SciELO - Scientific Electronic Library Online

 
 número60María del Carmen Martínez Martínez, Martín Cortés. Pasos recuperados (1532-1562)Benjamin Daniel Johnson, Pueblos within Pueblos: Tlaxilacalli Communities in Acolhuacan, Mexico, ca. 1272-1692 índice de autoresíndice de materiabúsqueda de artículos
Home Pagelista alfabética de revistas  

Servicios Personalizados

Revista

Articulo

Indicadores

Links relacionados

  • No hay artículos similaresSimilares en SciELO

Compartir


Estudios de historia novohispana

versión On-line ISSN 2448-6922versión impresa ISSN 0185-2523

Estud. hist. novohisp  no.60 Ciudad de México ene./jun. 2019  Epub 04-Dic-2020

https://doi.org/10.22201/iih.24486922e.2019.60.64796 

Reseñas

María del Carmen Martínez Martínez y Alicia Mayer (coords.), Miradas sobre Hernán Cortés

Martín Federico Ríos Saloma1 

1Universidad Nacional Autónoma de México, Instituto de Investigaciones Históricas

Martínez Martínez, María del Carmen; Mayer, Alicia. Miradas sobre Hernán Cortés. Madrid: Iberoamericana, Veurvert, 2016. Tiempo Emulado. Historia de América y España, 52,


El texto coordinado por María del Carmen Martínez y Alicia Mayer, profesoras respectivamente de la Universidad de Valladolid y de la Universidad Nacional Autónoma de México, es un libro necesario e importante. Necesario por cuanto era imprescindible revisar la figura de Hernán Cortés y su construcción historiográfica a lo largo del tiempo desde una perspectiva científica que incorporara los resultados recientes de las investigaciones elaboradas, en la mayoría de los casos, con documentación inédita. Importante por cuanto -sumado a otras iniciativas lanzadas en los últimos tiempos en ambas orillas del Atlántico- permite, por un lado, establecer una base sólida para retomar el debate en torno al proceso de reconocimiento, conquista y colonización de la Nueva España y, por el otro, nutrir el diálogo en torno al proceso histórico desencadenado a partir de 1519 con las reflexiones de reconocidos expertos en las materias abordadas y profundizar en el mejor conocimiento del proceso de construcción de la identidad nacional del México contemporáneo.

El volumen está conformado por once trabajos que, articulados cronológicamente y bajo la perspectiva de la larga duración, abarcan cinco siglos de configuración y reconfiguración del discurso en torno a la figura del capitán extremeño y sus empresas. En su “Presentación”, las autoras aclaran que el libro es el resultado del coloquio organizado en el año 2015 en Madrid con el soporte institucional del Centro de Estudios Mexicanos de la Universidad Nacional Autónoma de México en España y del Instituto Universitario de Historia Simancas de la Universidad de Valladolid y que su objetivo fundamental había sido analizar a Cortés “desde diferentes perspectivas y miradas como lo que es realmente, un personaje histórico” (p. 12).

Corresponden a Miguel León-Portilla las páginas iniciales, en las que bajo el título “Hernán Cortés: vida sin reposo”, el historiador mexicano se concentra en analizar la expedición de 1535 a la bahía de Santa Cruz, en la Baja California, pues según su parecer en ella se “ilustran cuáles fueron los motivos, ambiciones y sentido que dio él a su actuación a lo largo de su vida” (p. 14). Convencido de la grandeza de la empresa de conquista del reino de Moctezuma, Cortés soñaba con ser quien finalmente llegara a las costas de Oriente y sometiera a su gente y riquezas a la potestad de la Sacra y Cesárea Majestad Católica. Tras repetir algunos lugares comunes en la biografía del conquistador, León-Portilla cierra su estudio preguntándose sobre el recuerdo que prevalece en México, España y el mundo y se siente obligado aun a subrayar “aspectos que innegablemente son positivos” (p. 20), al tiempo que señala el enorme desconocimiento que existe en nuestro país sobre su figura y sus acciones, las cuales -a decir del erudito- “forman parte insuprimible de la historia de México y España, y también universal” (p. 21).

