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Diánoia

versión impresa ISSN 0185-2450

Diánoia vol.62 no.78 Ciudad de México may. 2017

 

Artículos

Triangulación y contenido objetivo

Triangulation and Objective Content

William Duica1 

* Universidad Nacional de Colombia. Colombia. waduicac@unal.edu.co


Resumen:

En este artículo examino una crítica de McDowell a Davidson en relación con la fijación del contenido representacional. En la primera parte, expongo un análisis de McDowell de acuerdo con el cual se puede prescindir del contexto de triangulación al explicar cómo responde al mundo objetivo el contenido de la percepción. En la segunda parte, discuto este análisis mediante una crítica que, aunque sea de espíritu davidsoniano, introduce dos elementos: la distinción entre la interdependencia y la complementariedad de los conceptos objetivo, subjetivo e intersubjetivo y la especificación de lo que llamo triangulación lingüístico-condicionada.

Palabras clave: percepción; complementariedad; epistemología; interdependencia; triangulación lingüístico-condicionada

Abstract:

In this paper I examine one of McDowell’s arguments against Davidson on the fixation of representational content. In the first part, I expose McDowell’s analysis according to which we can leave aside the context of triangulation when explaining how the content of perception is responsible to the objective world. In the second part, I discuss this analysis and I develop an answer that (although davidsonian in spirit) introduces a couple of elements: the distinction between interdependence and complementarity (of objective, subjective and intersubjective) and the account of what I call linguistically-conditioned triangulation.

Key words: perception; complementarity; epistemology; interdependence; linguistic-conditioned triangulation

I

McDowell: interdependencia sin prioridades

En "Subjective, Intersubjective, Objective” (McDowell 2003), un comentario al tercer volumen homónimo de las obras de Donald Davidson, John McDowell plantea con toda claridad y precisión una discusión sobre el concepto de contenido del pensamiento. Su punto de partida es una afirmación que dice que comparte con Davidson, a saber, que la idea misma de lo objetivo es inseparable de la idea de lo subjetivo. De ello se sigue que, para que una criatura tenga la idea de lo objetivo, debe ser capaz de pensar lo subjetivo, es decir, debe poder pensar la diferencia entre el mundo como es y el mundo como cree que es. En este sentido, las ideas de lo objetivo y de lo subjetivo son interdependientes. McDowell adopta además la tesis de que la capacidad de pensar la diferencia entre lo objetivo y lo subjetivo depende de la intersubjetividad; es decir que para poder pensar esa diferencia es necesario comunicarse con otros. La razón es que, dado que el lenguaje es un "arte público”, la intersubjetividad que supone el uso del lenguaje hace aflorar las diferencias conceptuales que pueden tener los sujetos y, así, da lugar a la idea de que la objetividad es algo distinto a las propias perspectivas subjetivas. Al compartir las líneas generales de este análisis, McDowell dice que está de acuerdo con Davidson en lo que respecta a su concepción de que lo objetivo, lo subjetivo y lo intersubjetivo son interdependientes para los agentes usuarios de un lenguaje.

No quiero unirme a aquellos que piensan, contra Davidson, que las criaturas sin lenguaje tienen una orientación subjetiva hacia la realidad objetiva que resulta de alguna manera interesante en el sentido de que da origen a los problemas comunes de la epistemología. En general, en este asunto encuentro el chauvinismo humano de Davidson perfectamente apropiado. [. . .] Lo que me preocupa en esta área del pensamiento de Davidson es la forma en que le adscribe cierta prioridad a la intersubjetividad en la tríada que forman lo subjetivo, lo intersubjetivo y lo objetivo. (McDowell 2003, p. 676)

Justo porque comparte el análisis que lleva a la conclusión de que lo objetivo, lo subjetivo y lo intersubjetivo son interdependientes, a McDowell le preocupa que se sostenga la prioridad de lo intersubjetivo. En términos epistemológicos, el "chauvinismo humano” parte del presupuesto de que sólo los animales humanos son animales lingüísticos. El matiz propiamente epistemológico aparece al agregar que sólo los animales lingüísticos se dirigen a la realidad (objetiva) considerando problemas acerca de su relación (subjetiva) con ella. La idea detrás de esta afirmación es que el uso del lenguaje supone un nivel metarrepresentacional. El solo asentimiento o disentimiento ya pone en juego tal nivel. Cuando un hablante profiere un enunciado observacional como, por ejemplo, "llueve”, el asentimiento o disentimiento del intérprete expresa una valoración acerca de cuán apropiado o no encuentra proferir ese enunciado en esas circunstancias. El intérprete no sólo se pronuncia sobre el estado de cosas al que se refiere el hablante, sino sobre lo apropiado de la enunciación en relación con ese estado de cosas en un momento dado, lo que implica tener una creencia acerca de otra creencia: "Creo que es apropiado creer que llueve”. De ahí que se afirme que los animales humanos utilizan su habilidad de comunicación intersubjetiva para dirigirse al mundo cuando distinguen entre lo objetivo y lo subjetivo.

Antes de la epistemología

McDowell acepta que la interdependencia es necesaria para explicar la respuesta epistemológica del pensamiento al mundo. Sin embargo, cree que, antes de que surjan las preguntas de la epistemología, la pura capacidad (más básica) de dirigirse al mundo objetivo no se supedita a la capacidad de interactuar con otros. Si fuera así, un ser humano que no ha interactuado con otros no podría orientar su pensamiento hacia el mundo objetivo y no respondería al mundo. Por eso dice que le preocupa la supuesta prioridad de la intersubjetividad sobre la subjetividad y la objetividad.1

Es cierto que en la medida en que los sujetos se comunican pueden salir a flote las diferencias entre lo que creen. Así, a partir de esas diferencias pueden plantearse problemas acerca de la correspondencia que, en general, podría haber entre el contenido de sus creencias y el mundo (entre lo subjetivo y lo objetivo). Esta situación muestra que la intersubjetividad tiene prioridad sobre conceptos como conocimiento objetivo y verdad objetiva. No obstante, McDowell no cree que de allí se siga que el contenido que responde al mundo objetivo o el concepto mismo de objetividad estén sometidos a tal prioridad de la intersubjetividad.

