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Diánoia

versión impresa ISSN 0185-2450

Diánoia vol.53 no.61 Ciudad de México nov. 2008

 

Artículos

 

¿La escuela de Alejandro de Afrodisia?*

 

The school of Alexander?

 

R.W. Sharples*

 

*Department of Greek and Latin, University College London. r.sharples@ucl.ac.uk

 

Recibido el 20 de septiembre de 2007
Aceptado el 22 de abril de 2008

 

Resumen

Si bien los trabajos de Alejandro de Afrodisia ejercieron una influencia considerable en la filosofía antigua posterior a él y han ocupado un lugar prominente en la historia de la escuela peripatética y del aristotelismo antiguo en general, se sabe poco sobre quiénes fueron sus maestros y alumnos y sobre cuál fue su interacción con filósofos contemporáneos de otras escuelas, tales como Galeno y los estoicos de esa época. En este trabajo, R.W. Sharples ofrece una reconstrucción de este contexto inmediato y, en especial, una discusión crítica del valor de las pruebas que nos permitirían concluir que ciertos rasgos de sus trabajos —tales como ciertas inconsistencias doctrinales— reflejan distintas posturas filosóficas en el interior de su propia escuela.

Palabras clave: Alejandro de Afrodisia, Aristóteles, escuela peripatética, aristotelismo.

 

Abstract

Even though the works of Alexander of Aphrodisias exerted a considerable influence in later Ancient Philosophy and have occupied a prominent place in the history of the Peripatetic school and of ancient Aristotelianism in general, little is know about his teachers and pupils and about his interaction with contemporary philosophers. In this paper, R.W. Sharples offers a reconstruction of Alexander's immediate context and, especially, a critical discussion of how strong the evidence is for concluding that some features of his works —such as inner doctrinal discrepancies— reflect different philosophical positions within his own school.

Key words: Alexander of Aphrodisias, Aristotle, Peripatetic philosophy, Aristotelianism.

 

I

Alejandro de Afrodisia fue nombrado por los emperadores maestro público de la filosofía aristotélica en algún momento entre 198 y 209 d.C.1 En su calidad de maestro público es probable que haya tenido, en cierto sentido, una escuela.2 Pero intentar establecer qué pasaba en esa escuela y cómo funcionaba es comparable a la tarea que tendríamos que realizar si tuviéramos que establecer qué ocurría en un departamento de filosofía en una universidad moderna, enteramente sobre la base de una selección de libros del decano, de un conjunto desordenado de sus trabajos, de las notas para sus clases y de los ensayos de sus estudiantes, sin ninguna indicación clara de cuál era cuál.

Tenemos una cantidad considerable de información acerca de las escuelas neoplatónicas de los siglos quinto y sexto d.C. y del estudio de los escritos de Aristóteles en ellas; conocemos el lugar que éstos tenían en el plan de estudios, el orden en que eran leídos, y podemos comparar las maneras en que los diferentes comentaristas enfocaban la cuestión de la relación entre las obras de Aristóteles y las de Platón. Podemos rastrear relaciones entre maestros y alumnos, y a veces se nos dice que un texto particular es un apunte de las declaraciones de su maestro. La organización misma de los comentarios algunas veces refleja y aclara los requerimientos del contexto de enseñanza, en la división de un comentario en lecciones separadas y la colocación de un sumario general de una sección de argumento antes de la discusión de puntos particulares. Para el periodo medieval, también tenemos información copiosa de la organización de la enseñanza y del estudio.3

He intentado tomar en cuenta el trabajo subsecuente, mío y de otros, allí donde dicho trabajo había vuelto inexacta o errónea la versión original, pero no intenté producir un completo listado de todas las publicaciones subsiguientes relativas a los tópicos aquí discutidos. Para un informe completo de las obras de Alejandro, el lector deberá ahora consultar Moraux 2001. Será inmediatamente obvio cuánto le debe mi discusión, particularmente donde se trata el uso que hace Alejandro de sus predecesores, al trabajo de Paul Moraux y en particular al primero de los dos volúmenes de su estudio Der Aristotelismus bei den Griechen (Moraux 1973, y 1984); se ha hecho también uso extenso de las facilidades del buscador de palabras proporcionadas por el Thesaurus Linguae Graecae. (N. del A.)

