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Estudios de historia novohispana

versión On-line ISSN 2448-6922versión impresa ISSN 0185-2523

Estud. hist. novohisp  no.60 Ciudad de México ene./jun. 2019  Epub 04-Dic-2020

https://doi.org/10.22201/iih.24486922e.2019.60.65212 

Reseñas

Benjamin Daniel Johnson, Pueblos within Pueblos: Tlaxilacalli Communities in Acolhuacan, Mexico, ca. 1272-1692

Javier Eduardo Ramírez López1 

1Universidad Autónoma Metropolitana

Johnson, Benjamin Daniel. Pueblos within Pueblos: Tlaxilacalli Communities in Acolhuacan, Mexico, ca. 1272-1692. Boulder: University Press of Colorado, 2017.


El libro Pueblos within Pueblos es un acercamiento a la vida política, social, religiosa y cultural de los tlaxilacalli (pueblos o barrios) del área cultural del Acolhucan, desde la época prehispánica hasta finales del siglo XVII. Esta obra se basa en un análisis minucioso de códices y documentos escritos en náhuatl y español.1

Hace cinco años leí un antiguo borrador de esta obra, pero con otro título y me llamó la atención la calidad, la sencillez y el profesionalismo con que el doctor Benjamin Johnson demostró la organización de los tlaxilacalli (pueblos o barrios) del antiguo Acolhucan. Su curiosidad por entender a los pueblos indígenas lo llevó a buscar en la actualidad los terrenos representados en los códices así como las huellas casi perdidas de algunos barrios.

Pueblos within Pueblos es un parteaguas para la historiografía de la región del Acolhuacan porque presenta una historia concebida desde abajo, desde los tlaxilacalli o los pueblos y, hasta el momento, no se tenía un estudio con esta perspectiva. Aunque hay varios trabajos, de Patrick Lesbre, Eduardo de Jesús Douglas, Bradley Benton y de quien esto escribe, sobre la nobleza indígena o la clase dominante, de los grupos subalternos poco se conoce. Como resultado, el libro de Johnson cubre este vacío historiográfico del área cultural del Acolhucan.

Realizar la reseña de una obra tan amplia y compleja como la de Johnson es laborioso y más porque desafortunadamente no está al alcance del público hispanohablante y debe ser leída en inglés. Los postulados del autor son variados y muy bien sustentados. Por ejemplo, Johnson logró comprobar una idea de Frederick Hicks (1982) en donde las “parcialidades” o barrios más antiguos de Tetzcoco poseían un linaje de nobles. Con su estudio localizó las dinastías de los tlaxilacalli de Tlailotlacan y Chimalpa en Tetzcoco.

La obra de Johnson está dividida en una introducción y seis capítulos donde el autor arguye varias de las propuestas del historiador James Lockhart en relación con su idea de altepetl, retoma el concepto del tlayacatl (barrio, sección o parcialidad) con base en la obra de Chimalpáhin -no con documentación de Tezcoco- y sigue las propuestas de estudio de Barbara Mundy y Caterina Pizzigoni.

Mientras que para Lockhart, el altepetl era la base de la estructura social de las sociedades mesoamericanas, lo dividido en altepetl simple o compuesto; para la historiografía mexicana el calpulli era la unidad básica de organización. Johnson, en cambio, propone que los tlaxilacalli son los cimientos para la conformación de los altepetl.

La Introducción y los capítulos uno y dos son referentes importantes para comprender la organización de los pueblos o tlaxilacalli del Acolhuacan durante la época prehispánica y hasta los primeros años del sistema virreinal. Para Johnson, los tlaxilacalli “representaban un innovador plan de colonización de la tierra” porque así comenzó el poblamiento de varias regiones y, lo más importante, estos tlaxilacalli eran los encargados de conservar, cuidar y preservar su nicho ecológico otorgado por los tlahtoani.

Johnson nos debe en su libro un análisis más amplio de su postulado para equiparar a los tlaxilacalli con pueblos en la organización de Mesoamérica, así como la discusión con otras perspectivas sobre este tema de diversos investigadores mexicanos como Luis Reyes, Hildeberto Martínez y Tomás Jalpa, por mencionar algunos.