Ciertamente, dado que el lenguaje, concebido como algo esencialmente público, es importante para la objetividad de la forma en que Davidson dice que lo es, se sigue que no podemos tener el concepto de verdad objetiva sin considerarnos por lo menos capaces de llegar a un acuerdo con otros. Esto es, no puede haber un concepto de realidad objetiva sin un concepto de verdad intersubjetiva. Pero decir que el concepto de comprensión mutua es una ruta para adquirir el concepto de objetividad va más allá de eso. Y no puedo ver de qué manera esta sugerencia de una vía para entrar en el círculo es coherente con la tesis de que lo objetivo y lo intersubjetivo, o cualquier otro par de la triada, son mutuamente interdependientes. Si lo son -lo que creo que es correcto-, entonces de seguro no podríamos tener primero el concepto de intersubjetividad sin tener aún el concepto de objetividad. Pero eso es lo que implica la idea de una vía para adquirir el concepto de objetividad. Seguramente tenemos, o bien todas, o ninguna de las tres ideas: la idea de subjetividad, la idea de objetividad y la idea de intersubjetividad. Si éstas son interdependientes, una de ellas no puede ser aquella a través de la cual llegamos a las otras. (McDowell 2003, p. 677; las cursivas son del autor)

Aquí se señala nada más y nada menos que una clara inconsistencia. Que la intersubjetividad sea "una ruta” para la adquisición del concepto de objetividad es inconsistente con el hecho de que "objetivo” e "intersubjetivo” sean conceptos interdependientes. McDowell hace referencia a los no pocos pasajes en los que, en efecto, Davidson dice que es a través (through) del concepto de verdad intersubjetiva como llegamos al (we arrive at) concepto de una verdad objetiva. El contexto de estas afirmaciones es el de su análisis de la triangulación entre agentes lingüísticos. La triangulación es, si se sigue de manera literal la idea topográfica, una correlación de observaciones hecha desde al menos dos puntos de vista que le permite a un observador situar lo observado en un punto específico del espacio. Sin embargo, Davidson usa esa idea para explicar las condiciones en las cuales los seres humanos acceden a los conceptos de verdad y pensamiento objetivos (Davidson 1982, 1992 y 1997). Advierte que los conceptos de objetividad y de mundo objetivo surgen en la triangulación. Ahora bien, si esta idea se parafrasea con la afirmación de que es en el contexto de la triangulación donde un sujeto responde al mundo objetivo, entonces hay una diferencia notable con McDowell porque éste cree que eso no es cierto.

McDowell reconoce que la triangulación desempeña un papel en el aprendizaje del lenguaje y en la interpretación efectiva de un hablante, pero no cree que esos aspectos afecten la manera en que se determina el contenido objetivo del pensamiento; por eso, concluye que la triangulación no afecta la explicación del contenido objetivo. Para McDowell, no tiene sentido decir que la respuesta de un ser sensible al mundo objetivo depende de su comunicación con otros. Según él, determinar si un ser sensible está dirigido hacia el mundo objetivo y responde a él es algo que se puede resolver cuando intentamos hacer inteligible la conducta que observamos en el sujeto sin entablar ninguna comunicación intersubjetiva. Esto puede tener lugar en el contexto de la triangulación prelingüística, en la que Davidson dice que aún no ha surgido el concepto de mundo objetivo. En ese contexto, el sujeto (agente) da muestras con su conducta de orientarse al mundo objetivo aun antes de haberse comunicado con otros. "De todas formas -dice McDowell- no estoy seguro de las afirmaciones de Davidson acerca de la triangulación. [. . .] Ahora no estoy muy seguro de entender el problema del cual se supone que ésta es una solución” (McDowell 2003, p. 677). En este sentido, la crítica de McDowell se dirige de manera puntual a la idea de triangulación entendida como la explicación de la presunta prioridad de la intersubjetividad sobre la objetividad para dar cuenta del contenido del pensamiento.

No discuto que mi posesión del concepto de (digamos) mesa [. . .] esté inextricablemente conectada con mi conocimiento de que me puedo hacer entender por otros, y entender a otros, al hablar de mesas. Pero eso no quiere decir que, de alguna manera, use mi confianza de que puedo llegar a un entendimiento con otros como medio para proyectar mi pensamiento a determinado lugar en la realidad objetiva cuando formulo un juicio acerca de una mesa en particular. Tengo que admitir que encuentro estas imágenes de un aprovechamiento (tomar ventaja, hacer uso [de la triangulación]) un poquito misteriosas. (McDowell 2003, p. 679)

Para McDowell, poder "proyectar mi pensamiento a un determinado lugar de la realidad objetiva” no es algo que dependa de mi comunicación con otros, ni como una condición de posibilidad, ni como un aprendizaje empírico previo. Es decir, el autor no cree que la comunicación sea el contexto en el cual tenga sentido decir que un sujeto se dirige al mundo, ni que, en el proceso de aprender a comunicarnos con otros, hayamos adquirido la habilidad de proyectar nuestro pensamiento al mundo objetivo. Tal parece ser el diagnóstico crítico de McDowell y, si es así, su acuerdo con Davidson acerca de la interdependencia se limita al plano del conocimiento y la verdad, pero no abarca la idea de que respondemos al mundo objetivo "antes” de habernos comunicado con otros.

Triangulación prelingüística y contenido

¿A qué responden las conductas de un ser sensible? Y, si extendemos el concepto de "conducta”, ¿a qué responden las expresiones lingüísticas de un ser humano? Tales son las preguntas que nos permiten plantear el problema al que se supone que responde la triangulación. El asunto se plantea en un escenario en el cual observamos una respuesta conductual de una criatura sensible ante un determinado suceso u objeto presente en su entorno. Según lo que hemos visto, mientras que Davidson asegura que para saber a qué responden las conductas lingüísticas de un ser humano se requiere una triangulación de respuestas, McDowell sostiene que eso se puede determinar sin ese contexto de comunicación intersubjetiva.

