SciELO - Scientific Electronic Library Online

 
vol.33Los itzaes y el discurso conservacionistaReconocimiento arqueológico en el sureste del estado de Campeche, México: 1996-2005 índice de autoresíndice de materiabúsqueda de artículos
Home Pagelista alfabética de revistas  

Servicios Personalizados

Revista

Articulo

Indicadores

Links relacionados

  • No hay artículos similaresSimilares en SciELO

Compartir


Estudios de cultura maya

versión impresa ISSN 0185-2574

Estud. cult. maya vol.33  Ciudad de México ene. 2009

 

Reseñas

 

Marco Estrada Saavedra, La Comunidad Armada Rebelde y el EZLN. Un estudio histórico y sociológico sobre las bases de apoyo zapatistas en las Cañadas tojolabales de la Selva Lacandona (1930-2003)

 

Miguel Lisbona Guillén*

 

México: El Colegio de México, 2007.

 

* PROIMMSE-Instituto de Investigaciones Antropológicas

 

Mirar al neozapatismo sin obedecer

Conocí a Marco Estrada hace algunos años cuando junto con un buen amigo común nos reunimos con un grupo de periodistas y políticos chiapanecos, no dudo que la sorpresa y el desconcierto de aquella noche le hiciera replantearse el estudio por realizar, en concreto ampliar sus pretensiones descriptivas al medio político chiapaneco. La complejidad del mismo desalienta a cualquiera, y más cuando lo que tenía entre manos era enfrentarse a otro estudio de similar complejidad: abordar el papel de las bases de apoyo neozapatistas en las Cañadas tojolabales de Chiapas.

Suficiente reto el emprendido, plasmado en un libro de más de 600 páginas que con una perspectiva sociológica, aunque con técnicas en muchos casos antropológicas, desgrana la conformación histórica de un territorio chiapaneco habitado por indígenas tojolabales y atravesado, en los últimos años, por una guerrilla convertida en reclamo para observadores nacionales y extranjeros.

Algunos libros y diversos artículos se han escrito sobre dicho territorio, y en especial la atención se ha centrado en cómo se construyeron históricamente las localidades tojolabales. Más papel, por supuesto, se ha consumido desde la aparición del Ejército Zapatista de Liberación Nacional (EZLN), aunque no siempre la reflexión crítica haya acompañado ese esfuerzo humano y editorial.

Por lo que respecta a la obra de Marco Estrada se debe señalar que desde las primeras páginas del libro el autor invita a un diálogo interdisciplinario, a la vez que asume la cesión de reflexiones teóricas abier- tas para decantarse por un empirismo más nítido conforme los capítulos avanzan. Esta cesión, consciente y anunciada, no implica que no existan en el libro referencias que llaman a recordar a autores o a mostrar el conocimiento de las reflexiones teóricas, como se observa en la constante presencia de las figuraciones de poder aprendidas de Norbert Elias. Igualmente, la presentación del dato empírico, surgido de variadas fuentes, no significa que el autor ceda su responsabilidad de construir la información, de nombrar los procesos sociales, y buena muestra de ello es la tipología que plantea para desmenuzar momentos históricos y proyectos políticos vividos en la zona de estudio. Por ello, la civitas christi, la "comunidad republicana de masas" y la "comunidad armada rebelde" reflejan esta inquietud y, a través de ellas, Estrada estructura un discurso con un hilo conductor centrado en las pretensiones de transformación social y política de los tojolabales, pero con momentos y circunstancias diversas.

Hilo narrativo que otorga voz a quienes en buena medida no la han tenido, aunque parezca un juego de palabras si se toma en cuenta uno de los reclamos políticos del neozapatismo: el dar voz a los sin voz. En este caso sí se cumple esta máxima porque son las bases de apoyo zapatistas, o quienes abandonaron sus filas, los que cargan con el peso fundamental de la información, haciendo a un lado a la dirigencia zapatista encabezada por el subcomandante Marcos.

