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Diánoia

versão impressa ISSN 0185-2450

Diánoia vol.60 no.74 Ciudad de México Mai. 2015

 

Reseñas bibliográficas

 

Peter Trawny, Heidegger und der Mythos der jüdischen Weltverschwörung

 

Federica Ma. González-Luna Ortiz

 

Klostermann, Fráncfort del Meno, 2014, 106 pp.

 

Bergische Universität Wuppertal. fedilu@hotmail.com

 

En forman paralela a la publicación de los primeros tres volúmenes de los Cuadernos negros1 de Martin Heidegger, Peter Trawny decidió sacar a la luz su texto Heidegger y el mito de la conspiración mundial de los judíos con el fin de aclarar la cercanía del pensador de la Selva Negra con el nacionalsocialismo y, sobre todo, para esclarecer los pasajes en los que el filósofo manifiesta una postura evidentemente antisemita.2 El problema no es exclusivamente su antisemitismo, ni siquiera su cercanía explícita con el nacionalsocialismo, sino el misterio que representa el error de uno de los pensadores más grandes del siglo, el piélago que se extiende entre su genio y la humanidad de su yerro. En ese yerro podemos barruntar la hondura de los abismos que yacen en todo pensamiento. El texto de Trawny constituye una topografía singular, es decir, una ubicación filosófica de los conceptos más controvertidos que aparecen en los Cuadernos: judaísmo mundial, raza, pueblo, sangre, nacionalsocialismo. Esta topografía intenta descifrar el sentido de esos conceptos enigmáticos en el complejo de la obra heideggeriana y que, sin un contexto y un lugar preciso en la filosofía del pensador alemán, fácilmente producen una hermenéutica falsa de la postura heideggeriana ante hechos tan relevantes en la historia de Occidente. El delicado hilo conductor del libro reside en la introducción del concepto "antisemitismo ontohistórico" que el autor osada, y quizá también acertadamente, aplicó al antisemitismo que puede atribuirse a Heidegger. Más que por una apologética obcecada de lo indefendible, el autor pretende mostrar que el peculiar antisemitismo presente en los Cuadernos negros se inscribe en una narrativa filosófica, esto es, que el antisemitismo de Heidegger es una postura metafísica, más que política o personal. Justo en esta dimensión reside la novedad de la postura de Heidegger ante el nacionalsocialismo y el antisemitismo, pues en cuanto a su cercanía con ese movimiento en el plano biográfico había ya bastante información, sobre todo en lo que respecta a su adhesión al partido cuando llegó a ser rector de la Universidad de Friburgo en 1933. Asimismo, se había considerado ya su cercanía con el nacionalsocialismo como un paréntesis que tocó su fin con la renuncia al rectorado en abril de 1934. Sin embargo, los Cuadernos revelan un pecado que va más allá de la acción u omisión, un pecado de pensamiento o, como Trawny dice recordando a Derrida, "una herida del pensar". De esta manera, las preguntas que intenta responder este texto son: ¿en qué medida contamina este singular antisemitismo la filosofía heideggeriana? ¿Acaso debemos desechar la filosofía de Heidegger en virtud de esa contaminación o es posible encontrar otra explicación que salve su pensamiento de un naufragio absoluto? Como afirma Trawny desde la introducción, no todo antisemitismo lleva necesariamente a Auschwitz.

