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Estudios de historia novohispana

versión On-line ISSN 2448-6922versión impresa ISSN 0185-2523

Estud. hist. novohisp  no.66 Ciudad de México ene./jun. 2022  Epub 06-Jun-2022

https://doi.org/10.22201/iih.24486922e.2022.66.77700 

Reseñas

José Refugio de la Torre Curiel y Gilberto López Castillo, Jesuitas y franciscanos en las fronteras de Nueva España, siglos XVI-XIX (México: Siglo XXI Editores; Guadalajara: El Colegio de Jalisco, 2020)

Ismael Jiménez Gómez* 
http://orcid.org/0000-0003-0900-9311

*Universidad Nacional Autónoma de México (México), Programa de Posgrado en Historia, ismael050894@gmail.com

Torre Curiel, José Refugio de la; López Castillo, Gilberto. Jesuitas y franciscanos en las fronteras de Nueva España, siglos XVI-XIX. México: Siglo XXI Editores, Guadalajara: El Colegio de Jalisco, 2020.


Como se alude en su introducción, la obra Jesuitas y franciscanos en las fronteras de Nueva España, siglos XVI-XIX tiene el objetivo de presentar propuestas de investigación novedosas que giran en torno al estudio comparativo de la labor misionera realizada por dos de las instituciones religiosas que impulsaron este ministerio en las amplias regiones que conformaban el septentrión novohispano: la Orden de San Francisco y la Compañía de Jesús. Los autores de la obra, José Refugio de la Torre Curiel yGilberto López Castillo , realizan un aporte historiográfico que se inserta en aquellos estudios enfocados a la revisión de los métodos de evangelización, los procesos de cambio demográfico y cultural en los pueblos de misión, así como también la formación educativa y espiritual de los misioneros franciscanos y jesuitas.1 Resaltando el enfoque que ha caracterizado este tipo de investigaciones, se justifica la necesidad de la reescritura de una historia misional que no distorsione ni sobredimensione el papel que tuvieron los miembros de ambas instituciones. Es importante señalar que esta perspectiva de estudio se ha venido trabajando desde la última década del siglo XX, con la aparición de la denominada New Latin American Mission History,2 cuyo interés principal era conceder el protagonismo histórico a otros actores sociales que determinaban la configuración de los espacios misionales, como era el caso de los indios, y no solamente enfocar la mirada de análisis hacia los denominados “soldados de Cristo”.

De forma un poco contradictoria, los autores señalan la posibilidad de regresar al estudio de los misioneros como actores principales en determinados procesos históricos. A pesar de ello, destacan un aspecto relevante: la viabilidad de estudiarlos siempre y cuando se centre la mirada en el contexto histórico que los rodeaba, tomando en cuenta las peculiaridades institucionales determinadas por las provincias de las que formaban parte y la participación de otros personajes en las comunidades locales donde ejercían sus labores ministeriales. Este es el enfoque metodológico que caracteriza la presente obra, conformada por ocho artículos repartidos en cuatro secciones. Cabe mencionar que los trabajos presentados ya habían sido publicados con anterioridad en otros libros y revistas académicas. Sin embargo, se han complementado y acomodado bajo un esquema que resalta aspectos espirituales, educativos y de administración provincial que caracterizaba a ambos cuerpos eclesiásticos.

En la primera sección, titulada “Líneas generales de acción”, se presentan dos artículos que tienen el objetivo de revisar procesos generales sobre la planeación de la experiencia misionera. En el primer artículo denominado “Los mecanismos institucionales de la administración jesuítica en Nueva Vizcaya y la superintendencia de misiones de tierra adentro, 1572-1635”, Gilberto López Castillo muestra una continuidad de la política misionera que caracterizó los generalatos de Claudio Acquaviva y Mutio Vitelleschi, quienes buscaron desplegarla en la región de la Nueva Vizcaya durante los siglos XVI y XVII. Dicho trabajo da cuenta de la existencia de una lógica interna en la organización misional de la Compañía de Jesús que era impulsada desde Roma, y que promovía una vocación misionera reflejada en las incursiones de las denominadas “tierras de infieles”. Para el periodo de estudio seleccionado, López nos muestra que ninguno de los establecimientos misioneros había adquirido el estatus de colegio, mientras que sólo algunos, como los de Guadiana, Sinaloa y San Luis de la Paz evolucionaron a residencias. Esta situación da pie a comprender que los prepósitos generales buscaban la consolidación de los establecimientos misioneros, pues el objetivo principal era lograr la pacificación y la evangelización de los grupos locales. Cabe señalar que, en otro de sus trabajos académicos,3 y que complementa el análisis ofrecido en el presente artículo, el autor ofrece más detalles sobre el proceso de evangelización en el territorio neovizcaíno entre los siglos XVI y XVIII, y en donde se le brinda más peso a la agencia y la participación de los indios norteños en el proceso reduccional.

