SciELO - Scientific Electronic Library Online

 
vol.49La tortuga en Tabasco: comida, identidad y representaciónLos señores mayas y la recreación de episodios míticos en los programas escultóricos integrados en la arquitectura índice de autoresíndice de assuntospesquisa de artigos
Home Pagelista alfabética de periódicos  

Serviços Personalizados

Journal

Artigo

Indicadores

Links relacionados

  • Não possue artigos similaresSimilares em SciELO

Compartilhar


Estudios de cultura maya

versão impressa ISSN 0185-2574

Estud. cult. maya vol.49  Ciudad de México Mar. 2017

https://doi.org/10.19130/iifl.ecm.2017.49.762 

Artículo

La Cuenta de los K’atuno’ob: rituales y regionalismos en el período Clásico maya

The Count of K’atuno’ob: Rituals and Regionalisms in Classic Maya Period

Le Compte des K'atuno’ob : Rituels et regionalismes dans le periode Classique maya

Daniel Graña-Behrens1 

1Frobenius Institut Universität, Frankfurt, Alemania.


Resumen:

Los mayas del Clásico (300-1000 d.C.) usaban varios calendarios, entre ellos la llamada Cuenta de los K’atunes o K’atuno’ob, que señala un período de 20 años (k’atun) mediante el signo ajaw, costumbre que continuó existiendo durante el Posclásico. Sin embargo, aunque se conoce su mecanismo calendárico, no se ha puesto mucha atención a la presentación morfológica y sintáctica en los textos epigráficos para distinguirla de otras formas que también permiten anotar una fecha del k’atun, como el día ajaw del Tzolk’in, el cual sólo marca el último día pero no el período en sí. Además de presentar los argumentos correspondientes, esta contribución hace también hincapié en algunos rituales regionales importantes relacionados con la Cuenta de los K’atuno’ob en el Clásico, como la llamada práctica del medio k’atun, descrita aún en el siglo XVI por fray Diego de Landa, y la relación que guarda esta cuenta para referirse a gobernantes muertos y ancestros.

Palabras clave: ajaw; k’atun; medio k’atun; Diego de Landa; rituales

Abstract:

The Classic Maya (AD 300-1000) used different calendars, one of them named as “the Count of the k’atun” or “k’atuno’ob” which emphasized a period of 20 years (k’atun) by means of the sign ajaw, a practice that continued to exist during the Postclassic Period. While the calendar mechanism is well-known, not much attention has been paid on the morphology and syntax in the hieroglyphic texts in order to differentiate it from other forms to annotate equally the date of the k'atun. For example the system of the tzolk’in day ajaw, which allows the recording of a k’atun as well, however only the final day of the period gets recorded but not the period itself. The present paper not only develops the corresponding arguments but also emphasizes on regional uses related to this count in the Classic, among them the so-called practice of the half-k’atun still described by fray Diego de Landa in the XVI century and the relation with death kings and ancestors.

Keywords: ajaw; k’atun; half k’atun; Diego de Landa; rituals

Résumé:

Les mayas du Classique (300-1000 ap. J.-C.) utilisaient de différents calendriers, parmi eux le Compte dénommé des k'atunes ou k'atuno'ob qui marque une période de 20 ans (k'atun) par l’intermédiaire du signe ajaw, une coutume qui existait pendant le Postclassique. Cependant, bien que soit connu son mécanisme calendaire, peu d´attention a reçu la présentation morphologique et syntaxique dans les textes épigraphiques afin la distinguer d'autres formes de noter une date k'atun, comme le jour ajaw du Tzolk'in, lequel marque uniquement le dernier jour, mais non la période en elle-même. En plus de présenter les arguments correspondants, cette contribution met l’accent sur certains rituels régionaux importants en lien avec le Compte des K'atuno'ob du Classique, comme la pratique du moitié de k'atun, décrite encore au XVIe siècle par Diego de Landa, et la relation qu´entretient ce compte en référence aux gouvernants défunts et aux ancêtres.

Mots-clés: ajaw; k’atun; moitié de k’atun; Diego de Landa; rituels

Introducción

Los mayas del Clásico conocían varios calendarios, entre ellos uno ritual de 260 días (llamado Tzolk’in) y uno solar de 365 días (Haab). Pero el calendario que más destaca es la llamada Cuenta Larga (también denominada Serie Inicial), un mecanismo que acumula los días desde una fecha ficticia equiparada con la creación del universo. Es una cuenta similar a la cuenta juliana, con la diferencia de que los días se agrupan de otra manera, siendo el día la unidad más pequeña y el b’aktun (que consta de 144.000 días) por lo regular el período más alto. Por lo tanto, una fecha como 9.0.0.0.0 8 ajaw 13 kej corresponde a nuestra fecha 9 de diciembre de 435 d.C., tomando en cuenta un número de días (concretamente 584,285) que, de acuerdo con varios cálculos, separa la fecha maya cero (13.0.0.0.0 4 ajaw 8 k’umk’u, respectivamente 14 de agosto de 3114 a.C.) de la del calendario juliano (1 de enero de 4712 a.C.). El período inferior al b’aktun es el k’atun. Cada k’atun acumula 7,200 días y se cuenta hasta el número 19.

En el caso de la Cuenta de los K’atuno’ob (plural en maya, a continuación, abreviado CK), ésta acumula un igual número de días por cada k’atun, pero no utiliza el mismo jeroglífico. Mientras en la Cuenta Larga el período de k’atun es expresado mediante un conjunto de dos signos (T28:528 en la nomenclatura de Thompson, 1962), la CK utiliza la palabra ajaw (T533) más un número entre el uno y el 13, dependiendo del período k’atun al que hace referencia. Pero no sólo existe esta diferencia morfológica. Mientras el sustantivo ajaw es el mismo que uno de los 20 nombres de los días de la cuenta del Tzolk’in y se combina igual con una cifra entre el uno y el trece, en la CK la combinación de número y ajaw corresponde a 7,200 días. Por lo tanto, los 13 números que recorre ajaw equivalen a un ciclo que consta de 93,600 días o 260 años redondos de 360 días cada uno.

Esta forma de contar los k’atunes es bien conocida desde hace mucho tiempo (Brinton, 1882; Pérez Bermón, 1994), ya que está ampliamente presente en los llamados libros de Chilam Balam (cf. Gordon, 1913; Miram, 1988). De éstos existen varios, todos provenientes del norte de la península de Yucatán, escritos durante la época colonial a puño y letra por profetas mayas mediante letras latinas, pero en idioma maya yucateco. En estos documentos la CK se utilizó tanto para anotar fechas históricas como para señalar el tiempo en el cual ciertos sucesos podrían repetirse en el sentido de una profecía (Gunsenheimer, 2002, 2009; Persson, 2000; Roys, 1933; Thompson, 1985). Más allá de la existencia de esta cuenta en los libros de Chilam Balam, su presencia en el Códice de París y en las estelas de Mayapán en el Posclásico, como en algunos monumentos del Clásico, no deja duda de su importancia (Lacadena García-Gallo, 2006; Morley, 1915; Schele, Grube y Boot, 1998; Thompson, 1950; Treiber, 1987). Por lo tanto, la investigación se ha centrado hasta ahora en tres aspectos en torno a la CK. Primero, ¿cuál es la base aritmética de la CK y desde cuándo existe esta cuenta?; segundo, ¿a qué se refieren las fechas de esa cuenta: a sucesos históricos o a profecías? y, tercero, ¿qué relación existe entre los enunciados relacionados con la CK en los Chilam Balam y las inscripciones jeroglíficas? Este trabajo pretende ampliar la base de datos para de allí reivindicar el significado de la CK desde una perspectiva del período Clásico y con relación a aspectos poco tematizados hasta ahora. Se objetará la aún predominante teoría evolucionista que considera que la CK es sólo una forma de anotación corta de la llamada Cuenta Larga, que sobrevivió en los libros de Chilam Balam de la época colonial (Morley, 1915, 1946). Además, se analizará el llamado concepto del “k’atun huésped” presente en los textos de los libros de Chilam Balam y en la obra de fray Diego de Landa. Por último, se enfoca en la costumbre de conmemorar gobernantes muertos del Clásico al utilizar fechas escritas con el formato de la CK, que a su vez reflejan un cierto regionalismo.

La Cuenta de los Kʼatunoʼob

Cuando Sylvanus Morley publicó en 1915 su primera obra acerca de los jeroglíficos mayas, los grandes descubrimientos con relación a la escritura jeroglífica aún no habían sucedido. Además, se pensaba que el florecimiento de los sitios mayas en las tierras bajas del sur como Copán, Palenque o Tikal antecedía significativamente al auge de los asentamientos del norte, es decir en la Península de Yucatán. Por lo tanto, se pensó que la CK podía ser una invención o una tradición tardía existente sólo en los sitios del norte (Morley, 1915: 85-86). Morley favorecía especialmente la idea de que la CK era el resultado de un cambio en la forma de utilizar el calendario, en el sentido de que los mayas preferían anotar fechas en forma más corta. Tanto él como otros investigadores de la talla de Herbert Spinden (1924) o Floyd Lounsbury (1978) correlacionaron el uso predominante de una forma de calendario maya con una época. A saber:

  • El Clásico Temprano con la Cuenta Larga o Serie Inicial, como también se le conoce.

  • El Clásico Tardío con los llamados “fines de período” con base en la Cuenta Larga.

  • El Posclásico y la época de contacto con los españoles con la CK que, al ser considerada una forma abreviada de la Cuenta Larga, fue llamada por Morley también “Cuenta Corta”.

