SciELO - Scientific Electronic Library Online

 
vol.59 issue72La mente extendidaThe Disclosure of Politics: Struggles over the Semantics of Secularization author indexsubject indexsearch form
Home Pagealphabetic serial listing  

Services on Demand

Journal

Article

Indicators

Related links

  • Have no similar articlesSimilars in SciELO

Share


Diánoia

Print version ISSN 0185-2450

Diánoia vol.59 n.72 Ciudad de México May. 2014

 

Reseñas bibliográficas

 

Lorraine Daston, Breve historia de la atención científica

 

Damián Islas Mondragón

 

traducción de Eduardo González Muñiz, La Cifra, México, 2012, 62 pp.

 

Universidad Juárez del Estado de Durango damianislas@ujed.mx

 

El libro de Lorraine Daston Breve historia de la atención científica, publicado en español por la editorial La Cifra en 2012, consta de seis apartados a través de los cuales la autora formula una interesante cuestión desde las perspectivas de la psicología de la investigación científica y la epistemología de la historia natural: por qué, cuándo y cómo ocurre que los científicos dirigen su atención sobre determinados objetos de estudio y no sobre otros. O bien, desde otro punto de vista, cómo emergen los objetos científicos y cómo, en un determinado momento, se desvanecen.

Según Daston, la psicología actual considera que la distribución de la atención y la distribución de los afectos e intereses están estrechamente relacionadas entre sí, por lo que el concepto de "atención" está ligado a ciertas "pasiones"1 cognitivas. No obstante que la autora no hace referencia a una definición precisa del concepto de "pasión cognitiva", sí analiza algunos ejemplos de estas pasiones, como el asombro y la curiosidad que el hombre experimenta de manera natural. Alrededor de los siglos XVII y XVIII, estas pasiones, asegura Daston, condujeron la atención del hombre científico hacia objetos que hoy consideramos excepcionales o repulsivos.

Para defender esta idea, a lo largo del libro cita diversas obras en las cuales algunos de los más grandes científicos se ocuparon de ciertos objetos insólitos, en particular en las incipientes disciplinas naturales que comenzaron a configurarse como tales en aquellos siglos. Descartes, por ejemplo, en Principios de la filosofía (1647)2 pretendió explicar, refiere Daston, por qué un cadáver comenzaba a sangrar en presencia de su asesino; por su parte, Leibniz (1715)3 se ocupó de cómo era que un perro parecía ladrar palabras en francés, y Newton (1669),4 a su vez, profundizó en torno a los agentes universales de la naturaleza y su "fuego concreto".

Es importante recordar que, en aquella época, no sólo el concepto de "objeto científico" estaba en formación, sino que la misma noción de lo que hoy entendemos por "ciencia" apenas comenzaba a configurarse. Una muestra de ello es la pluralidad de contenidos "científicos" que publicaban las primeras revistas fundadas por las más antiguas academias y sociedades científicas europeas como la Royal Society of London (1660) o la Académie Royal des Sciences (París, 1666). Por ejemplo, a la vez que estas incipientes revistas académicas publicaban los más recientes experimentos de Robert Boyle en torno al fenómeno de la "respiración de los animales", también publicaban informes sobre "becerros monstruosos" del mismo autor.

Algunos objetos científicos insólitos como éstos, así como las pasiones que provocaban en quienes los estudiaban, ocuparon un lugar privilegiado, enfatiza Daston, en la búsqueda de un nuevo método de descubrimiento científico entrelazado con una psicología de la investigación científica y una epistemología de la historia. En este sentido, Francis Bacon y Nicolas Malebranche, entre otros, aseguraron que el asombro y la curiosidad eran un prerrequisito necesario para realizar investigaciones científicas de entidades individuales más detalladas. En palabras de Daston: "los filósofos naturales debían ambicionar hacer de lo cotidiano algo asombroso... " (p. 33).

El asombro y la curiosidad motivaron que, durante el siglo XVII, los sujetos científicos concentraran su atención en ciertos objetos "insignificantes", como insectos, reptiles, animales microscópicos, etc., lo cual no era bien visto por algunos miembros de la sociedad inmersos en un contexto de jerarquías de objetos inferiores y sublimes, señala Daston. Para defender su interés en este tipo de objetos incipientemente científicos, se argumentó que el estudio de estas criaturas "insignificantes" en realidad era un primer paso en el ascenso hacia la contemplación de la obra divina, tarea que gozaba de mejor prestigio. Sin embargo, durante el siglo XVIII, la investigación científica experimentó un cambio notable, pues, considerando innecesario justificar tales estudios a partir de la teología natural, le confirió a este tipo de objetos científicos un valor emocional y estético intrínseco que los convertía en un fin en sí mismos.

Este cambio de actitud modificó, asegura Daston, el desarrollo de la psicología de la investigación científica, pues en ella primero venía el asombro, después la atención y al final la curiosidad, y entonces se dio paso a que primero viniera la atención, luego la curiosidad y por último la sorpresa. En palabras de Daston:

Si la generación de naturalistas como Hook había considerado como necesario hacer de lo ordinario algo maravilloso con el fin de cautivar la atención, naturalistas posteriores como Réamour y Bonnet creían que una atención permanente era necesaria para descubrir lo maravilloso en lo ordinario. (p. 43)

En este sentido, Hook aseguraba que sin el asombro resultaba imposible fijar la atención, mientras que para algunos filósofos naturales del siglo XVIII, como Carl Linneo, la atención y el asombro eran actos de la propia voluntad y una fuente de placer incluso independiente del objeto científico mismo.

En resumen, el pequeño libro de Daston nos relata cómo la atención científica dejó de ser una pasión externa más o menos pasiva para convertirse en una pasión activa cuyo origen se encuentra en el movimiento "interno" del espíritu. Es claro que una de las virtudes de este estudio es abordar un tema poco explorado, el de la atención científica y su relación con la emergencia de objetos científicos específicos; sin embargo, me parece que lo hace de manera demasiado breve, por lo que el libro es más bien un detonador para el desarrollo de futuras investigaciones más extensas, que incorporen las discusiones más recientes en psicología y en los estudios cognitivos neurocientíficos actuales en torno a la atención en general y la atención científica en particular.

 

Notas

1 El concepto "pasión" es una degeneración del vocablo griego pathos, que indica, ante todo, "sentimiento". Cuando se estimó que la pasión era una aflicción del alma, dicho concepto acabó significando "enfermedad", como en la palabra "patógeno".

2 Cfr. R. Descartes, Principes de la philosophie, en Œuvres de Descartes, ed. Charles Adam y Paul Tannery, Léopold Cerf, París, 1897-1920, vol. 9, pp. 308-309.         [ Links ]

3 Cfr. G. Leibniz, "Histoire de l'Académie Royale des Sciences", en Observation de Physique Générale, París, 1718, pp. 3-4.         [ Links ]

4 Cfr. I. Newton, "Vegetation of Metal",         [ Links ] citado por John Henry en "The Scientific Revolution in England", en Roy Porter y Mikulás Teich (comps.), The Scientific Revolution in National Context, Cambridge University Press, Cambridge, 1992, pp. 178-209.         [ Links ]

Creative Commons License All the contents of this journal, except where otherwise noted, is licensed under a Creative Commons Attribution License