Bernardo García Martínez, en el que sería uno de los últimos trabajos del autor antes de su muerte, analiza la relación entre “Hernán Cortés y la invención de la conquista de México”. Es este sin duda uno de los trabajos más sugestivos de todo el volumen. Partiendo de la premisa de que la Conquista -con “C” mayúscula- ha sido considerada desde el siglo XVI “como un evento fundacional o al menos como un parteaguas fundamental en la historia mexicana” (p. 24), el autor realiza un repaso historiográfico del tema de la conquista para después centrarse en un estudio de caso: el del pueblo mixteco de Yanhuitlán y su gobernador, don Domingo de Guzmán, en torno al año 1550. A partir de diversos documentos, el autor demuestra que la realidad cotidiana del gobernador y su familia y la de su comunidad, cambiaron relativamente poco tras la conquista, pues no sólo permaneció intacta una dinastía que se había hecho con el poder en el siglo xi, sino que se le había concedido plena autonomía en el manejo de los asuntos internos a cambio de continuar con el pago de tributos a los nuevos dominadores sin que quedaran “registros de resistencia por parte de los gobernantes o de la población” (p. 29). Las conclusiones del estudio -producto en realidad de décadas de investigación- subrayan varios elementos. En primer lugar, el hecho de que la conquista de Tenochtitlan no debe ser considerada la única, ni la más importante y, por lo tanto, el sometimiento de la capital mexica es sólo un momento dentro de un proceso más amplio y duradero en el tiempo; en este sentido, el autor critica la postura historiográfica que ha relegado los estudios de caso a una mera “historia regional” no sólo por el centralismo implícito, sino porque ello impide comprender cabalmente las lógicas de la conquista. En segundo término, el autor subraya no sólo la capacidad militar de Cortés, sino ante todo su sentido político y la importancia que concedió a la negociación y a la mediación para evitar la aniquilación de la población como la que había ocurrido en las Antillas, mantener lo más intacto posible el sistema de recaudación y procurar la pervivencia en el tiempo de las alianzas con los señoríos indígenas para garantizar la gobernanza del reino recientemente fundado. En tercer lugar, García Martínez subraya el papel del encomendero precisamente como mediador entre los poderes indígenas y la Corona española y no sólo como beneficiario de la explotación de la mano de obra indígena. Por último, destaca la importancia que tuvo para los frailes la “conformación de una comunidad eclesiástica local, centrada en el culto al santo patrono” (p. 30), con lo que deja de entender ese proceso de conversión únicamente como la imposición de una nueva religión para situarlo en el marco del pensamiento del siglo XVI europeo que hundía sus raíces en la eclesiología cluniacense: la conformación de una comunidad cristiana, que era a la vez una comunidad espiritual y un cuerpo político.1 De esta suerte, el autor acuña el concepto de “conquista invisible” (p. 31) para subrayar el hecho de que para el cacique de Yanhuitlán la conquista no fue tanto “un choque” violento sino una “adaptación” y que este hecho, que se repitió en numerosos pueblos mesoamericanos, quizá fue menos heroico que el del capitán extremeño, pero representó una conquista más eficaz y “más profunda”. En este sentido, el investigador mexicano concluye que la visión imperante de una única Conquista se debe a Cortés, interesado en silenciar el papel de sus capitanes en el sometimiento de los cientos de señoríos indígenas a mayor gloria de sí mismo y sus intereses.