Dicho esto, el libro afronta de manera ortodoxa la entrega del material y la estructura de capítulos. Inicia con un panorama general del lugar de estudio y muestra sus características geográficas, demográficas y sociales, aunque el tamaño de la reproducción de los mapas impide que éstos tengan la utilidad que con certeza tendrían si fuera otra su presentación. Le sigue un capítulo dedicado a la historia, de cuyo título, "Para un nuevo mundo, una nueva comunidad...", se desprende buena parte de la reflexión que el libro propone en su conjunto. La conformación de las actuales localidades tojolabales no puede separarse, como se dijo en párrafos anteriores, de su construcción histórica resultado de la Reforma Agraria de la primera mitad del siglo XX. Localidades nuevas convertidas en comunidades, a través de los reglamentos ejidales, en muchos casos, cuyo caminar después de obtenidas las tierras será determinado por diversos proyectos de talante comunitario. De ahí que la idea de comunidad, con todo lo que ello significa desde la perspectiva sociológica, esté presente en el libro como resultado del vivir cotidiano en el territorio estudiado. La comunidad como liberación, pero la comunidad como tiranía.

Esta nueva forma de vivir en sociedad derivó, por lo tanto, en un aprendizaje colectivo en un territorio abandonado casi siempre por las agencias gubernamentales. Esos espacios fueron ocupados por otros actores, y en primer lugar, casi siempre en México como competencia con el Estado, fue asumido por la Iglesia católica, misma que como es bien sabido, se reformuló como proyecto liberacionista en su andar de la mano del obispo Samuel Ruiz García.

El proyecto comunitario se hizo indio en su proceder pero, como queda claro en la obra de Marco Estrada, bajo la tutela y conducción de la Iglesia católica, "tal vez más benigna y parternal" como lo expresa el autor, aunque definitivamente restrictiva de muchas libertades. La civitas christi debía encarnar en la tierra el reino de Dios y para ello había que reestructurar la vida de las comunidades en un aprendizaje de cómo ser tojolabal, por supuesto desde la perspectiva de la jerarquía eclesiástica:

por un lado se inicia un proceso de recuperación y reevaluación positiva de lo tojolabal; por el otro, se requería, al unísono, que las necesidades espirituales y materiales de la comunidad fuesen satisfechas. En este sentido, se configura un proceso de concientización y de (re)formación de una identidad colectiva, así como la organización mediante la cual se asumiera de modo colectivo la solución de problemas que los aquejaban desde la fundación de las colonias y los ejidos (pp. 225-226).

Esta invención comunitaria, que coincide con otros textos escritos en el mismo tenor,1 no fue la excepción entre los sujetos estudiados. El proyecto civilizatorio de los tojolabales emprendio en la selva chiapaneca, que de nuevo nos recuerda Norbert Elias, tuvo a través de la Iglesia católica un catalizador identitario, pero no fue el único antes de la aparición del movimiento armado zapatista. Lo que el autor denomina "comunidad republicana de masas" se trepa a la solidaridad extendida por la idea de comunidad cristiana para dirigirse a la consecución de proyectos agropecuarios y sociales, aquellos que permitieran realmente obtener en la tierra lo prometido para el cielo. De ahí que los tojobales estudiados optaran por sumarse a proyectos colectivos estructurados mediante organizaciones campesinas.

El compromiso comunitario se exten dió, por lo tanto, a través de estas organizaciones campesinas y la politización de los actores, muchos de ellos formados en la civitas christi, si se utilizan los conceptos del autor, y aumentó de intensidad así como creció su radio de acción y movimiento. Sin embargo, lo que no cejó fue una forma de entender a la comunidad:

Curiosamente, tanto los religiosos como los activistas políticos poseían una visión romántica y holística de la comunidad indígena: indivisa, fuertemente cohesionada y, de antemano, orientada al bien colectivo. En esta representación, la individualidad, el pluralismo político o la heterogeneidad social eran entendidos como algo extraño y nocivo para la autenticidad de la "sociedad comunista primitiva" (p. 333).

