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Diánoia

versão impressa ISSN 0185-2450

Diánoia vol.57 no.69 Ciudad de México Nov. 2012

 

Reseñas bibliográficas

 

Gottfried W. Leibniz, Obras filosóficas y científicas, vol. XVI (Ay B), Correspondencia III

 

Leonardo Ruiz Gómez

 

Ed. y trad. Bernardino Orio de Miguel, Comares, Granada, 2011, 1272 pp.

 

Universidad de Navarra. ruizg.leonardo@gmail.com

 

Como parte del proyecto Leibniz en Español, auspiciado por la Sociedad Española Leibniz, la editorial Comares ha publicado el volumen XVI de su edición Obras filosóficas y científicas del bibliotecario de Hannover. A cargo de Bernardino Orio de Miguel, los dos tomos de este volumen recogen la totalidad de la correspondencia que sostuvo el sabio alemán con el matemático suizo Johann Bernoulli y con el científico holandés Burcher de Volder. El presente volumen, el cuarto en ver la luz dentro del proyecto de esta compilación dirigida por Juan Antonio Nicolás, ofrece, por primera vez en español, una edición completa de estas dos correspondencias. La traducción está realizada, según informa el editor y traductor, directamente del latín, a partir de tres ediciones distintas. Las cartas que intercambiaron Bernoulli y Leibniz entre diciembre de 1693 y diciembre de 1698 (las primeras ochenta y ocho de la correspondencia) se tradujeron a partir de la edición crítica en línea de la Akademie Ausgabe Mathematischer, naturwissenchaftlicher und technicher Briefwechsél, Leibniz-Archiv, Hannover, vols. AA III, 5-7. El resto de las cartas de la correspondencia con Bernoulli se tomó de la edición de Gerhardt, Matematische Schriften, Olms, Hildesheim, 1971, vol. III. Por su parte, toda la correspondencia con De Volder se tradujo a partir de la edición latina, también de Gerhardt, en Die Philosophischen Schriften, Olms, Hildesheim, 1965, vol. II. Resulta de gran utilidad en esta edición y traducción la referencia en el margen de cada hoja a la paginación de cada una de las ediciones originales, de modo que se facilita la consulta de éstas, que paulatinamente se han convertido en canónicas, desde el texto traducido.

La correspondencia entre Leibniz y Bernoulli es apasionante por igual para historiadores de las matemáticas y de la física, para teóricos de la ciencia y para quien tenga un genuino interés filosófico: ofrece 275 epístolas de un diálogo crítico, agudo y, a la vez, amistoso y constructivo. A través de estas cartas no sólo se esbozan los trazos de la nueva ciencia dinámica o se contrastan las aplicaciones del nuevo cálculo infinitesimal, se ofrece también una amplia perspectiva de la vida científica del momento, de las novedades intelectuales que ocupaban la mente de estos dos grandes sabios.

En las primeras cartas, además de las presentaciones respectivas (los interlocutores no se conocían personalmente, ni habrían de hacerlo jamás), se abordan principalmente problemas particulares del cálculo que van desde la cuadratura del círculo y la hipérbola hasta el uso de un "círculo osculatorio" para medir el cambio de dirección de una curva. Se habla también del proyecto leibniziano de una Scientia Infiniti, donde se "tratarían los principios de una matemática más elevada, principios que implican la universal consideración del infinito" (AAIII, 6, p. 37) y del nombre utilizado por Bernoulli para denotar la recíproca de las diferencias, a saber, la "integral" (AA III, 6, p. 292).