De acuerdo con McDowell, lo que hay en un escenario protolingüístico, antes de que surja la idea de objetividad, es una relación entre seres sensibles basada en sus respuestas diferenciadas a los rasgos del entorno (McDowell 2003, p. 679). McDowell sostiene esto convencido de que sólo parafrasea la tesis davidsoniana de la triangulación. Con esto en mente, desarrolla un pequeño argumento que lo lleva a la formulación de lo que para él es el punto débil del análisis davidsoniano. Si la triangulación es una relación que se puede dar entre seres sensibles protolingüísticos (e incluso prelingüísticos y no lingüísticos), entonces las relaciones se dan en términos de respuestas diferenciadas que no poseen aún contenidos conceptuales o contenidos de creencia. Si es así, entonces no es posible obtener en este contexto esa relación de intersubjetividad que supuestamente constituye una ruta hacia la objetividad.

[S]er parte de la triangulación no conceptual no hace que las criaturas posean la idea de intersubjetividad. Ni siquiera las hace ejemplos de ella. Entonces, incluso si aceptamos que la triangulación podría ser esencial para la objetividad, eso no justifica la sugerencia de una prioridad de la intersubjetividad. (McDowell 2003, p. 677)

Con este argumento, McDowell alcanza una conclusión que creo que es correcta. En la triangulación prelingüística (entre dos sujetos prelingüísticos que responden de manera diferenciada a un objeto) no se dan las relaciones intersubjetivas que serían una ruta hacia la idea de objetividad. McDowell concluye que la triangulación sólo cumple un papel en el orden de los problemas de tipo epistemológico, es decir, de los problemas que se plantean sujetos plenamente dotados de pensamiento conceptual y de lenguaje. Así, sin considerar ninguna otra posibilidad (por ejemplo, que en la triangulación pueda interactuar un sujeto prelingüístico con otro usuario pleno del lenguaje), se concentra en las relaciones que un sujeto solitario pueda tener con el mundo y, en este contexto, encuentra por completo innecesario el papel de la triangulación en la especificación del contenido del pensamiento.

Al preguntarse, ahora en el contexto de la relación entre un sujeto solitario y el mundo, "¿a qué responden las conductas de un perro que saliva ante el sonido de una campana?”, McDowell retoma el caso que analiza Davidson (Davidson 1992, p. 117) y se plantea las preguntas que lo llevarán al problema del contenido del pensamiento. ¿Cuál es el estímulo relevante para determinar la conducta del perro?, ¿la campana?, ¿las vibraciones del aire?, ¿el sonido?, ¿la activación del sistema nervioso en algunos puntos específicos? La discusión entre Quine y Davidson acerca de cuál es el estímulo relevante siempre tuvo lugar en términos de lo que podríamos llamar una "espacialidad lineal”; es decir, lo que discutían, quizá debido al enfoque fisicalista, era en qué punto de la cadena causal, que parte del objeto y termina en una conducta, se debe situar el estímulo relevante para la conducta. Al decir que (nosotros, los seres humanos) le damos sentido a lo que hace el perro cuando atribuimos su respuesta al sonido, McDowell parece tomar la opción empirista del estímulo proximal (tal como lo habría hecho Quine) en vez del estímulo distal. Quiere mostrar que la respuesta conductual a la percepción muestra que el contenido no conceptual (o mejor, no proposicional) de la percepción ya se dirige al mundo. Entonces, si lo que determina la respuesta es la percepción y esta respuesta se orienta al mundo, se puede decir que hay un contenido del pensamiento que responde al mundo (un contenido objetivo), sin que medie ninguna relación intersubjetiva. Para darle sentido a este análisis, McDowell tendrá que mostrar cómo la posibilidad misma de aprender a hablar requiere de una direccionalidad del pensamiento hacia el mundo que depende de que las respuestas protolingüísticas sean ya respuestas al mundo objetivo (cfr.McDowell 2003, p 679). Su idea es que, en la habilidad más básica que se requiere para aprender a hablar, antes de que haya siquiera palabras, la sola propensión a vocalizar ya da cuenta de una direccionalidad hacia el mundo. Esto es algo que, según McDowell, Davidson pierde de vista porque se concentra en las relaciones entre sujetos hechos y derechos que ya son usuarios del lenguaje. Para McDowell, si se examina a qué responden las conductas de los seres sensibles, lingüísticos y no lingüísticos, se puede notar que el contenido del pensamiento y la posibilidad de que un sujeto "en solitario” pueda dirigir su pensamiento al mundo objetivo no dependen de la intersubjetividad.

El problema del contenido

McDowell encuentra la falla del enfoque davidsoniano al problema del contenido del pensamiento en dos aspectos. El primero es el hecho de que Davidson se concentra en el análisis de sujetos plenamente desarrollados como usuarios de un lenguaje. Para contrarrestar este enfoque, fija su atención en la conducta de un sujeto protolingüístico con la intención de mostrar que allí ya hay una respuesta orientada al mundo. Consecuente con sus dudas acerca del papel de la triangulación y la intersubjetividad, se concentra en la relación entre un sujeto solitario y un objeto. Así, el problema del contenido consiste en ofrecer una explicación que esclarezca cómo es posible para un sujeto sensible solitario dirigirse o responder al mundo.

