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Diánoia

versão impressa ISSN 0185-2450

Diánoia vol.58 no.71 Ciudad de México Nov. 2013

 

Reseñas bibliográficas

 

Carlos Illades, La inteligencia rebelde: la izquierda en el debate público en México 1968-1989

 

Guillermo Hurtado

 

Océano, México, 2012, 250 pp.

 

Instituto de Investigaciones Filosóficas, Universidad Nacional Autónoma de México. Correo electrónico: gmhp@servidor.unam.mx

 

Carlos Illades ha realizado valiosas investigaciones sobre la historia intelectual de la izquierda mexicana. En 2002 publicó Rhodakanaty y la formación del pensamiento socialista en México, y en 2008, Las otras ideas: estudio sobre el primer socialismo en México 1850-1935. Ahora, en su libro más reciente, La inteligencia rebelde, Illades examina algunos momentos de la historia intelectual de la izquierda mexicana entre 1968 y 1989.

El periodo elegido por Illades es la era dorada del pensamiento de izquierda mexicano. ¿Quién no recuerda la presencia del marxismo en las universidades públicas, la sensación de que el bloque socialista iba ganando la Guerra Fría, la convicción con la que actuaban los grupos políticos de izquierda? La lectura del libro de Illades provoca, incluso en aquellos que no formamos parte de esos cuadros, una nostalgia por esos años en los que se puede decir que había izquierda en México y, además, había intelectuales de izquierda. Hoy en día son muy pocos los genuinos intelectuales de izquierda y los que quedan, en su mayoría, nacieron antes de 1950. No hay, por ejemplo, quién imparta una buena clase de filosofía marxista en la Facultad de Filosofía y Letras de la UNAM. Vueltas que da la vida, porque a finales de las décadas de 1970 y 1980 dictaban cátedra sobre filosofía marxista figuras como Adolfo Sánchez Vázquez, Elí de Gortari, Joaquín Sánchez McGregor, Enrique González Rojo, Alberto Híjar, Cesáreo Morales, Jaime Labastida, Carlos Pereyra y Juan Garzón, entre otros. Con el fallecimiento de Bolívar Echeverría en 2010 se acabó de cerrar ese capítulo de la historia de la filosofía en la UNAM.

Pero las redes intelectuales de las que se ocupa Illades en su libro no se ubican en los espacios universitarios, sino en tres revistas de orientación marxista de aquellos años: Historia y Sociedad, Coyoacán y Cuadernos Políticos. En el libro se describe el sitio que cada una de ellas ocupó en el campo intelectual de la izquierda mexicana: Historia y Sociedad, publicada entre 1965 y 1981, ligada al Partido Comunista Mexicano; Coyoacán, publicada entre 1977 y 1985, de orientación trotskista, y Cuadernos Políticos, editada entre 1974 y 1990 por un grupo de intelectuales independientes.

El estudio de Illades sobre estas tres revistas no pretende ofrecer un panorama exhaustivo de sus temas y autores. Sin embargo, hubiera sido provechoso que al final del libro se incluyeran los índices completos de las tres revistas. Illades enfoca su atención en algunos autores de cada una de estas revistas. De Historia y Sociedad se considera principalmente a Enrique Semo y Roger Bartra; de Coyoacán, a Adolfo Gilly; y de Cuadernos Políticos, a Ruy Mauro Marini, Carlos Pereyra y Bolívar Echeverría. Sobre estos autores gira la mayor parte del libro. De cada uno se ofrecen datos biográficos y bibliográficos que van más allá de su participación en las revistas mencionadas.

Una característica común a todos estos autores es que o bien se exiliaron en México desde Europa o Sudamérica, o bien sus padres lo hicieron con anterioridad. Por lo tanto, el libro de Illades también puede leerse como un capítulo más de la historia de la emigración intelectual a México en el siglo XX y, en particular, de la emigración intelectual de izquierda. La hospitalidad mexicana, sin embargo, tuvo sus límites, porque los servicios de inteligencia del Estado estuvieron atentos a las actividades de todos los intelectuales estudiados por Illades. El caso extremo fue el de Gilly, guerrillero en Guatemala, capturado en México y preso político en la cárcel de Lecumberri, donde escribió su libro La revolución interrumpida.

Durante décadas, el libro de Gilly ha sido un libro de texto para el estudio de la Revolución en varias instituciones de educación superior, como la Facultad de Ciencias Políticas y Sociales de la UNAM. No quiero resultar irónico, pero creo que sólo ha habido otro libro sobre la Revolución que ha tenido más impacto en el imaginario histórico de la izquierda y es La Revolucioncita mexicana de Rius; aunque habría que decir que la interpretación general que allí se hace de la Revolución debe mucho a la de Gilly. Sin embargo, el estudio de la historia de México desde una perspectiva marxista tuvo su sitio más firme en la revista Historia y Sociedad, en la cual Enrique Semo y Roger Bartra publicaron sobre esos temas. Nacido en Bulgaria en 1930, Semo ha escrito numerosos estudios sobre la historia social y económica del capitalismo en México, los cuales le han merecido reconocimiento internacional. Roger Bartra, mexicano de origen catalán, también publicó en los años 1970 varios trabajos sobre las condiciones del campesinado mexicano. En la década de 1980 Bartra transitó hacia una crítica de la ideología. En 1981 publicó Las redes imaginarias del poder político y en 1987 La jaula de la melancolía.