Esta teoría del acortamiento sucesivo en el calendario maya se basa, no obstante, en un modelo evolucionista aún vigente en la obra The Ancient Maya (Morley, 1946: 289, 291) y prevalecía viva en la sexta edición de esta obra, editada por Robert Sharer (1994: 546, 571). Sólo Linton Satterthwaite (1965: 626) corrigió ligeramente esta idea, mientras Eric Thompson (1985: 181-183) prefirió dejar abierto su origen.

Morley consideraba que la CK representaba el día ajaw del calendario Tzolk’in con uno de los trece coeficientes, para marcar así el día final de cada kʼatun, interpretación funcional que aún domina en la actualidad (cf.Stuart, 2011a: 185). En este artículo ponemos en juicio esta interpretación. Argumentamos que la CK, al igual que sus cuentas gemelas -la cuenta de los tuno’ob o años de 360 días (Graña-Behrens, 2002), y la cuenta de los winalo’ob o meses de 20 días- no representan un día ajaw del calendario Tzolk’in. En vez de ello sólo utilizan el mismo nombre y las mismas cifras (Tabla 1).

Tabla 1 Relación entre Cuenta Larga, Tzolk’in, Haab y Cuenta de los K’atuno’ob. 

Cuando, por ejemplo, la Cuenta Larga marca el octavo k’atun (tercera fecha en la Tabla 1), el día correspondiente en el Tzolk’in es 5 ajaw, y 3 ch’en por parte del calendario solar o Haab. Ese 5 ajaw es el día en el que se termina el octavo k’atun. Pero el conteo para el octavo k’atun comenzó en la fecha anotada un renglón más arriba, precisamente en 9.7.0.0.1. Desde ese momento el k’atun 5 ajaw empezó a regir y a usarse como tal, cuando aún no se había terminado el octavo k’atun ni alcanzado el día 5 ajaw del Tzolk’in. En el caso de la CK esto significa que conforme avanza un k’atun la Cuenta Larga, el coeficiente del ajaw en la CK baja dos cifras, de igual manera como cambia el número correspondiente para el día ajaw del Tzolk’in. Lo mismo se puede decir para la cuenta en el tun (360 días) y en el winal (20 días). No obstante, comparado con las otras cuentas que se basan en el mismo principio (tuno’ob y winalo’ob), la secuencia de los coeficientes utilizados para ajaw es otra (Tabla 2).

Tabla 2 Secuencia del coeficiente para ajaw dependiendo de la cuenta que representa. 

De esta forma sólo el último día de la CK coincide con un día ajaw del Tzolk’in y, así, cuando la intención es resaltar únicamente a este último día de un k’atun, es posible “simular” la CK mediante el día ajaw del Tzolk’in, igual como podían escribir la misma fecha en Rueda Calendárica (Tzolk’in y Haab), en Cuenta Larga, o utilizar la expresión conocida como “fin de período”, a saber, por ejemplo, en forma 11 ajaw 18 mak (fin del) 18 k’atun. Las razones de preferencia de una forma de anotación sobre la otra aún no se conocen, pero tal vez tienen que ver con costumbres particulares de una época o son expresiones regionales.

Ahora bien ¿cuándo se sabe que una fecha ajaw aislada con un coeficiente del uno al 13 representa o un día ajaw del Tzolk’in o más bien la CK? Para comenzar, es importante subrayar que no es suficiente deducir por el tamaño esculpido o escrito del ajaw, que se trata automáticamente de la CK (Sattertwhite, 1954). Por ejemplo, el Altar 14 de Tikal nos demuestra lo contrario (Figura 1). Aunque en el centro del monumento se encuentra la fecha 8 ajaw en forma mucho más grande que el resto de la inscripción, en realidad no representa una fecha en CK, sino un día del Tzolk’in. La razón es que la inscripción en la orilla comienza con la Cuenta Larga 9.13.0.0.0, a la cual le sigue de inmediato en el bloque número siete la fecha del Haab (8 woh) y no el día del Tzolk’in, como es de esperarse. Pero si después del bloque número seis el lector se pasa al centro del monumento, lo que encuentra en realidad es justo el Tzolk’in correspondiente, esto es 8 ajaw. De allí el ajaw, aunque de dimensiones mayores que el resto de la inscripción sólo representa aquí un simple día ajaw del Tzolk’in en el cual termina un k’atun y no una CK.

Figura 1 Altar 14 de Tikal (Petén). Dibujo de William R. Coe (apud Jones y Satterthwaite, 1982: figura 50b). 

Una vez rechazado el criterio del “tamaño” y señalada la distinción funcional entre el día ajaw del Tzolk’in y el nombre ajaw de la CK, vamos a demostrar que las inscripciones del Clásico revelan elementos morfológicos distintivos y una sintaxis propia, lo cual pone de manifiesto que los mismos mayas hicieron una distinción entre el ajaw de la CK y el día ajaw del Tzolk’in.

Morfológicamente el día ajaw del Tzolk’in tiene poca variabilidad y está expresado regularmente por el logograma T533 del catálogo de Thompson, /AJAW/, y ocasionalmente mediante el signo T747. Por lo tanto, los mayas tenían aparentemente una regla ortográfica para escribir el día ordinario ajaw del Tzolk’in, de modo que el ejemplo de la Tabla 3 al lado derecho sería una violación de esta regla al señalar otros signos.1

Tabla 3 Rueda Calendárica con el día ajaw del Tzolk’in en la convención del Clásico, pero con el coeficiente del mes Haab en el estilo Puuc (aquí marcado mediante el asterisco) tal y como aparece en una inscripción de Edzná, Campeche (a la izquierda), y con otros signos para ajaw alterando la regla, aquí señalada mediante el símbolo # (a la derecha). Dibujo del autor. 

En el caso de la CK, el ajaw puede estar escrito tanto con el signo reservado para el día ajaw del Tzolk’in, como por aquellos señalados en el ejemplo que está a la derecha de la Tabla 3 y otros tantos más. Esto significa que el ajaw de la CK tenía una doble función: aludía por un lado al día final de este período, como también a los 7,200 días en conjunto que forman un kʼatun. Los mayas del Clásico, además de distinguir morfológicamente entre el día ajaw del Tzolk’in y el ajaw de la CK, elaboraron para ello, a su vez, variedades morfológicas regionales. Mientras en las tierras centrales y del sur predomina el uso del signo T533, es decir el uso del jeroglífico del día Tzolk’in, en las tierras del norte se encuentran otros tantos caracteres y combinaciones de ellos (logogramas y sílabas) para denotar la palabra ajaw (Tabla 4a-c).

Tabla 4a-c Variantes morfológicas para ajaw en el contexto de la Cuenta de los K’atuno’ob. Dibujo del autor. 

Algunos de los signos que acompañan los jeroglíficos principales (T533, T747, T1000) como son la sílaba la mediante T178 o wa mediante T130 aún no son entendidos en su función gramatical u ortográfica. En comparación con las inscripciones de las tierras centrales y del sur, a las del norte a menudo les falta tanto el marco como el pedestal (Tabla 4b-c). Además, la variedad en los signos es mucho más grande y sigue un cierto patrón. Muchas veces el logograma ajaw está acompañado por sílabas, como si se tratara de una forma arcaica parecida al modo como se escribe ajaw en el caso de los llamados glifos emblemas (Berlin, 1958; Mathews, 1991; Graña-Behrens, 2006). Por otro lado, se trata de rasgos regionales distintivos, y el mismo esquema del Clásico también lo encontramos en el Códice de París, del Posclásico, elaborado con más seguridad en el norte de la Península de Yucatán. En la página 4, por ejemplo, la fecha ajaw entre las dos figuras se refiere sin duda a un kʼatun (Figura 2).

Figura 2 Códice de París, página 4 (tomado de Love, 1994). 

Esto se sabe porque las demás páginas anteriores y posteriores son muy similares en su estructura y exhiben en este lugar un ajaw con un coeficiente menor o mayor en dos números, al modo de la secuencia de una CK (Love, 1994). Ahora bien, el coeficiente está escrito con tinta roja, tal como si se tratara de una fecha ajaw en el Tzolk’in. Al mismo tiempo, el texto jeroglífico que se encuentra arriba de este 11 ajaw nos muestra otra fecha al estilo del método yucateco (Bricker y Bricker, 2011: 358-359), esto es, primero una fecha que se refiere al período tun (que es inferior al k’atun) y enseguida a la misma fecha 11 ajaw. Pero esta vez los escritores utilizaron precisamente el canon de signos necesario para dejar en claro que se trata de una fecha kʼatun. En vez de que sólo aparezca el signo T533 /AJAW/, se le agregó como superfijo el T168, también /AJAW/. Por lo tanto, en la misma página del Códice de París aparecen dos formas de anotar un kʼatun. En cierto sentido hallamos algo similar en los libros de Chilam Balam. Es allí donde un kʼatun, a veces, es mencionado en letras latinas (coeficiente más ajaw), pero a la vez acompañado por uno gráfico que muestra un rostro humano masculino que lleva una corona. Con ello, posiblemente, se hace alusión a que el ajaw es una entidad de tiempo más allá de un solo día, con clara alusión a uno de los tres significados entre los que tiene ajaw: “rey”, “señor” o “tiempo” (Figura 3).

Figura 3 Cabil Ahau*. Chilam Balam de Chumayel (Gordon, 1913: 83). 