El desencanto en los resultados obtenidos tanto en el proyecto cristiano como en el de las organizaciones campesinas abre el camino para un nuevo proyecto, el encabezado por el EZLN, que en la obra de Marco Estrada ocupa la segunda parte del libro —seguramente la de mayor polémica por despertar el neozapatismo anhelos de futuro atravesados, como no puede ser de otra manera, por pasiones políticas encontradas.

"En una tierra fértil en experiencias de frustración y enojo -dice el autor-, la infiltración ideológica del EZLN resultó el abono ideal para la radicalización de los líderes y sus comunidades" (p. 362). En efecto, tras varios proyectos comunitarios, el impulso guerrillero ponía sobre la mesa uno más, el último recurso pensado por algunos, o el factible por otros: el de las armas. Es aquí donde Marco Estrada, con la pasión del investigador, del neófito que quiere aprender, desgranará paso a paso los mecanismos que facilitaron el crecimiento de esta propuesta política y militar, así como escudriña sobre los inicios organizativos y las formas de acción del movimiento, desde sus inicios hasta el año 2005 en que finaliza su trabajo de campo. Hay que destacar, como se hizo al principio de este texto, que en buena medida la información obtenida surge de la observación directa y de entrevistas dirigidas a miembros de las bases de apoyo, o a personas que participaron al principio del movimiento armado pero que, con posterioridad, lo abandonaron por distintos motivos.

El impulso comunitario, una vez más, alentó la participación individual y colectiva en este nuevo proyecto, más osado y arriesgado que los otros, por supuesto, pero recibido en las localidades tojolabales como otro modelo de sociabilidad, ahora bautizado por el autor como la "comunidad armada rebelde". Al igual que en los anteriores casos, el núcleo ejidal fue la base de esta nueva reconfiguración que, al mismo tiempo, refuncionalizó "las experiencias colectivas de organización de civitas christi y la comunidad republicana de masas de acuerdo con las exigencias del proyecto revolucionario del Ejercito Zapatista de Liberación Nacional". (p. 396).

De sumo interés puede considerarse la distinción, para fines analíticos, que establece Estrada entre el EZLN y las comunidades armadas rebeldes, en ambos casos tomados como sistemas sociales. Es decir, de esta manera efectúa una disección estructural que facilita la descripción y, también, la comprensión del funcionamiento del movimiento en su conjunto.

En el libro aparecen las formas de organización social y la estructura política del EZLN en un afán por mostrar las diferencias entre el discurso oficial de la comandancia y la realidad. A la par informa sobre los conflictos entre localidades consideradas bases de apoyo, o sobre las motivacio nes de aquellos que abandonaron las filas del neozapatismo por distintos motivos. Descripciones que están acordes con el talante analítico del autor, puesto que también establece tipologías. Es decir, este no es un libro complaciente, no tiene por qué serlo. Es una obra dedicada a problematizar un hecho social mediante el conocimiento histórico y el acercamiento a los datos empíricos. La ciencia que se quiera y asuma tal no puede dejar de ser crítica, y esa crítica es la que se observa en la obra. No crítica a un proyecto político, criticable como cualquier otro, sino crítica en el sentido de que pone sobre la mesa información para reflexionar y, si es posible, comprender una realidad social que se vive en Chiapas.

