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Estudios de historia novohispana

versión On-line ISSN 2448-6922versión impresa ISSN 0185-2523

Estud. hist. novohisp  no.67 Ciudad de México jul./dic. 2022  Epub 20-Ene-2023

https://doi.org/10.22201/iih.24486922e.2022.67.77744 

Reseñas

Sobre César Manrique Figueroa, El libro flamenco para lectores novohispanos. Una historia internacional de comercio y consumo libresco

a Universidad Nacional Autónoma de México (México). Instituto de Investigaciones Filológicas. Centro de Estudios Literarios. oli_moreno@hotmail.com

Manrique Figueroa, César. El libro flamenco para lectores novohispanos. Una historia internacional de comercio y consumo libresco. México: Universidad Nacional Autónoma de México, Instituto de Investigaciones Bibliográficas, 2019.


El libro de César Manrique apareció a mediados de 2019 y en menos de seis meses sus lectores agotaron el tiraje inicial de doscientos ejemplares, por lo que la Universidad Nacional Autónoma de México decidió publicar, al año siguiente, una reimpresión de mil ejemplares adicionales y autorizar su circulación gratuita en formato epub. Sin duda, a esta decisión contribuyó que el El libro flamenco para lectores novohispanos obtuviera el premio Antonio García Cubas a la mejor edición científica, un reconocimiento a su notable organización, a su cuidadoso aparato crítico y a sus exahustivos índices y apéndice bibiográfico.

Atribuyo la buena recepción de la obra dentro y fuera de México a su equilibrio entre la divulgación histórica y la investigación académica rigurosa. Respecto a la primera, la obra de Manrique ofrece a los lectores, en particular de Latinoamérica, la posibilidad de recorrer un extraordinario itinerario que comienza no en la ciudad de México ni en Sevilla, sino en Amberes, el corazón político, económico y cultural de los Países Bajos meridionales. El autor no se adentra de inmediato en el tema del libro, como cabría esperar. Por el contrario, tiene el acierto de dedicar buena parte de la introducción a la flamencofilia o la pasión de los españoles del seiscientos por los objetos suntuarios made in Flandes, como él los llama. A esta pasión sucumbieron por igual las elites hispanocriollas, pues de este lado del Atlántico tuvieron gran demanda los finos textiles, encajes y tapices flamencos; sus relojes e instrumentos de precisión; sus retablos y pinturas en pequeño formato, concebidos para la devoción y el ajuar domésticos. Si "la cultura visual y material flamenca tuvo gran éxito entre los estratos dominantes y cultos de la sociedad colonial", no se debió únicamente a que todos estos "objetos excepcionales" fueran un símbolo de estatus, sino también a que en ellos -dice Manrique- "se materializaba una alteridad u otredad que, consciente o inconscientemente [...] estimulaba a definir las identidades de lo regional o local" (página 29). A cambio de estas manufacturas, los españoles del Viejo y el Nuevo Mundo enviaban a Flandes lana, vino, aceite y diversos productos coloniales, como la grana cochinilla, especias y plata.

Pero la cultura y el imaginario hispanos no se nutrieron únicamente de los objetos made in Flandes, sino también de sus saberes. La integración política de los Países Bajos a la monarquía de los Austrias favoreció una intensa movilidad geográfica y un fructífero intercambio intelectual y tecnológico. Durante los siglos XVI y XVII, funcionarios, militares, artistas, clérigos, universitarios, mercaderes... hicieron las veces de agentes culturales. La presencia de numerosos impresores y grabadores flamencos en los talleres de Castilla es ejemplo de ello, así como el traslado de algunos de estos artesanos a los virreinatos americanos lo es de las dimensiones que alcanzó tal fenómeno. El comercio y el tránsito humano entre ambas naciones fueron movimientos de ida y vuelta.

Como investigación histórica, la obra de César Manrique se inscribe en una vertiente que busca comprender los procesos de mundialización y globalización, cuyos orígenes ubica en la España moderna, no en la Europa contemporánea. Su trabajo se deriva de un proyecto impulsado en 2007 por Werner Thomas y Pierre Delsaerdt desde la Universidad de Lovaina, cuyo objetivo es -en palabras de Thomas y del propio Manrique- "analizar la contribución de los Países Bajos a la construcción del imperio hispánico".1 Estos autores consideran que el libro impreso, y de manera particular el flamenco, fue un componente fundamental de la "infraestructura de la globalización" porque incidió en la evangelización y la colonización de los territorios americanos y asiáticos, así como en la circulación de saberes entre hemisferios y la reproducción de las elites criollas. El libro flamenco para lectores novohispanos es la contribución de César Manrique a ese ambicioso proyecto y a la historiografía mexicana de la edición y la lectura. No sobra decir que su interés por la doble faceta mercantil y cultural del libro impreso responde a dicha lógica.