Bernard Grunberg, en el texto “Hernán Cortés: un hombre de su tiempo”, pretende -en un tono de reminiscencias rankeanas- ofrecer una imagen sobre “quién fue realmente el conquistador de México-Tenochtitlan, situándolo en su tiempo y su mundo” (p. 50). Para ello recupera a Verlinden, Gibson y Weckmann, entre otros, quienes habían subrayado en el siglo pasado la continuidad de la Reconquista en la empresa americana. Este es, desde mi óptica, un punto de partida que presenta ciertos problemas, pues ha sido demostrado ya el hecho de que el término “Reconquista” para hacer referencia a la lucha entre musulmanes y cristianos en la península ibérica a lo largo de la Edad Media se empleó a finales del siglo XVIII y se consolidó en el siglo XIX en el marco de la construcción de la identidad española contemporánea.2 Evidentemente el espíritu de exaltación que se vivió tras la conquista de Granada y las concepciones providencialistas de la historia -y aún mesiánicas de algunos apologistas de los Reyes Católicos- llevaron a los contemporáneos a pensar que el descubrimiento de un Nuevo Mundo era un premio por las hazañas militares conseguidas, pero me parece que es necesario matizar esta visión, pues ello impide ver el marco completo, que no es otro que el de la expansión de las monarquías europeas y la proyección sobre el espacio atlántico de las múltiples experiencias mediterráneas desarrolladas, al menos, desde el siglo XIV.3 De esta suerte, el estudioso francés repite el tópico según el cual Cortés y sus soldados llaman a los templos indígenas “mezquitas” (p. 50) o subraya el uso de la artillería en el sitio de Tenochtitlan tal y como había ocurrido en el sitio de Málaga (1486). El dato no es falso ni erróneo, pero cobra un mayor sentido si se estudia en relación con las formas de hacer la guerra en la frontera entre cristianos y musulmanes que tienen larga data o con la revolución tecnológica operada en el último tercio del siglo XIV y que llevaría a Guicciardini a atestiguar lo poco que resistían las murallas de las ciudades italianas frente a la artillería de Carlos VIII.4 Mucho más interesantes y propositivas resultan las páginas posteriores, en las que Grunberg demuestra el carácter “privado” de la expedición cortesiana o bien la manera en que la noción de “servicio” de Dios y de su Majestad -que debemos subrayar que surge con fuerza en la Castilla isabelina- se impone como criterio de actuación y argumento de legitimación predilecto del capitán extremeño. De igual forma, Grunberg señala el liderazgo de Cortés y la devoción que le profesan sus hombres como una de sus mayores fortalezas, las cuales le permiten no sólo dirigir y coordinar las acciones bélicas, sino mantener la disciplina y evitar los conflictos de interés entre los particulares. Nuestro autor concluye su trabajo subrayando la necesidad de no concentrarse únicamente en la figura de Cortés, sino en “revelar el papel verdadero de todos los que han participado también a esta empresa” (p. 63).

“Hernán Cortés: héroe imperial” es el título que el profesor alemán Karl Kohut da a su trabajo sobre la traducción latina de las cartas de relación de Hernán Cortés y su utilización como propaganda a favor de la causa de Carlos V, resaltando así la aceptación y la difusión europea de los textos cortesianos frente al rechazo que generan en España. En este sentido, el autor subraya que en la lógica imperial la conquista de México no se presenta como una decisión y obra de Cortés, sino como un mandato de Carlos V que el extremeño simplemente ejecuta en servicio del emperador. Con todo, no deja de ser interesante constatar las equiparaciones que hacen los traductores de los textos cortesianos en sus prólogos o dedicatorias del capitán castellano con los héroes de la antigüedad o el papel que le otorgan como “protector de la misión franciscana” (p. 73) y, en consecuencia, del catolicismo en el Nuevo Mundo.