Virtudes le sobran al libro, y algunas ya han sido mencionadas, pero se señalan cinco que por sí solas merecen atención en la reflexión sobre el Chiapas contemporáneo. La primera es relativizar las adscripciones identitarias, tanto étnicas como políticas. Si algo debe ser pensado es cierto nominalismo que convierte algunas militancias en un sello indeleble y no en una posibilidad, a veces coyuntural. Lo que debe interesar a los investigadores son los procesos de construcción de esas identidades por encima de las definiciones cerradas. Esta circunstancia enlaza con una segunda virtud, la que ya ha sido apuntada en otros trabajos pero que requiere de un mayor esfuerzo académico, aquella denominada por Marco Estrada como "plasticidad de las identidades pragmáticas" y que no es otra cosa que una búsqueda constante, a veces convertida en itinerario, de soluciones a problemas reales. Soluciones buenas para comer, pero también para pensar si se utiliza uno de los debates ya clásicos de la antropología. La circulación entre posibles adscripciones de cualquier naturaleza muestra esta búsqueda y es un reto para la explicación social, las certezas son en el caso chiapaneco deficiencias de comprensión.

La siguiente es mostrar las carencias de fuentes o de datos cuando ello ocurre. No suele ser común que los investigadores anoten las dificultades tenidas a la hora de construir su discurso académico, aunque tal hecho muestre caminos por andar por otros colegas y permita enriquecer a futuro las reflexiones. Las obras de investigación social no son cotos y dejarlo en evidencia no puede ser una debilidad, sino todo lo contrario.

La cuarta virtud está relacionada con una de las máximas, también, para plantear proyectos de investigación en ciencias sociales. En concreto la que refiere la excepcionalidad constante del dato empírico cuando seres humanos son los involucrados. "A condiciones iguales resuestas distintas", podría ser su nombre. Es decir, que las generalizaciones suelen ser vanas además de falsas, y en el caso de estudio la excepcionalidad referida se apoya en las moldeables identidades que tienen en la historia su explicación y en el vivir cotidiano su despliegue.

Por último hay que señalar una reflexión que tampoco es nueva, incluso referida al territorio estudiado o sobre los tojolabales, pero su mención debería conducir a profundizar en su interpretación. Se trata del llamado por el autor "déficit democrático" (p. 583). El modelo comunitario, con sus múltiples variantes o propuestas, porta prácticas que inhiben el desarrollo del pluralismo y de la individualidad, "dos de los elementos esenciales de la política", como bien lo remarca Marco Estrada. Esta circunstancia, que enlaza con debates de teoría política muy presentes en la actualidad, amerita análisis que dejen de banda militancias y posicionamientos para encarar contradicciones, paradojas y discursos, única forma de atisbar soluciones, si éstas existen.

Obra polémica la que el autor entrega a sus lectores para discutir, esa puede ser la gran diferencia con otros textos escritos sobre el mismo tema. La discusión está basada en un trabajo serio de investigación histórica y de campo, y en donde se muestra cómo el presente "está habitado", por el pasado en forma de "inscripción polisémica en el lenguaje", como bien señala Estrada (pp. 421-422). La comprensión de la realidad no puede ser resultado de la fe, por muy placentera que resulte la creencia y sus postulados. La razón, aquella que nos iguala a todos como seres humanos, es la que guía siempre los trabajos de investigación que se precien de serlo, y es la que articula el análisis de Estrada. Por tal motivo los resultados expuestos en el libro podrán ser debatidos en ese mismo orden racional, de lo contrario no dejaran de ser los cuestionamientos peroratas o sermones, púlpitos sobran. Como recordó George Steiner, "Las verdades reveladas [...] convierten el universo en mármol".2

 

Notas

1 Véase, por ejemplo, C. Rivera, M. C. García, M. Lisbona e I. Sánchez, Diversidad religiosa y conflicto en Chiapas. Intereses, utopías y realidades, México: UNAM/IIF/CEM-Gobierno del Estado de Chiapas-Secretaría de Gobernación-CIESAS, 2005 y M. Lisbona (coord.), La comunidad a debate. Reflexiones sobre el concepto de comunidad en el México contemporáneo. México: COLMICH/UNICACH, 2005.

2 G. Steiner, Lecciones de los maestros. México: Siruela-FCE, 2007, p. 40.

Creative Commons License Todo el contenido de esta revista, excepto dónde está identificado, está bajo una Licencia Creative Commons