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Diánoia

versión impresa ISSN 0185-2450

Diánoia vol.54 no.62 Ciudad de México may. 2009

 

Reseñas bibliográficas

 

Herbert Frey, La sabiduría de Nietzsche. Hacia un nuevo arte de vivir

 

Luis César Santiesteban

 

Universidad de las Américas/Miguel Ángel Porrúa, Puebla/México, 2007, 243 pp.

 

Facultad de Filosofía y Letras. Universidad Autónoma de Chihuahua. lsanties@uach.mx

 

Hacia 1936, en el marco de sus primeras lecciones sobre Nietzsche, Heidegger había argumentado la falta de distancia como una de las razones que habían impedido hasta ese entonces una verdadera confrontación (Auseinander–setzung) con Nietzsche. Que su filosofía era algo todavía muy cercano, y esa inmediatez de su presencia obnubilaba la mirada y hacía difícil percatarse de la dimensión y el verdadero significado de su filosofía.

Entre tanto, a más de siete décadas de ese juicio de Heidegger, la filosofía de Nietzsche ha entrado en una nueva fase de recepción; quizá esa distancia se ha ensanchado, y al ajustarse la mirada ha hecho posible una más adecuada visión y comprensión de su filosofía. De eso dan testimonio la cantidad de trabajos dedicados a la interpretación de su pensamiento en todas partes del mundo, procurando una imagen más balanceada de su filosofía.

La recepción de Nietzsche, lejos de perder intensidad, ha cobrado un fuerte impulso en las últimas décadas. Sin lugar a dudas, es uno de los filósofos más leídos y discutidos en la época actual. Por eso preguntamos: ¿cuántas interpretaciones puede soportar aún Nietzsche? Podemos hablar del Nietzsche de Jaspers, de Löwith, de Heidegger, de Vattimo, de Foucault, de Derrida, de Rorty y, para beneplácito del mundo filosófico de habla española, contamos con un Nietzsche de Herbert Frey. Su lectura pretende descubrirnos un Nietzsche inédito, Otro Nietzsche. Más allá de su propuesta, de la que intentaremos dar cuenta de manera resumida a continuación, ésta tiene la particularidad e interés de que en ella gravita la investigación más actual sobre Nietzsche en lengua alemana, y es dada a conocer al lector en lengua española.

Los factores que menciona el autor como decisivos en la creación de un nuevo paradigma en la recepción de Nietzsche son la edición crítica de su obra llevada a cabo por Giorgio Colli y Mazzino Montinari, la corrección que realiza Wolfgang Müller–Lauter, hacia 1971, a la interpretación unilateral y reduccionista de Heidegger sobre Nietzsche, con su obra "Nietzsche. Seine Philosophie der Gegensätze und die Gegensätze seiner Philosophie", y, por último, la aparición de los Nietzsche–Studien en 1972 y la Nietzsche–Forschung en 1993–1994.

El libro objeto de nuestra reseña consta de seis capítulos; el primero se titula "El 'otro' Nietzsche: el surgimiento de nuevos paradigmas en las interpretaciones de Nietzsche"; el capítulo segundo, "El eros anhelado. El desarrollo de la crítica a la religión cristiana en el contexto biográfico"; el tercer capítulo: "La visión trágica del mundo de Nietzsche: Dionisos como metáfora de una experiencia nueva del mundo"; el cuarto, "La sabiduría de Nietzsche: El espíritu libre a la búsqueda de un nuevo arte de vivir"; el siguiente, "Loa al politeísmo: Dionisos versus el crucificado. El desarrollo de la crítica a la religión cristiana entre El nacimiento de la tragedia, La gaya ciencia y El anticristo"; y el capítulo sexto, "Los escritos de Nietzsche como escuela de la sospecha".

La interpretación propuesta por Herbert Frey no trata de negar, pero sí de relativizar, la desmedida importancia conferida a la obra póstuma de Nietzsche, en particular la Voluntad de poder, misma que ha tomado por base la exégesis heideggeriana sobre Nietzsche. Su lectura de Nietzsche, que se inscribe dentro de una corriente de interpretación iniciada a partir de los años ochenta, trata de hacer justicia a la comprensión del propio Nietzsche respecto de su obra póstuma, al catalogarla como "reflexiones previas para obras futuras".