A partir de una importante masa documental exhumada de los archivos americanos y españoles, Carmen Martínez ofrece en su artículo “ ‘Más pleitos que convenía a su estado’: las causas de Cortés en la Audiencia de la Nueva España (1529)” una visión panorámica de los procesos judiciales entablados por Hernán Cortés gracias a la cual reconstituye el universo social y las redes en las que se movía el personaje histórico objeto del estudio. De esta suerte, la profesora española puede reconstituir diversas acciones de Cortés y sus consecuencias, particularmente las negativas, la cuales llevaron con el tiempo a los afectados a exigir ante la Audiencia la compensación debida y cuyo reflejo textual -las causas judiciales- permiten ofrecer a la autora “una mirada hasta ahora poco explorada […] que pone de manifiesto realidades complejas” (p. 107). Así, las informaciones contenidas en los documentos analizados -preciosas desde múltiples perspectivas- permiten a la profesora vallisoletana llegar a una importante constatación: que la instauración de la primera Audiencia significó una “válvula de escape” (p. 107) a través de la cual se canalizaron los conflictos y las tensiones; también que en aquel momento “se habían quebrado muchas cosas, entre ellas el respaldo sin fisuras al capitán” (p. 94).

“Gonzalo Fernández de Oviedo y la gesta de los ‘cortesanos’ ” es el título que Louise Bénat-Tachot da al interesantísimo capítulo en el que analiza la construcción historiográfica de Cortés en la obra del cronista de Indias y las significaciones políticas, ideológicas e historiográficas que tuvo tal labor. En ese sentido, la autora estudia, por un lado, el método utilizado por Fernández de Oviedo para realizar su obra, un método que combinaba la interrogación a los actores, la consulta de diversas relaciones, memoriales e historias y, por supuesto, su propia experiencia. La cuestión del método -ha sido subrayada en muchas ocasiones- no era menor en la práctica historiográfica del siglo XVI, pues en el siglo de Ambrosio de Morales, Alonso de Zurita y Juan de Mariana el acopio documental era la base primera a partir de la cual podía establecerse la verdad, fundamento último de la legitimidad del príncipe y de sus aspiraciones políticas.5 La historia, maestra de la vida, era asimismo arma de propaganda y fundamento político y por ello el cronista de Indias puso tanto empeño por definir lo más objetivamente posible las acciones del conquistador y, por ello, para la autora francesa, el libro XXXIII de la Historia general y natural de las Indias “evidencia esta tensión a la vez entre las facciones políticas y entre las producciones historiográficas” (p. 127). De esta suerte, Bénat-Tachot analiza con enorme rigor y minuciosidad las fuentes de las que se nutre la obra de Oviedo, las estrategias discursivas empleadas y el resultado final, vinculando la obra con la praxis historiográfica, y el contexto político del momento, marcado este último por el conflicto entre los intereses de los conquistadores y los de la Corona, representada por Antonio de Mendoza. Así, en esa voluntad de presentar a Cortés conforme a “la verdad”, lo que emerge en la Historia general de González de Oviedo es la figura de un Cortés “difícil de clasificar”, “admirado, y criticado, victorioso, ensalzado y denunciado por sus mañas y su deslealtad, hábil y calculador, pragmático y cauteloso” (p. 147).

