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Diánoia

versión impresa ISSN 0185-2450

Diánoia vol.68 no.90 Ciudad de México may. 2023  Epub 30-Oct-2023

https://doi.org/10.22201/iifs.18704913e.2023.90.1998 

Discusiones

Emociones, interacción humana y poder: comentarios a Social Cognition and the Second Person in Human Interaction, de Diana Pérez y Antoni Gomila*

Emotions, Human Interaction and Power: Comments on Social Cognition and the Second Person in Human Interaction, by Diana Pérez and Antoni Gomila

Diana Rojas-Velásquez1 

1 Instituto de Investigaciones Filosóficas, Universidad Nacional Autónoma de México. Correo electrónico: dianarojasvel@gmail.com.


Resumen

En este comentario destaco algunas virtudes de la propuesta de Diana Pérez y Antoni Gomila en Social Cognition and the Second Person in Human Interaction y planteo dos preguntas. La primera es acerca del papel de las emociones básicas en las interacciones uno a uno a nivel grupal e intergrupal. La segunda se refiere a la influencia que tienen las posiciones de poder en las relaciones humanas y la forma en que éstas alteran o modifican la lectura de los estados mentales.

Palabras clave: emoción; estados mentales; interacción grupal; bucle dinámico

Abstract

In these comments, I highlight some virtues of Diana Pérez and Antoni Gomila’s proposal in Social Cognition and the Second Person in Human Interaction and formulate two questions. The first one is about the role of basic emotions in one-on-one interactions at the group and intergroup levels. The second one concerns the influence of positions of power on human relationships and how they alter or modify mindreading.

Keywords: emotion; mental states; group interaction; dynamic loop

Lo que otras personas piensan, creen, desean o sienten es indispensable para nuestro conocimiento del mundo y para nuestra acción en él. Éste es un asunto de discusión recurrente en la filosofía contemporánea de la mente. Los enfoques del tema se han construido principalmente desde la perspectiva de la primera persona -en términos subjetivos- y desde la tercera persona -con el punto de vista de un observador externo-. Aunque ambas posiciones son cruciales para la discusión de la atribución de estados mentales, son una explicación parcial del fenómeno.

Tanto la perspectiva de la primera como la de la tercera persona dejan de lado algo vital y que de manera acertada se ha considerado en Social Cognition and the Second Person in Human Interaction un aspecto central: la interacción social en los encuentros uno a uno, esto es, en segunda persona. Nuestras mentes no se construyen en solitario, y es por eso que nuestras explicaciones sobre lo que sucede en la mente de los demás deben considerar el papel que desempeñan en éstas las emociones y la interacción. Por ello sugiero aquí dos preguntas con respecto al papel que ambos elementos pueden desempeñar en la propuesta del libro, particularmente en relación con las dinámicas de grupo y el ejercicio de poder dentro de ellos. Antes de plantear estas dos preguntas, presento algunas consideraciones generales sobre el libro.

1. Apreciaciones generales

Diana Pérez y Antoni Gomila1 sostienen una perspectiva de la segunda persona que va más allá de los clásicos estados mentales entendidos en términos proposicionales -creencias y deseos-. Haciendo permanente alusión, entre otros, a estudios sobre el desarrollo mental de las infantes que se encuentran en proceso de adquisición del lenguaje, el libro presenta con claridad y sencillez las tesis de las dos teorías más sobresalientes del siglo XX en filosofía de la mente: la teoría-teoría y la teoría simulacionista de la mente.

Quienes adoptan explicaciones del primer tipo sostienen que identificamos los estados mentales de otras personas a través de una teoría de la mente innata que se desarrolla durante el crecimiento. Quienes defienden, de otro lado, una tesis del segundo tipo, afirman que reconocemos y atribuimos estados mentales a través de un proceso de simulación en el que nos ponemos en el lugar de las otras. La teoría-teoría explica entonces la atribución de estados mentales desde el punto de vista de un observador externo -en tercera persona- y la teoría simulacionista desde el punto de vista de quien atribuye -en primera persona-.