Más allá del aspecto morfológico, una fecha ajaw de la CK también resalta desde el punto de vista sintáctico, esto es, ocupa otra posición que un día ajaw del Tzolk’in. De algún modo esto ya estaba claro desde el descubrimiento del llamado “método yucateco” por Eric Thompson (1937) pero no tuvo más impacto. Un caso de las inscripciones nos aclara eso. Así, por ejemplo, en la Estela 22 de Edzná (Campeche) encontramos una Rueda Calendárica que consiste en la representación del día 12 ajaw y el mes 7 yax, siendo que el coeficiente del Haab es una unidad menor (forma del llamado estilo Puuc) (Figura 4). Enseguida encontramos la expresión ti 9 ajaw. Ahora bien, esta fecha 9 ajaw es una fecha de kʼatun, y el enunciado nos dice que la Rueda Calendárica 12 ajaw 7 yax cae dentro de un 9 ajaw k’atun. Ahora bien, la posición sintáctica del k’atun 9 ajaw obviamente no es la misma que el día 12 ajaw del Tzolk’in. Por lo tanto, podemos inferir el siguiente esquema sintáctico, en donde hemos dejado también lugar para el periodo tun del método yucateco que aquí nos faltó:2

Figura 4 Estela 22 de Edzná (Campeche). Dibujo del autor (Graña-Behrens, 2009, II: Tafel 66).  

Este patrón sintáctico también lo encontramos en algunas inscripciones del centro y sur, por ejemplo, en un monumento de Mountain Cow, Belice (Figura 5). Allí tenemos la Rueda Calendárica 13 ajaw 13 woh, que “cae” dentro de un k’atun 8 ajaw.

Figura 5 Monumento 1 de Mountain Cow (Belice). Dibujo de Nikolai Grube (Grube y Martin, 2004: 88). 

Más allá de la mera posición, en diversas frases el ajaw de la CK puede preceder a una aposición (Tabla 5).

Tabla 5 Aposiciones que pueden aparecer después del ajaw de la CK. Dibujo del autor. 

Son tres diferentes aposiciones que pueden aparecer después de una fecha ajaw cuando presenta un kʼatun:

  • Kʼin, “día, sol, tiempo, señor, reino” y un signo aún no descifrado, pero también relacionado con “día”, posiblemente pas, “amanecer”.

  • Winik j’aab, lectura más probable para los signos T28:528, que representa el nombre jeroglífico del período kʼatun y cuyos glifos también se utilizan en la Cuenta Larga para contar el período kʼatun (Houston, Stuart y Taube, 2006: 81).

  • Pik, para las variantes T1033, T200 y T177, que significa “ocho mil”, “ropa” (Pérez Martínez et al., 1996: 168).

Un ejemplo para el uso de una de estas aposiciones después de una fecha ajaw en función de kʼatun proviene de Dzibanché (Quintana Roo) (Tabla 6). Allí se observa después de la fecha 12 ajaw la expresión winik j’aab, o sea se hace referencia a que la fecha ajaw funciona como Ajaw k’atun. En seguida, se menciona que se trata del cuarto k’atun.

Tabla 6 Aposición winik j’aab (“k’atun“) después de la fecha ajaw, dibujo de Christian Prager (apud Mayer 1997: 25, figura 16). 

Análoga a la aposición para kʼatun encontramos en el caso de la cuenta de los tunoʼob, entonces, la aposición tun, como se puede observar en un monumento de Mulenkakaw (Yucatán) (Figura 6).

Figura 6 Monumento 1 de Mulenkakaw (Yucatán). Dibujo de Christian Prager (cortesía). 

Las primeras evidencias del uso de la CK datan del Clásico Temprano. Así, por ejemplo, encontramos 3 ajaw como fecha que cierra un kʼatun en una inscripción proveniente de la cueva de Loltún (Yucatán) (Figura 7). Éste podría corresponder a la Cuenta Larga 8.16.0.0.0 o al año 357 d.C. (Graña-Behrens, 2009, I: 328).

Figura 7 Inscripción de la Cueva de Loltún (Yucatán). Dibujo de Linda Schele (apud Grube y Schele, 1996: 12, figura 1). 

Otra inscripción del Clásico Temprano es un pequeño objeto, una máscara, probablemente de Río Azul (Petén) (Figura 8). A la única fecha 4 ajaw le sigue un signo compuesto por kʼin, “día, sol, tiempo, señor, rey” (A1-B1), que en este caso se supone marca el cierre de un b’aktun.

Figura 8 Inscripción en una máscara, dibujo de Michael Carrasco (2005: 308, figura 5.2)

La Estela 38 de Naranjo (Petén) menciona en orden sucesivo un total de tres fechas ajaw que hacen referencia a un k’atun determinado. Éstas son 9 ajaw, 7 ajaw y 5 ajaw. Cada fecha ajaw está acompañada por el nombramiento explícito de un período k’atun, respectivamente 6 k’atun, 7 k’atun y 8 k’atun, cuyos equivalentes en la Cuenta Larga corresponden en orden a 9.6.0.0.0 (554 d.C.), 9.7.0.0.0 (573 d.C.) y 9.8.0.0.0 (593 d.C.). Morfológicamente, sin embargo, cada ajaw está escrito en la convención de un día del Tzolk’in, ya que no se enfatizaba el período en sí, sino el día final cuando terminó. Otro ejemplo es la Estela 12 de Itzimté Bolonchén (Campeche), la cual menciona cuatro fechas ajaw, cada una refiriendo a un k’atun diferente en orden sucesivo (Figura 9).

Figura 9 Estela 12 de Itzimté Bolonchén (Campeche). Dibujo del autor (Graña-Behrens, 2009, II: Tafel 80). 

Otro caso son los llamados altares de Caracol (Belice). Muchos de estos monumentos redondos llevan una sola fecha ajaw en la forma de un día del Tzolk’in en su cara principal. Por eso se ha pensado que se trata de fechas que marcan el cierre de un kʼatun, es decir que funcionan como CK (Beetz y Satterthwaite, 1981: 77-101). Por suerte, algunos altares están acompañados por una estela con una fecha propia en forma de Cuenta Larga que corresponde al cierre de un kʼatun. Dado que altar y estela forman un único conjunto, esto permite verificar si realmente la fecha ajaw en el altar concuerda con la fecha en la estela. Pero resulta que sólo en dos de estos altares el ajaw se refiere inequívocamente a la misma fecha kʼatun señalada también por la estela (Altar 10 y Estela 17, Altar 12 y Estela 19). Para los demás monumentos esto ya no es posible de verificar o la fecha ajaw se refiere a otra cuenta, por ejemplo, a la Cuenta de los tuno’ob.

Además, es importante señalar que en las inscripciones del centro y del sur la fecha ajaw de la CK se refiere casi sin excepción al día en el cual termina el kʼatun y no al período mismo. Las inscripciones del norte, por el contrario, en muchas ocasiones hacen referencia directa al período en vez del día, como se manifiesta en la fecha 3 ajaw de la Estela 12 de Itzimté o 9 ajaw de la Estela 22 de Edzná, por mencionar sólo dos casos.

Finalmente, hay que subrayar que el uso de la CK mediante la fecha ajaw continuó en el Posclásico, y no, como se ha pensado hasta ahora, que tuvo su origen y auge en ese entonces. Ejemplos de ello residen en la misma forma de representar el ajaw en la Estela 9 de Mayapán o en una estela sin número de la isla de Flores (Petén) (Figuras 10a-b).

Figura 10 a) Estela 9 de Mayapán (Yucatán). Dibujo del autor (Graña-Behrens, 2009, II: Tafel 99). b) Estela de Flores (Petén). Dibujo de Nikolai Grube (apud Martin y Grube, 2000: 230 ). 

Rituales asociados con el fin de la primera mitad de un kʼatun

Un kʼatun marcado sea mediante CK, Rueda Calendárica, Cuenta Larga o “fin de período” no es más que una unidad de tiempo de 20 años de 360 días cada uno, esto es, 20 tunoʼob. Por lo tanto, la CK resume mediante el ajaw lo acontecido durante 20 tunoʼob, ni más, ni menos. Esto es importante porque cualquier ritual, pronóstico o evento con relación a esa cuenta tiene precisamente tal función. Así, por ejemplo, en los Anales de Bacalar -documento colonial escrito en maya yucateco, pero con letras latinas- se encuentran pronósticos para cada tun o “año” inscrito dentro del k’atun 5 ajaw. Lo mismo sucede aparentemente en las páginas 2 al 12 del Códice París. Allí todo lo acontecido durante un kʼatun, e incluso los rituales que se mencionan para ese período, son una versión corta que los mayas elaboraban in extenso mediante la Cuenta de los Tuno’ob o Winalo’ob (cf. Graña-Behrens, 2002).

Los rituales mencionados en las inscripciones del Clásico para un k’atun son muy estereotípicos y por lo general se refieren al último día del período. Cuatro son los rituales o eventos más comúnmente registrados y conocidos:

  • Tzutz, “se cierra (el período)” ¿‘acabar, terminar’?

  • Kʼal tun, “se amarra la piedra (estela o monumento)”

  • Tzʼap tun, “se planta la piedra (estela o monumento)”

  • Chok chʼaaj, “(el gobernante) chorrea sangre u otro líquido”

Por lo general las inscripciones mencionan sólo uno de estos rituales y rara vez una combinación de ellos. Un raro ejemplo de ello procede de un tablero de Pomoná (Figura 11).

Figura 11 Tablero jeroglífico 1 de Pomoná (Tabasco). Dibujo de Linda Schele (apud Schele y Miller, 1986: 142, figura III.12). 