Siguiendo esta ruta, el autor estudia el auge de la industria editorial flamenca de cara al contexto político y cultural de España. Los impresores y libreros de los Países Bajos aprovecharon la condición histórica de la Península como mercado del libro extranjero, pues ya desde la baja Edad Media importaba manuscritos de Flandes y Francia. Tal situación se explica, entre otras cosas, por su escasa producción de papel, el atraso técnico de sus imprenta y la fuerte censura. Por el contrario, a principios de siglo XVI las casas editoras flamencas ya gozaban de prestigio internacional gracias al empleo de papel fino y letrería moderna, así como por la calidad de su composición tipográfica, muy apreciada por teólogos y exégetas, cuyo trabajo exigía ediciones correctas. Además, muchos libros presentaban bellas portadas, frontispicios e ilustraciones (escenas bíblicas y sagradas, mapas) que aumentaban su valor económico y simbólico. Este material gráfico era elaborado por diestros artistas como Jan Wierix, quien, entre otros trabajos, grabó láminas para la Biblia Sacra Hebraice Chaldaice, Graece et Latina, el magno proyecto editorial de Felipe II llevado a cabo en Amberes por los célebres Benito Arias Montano y Cristóbal Plantino; durante cinco años el humanista español y el dueño de la imprenta "El Compás de Oro" trabajaron codo a codo para producir la famosa biblia políglota.

No sobra añadir otro elemento distintivo de la edición flamenca del periodo de la imprenta manual: sus cómodos volúmenes en formato reducido, que hicieron de sus libros productos competitivos y fáciles de transportar a puntos tan lejanos como Salamanca, Valencia, la ciudad de México o Santa Fe de Bogotá. Precisamente, la reconstrucción de las rutas fluviales, marítimas y terrestres del libro flamenco con destino al mercado ibérico es otro elemento fascinante de la obra de Manrique, porque permite dimensionar el alcance de las redes mercantiles; redes en las que participaron libreros franceses y castellanos en calidad de intermediarios. Para conducir un cargamento de libros desde Amberes hasta Sevilla, los mercaderes podían navegar a través del río Escalda hacia los puertos menores del condado de Zelanda, como Flesinga, Middelburgo y Ramua; una vez allí tenían dos opciones, viajar por mar hacia los puertos cantábricos o bien, hasta el de Lisboa o Cádiz.

Gracias al desarrollo de ésta y otras rutas, los impresos de Amberes y, en menor medida, de Bruselas y la ciudad universitaria de Lovaina fueron ganando mayor presencia en el mercado iberoamericano. Agentes viajeros y libreros flamencos instalados en las principales ciudades de Portugal, Castilla y Aragón garantizaban su distribución en la Península y las Indias occidentales por medio de los cargadores de la carrera de Indias.

Con todo, los editores flamencos sabían bien que la calidad material de sus libros y su nutrido catálogo no eran suficientes para sostener la demanda de sus productos en un mercado tan disputado como el hispano, al que también llegaban libros de Venecia, Roma, Lyon, París, Colonia y otros centros tipográficos de prestigio. Además, el desarrollo económico y demográfico de los virreinatos de Nueva España y Perú despertaba la codicia de los editores más poderosos de Europa y acrecentaba la competencia.

Por tal motivo, los flamencos se valieron de diversas estrategias para asegurar el mercado hispano. Desde mediados del siglo XVI la generación de impresores humanistas, encabezada por Joannes Steelsius (1533-1562) y Martinus Nutius (1530/40-1558), sentó las bases del que sería uno de los nichos más lucrativos de la librería flamenca: la edición en castellano de autores españoles y la traducción a esta lengua de obras religiosas y literarias de probado éxito. En los siglos XVII y XVIII este rubro seguiría dando enormes ganancias a las casas de Verdussen en Amberes y Foppens en Bruselas.