La contraparte la ofrece José Luis Egío en el texto intitulado “Acciones y virtudes políticas del Cortés de Gómara. Trascendencia secular de un juego de espejos”. Haciéndose eco de los resultados de María del Carmen Martínez sobre el hecho de que Gómara no fue ni capellán ni criado de Cortés,6 el autor pretende realizar un nuevo acercamiento a la obra de Gómara para quien, a decir del estudioso mexicano, el conquistador de Tenochtitlan fue “un mílite-poblador, muy superior no sólo a los brutales e incompetentes despobladores de las Antillas” y, por lo tanto, el retrato positivo de Cortés se construiría a partir de su comparación con los capitanes que actuaron en otras partes de América. Quizás un punto débil de este trabajo sea el no tomar en consideración los marcos a partir de los cuales se escribía la historia en el conjunto de la Monarquía Católica. De otra forma no se entiende que el autor considere la utilización de “las técnicas retóricas de historiadores clásicos como los ya mencionados Salustio o Polibio” como “una batería de recursos tremendamente efectistas que aún hoy son moneda corriente entre escritores y guionistas” (p. 170). La retórica -y la historia-, rama de la gramática desde la antigüedad y así recogido por Isidoro de Sevilla en sus Etimologías, tenía la función principal de informar, es decir, de dar forma, a la realidad. No se trata de un “recurso efectista”, sino de un antiguo arte, del arte de enunciar para convencer, en este caso de lo oportuno de las acciones de Cortés.7 Otro punto débil se encuentra en las conclusiones, donde el autor afirma que “sólo desde esta perspectiva comparada, que Gómara inauguró y a la que la historiografía revisionista sigue recurriendo hoy en día, sería posible “exculpar” a Cortés por las matanzas perpetradas por las tropas bajo su mando o por la esclavización de diversas poblaciones de indios en varios episodios de la llamada conquista de México” (p. 173). El historiador contemporáneo no tiene entre sus tareas condenar o exculpar, sino explicar y comprender, máxime cuando se trata de ofrecer nuevas miradas sobre un personaje histórico. Tan vetadas están para el historiador las “finalidades apologéticas” como las acusatorias. En lo que no yerra Egío es en llamar la atención sobre el hecho de que la obra de Gómara debe leerse “sin perder de vista su papel como pieza exculpatoria en la extensa lista de procesos judiciales en los que Cortés y sus herederos […] se vieron envueltos desde la década de 1520” (p. 174).

Alicia Mayer se aboca en su trabajo “Darle a su piedad religiosa el lugar primero. Hernán Cortés como héroe de la gesta cristianizadora en México” a estudiar la visión que ofreció en su obra el historiador franciscano fray Juan de Torquemada en su Monarquía indiana, publicada en Sevilla en 1613. Tras analizar el contexto religioso del último tercio del siglo XVI, marcado por la escisión definitiva de la cristiandad y la imposición en la Monarquía Católica de las políticas emanadas del Concilio de Trento, así como los antecedentes que supusieron la obra de fray Jerónimo de Mendieta. La detallada exégesis que realiza la autora le permite remarcar el carácter providencialista, mesiánico y antiluterano del Cortés de Torquemada y ello, a su vez, le da pauta para analizar el relato del polígrafo novohispano Carlos de Sigüenza y Góngora. Bajo la luz de los autores revisados por Mayer, Cortés se convierte en un “héroe cristiano”, “adalid de la herejía” (p. 200) cuya devoción y piedad no fue accesoria ni secundaria a sus dotes militares, elementos importantísimos en la reconfiguración de la sociedad novohispana en el siglo XVII.

Antonio Rubial García firma el trabajo intitulado “Hernán Cortés, el mito. Creación, desarrollo, decadencia y transformación de una figura heroica”. Ampliamente documentado, el texto explora la forma en que se desarrolló y se transformó el discurso sobre Hernán Cortés y sus acciones a lo largo de los tres siglos de existencia del virreinato. En este sentido, el texto sigue tres ejes argumentales: por un lado, la construcción de un discurso legitimador de Cortés -y su linaje- y de la conquista; segundo, la emergencia de una tensión entre los representantes de la Corona y los criollos en torno a la naturaleza del dominio que ejercía España sobre la Nueva España vinculada o bien al derecho de conquista -postura esgrimida por la primera- o bien a una tradición pactista -postura defendida por los criollos; tercero, el surgimiento de una nueva identidad criolla que hizo de Malintzin y Moctezuma primero, y Cuauhtémoc, después, los legítimos herederos del reino indígena. Al tejer los tres argumentos, Rubial muestra claramente cómo Cortés pasó de ser considerado un glorioso capitán al servicio de Dios y de los sueños imperiales que de manera casi providencialista cumplía la tarea de preparar el terreno para la evangelización de las tierras americanas, a ser, en plena guerra de Independencia, un personaje vilipendiado y “satanizado” (p. 228) cuyos restos hubo que ocultar de los espíritus exaltados que querían dejarlo sin tierra donde reposar. Así, el historiador mexicano muestra lo artificioso y artificial de ambas imágenes y la manera en que las ideas políticas imperantes a principios del siglo XIX contribuyeron a relegar a Cortés al olvido.