Reconociendo en ellas sus virtudes y falencias, las autoras logran superar algunos de los problemas que tienen estos dos tipos de teoría. Tal vez el más importante de ellos está relacionado con el uso sofisticado de conceptos mentales. Desde el punto de vista de una tesis del tipo teoría-teoría, la atribución de estados mentales precisa del uso de conceptos, lo que requiere a su vez cierto refinamiento de las capacidades cognitivas. En cuanto a la teoría simulacionista, algunas perspectivas carecen de una explicación completa del uso de estos conceptos porque parecen desestimar su importancia. En razón de estas dificultades, Pérez y Gomila proponen entender la adquisición, atribución y lectura de los estados mentales en términos de la interacción en la segunda persona.

Una parte central de lo que preocupa a las autoras es la poca o nula atención que dedican a la interacción social tanto la teoría-teoría como las propuestas simulacionistas de la mente. Ambas perspectivas consagran sus esfuerzos a explicar estados mentales que requieren habilidades lingüísticas avanzadas que, como las creencias, se expresan comúnmente en términos proposicionales. Por esta razón, en Social Cognition and the Second Person in Human Interaction hay una preocupación evidente por explicar no sólo la atribución de creencias, sino también la de otros estados mentales. Esto explica también por qué las emociones son centrales en su propuesta, pues gracias a la importancia de éstas en la interacción es posible superar las dificultades que entraña suponer, con las perspectivas en primera y tercera persona, que la lectura y atribución de estados mentales requiere necesariamente de un uso sofisticado de los conceptos.

Las autoras defienden además una perspectiva corporizada de la mente alejada de la idea dualista clásica que la separa radicalmente del cuerpo, y muestran cómo el acceso que tenemos a los procesos mentales de las demás personas pasa por lo que ellos mismos nos comunican a través del lenguaje y las expresiones corporales. La interacción de la segunda persona a la que hacen referencia sustenta la explicación sobre la forma en que atribuimos creencias, deseos y emociones a otras personas. dado que dependen de la interacción social, estos encuentros son cara a cara y están mediados por el reconocimiento de expresiones faciales, corporales y conductuales. ocurren en la práctica y tienen más que ver con un “saber cómo” que aprendemos desde la infancia que con un “saber qué” más sofisticado que sólo se logra con la adquisición del lenguaje y del refinamiento conceptual.

En ese sentido, los estados mentales son públicos: ya no se considerarán una serie de estados privados a los que sólo tiene acceso dentro de su cabeza quien los posee. son más bien aquello que está a la vista de todos a través de expresiones faciales y comportamientos. uno de estos estados, tal vez el más importante porque es el que aparece antes en el desarrollo, es la emoción. En el capítulo cinco se señala a pie de página algo que considero fundamental: no hay momento en nuestras vidas en el que no estemos en algún tipo de estado afectivo:

[D]ebemos cuestionar la idea de que los humanos estamos en algún punto de nuestra vida en un estado afectivo neutral; en su lugar, pensamos que en todo momento de nuestra vida estamos en un estado de ánimo u otro: alegre, deprimido, triste… Algunos episodios externos desencadenan un cambio en nuestro estado de ánimo de fondo, pero constituye un error entender a los seres humanos como máquinas cognitivo/racionales que -de tanto en tanto- pierden su racionalidad para involucrarse en estados acalorados/emocionales desviados que nos apartan de nuestra forma natural/ propia/fría/racional. (Pérez y Gomila 2021, pp. 107-108)2

Es por eso que quisiera hablar en primer lugar sobre las emociones y el papel que desempeñan en este libro. señalaré algunos de los aportes que considero más valiosos del texto en cuanto a este tema, y en particular su capacidad de superar los inconvenientes a los que podría enfrentarse una tesis que defienda las emociones básicas. Asimismo, sugeriré que la propuesta sobre la atribución de estados mentales en segunda persona tendrá que ofrecer explicaciones adicionales si se tienen en consideración experiencias emocionales complejas que involucran dinámicas grupales que se desarrollan durante largos periodos de tiempo.

2. Las emociones

La centralidad de las emociones en la atribución de estados mentales, así como su papel en el funcionamiento cognitivo de quienes participan en las interacciones de la segunda persona es el tema que ocupa el capítulo cinco. Parte de lo que sostienen las autoras en su libro se relaciona con las emociones que se consideran básicas. una tesis partidaria de la existencia de este tipo de emociones sostiene que éstas se reconocen y expresan universalmente, incluso a pesar de las diferencias en el lenguaje o la cultura. Ejemplos de estas emociones son el miedo, la alegría o la sorpresa, que podrían ser iguales para todos los seres humanos.