En el caso del tablero de Pomoná (Tabasco) se destaca que se terminó el decimoséptimo k’atun (pF5). Para ello se emplea el evento tzutzaj (pE5), que se refiere en yucateco a “terminar, cerrar, acabarse” o “juntar una cosa con otra que parezca una sola” (Barrera Vásquez, 1991: 868), mientras que en ch’orti también lleva el significado de “trasplantar” (Wisdom, 1950: 230). De esta manera, los gobernantes mayas del Clásico -a su vez llamados también ajaw- no sólo asistían al momento en que se terminaba un período kʼatun, sino “replantaban” o “repetían” el tiempo para salvaguardar su existencia (Stuart, 2011a: 269). En consecuencia, eran a su vez representaciones corporales del período mismo (Stuart, 1996: 165-167). Así, la palabra ajaw tenía una doble función: ser tiempo y representar regencia. En seguida se menciona la expresión chum tun (pG5), “fue sentada la piedra”, expresión que sólo aparece en las inscripciones de Chinikihá, Palenque y Pomoná (Stuart, ibid., 150). El uso de esa expresión tal vez es la razón por la cual en este tablero no se menciona el evento tzap tun, “plantar la piedra”, el cual remite al empotramiento físico del monumento (Grube, 1990). La siguiente acción por analizar, u chokow chʼaaj (pH5), alude a un ritual de esparcir algo, sea incienso o resina, y que podría también ser una técnica mántica (Boot, 2005: 116; Stuart, 2011a: 265). A éste le sigue u kʼalaw tun (pI5), “el amarra-piedra”, un ritual de mucha importancia y que aparentemente consistía en amarrar, literalmente, una piedra o estela mediante tela o cuerdas, como se ha sugerido ya hace tiempo (Stuart, 1996: 156). De allí que el acto de amarrar una piedra sea un evento de renovación. Especialmente se puede pensar que al cerrarse un k’atun se requería un sustituto para el período terminado, hecho garantizado sólo mediante este evento, que convertía la piedra en un bulto. Este bulto podría ser sujeto de modificación, por ejemplo, a través del sueño u otra técnica mántica (como a través del ya mencionado evento chokow chʼaaj) de la cual encontramos indicios entre las culturas norteamericanas (Stenzel, 1972: 352). Además, el sueño es el perfecto mecanismo para reemplazar ancestros, uno por el otro, como ya se pudo demostrar en el caso de los mayas del Clásico (Eberl, 2005: 61). A continuación, le sigue un enunciado que afirma que el gobernante de Pomoná era la imagen o semejanza (u bah) de yax chiht j’un witz’ naah kan (pJ5-L1), una serpiente fantástica de la mitología maya cuya función aún se desconoce. Por último, se menciona que, a tres días del cierre del kʼatun, en el día 3 ak’b’al 1 wayeb, ocurrió otro evento tzutzaj (L3-L5), esto es, “fue cerrado”, ¿“fue acabado/fue terminado”? (L3-L5) -una referencia oscura y difícil de entender, pero que podría significar que las festividades para el cierre del decimoséptimo k’atun duraron tres días-.

Las inscripciones del Clásico no sólo conmemoraban el cierre de un k’atun, sino a menudo también resaltaban el cierre del “medio k’atun”. Éste es el momento en el que 10 tun o “años” de 360 días cada uno (3,600 días) han pasado, dentro del intervalo entre un k’atun y otro. Para ello los mayas utilizaban un compuesto jeroglífico (T606:23.173) o ZQ3 en la nomenclatura de Martha J. Macri y Matthew G. Looper (2003: 226) , que actualmente se lee como tahn lam, “centro-disminuyendo” (Stuart, 2000: 2, 2011b: 27) (Figura 12). Aparte de T606:23.173, también se encuentra la variante T74:173:606.

Figura 12 Compuesto jeroglífico T606:23.173, tahn lam (tomado de Thompson, 1985: s.p., figuras 32-50). 

Dependiendo del contexto, se pueden agregar sufijos gramaticales para obtener de allí un verbo antipasivo, posicional o adjetivo (Wichmann, 2004a: 330, tabla 12.1). No obstante, queda vigente el significado principal de “centro-disminuyendo”. Ahora bien, como ya sugiere la actual lectura del compuesto, los mayas de alguna manera consideraban que los primeros diez tuno’ob o “años” de un k’atun eran más importante que los restantes del período, por lo cual enfatizaron el corte o cambio entre una mitad y la otra de un k’atun. Esto, al parecer, tiene su paralelo en la observación que hizo a inicios de la época colonial fray Diego de Landa en Yucatán, cuando escribía:

El orden que tenían en contar sus cosas y hacer sus divinaciones con esta cuenta [de los k’atuno’ob] era que tenían en el templo dos ídolos dedicados a dos de estos caracteres. Al primero, conforme (a la cuenta desde la cruz de la raya) arriba contenida, adoraban y hacían servicios y sacrificios para remedio de las plagas de sus 20 años y (a) los 10 años que faltaban de los 20 primeros, no hacían sino quemarle incienso y reverenciarle. Cumplidos los 20 años del primero comenzaban a seguirse por los hados del segundo y hacerle sus sacrificios, y quitado aquel primer ídolo ponían otro para x otros años. // Verbi gratia: dicen los indios que acabaron llegar los españoles a la ciudad de Mérida al año de la Natividad del Señor de 1541, que era en punto el primer año de la era de Buluc Ahau que es el que está en la casa donde está la cruz, y llegaron el mismo mes de Pop que es el primer mes de su año. Si no hubiera españoles ellos hubiesen adorado el ídolo de Buluc Ahau hasta el año 51, que son diez años, y al año décimo pusieran otro ídolo, a Bolon Ahau y honrábanle siguiéndose por los pronósticos de Buluc Ahau hasta el año de 61, y entonces quitáranle del templo y pusieran el ídolo Uuc Ahau, y siguiéranle por los pronósticos de Bolon Ahau otros 10 años, y así daban vuelta a todos. De manera que veneraban estos sus Katunes 20 años y 10 se regían por sus supersticiones y engaños, los cuales eran tantos y tan bastantes para engañar a gente simple que admira, aunque no a los que saben de las cosas naturales y la experiencia que de ellas tiene el demonio. (Landa, 1986: 103-104, Landa n.d. 44r-45v, nota: el diez se encuentra así en el manuscrito original, negrillas y subrayado del autor).

Esta descripción de Landa ha causado alguna confusión. Por un lado, se ha dado a entender que cada k’atun estaba asociado con una deidad, pero no de manera exclusiva, sino que en el transcurso de un k’atun la deidad del siguiente k’atun se instalaba o comenzaba a regir igualmente de modo que una pasaba su poder a la otra. Este concepto ha sido llamado guest k’atun en inglés por Ralph L. Roys, al basarse en un ejemplo del libro del Chilam Balam de Chumayel:

This katun today is Katun 3 Ahau. The time has come for the end of its rule and reign. It is finished. Another one <takes its place> for a time. This is Katun 1 Ahau, which is set within the house of Katun 3 Ahau. There it is its guest, while it is given its power by Katun 3 Ahau. Things are shameful, they say, <in the place> where they dwell (Roys, 1933: 89).

Por otro lado, Roys propuso una hipótesis para explicar la simultaneidad de las deidades pertenecientes a dos diferentes k’atun que, a nuestro juicio, se basa en una interpretación equivocada del texto de Landa. Lo que propone es que cada deidad o ídolo asociado con un k’atun se mantiene 30 años, 10 años al instalarse primero ya durante la regencia del k’atun anterior -siendo sólo huésped- y 20 años con relación al k’atun con el que está firmemente asociado. En palabras de Roys:

Each katun idol remains in the temple thirty years of 360 days. During the first ten, the idol (B) is a “guest” and acquires power from his predecessor (A) who still has a part to play, but retires at the end of these ten ‘years’ (Roys en Tozzer, 1941: 168, nota 885, subrayado por el autor).

Pero si uno reconsidera lo que Landa escribió (y lo que se resaltó aquí en negrilla en la cita correspondiente) se da cuenta de que en ningún momento se habla de dos períodos k’atun, uno impuesto encima del otro por un lapso de 10 años. En vez de ello Landa describe, más bien, cómo los mayas practicaban diferentes rituales durante los primeros 10 tuno’ob o “años” de un k’atun, que diferían de los restantes y que, por lo tanto, eran más importantes para ellos los primeros 10 tuno’ob de un k’atun que los últimos (Tabla 7).

Tabla 7 El concepto del llamado “k’atun huésped”, según fray Diego de Landa; (+) período más importante, (-) período menos importante. 

Así, lo que Landa describe sirve para entender por qué en las inscripciones del Clásico se enfatizaba tanto el cierre del medio k’atun. Al parecer los mayas consideraban que los primeros 10 tuno’ob’ eran más importantes o estaban asociados con otras actividades rituales, distintas de las de los 10 restantes. Dado que Landa aclara que durante la primera mitad de un k’atun los mayas hacían “servicios y sacrificios para remedio de las plagas”, esto puede significar que tomaban en cuenta lo que las profecías decían para éste k’atun y para la deidad o ídolo asociado con el período; y de conformidad con ello efectuaban los rituales correspondientes. Durante la segunda mitad de un k’atun, en contraste, “no hacían sino quemarle incienso y reverenciarle”, lo que seguramente implicaba un cambio en las actividades rituales, que posiblemente eran entonces menos intensas y estaban relacionadas ya con la deidad o ídolo asociado con el siguiente k’atun. Lo que Landa nos dice es sólo que los mayas tenían dos ídolos en el templo, de los cuales uno estaba asociado con el k’atun en regencia y el otro en espera de su turno. En ningún momento se habla de dos períodos k’atun que están sobrepuestos por el lapso de 10 tun o “años”. Más aún, lo que el manuscrito de Landa dice a continuación del párrafo “verbi gratia” contradice, en parte, lo resaltado en negrilla, de tal modo que se puede pensar que esto es más bien un comentario del copista de Landa y que, éste, por su parte, tampoco había entendido bien lo que Landa quería explicar. Por lo tanto, esta parte de la cita de Landa contribuyó a la confusión de la que Roys posteriormente fue víctima.

