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Estudios de historia novohispana

versión On-line ISSN 2448-6922versión impresa ISSN 0185-2523

Estud. hist. novohisp  no.57 Ciudad de México jul./dic. 2017

https://doi.org/10.1016/j.ehn.2017.08.001 

Reseñas

Francisco Javier Cervantes Bello, coord., Libros y lectores en las sociedades hispanas: España y Nueva España (siglos XVI-XVIII), Puebla/Ciudad de México, Benemérita Universidad Autónoma de Puebla/Ediciones Educación y Cultura, 2016,410 p.

Alejandro Arteaga Martíneza 

aUniversidad Autónoma de la Ciudad de México, Ciudad de México, México. Correos electrónicos: alejandro.arteaga@uacm.edu.mx, aarteagam@yahoo.com.mx.

Cervantes Bello, Francisco Javier. Libros y lectores en las sociedades hispanas: España y Nueva España (siglos XVI-XVIII). Puebla: Ciudad de México: Benemérita Universidad Autónoma de Puebla, Ediciones Educación y Cultura, 2016. 410p.


Libros y lectores en las sociedades hispanas es el primer volumen de la colección dedicada a la historia del libro «Domus Libri», que incluye además títulos como Comercio y circulación de libros en Nueva España, de Olivia Moreno, o La cultura impresa en los albores de la Independencia, de Ana Cecilia Montiel. En sus dos secciones, Libros y lectores reúne nueve ensayos que ofrecen perspectivas variadas sobre la cultura impresa en Nueva Espana y Espana desde el siglo XVI hasta finales del XVIII.

En la primera sección, tres trabajos ofrecen un panorama de los vínculos entre autores y lectores. El de Asunción Lavrin, «La visión de la historia entre las órdenes mendicantes: el cronista religioso en la cultura urbana novohispana», expone la evolución de las estrategias empleadas por los cronistas de Nueva Espana para lograr el rigor metodológico: descripción del proceso de investigación, selección de un estilo adecuado, uso de biografías y testimonios; aunque los autores religiosos novohispanos padecieron un conservadurismo en sus objetivos al defender los beneficios particulares de las órdenes. Por su parte, en «La santa ignorancia. Lectores y lectura de libros prohibidos en Puebla (s.XVI)», Enrique González y Héctor Manuel del Ángel analizan la lista de libros requisados por la Inquisición en la región poblana en 1588: encuentran un mayor interés de la sociedad por leer y un mayor rigor de las instituciones por controlar las lecturas, frente a lo que se observa en el Index de 1559; siguen restringiéndose libros de espiritualidad y devoción; asimismo, observan un número amplio de lectores de diversos estratos, pese a lo limitado del universo social de la región. Por último, Olivia Moreno Gamboa afirma, en «Producción impresa y autores en una ciudad episcopal: Puebla de los Ángeles, 1701-1770», que la escasa oferta bibliográfica poblana del siglo XVIII (libros religiosos y académicos, así como de pronósticos usados por agricultores) estribó en que Puebla competía con las imprentas de la capital, mayores en número y con atención a la demanda propia y externa. A esta competencia se sumaban los monopolios internos que gozaban de privilegios reales para imprimir con exclusividad cierto tipo de documentos cuya demanda no satisfacían luego de manera oportuna, por lo que los clientes desviaban sus necesidades hacia la Ciudad de México.

Dos estudios sobre bibliotecas personales ofrecen otra perspectiva sobre el lector en Nueva Espana. En «La biblioteca de Juan Rodríguez de León (1590-1644): lecturas de un canónigo de Tlaxcala en tiempos de Juan de Palafox», Pedro Rueda analiza el listado de 146 títulos que Rodríguez de León trajo consigo a Puebla en 1663. Además de vislumbrarse ahí las aficiones intelectuales del canónigo, en esa lista se encuentran las fuentes de sus sermones: autores clásicos, exegetas, repertorios hagiográficos, sermonarios, predicadores. Por su parte, Francisco Cervantes presenta, en «El libro entre los bienes culturales y su circulación. El caso del arcediano Juan Diez de Bracamont», a este abogado, presbítero, minero, oidor, orador y miembro del cuerpo catedralicio muerto en 1732, cuya pequena biblioteca poblana dejó constancia de sus intereses culturales.