El segundo elemento que, según McDowell, desorienta a Davidson, es que está atrapado en el coherentismo de la justificación que lo mantiene aferrado al lema "nada puede contar como una razón para sostener una creencia excepto otra creencia” (Davidson 1983, p. 141). El problema con esta concepción de la justificación es que deja al pensamiento sin una restricción racional externa, y esto arroja una sombra de duda acerca de si el contenido del pensamiento responde al mundo objetivo. En las discusiones con McDowell, Davidson insiste en que el contenido de las percepciones, es decir, el "ver que tal y tal”, se incorpora al modelo de soporte coherentista en la medida en que "la creencia de que tal y tal” es causada por el ser "tal y tal” de las cosas percibidas (McDowell 2003, p. 680). Así, desde el punto de vista de Davidson, el soporte (la justificación racional del pensamiento) puede referirse a una creencia y, en la medida en que las cosas causan la creencia, no hay tal desconexión entre el pensamiento y el mundo. Pero justo lo que McDowell reprocha al coherentismo es que el papel de la percepción se reduzca al vínculo puramente causal y no se la considere para dar cuenta de la manera en que fija el contenido del pensamiento. Para contrarrestar ese enfoque, propone un caso de soporte (entitlement) de una creencia que no es otra creencia, de manera que se pueda mostrar una situación en la que no se cumple el lema davidsoniano y, con ello, mostrar que la percepción tiene un papel más que causal.

Bien, yo creo que es un error suponer que (por ejemplo) el significado de "ver que” se agota en el hecho de que ver sea generalmente un modo de adquirir una creencia. Ver que P no es lo mismo que adquirir visualmente la creencia de que P [. . .] La diferencia entre ver que P y adquirir visualmente la creencia de que P puede revelarse al notar que uno se puede dar cuenta más tarde de que estaba viendo que P, a pesar de que no lo sabía en el momento y por eso no adquirió en ese momento la creencia de que P. (McDowell 2003, p. 680)

La clave está en que nos demos cuenta más tarde o nos formemos después la creencia de que estábamos viendo algo, porque eso implica que estábamos viendo algo sin tener una creencia al respecto. McDowell marca así un contraste con el enfoque "espacial” que le daban Quine y Davidson a la pregunta por el "estimulo relevante”. Podemos distinguir entre el contenido del ver y el del creer que por la brecha temporal y, en estas condiciones, la creencia que tenemos después resulta estar efectivamente autorizada (entitled) por haber visto algo. Inmediatamente después de estas líneas, McDowell ofrece un ejemplo en cuya retórica se puede encontrar la idea que revela la naturaleza de toda la discusión.

"Pensé que estaba viendo tu suéter bajo un tipo de luz que hace imposible decir de qué color son las cosas, así que pensé que simplemente me parecía marrón, pero ahora me doy cuenta que de hecho estaba viendo que era marrón”. Al decir algo como esto, uno advierte que tenía, en el momento pasado relevante, una autoridad [an entitlement] que no se dio cuenta que tenía en ese momento. Uno está en posición para adquirir una porción de conocimiento sobre el mundo pero, debido a las circunstancias, no aprovecha esa oportunidad. [. . .] Esta autoridad pasada, que se tiene sin que uno se dé cuenta en su momento, es un caso del tipo de cosas que encuentro que falta en la perspectiva de Davidson: la disponibilidad de un hecho para un sujeto en un episodio o estado de conciencia sensorial. (McDowell 2003, pp. 680-681)

La idea de McDowell es disociar el "ver que es marrón” del "creer que es marrón”. Sin embargo, no se trata de situar el ver en un punto de la cadena causal y el creer en otro punto de la misma; más bien, se trata de recurrir al tiempo, es decir, de mostrar que, aunque usualmente ocurra que a partir del ver formemos sin mediación (temporal) la creencia, es posible que en ciertas circunstancias no formemos la creencia; y, así, en el desfase temporal entre el ver y la formación de la creencia, se esté en un "estado de conciencia sensorial” que justifica una porción de conocimiento sin que tal estado de conciencia sea una creencia. Esto es mucho más fácil de lo que parece en su formulación. Según entiendo su ejemplo, la sola duda que suscitan las circunstancias de la percepción (por ejemplo, la mala iluminación, la distancia o la perspectiva) puede surtir el efecto de que nos parezca que tal y tal cosa pero no creamos que tal y tal cosa. Entonces, cuando ocurre que después nos damos cuenta de que podemos creer lo que antes sólo nos parecía, podemos contar con que el ver, sin dar lugar a una creencia, autorizó una "porción de conocimiento”; y esa percepción da cuenta de que el pensamiento responde al mundo objetivo; explica, como dice McDowell, "la disponibilidad de un hecho para un sujeto en un estado de conciencia sensorial”.

Lapsus temporal

El ejemplo de McDowell se puede interpretar como una situación que se da en dos momentos, T 1 y T 2, en los cuales cambia la relación entre los estados de "ver” y "creer” del sujeto, según el siguiente esquema:

Esquema lógico de la relaciones de ver y creer diferenciadas temporalmente, según McDowell. 

El esquema muestra que, en T 1, a ve p y a no cree que p; mientras que, en T 2, a no ve p y a cree que p.2 No es necesario que en T 2 el sujeto vea de nuevo para creer que p. Si así fuera, McDowell desvirtuaría su propio análisis, pues se trataría de un simple caso de adquirir visualmente la creencia de que p en condiciones apropiadas (como aduce Davidson). Es precisamente porque en T 2 el sujeto no necesita estar ante el objeto que el "ver” del momento pasado T 1 es una justificación no consciente del "creer que” en T 2.

Hay dos cosas que debemos advertir. La primera es que la retórica de McDowell está en primera persona. La segunda es que, para mantener el análisis en términos de la relación entre "ver” y "creer”, se puede tomar la proposición "a a sólo le parece que p” y traducirla como "a no cree que p”. Con estos elementos en mente, la expresión "me parece que. . . ” se entenderá como "no creo que. . . ”. Así, el estado del sujeto que en T 1 aparece como "a ve p y a no cree que p”, captura en términos lógicos lo que McDowell formula en primera persona con la frase "pensé que simplemente me parecía marrón” y que se puede leer como "no creí que era marrón”. Estas paráfrasis son importantes porque muestran que cuando McDowell dice que en T 1 hay un estado de conciencia sensorial que no corresponde al caso de adquirir una creencia visualmente, no debemos entender que el sujeto enfoca su mirada en un punto del entorno pero con su mente en blanco (como una especie de mirada perdida). Si traemos a colación los desarrollos mencionados en "Avoiding the Myth of the Given” (McDowell 2009), deberíamos decir que el sujeto tiene en su mente un "contenido intuicional”. Lo que quiere explotar McDowell es justo la relación que se forma entre el contenido intuicional del ver en T 1 y el contenido proposicional del creer que en T 2.