Otra estrategia fue la edición de obras en latín de autores españoles. El vínculo político y confesional que unía a los Países Bajos con la monarquía del rey católico llevó a las prensas flamencas numerosos manuscritos de reconocidos teólogos y juristas españoles, quienes se destacaron por combatir la Reforma protestante y el erasmismo o bien, por participar activamente en el concilio de Trento y el diseño de la política contrarreformista; uno de ellos fue el dominico Melchor Cano.

A estos dos nichos se sumó un tercero no menos importante: la publicación de obras de célebres autores hispano-lusitanos de la Compañía de Jesús. Jan van Meurs, por citar un caso, editó en la primera mitad del siglo XVII obras en latín de Luis de Molina y Francisco Suárez, entre otros representantes de la llamada Escuela de Salamanca o segunda escolástica. Sus obras gozaban de enorme éxito no sólo en los ámbitos ibéricos sino en todo el orbe católico.

Con estas ediciones los impresores flamencos contribuyeron al desarrollo del mercado del libro internacional, término que designa a una ingente producción de textos litúrgicos y escolares en latín, tanto de autores clásicos como del medievo y la modernidad. El uso del latín como lengua franca y la vigencia del método escolástico favorecieron el despligue de un mercado global de impresos, cuyos principales destinatarios eran el clero, los estudiantes y los profesores universitarios. Es por ello que el libro flamenco también fue objeto de consumo en la América hispana.

César Manrique nos recuerda que la inmensa mayoría de los libros que circulaban en Nueva España eran importados: textos para la liturgia, el estudio de la latinidad y los saberes mayores, el ejercicio del gobierno y la aplicación de justicia, la edificación religiosa, la recreación... Es por ello que insiste, con toda razón, en que es imposible "entender la cultura novohispana en su totalidad sin considerar este copioso capital bibliográfico europeo". Esta preocupación se expresa a lo largo de toda su obra.

De la marea de libros flamencos que inundó el virreinato en los siglos XVI y XVII, César Manrique se interesa principalmente en las obras en latín destinadas al consumo de la élite letrada. Estas ediciones -además de las francesas e italianas- dieron forma a la "cultura erudita y académica virreinal". Las flamencas, dice Manrique, fueron objeto de un coleccionismo utilitario por parte de las corporaciones religiosas, el alto clero y algunos particulares. Se trata, como se aprecia en la última parte de su obra, de un corpus selecto y especializado, poco accesible a individuos ajenos a los ámbitos escolar, conventual y universitario. De ahí su escasa presencia en librerías comerciales de la ciudad de México, tal como advirtió el autor cuando revisó los inventarios publicados por Edmundo O'Gorman en 1939.

Hoy se conservan en fondos antiguos mexicanos más de 600 ejemplares de ediciones flamencas del siglo XVI. En el periodo virreinal estos libros pertenecieron principalmente a bibliotecas de conventos mendicantes, colegios de la Compañía de Jesús y seminarios diocesanos. Hubo, además, valiosos ejemplares en manos de particulares -como el cosmógrafo Enrico Martínez y el erudito Juan José de Eguiara y Eguren-, de los que también nos informa el autor. En suma, la obra aquí reseñada da cuenta de este rico patrimonio bibliográfico y su fascinante historia, en la que no faltan episodios de lamentable destrucción y dispersión. Por todo ello, El libro flamenco para lectores novohispanos puede leerse como una invitación a valorar este patrimonio y considerarlo parte de nuestro pasado y nuestra cultura.

Bibliografía

Thomas, Werner, y César Manrique. "La infraestructura de la globalización: la imprenta flamenca y la construcción del imperio hispánico en América." En Encuentros de ayer y reencuentros de hoy. Flandes, Países Bajos y el mundo hispánico en los siglos XVI-XVII, ed. de Patrick Collard, Miguel Norbert Ubarri y Yolanda Rodríguez Pérez. Gent: Academia Press, 2009. [ Links ]

1 Werner Thomas y César Manrique, "La infraestructura de la globalización: la imprenta flamenca y la construcción del imperio hispánico en América", en Encuentros de ayer y reencuentros de hoy. Flandes, Países Bajos y el mundo hispánico en los siglos XVI-XVII, ed. de Patrick Collard, Miguel Norbert Ubarri y Yolanda Rodríguez Pérez (Gent: Academia Press, 2009), 56.

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