Ese camino hacia la denostación y el olvido continuó en el siglo XIX y correspondió a Miguel Soto analizarlo en el capítulo “Dilemas y paradojas. La imagen de Hernán Cortés del México independiente al Porfiriato”. En un contexto marcado no sólo por los intentos de reconquista por parte de España sobre su antigua colonia, sino ante todo por la división entre los diversos grupos políticos mexicanos y la necesidad, como en toda Latinoamérica y en la propia España, de crear nuevas identidades políticas que sustituyeran a aquellas que se habían gestado en el marco de la Monarquía Católica, la figura de Cortés fue analizada a lo largo de la centuria antepasada por historiadores de uno y otro signo aunque, en general, hubo un consenso positivo en cuanto a sus dotes militares y su capacidad política. Pero también hubo un consenso en cuanto al hecho de que para la República y sus próceres Cortés representaba “el orden colonial” y era un recuerdo perenne de una “posible reconquista o de una posible restauración monárquica”. Sin embargo, Soto demuestra que la construcción de una nueva “comunidad imaginada” -usemos las palabras de Anderson-8 no fue sencilla y ejemplifica su aserto con la paradoja según la cual el liberal José María Luis Mora resultó ferviente admirador del conquistador y el emperador Maximiliano de Habsburgo, que debía legitimar su régimen al amparo del orden colonial y de la legitimidad que acompañaba a la Casa de Austria, fue uno de los que más abiertamente condenó ese orden colonial y al personaje que lo formó.

El volumen se cierra con una reflexión firmada por Rodrigo Martínez Baracs a propósito de la “Actualidad de Hernán Cortés”. Testigo de los afanes y desvelos de su padre al abordar con espíritu crítico y científico la figura y acciones de Hernán Cortés, el autor se lamenta de que la exposición organizada en España entre diciembre de 2014 y mayo de 2015 intitulada Itinerario de Cortés aún no se hubiese llevado a México, así como del hecho de que las últimas obras -fundamentales- de Carmen Martínez no se hayan difundido en México con la celeridad deseada. Pero también se hace eco de los grandes proyectos que están por realizar, de la exigencia de seguir buscando en archivos documentación que permita aumentar nuestras certezas y hacernos nuevas preguntas, de la oportunidad de descender al estudio de los detalles y de la necesidad de estudiar a los hombres que junto con Cortés fueron protagonistas del hecho histórico para hacer una “nueva historia de la conquista” (p. 272). Una nueva historia sobre la conquista que permita ofrecer nuevas visiones y lecturas de nuestra historia, desde la catástrofe demográfica a los, en más de un sentido, fecundos intercambios entre los indígenas mesoamericanos y los castellanos.

Frente a la inminente conmemoración del quinto centenario de la empresa cortesiana, los académicos que de forma directa o indirecta nos dedicamos al estudio de la conquista del actual territorio mexicano estamos obligados a transmitir a la sociedad a la que nos debemos una visión científica, rigurosa y actualizada del proceso que dio nacimiento a nuestra sociedad y a nuestro país, libre de prejuicios de uno y otro signo. Ello contribuiría, sin duda, a conocer mejor el proceso de incorporación de estas tierras a la Monarquía hispana y los procesos vividos al interior de las comunidades indígenas, pero también contribuiría a resolver el grave problema de identidad nacional que aqueja al México contemporáneo y construir un proyecto de nación acorde a nuestra historia y a lo complejo, variado y diverso de nuestra sociedad y nuestro territorio. En este sentido, merece la pena recuperar las palabras de Martínez Baracs; “Al conocer de cerca a los conquistadores, los mexicanos podremos conocernos mejor a nosotros mismos. Podremos ver una parte de lo que somos y que habíamos olvidado que éramos, o nunca lo supimos o quisimos saber. Porque los mexicanos, más aún que los españoles peninsulares, que permanecieron en la península, somos descendientes de Cortés y de sus hombres” (p. 264).