En el segundo artículo, “Los franciscanos y la retórica de la subordinación a principios del siglo XIX”, José Refugio de la Torre Curiel presenta una propuesta que analiza elementos retóricos desplegados por miembros de la provincia franciscana de Xalisco a inicios del siglo XIX, relacionados con la subordinación ante el nuevo gobierno insurgente, en una etapa posterior al proceso de independencia. Uno de los principales aportes de este trabajo es que complementa ciertos elementos que nos permiten vislumbrar la continuidad del proyecto franciscano en el territorio de la Nueva Galicia, y que ya se han presentado en obras colectivas previas que el mismo autor ha compilado. Éstas se centran en periodos anteriores y en la reconstrucción histórica de otras provincias franciscanas, como es el caso de Michoacán y Zacatecas.4 De la Torre menciona que los franciscanos recurrían con frecuencia a argumentos que acentuaban el sentido de cuerpo o institución subordinada y la justificación teológica del mismo concepto de autoridad, que se caracterizaba por retomar viejos principios de las generaciones franciscanas de los siglos XVI y XVII. Se muestra que, durante el periodo de estudio, las provincias y los colegios franciscanos se mostraban afectos al gobierno para contar con su apoyo y para seguir desarrollando su ministerio religioso sin ningún obstáculo. De este modo, en el siglo XIX, los franciscanos xalisciences compartían dos ideas centrales: el reconocimiento de la potestad temporal y la subordinación a sus representantes.

La segunda sección, que lleva por título “Trayectorias individuales de acción”, tiene el propósito de dar seguimiento a personalidades jesuitas y franciscanas con el objetivo de cuestionar las posibles variantes que se presentaban en la formación educativa y en la vida religiosa de estos personajes. A diferencia de otras obras, los artículos de este apartado ofrecen un aporte historiográfico al revisar a personajes poco estudiados como consecuencia del peso que se le ha brindado a otros, principalmente por el problema de la escasez de fuentes. En el artículo “El ciclo misionero de Hernando de Villafañe (1560-1634) y su relevancia en la Provincia Mexicana de la Compañía de Jesús”, Gilberto López Castillo destaca la trayectoria del jesuita Hernando de Villafañe. Las actividades administrativas y misioneras desarrolladas por este personaje le ofrecen un papel significativo en la historia de la provincia mexicana jesuítica, destacando los cargos administrativos que ocupó, principalmente en la región de Nueva Vizcaya. El autor resalta las visitas periódicas que Villafañe ejecutó en las misiones de indios guasaves, entre los años de 1598 y 1613, así como también el nombramiento de superintendente de las misiones de Sinaloa en 1619, cargo de reciente creación para ese momento. La intención del artículo es destacar el papel de ciertos jesuitas que han sido opacados por figuras de mayor renombre dentro de la Compañía, como es el caso de los padres Andrés Pérez de Ribas y Eusebio Francisco Kino. Al igual que estos personajes, Villafañe se convirtió en un referente para el resto de los miembros de la orden que buscaban laborar en los pueblos de misión, pues tenía conocimientos importantes respecto a la construcción de templos misionales, las lenguas nativas y la negociación con otros actores, como los indios y las autoridades civiles.

A manera de contraste, en el artículo “Portentos y quimeras en el peregrinaje de un franciscano insurgente. El proceso de infidencia de fray Ignacio Villalobos, 1815-1819”, José Refugio de la Torre Curiel ofrece un trabajo que muestra el contenido de las críticas a la monarquía y a la sociedad españolas derivadas de distintas tensiones políticas y culturales, a partir de la revisión del proceso de infidencia en contra del franciscano Ignacio Villalobos en las ciudades de Sonora y Guadalajara. El autor menciona que en las pláticas públicas de dicho religioso se mencionaba que una de las principales causas de la insurgencia era la libertad con la que los europeos hablaban respecto a los indios, por lo que representaba un movimiento legítimo. A su vez, propone que el proceso en contra de este franciscano es un claro ejemplo de las reelaboraciones semánticas que dieron vida a un periodo histórico específico, como lo era el siglo XIX, además de que es un valioso testimonio sobre la forma en que destacaban algunos individuos, pertenecientes a alguna comunidad religiosa, que interpretaban para sí y para otros la coyuntura y el momento histórico en que se situaban.