La preponderancia de las emociones básicas en la propuesta del libro podría estar en tensión con la influencia que tienen los aspectos culturales en las experiencias afectivas. no obstante, y aunque su postura es partidaria de las emociones básicas, las autoras reconocen la influencia que tienen sobre aquéllas la cultura, el lenguaje y el contexto. Las emociones son procesos dinámicos en los que influyen, además del paso del tiempo y el cambio de los estados afectivos -y otros estados-, el lenguaje, la cultura y el contexto en el que se presentan. Por esta razón, su interpretación de los estados afectivos humanos no es enteramente biológica, lo que les permite superar los problemas que lleva consigo defender una explicación de este tipo.

Además, según su propuesta las emociones se perciben directamente; no se infieren -como se desprende, en contraste, de una teoría representacional de la mente-. Además de ser percibidas de manera directa, también dan paso a evaluaciones corporizadas que no involucran necesariamente el uso de conceptos. En el caso de la interacción en segunda persona, estos procesos tienen su origen en las expresiones corporales, faciales y conductuales de otras personas que alimentan, junto a las emociones, un bucle dinámico -dynamic loop- en el que todos los elementos interactúan entre sí.

Es precisamente en razón de este bucle que las autoras prefieren una teoría corporizada de la mente para explicar los fenómenos mentales. Esta postura corporizada viene acompañada de una idea sobre la percepción misma que hace énfasis en su calidad de proceso. La percepción es algo que toma tiempo, tal como lo toma estar presente a lo largo del desarrollo de una acción como la que pone en evidencia el estado mental de otro sujeto: “Podemos ver procesos enteros realizarse porque la percepción es también una acción con cierta duración, no es como tomar una foto del entorno” (Pérez y Gomila 2021, p. 33, nota).3 Los procesos de este tipo ocurren por el contacto con la causa que provoca en primer lugar el proceso emocional, lo que da paso a evaluaciones corporizadas como las ya mencionadas. Como se describe en el libro, una vez identificado el objeto intencional de la emoción, una serie de procesos corticales ocasionan juicios acerca del suceso (Pérez y Gomila 2021, p. 105). Esto provoca también sensaciones y cambios en el cuerpo que predisponen a ciertos comportamientos. Entre estas predisposiciones se encuentra la expresión de los juicios que se han producido a lo largo del episodio.

El proceso descrito, en el que hay un objeto o un suceso que detona toda una serie de procesos que incluyen evaluaciones, sensaciones, comportamientos y la emisión de juicios, puede imaginarse con relativa facilidad si se apela a un ejemplo de la experiencia de una emoción básica como el miedo. Si una serpiente aparece de repente en el lugar que me encuentro, entonces provoca en mí una serie de sensaciones que me llevan a reaccionar corporalmente -saltando o huyendo-, así como tal vez a exclamar algo como “¡Me va a morder!”, en respuesta a una evaluación cognitivo-corporal que me indica de manera directa que hay un peligro latente. A su vez, estas respuestas pueden dar lugar a nuevas evaluaciones y reacciones, lo que alimenta un bucle dinámico en el que se manifiesta el miedo como una percepción directa.

En cuanto a la adquisición y desarrollo de los conceptos emocionales, las autoras señalan precisamente la importancia que tiene su participación en el bucle dinámico descrito, en donde tanto los elementos biológicos más básicos como los cognitivos de orden más sofisticado se relacionan entre sí y se alimentan recíprocamente a través de cambios constantes. Para la adquisición de conceptos emocionales influyen también las experiencias pasadas. Y al menos algunas de ellas forman parte de la dimensión cultural.

A su vez, los conceptos emocionales transforman las evaluaciones que figuran en las experiencias emocionales mismas y que también cuentan como procesos cognitivos especializados. Del bucle dinámico participa además el lenguaje, a través del cual atribuimos a las personas con las que interactuamos de manera directa estados emocionales y otros estados mentales, con o sin contenido proposicional. No obstante, me pregunto qué otros elementos habría que tener en cuenta para describir un proceso de este tipo, pero que dure años e implique la participación de comunidades enteras. ¿qué sucede con episodios afectivos de este tipo, más complejos y duraderos?