Para ubicar esta temática, el autor comienza por trazar el panorama de la filosofía heideggeriana durante el tiempo en el que escribió los Cuadernos negros, y acentúa los conceptos clave que aparecen en obras, cursos y seminarios publicados hasta ahora. Se nos muestra cómo Heidegger, tras intentar varios proyectos filosóficos, se encuentra con la "narrativa" que guiará su pensamiento al menos entre los años treinta y cuarenta. No obstante, varios términos prefiguran ya ese camino. Uno de los más importantes para el desarrollo posterior de su pensamiento es el de "Destino", que se encuentra ya en Ser ytiempo y que se define como el "acontecer de la comunidad de un pueblo"3 en el "ser en un mundo común y en la apertura para determinadas posibilidades".4 En el verano de 1932 Heidegger encontró finalmente la dimensión de su nuevo proyecto, a saber, la "narrativa de un final y un comienzo", que pensaría durante más de una década como la "historia del ser" (Seinsgeschichte). Al mismo tiempo, ocurre un giro en la concepción de la tarea de la filosofía, que se ve ahora como un pensar atado esencialmente al acontecer histórico de Europa. Ahora bien, en esta narrativa encontramos, como en toda narrativa, los actores que desempeñan un papel esencial en el despliegue de la historia del Ser, a saber, Grecia y Alemania. Grecia personifica el comienzo del pensar metafísico, mientras que Alemania se encuentra precisamente en el final de ese antiguo comienzo y tiene como misión fundar una nueva ϑεωρíα y una nueva lógica que culminaría con el pensamiento que había dominado y determinado la historia hasta el surgimiento de su respectiva filosofía. Y es precisamente en medio de esta narración ontohistórica que aparecen todos los colectivos aparentemente "raciales" o "políticos", como los "romanos", el "cristianismo", el "bolchevismo", el "americanismo" o el "judaísmo". De esta manera, Trawny emplaza la cercanía de Heidegger con el nacionalsocialismo en esta narrativa donde coinciden misteriosamente el nuevo comienzo del filosofar y la promesa revolucionaria del Tercer Reich. No obstante, es imprescindible agregar que la primera impresión de Heidegger del nacionalsocialismo, y en la que vislumbra vanamente la ilusión de una nueva Alemania, se troca muy pronto en desilusión y en la consecuente condena del régimen. Heidegger cree cándidamente que el nacionalsocialismo terminaría con la esencia de la metafísica —la técnica—, y termina por atribuirle a éste esa misma esencia, junto a la excéntrica idea de su "necesidad" para la futura superación de la metafísica. La razón de ello estriba en la retórica nacionalsocialista que tilda al movimiento de antimoderno. Heidegger, influido por esta propaganda y en su afán antimoderno, equipara vanamente el comienzo de un pensar que anhela superar la Modernidad con el comienzo de la revolución nacionalista. De esta manera se devela el sentido de la siguiente frase de los Cuadernos: "El empoderamiento pasajero del judaísmo se fundamenta en el hecho de que la metafísica de Occidente, especialmente en su desarrollo moderno, ofreció el punto de partida para la propagación de una racionalidad y destreza calculadora por lo demás vacía, que por este camino logró albergarse en el 'espíritu', sin siquiera haber sido nunca capaz de comprender el oculto ámbito de decisiones por sí mismo."5

En la trama de los Cuadernos negros se tejen por primera vez los hilos del antisemitismo alrededor de 1937, cuando Heidegger asigna al judaísmo un papel determinante en la historia del ser. Para Trawny, el antisemitismo de Heidegger se funda en la caracterización del judaísmo como un pueblo "calculador", en donde el "cálculo" constituye una modalidad de pensamiento que pertenece a un pueblo desarraigado y carente de mundo (weltlos); el cálculo desarraiga mediante la esencia técnica que domina la relación del hombre con las cosas. De esta manera, se abre un antagonismo en la narrativa ontológica en la que, por un lado, se encuentra el pensar calculador y su "a-mundanidad" y, por otro, un pensar meditante (besinnlich) que surge exclusivamente del arraigo a la tierra natal y la apertura del mundo (p. 37). Sin embargo, tanto uno como otro antagonista resultan de una historia que decide por encima del hombre, una historia que actúa sobre el destino del hombre. En este sentido, Trawny encuentra en esta idea un "primer antisemitismo" en el que lo judío se equipara con el cálculo, y el cálculo surge de la a-mundanidad. Otro antisemitismo es el "racial", en el cual, no obstante, el concepto de raza adquiere un sentido inédito que a la vez se inscribe perfectamente en el discurso heideggeriano. Como menciona el autor, Heidegger condena cualquier concepto de raza, pues considera que la raza parte de una falsa interpretación de la vida, pero a su vez considera la raza desde una perspectiva filosófica: como un momento del "estado de arrojado" (Geworfenheit)6 y de la historicidad propia del Dasein (p. 39). El "tercer antisemitismo" que el autor tematiza significa, más que antisemitismo, la "neutralización" de lo judío y lo alemán en la narrativa ontohistórica. Sin embargo, preferimos dejar abierto a la curiosidad del lector el complejo entramado que Trawny logra esclarecer en esta última reflexión en torno al antisemitismo ontohistórico.