Podemos resumir que Landa describió más bien el fenómeno del “medio k’atun” atestiguado anteriormente también en las inscripciones del Clásico, y que su alusión a dos “ídolos” puede tener que ver con el cambio mismo relacionado con el k’atun en “disminución”. Aunque al cerrarse un “medio k’atun” los mayas del Clásico efectuaron, por lo general, los mismos rituales que harían si se terminara el período, hay algunas inscripciones que se salen de este esquema. Así, la Estela 31 de Tikal (Petén) hace referencia al cierre del “medio k’atun” en varias ocasiones, abarcando un período más largo, por lo que nos dejó valiosa información respecto a lo dicho por Landa siglos más tarde (Figura 13).

Figura 13 Estela 31 de Tikal (Petén). Dibujo de William R. Coe (apud Jones y Satterthwaite, 1982: figura 52). 

El monumento fue dedicado por el gobernante local Siyaj Chan K’awiil en 9.0.10.0.0 (445 d.C.), esto es para el cierre del “medio k’atun” del k’atun 7 ajaw. La fecha está inscrita en forma de la Cuenta Larga, a la que se le agregó la correspondiente Rueda Calendárica 7 ajaw 3 yax e información de la llamada serie secundaria (A1-B11). A continuación, se presenta la información que aquí nos interesa, que fue recientemente analizada también por David S. Stuart (2011b) . De acuerdo con su análisis, podemos transcribir este pasaje (A12-B18) como sigue (Figura 13a):

(A12-B12) alay utiiy, “aquí/pues aconteció”

(A13-B13) tahn lamaj j’un pik, “disminuyen a la mitad los ocho mil (dioses)”

(A14-B14) chan k’uh kab k’uh, “dios(es?) del cielo, dios(es?) de la tierra”

(A15-B15), “(los) ‘dioses remeros’”

(A16-B16) “(el) ‘dios del viento’” (y) “(la) ‘deidad pájaro principal’”

(A17-B17) “(el) ‘dios del sol’” (y) ‘una deidad relacionada con la lluvia’

(A18-B18) j’un winik bolon tz’akab ajaw, “primer hombre (?), (los) ‘ancestros (¿de la dinastía?)’”

Como se puede ver, aún no se comprende por completo el significado de este pasaje, pero nos habla de diferentes deidades y probablemente hasta de los ancestros que “disminuyen”. Así, al parecer, el texto hace referencia indirecta a la segunda mitad de un k’atun que se considera de menor importancia o, como lo manifestó Landa: “no hacían sino quemarle incienso y reverenciarle”. Stuart (2011b: 2) considera con buena razón que la expresión j’un pik (B13), “ocho mil”, se refiere a ocho mil dioses en vez de sólo a un número. Por lo tanto, esto parece ser una expresión genérica para decir “muchos” o una considerable cantidad de dioses, de los cuales algunos son nombrados a continuación, como el o los dioses del cielo y de la tierra. Lo mismo se repite en otros pasajes del monumento, que marcan la mitad de los k’atunes 11 ajaw (E24-F27) y 9 ajaw (G7-G8), ambas expresadas mediante la CK. Termina esta frase con el compuesto bolon tz’akab ajaw (B18), que Stuart interpreta como “muchos señores en línea” en el sentido de “señores de una dinastía” (véase más abajo para una mayor reinterpretación de ese título). Al interpretar este pasaje así, podemos ahora responder a la pregunta de Stuart, ¿cómo disminuyen las deidades a la mitad en estos períodos? («just how are gods “half-diminished” on these period endings?») (Stuart, id.). De acuerdo con Landa, vemos que los mayas practicaban un cambio en la forma de veneración a sus dioses a la mitad de cada k’atun. El caso del pasaje citado de la Estela 31 de Tikal nos dice que en los primeros 10 tuno’ob o “años” del k’atun 7 ajaw -siendo que este período termina en 9.0.10.0.0 (445 d.C.)-, veneraban a un sinnúmero de deidades y a sus más importantes ancestros dinásticos. En el momento en el que el k’atun comienza a menguar, a mitad de su tiempo, la importancia de las deidades disminuye para dar lugar a otras actividades rituales. No obstante, los mayas nos dejan aquí en la incertidumbre sobre la forma precisa en que tuvo lugar ese cambio. Pero hay otros monumentos que aclaran esto un poco.

Un tablero de Cancuén con 160 bloques jeroglíficos registró entre varias fechas el cierre de un medio k’atun mediante la Rueda Calendárica 9 ajaw 18 sotz’, que corresponde a la fecha 9.12.10.0.0 (682 d.C.) (Figura 14).

Figura 14 Tablero jeroglífico de Cancuén (Petén). Dibujo de Linda Schele (apud Guenter, 2013: 14

De acuerdo con el texto jeroglífico, el gobernante Chan Ahk Wi' conjuró a K’awil (I9-J9), una importante deidad para las dinastías mayas, en el día del “cierre del medio k’atun”. A continuación, se menciona lo que más nos interesa aquí, esto es que llegó (mediante el verbo hul en el bloque K1) una o varias deidades en la segunda mitad del k’atun, antes de finalizar diciendo que se construyó algo difícil de descifrar o entender (Guenter, 2013: 13). Así, el tablero jeroglífico de Cancuén nos habla de los últimos 10 “años”, al hacer hincapié en el conjuro de K’awil y la llegada de ciertas deidades, en vez de resaltar los primeros 10 tuno’ob o “años” de un k’atun, como lo hace la Estela 31 de Tikal.

Un fragmento de la Estela 1 de La Corona nos brinda información adicional respecto al concepto del cierre del medio k’atun (Figura 15).

Figura 15 Estela 1 de La Corona (Petén). Dibujo de David S. Stuart (apudCanuto y Barrientos, 2009: 38, figura 2.10). 

El fragmento número 3 de la Estela 1 de La Corona (extremo superior izquierdo) se refiere a un “medio k’atun”. A éste le sigue la expresión tahn lam (pDp6), que nos brinda claridad sobre el cierre del “medio k’atun”. Enseguida encontramos mak[h]aj, “fue cerrado” (pCp7), y un objeto no descifrado, pero que puede referirse a un “cenote de agua”, un “portal” o un depósito para un ritual (pDp7). Aunque no queda claro a qué se refiere la expresión “fue cerrado el portal”, una posibilidad puede ser que aluda a un ritual relacionado con el cierre del espacio que cubre una tapa de bóveda. Esta expresión ocurre sobre todo en algunas tapas de bóveda pintadas con jeroglíficos e iconografía, provenientes del norte de la península de Yucatán (Carrasco y Hull, 2002: 27-29; Hull y Carrasco, 2004: 132). Muchas de estas tapas de bóveda muestran además una deidad, ya sea K’awil o el dios del maíz, que literalmente se “mueve” a través del “portal”. Algunas de ellas incluso fueron sobrepintadas. En el marco del cierre de un “medio k’atun” y el cambio de énfasis en la actividad ritual, existe por lo tanto la posibilidad de que la deidad sobrepintada en la tapa correspondiera a la del siguiente k’atun. La importancia del “cierre del medio k’atun” también se observa en enunciados enigmáticos, como en la Estela 9 de Calakmul. La cara frontal del monumento menciona u baah ti baah 11 ajaw 13 ch’en ti tahn lamaw 10 ajaw 8 yaxk’in (A1-B3), que se puede traducir como “su imagen, en la imagen (del) 11 ajaw 13 ch’en, centro-disminuye (en el) 10 ajaw 8 yaxk’in” (Prager, 2004: 34). El significado probable es que el gobernante local de Calakmul, retratado al frente del monumento, es considerado la imagen del medio k’atun, expresado mediante la Rueda Calendárica 11 ajaw 13 ch’en y equivalente a 9.11.10.0.0 (662 d.C.), siendo que esta fecha disminuye dentro del k’atun que termina en la fecha 10 ajaw 8 yaxk’in, esto es 9.12.0.0.0 (672 d.C.).

En Balakbal (Campeche) la Estela 5 conmemora un medio k’atun al hacer referencia a la Rueda Calendárica 11 ajaw 18 pop, que corresponde a la Cuenta Larga 8.18.10.0.0 (406 d.C.) (Figura 16).

Figura 16 Estela 5 de Balakbal (Campeche). Dibujo de Nikolai Grube (2008: 184, Fig. 8.7)

Este registro está ligado a un suceso aún no entendible con relación a un gobernante que había fallecido poco antes de terminar este medio k’atun, suceso también registrado en la estela (Grube, 2008: 183). Se menciona el medio k’atun ya que, en este caso, es el punto ancla para marcar el primer aniversario de la regencia del gobernante, si no hubiese muerto poco antes. Un último ejemplo para la cuenta del medio k’atun es la Estela 9 de Dzibilchaltún (Yucatán) (Figura 17). Aunque fragmentada, aún se aprecia en ella la acción ti lamaw (C1), seguida por 5 ajaw (D1), el k’atun que “medio disminuye”. Aquí nuevamente es claro que la fecha ajaw no ocupa la posición de un día del Tzolk’in, como en el caso de la Estela 31 de Tikal, sino la de la CK.

Figura 17 Estela 9 de Dzibilchaltún (Yucatán). Dibujo de Alexander Voss (apud Maldonado, Voss y Góngora, 2002: 94, Fig. 11). 

La Cuenta de los Kʼatunoʼob y la muerte

Existe una estrecha relación entre la CK, el recuerdo de personas fallecidas y otra forma calendárica de marcar el fin de un k’atun, de la cual da testimonio la crónica de fray Diego López Cogolludo (1971). En esta obra de la época colonial se aprecia una ilustración ya europeizada de la cual, dice el fraile, que fue elaborada alrededor de 1536 (López Cogolludo, 1971 [1688]: 133; 1971, I: 178-180). Esta muestra a trece personajes fallecidos, uno de ellos con una flecha en la cabeza (Figura 18). Se trata de diferentes gobernantes Xiu masacrados en Ozamal (Yucatán) por sus adversarios, los Kokom, acontecimiento ocurrido al principio de la conquista española. Dado que el número de los muertos es 13, Morley (1920: 472) , los relacionó con los 13 números que recorre el ajaw para marcar un k’atun.

