sobre el buen gobierno permearon las prácticas políticas y administrativas del gobierno de la ciudad, las cuales, indica, se estructuraron en torno de la noción de "salud pública". Esta noción, según la autora, estuvo basada en la concepción de que las enfer medades que recurrentemente asolaban a la población tenían su origen en factores ambientales, y más precisamente en la contaminación del aire a causa del estancamiento de aguas y la acumulación de inmundicias que producían emanaciones malignas que afectaban la salud de los individuos; de ahí que el mejoramiento de las condiciones ambientales de la ciudad (control de las inundaciones y drenaje de los desechos líquidos, pavimentación de calles y prácticas higiénicas de la población) fueran objeto central de las políticas urbanas del gobierno virreinal, pero también de los gobiernos que siguieron a la independencia nacional, como demuestra la autora en los siguientes capítulos.

En su segundo capítulo, "The control of the environment", cuyo tema principal gira en torno de las ideas y acciones para controlar los problemas de salud de la ciudad ligados a las peculiaridades de su geografía y medio ambiente, Monuments of progress examina cuáles fueron los objetivos, los ámbitos de acción, las concepciones y los métodos científicos de los profesionistas de la salud que configuraron los contenidos de las políticas sanitarias del gobierno de Porfirio Díaz. Es de destacarse, que la autora muestra en este capítulo cómo las elites políticas hicieron un uso ideológico de la ciencia y sus métodos, que las llevó, por ejemplo, a dar un soporte empírico estadístico a sus concepciones sobre las causas de las condiciones insalubres de la ciudad, y a considerar la domesticación del medio ambiente como el medio principal de higienización de la ciudad y como una empresa civilizadora, desestimando así la teoría microbiana sobre el origen de las enfermedades contagiosas.

Las amenazas a la salud pública durante el porfiriato -dice la autora- fueron identificadas en dos áreas en particular, el medio ambiente y el medio social. Las amenazas al medio ambiente fueron localizadas en el deficiente sistema de drenaje de la ciudad, el cual provocaba constantes inundaciones, estancamiento de aguas y malos olores, y en el uso del lago de Texcoco como el destino final de todo el drenaje de la ciudad. La amenaza social fue vinculada a la pobreza urbana, y se consideró así porque la inmundicia y la pobreza podrían causar enfermedades. Los funcionarios de salud creyeron que había una conexión entre lo moral y lo material [p. 22].

El capítulo tercero, "The expansion and diagnosis of the city", se centra en el análisis de las acciones correctivas y de los diagnósticos que las autoridades del Consejo Superior de Salubridad realizaron sobre los problemas de higiene y salud que acompañaron el crecimiento explosivo y desordenado que experimentó la ciudad de México entre 1856 y 1910, pero en especial a partir de la década de 1880. En su análisis, la autora argumenta que las medidas impulsadas por las autoridades sanitarias para resolver estas condiciones insalubres propiciaron la segregación social de sus habitantes y de sus espacios, misma que fue respaldada e institucionalizada por el corpus legal sanitario dedicado a la ciudad en el Código Sanitario de los Estados Unidos Mexicanos de 1891.

Esta deliberada segregación de la población -dice la autora- se volvió más pronunciada durante la segunda fase de expansión, en particular durante la primera década del siglo XX, y llevó a la creación de dos ciudades dentro de la capital. Una era la ciudad "moderna", habitada por una minoría de la población urbana y situada al sudeste de la Plaza Mayor; la otra era la ciudad caótica, la cual permanecía en los márgenes de la moderna capital. Esta ciudad marginal se convirtió en el centro de atención de los inspectores sanitarios en su intento por transformar no sólo su ambiente físico sino también a sus moradores [p. 49].

Agostoni demuestra cómo las medidas sanitarias adoptadas por las autoridades del Consejo Superior de Salubridad de la capital se erigieron en instrumentos de control del espacio y prácticas de los habitantes de la ciudad y, al mismo tiempo, en un medio de legitimación del poder y de la ideología del progreso de las elites científicas, intelectuales, políticas y financieras del porfiriato. Si bajo el gobierno del virrey Revillagigedo el saneamiento e higienización de la ciudad fue impulsado por los ideales del buen gobierno y por la noción de salud pública, como demostró en el primer capítulo, en éste la autora nos deja ver cómo bajo el porfiriato las mismas medidas fueron impulsadas por las ideas de orden, salud, limpieza, higiene y progreso que modelaron las actividades y políticas del Consejo Superior de Salubridad.

No obstante lo acertado que resulta el análisis que la autora hace de las políticas sanitarias del Consejo Superior de Salubridad, considero que éste se habría visto enriquecido si lo hubiese extendido al conjunto de aquellas acciones emprendidas también por el Consejo Superior de Gobierno del Distrito Federal, creado a mediados de 1903 por efecto de la reforma constitucional del gobierno político y administrativo del distrito. Dicha reforma, en mi opinión, se inscribe dentro de la misma lógica centralizadora de recursos y poderes que posibilitó la transformación de las condiciones, pues, al igual que la problemática sanitaria, la incapacidad y deficiencia de los gobiernos municipales para atender las necesidades de la población fue una problemática secular que el gobierno de Díaz consideró imprescindible resolver para desplegar en la capital, sin dificultades político-institucionales, las ideas y proyectos urbanos de las elites que sostenían su régimen. Recuperar esta dimensión del poder ejercido por el porfiriato en la capital nos lleva a reconocer que una de las causales de las condiciones insalubres de la misma, a que apelaron las elites de la época, fue no sólo su difícil situación geográfica ni la baja condición social de la mayoría de sus habitantes y sus hábitos perniciosos, sino también el desastre de su gobierno municipal, que el gobierno de Díaz buscó corregir mediante el recurso de su subordinación al poder del ejecutivo.

