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Estudios de cultura maya

versão impressa ISSN 0185-2574

Estud. cult. maya vol.25  Ciudad de México  2004

 

Reseñas

 

Yamile Lira y Carlos Serrano (eds.), Prácticas funerarias en la costa del Golfo

 

Lorenzo Ochoa

 

México, Universidad Veracruzana-Universidad Nacional Autónoma de México-Asociación Mexicana de Antropología Biológica. 2004; 229 pp. + figuras y tablas.

 

IIA, UNAM.

 

Conocí los trabajos que conforman este volumen cuando varios de ellos aún requerían de una cuidadosa lectura, toda vez que faltaban algunas referencias. Anoté, incluso, dudas acerca de la escala de ciertas figuras, de tablas, mapas, etcétera, que eran poco claras en otros trabajos; aunque desde el primer momento que tuve en mis manos esa primera versión de los textos originales, me pareció de gran importancia la rica información, que venía a llenar una gran laguna de conocimiento. Pero no sólo eso, el conjunto mostraba un amplio panorama de las costumbres funerarias prehispánicas practicadas por los grupos de la costa del Golfo, y uno que otro no tan costeños. Por su importancia para el área, tan necesitada de este tipo de contribuciones, lo recomendé como "listo para una última revisión por parte de los editores antes de enviarlo a la imprenta". Juzgué impostergable su edición. Por fin, los editores estructuraron de tal forma el volumen que al presentar los trabajos de norte a sur lograron darle una unidad bastante adecuada, que viene a ser el primero de este tipo para un área tan importante.

Diez trabajos acerca de las costumbres funerarias dan unidad al volumen. Los tres primeros acerca de las acostumbradas por los huaxtecos, seguidos de uno relativo a los fundadores y allegados a El Tajín. Se continúa con dos contribuciones en torno a los innominados habitantes del Clásico de Veracruz central, y otras dos relativas a los totonacos, más una de los antiguos y casi desconocidos pobladores del Valle de Maltrata. El volumen, como si de una marcha fúnebre se tratara, lo cierra, espectacularmente, en contra de lo que sus autores señalan, el grupo de infantes pre o protolmecas de El Manatí.

El texto va precedido de corta semblanza de los colaboradores, además de una presentación debida a Carlos Serrano. A su vez Yamile Lira ofrece una introducción acerca de "Los enterramientos humanos en la arqueología de Veracruz", que por desgracia no es la revisión esperada, sino algo totalmente ajeno al título. Esta primera parte la cierra Roberto Lunagómez con una corta nota biobibliográfica en torno a la figura de Ramón Arellanos, a quien se dedicó el volumen de las Prácticas funerarias en la costa del Golfo.

Pero para qué entretener y aburrir al potencial lector con una rígida descripción de este volumen que, desde luego, debemos celebrar. Espero no equivocarme si digo que es la primera vez que se publica una obra donde se incluye una visión de la funeraria que cubre toda un área cultural mesoamericana de norte a sur y de la costa a las zonas del interior. No faltan, por supuesto, estudios varios del culto a los muertos y a la muerte de épocas antiguas, pero sin esta unidad que trataron de dar los editores. No voy a alterar el orden geográfico en que aparecen los trabajos. Dos artículos de la Huaxteca que bien pudieron reducir a uno, ya que el segundo de ellos incluye el estudio de laboratorio de dos de los entierros que se describen en el primero, si bien se agregan otros materiales. En este sentido, desde cualquier punto de vista, el artículo de Gustavo Ramírez acerca de las "Costumbres funerarias de la cuenca lacustre del Pánuco" es, como el resto, bastante original, aun cuando el autor ya había publicado algunas noticias acerca del particular. La contribución de Blanca Zoila González, Gustavo Ramírez y Carlos Serrano, "Osteología de un notable enterramiento prehispánico huaxteco proveniente de Tierra Alta, Tampico, Tamaulipas", como dije, es complemento del anterior, pues es el resultado del estudio de los restos óseos de dos mujeres que muestran modelado intencional del cráneo que, como otros rubros que señalan, es discutido en lo general por el tipo de deformación que presentan. No deja de ser interesante la atención puesta en la estatura de las dos mujeres. La de una oscila entre 1.55 y 1.57 m. en tanto que la de la otra es apenas de 1.37 a 1.38 m, y aunque no se discute ni comparan estos datos con otros publicados del área, se plantean serias consideraciones acerca de las posibles causas que pudieron dar lugar a esta diferencia en la estatura. Aun así, los autores olvidaron señalar si esta disparidad se pudo deber a que mientras la primera murió entre los 25 y 30 años, la otra apenas tenía de 15 a 16 años, lo cual lleva a preguntarme si acaso la segunda no hubiera podido alcanzar una mayor estatura en los dos o tres años siguientes.