Figura 18 Ilustración de López Cogolludo (1971, tomado de Morley, 1920: 472, Figura 73). 

La masacre se refiere a un evento que efectivamente ocurrió en 1536, ordenado por el gobernante de Sotuta, Nachi Kokom, contra los Xiu, quienes trataron de convencer a los Kokom de rendirse o pactar con los españoles (Restall, 1998: 204, número 13). Sea como fuese, lo importante aquí es el arreglo de los rostros alrededor de un emblema (árbol), a semejanza de como fray Diego de Landa y los libros de los Chilam Balam ordenan en forma circular los 13 kʼatun mediante el signo para ajaw.

Los mismos nombres de los muertos de la ilustración de López Cogolludo también se encuentran en los libros de Chilam Balam de Maní (Códice Pérez) y Kaua (Tabla 8), directamente relacionados con un particular k’atun (Treiber, 1987: 33)

Tabla 8 Los muertos relacionados con la Cuenta de los Kʼatunoʼob en los Chilames de Maní y Kaua (Miram, 1988, vol. 3: 73, vol. 4: 77-79). 

De este modo podemos decir, como ya sospechaba Alfredo Barrera Vásquez (1939: 73), que los mayas aparentemente tenían la costumbre de conmemorar a los muertos al relacionarlos con su CK. Así, podemos mencionar la Estela 38 de Naranjo (Petén), en la cual se registran post mortem tres de los cuatro kʼatun que duró la regencia del gobernante Aj Wosal, quien es plasmado con vida en la cara frontal del monumento (Figura 19).

Figura 19 Estela 38 de Naranjo (Petén). Dibujo de Ian Graham (1978, 2: 97)  

La razón por la que sabemos que se trata de una referencia post mortem es que la estela concede al gobernante el título bolon tz’akab ajaw (A1-A4), título que, como ya se ha dicho, está relacionado sólo con los más importantes ancestros dinásticos mayas. En este caso, los sucesores recordaron a Aj Wosal y mencionan que él finalizó los k’atuno’ob 9 ajaw, 7 ajaw y 5 ajaw mediante la CK, lo que en la Cuenta Larga abarca de 9.6.0.0.0 a 9.8.0.0.0 (554-593 d.C.). Al final de cada k’atun el gobernante llevó además a cabo el ritual de “amarrar la piedra”, y hay que agregar que Aj Wosal gobernó no solamente tres, sino casi cuatro k’atuno’ob (Martin y Grube, 2000: 71).

Otro monumento, el Altar 1 de Naranjo, no sólo menciona los mismos tres k’atuno’ob de la regencia del gobernante Aj Wosal, sino también le concede el lugar para terminar el fin del 7 ajaw, 12 k’atuno’ob después de su muerte, que tuvo lugar en la fecha 10.0.0.0.0 7 ajaw 18 sip (830 d.C.). Por lo tanto, la muerte era sólo un conducto para que los ancestros pudieran volver a intervenir en la vida de la dinastía y seguir los mismos rituales relacionados con los fines de período. El momento favorito para recordarlos eran los finales de k’atuno’ob.

Entre los monumentos del Clásico que relacionan a un gobernante fallecido con la CK se encuentran los tableros jeroglíficos del Templo de las Inscripciones de Palenque (Chiapas). Estos han sido ya investigados por varios autores con relación a eventos como historia o profecía, en comparación con enunciados similares en los llamados libros de Chilam Balam (Lacadena, 2006: 217-218 y tabla 1). Aparte de estos paralelos sumamente interesantes, encontramos en la inscripción, comisionada por el gobernante K’an Balam, a su vez la CK, que en este caso tiene como fin recordar a su padre fallecido, el mandatario Janab Pakal. Otro caso interesante es el Altar 4 de El Cayo (Figura 20).

Figura 20 Altar 4 de El Cayo (Petén). Dibujo de Peter Mathews (apud Montgomery, 1995: figura 55). 

Este monumento menciona el cierre del decimoquinto k’atun en forma de una Rueda Calendárica y la expresión del final de período al decir que se cerró dicho ciclo (A1-B2). A ello le sigue el evento de “amarrar piedra”, emprendido por el gobernante local. Aunque todo parece indicar que se trata de un ritual ejecutado por el mandatario en vida, la iconografía misma, por el contrario, enseña un personaje con bigote para señalar que es de una persona anciana o ya muerta. Por lo tanto, el evento es probablemente un acto realizado por uno de los ancestros, con lo que perpetuaba o ayudaba a mantener el orden social y cósmico. En el caso de la Estela 5 de Balakbal, remitimos al lector al pasaje correspondiente más arriba, dónde mencionamos que en ella se conmemora el primer k’atun de regencia en una fecha que corresponde al cierre de la mitad de un k’atun, si este gobernante no hubiese fallecido poco antes.

Regresando al título bolon tz’akab ajaw, que el autor considera se refiere a los ancestros más importantes que cada dinastía maya del Clásico podía tener, éste es probablemente el producto de un ritual funerario en el cual el cuerpo del difunto es adornado con nueve nudos, tal como se muestra en la famosa vasija de Berlín (Wagner, 2005: 29, 39). Pero no sólo en esta pieza, sino también en otros contextos funerarios aparecen nudos trenzados, como por ejemplo en la Tumba 1 de Río Azul, donde éstos están pintados verticalmente a ambos lados de la entrada a la tumba (cf.Adams, 1999: 81-82). Otro ejemplo es un altar del Art Institute of Chicago (cf.Houston, Stuart y Taube, 2006: 187, figure 5.7), en el cual una persona muerta emerge de un portal en forma de un trébol de cuatro hojas. Lleva en su pecho un elemento con nudos trenzados. Por otra parte, la palabra tz’ak en el título bolon tz’akab ajaw puede ser reemplazada por un signo que claramente representa nudos trenzados, como en el caso de una jamba procedente de Halal en Yucatán (Graña-Behrens, 2014: 11-12). Por lo tanto, se puede concluir que los nudos trenzados no representan, como se ha pensado anteriormente, un petate o estera, sino son un elemento o símbolo que está asociado con la muerte y su culto, y el título bolon tz’akab ajaw se refiere a determinados ancestros o a los ancestros de manera genérica. De allí, la cara frontal de la Estela 12 de Itzimté Bolonchén (Campeche) nos muestra un gobernante ya fallecido, debido a los nudos trenzados o la estera que se localiza en el borde inferior del monumento, mientras que éste luce el vestuario de la deidad de la lluvia Chaak (Figura 13). Otro monumento que, de acuerdo con esta idea, registra al gobernante difunto con relación a una fecha k’atun mediante ajaw es la Estela 4 de Sayil (Yucatán) (Figura 21).

Figura 21 Estela 4 de Sayil (Yucatán). Dibujo del autor (Graña-Behrens, 2009, II: Tafel 138). 

En este monumento se aprecia el gobernante fallecido en actitud de bailar, provisto con un tocado de venado (otro elemento relacionado con la muerte), e igualmente una estera en la parte inferior del monolito. El vínculo entre el gobernante fallecido y el k’atun tiene obviamente su paralelo en la forma en que los muertos fueron recordados en la ilustración de López Cogolludo y en los Chilam Balam de Maní y Kaua. Otro ejemplo del mismo tipo que la estela de Sayil es la Estela 9 de Oxkintok (Yucatán) (Figura 22). Aquí todo el borde del monumento frontal está adornado con sogas trenzadas, mientras que el gobernante local -supuestamente ya fallecido- baila ataviado en la guisa del dios Chaak. Debajo de él se encuentran otros dos personajes, uno de ellos con un códice o libro en sus manos. El corto texto jeroglífico se refiere al levantamiento del monumento para conmemorar el k’atun 4 ajaw, esto es para celebrar el período que termina en 10.8.0.0.0 (987 d.C.) (Graña-Behrens, 2009, I: 210).

Figura 22 Estela 9 de Oxkintok (Yucatán). Dibujo del autor (Graña-Behrens, 2009, II: Tafel 112). 

Hay otros monumentos tanto del norte de Yucatán como de la región del Petén que repiten el esquema descubierto aquí. La conmemoración de los muertos, por lo tanto, hace énfasis en el lapso de tiempo que duró el gobierno del difunto.

Conclusión

En las inscripciones mayas del Clásico se conmemoraba el cierre de un k’atun no sólo al hacer uso de la Cuenta Larga, la Rueda Calendárica o el llamado “fin de período”, sino también al servirse de la Cuenta de los K’atuno’ob, es decir, una forma de anotación propia para denotar una fecha k’atun. Más que eso, pudimos demostrar que la Cuenta de los K’atuno’ob no representa un día ajaw del calendario Tzolk’in, aunque comparte con éste el mismo nombre y un número entre uno y trece como coeficiente. Pero, a diferencia del día ajaw del Tzolk’in, la palabra ajaw para el k’atun está escrita -sobre todo en Yucatán- de otra forma. Esto es, aparece morfológicamente en formas que el día ajaw del Tzolk’in nunca muestra y ocupa una posición sintáctica diferente. Por ende, el nombre ajaw puede estar complementado por una aposición inequívoca que hace referencia al período k’atun y no sólo al día del mismo nombre en el cual cierra el k’atun. De allí resulta que la Cuenta de los K’atuno’ob es un cómputo sumamente importante y su origen se remota posiblemente al Clásico Temprano o incluso al Preclásico. Junto con la Rueda Calendárica y la Cuenta de los Tuno’ob (forma gemela a la de los K’atuno’ob), la Cuenta de los K’atuno’ob es la forma de anotación del tiempo que más persistencia ha tenido, dado que aun fue utilizada en la época colonial por los mayas en los llamados libros de Chilam Balam. Y para ello hay buenas razones, puesto que desde el Clásico esta cuenta estaba ligada con diferentes rituales. Así pudimos señalar que la relación de fray Diego de Landa hace referencia al medio k’atun, y que éste no sólo dividía el período en dos mitades de 10 años de duración cada una, sino también significaba una diferenciación en cuanto a rituales y deidades por adorar. Esto es, existía ya en el período del Clásico una práctica que dio preferencia a ciertas deidades y ancestros en el transcurso de un k’atun. A su vez esto significa que el concepto elaborado por Ralph L. Roys bajo la frase “huésped del k’atun” es el resultado de una interpretación equívoca del texto de Landa.