Poco a poco, a través de la aplicación del cálculo a problemas específicos, se van sumando a las discusiones matemáticas ciertas consideraciones sobre la mecánica. Aparece en este punto la conocida crítica de Leibniz a la mecánica cartesiana, una crítica que compartirá buena parte de sus contemporáneos; principalmente, Huygens, con quien había discutido ampliamente sobre este tema. Así, una vez muerto este sabio holandés, el principal interlocutor de Leibniz en este tema será Johann Bernoulli, con quien discutirá sus ideas publicadas ya en la primera parte del Specimen dynamicum y otras tantas todavía inéditas. El remplazo del principio de conservación del momentum por el de la conservación de la fuerza activa será el trasfondo de toda la discusión. Poco a poco, la correspondencia empieza a tocar temas más metafísicos que, muy al modo leibniziano, comienzan a presentarse inseparables de los dinámicos: la elasticidad universal de los cuerpos, la vis insita rebus, las ecuaciones de conservación relativa de la fuerza directiva y de la velocidad respectiva, las demostraciones a priori y a posteriori de la ley de conservación de la fuerza activa. Todas estas cuestiones que resultaron fundamentales para la elaboración de la ciencia dinámica llevarán la correspondencia hasta discusiones epistemológicas sobre la relación entre física, matemáticas y metafísica, sobre la existencia de los átomos, el estatuto ontològico de los infinitésimos y la ley de continuidad. Estos temas conformarán, acompañados siempre de innovaciones matemáticas relacionadas con el cálculo, las cartas de uno y otro autor hasta los últimos días de Leibniz.

La correspondencia con Burcher de Volder, por su parte, parece tener desde un inicio un talante menos dialógico que la de Bernoulli. Este científico holandés, hombre primordialmente experimental y matemático cultivado, fue un crítico agudo de las tesis leibnizianas; el más tenaz —opina Orio de Miguel— de todos sus corresponsales. Desde un inicio mostró su escepticismo ante la noción de fuerza ingénita y de mónada; y no sin razón, pues tampoco admitía buena parte del arsenal dinámico-metafísico que sostenía estas nociones leibnizianas: la refutación de la ley de conservación del momento cartesiano a través del absurdo del movimiento perpetuo, la ley cósmica de la continuidad, la elasticidad universal e incluso la noción de contingencia leibniziana. El resultado de este encuentro tan dispar entre pensadores son treinta y seis cartas cuyo Leitmotiv será la discrepancia entre la noción cartesiana y la leibniziana de sustancia. Mientras que para De Volder, como para Descartes, la extensión es la nota característica de la sustancia, para Leibniz la unidad de la extensión se debe concebir como una mera abstracción y se debe dar paso a la noción de activitas como lo esencial en la sustancia. Para ello, Leibniz tiene que inferir, de la pluralidad fenoménica de la extensión, la pluralidad discreta de unidades simples, sustratos de esta actividad. Esta inferencia no será admitida por De Volder bajo ningún argumento y Leibniz no será capaz de persuadirlo, ni siquiera por la insistente urgencia de su atento intermediario, Johann Bernoulli. La última carta de De Volder para Leibniz refleja, en el siempre cordial y amistoso trato con el que escribía, el cansancio del científico holandés por no encontrar acuerdo con su interlocutor: "Me ha invadido, además, un cierto desaliento en la búsqueda rigurosa de su doctrina, cuando, después de tantas tentativas, he avanzado tan poco" (GP II, p. 279).

Ambas correspondencias no sólo ofrecen perspectivas de los tres intermediarios implicados, sino que nos muestran, casi mes a mes, el pulso de la vida intelectual del momento. A lo largo de todas las cartas se hace referencia a experimentos, publicaciones e investigaciones de uno y otro lado del canal de la Mancha: Huygens, Newton (de quien se incluye una carta), Hermann, L'Hópital, Mencke, Varignon (de quien también se incluye una carta) y Tschirnhaus son sólo algunos de los intelectuales recurrentemente citados en la correspondencia. En la correspondencia con el suizo se hace constante referencia a las distintas polémicas del ambiente intelectual de la época —la de Johann Bernoulli con su hermano Jakob, la de J. Bernard con los Bernoulli o aquella desastrosa disputa entre Leibniz y Newton—; y se discutían, no sólo teóricamente, sino como dos amigos que se encontraban habitualmente del mismo lado.

Tanto la traducción que realiza Bernardino Orio de Miguel, como el proyecto general de las Obras filosóficas y científicas, aportan una herramienta sumamente práctica y profesional para quien quiera acudir a estas importantes correspondencias. Los índices de nombres y de conceptos que acompañan a esta edición la vuelven un instrumento aún más útil, tanto para el trabajo académico como para quien quiera tener un acercamiento parcial a los textos. Este libro subsana, sin duda, una ausencia significativa dentro de la literatura leibniziana en nuestro idioma que, hasta ahora, carecía de un proyecto de edición sistemático de las obras del sabio alemán.

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