Como puede verse en el tercer capítulo, titulado "El concepto ontohistórico de raza", allende el intento del autor por descifrar el peculiar antisemitismo de Heidegger, Trawny aborda la obra ya conocida a partir del nuevo campo semántico colegido de los Cuadernos. Uno de los conceptos que puede leerse desde este enfoque es el de "raza", el cual Trawny retoma del curso La lógica como la pregunta por la esencia del lenguaje, impartido en 1934 (GA 38). A lo largo del texto, todos estos conceptos se inscriben en una dinámica filosófica exclusiva de Heidegger, en la cual éste parece adherirse al discurso oficial (nacionalsocialista), para después marcar su distancia mediante la resignificación de los mismos conceptos y criticar de una manera inesperada la falaz comprensión y utilización de ellos por parte del nacionalsocialismo.7 La dificultad reside, y en eso consiste uno de los méritos del autor, en el descubrimiento, en primer lugar, de esta dinámica y, después, en comprender la diferencia esencial entre el sentido "oficial" de un concepto y su sentido filosófico. He aquí uno de los ejemplos de esta dinámica que Trawny recoge de los Cuadernos negros: "Los muchos que hablaban sobre 'raza y arraigo a la tierra' demuestran en cada palabra y en cada acto u omisión que no 'poseen' nada de ello".8 Heidegger logró al menos vislumbrar la distancia entre la narrativa del primer y el otro comienzo y la revolución nacionalista. Asimismo, Trawny descubre otro movimiento esencial del despliegue de la filosofía heideggeriana en la tentativa del mismo pensador por reinterpretar Ser y tiempo desde un enfoque político o más bien "metapolítico", es decir, en el que se realiza una "ontologización del plano político" (n. 15 del tercer capítulo) o, por qué no, una politización de la ontología.

El autor examina también otro de los motivos cruciales que atraviesan la obra heideggeriana, a saber, la denominada "diferencia ontológica", de la cual Heidegger se sirve hasta principios de los años treinta. Dicha diferencia designa la absoluta distinción entre el Ser y el ente. La originalidad de este examen reside en la ubicación de esos conceptos en el campo semántico inaugurado en esos años en torno a la voz alemana "Fremd" (lo extraño, extranjero, ajeno), en virtud de la cual aparecen los conceptos de Ser y Dasein bajo una nueva luz. El Ser se concibe entonces como lo completamente otro, ajeno al ente (p. 70), "das 'Nur-Befremdliche'" ("lo únicamente insólito"); mientras que el pensador del Ser se convierte en un hombre "atópico", es decir, un hombre que no tiene lugar en el mundo de lo ente: "Forastero en lo ente, insólito para cualquiera".9 Trawny pretende develar aquí cómo el Ser, en esta dimensión de lo completamente extraño, se inscribe en la narrativa del encuentro entre lo "griego" y lo "alemán", en donde lo griego funge a su vez como lo ajeno frente a lo "propio" de lo alemán. Sin embargo, surgen las siguientes cuestiones: ¿qué autoriza a un pueblo o a otro a llevar a cabo la misión de devolver al hombre su vínculo con el Ser? Más aún, ¿qué significa "pueblo" en esta dimensión de lo a-tópico? Y, por otro lado, ¿cómo se inserta el antisemitismo en esta narrativa en la cual acontece un cisma entre el Ser y el ente?