El libro de Illades está dedicado a la memoria de Carlos Pereyra y Bolívar Echeverría, los dos filósofos de Cuadernos Políticos. La obra de Pereyra se ha reunido en un grueso volumen publicado por el Fondo de Cultura Económica con el título Filosofía, historia y política. La lectura de los escritos teóricos de Pereyra sigue impactando por su rigor conceptual, casi en el estilo de la filosofía analítica. Sin embargo, algunos de sus textos resultan, hoy en día, demasiado anclados en las perspectivas y los problemas de su tiempo. Por ejemplo, siguiendo de cerca a Louis Althusser, el gran referente del marxismo de esa generación, Pereyra sostenía que la historia es un proceso sin sujeto. Por otra parte, se ocupó del tema de la cientificidad de la historia, muy discutido hasta que sobrevino el giro narrativista que lo desplazó por completo. Pero hoy en día se recuerda a Pereyra como uno de los principales teóricos de la transición democrática mexicana del siglo anterior. En un entorno en el que no pocos intelectuales veían la lucha armada como una opción legítima para la transformación social, la insistencia de Pereyra en la participación de la izquierda en el proceso democrático fue determinante para que los vientos soplaran en otra dirección. En este tour de force, las ideas de Norberto Bobbio desempeñaron un papel importante para romper con la idea de que la democracia estaba casada con el capitalismo. Hoy en día, cuando la alternancia ha dado una vuelta de espiral, tendríamos que replantear la ideología de la transición inconclusa de manera seria y profunda, como lo hizo Pereyra en su momento. Sin embargo, da la impresión de que aunque hay cientos de comentaristas, no hay suficientes intelectuales que analicen con hondura nuestro presente político. La democracia mexicana es como una nave a la deriva en la que todo mundo opina, todo mundo discute, pero no hay cartógrafos. Una tentación que habría de evitarse, sobre todo desde la izquierda, sería sacar del baúl el viejo mapa teórico de la transición del siglo anterior.

Casi contemporáneo de Pereyra, nacido en Ecuador y formado en Berlín, Bolívar Echeverría fue un intelectual muy activo y uno de los principales difusores del marxismo centroeuropeo y de la Escuela de Fráncfort. Después de ocuparse de difíciles cuestiones teóricas dentro del marxismo, Echeverría dio un giro hacia la filosofía de la cultura. En su libro La modernidad de lo barroco, describe el barroco como una forma de vida que se caracteriza por su resistencia a la lógica del valor del cambio y su rescate del valor de uso. Se pueden tener dudas acerca de si ésta es una caracterización adecuada del barroco, incluso del barroco latinoamericano, pero hay que reconocer que la propuesta ha generado una discusión muy rica. También puede rebatirse que la cultura del barroco pueda ser, hoy en día, una forma de resistencia frente al capitalismo global que ha tomado, quizá, una forma de neobarroco, como lo ha sugerido Omar Calabrese. Illades contrasta las posiciones de Pereyra y Echeverría ante los cambios que se efectuaban a finales de los años 1980. Illades señala que mientras que Pereyra transitó de la revolución a la modernización y del comunismo a la democracia, Echeverría nunca dejó de tener una actitud de rechazo al capitalismo, sin importar las formas democráticas que éste pudiera adquirir. Illades sostiene que si bien los avances de la democracia a finales del siglo anterior le dieron la razón a Pereyra, el desastre del régimen neoliberal posterior y la sangría a la que éste ha sometido a México reivindican en la actualidad las críticas de Echeverría al capitalismo.

En la parte final del libro, Illades reflexiona sobre el significado de la caída del muro de Berlín. También se ocupa de la caída del sistema electoral mexicano en 1988. Si bien reconoce que no hay vuelta atrás, es decir, que en 1989 se cerró, quizá para siempre, un régimen de historicidad, una comprensión teórica de la vida humana e, incluso, un tipo de intelectual, el autor no puede ocultar su simpatía con el marco teórico y, sobre todo, moral del marxismo. Illades escribe con nostalgia sobre esos tiempos dorados de la izquierda intelectual mexicana, que fueron, también, los de su infancia y juventud.

El libro de Illades es una obra sólida y ambiciosa. Es un excelente ejemplo de cómo hacer historia intelectual de México. Pero, además, es una obra que nutre la esperanza, todavía preservada por muchos, de que un nuevo pensamiento socialista, una nueva política de izquierda, puedan derrocar al salvaje imperio del capital, de la dominación, de la necesidad.

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