Si bien el idioma náhuatl es polisémico, para la historiografía norteamericana el tlaxilacalli es una subdivisión del altepetl y tiene una connotación espacial, social y dinástica. Para Luis Reyes, el tlaxilacalli y el calpulli eran diferentes, pero para Johnson, Lockhart, Mundy y Pizzigoni son sinónimos. Considero que para la región de Tezcoco son diferentes, porque, a excepción de los códices de Tepetlaoztoc, no he encontrado algún documento nahua del siglo xvi que utilice el término tlaxilacalli, en cambio en otros sí se coloca el calpulli. En consecuencia con la obra de Johnson se podrán discutir futuras propuestas históricas y lingüísticas.

Resulta aún más interesante equiparar los tecpan de los señores de Tetzcoco en Oztoticpac y de Cillan con tlaxilacalli cuando en el Códice Xolotl aparecen como sede de los gobernantes. ¿Será acaso que estos tecpan en lugar de ser tlaxilacalli son teccalli? Las teccalli o casas señoriales también son un tema poco estudiado para Tetzcoco porque no se cuenta con suficiente información, pero con un análisis de documentos nahuas y códices se pueden encontrar las huellas de estas casas y su época de gobernar. Otro aspecto sobresaliente de Johnson es historiar a los hñähñu (otomíes) en la región de Tezcoco y de los cuales se tienen referencias en los códices de Tepetlaoztoc.

Johnson se basó en varios códices para demostrar cómo estaban internamente organizados los tlaxilacalli del Acolhuacan. Para el tlaxilacalli de Cuauhtepoztlan, en Tepetlaoztoc, se realizó el registro catastral de las parcelas de los indígenas en el Códice Santa María Asunción y Johnson logró ubicar en un mapa contemporáneo las dimensiones de los terrenos registrados en el Códice, elaborado en la década de 1540, persona por persona.

El autor en su mapa pudo determinar la diferencia entre las tierras de los nahuas y de los hñähñu; encontró la disminución de la población por las enfermedades y la migración. Este último es un aporte valiosísimo para la región porque amplía el estudio de códices virreinales con aspectos geográficos actuales.

El Mapa de Coatlichan es un documento fundamental para entender cómo estaba organizado un altepetl en el Acolhuacan; en él, las glosas y los topónimos permiten esbozar los cuatro subniveles del altepetl y de los tlaxilacalli. Asimismo, se observa la relación que los tlaxilacalli tenían con el ambiente, es decir, la importancia de los nichos ecológicos y en donde el agua desempeñó un papel esencial para la estabilidad de los pueblos.

La estructura del libro resulta atractiva porque va de lo general a lo particular. En el capítulo tres muestra la inserción de un tlaxilacalli dentro del sistema español. Aquí Johnson logró encontrar cómo estaba organizado el tlaxilacalli de Cuauhtepoztlan en cuatro divisiones, de mayor a menor: el calpixqui, encargado de recoger el tributo y administrar a todas las personas del tlaxilacalli; el calmaitl, representado por el topileque comisionado para controlar a un determinado grupo; el tepixqui, que dirigió y administró a un bloque de jefes de hogar y era la base la calli o casa de los indígenas (nahuas o hñähñu).

El autor, tras desmenuzar algunos nombres de las personas de Cuauhtepoztlan, descubrió cómo este asentamiento estaba ligado al culto de Tezcatlipoca y en algunos casos sobrevivieron los nombres religiosos, como la Cihuatlamacazque.

Un apartado lo dedica a la vida cotidiana. Tal es el caso de Martín Toz­ pan, quien era calpixque de Cuauhtepoztlan y tuvo a su cargo 1 242 familias. Dicho cargo lo llevó a ostentar el título de tlacateuctli2 y se encargó de controlar el sistema tributario y el bienestar del tlaxilacalli. Así, los tlaxilacalli fueron los mediadores para los primeros años de la administración española porque controlaron la tenencia de la tierra a través del poblamiento, asignación, retiro, control y propagación de la religión católica al construir su templo.