Es un hecho que merced a la publicación de los Cuadernos negros se abre un camino inesperado para la interpretación de la filosofía de Martin Heidegger. Peter Trawny inaugura el trayecto desde un enfoque topográfico-narrativo que intenta mostrar el pensamiento heideggeriano como un constante acontecer, como un "ir de camino" (unterwegs sein), poniendo el dedo en las llagas que surcan el siglo XX. Su lectura invita a indagar en los Cuadernos negros desde una perspectiva que va más allá de la curiosidad biográfica, y dirige la mirada hacia la comprensión de los abismos de un pensador cuya efigie parece precipitarse sobre nosotros. Más aún, ofrece un nuevo horizonte topográfico para interpretar la soledad de estos escritos, en donde habla el pensador con palabras inesperadas, diciendo exactamente lo contrario que el mundo esperaba.

 

Bibliografía

Heidegger, M., 1977 Sein und Zeit, Vittorio Klostermann, Fráncfort del Meno.         [ Links ]

----------, 2014a, Überlegungen II-VI (Schwarze Hefte 1931-1938), (GA 94), Vittorio Klostermann, Fráncfort del Meno.         [ Links ]

----------, 2014b, Überlegungen VII-IX (Schwarze Hefte 1938-1939), (GA 95), Vittorio Klostermann, Fráncfort del Meno.         [ Links ]

----------, 2014c, Überlegungen XII-XV (Schwarze Hefte 1939-1941), (GA 96), Vittorio Klostermann, Fráncfort del Meno.         [ Links ]

Trawny, P., 2014, Heidegger und der Mythos der jüdischen Weltverschwörung, Klostermann, Serie Roja, Fráncfort del Meno.         [ Links ]

 

Notas

1 Hasta ahora han visto la luz cuatro de los nueve volúmenes que constituyen los Cuadernos negros, los cuales abarcan anotaciones desde 1931 hasta comienzos de los años setenta. Han aparecido ya el volumen 94, Überlegungen II-VI (Schwarze Hefte 1931-1938); el volumen 95, Überlegungen VII-IX (Schwarze Hefte 19381939) y el volumen 96, Überlegungen XI-XV (Schwarze Hefte) 1939-1941 y el volumen 97, Anmerkungen I-V (Schwarze Hefte 1942-1948), los cuatro editados por P. Trawny por encargo de la familia Heidegger.

2 El texto aquí reseñado resulta de gran utilidad para la investigación de doctorado en torno a la filosofía heideggeriana que realizo actualmente en la Bergische Universitát Wuppertal gracias a la beca Conacyt-DAAD.

3 Todas las traducciones son del autor de esta reseña.

4 Citado por Trawny 2014, p. 18; Heidegger 1977, p. 508.

5 Citado por Trawny 2014, p. 31; Heidegger 2014c, p. 67. Diánoia, vol. LX, no. 74 (mayo de 2015).

6 En sus respectivas traducciones de Ser y tiempo, J. Gaos traduce el concepto alemán "Geworfenheit" (que proviene de "werfen", es decir, arrojar) como "estado de yecto" y J.E. Rivera como "condición de arrojado". Otra traducción posible es "arrojamiento", en la que el movimiento que se lleva a cabo en el Dasein resulta más plástico.

7 Es importante añadir que esta jerga no es exclusiva del nacionalsocialismo, sino que, como apuntó R. Safranski en un diálogo transmitido por el canal alemán 3Sat el 19 de marzo de 2014 entre el escritor y P. Trawny, se trata de un vocabulario esencialmente "antimoderno" que data desde el siglo XIX.

8 Trawny 2014, p. 62; Heidegger 2014a, p. 102.

9 "Fremdling im Seienden, befremdlich für Jedermann", citado por Trawny 2014 p. 70; Heidegger 2014a, p. 102. Diánoia, vol. LX, no. 74 (mayo de 2015).

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