Es deseable que se den a conocer lo más pronto posible los materiales obtenidos en excavaciones controladas, pero no es criticable ni menos importante que se haga tiempo después si finalmente se concreta su publicación, tal como lo hacen Lourdes Aquino y Jaime Ortega, que nos regalan con la puntual y muy bien ilustrada descripción de "Los entierros de Tabuco, municipio de Tuxpan, Veracruz". En ésta, los datos de casi medio centenar de entierros tienen gran valor, tanto por proporcionar la forma como fueron recuperados, ubicación, posición, tipo de entierro y orientación de cada uno, cuanto por la determinación del sexo y edad, y las asociaciones culturales. Sólo agrego que hubiera sido deseable alguna observación de las patologías, estatura, deformaciones y mutilaciones intencionales, así como una discusión comparativa con otras informaciones conocidas de la Huaxteca.

En seguida, Yamile Lira y el mismo Jaime Ortega, antropólogo físico del Instituto de Antropología de la Universidad Veracruzana, se ocupan de "Los entierros de El Tajín, Veracruz". Precedido de una discusión acerca de quiénes pudieron haber sido los habitantes de esta espléndida ciudad, el registro de los entierros incluye la localización, asociaciones, patología, sexo, edad, posición, tipo de entierro, entre otras observaciones a las que hubiera sido atinado añadir datos relativos a la estatura, mutilaciones y deformaciones intencionales.

Inmediatamente, Lourdes Beauregard nos entrega su trabajo de "Los entierros de Las Higueras (Acalco), Vega de Alatorre, Veracruz". En este caso, como en los primeros artículos, la descripción es bastante puntual en cuanto a la localización, tipo de entierro, posición, cronología, asociaciones y orientación. Sin embargo, llama la atención que Lourdes nos hable de la edad de los individuos, el sexo e incluso las patologías, sin que, desgraciadamente, proporcione la información necesaria acerca de las técnicas y los datos en que se apoyó para obtener los resultados que exhibe.

Cuando se celebró el IX Congreso Internacional de Antropología Física "Juan Comas", donde se presentaron los trabajos que integran este volumen, Ramón Ardíanos tuvo oportunidad de participar con los "Entierros humanos en Quiahuiztlan, Veracruz", resultado de sus últimas investigaciones de campo en aquel lugar. Se trata de una detallada descripción de las exploraciones de los entierros, en la cual da a conocer la ubicación, cronología y características de éstos. Desafortunadamente, Ramón no vio publicado este que es, sin duda, uno de los varios trabajos postumos que de él tendremos oportunidad de ver editados. Al igual que en el trabajo anterior, Arellanos no dice cómo determinó la edad y sexo de los entierros; éstos como otros puntos, que ya no pudo revisar, valdría la pena complementarlos con las observaciones que, seguramente, vertió en su libreta de campo.

Alejandro Mateo Delgado y Agustín García Márquez dan a conocer "Los requerimientos de la muerte. Prácticas funerarias en Chachalacas". En este caso, los restos de unos 30 entierros se obtuvieron como resultado del "Proyecto de Salvamento Veracruz-Cadereyta" realizado en el año 2000. Como en casi todas las contribuciones del volumen, dan a conocer con bastante detalle la localización, tipo de entierro, posición, cronología, orientación, asociaciones culturales y, en algunos individuos, deformación craneal, pero es de lamentar que no anotaran cómo determinaron el tipo de deformación, ni las técnicas utilizadas para distinguir el sexo y, sólo en algunos casos nos digan cómo calcularon la estatura, lo cual, a veces, se hizo in situ; información valiosa para posteriores comparaciones y revisiones.