Aparte de los importantes rituales directamente vinculados con el cierre de un k’atun o medio k’atun, los mayas estaban interesados a su vez en conmemorar a sus muertos y relacionarlos directamente con la Cuenta de los K’atuno’ob. De ello dan testimonio algunos monumentos del Clásico, al igual que la famosa ilustración de fray Diego Lopéz Cogolludo, que muestra a trece mayas muertos que los Chilam Balam de Maní y Kaua relacionan con diferentes k’atun. De allí podemos sospechar que la mención de muertos importantes como ancestros que podían llevar el título bolon tz’akab ajaw como distinción adicional y su relación con los k’atuno’ob constituía más que una forma de conmemoración: era a su vez una manera de vincular el pasado y el futuro y entrelazar historia y profecía, rasgo cultural existente ya en el Clásico.

Agradecimiento

A Erik Velásquez García (UNAM) por haber corregido y afinado el texto.

Bibliografía

Adams, Richard W. (1999) Río Azul. An Ancient Maya City. Oklahoma: University of Oklahoma. [ Links ]

Barrera Vásquez, Alfredo (1939) “Códice Pérez”, Revista Mexicana de Estudios Antropológicos, 3 (1): 69-83. [ Links ]

______ (1991) Diccionario maya Cordemex. Maya-español, español-maya. México: Porrúa. [ Links ]

Beetz, Carl P. y Linton Satterthwaite Jr. (1981) The Monuments and Inscriptions of Caracol, Belize. Philadelphia: University of Pennsylvania (University Museum, Monograph 45). [ Links ]

Berlin, Heinrich (1958) “El glifo emblema en las inscripciones mayas”, Journal de la Societé des Américanists, 47: 111-119. DOI: http://dx.doi.org/10.3406/jsa.1958.1153. [ Links ]

Boot, Erik (2005) Continuity and Change in Text and Image at Chichén Itzá, Yucatán, Mexico. A Study of the Inscriptions, Iconography, and Architecture at a Late Classic to Early Postclassic Maya Site. Leiden: The School of Asian, African, and Amerindian Studies (CNWS). [ Links ]

Bricker, Harvey y Victoria R. Bricker (2011) Astronomy in the Maya Codices. Philadelphia: American Philosophical Society. [ Links ]

Brinton, Daniel (1882) The Maya Chronicles. Philadelphia: D. G. Brinton (Briton’s Library of Aboriginal American Literature No. 1). [ Links ]

Canuto, Marcello, David Stuart, Stanley Guenter y Tomás Barrientos (2009) “Monumentos de La Corona: Reclasificación del Catálogo de Monumentos del Sitio Q”, Proyecto Arqueológico La Corona. Informe Final Temporada 2008, pp. 21-46, M. Canuto y T. Barrientos (eds.), Mesoweb. <http://www.mesoweb.com/resources/informes/LaCorona2008.pdf> [Consultado 3 de mayo de 2013] [ Links ]

Carrasco, Michael David (2005) “The Mask Flange Iconographic Complex: The Art, Ritual, and History of a Maya Sacred Image”, tesis de doctorado en Filosofía. Austin: University of Texas. [ Links ]

Carrasco, David y Kerry Hull (2002) “The Cosmogonic Symbolism of the Corbeled Vault in Maya Architecture”, Mexicon, XXIV: 26-32. [ Links ]

Eberl, Markus (2005) Muerte, entierro y ascención: ritos funerarios entre los antiguos mayas. Mérida, Yucatán, México: Universidad Autónoma de Yucatán. [ Links ]

Gordon, G. B. (1913) The Book of Chilam Balam of Chumayel. Pennsylvania: The Museum, University of Pennsylvania. (La edición aquí utilizada corresponde a Maya Studies 6, Laguna Hills, California: Aegean Park, 1993). [ Links ]

Graham, Ian (1978) Introduction to the Corpus. Corpus of Maya Hieroglyphic Inscriptions, Volume 2, Part 2. Cambridge, Estados Unidos: Harvard University Peabody, Museum of Archaeology and Ethnology. [ Links ]

Graña-Behrens, Daniel (2002) “No sólo los k’atuno’ob: el redescubrimiento de la cuenta de los tuno’ob y su tradición a través de las fuentes escritas desde el Clásico precolombino hasta el siglo XVII colonial”, La organización social entre los mayas. Memoria de la Tercera Mesa Redonda de Palenque, tomo II, pp. 159-191, V. Tiesler, R. Cobos y M. Greene (eds.). México: Instituto Nacional de Antropología e Historia y Consejo Nacional para la Cultura y las Artes. [ Links ]

______ (2006) “Emblem Glyphs and Political Organization in Northwest Yucatan in the Classic Period (A. D. 300-1000)”, Ancient Mesoamerica, 17 (1): 1-19. DOI: 10.1017/S095653610605019X [ Links ]

______ (2009) Die Maya-Inschriften aus Nordwestyukatan, Mexiko. Kalenderangaben, Chronologie und kulturgeschichtliche Interpretation, 2 tomos. Saarbrücken: Südwestdeutscher Verlag für Hochschulschriften. [ Links ]

______ (2014) “Death and Deer Riding Among the Ancient Maya of Northwest Yucatan, Mexico”, The Archaeology of Yucatan. New Directions and Data, pp. 3-20, T. Stanton (ed.). Oxford: Archaeopress. [ Links ]

Grube, Nikolai (1990) “Die Errichtung von Stelen - Entzifferung einer Verbhieroglyphe auf Monumenten der Klassischen Mayakultur”, Circumpacifica: Festschrift für Thomas Barthel, pp. 189-225, B. Illius und M. Laubscher (eds). Frankfurt, Bern, New York, Paris: Peter Lang. [ Links ]

______ (2008) “Monumentos esculpidos: epigrafía e iconografía”, Reconocimiento arqueológico en el sureste del estado de Campeche, México: 1996-2005, pp. 177-230, I. Šprajc (ed). Oxford: Archaeopress (BAR International Series 1742). [ Links ]

______ y Simon Martin (2004) Patronage, Betrayal, and Revenge: Diplomay and Politics in the Eastern Maya Lowlands. Notebook for the XXVIIIth Maya Hieroglyphic Forum at Texas. Austin: Maya Workshop Foundation. [ Links ]

______ y Linda Schele (1996) “New Observations on the Loltun Relief”, Mexicon, XVIII (1): 11-14. [ Links ]

Guenter, Stanley (2013) “A Reading of the Cancuen Looted Panel”, Mesoweb, <Guenter, Stanley (2013) “A Reading of the Cancuen Looted Panel”, Mesoweb, http://www.mesoweb.com/features/cancuen/Panel.pdf > [Consultado el 3 de junio de 2013] [ Links ]

Gunsenheimer, Antje (2002) “Geschichtstradierung in den yukatekischen Chilam Balam-Büchern”, tesis para obtener el grado de Doktor der Philosophie. Bonn: Universität Bonn, < Bonn: Universität Bonn, http://hss.ulb.uni-bonn.de/2002/0028/0028.pdf > [Consultado el 11 de mayo de 2011]. [ Links ]

______ (2009) “La evolución textual de las profecías de los K’atuno’ob: Estudio comparativo diacrónico de un género literario maya yucateco escritural”, Écritures d'Amérique latine. Revista del Centro de Investigaciones Latino-Americanas, 2: 201-239. [ Links ]

Houston, Stephen, David Stuart y Karl Taube (2006) The Memory of Bones. Body, Being, and Experience among the Classic Maya. Austin: University of Texas. [ Links ]

Hull, Kerry y Michael Carrasco (2004) “Mak-‘Portal’ Rituals Uncovered: An Approach to Interpreting Symbolic Architecture and the Cereation of Sacred Space Among the Maya”, Continuity and Change. Maya Religious Practices in Temporal Perspective. 5th European Maya Conference, University of Bonn, December 2000, pp. 131-141, D. Graña-Behrens, N. Grube, C. Prager, F. Sachse, S. Teufel y E. Wagner (eds.). Möckmühl: Anton Saurwein (Acta Mesoamericana 14). [ Links ]

Jones, Christopher y Linton Satterthwaite (1982) The Monuments and Inscriptions of Tikal: the Carved Monuments. Tikal Report, Number 33. Philadelphia: University of Pennsylvania (University Museum Monograph 44). [ Links ]

Lacadena, Alfonso (2006) “El origen prehispánico de las profecías katúnicas mayas coloniales: Antecedentes clásicos de las profecías de 12 Ajaw y 10 Ajaw”, Sacred Books, Sacred Languages. Two Thousand Years of Ritual and Religious Maya Literature. Proceedings of the 8th European Maya Conference, Madrid, November 25-30, 2003, pp. 201-225, R. Valencia y G. Le Fort (eds). Markt Schwaben: Anton Saurwein (Acta Mesoamericana, Volume 18). [ Links ]