No es que el sujeto tenga la mente en blanco cuando está en un estado de conciencia sensorial; más bien, se trata de que el sujeto dirige su mirada a un punto y le parece que ve que tal y tal cosa pero no se forma una creencia. ¿Por qué no se forma la creencia? La respuesta la ofrece el propio McDowell: "Pensé que estaba viendo tu suéter bajo un tipo de luz que hace imposible decir de qué color son las cosas”. Esta razón introduce un giro que, desde mi punto de vista, tiene un efecto contraproducente para McDowell, pues ahora tenemos una condición epistemológica que es la que determina que el sujeto no forme la creencia, a saber, que el sujeto sabe que en esas condiciones de luz es imposible decir de qué color son las cosas. Esto quiere decir que "pensé que simplemente me parecía marrón” refleja un contenido del pensamiento determinado por otras creencias y, si es así, su análisis pierde la fuerza que parecía tener. Sin embargo, McDowell quiere insistir que ahí hay un contenido causado y justificado por la percepción (previa a la creencia).

Después, McDowell da un pequeño salto y sólo agrega: "pero ahora me doy cuenta de que estaba de hecho viendo que era marrón”. Claro está que para esta pequeña historia es crucial saber cómo se dio cuenta. ¿Alguien se lo advirtió? ¿Encontró un mejor punto de vista? O, simplemente, ¿encendió otra luz? Éstas son circunstancias epistemológicas muy distintas que tienen efectos diferentes a la hora de argumentar contra el coherentismo de la justificación. Sin embargo, supondré que, para McDowell, no son relevantes y adoptaré la situación que él propone, a saber, que lo que importa es que el sujeto de alguna manera y en algún momento sabe que el suéter es marrón y que ahora (en T 2) se da cuenta (sabe) que en T 1 estaba viendo que3 era marrón. Es decir, en T 2 el sujeto tiene dos creencias: cree que el suéter es marrón y cree que en T 1 estaba viendo que el suéter era marrón. McDowell arguye que "darse cuenta” de estas dos cosas hace que pueda entender que "ver” autoriza un conocimiento que no supimos en su debido momento que estábamos en condiciones de tener. Y, para justificarlo, plantea un análisis acerca de dos formas de entender la modalidad lógica de esta situación epistemológica.

Si se entiende la modalidad de una manera, diríamos que el sujeto podría citar la justificación incluso en ese momento -[pues] su estado de conciencia estaba constituido por la presencia ante él del hecho relevante-. Si se entiende la modalidad de otra manera, no podría citar la autorización debido a que su reparo acerca de la iluminación le impidió reconocer que su estado de conciencia era la justificación que de todas maneras era. (McDowell 2003, p. 681)

Se trata de dos posibilidades. En una, nosotros decimos que el sujeto podría citar su estado de conciencia (sensorial) como soporte de algo que llega a saber posteriormente debido a que el hecho relevante es el causante del estado de conciencia (sensorial) que luego se articula al saber proposicional. En la otra, el sujeto no podría citar ese estado de conciencia porque sabe que las condiciones de percepción son inadecuadas y, por lo tanto, no puede adoptar la creencia que correspondería al estado de conciencia causado. McDowell nota que la primera posibilidad de contar el estado de conciencia como soporte de una "porción de conocimiento” (no consciente), es razonable para quien observa al sujeto. Es decir, desde nuestra perspectiva de tercera persona establecemos la relación entre la percepción (de que el suéter es marrón) y el estado de conciencia del sujeto como una relación que, sin dar lugar a una creencia, justifica (entitles) el saber que el suéter es marrón, aunque el sujeto mismo no pueda saberlo en ese momento.

En contraste, desde la perspectiva del sujeto mismo, es decir, desde la primera persona, ver en T 1 no puede citarse como soporte del creer, porque el hecho de que el sujeto vea el suéter marrón en T 1 no logra sobreponerse a la condición epistemológica que determina la creencia en T 1, esto es, que en esas condiciones de luz no es posible saber de qué color son las cosas. La idea final del análisis de McDowell consiste en decir que no ve por qué tenemos que adoptar esta segunda forma de entender la epistemología desde la perspectiva de la primera persona. En este artículo, McDowell parece creer que el coherentismo de Davidson surge cuando creemos que la epistemología se restringe a la perspectiva de la primera persona, porque es ahí donde lo que no se le da al sujeto como una creencia no tiene cómo entrar en el espacio de las constricciones racionales de la justificación. Así, lo que se sugiere es que, una reorientación hacia una epistemología desde la perspectiva de la tercera persona podría mostrar que algo que no es una creencia puede justificar un poco de conocimiento. De esta manera, podemos abandonar el coherentismo y restablecer una forma de empirismo.

Resumen analítico

McDowell ha señalado una inconsistencia en la exposición davidsoniana de la triangulación. No es posible sostener la tesis de la interdependencia de las ideas de objetividad, subjetividad e intersubjetividad y, al mismo tiempo, afirmar que la intersubjetividad es un camino para llegar a la idea de objetividad. Es decir,

  • 1. La tesis de la interdependencia es inconsistente con la tesis de la prioridad de la intersubjetividad.

Dicho esto, McDowell asume la tarea de mostrar que el contenido del pensamiento de un sujeto protolingüístico, esto es, de un sujeto antes de que entre en relaciones intersubjetivas que se basan en el uso de lenguaje, ya es un contenido objetivo que responde al mundo objetivo. Para ello, muestra que la percepción aporta un contenido que, sin ser una creencia, tiene la capacidad de articularse a, y autorizar (entitle) un contenido conceptual proposicional. Esto es,

  • 2. Los sujetos prelingüísticos tienen contenidos de conciencia que responden al mundo objetivo; tienen un contenido conceptual intuicional de lo objetivo.