En el caso de Alejandro, el asunto es muy diferente. Conocemos el nombre de algunos de sus maestros,4 y sus obras sobrevivientes nos dan evidencia de sus desacuerdos con ellos.5 Conocemos también algo de sus desacuerdos con otros filósofos de su propia generación o de la generación anterior,6 y podemos rastrear, aunque sea de forma controversial, su influencia sobre pensadores posteriores.7 Pero no conocemos el nombre de uno solo de sus alumnos inmediatos,8 y, hasta donde podemos saber, la influencia de otros escritores sobre él puede haber sido, principalmente —y su influencia sobre otros escritores, enteramente—, a través de la palabra escrita más que por encuentro personal. Después de todo, se nos dice explícitamente que los comentarios de Alejandro estaban entre aquellos que se leían en la escuela de Plotino.9

Sin embargo, en principio es poco probable que algún pensador del mundo antiguo se haya comunicado enteramente a través de escritos, más que por la palabra hablada. Y es más natural considerar algunos de los escritos atribuidos a Alejandro en el contexto de sus actividades docentes o de los debates dentro de su círculo.

Estos escritos incluyen comentarios a obras aristotélicas, tratados o monografías sobre tópicos particulares, tales como aquellos Sobre el alma10 y Sobre el destino, y también numerosas discusiones cortas.11

Tres de los libros que reúnen estas discusiones se intitulan phusikai skholikai aporiai kai luseis, "problemas y soluciones escolares sobre la naturaleza"; un cuarto libro se intitula "Problemas sobre ética", pero lleva el subtítulo, sin duda por imitación a los tres libros precedentes, cuando estaba unido a ellos,12 skholikai êthikai aporiai kai luseis, "problemas y soluciones escolares sobre ética".13 Una compilación más fue transmitida como el libro segundo del tratado de Alejandro Sobre el alma, y llamada Mantissa o "contrapeso" por el editor berlinés Bruns. Otros textos similares en lo esencial a los que están en estas compilaciones sobreviven en árabe, aunque no en griego; y hay pruebas que sugieren que hubo otras compilaciones, actualmente perdidas.14 No son claras las circunstancias en que estas compilaciones fueron reunidas. No siempre fueron hechas por expertos, y aunque algunos de los títulos asignados a textos particulares parecen preservar información adicional valiosa, otros son torpes o inútiles.15 Tampoco está claro en qué fecha fueron reunidas las compilaciones.16

No tengo el propósito de hacer aquí una enumeración completa de las obras atribuidas a Alejandro ni de clasificarlas en detalle. Ambas cosas se han hecho en otras partes tanto por mí mismo como por otros. Procederé, más bien, a la discusión de lo que las obras pueden decirnos acerca del contexto en que surgieron. Será útil comenzar con la consideración de la relación de las obras de Alejandro con aquellas de sus predecesores, maestros y contemporáneos.

 

II

La evaluación del uso de Alejandro de comentaristas aristotélicos anteriores se vuelve más problemática por el hecho de que los únicos comentarios anteriores que sobreviven enteros son sobre la Ética nicomáquea.17 Mientras Alejandro estaba ciertamente interesado en ese trabajo, como muestra la compilación de Problemas éticos,18 no está claro si escribió un comentario completo sobre ella o no.19

No sorprende que Alejandro se refiera en varios lugares a sus propios maestros. De acuerdo con Filópono,20 Alejandro en su monografía (ahora perdida) Sobre el desacuerdo entre Aristóteles y sus seguidores con respecto a silogismos con premisas mixtas21 se refiere a la interpretación de Sosígenes acerca de Aristóteles, Analíticos primeros, 1. 9 30 a 15–23. En su comentario a la Meteorología, Alejandro cita a Sosígenes respecto de la explicación del halo solar y del lunar, estando de acuerdo con Sosígenes en apoyar la posición de Aristóteles y Posidonio contra teorías rivales.22 El interés general que tuvo Sosígenes por la teoría de la visión se refleja en obras de Alejandro,23 y Moraux sugirió que Alejandro fue la fuente de Temistio para la explicación de Sosígenes de la fosforescencia.24

Alejandro argumentó contra su maestro Hermino en la monografía sobre silogismos modales mixtos.25 En su comentario al De caelo, Alejandro estuvo en desacuerdo con las opiniones de Hermino sobre las funciones cumplidas por la naturaleza del cuerpo celeste, por un lado, y por su alma, por el otro, al explicar el movimiento celeste.26 Simplicio cita un pasaje en que Alejandro asienta que está enterado de la explicación que ofreció Hermino de la tesis de Aristóteles de que la aceleración de los cielos iría acompañada de una desaceleración no natural.27 Simplicio mismo subraya que Alejandro fue el primero en entender correctamente aquí el argumento de Aristóteles,28 y parece probable que también aquí Alejandro desarrolló su opinión en consciente oposición a la de Hermino.