El libro coordinado por Carmen Martínez y Alicia Mayer es un texto fundamental en la tarea que tenemos por delante de repensar nuestra historia, una historia compartida y que se teje a lo largo de los siglos en caminos de ida y vuelta entre ambas orillas del Atlántico.

Referencias

Anderson B., Comunidades imaginadas. Reflexiones sobre el origen y difusión del nacionalismo. México: Fondo de Cultura Económica, 1993, 315 pp. [ Links ]

Catalán D., España en su historiografía: de objeto a sujeto de la historia (pp. 9-67). En R. Menéndez Pidal, Los españoles en la historia. Madrid: Espasa-Calpe, 1982, 241 pp.; [ Links ]

Cirot G., Mariana historien. Études sur l’historiographie espagnole. Burdeos: Feret et Files, 1905, 481 pp. [ Links ]

Cuart B., La larga marcha de las historias de España en el siglo XVI (pp. 13-126). En R. García Cárcel (coord.), La construcción de las historias de España. Madrid: Fundación Carolina/Marcial Pons, 2004, [ Links ]

Fumaroli M., L’âge de l’eloquence: retorique et res literaria de la Rennaissance au seuil de l’époque classique. París: Doz, 888 pp.; [ Links ]

Grell C. (dir.), Les historiographes en Europe, de la fin du Moyen Âge à la Révolution. Paris: Presses de l’Université Paris-Sorbonne, 2006, 428 pp. [ Links ]

Guicciardini F., Historia de Florencia 1378-1509. México: Fondo de Cultura Económica , 1990, 359 pp., pp. 133. [ Links ]

Iogna-Prat D., Ordonner et exclure. Cluny et la société chrétienne face à l’hérésie, au judaïsme et à l’islam, 1000-1150. París: Aubier, 2000, 508 pp., [ Links ]

______ La Maison Dieu. Une histoire monumentale de l’Église au Moyen Âge. París: Points, 2012, 720 pp. [ Links ]

Kagan R., Los cronistas y la Corona. La política de la historia de España en las Edades Media y Moderna. Madrid: Marcial Pons, 2010, 489 pp. [ Links ]

Ladero Quesada M. Á., Castilla y la conquista del reino de Granada, 2a. ed., Granada, Diputación Provincial, 1993, 454 pp. (1ª ed. 1967). [ Links ]

______ Ejército, logística y financiación en la guerra de Granada (pp. 675-708). En La incorporación de Granada a la Corona de Castilla. Actas del Symposium Conmemorativo del Quinto Centenario (Granada, 2 al 5 de diciembre de 1991), Granada, Diputación Provincial, 1993, 777 pp. [ Links ]

Martínez M. del C., Francisco López de Gómara y Hernán Cortés: nuevos testimonios de la relación del cronista con los marqueses del Valle de Oaxaca. Anuario de Estudios Americanos, Sevilla, 67-1, 2010, pp. 267-302. [ Links ]

Ríos Saloma M. (ed.), El mundo de los conquistadores. Madrid/México, Sílex/Universidad Nacional Autónoma de México, Instituto de Investigaciones Históricas, 2015, 859 pp., pp. 13-23. [ Links ]

Ríos Saloma M., La Reconquista: una construcción historiográfica (siglos XVI-XIX). Madrid/México: Marcial Pons/Universidad Nacional Autónoma de México, Instituto de Investigaciones Históricas, 2011, 351 pp. [ Links ]

1Al respecto véanse los trabajos de D. Iogna-Prat, Ordonner et exclure. Cluny et la société chrétienne face à l’hérésie, au judaïsme et à l’islam, 1000-1150. París: Aubier, 2000, 508 pp., y La Maison Dieu. Une histoire monumentale de l’Église au Moyen Âge. París: Points, 2012, 720 pp.