Éste es el punto en el que se une el análisis del contenido objetivo con el de las consideraciones epistemológicas sobre la justificación porque, si el contenido intuicional de conciencia puede autorizar conocimiento, entonces lo único que justifica una creencia no es otra creencia (luego el coherentismo epistemológico sería dispensable). No obstante, McDowell observa que, si nos quedamos en la perspectiva de la primera persona, se cumple lo que Davidson advierte en "The Myth of Subjective” (Davidson 1988), a saber, que no podemos esperar que el sujeto realice la hazaña imposible de comparar el contenido de su pensamiento con la realidad. Si el sujeto no puede hacer esa comparación, no puede establecer que el contenido de su pensamiento es objetivo. Dado que tal comparación es imposible, al sujeto desde la primera persona sólo le queda ajustar sus creencias tanto como le sea posible o sucumbir al Mito de lo Dado (que tampoco resuelve el problema de establecer si el contenido del pensamiento responde al mundo objetivo).

McDowell cree que el problema del coherentismo es que deja al pensamiento sin restricción racional y, ante esto, propone una reorientación de la epistemología. Por ello hace notar que, visto desde la perspectiva de la tercera persona, se puede decir que el sujeto cuenta con una justificación que él no sabe que tiene pero que a la postre se articula a su saber. Este análisis termina por sugerir que, en última instancia, la experiencia (y no sólo otra creencia) puede justificar una creencia. De manera que:

  • 3. El análisis en tercera persona de lo que un sujeto está autorizado a creer abre la puerta a un tipo de empirismo que desplaza el coherentismo.

Visto desde la perspectiva de la tercera persona, el sujeto tiene una autoridad epistémica de la cual no es consciente. Esto no impide que podamos hacer epistemología; pero hay una diferencia entre la epistemología que da cuenta de lo que el sujeto sabe y expresa en términos proposicionales en primera persona y en tiempo presente del modo indicativo, y la epistemología que expresa en perspectiva de tercera persona y en modo subjuntivo lo que el sujeto estaría en posición de saber (McDowell 2003, p. 681). En lo que sigue trataré de desarrollar una crítica a este análisis basada en el programa davidsoniano.

II

II. Complementariedad, prioridad y triangulación lingüístico-condicionada

Si consideramos lo que se requiere para el uso de los conceptos por parte de un sujeto, el análisis de McDowell es incontestable. Tal como se expuso al comenzar este artículo, un sujeto no podría ser usuario de los conceptos "objetivo”, "subjetivo” e "intersubjetivo”, es decir, no podría darles sentido, sin determinar el significado de cada uno desde el significado de los otros (holismo semántico). "Seguramente tenemos, o bien todas, o ninguna de las tres ideas”, dice McDowell. Pero esto significa "o bien sabemos usarlas todas, o no sabemos usar ninguna”. Así, es inconsistente decir que la intersubjetividad es un camino para llegar al concepto de objetividad sólo si se entiende que el uso apropiado del concepto de intersubjetividad es un camino para llegar a usar con propiedad el concepto de objetividad. Sin embargo, una cosa es dar cuenta del uso de estos conceptos por parte de un sujeto y otra es explicar las condiciones con base en las cuales el sujeto llega a ser usuario de ellos. Una cosa es la pregunta "¿cómo es que el sujeto da sentido a esos conceptos?”, y otra es "¿qué relaciones ha tenido que establecer para llegar a usarlos significativamente?”

Para entender esa diferencia propongo distinguir entre interdependencia y complementariedad. Esto me permitirá decir que, desde el punto de vista del uso, los conceptos son (semánticamente) interdependientes, pero, desde el punto de vista de las relaciones que se requieren para su formación o adquisición, son (ontogénicamente) complementarios. La idea es que, en la formación de estos conceptos, cada una de las relaciones aporta algo de lo que la otra carece. Pero la intersubjetividad es el punto de partida que posibilita todo y, por eso, se puede afirmar que tiene una prioridad ontogenética en relación con el par subjetivo-objetivo. McDowell parece optar por dar prioridad a la percepción. Para explicar mi idea retomaré la diferencia que considera el propio McDowell entre un sujeto pre o protolingüístico y un sujeto que es un usuario pleno del lenguaje (y del pensamiento conceptual).

Cuando un sujeto es un usuario pleno del lenguaje y del pensamiento, el uso apropiado de cada término o concepto depende del uso apropiado de otros términos o conceptos de su batería lingüístico-conceptual. Sin embargo, dado que no nacemos siendo usuarios del lenguaje, un caso obvio a considerar es el de sujetos que carecen de lenguaje, como los bebés. McDowell advierte con acierto este punto, pero su análisis lo lleva rápidamente a concluir que, si la relación es protolingüística, no hay cómo afirmar que haya una relación intersubjetiva y, por lo tanto, la triangulación no garantiza que la intersubjetividad sea un camino a la objetividad. Por eso termina por confesar que no entiende para qué sirve la triangulación, que no ve cuál es el problema al cual responde. Quizá la dificultad de McDowell se relacione con el hecho de que considera que "intersubjetivo” implica "lingüístico”. Está claro que, al considerar agentes pre o protolingüísticos, es absurdo aplicar la sensata sentencia según la cual "seguramente tenemos, o bien todas, o ninguna de las tres ideas”. En un bebé no se presenta la disyuntiva. Es decir, sabemos que el bebé no tiene ninguna de estas ideas, pero sabemos que tiene la capacidad de llegar a tenerlas.