Simplicio refiere que la exposición de Alejandro de la posición de Hermino está "de acuerdo con Aspasio", y concluye la cita diciendo: "esto es lo que Hermino dijo de acuerdo con Aspasio".29 Aspasio fue anterior a Hermino;30 y las observaciones de Simplicio indican que él tomó de Alejandro el enunciado de la opinión de Hermino —específicamente del comentario perdido al De caelo—, y que Alejandro, al asentar la opinión de su maestro, puso de relieve su similitud con la de Aspasio.31 En el comentario a la Física de Simplicio, frecuentemente se citan juntos a Aspasio y a Alejandro, destacando a veces sus acuerdos,32 y otras, sus desacuerdos.33 Y en una ocasión Simplicio nos dice que Alejandro sabía de la lectura del texto aristotélico adoptada por Aspasio, pero que prefería otra.34 Parece probable que Simplicio cite de principio a fin el comentario de Aspasio a partir de las citas que se hallaban en el comentario de Alejandro.35 Aspasio es citado en el comentario a la Metafísica de Alejandro36 y en el comentario al De sensu,37 y asimismo parece que Alejandro citó ampliamente a Aspasio en su comentario al de Interpretatione.38

Uno de los textos cortos atribuidos a Alejandro, Problema ético 11, adopta una solución semejante a la de Aspasio, aunque sin referirse a él por su nombre, al problema de que "involuntario" parece tener dos sentidos, mientras que su opuesto, "voluntario", tiene solamente uno.39 El comentario anónimo a la Ética nicomáquea, libro 3, el cual se ha vinculado con Adrasto de Afrodisia, adopta una opinión diferente;40 desafortunadamente no está claro si Alejandro en el Problema ético está contestando a Adrasto, o si este material particular en el comentario anónimo a la Ética es posterior y está basado, aunque de manera confusa, en el Problema ético. Temas semejantes se discuten en dos pasajes del comentario a los Tópicos de Alejandro, nuevamente sin referencia explícita a cualquiera de sus predecesores.41

El tercer maestro de Alejandro de que tenemos noticia, aparte de Sosígenes y Hermino, es Aristóteles de Mitilene. Moraux argumentó que Aristóteles de Mitilene es a quien se refiere Mantissa 110, 4.42 Sin embargo, esto es cuestionable.43 Aunque parece verosímil que el recuento general de la doctrina de Aristóteles del intelecto que entra en los seres humanos "desde fuera" (nous thurathen) en 110, 4–24, y la respuesta subsiguiente a la objeción de que no puede decirse que el intelecto "venga desde fuera", si es incorpóreo y por lo tanto no puede moverse (112, 5–113, 12), deben interpretarse como recuentos de las opiniones de Aristóteles (el estagirita) llevados a cabo por un comentarista más temprano, a quien Alejandro en cada caso registra, para luego emprender, en el primer caso, una ampliación y un desarrollo, y en el segundo, su ataque44 (tanto ese comentarista más temprano como Aristóteles de Mitilene aceptan como algo dado la identificación del "intelecto desde fuera" de la Generación de los animales de Aristóteles con el intelecto agente de De anima 3, 5).45 La mayoría de otros pasajes citados que sugieren que Aristóteles de Mitilene fue maestro de Alejandro tampoco son concluyentes.46 Sin embargo, se hace patente cierto conocimiento de las opiniones de Aristóteles —justifique esto o no referirse a él como un maestro— a través de una referencia en el comentario de Alejandro a la Metafísica.47

De entre los peripatéticos más tempranos, Alejandro se refiere ampliamente a Teofrasto48 y a Eudemo.49 Argumenta en contra de Andrónico a favor de la autenticidad del De interpretatione50 y también contra Soción51 y Jenarco;52 usó los comentarios de Boeto, aparentemente,53 y de su tocayo Alejandro de Aegae,54 y también parece haberse referido a opiniones de Nicolás de Damasco.55 Hace alusión al ecléctico Potamo;56 y parece que conoció y utilizó el tratado pseudoaristotélico de Mundo.57

El interés de Alejandro en las opiniones de filósofos anteriores y casi contemporáneos no se confinó, sin embargo, a los peripatéticos. Son bien conocidas sus controversias con Galeno58 y con el estoicismo, a pesar de haber recibido una influencia estoica tanto en su lenguaje como en su pensamiento.59 Sin embargo, sus escritos también acusan interés en el platonismo y asimismo en el epicureísmo. No es sorprendente, ciertamente, que discutiera la teoría de las formas de Platón al comentar las críticas que Aristóteles hizo de ella en la Metafísica. En efecto, su comentario a la Metafísica es la fuente más importante sobre el tratado perdido de Aristóteles De Ideis.60 Sus argumentos contra Jenócrates sobre la prioridad del género sobre las especies caen dentro de esa misma área.61 También pertenecen a ella su preservación del dato, proveniente de Aspasio, de que el platónico del siglo I d.C., Eudoro, alteró el texto de Aristóteles.62