2 M. Ríos Saloma, La Reconquista: una construcción historiográfica (siglos XVI-XIX). Madrid/México: Marcial Pons/Universidad Nacional Autónoma de México, Instituto de Investigaciones Históricas, 2011, 351 pp.

3He estudiado estos aspectos en Presentación. En Martín Ríos Saloma (ed.), El mundo de los conquistadores. Madrid/México, Sílex/Universidad Nacional Autónoma de México, Instituto de Investigaciones Históricas, 2015, 859 pp., pp. 13-23.

4“[…] Se perdió —diría el florentino a propósito de la incursión militar de Carlos VIII— o se conquistó un reino en un tiempo menor del que antes se necesitaba para un poblado; la expugnación de una ciudad era rapidísima y se realizaba no en meses, sino en días o en horas; y las batallas eran encarnizadas y muy sangrientas”. F. Guicciardini, Historia de Florencia 1378-1509. México: Fondo de Cultura Económica, 1990, 359 pp., pp. 133. Miguel Ángel Ladero Quesada, por su parte, uno de los principales estudiosos de la guerra de Granada, subrayó en su día la importancia tecnológica, militar, económica y política de la artillería castellana y el papel que desempeñó en el fortalecimiento de la monarquía castellana y la autoridad regia y, en consecuencia, en la génesis del Estado moderno. M. Á. Ladero Quesada, Castilla y la conquista del reino de Granada, 2a. ed., Granada, Diputación Provincial, 1993, 454 pp. (1ª ed. 1967). Este mismo autor ha hecho el estudio pormenorizado del esfuerzo económico realizado por parte de la monarquía para constituir una poderosa artillería. M. Á. Ladero, Ejército, logística y financiación en la guerra de Granada (pp. 675-708). En La incorporación de Granada a la Corona de Castilla. Actas del Symposium Conmemorativo del Quinto Centenario (Granada, 2 al 5 de diciembre de 1991), Granada, Diputación Provincial, 1993, 777 pp.

5Sobre estos aspectos remito al capítulo “La ‘pérdida y restauración de España’ en la historiografía del siglo XVI: un viejo mito para nuevos tiempos”. En Ríos Saloma (2011, pp. 41-94).

6 M. del C. Martínez, Francisco López de Gómara y Hernán Cortés: nuevos testimonios de la relación del cronista con los marqueses del Valle de Oaxaca. Anuario de Estudios Americanos, Sevilla, 67-1, 2010, pp. 267-302.

7Mucho se ha escrito sobre la escritura de la historia en la Europa de los siglos XVI y XVII, aunque bastan los ejemplos de Marc Fumaroli, L’âge de l’eloquence: retorique et res literaria de la Rennaissance au seuil de l’époque classique. París: Doz, 888 pp.; y C. Grell (dir.), Les historiographes en Europe, de la fin du Moyen Âge à la Révolution. Paris: Presses de l’Université Paris-Sorbonne, 2006, 428 pp. Para el caso de la Monarquía hispánica sólo algunos ejemplos, antiguos y recientes: G. Cirot, Mariana historien. Études sur l’historiographie espagnole. Burdeos: Feret et Files, 1905, 481 pp.; D. Catalán, España en su historiografía: de objeto a sujeto de la historia (pp. 9-67). En R. Menéndez Pidal, Los españoles en la historia. Madrid: Espasa-Calpe, 1982, 241 pp.; B. Cuart, La larga marcha de las historias de España en el siglo XVI (pp. 13-126). En R. García Cárcel (coord.), La construcción de las historias de España. Madrid: Fundación Carolina/Marcial Pons, 2004, y R. Kagan, Los cronistas y la Corona. La política de la historia de España en las Edades Media y Moderna. Madrid: Marcial Pons, 2010, 489 pp.

8 B. Anderson, Comunidades imaginadas. Reflexiones sobre el origen y difusión del nacionalismo. México: Fondo de Cultura Económica, 1993, 315 pp.

Creative Commons License Este es un artículo publicado en acceso abierto bajo una licencia Creative Commons