No entraré en la explicación de "tener la capacidad de”, pero sí en la de "llegar a” tener esas ideas. Cómo un bebé llega a tener esas ideas es algo que depende de la intersubjetividad. La intersubjetividad es prioritaria en relación con la subjetividad y la objetividad cuando se trata de explicar a partir de qué relaciones un sujeto, que carece de lenguaje y contenido proposicional, llega a tener contenidos que puede diferenciar como objetivos o subjetivos. Es posible que, visto desde la perspectiva de la tercera persona, podamos afirmar que hay contenidos subjetivos y objetivos en un agente prelingüístico, pero se trata de mostrar que, sin las interacciones intersubjetivas, no es posible para el agente llegar a distinguir entre lo objetivo y lo subjetivo. Esto se explica porque tal posibilidad depende de manera crucial de: 1) la presencia de objetos y sucesos en el entorno y 2) la interacción con un sujeto intérprete (pleno usuario del lenguaje y del pensamiento) que coordine las respuestas del bebé con lo que el intérprete considere apropiado (objetivo). Éste es un contexto de triangulación y, dado que es una triangulación asimétrica, es decir, entre agentes que no tienen el mismo desarrollo lingüístico y conceptual, la coordinación entre el contenido y el mundo que el intérprete le ayuda a realizar al bebé se produce a partir de un condicionamiento de la respuesta lingüística del bebé.4 Se trata pues de una triangulación lingüístico-condicionada.5 Para fijar los usos conceptuales correspondientes a la distinción entre lo subjetivo y lo objetivo, el bebé requiere del condicionamiento de sus respuestas al objeto, calificadas como apropiadas desde la perspectiva de quien le ensaña a hablar. Sin la ayuda de ese intérprete (los padres del bebé, etc.), sus respuestas al entorno no podrían confrontarse ni reforzarse de manera tal que empiece a ser sensible a la diferencia entre sus percepciones, lo que recibe como refuerzo (aprobación o corrección) y lo que termina por considerar de manera coordinada con sus congéneres como contenido objetivo. No por el hecho de que la triangulación lingüístico-condicionada sea entre un sujeto pre o protolingüístico y otro que es ya un usuario pleno del lenguaje, se puede decir que no se dan relaciones intersubjetivas.6 La intersubjetividad la impone la actitud interpretativa del adulto (el que cría al bebé), y se da a partir del momento en que las respuestas del bebé son sensibles a la corrección del intérprete. Esta intersubjetividad se robustece en forma paulatina con las respuestas del bebé que intentan reproducir formas enunciativas del adulto pero, en la medida en que haya sensibilidad a la corrección, las primeras respuestas protolingüísticas son ya intersubjetivas. Así, en lo que se refiere a las condiciones de formación, la intersubjetividad es prioritaria y complementaria en relación con las otras; pero la habilidad de usar las conceptualizaciones que distinguen entre lo objetivo, lo subjetivo y lo intersubjetivo surge de manera holista en el bebé en las relaciones de interdependencia. En mi opinión, McDowell se equivoca al reducir la intersubjetividad a la comunicación lingüística7 y, por ello, no aprecia el papel que cumple la triangulación lingüístico-condicionada (que ya es intersubjetiva) en la formación de los conceptos "objetivo” y "subjetivo”.

Complementariedad y epistemología

A la luz de la distinción entre el uso y las condiciones de formación de los conceptos se puede afirmar que no hay inconsistencia entre la interdependencia semántica y la prioridad ontogénica de los conceptos. Al no apreciar esto, McDowell siente que le sobra el concepto de triangulación y pasa de inmediato a indagar sobre la formación del contenido objetivo en el contexto de la relación entre el sujeto y el objeto reducida al vínculo de la percepción. Le interesan las condiciones en las cuales un sujeto solitario tiene contenidos representacionales que responden al mundo objetivo. Sin embargo, el interés de fondo es poder calificar tales contenidos de experiencia. Su propósito es mostrar que la experiencia es prioritaria desde el punto de vista epistemológico en relación con la creencia para sustituir así el coherentismo con una postura empirista.

No hace falta enfocar la discusión en tratar de desmentir que los sujetos (tanto prelingüísticos como lingüísticos) tienen contenidos "mentales” que se dirigen al mundo objetivo que se configuran como estados representacionales. Más bien, lo que parece discutible es que se piense que, mientras que ese contenido sea privado e inconsciente, puede calificarse de contenido objetivo, e incluso resulta cuestionable que a esos contenidos los entendamos como experiencia. Todo lo que funcione como un sistema representacional (no defectuoso) tiene estados representacionales que responden al mundo objetivo. Una cámara digital, una ameba, un chimpancé y un ser humano forman representaciones que responden al mundo, pero sólo los seres humanos conceptualizan sus representaciones como objetivas o subjetivas desde un nivel metarrepresentacional ("chauvinismo humano”). Un estado representacional o contenido de conciencia sensorial puede calificarse de "contenido objetivo” en la mente de un sujeto a partir de la conducta registrada por un observador desde la perspectiva de la tercera persona. Es obvio que tiene que ser un observador dotado de los conceptos de objetividad y subjetividad y, por lo tanto, de metarrepresentaciones.8 Pero para que el sujeto mismo, desde la perspectiva de la primera persona, pueda calificar de objetivos o subjetivos tales estados de conciencia sensorial, es necesario un verdadero ascenso epistémico(Duica 2014, pp. 240-247) que lo sitúe en el nivel metarrepresentacional. En ese nivel, los estados de conciencia sensorial dejan de ser sólo covarianzas dadas entre el entorno del sujeto y su sistema representacional. Para llevar a cabo ese ascenso, el sujeto debe poder situar en un punto específico del espacio lo que considera la causa (objetiva) del contenido de sus creencias, pero eso, según Davidson, sólo puede hacerlo mediante una triangulación que depende de forma crucial del objeto que percibe, de la perspectiva que aporta otro sujeto en tercera persona y de la comunicación que pueda tener con ella (en segunda persona). Para McDowell, cada sujeto tiene un contenido intuicional; pero, dado que entiende la triangulación básica como una relación entre seres sensibles que se basa en sus respuestas diferenciadas a los rasgos del entorno, termina por creer que las respuestas diferenciadas consisten justo en un tipo de contenido que es por sí mismo objetivo. Lo que digo es que sólo al confrontarse con la causa distal de ese contenido y con otros sujetos en el contexto de triangulación, se produce el ascenso epistémico que da lugar a la posibilidad de considerar el contenido como objetivo o subjetivo. Ese contenido sólo se puede considerar objetivo cuando ambos sujetos pueden distinguir entre lo objetivo y lo subjetivo y eso sólo se logra una vez que los sujetos coordinan sus contenidos de conciencia. Esa coordinación de contenidos es lo que da lugar al nivel metarrepresentacional de la creencia. Éste es el contexto en el que Davidson dice que tener creencias implica tener el concepto de creencia, esto es, de mundo y verdad objetivos. Es por eso que concluye que la formación de creencias depende del contexto de triangulación.