La segunda parte de Libros y lectores en las sociedades hispanas abre con el trabajo de Ofelia Rey Castelao, «Las ciudades y los libros en la Espana de la segunda mitad del siglo xviii. Una perspectiva provincial en femenino». Esta es una investigación sobre la mujer como autora, lectora y tenedora de libros fuera de núcleos culturales como Madrid. El punto de partida es la alfabetización: fuera del ámbito urbano, se mantuvo la amplia brecha entre las capacidades lectoras de niños y niñas, seguramente porque la utilidad femenina dentro del hogar limitaba su acceso a la educación. Sin embargo, las mujeres que escribían en la provincia solían estar en alguna posición de poder o en el seno de familias ilustradas. De igual modo, las viudas y mujeres solteras a cargo de imprentas habían heredado el negocio familiar y continuaron con las temáticas de la cartera de clientes. Sobre el acceso de las mujeres a la lectura, se puede suponer razonablemente que las bibliotecas familiares y públicas, como las que se enriquecieron con los libros expropiados a los jesuitas expulsos, fueron espacio de consulta.

Sobre el libro como difusor de ideas pedagógicas versa el artículo de María Luisa Candau Chacón y Rosario Márquez Macías: «Cartas familiares desde la escuela: un modelo pretendidamente ilustrado y sentimental de educación infantil. Las instrucciones para la juventud de Monsieur Rochon». Las Instrucciones, que las autoras atribuyen a Pierre Contaut, marcan un hito en la alfabetización del siglo xviii porque las 13 cartas que contiene detallan una imaginaria escuela y un método pedagógico sin violencia, empático y ameno que representa valores tradiciones como la urbanidad, los valores católicos, la conciencia de clase social. Manuel José de Lara Ródenas, por su parte, en «Combates por la educación. La reforma de la enseñanza en la vida y discursos del ilustrado José Isidoro Morales» se centra en la figura del intelectual religioso Isidoro Morales (1758-1818), quien escribió al menos tres obras dedicadas a la reforma del sistema educativo. En Discurso sobre la educación (1789), la primera de ellas, están las ideas centrales de una educación para un país moderno, y las relaciones entre educación y la felicidad pública. Sin perder de vista la distinción entre clases, Morales considera que la modernización pedagógica mejoraría la calidad de tales oficios; por ello era necesario abrir las universidades a las novedades científicas y técnicas, sin descuidar las costumbres y la moralidad.

Por último, en «Se buscan lectores. El modelo de suscripción en los impresos novohispanos a finales del siglo XVIII», Manuel Suárez estudia algunas publicaciones periódicas para observar el impacto de este sistema en la producción de libros y determinar los intereses de lectura de los suscriptores. Si bien se sabe que la suscripción favoreció la circulación de gacetas, se sabe menos que ellas y otros medios impresos anunciaban la impresión de libros por suscripción: primero, la aparición de un prospecto que resumía el contenido de la futura obra, así como el precio y la apertura de un periodo de suscripciones con un límite económico mínimo para empezar la producción de la obra. Suárez incluye como apéndice las listas de suscripción para la Gaceta de México en 1809, para demostrar el interés de los lectores por financiar obras publicitadas por este medio, incluso fuera de la Ciudad de México.

Si bien los trabajos dedicados a la Espana dieciochesca resultan de gran valía, también es evidente que derivan de un interés sobre la historia de la educación que el resto de los ensayos no comparte. Sin embargo, es indudable que tanto aquellos como los otros textos presentados en Libros y libreros en las sociedades hispanas son resultado de sólidas investigaciones sobre fuentes primarias las cuales se adjuntan, por ejemplo, en los artículos de Rueda y Cervantes, lo que constituye una segunda aportación del volumen a la comprensión de la cultura letrada. Debe resaltarse también la atención que los investigadores dan a la circulación del libro en los ámbitos de lo privado y lo público en la actual región Puebla-Tlaxcala, porque ofrecen un enriquecedor panorama sobre otro de los núcleos culturales y comerciales de Nueva Espana, así como contrastes de interés con la capital virreinal. La organización cronológica de los artículos facilita la observación de algunas constantes y de importantes cambios, como el paso de la lectura privada en la biblioteca personal a la lectura como acto público mediante la invitación a subvencionar publicaciones que se imprimían o no en relación con el gusto de los lectores.

Seguramente los especialistas e interesados en el libro y la lectura encontrarán otros temas de interés en este primer volumen de la colección «Domus Libri».

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