Landa, fray Diego de (1986) Relación de las cosas de Yucatán. México: Porrúa . [ Links ]

López de Cogolludo, Diego (1971) [1688] Los tres siglos de la dominación española en Yucatán o sea Historia de esta provincia, 2 tomos. Graz: Akademische Druck- und Verlagsanstalt. [ Links ]

Lounsburry, Flyod G. (1978) “Maya Numeration, Computation and Calendarical Astronomy”, Dictionary of Scientific Biography , Volume 15 , Supplement 1, pp. 759-818, G. Gillispie (ed.). New York: Charles Scribner’s Sons. [ Links ]

Love, Bruce (1994) The Paris Codex. Handbook for a Maya Priest. Austin: University of Texas . [ Links ]

Macri, Martha y Matthew Looper (2003) Maya Hieroglyphs . Volume 1, The Classic Period Inscriptions. Norman: The University of Oklahoma. [ Links ]

Maldonado, Rubén, Alexander Voss y Ángel Góngora Salas (2002) “Kalom Uk’uw, Señor de Dzibilchaltún”, La organización social entre los mayas. Memoria de la Tercera Mesa Redonda de Palenque , vol. 1, pp. 79-100, M. Greene, V. Tiesler y R. Cobos (eds.). México: Instituto Nacional de Antropología e Historia y Universidad Autónoma de Yucatán. [ Links ]

Matthews, Peter (1991) “Classic Maya Emblem Glyphs”, Classic Maya Political History. Hieroglyphic and Archaeological Evidence, pp. 19-29, P. Culbert (ed.). Cambrigde, Gran Bretaña: Cambridge University. [ Links ]

Martin, Simon y Nikolai Grube (2000) Chronicles of the Maya Kings and Queens. London: Thames and Hudson. [ Links ]

Mayer, Karl-Herbert (1997) Maya Miscellaneous Texts. Nummer 1. Maya Miscellaneous Texts in British Museum. Graz: Academic Publishers. [ Links ]

Miram, Helga Maria (1988) Maya Texte II. Transcripciones de los Chilam Balam , Volume 3: Tusik & Códice Pérez , Vol. 4: Kaua I y II. Hamburg: Toro. [ Links ]

Montgomery, John (1995) “Sculptures of the Realm: Classic Maya Artists. Signatures and Sculptural Style During the Reign of Piedras Negras Ruler 7”, tesis de maestría en Arte. New Mexico: University of New Mexico. [ Links ]

Morley, Sylvanus (1915) An Introduction to the Study of Maya Hieroglyphs . Washington, D.C.: Bureau of American Ethnology (Bulletin 57). [ Links ]

Morley, Sylvanus (1920) The Inscriptions at Copan. Washington, D.C.: Carnegie Institution of Washington (Publication 219). [ Links ]

Morley, Sylvanus (1946) The Ancient Maya. Stanford: Stanford University. [ Links ]

Pérez Martínez, Vitalino, Federico García, Felipe Martínez y Jeremías López (coords.) (1996) Diccionario Ch’orti’. Guatemala: Projecto Lingüistico Francisco Marroquín. [ Links ]

Pérez Bermón, Juan Pío (1994) “Antigua cronología yucateca”, Los indios de Yucatán, volumen 1, pp. 451-475, J. Sierra (ed.). Mérida, México: Universidad Autónoma de Yucatán. [ Links ]

Persson, Liljefors Bodil (2000) The Legacy of the Jaguar Prophet. An Exploration of Yucatec Maya Religion and Historiography. Sweden: Almqvist & Wiksell International (Lund Studies in History of Religions Volume 10). [ Links ]

Prager, Christian (2004) “A Classic Maya Ceramic Vessel from the Calakmul Region in the Museum zu Allerheiligen, Schaffhausen, Switzerland”, Human Mosaic, 35: 31-40. [ Links ]

Restall, Matthew (1998) Maya Conquistadors. Boston: Beacon. [ Links ]

Roys, Ralph (1933) The Book of Chilam Balam of Chumayel . Washington, D.C.: Carnegie Institution of Washington (Publication 438). [ Links ]

Satterthwaite, Linton, Jr. (1954) “A Modified Interpretation of the ‘Giant Glyph’ Altars at Caracol, British Honduras”, New World Antiquity, 1: 1-3. [ Links ]

______ (1965) “Calendrics of the Maya Lowlands”, Handbook of Middle American Indians, Volume 3, part 2, pp. 603-631, R. Wauchope (ed.). Austin: University of Texas. [ Links ]

Schele, Linda, Nikolai Grube & Eric Boot (1998) “Some Suggestions on the K’atun Prophecies in the Books of Chilam Balam in Light of Classic-period History”, Memorias del Tercer Congreso Internacional de Mayistas (9 al 15 de julio de 1995), pp. 97-432. México: Universidad Nacional Autónoma de México, Instituto de Investigaciones Filológicas, Centro de Estudios Mayas. [ Links ]

______ y Mary Ellen Miller (1986) The Blood of Kings. Dynasty and Ritual in Maya Art. New York: George Braziller y Forth Worth: Kimbell Art Museum. [ Links ]

Sharer, Robert (1994) The Ancient Maya . Stanford: Stanford University . [ Links ]

Spinden, Herbert (1924) The Reduction of Maya Dates. Cambridge, Estados Unidos: Peabody (Museum Papers of the Peabody Museum of American Archaeology and Ethnology, Volume 6 (4)). [ Links ]

Stenzel, Werner (1972) “The Sacred Bundles in Mesoamerican Religion”, Actas del XXXVIII Congreso Internacional de Americanistas, II: pp. 347-352. Stuttgart: sin editorial. [ Links ]

Stuart, David (1996) "Kings of Stone: A Consideration of Stelae in Ancient Maya Ritual and Representation”, RES, 39/30: 148-171. [ Links ]

______ (2000) “Ritual and History in the Stucco Inscription from Temple XIX at Palenque”, PARI Journal, 1 (1): 1-7. [ Links ]

______ (2011a) The Order of Days. The Maya World and the Truth About 2012. New York: Harmony Books. [ Links ]

______ (2011b) “Some Working Notes on the Text of Tikal Stela 31”, Mesoweb, <http://www.mesoweb.com/stuart/notes/Tikal.pdf> [Consultado 10 de enero 2012]. [ Links ]

Thompson, John Eric S. (1937) A New Method of Deciphering Yucatecan Dates with Special Reference to Chichén Itzá. Washington, D.C.: Carnegie Institution of Washington (Publication 483, Volume 22). [ Links ]

______ (1950) Maya Hieroglyphic Writing. An Introduction. Washington, D.C: Carnegie Institution of Washington. [ Links ]

______ (1962) A Catalog of Maya Hieroglyphs. Norman y London: University of Oklahoma. [ Links ]

______ (1985) Maya Hieroglyphic Writing. Norman: University of Oklahoma. [ Links ]

Treiber, Hannelore (1987) Studien zur Katunserie der Pariser Mayahandschrift. Berlin: Von Flemming. [ Links ]

Tozzer, Alfred M. (1941) Landaʼs Relacion de las cosas de Yucatan. Papers of the Peabody Museum of American Archaeology and Ethnology Harvard University. Cambridge, Peabody Museum. [ Links ]

Wagner, Elisabeth (2005) “Nudos, bultos, muertos y semillas: algunas observaciones en torno al título bolon tz’ak(bu) ajaw ”, Ketzalcalli, 1: 28-47. [ Links ]

Wichmann, Søren (2004a) “The Grammar of the Half-Period Glyph”, The Linguistics of Maya Writing, pp. 327-337, S. Wichmann (ed.). Salt Lake City: The University of Utah. [ Links ]

______ (ed.) (2004b) The Linguistics of Maya Writing. Salt Lake City: The University of Utah. [ Links ]

Wisdom, Charles (1950) Ch’orti Dictionary. Transcribed and transliterated by Brian Stross. Austin: University of Texas Austin. [ Links ]

1La ortografía de la escritura jeroglífica maya ha sido materia de investigación en la última década (Wichmann, 2004b), pero de tal forma que los enunciados han sido correlacionados con los datos lingüísticos para de allí derivar reglas, corregir las lecturas de los signos y proponer interpretaciones semánticas y no a la inversa. Es decir, que nunca fueron elaboradas reglas con base en el uso de los signos para de allí proponer reglas ortográficas, como por ejemplo al escribir una fecha ajaw del Tzolk’in, a diferencia del ajaw para decir “señor”.

2No se debe confundir el período tun escrito como tun, que es parte del método yucateco, con la cuenta de los tunoʼob mediante ajaw (cf. Graña-Behrens, 2002).

Recibido: 07 de Mayo de 2015; Aprobado: 09 de Febrero de 2016

Daniel Graña-Behrens. Alemán. Realizó estudios de licenciatura en Historia en la Universidad de Guanajuato y estudios de doctorado en Antropología Cultural y Culturas Mesoamericanas por la Universidad de Bonn, Alemania, con un tema de investigación sobre las inscripciones mayas del noroeste de Yucatán. Sus especialidades son la cultura maya, la memoria cultural en Mesoamérica y la antropología de la naturaleza. Actualmente es investigador asociado al Frobenius Institut en la Universität Frankfurt am Main y docente universitario en la Universität Bonn, ambas en Alemania. Entre sus últimas publicaciones se encuentran “The Hieroglyphic Inscriptions of Itzimte-Bolonchen, Campeche, Mexico: Rulers and Political Affairs from Burned Stones”, “The Past by the Present-Ethnography as a Means to Explain Ancient Maya” y “Death and Deer Riding Among the Ancient Maya of Northwest Yucatan, Mexico”. danielGrañabehrens@web.de

Creative Commons License Este es un artículo publicado en acceso abierto bajo una licencia Creative Commons