El capítulo cuatro se refiere al aspecto religioso. Luis Reyes consideró que el calpulli debió de tener un dios tutelar; de igual manera para Johnson los tlaxilacalli tuvieron su propia deidad. Además los diferentes tlaxilacalli del altepetl ayudaron a la construcción del templo del altepetl y cada uno erigió una ermita para la administración de los sacramentos. Además, como se registró en el Códice de Tepetlaoztoc, los indígenas entregaron en tributo varias cruces de obsidiana adornadas en oro.

También Pueblos within Pueblos muestra las dificultades para adoctrinar a los indígenas. Por ejemplo, algunos tlaxilacalli mandaban tributo a sacerdotes indígenas como Martín Ocelotl, conservando así sus tradiciones prehispánicas.

Johnson retoma el pleito surgido en Teotihuacan entre 1557 y 1558. En este suceso el altepetl fue administrado en primer lugar por franciscanos, pero, al ser lento el proceso de adoctrinamiento pasó a ser administrada por agustinos. Éstos exigieron un templo grande y los indígenas protestaron; como consecuencia, calpixque y topileque fueron apresados y maltratados. Ante este suceso los tlaxilacalli se unieron para liberar a sus dirigentes y solicitar el regreso de los franciscanos. Esto demuestra la importancia de los pueblos within pueblos (pueblos dentro de los pueblos) en el proceso de evangelización y construcción de los templos.

Los capítulos cuatro y cinco están estructurados a la inversa, es decir, de lo particular a lo general. Comienzan con el análisis del testamento del cacique Francisco Verdugo, en donde se escribieron los diferentes tipos de tierras existentes en su patrimonio (tepehuatlalli, atlalli, tlacahualli, etcétera) y su relación con los mayeque, calpixque y su hija. Gran parte del patrimonio del cacicazgo de Verdugo disminuyó tras diversas políticas españolas y pleitos entre los naturales de Teotihuacan y los caciques.

Johnson considera el otorgamiento de los códices de Tezcoco por parte de Juan de Alva a don Carlos de Sigüenza y Góngora como pago por sus servicios jurídicos. Cuando en la Memoria testamentaria de Alva solicita a don Carlos regresar los documentos, mapas y códices a quien pertenecen, don Carlos hace caso omiso y se adueña de los códices y los manuscritos.

El estudio de Juan Pomar, resultado de un análisis detallado de escritos en español y náhuatl, muestra cómo este mestizo adquirió una gran cantidad de tierras y negoció con sus familiares, españoles y amigos la compra y venta de las posesiones territoriales.

Los últimos capítulos son los estudios de la movilización de los tlaxilacalli como resultado de las epidemias. Ejemplo de ello es la representación de los cambios territoriales en la iglesia de San Sebastián Xolalpan y su aceptación por el pueblo. Además, arguye en el pleito de los tlaxilacalli de Tezcatzonco Tlanelocan contra Santa Inés, San Gregorio y San Felipe Tlaquilpan por tierras. En este juicio se presentaron documentos en tinta roja y negra para demostrar la antigüedad del otorgamiento de tierras.

Tras un detallado análisis del corpus documental en náhuatl y de algunos títulos “apócrifos”, el autor determina cómo se dan las negociaciones de las tierras entre un tlaxilacalli y otro para poder realizar la siembra y la cosecha, así como el papel del cabildo indígena para esta reorganización territorial.

En conclusión, la idea del tlaxilacalli como un pueblo con identidad propia, etnia, linaje, religión, gobernante y territorio es demostrada por una serie de ejemplos de Tepetlaoztoc, Huexotla, Coatlinchan y Tezcoco.

Johnson realiza una crítica a los trabajos de Lockhart para demostrar contundentemente que los tlaxilacalli fueron los ejes centrales de la administración indígena prehispánica y que su importancia perduró hasta finales del siglo XVII. Además, en su libro se unen las cuestiones ecológicas y las de la vida cotidiana, inmersas en el estudio de los macehuales y las personas sin historia.

Así, Johnson permite ampliar un análisis de los tlaxilacalli con documentos escritos en náhuatl y en español, así como en códices. Considero que este libro es fundamental para los estudios tezcocanos y espero que pronto esté disponible en su versión castellana.

1 Expreso mi agradecimiento al doctor Iván Escamilla González por instarme a realizar esta reseña de una obra de gran valor historiográfico para Tetzcoco y Tezcoco.

2Señor de la gente.

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