En su cuarto capítulo, "The modern city", la autora examina, en el contexto de las innovaciones arquitectónicas de los años 1876 a 1910, el papel que jugaron los monumentos erigidos en honor de diversos héroes de la historia patria, como Cuauhtémoc, Ahuízotl, Itzcóatl y Benito Juárez, y el monumento a la Independencia, como parte de las estrategias simbólicas del régimen porfirista para legitimar su poder. Agostoni desarrolla este análisis a partir del concepto de que los espacios públicos no son sitios neutrales, sino que son modelados por consideraciones políticas e ideológicas. De acuerdo con este concepto, la autora examina las ideas y los hechos a través de los cuales los espacios públicos de la capital fueron convertidos en sitios donde el Estado porfiriano desplegó y reforzó sus símbolos. Como parte de éstos, los monumentos se erigieron no sólo como elementos de ornato del paisaje urbano, sino como vehículos para educar a la población en los valores de la historia patria y en símbolos de la centralización política y económica del Estado en la capital.

En el último de sus capítulos, "The conquest of water", la autora reconstruye el contexto de las condiciones insalubres de la capital y argumenta en torno de por qué el control de la permanente amenaza de inundaciones, que representaban para la ciudad las constantes precipitaciones fluviales que desbordaban el sistema de lagos del valle de México y el drenaje de la ciudad de México, fue visto como una empresa crucial para mejorar las condiciones sanitarias de la ciudad y la salud de sus habitantes, pero también como una empresa que permitiría simbolizar la monumentalidad de los logros civilizatorios del porfiriato en toda la nación. En éste, como en los otros capítulos, la autora puso especial atención en reconstruir el carácter simbólico de las obras públicas del Gran Canal de Desagüe del valle de México y del sistema de drenaje de la ciudad de México. Para ello, realiza un recorrido histórico, desde los tiempos prehispánicos, sobre los esfuerzos llevados a cabo para controlar los daños que los excesos de las aguas del valle producían en la vida de los habitantes de la capital. Asimismo, elabora un examen de los aspectos técnicos y financieros, de los diagnósticos y de los discursos de autoridades y profesionistas de la ingeniería y la medicina sobre los cuales se proyectaron y realizaron dichas obras. En este punto, resulta muy acertado el análisis que la autora hace de la prensa y de la literatura de la época, y en particular de la famosa novela Santa, de Federico Gamboa, para ilustrar las percepciones que tenían las elites de la ciudad de México sobre las causas de los males sociales y físicos de la capital.

Gamboa retrata -señala Agostoni- la irreversible caída física y moral de Santa, y la figura de la prostituta es metamorfoseada en una cloaca, un sitio de descomposición, enfermedad y contagio que abraza a la ciudad. Ambas, las cloacas y las prostitutas, pertenecían al subsuelo, a los intestinos de las calles, a sus corruptos y peligrosos líquidos [....] La única y final solución era su erradicación de la ciudad: la muerte para la prostituta, y el agua para las cloacas [p. 137].

Así, Agostoni enmarca la construcción e inauguración de las obras de desagüe del valle y de drenaje de la ciudad en el optimismo oficial de que, por fin, se pondría un remedio radical a los seculares males ambientales y sociales de la capital y de que, con ello, el país entero ingresaría a una era de prosperidad y fortuna.

En suma, Monuments of progress ofrece una novedosa y fecunda forma de comprender y explicar la historia de la ciudad de México, pues logra demostrar cómo la ciudad no sólo fue un escenario sino un actor de su propia historia y deja abiertas interesantes líneas de investigación, tales como la segregación residencial de la ciudad en relación con los ideales morales, estéticos, políticos y sociales de las elites políticas, científicas, financieras e intelectuales; la adecuación a estos ideales, como quedó demostrado en el caso del Consejo Superior de Salubridad, de las funciones y programas de las instituciones públicas que tienen una alta injerencia en la producción y organización del espacio urbano; el papel que jugaría el cuerpo de profesionistas de la medicina y la ingeniería en la resolución de las problemáticas sanitarias que enfrentarían también los gobiernos de la posrevolución, y muchas otras más que surgen de la perspectiva de estudiar la ciudad en sus procesos y no en sus partes.

Bibliografía

Gustavo Garza Cincuenta años de investigación urbana y regional en México, 1940-1991 , México, El Colegio de México, 1996. [ Links ]

María Dolores Morales, María Amparo Ross y Esteban Sánchez de Tagle, "La ciudad de México, 1521-1857. Balance historiográfico", en Pablo Serrano Álvarez (coord.), Pasado, presente y futuro de la historiografía regional de México , México, Universidad Nacional Autónoma de México 1998 (Memorias del Congreso de Historiografía Regional, Taxco, Guerrero, mayo de 1993). [ Links ]

1Gustavo Garza da cuenta de este hecho historiográfico y de su correspondiente expresión dentro del conjunto de las ciencias sociales en su libro Cincuenta años de investigación urbana y regional en México, 1940-1991, México, El Colegio de México, 1996.

2María Dolores Morales, María Amparo Ross y Esteban Sánchez de Tagle, "La ciudad de México, 1521-1857. Balance historiográfico", en Pablo Serrano Álvarez (coord.), Pasado, presente y futuro de la historiografía regional de México, México, Universidad Nacional Autónoma de México 1998 (Memorias del Congreso de Historiografía Regional, Taxco, Guerrero, mayo de 1993).

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