En ese sentido, la lectura de Nietzsche realizada por Frey trata de presentar una nueva imagen del filósofo alemán, hundiendo sus raíces en la visión trágica apuntalada por la figura de Dionisos, y recurriendo para ello sobre todo a los escritos de la fase temprana y media del filósofo alemán.

En vista de las promesas incumplidas, de los ultrajes de la vida, de los desencantos de la historia, en vista del nihilismo imperante, es preciso dirigir la mirada a Nietzsche, cuya filosofía contiene algunos secretos y claves que pueden ayudarnos a sobrellevar los embates de la existencia.

La respuesta es una algodicea, es decir, una teoría metafísica que justifique el sufrimiento, en razón de la muerte de dios, proclamada por el filósofo alemán. La algodicea es la renuncia vehemente a toda justificación transmundana del sufrimiento y de la existencia. Prescinde de todo consuelo metafísico, por lo cual Frey señala de manera programática: "Nuestro trabajo se entiende como una vehemente defensa de la sabiduría de Nietzsche, que abjuró de los métodos de consuelo de la tradición judeo–cristiana, para permitir que el hombre, plantado sobre sí mismo, tomara su vida en sus manos" (p. 11).

El autor habla de un Ethos del padecimiento afirmativo, que arraiga en la comprensión "de la vida como un juego insuperable de placer y dolor." (p. 10) Este dolor no es soportado sin más estoicamente, sino que tiene como amortiguador los tonificantes del éxtasis y del sueño.

Asimismo, reivindica el lugar preeminente que tiene la cultura griega en el pensamiento de Nietzsche, como un factor que hay que atender en aras de una adecuada comprensión del filósofo alemán.

Por otra parte, no es difícil advertir que la investigación de Frey en torno a Nietzsche no se limita a ser una investigación académica, teórica, sino que está guiada por una ávida necesidad de encontrar pautas para la vida, una vida en un mundo difícil, complejo.

La interpretación que lleva a cabo el autor es todo menos inocente; es decir, se realiza con plena conciencia de las dificultades que encierra la tarea hermenéutica de la obra de Nietzsche, tomando nota de las advertencias hechas por el filósofo alemán y por sus intérpretes. En ese sentido, la lectura de Frey está permeada por una reflexión sobre la interpretación: "Con ello, empero, la historia de la recepción se convierte en parte integral del trabajo sobre la obra del autor" (p. 21).

Uno de los méritos del texto de Frey consiste en poner a disposición del lector en lengua española la literatura escrita en lengua alemana más actual sobre Nietzsche, habiéndola asimilado e incorporado en el marco de su interpretación, lo cual pone en evidencia, al mismo tiempo, el rezago tan considerable en cuanto a traducción al español de la literatura secundaria sobre el tema.

Ahora bien, no se trata para el autor de presentar una interpretación "objetiva" de Nietzsche, toda vez que toda lectura es interesada, al actuar en ella, además de un Ethos, el clima de la época. Lo que verdaderamente le importa al autor es hacer valer a Nietzsche con miras a la comprensión de nuestra situación actual, y obtener sobre esa base ciertas claves para la vida, lo cual significa reconocer que "El otro Nietzsche" no tiene la presunción de descubrir un Nietzsche más verdadero, sino a lo sumo un Nietzsche que hasta ahora no había sido puesto de relieve de manera suficiente; a saber, el que hunde sus raíces en la visión trágica y en la figura de Dionisos.

La interpretación que aquí se ofrece se dirige de manera deliberada contra toda tentativa o pretensión de arrogarse tener la última palabra respecto a Nietzsche, en el entendido de que una manera de hacer justicia a la filosofía del propio Nietzsche estriba en asumirse como contingente en la trama de la multiplicidad de sus intérpretes.

El arte se reivindica como una de las formas que tiene el hombre de hacer llevadero el horror de la existencia. El mundo y la existencia se justifican por sí mismos. El autor reflexiona sobre el sufrimiento y la posibilidad de sublimarlo y justificarlo mediante el arte. Con ello se pone de relieve la negativa de Nietzsche a la religión y a la filosofía como instancias que puedan resarcir del sufrimiento de la existencia y su apuesta por el arte.