A McDowell le basta con que, desde el punto de vista de la tercera persona, sea razonable atribuir a un sujeto contenidos de conciencia que responden al mundo. Esto es suficiente porque da cuenta de algo que no encuentra en Davidson, a saber, "la disponibilidad de un hecho para un sujeto en un episodio o estado de conciencia sensorial” (McDowell 2003, p. 681). Pero si ese contenido sólo se puede calificar de objetivo desde la perspectiva de un observador y no para el sujeto, si lo que ocurre es que el sujeto mismo no concibe su contenido de conciencia sensorial como objetivo, entonces se cumpliría que la posibilidad de usar la distinción entre lo subjetivo y lo objetivo por parte del sujeto depende de otro tipo de relación distinta a la relación perceptual. Francamente, no puedo ver cómo la reivindicación de la perspectiva de la tercera persona no esté incluida en el contexto de triangulación. Lo que parece que podemos suponer es que está incluida en la triangulación; pero además está la relación intersubjetiva que se da en la triangulación lingüístico-condicionada y que es decisiva para que el sujeto pueda hacer la distinción entre lo objetivo y lo subjetivo.

Ahora bien, que el contenido del estado de conciencia sensorial (que McDowell llama contenido conceptual intuicional) sea un contenido objetivo, si bien sólo para un agente externo (un epistemólogo desde la perspectiva de la tercera persona), no es algo que debamos despreciar. Para McDowell eso es suficiente al hablar de contenido objetivo y considera que, en el intento de mostrar cómo puede ser objetivo para el sujeto, el regreso a la perspectiva de la primera persona nos deja atrapados en una oscilación entre el coherentismo y el Mito de lo Dado. Cree que las dos perspectivas se contrarrestan una a la otra. Propone entonces su epistemología atributiva que establece, desde la tercera persona, lo que el sujeto estaría justificado para saber. Sin embargo, creo que no estamos condenados a enfrentar esa disyuntiva. Más allá de situarnos en la disyuntiva entre epistemologías de la tercera y la primera personas, profundizar en la comprensión de las relaciones epistémicas que se dan en los contextos de triangulación habrá de llevarnos a una epistemología que articula de forma complementaria las perspectivas de la primera y la tercera personas en el ejercicio comunicativo que se da en la segunda persona.

McDowell plantea que en la relación entre el sujeto y el objeto, limitada a la perspectiva de la primera persona, hay un contenido objetivo dado en la percepción; pero, aclara que, en el momento mismo de la percepción, es desde la tercera persona que podemos juzgar como objetivo ese contenido. Todo lo que parece faltarle es advertir que esos dos sujetos interactúan en relaciones de segunda persona para entender cómo es que ambos pueden llegar a responder objetivamente al mundo. Es decir, poco es lo que le falta para llegar al contexto de triangulación en el cual se resuelve el problema que él mismo se plantea, el problema de ofrecer una explicación acerca de cuáles son las condiciones en las que podemos decir que el pensamiento humano responde al mundo objetivo.

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1Esta crítica repite en lo fundamental el argumento general de otras importantes discusiones como las de Verheggen 2006, 2007 y 2013; Glüer 2006, Pagin 2001, Goldberg 2008, entre otros.

2Al usar la expresión "a ve p” en vez de "a ve que p” trato de evitar que al ver se le asocie un contenido proposicional (ver que "el suéter es marrón”). McDowell corrigió esta conceptualización que él mismo había hecho y propuso la idea de que la percepción no tiene contenido proposicional, sino contenido intuitivo: "a ve marrón” o incluso, "a ve color”, podrían ser expresiones no proposicionales de este contenido. Véase McDowell 2009, p. 260.

3Este "ver que” que ahora sí se asocia a un contenido proposicional, se sitúa en T 2 y es relativo al "creer que” de T 2. Es decir, en T 1, cuando el sujeto no cree que p, sólo ve p; pero, en T 2, cuando el sujeto cree que p, se refiere al ver de T 1 como ver que p.

4La triangulación lingüístico-condicionada mostraría que hay un estadio de la comunicación con otros (que está marcado por el condicionamiento de la conducta lingüística) en el que literalmente se enseña a proyectar el pensamiento a un lugar de la realidad que sólo uno de los agentes puede considerar objetiva.

5En Conocer sin representar(Duica 2014) introduje tres condiciones de triangulación distintas según los niveles de desarrollo lingüístico-conceptual de los agentes. Así, distingo entre triangulación 1) atencional-intencional, 2) lingüístico condicionada y 3) interpretativa.

6Ésta es una posibilidad que McDowell no considera. El único contexto en el que se puede afirmar que no hay relaciones intersubjetivas entre agentes es el de la triangulación que realizan los seres no lingüísticos, por ejemplo, los animales no humanos. Quizá también se pueda incluir la triangulación que se puede dar entre un animal humano y uno no humano (p.ej., una persona que juega con su perro lanzando una pelota). He llamado a ese contexto "triangulación atencional-intencional”.

7Davidson es en parte responsable de esto porque sólo discutió la triangulación simple y la lingüística.

8Aunque un chimpancé puede observar la conducta de un congénere, no tiene cómo atribuir ni juzgar como "objetivo” o "subjetivo” el contenido representacional o de conciencia sensorial que de hecho tiene su congénere

Recibido: 06 de Octubre de 2015; Revisado: 27 de Septiembre de 2016; Aprobado: 07 de Abril de 2017

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