En la tercera sección, “Procesos de expansión institucional”, los autores presentan trabajos que dan cuenta de la incidencia que pudo haber tenido tanto la experiencia personal como el diseño institucional dentro la configuración de los distritos misionales administrados por jesuitas y franciscanos, haciendo referencia a determinadas provincias, colegios y comisarías que han sido poco abordadas por la historiografía misionera. En el artículo “El proceso de configuración de la Provincia Mexicana de la Compañía de Jesús en territorios del reino de Guatemala, 1582-1629”, Gilberto López Castillo ofrece una propuesta novedosa sobre la labor misionera de la Provincia Mexicana de la Compañía en la Audiencia de Guatemala a fines del siglo XVI e inicios del XVII. Destaca el hecho de que, mientras que en el norte novohispano el trabajo misionero se mantuvo en forma permanente a través de la consolidación de misiones, en el sur se fomentó un trabajo pastoral que tenía un carácter mayormente urbano, del que se desprendían misiones temporales en las comarcas vecinas. El autor menciona que durante el siglo XVII diversos actores políticos y sociales de la ciudad guatemalteca enviaron sus instancias a Roma, solicitando que los jesuitas se establecieran de forma permanente. Después de una serie de gestiones entre el general Claudio Acquaviva y la provincia mexicana, en 1614 se aprobó la fundación del colegio jesuita en la ciudad de Santiago de los Caballeros de Guatemala. López señala que la intención principal en el establecimiento de esta institución tenía como base la continuidad de la labor misionera en otras regiones, las cuales se extendían desde Oaxaca hasta las costas de Nicaragua, y de esta manera fomentar un enlace con los proyectos misioneros que la Compañía realizaba en el Nuevo Reino de Granada y en el virreinato del Perú. De esta manera, se ofrecen elementos que permiten comprender las características particulares de las misiones temporales y las intenciones jesuitas de extender la labor pastoral en los márgenes sureños del virreinato novohispano.

Por su parte, en el artículo “Evocando paisajes distantes: exploraciones y narrativas franciscanas sobre Arizona en el siglo XVIII”, José Refugio de la Torre Curiel analiza los saberes cartográficos, el conocimiento de las fronteras para la defensa de las posesiones españolas y las descripciones etnográficas de los indios a partir de la revisión de diarios escritos por los franciscanos del Colegio de Propaganda Fide de la Santa Cruz de Querétaro, Francisco Garcés y Pedro de Font, entre los años de 1770 y 1776. Ambos documentos tenían el objetivo intrínseco del conocimiento y la demarcación de las fronteras norteñas del virreinato novohispano, pues se enmarcaban en la planeación de la reforma territorial y administrativa que buscaba asegurar un mejor control de los dominios de la Corona española. Los dos textos hacen énfasis en los asuntos espirituales que caracterizaban el trabajo misionero, y presentan descripciones geográficas de los territorios situados entre los ríos Gila y Colorado, los cuales eran sitios propicios para la agricultura y el sostenimiento de comunidades permanentes. Al mismo tiempo, De la Torre menciona que estas fuentes formaban parte de una reacción española frente a las críticas que distintos personajes del periodo ilustrado hacían sobre el poco aprovechamiento económico de las colonias americanas, por parte de la monarquía, y la degradación de las especies que poblaban el territorio americano. Por otro lado, el artículo realiza un aporte importante a la historiografía que ha tratado los saberes geográficos y cartográficos que poseían muchos de los religiosos presentes en el territorio novohispano, lo cual permite seguir insistiendo en la importancia que tenían estos personajes como exploradores y agentes de las autoridades virreinales y de la misma Corona española.5

En la cuarta y última sección, denominada “Continuidad y cambio en relevos”, se muestra el tema del relevo generacional entre misioneros, considerándolo como un momento de ruptura y continuidad. Los dos artículos que componen este apartado muestran ejemplos de liderazgos personales que ilustran las formas en que se creaban acuerdos, conflictos y disensos, y que se desarrollaban en coyunturas históricas específicas. En el trabajo “De la ciudad eterna a las misiones más remotas: comunicación epistolar de los generales con los jesuitas de Sinaloa, 1591-1630”, Gilberto López Castillo analiza un conjunto de cartas anuas relacionadas con las misiones de Sinaloa y Guadiana, con el fin de revisar algunos hechos particulares como las labores pastorales en el proceso de evangelización, la ocupación de cargos y ciertos problemas que entorpecían la estabilidad de las reducciones. En dichas cartas, se da constancia de los distintos nombramientos para la administración de los pueblos de misión; tal es el caso de los llamados “superintendentes” y los jesuitas visitadores, quienes tenían la labor de registrar los frutos y las dificultades que se vivían en las misiones, así como también la toma de decisiones en materia de administración y organización. De igual manera, se da cuenta de conflictos entre los jesuitas y los indios, así como también con algunas autoridades civiles y militares, quienes habitaban en los presidios establecidos en zonas aledañas a estas comunidades. Es de destacar que el uso de la correspondencia jesuita como fuente de primera mano se ha venido fortaleciendo a partir de la publicación de distintas cartas redactadas por misioneros de distintas regiones americanas, a pesar de los grandes esfuerzos que conlleva trabajar con ellas, principalmente por la visión utópica e idealizada que presentan en sus contenidos. Para el caso del presente artículo, López Castillo hace buen uso de ellas, pues las contrasta con otro tipo de documentos de corte civil y militar.