El análisis de Frey deriva en la crítica que hace Nietzsche a la ciencia al considerarla ya enEl nacimiento de la tragedia como algo problemático y discutible. La enigmática afirmación de Nietzsche, según la cual nos queda el arte para no perecer ante la verdad, encuentra su esclarecimiento en el texto de Frey:

Lo que en retrospectiva Nietzsche cree haber visualizado como el problema más discutible de la 'ciencia', es su relación antagónica con el arte como medio de una verdad más profunda de la vida, que el logos de la ciencia no es capaz de concebir. No es la ciencia, con su proceso conceptual lógico orientado hacia el ideal de la 'verdad', el medio para el conocimiento del mundo, sino el arte. (p. 126)

Por otra parte, la crítica de Nietzsche al cristianismo no se agota en su talante destructivo, sino que al mismo tiempo enuncia una propuesta cifrada en Dionisos. En él encuentra Nietzsche un contrapeso a la decadencia que ha significado el mundo judeo–cristiano. El pronunciamiento de Nietzsche a favor de Dionisos y en contra del crucificado está estrechamente relacionado con la concepción del sufrimiento de uno y otro.

El libro da cuenta de la intrincada relación que entabla Nietzsche con la ilustración. En esta nueva etapa de la filosofía de Nietzsche, el espíritu libre puede blandir la moral epicúrea contra la cristiana, en tanto que el papel asignado al arte por parte de Nietzsche sufre un atenuamiento, en la medida en que ya no justifica la existencia, sino sólo la hace más soportable. El conocimiento y la ciencia son rehabilitados por Nietzsche en desmedro del mito. Ciertamente, no un conocimiento especulativo, abstracto, sino uno que incida en una praxis de vida, en un arte de vivir. Con todo, lo que se mantiene a pesar de estas oscilaciones del filósofo es el combate a la religión y a la metafísica.

La autoproclamación de Nietzsche como espíritu libre implica allegarse la ilustración de las tradiciones epicúrea y estoica, que justamente habían puesto a la ética en el centro del interés filosófico, y por ello, el intento de Nietzsche de rehabilitarlas ante la menesterosidad del hombre en lo que respecta al arte de vivir. Forma parte de esta sabiduría el mantenerse lo más apartado posible de las cuestiones políticas que distraen al hombre de la aplicación y el cuidado de sí mismo.

La escuela de la sospecha en Nietzsche es definida como el descubrimiento de los móviles más profundos que actúan en la base de la existencia, y que son conceptuados por el filósofo como quantum de poder. La escuela de la sospecha lleva aparejada en Nietzsche la genealogía, y tiene como blanco la moral, la razón y el conocimiento, pero el autor se centra en la esfera moral a fin de mostrar la manera de proceder del filósofo alemán. Su análisis "conduce al devastador resultado de que, en función de su origen, la moral no tiene nada de moral. En consecuencia, ella misma tampoco puede ser moral" (p. 214).

El libro de Frey no tiene la pretensión de ofrecer una imagen unitaria de la filosofía de Nietzsche, y con eso también hace justicia a la intención manifiesta del filósofo alemán de sustraerse de toda voluntad de sistema. Asimismo, documenta con una gran acuciosidad los temas que trata y es una puesta a punto del estado de la investigación sobre Nietzsche.

Con el propósito de apreciar en su justa dimensión la aportación del libro que reseñamos, es necesario ponerlo en relación con la interpretación heideggeriana. La exégesis que hace Heidegger de Nietzsche corrobora su proclividad a lo ontológico, y por tanto su carácter refractario a lo óntico. En cambio, la interpretación de Frey se aferra con vehemencia, acaso demostrativamente contra aquella, a un Nietzsche defensor de un arte de vivir, que parte de lo óntico, configurando un Ethos de lo concreto. En ese sentido, Frey explora una veta de Nietzsche que Heidegger pasó por alto. En la perspectiva heideggeriana de la metafísica entendida como la manifestación histórico–destinal del ser no hay cabida para el mundo estoico y epicúreo; esa sombra se proyecta también en la comprensión que tiene Heidegger de Nietzsche. Por su parte, Frey arroja luz a esa sombra. No es el Nietzsche metafísico, o bien el crítico de la metafísica, el que interesa a Frey, sino aquel Nietzsche soterrado, portador de una sabiduría del arte de vivir.

El libro de Frey marca un hito en la recepción de Nietzsche en el mundo de lengua española.

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