SciELO - Scientific Electronic Library Online

 
vol.67 número89Winston Black, Medicine and Healing in the Premodern West. A History in Documents índice de autoresíndice de materiabúsqueda de artículos
Home Pagelista alfabética de revistas  

Servicios Personalizados

Revista

Articulo

Indicadores

Links relacionados

  • No hay artículos similaresSimilares en SciELO

Compartir


Diánoia

versión impresa ISSN 0185-2450

Diánoia vol.67 no.89 Ciudad de México nov. 2022  Epub 05-Dic-2022

https://doi.org/10.22201/iifs.18704913e.2022.89.1904 

Reseñas bibliográficas

Jean Grondin, La belleza de la metafísica

Jorge Benito Torres1 

1Universidad de Valladolid España jbenitorres@gmail.com

Grondin, Jean. La belleza de la metafísica. Pons Irazazábal, María. Herder, Barcelona: 2021. 181p.


Creo incluso que se puede ver en la metafísica el

cumplimiento del pensamiento hermenéutico que

intenta comprender el ser y que entiende al hombre

como un ser de comprensión. (pp. 135-36)

La última obra de Jean Grondin, exponente actual de la tradición hermenéutica, es sin duda una de las más significativas de su larga trayectoria. La belleza de la metafísica, publicada en España en 2021, ha sido capaz de reconsiderar una de las ideas hondas de la historia del pensamiento: que la filosofía se vincula con una incesante búsqueda del sentido de la vida. Grondin defiende en esta obra una comprensión de la metafísica como una experiencia vívida de la belleza del mundo. De este modo, la óptica a la que la obra nos abre es una caracterización metafísica de la filosofía, con lo que se aleja de otras posturas muy comunes en la filosofía antimetafísica contemporánea, entre las que también encontramos algunas variantes de la hermenéutica.

Para el autor, al igual que para otros hermeneutas como Gadamer o Bertram, si bien con sus matices, la experiencia de la belleza ha quedado históricamente reducida a una cuestión subjetiva y relegada al ámbito de la opinión. Frente a este subjetivismo estético, Grondin reclama una visión metafísica de la belleza.

Para fundamentar esta perspectiva nuestro filósofo acude a la sabiduría antigua, y en especial a la corriente platónica, en la cual la noción de belleza excede por mucho los márgenes de lo que hoy en día entendemos por estética. A partir de este diálogo, Grondin busca desarrollar y fundamentar su postura y muestra cómo la experiencia de la belleza nos interpela profundamente e invoca en nuestra comprensión un sentido hondo y oculto de la realidad. éste es, en realidad, el objetivo del libro: despertar nuestra curiosidad filosófica a través de un cuestionamiento crítico sobre por qué nos resulta bello el mundo que habitamos.

Así, Grondin rescata y coloca en primer plano uno de los descubrimientos más significativos de la historia de la filosofía: la propia inteligibilidad del mundo. Por ello, esta ontología hermenéutica brota de la noción platónica del eidos -tal y como señala el autor-, resaltando más si cabe la naturaleza inteligible inmanente en toda comprensión posible y trascendiendo toda visión quietista de la metafísica.

Dos son los caminos que permiten a Grondin conectar el concepto de belleza con la metafísica filosófica. El primero es el que muestra que la experiencia metafísica siempre conlleva una actitud estética, por lo que el concepto platónico de Belleza estaría vinculado con el concepto del Bien. En este sentido, la inteligibilidad de las cosas siempre despertaría en el ser humano una disposición determinada, relativa a la admiración, la contemplación y el placer estético. Esta disposición está, como bien señala Grondin, vinculada con el eidos de la Belleza en toda la tradición platónica y neoplatónica. El segundo camino argumental que nuestro autor utiliza para defender su tesis es de carácter filológico, ya que -tal y como el Greek English Lexicon sostiene- él abogaría por traducir el término “eidos” como “belleza”. De este modo, ambos caminos conducen al mismo claro: el papel protagonista que la belleza desempeña en la ontología hermenéutica.

A través del desarrollo de la obra en siete capítulos, Grondin logra llevar esta problemática hasta sus pilares hermenéuticos, con lo que muestra la interrelación entre esta postura y sus presupuestos filosóficos. De este modo, analiza algunas de las grandes incógnitas que han acompañado a la historia de la metafísica como su propia sombra: la existencia del mal, la posibilidad de una teodicea, los interrogantes del pensar metafísico moderno (como el pensamiento de Descartes y Leibniz), etcétera.

En última instancia, Grondin pone de relieve -una vez más- otra idea platónica: el despertar admirativo del ser humano también se comprende como una pedagogía. Aspectos tan complejos como la educación, la hermenéutica, la comprensión metafísica de la belleza o la teología quedan encuadrados en una imagen de la filosofía como ciencia dinámica y radical. La célebre caracterización platónica de la filosofía como pedagogía del alma se baña en el texto con el color novedoso de la ontología hermenéutica. Por ello, dice Grondin, “es imposible no sentirse turbado por esta regularidad y esta belleza del eidos cuando se contempla el ser del mundo” (p. 89).

El filósofo canadiense sitúa el nacimiento de esta perspectiva en la tradición de la filosofía antigua que perseguía un ideal contemplativo del saber humano. En su obra se refleja el hecho de que esta forma de comprensión trasciende los esquemas actuales del conocimiento positivista -o nominalista, como él lo denomina en reiteradas ocasiones- ya que, en definitiva, implica una ontología de la comprensión mucho más profunda y extensa. Esta metafísica, que ha sido cuestionada por los grandes pensamientos tardo-modernos y contemporáneos, es recuperada con mimo por Grondin y sienta una vez más las bases de una no tan nueva mirada filosófica. En este sentido, nuestro autor rescata grandes tesis, como las leibnizianas, y es capaz de reubicarlas en el marco de la metafísica hermenéutica.

La belleza de la metafísica constituye, sin duda, un enorme esfuerzo por hacernos recordar aquello que la filosofía siempre ha buscado, trayendo los griegos a nosotros incluso en los tiempos más complicados. La batalla de Grondin -también en otras obras como Introducción a la metafísica o El sentido de las cosas- siempre nos hace caer en la cuenta de la importancia de la filosofía no sólo como disciplina, sino también como actitud vital.

En su última obra, Grondin insiste en la importancia de la belleza de esta inteligibilidad del mundo, una belleza que puede poner en marcha nuestra comprensión filosófica. De este modo, Grondin es capaz de reavivar el sentido crítico y deconstructivo de la hermenéutica, acompasándolo con lo que siempre ha sido su esencia: despertar en el ser humano otro modo de visión, de comprensión. Pese a que nuestros tiempos entiendan que la hermenéutica es de suyo antimetafísica, Grondin ha conseguido mostrarnos la profundidad metafísica de la hermenéutica socavando los pilares hermenéuticos de la metafísica.

Mediante la síntesis de este caleidoscópico juego de perspectivas, Grondin consigue alimentar un optimismo vital que sin duda alguna nos alienta a buscar, incluso en la actualidad, aquello que un día se denominó filosofía.

Creative Commons License Este es un artículo publicado en acceso abierto bajo una licencia Creative Commons