En el último capítulo, “Misioneros franciscanos en Sonora en el periodo colonial tardío: cinco décadas de cambio y conflicto”, José Refugio de la Torre Curiel realiza un estudio de larga duración acerca de la administración franciscana en la región sonorense, posterior a la expulsión jesuita de 1767. El autor destaca la labor misionera entre 1768 y los últimos años del siglo XVIII, realizada por dos generaciones distintas de franciscanos, pertenecientes a las provincias de Xalisco y Querétaro. A pesar de algunas diferencias administrativas, dichos frailes compartían la noción de que las reglas y los preceptos de su orden religiosa no eran incompatibles con el manejo de los bienes de las misiones, denominadas temporalidades, así como también de aquellos productos que se obtenían de la fuerza de trabajo indígena y las propiedades que pertenecían a los templos de misión. Sin embargo, el autor señala que, durante los primeros años del siglo XIX, arribaría una tercera generación de misioneros que se veían a sí mismos como encargados de las cuestiones espirituales de los indígenas, por lo que no deseaban inmiscuirse en la administración económica y la producción del sistema misionero. A pesar de dicho pensamiento, De la Torre destaca el fortalecimiento de los lazos económicos y culturales entre los indios y otros sectores de la población, lo cual permitió cierto dinamismo que mantenía la estabilidad de las regiones administradas por los frailes, situación que posibilitó que se dedicaran a su labor misionera sin mayor preocupación.

De este modo, los trabajos presentados en esta obra nos dejan con la reflexión de que los nuevos estudios históricos sobre las instituciones eclesiásticas durante el periodo colonial se pueden realizar a partir de distintas perspectivas y metodologías que, a fin de cuentas, muestran ciertas continuidades y rupturas con la historiografía previa. Si bien se extraña la falta de una conclusión detallada que ahonde en el uso de la metodología comparada y que contraste la labor realizada por ambas órdenes, la lectura del presente libro resulta enriquecedora para los investigadores de la historia eclesiástica y misional, pues ofrece propuestas interesantes que permiten acercarse al estudio de las trayectorias individuales y los mecanismos institucionales que guiaban la actuación de los misioneros jesuitas y franciscanos en los márgenes del virreinato novohispano.

Bibliografía

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1Considero pertinente destacar algunos trabajos que se insertan dentro de estas líneas de investigación: Salvador Bernabéu Albert, coord., El Gran Norte mexicano. Indios, misioneros y pobladores entre el mito y la historia (Sevilla: Consejo Superior de Investigaciones Científicas, 2009); Alexandre Coello de la Rosa et al., eds., Jesuitas e imperios de Ultramar. Siglos XVI-XX (Madrid: Sílex, 2012); Lino Gómez Canedo, Evangelización y conquista. Experiencia franciscana en Hispanoamérica (México: Porrúa, 1988); María Fernanda Crespo et al., coords., Lecturas desde las Cartas Anuas. Contribuciones al estudio de los jesuitas en Hispanoamérica (México: Universidad Autónoma del Estado de Morelos, Centro de Investigación en Ciencias Sociales y Estudios Regionales, 2020); Gilberto López Castillo et al., coords., Etnohistoria del ámbito posmisional en México (México: Instituto Nacional de Antropología e Historia, 2013); Cynthia Radding, Pueblos de frontera, coloniaje, grupos étnicos y espacios ecológicos en el noroeste de México, 1700-1850 (Hermosillo: El Colegio de Sonora, 2015).

2 Robert H. Jackson et al., eds., The New Latin American Mission History (Lincoln: University of Nebraska Press, 1995).

3 Gilberto López Castillo, El poblamiento en tierra de indios cahitas: transformaciones de la territorialidad en el contexto de las misiones jesuitas 1591-1790 (México: Siglo XXI Editores; Culiacán: El Colegio de Sinaloa, 2010).

4Véase José Refugio de la Torre Curiel, Vicarios en entredicho: crisis y desestructuración de la provincia franciscana de Santiago de Xalisco, 1749-1860 (Zamora: El Colegio de Michoacán, 2001); Los franciscanos y las sociedades locales del norte y el occidente de México, siglos XVI-XIX (Zapopan: El Colegio de Jalisco, 2018).

5Por citar un ejemplo para el caso de los jesuitas, véase Miguel León-Portilla, Cartografía y crónicas de la Antigua California (México: Universidad Nacional Autónoma de México, 2001).

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