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Estudios de historia novohispana

versión On-line ISSN 2448-6922versión impresa ISSN 0185-2523

Estud. hist. novohisp  no.63 Ciudad de México jul./dic. 2020  Epub 21-Ene-2021

https://doi.org/10.22201/iih.24486922e.2020.63.72798 

Reseñas

José Eduardo Rueda Enciso, Campos de Dios y campos del hombre. Actividades económicas y políticas de los jesuitas en el Casanare

Ismael Jiménez Gómez1 
http://orcid.org/0000-0003-0900-9311

1Universidad Nacional Autónoma de México Programa de Posgrado en Historia ismael050894@gmail.com

Rueda Enciso, José Eduardo. Campos de Dios y campos del hombre. Actividades económicas y políticas de los jesuitas en el Casanare. Bogotá: Universidad del Rosario, 2018.


José Eduardo Rueda Enciso, Campos de Dios y campos del hombre. Actividades económicas y políticas de los jesuitas en el Casanare

El objetivo central del presente texto es analizar las actividades económicas y políticas de los padres de la Compañía de Jesús en la región denominada los Llanos Orientales de Colombia, específicamente en las misiones asentadas sobre los cursos de los ríos Casanare, Meta, Arauca y parte del Orinoco durante los siglos XVII y XVIII, entre los indios achaguas, sálibas y guahivos, principalmente. Estos pueblos de misión se encontraban bajo la jurisdicción de la provincia jesuita del Nuevo Reino de Granada, que a su vez se encontraba dentro de los dominios territoriales de la Real Audiencia de Santa Fe de Bogotá. En palabras propias del autor, a partir de la definición de este sistema misionero como un “complejo económico y administrativo” es posible comprender el control geopolítico que los jesuitas obtuvieron en la región fronteriza de los Llanos y el Orinoco.

La mayor parte de la historiografía escrita sobre el desarrollo de las misiones jesuitas en la América virreinal ha insistido en resaltar su función dentro del ámbito espiritual, al ser ésta su principal razón de existencia. Sin embargo, el estudio de la labor jesuita en el tema misionero puede ahondarse en otro tipo de funciones que dichas comunidades cristianas pudieron haber ejercido, como su capacidad económica y comercial, su papel geopolítico y su función urbana. Según mi consideración, la presente obra realiza un esfuerzo por ahondar en estas problemáticas. Cabe mencionar que el título de la obra es interesante ya que hace referencia al régimen de propiedad mixto que se desarrolló en la mayor parte de los sistemas de misión jesuita establecidos en el Nuevo Mundo, en los que convivían la propiedad tanto individual como colectiva. La primera hacía referencia a los bienes y parcelas de tierra productivas para la autosuficiencia individual de sus habitantes, los denominados “campos del hombre”, mientras que los “campos de Dios” eran aquellas propiedades y terrenos cuya producción cubría las necesidades de los indios que se encontraban en condiciones desfavorables, ya fueran las viudas o los huérfanos, y también los misioneros mismos.

En la sección de anexos, el autor da cuenta de algunas transcripciones de fuentes primarias que nos hablan acerca de las fundaciones jesuitas en la región estudiada. El trabajo realizado con estos documentos es minucioso y organizado, pues ofrece algunas tablas en donde se resume el número de misiones establecidas en la segunda mitad del siglo XVII y la primera del XVIII, así como también la cantidad de misioneros presentes en esa temporalidad. En cuanto a las fuentes más voluminosas, se encarga de destacar las crónicas escritas por los jesuitas Juan de Rivero, José Gumilla, Felipe Salvador Gilij, Pedro de Mercado y José Cassani, que ofrecen información indispensable para entender el desarrollo espiritual y económico de las misiones.

Respecto de la revisión de fuentes secundarias, Rueda realiza una crítica de fuentes relacionadas con la historiografía jesuita colombiana de mediados del siglo XX, específicamente las obras de los historiadores jesuitas Juan Manuel Pacheco, José del Rey Fajardo y Jorge Enrique Salcedo, las cuales retoman aspectos varios sobre la historia de la Compañía de Jesús en el Nuevo Reino de Granada. A diferencia de esta historiografía, el trabajo de Rueda no se centra de manera exclusiva en el ámbito religioso, sino que intenta reflexionar sobre la importancia geopolítica que tuvieron las reducciones jesuitas para la Corona castellana. Para complementar su trabajo, hace uso de documentación civil, principalmente de algunos informes escritos por los capitanes encargados de la famosa Real Expedición de Límites realizada en el año de 1754 y que tenía el fin de establecer los límites territoriales entre las posesiones españolas y portuguesas. A pesar de ser documentación civil, estos textos dan cuenta del estado material de las misiones jesuitas llaneras.

El trabajo de investigación de la obra es extenso, pues se encuentra dividida en diez capítulos. En el primero se abordan algunos antecedentes referentes a la creación de la Provincia Jesuita del Nuevo Reino y Quito establecida en la Audiencia de Santafé de Bogotá en 1599 y su posterior independencia de la provincia peruana en 1607. También profundiza en los beneficios eclesiásticos que la orden gozó bajo el arzobispado de Bartolomé Lobo Guerrero. A su vez, se destaca el impulso que trajo la Compañía al Nuevo Reino tanto en la evangelización como en la enseñanza universitaria.