Si las emociones son percepciones directas, como parece afirmarse en el libro, eso significa que la explicación de las experiencias que son de más larga duración y que incluyen la participación de más de dos individuos se restringe. A pesar de que el bucle dinámico planteado en la obra describe muy bien los casos de emociones básicas, no está claro cómo este mismo bucle podría aplicarse a experiencias afectivas como la propuesta, que incluye redes relacionales más complejas y extendidas en el tiempo.

Cuando grupos grandes de personas se han enfrentado a lo largo de generaciones, por ejemplo por la posesión de un territorio o la adquisición de recursos, se genera un odio entre ellas que es difícil de explicar y que podría romper el bucle dinámico que se propone en este trabajo. una emoción como el odio es un estado mental del que se puede dar cuenta desde la propuesta de la segunda persona siempre y cuando se piense en la interacción uno a uno. No obstante, la red de interacciones uno a uno que suceden dentro de un grupo, así como las que tienen lugar entre grupos, rebasa el bucle dinámico propuesto por las autoras. La atribución de estados mentales se dificulta de manera obvia cuando la interacción en segunda persona -y con ello en la primera y la tercera persona- es sobrepasada por asuntos de orden grupal, porque las relaciones uno a uno se multiplican exponencialmente.

3. La interacción y la expresividad como herramientas

En la constante atribución de estados mentales a las demás personas hay entonces una fuerte mediación emocional: suponer que los otros y las otras tienen deseos, que creen en cosas y que sienten, es parte de lo que hace posible nuestra navegación en el mundo. cuando hablo de “navegación” me refiero casi de manera literal a nuestro tránsito en el entorno, es decir, a nuestra supervivencia en él. somos una especie con un alto éxito evolutivo gracias a nuestra condición gregaria. La cognición social no sería posible sin la interacción que nos permite entendernos, establecer acuerdos y administrar las acciones que nos llevan a completar nuestros objetivos. Buena parte de estas acciones suceden gracias al lenguaje que, para funcionar, requiere de la adquisición de habilidades que nos permiten atribuir estados mentales, incluso sin poder decir aún una palabra al respecto.

El mejor ejemplo de ello es el que ofrece el libro acerca de la relación que se establece entre las infantes prelingüísticas y quienes las tienen a su cargo. La niña o el niño que articula bien algunas palabras al alcanzar los dos años de edad está, no obstante, restringida por su incapacidad de hilar frases de forma completa. La identificación de sus deseos y la posibilidad de satisfacerlos se desarrolla a partir de la interacción constante con otras personas y sus expresiones. Aunque no está presente en el libro, otro ejemplo que creo que puede ser útil para entender mejor esta mediación uno a uno corresponde a las señas y movimientos corporales que usamos para comunicarnos con otros conductores en medio del tránsito. Hacer una indicación con la mano para dar el paso a otro coche, proferir rabiosamente algunas palabras o incluso hacer una seña soez para manifestar una incomodidad, son expresiones y comportamientos con los que damos a entender nuestras creencias, deseos y emociones en medio de interacciones uno a uno, aun a la distancia, desde nuestros propios automóviles.

Precisamente porque la expresión es muy importante para la propuesta del libro, el capítulo nueve aborda este tema en relación con el arte. En él se plantea una forma de entender la interacción entre infantes y adultas a través de los elementos que ésta comparte con la expresividad artística. se traen a colación elementos como el juego, la musicalidad o la teatralidad. si se piensa con detenimiento, la teatralidad está muy marcada por el juego, así como lo está la interacción humana en general. La conexión entre la forma en que atribuimos estados mentales en la interacción en segunda persona y la forma en que nos expresamos artísticamente es a través del juego. Es decir, en el caso de la comunicación entre infantes y adultas, la música y la teatralidad se conectan con la interacción en segunda persona a través de una actividad que simula el juego -play-like-, que incluye expresiones sonoras que buscan entretener, divertir o enternecer, y expresiones corporales como las presentes en la teatralidad: los movimientos de las manos o la cabeza, las sonrisas y la modificación de los gestos faciales, entre otras.