Pero se hace tediosa esta reseña, hasta monótona. Paso al siguiente trabajo, esta vez con materiales de tierradentro: "Prácticas funerarias en el Valle de Maltrata, Veracruz", de Yamile Lira, quien, después de describir a vuelo de pájaro los sitios del valle y sus ocupaciones, nos informa acerca de la recuperación de 64 entierros, de los cuales 60 son prehispánicos y cuatro de la época colonial. El lapso que abarca va del Preclásico superior, cuando se practicaron distintas formas de entierros, directos, en formación troncocónica, en tumba de lajas, individuales y múltiples, hasta el Posclásico, período al que corresponde la mayoría de los entierros, más unos cuantos del Clásico. No entraré en pormenores, pues la descripción es tan puntual como los anteriores en cuanto al tipo de entierro, cronología, asociaciones culturales, orientaciones, posición y, nuevamente, sexo y edad, sin especificar las técnicas utilizadas para su determinación.

Sin minimizar alguno de los anteriores trabajos, ninguno me sorprendió tanto como la contribución de Manuel Torres: "Los entierros múltiples en la zona arqueológica de El Zapotal, Veracruz". Una visión general, en corta nota, en la que apunta ciertas particularidades de los 235 entierros directos recuperados en ese sitio. Manuel tiene todavía tanto que contar, que es de esperar continúe con sus contribuciones. De esos 235 entierros, nos dice, 187 eran primarios, 39 secundarios y nueve indeterminados. Agrega que en ellos predomina la posición sedente (observada en 111). Pero lo que más sorprende es el osario: "una columna ósea de unos tres metros de altura por un metro de ancho", asociada a las Cihuateteo (p. 206). Además de la gran cantidad de huesos que lo componían, recuperó 78 cráneos, de los cuales 59 estaban bien preservados y mostraban deformación intencional. Los cráneos, estudiados por el profesor Arturo Romano, corresponden casi en un 92% al sexo femenino, en los cuales predomina la deformación que denominó "Tipo Zapotal". Más tarde, Jaime Ortega, trabajando en el mismo sitio, la encontró en cráneos masculinos, lo cual, por supuesto, no minimiza la importancia de esta práctica en las mujeres de El Zapotal y, menos aún, en el osario mismo.

Aquí lo dejo para dar paso a un par de palabras acerca de los "Entierros infantiles en El Manatí, Veracruz", de Carmen Rodríguez y Ponciano Ortiz que cierra el volumen. En esta contribución, más que los datos relativos a los entierros infantiles, valiosos sin duda, llama la atención la discusión que ofrecen, toda vez que, por diversas circunstancias, los resultados de los estudios del laboratorio de Antropología Física del INAH aún no les son entregados. Comentar puntualmente el trabajo de Carmen y Ponciano sería injusto, pues la discusión tendría que ser tan extensa como el artículo mismo. Sólo quiero decir que si bien estoy de acuerdo con su interpretación general, la fecha de alrededor del 1 700 a.C que proporcionan para el inicio del sacrificio de infantes, el ofrendamiento de esculturas de madera, hachas de jade y otros materiales, sugiere que en un principio se trató de grupos pre o protolmecas, y que el término de estas prácticas, que fijan hacia el año 1 000 a.C, es su culminación, cuando ya se habían desarrollado las expresiones de cultura olmeca. Sin duda, un trabajo serio como prácticamente todos los incluidos en este volumen.

Con esto termino, no sin antes repetir que, independientemente de las observaciones señaladas, el contenido de este volumen, conformado con materiales de primera mano, es importante no sólo por la rica información que llena una gran laguna de conocimiento, sino porque en conjunto deja un amplio panorama de las costumbres funerales practicadas por los grupos de la costa del Golfo y uno que otro no tan costeños.

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