El segundo capítulo resalta el primer establecimiento misional en la región del piedemonte llanero, entre los años de 1625 y 1628. Da cuenta de la fundación de algunas pequeñas ciudades españolas como San Juan de los Llanos por el capitán Juan de Avellaneda en 1555, así como también los viajes de exploración hacia el Orinoco por los hermanos Berrío. A pesar del apoyo del arzobispo Hernando Arias de Ugarte y la entrega de doctrinas de indios a la Compañía, Rueda destaca las desavenencias con los encomenderos y el clero secular. Sumado a esto, el rechazo del arzobispo Julián de Cortázar provocó que los jesuitas abandonaran la empresa. El tercer capítulo presenta una reflexión general sobre el establecimiento de las misiones jesuitas en América, destacando el modelo de organización obtenido en las misiones guaraníes de Paraguay y en la Chiquitanía boliviana. Ambos complejos misionales se convertirían en los modelos urbanos de misión por excelencia. Así, las misiones de los Llanos y el Orinoco intentaron seguir la experiencia adquirida.

El capítulo cuarto se centra en analizar el establecimiento jesuita definitivo en el Casanare, entre los años de 1659 y 1767, y se dedica a destacar los principales métodos jesuitas, como la fundación de escuelas de primeras letras, talleres de oficio, escuelas de música, la construcción de puertos que servían como puntos para ejercer intercambios comerciales y la conformación de cofradías de indios en las misiones más extensas. El capítulo quinto se centra en la revisión de los grupos indígenas de la región de los Llanos Orientales y el Orinoco, destacando las etnias achagua, betoye, sáliba, airica y girara. La mayor parte de estos grupos eran sociedades horticultoras que tenían una organización política basada en la autoridad de jefes locales o caciques. En cuanto a su cosmovisión otorgaban una posición importante a los fenómenos naturales. También era relevante el intercambio comercial y cultural entre algunos de los grupos, lo cual sería aprovechado por los jesuitas después del establecimiento de las misiones.

Por otro lado, en el capítulo sexto se remarca la figura de las haciendas jesuitas, instituciones que sostenían la empresa evangelizadora en territorio llanero. Se menciona la importancia que tuvo la llegada y el establecimiento del ganado vacuno en la región, que se adaptó favorablemente a ésta por la existencia de grandes sabanas. El autor profundiza en la organización detallada de la Compañía, que se vio reflejada en la creación de cargos para la administración de las haciendas, como el procurador, los mayordomos y los caporales, los cuales podían ser indios. La principal de estas haciendas fue la de Caribabare, establecida casi a la par del complejo misional del Casanare. Fue pionera en la cría del ganado vacuno y se encargó de abastecer de carne a las ciudades de Santafé de Bogotá y Tunja a partir del año de 1749 después de la concesión realizada por el virrey Sebastián de Eslava. Otras haciendas fueron las de Cravo y Tocaría, cuya importancia radicó en la cría de caballos y mulas.

Los capítulos siete y ocho abordan el asunto de la expulsión jesuita en 1767 y el impacto que tuvo en el virreinato de Nueva Granada y en las misiones llaneras. El autor destaca el carácter geopolítico del complejo misional que se constituyó como una barrera inmaterial que resistió a las invasiones caribes perpetradas por algunos holandeses y portugueses que habían establecido una serie de factorías a lo largo. Se menciona que, gracias al establecimiento misionero, se creó una línea comercial entre la ciudad Santafé de Bogotá y la región Llanos, la cual se llegó a extender hasta la Orinoquia.

Finalmente, se encuentran los capítulos noveno y décimo, que abordan el destino de las haciendas posterior a la expulsión jesuita, las cuales fueron rematadas y vendidas a particulares. Esta situación logró mantener el abasto de carne hacia las principales ciudades neogranadinas hasta fines del siglo XVIII cuando comenzó a depreciar su valor. En cuanto a las misiones, serían entregadas a otras órdenes religiosas y posteriormente serían atendidas por el clero secular. Hacia el siglo XIX se constituyeron como pueblos o se agregaron a los municipios recién creados en la región llanera.

Como se pudo observar en la presente reseña, la lectura del texto ofrece nuevas propuestas metodológicas y miradas distintas que permiten apreciar la labor misionera de la Compañía de Jesús en ámbitos que se encuentran fuera de lo religioso. Es decir, se resaltan sus funciones políticas y económicas, que llevaron a su propia autonomía y conservación. A través del análisis de un caso particular, el autor da cuenta de las implicaciones que surgieron como consecuencia del establecimiento de un complejo misional administrado por los jesuitas. Considero que este texto es una lectura obligatoria para aquellos investigadores y estudiosos de la historia de la Compañía y la Iglesia en la Hispanoamérica virreinal.

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