Considero importante señalar también que tenemos este mismo tipo de interacciones con los animales de compañía. La manera en que nos relacionamos con ellos es primordialmente a través del juego. Esto lo podemos observar además en el comportamiento de otros animales que, aunque no son animales de compañía, sí viven de manera social, tal como lo hace la especie humana. Algunos incluso parecen enseñar a sus crías comportamientos de caza a través del juego. sería interesante para la propuesta de Social Cognition and the Second Person in Human Interaction considerar qué elementos del bucle dinámico participan en las interacciones con otros animales que se comportan de manera social.

Más allá de lo que puede decirse acerca de la expresividad en las interacciones, siempre están limitadas por el contexto y en él se incluyen las condiciones en las que se encuentra cada una de las partes del intercambio. Es por eso que quisiera señalar el papel que tienen las posiciones de poder en la interacción humana. En efecto, la interacción uno a uno puede ser disímil según las posiciones de poder en las que se encuentran o se asumen quienes participan de ella. considero que éste es un elemento determinante de las expresiones emocionales en las interacciones sociales y que las autoras podrían tenerlo en consideración para robustecer su posición acerca de la lectura y la atribución de estados mentales.

En consonancia con lo descrito en la primera sección de este comentario, las emociones que figuran en las interacciones descritas en el libro son primordialmente sociales. En este sentido, las relaciones sociales que establecemos con otros individuos, y con quienes nos agrupamos en función de objetivos, ideales y valores, están profundamente politizadas. Los conflictos están a la orden del día en la convivencia e interacción entre individuos de distintos orígenes, que viven en distintas condiciones y con muy diferentes valores, gustos y aspiraciones. La atribución de estados mentales en las interacciones correspondientes a la segunda persona se ven, sin duda alguna, modificadas de acuerdo con las posiciones de poder que cada persona ocupa en ese intercambio.

4. Conclusiones

En este comentario he destacado dos aportaciones que considero vitales para la discusión que se plantea en Social Cognition and the Second Person in Human Interaction acerca del reconocimiento y la interpretación de los estados mentales. Por un lado, la importancia que tienen las emociones en su proyecto y que no tienen en consideración las explicaciones que ofrecen la teoría-teoría o la teoría simulacionista de la mente. Por otro lado, la centralidad que otorgan a la interacción social y que transforma profundamente el entendimiento de los mecanismos a partir de los cuales atribuimos estados mentales. Tanto las emociones como la interacción conceden a la propuesta una claridad que no alcanzan las aportaciones más reconocidas sobre el tema.

No obstante, he planteado dos preguntas a esta propuesta. una de ellas se relaciona con la importancia que tienen las emociones en la interacción uno a uno y que rompe el bucle dinámico cuando se las considera en contextos grupales. Por otro lado, he levantado sospechas sobre cómo pueden modificarse tanto la interpretación como la expresión de los estados mentales en las interacciones en segunda persona si se tienen en cuenta las posiciones de poder de quienes participan en ellas. Mi objetivo con estos dos cuestionamientos ha sido motivar consideraciones adicionales en relación con el bucle dinámico propuesto en el libro que, por lo demás, ilustra maravillosamente las interacciones en segunda persona en las que nos involucramos a diario.

Referencias Bibliográficas

Pérez, Diana I. y Antoni Gomila, 2021, Social Cognition and the Second Person in Human Interaction, Routledge, Londres. <https://doi.org/10.4324 /9781003133155> [ Links ]

1Usaré el plural femenino a lo largo del texto para referirme, entre otros casos, a quienes escribieron el libro.

2“[W]e should question the idea that human beings are at some point in their life in a neutral affective state, instead we think that we are at every moment of our life in one mood or other, joyful, depressed, sad... some external episodes trigger in us a change in our background mood, but it is a wrong image of ourselves the one in which we understand human beings as cognitive/rational machines that —from time to time— get lost from their rationality and engage in a deviant hot/ emotional state that makes us depart from our natural/proper/cold/rational way of thinking.” (Pérez y Gomila 2021, pp. 107-108.)

3“We can see whole processes going on because perception is also an action with a certain duration, it is not like taking a photo of the environment” (Pérez y Gomila 2021, p. 33, nota).

*Agradezco al proyecto PAPIIT “Yo, tú, ella, nosotras” (IN 400221) de la DGAPA-UNAM por el apoyo recibido para la elaboración y presentación de este trabajo.

Recibido: 18 de Enero de 2023; Aprobado: 27 de Febrero de 2023

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