En Quaestio 2. 13, Alejandro argumenta que los triángulos en el Timeo de Platón tienen un papel más material que formal.63 No existe referencia explícita a Platón y a sus seguidores por su nombre, o incluso al Timeo, en el texto de la Quaestio. El título describe el texto como "contra los platónicos que dicen que son las figuras y las formas de los cuerpos los que se componen de triángulos, no los cuerpos mismos". La interpretación propuesta por el autor de la Quaestio, que implica que el receptáculo desempeña el papel de materia en el Timeo, es como la de Aristóteles.64 Sería difícil interpretar que las referencias a la tercera persona del plural en el texto de la Quaestio se remiten únicamente a intérpretes no platónicos del Timeo. Pero la discusión puede tener mucho que ver tanto con las dudas peripatéticas a propósito de cómo interpretar a Platón, como con la exégesis de los platónicos.

La Quaestio 2. 21 se ocupa, como mostró Merlan,65 de defender una teoría aristotélica de la providencia contra críticas platónicas, y en particular, contra las del platónico medio Ático, las cuales sostienen que lo divino se interesa mucho por el mundo sublunar, y atacan a los peripatéticos por negar la divina providencia o por hacerla enteramente accidental. Sin embargo, al ir en contra de la noción de que lo divino se interesa mucho por el mundo sublunar, Alejandro aprovecha la ocasión para criticar también a los estoicos.66 En 66, 23 puede haber una alusión irónica al artesano del Timeo de Platón, por carecer supuestamente de interés por el mundo mismo. Esta observación es injusta, porque, como lo demuestra el fr. 2 Vitelli, discutido más adelante, Alejandro era perfectamente consciente de que el artesano del Timeo delega mucho de su preocupación por el mundo a dioses inferiores. Es posible, sin embargo, que Ático no haya hecho hincapié en este asunto de la manera en que lo hicieron otros platónicos contemporáneos.67 Las opiniones de Alejandro o de sus predecesores sobre el intelecto parecen también implicar una reacción frente a Ático;68 y Alejandro, al atacar la opinión de Platón de que el universo es perecedero en su propia naturaleza, pero preservado por la voluntad divina,69 defendía una posición aristotélica que Ático había atacado.70 Alejandro recurre para fundamentar su propia postura al principio de que lo imposible es imposible incluso para los dioses, y cita a Platón, Theeteto 176 A, en apoyo de esto. Otras obras platónicas referidas por Alejandro —a menudo, también en este caso, en discusiones de referencias de Aristóteles a Platón— incluyen el Sofista, Timeo, Leyes, X, y la Epístola II.71

En el fr. 2, Vitelli, un texto breve, preservado como parte de una miscelánea de extractos de Alejandro en un manuscrito florentino,72 Alejandro replica a un filósofo estoico que criticó a Aristóteles por no estar de acuerdo con Platón sobre la inmortalidad del alma y sobre la providencia divina. Exactamente las mismas críticas habían sido formuladas por Ático. Contra el estoico, Alejandro argumenta que Aristóteles al menos hizo del alma algo incorpóreo, como Platón, aunque no inmortal, mientras que para los estoicos el alma no es ni lo uno ni lo otro,73 y también que la opinión de Platón sobre la providencia divina es más aceptable que el panteísmo estoico, porque aquélla no implica al dios supremo en los asuntos mundanos (un rasgo de doctrina estoica que él objeta también en otra parte).74 En apoyo de la última tesis, Alejandro alude, sin nombrar las obras en cuestión, al Timeo 42 E y al Político 272 E.

El nombre del oponente estoico de Alejandro no se menciona en el texto del fragmento mismo. Hay, sin embargo, una nota preliminar en el manuscrito, que comienza así:

Por el mismo Alejandro, del argumento en contra de Heráclides; una consideración de lo dicho por Aristóteles acerca del quinto elemento. En ésta (Alejandro) argumenta contra cierto filósofo estoico...

A primera vista, la forma natural de interpretar esto es que, en el curso de un argumento en contra de alguien llamado Heráclides,75 acerca del tópico del quinto elemento celeste, Alejandro hizo una digresión con el propósito de responder a los ataques de un estoico anónimo. El argumento contra Heráclides tendría que haber sido o un tratado independiente del de Alejandro, del cual ningún otro rastro ha sobrevivido, o si no, un excurso en uno de sus comentarios —probablemente en el de Sobre el "De caelo"—. Tal excurso tendría que haber sido de una escala considerable para que allí hubiera espacio para una digresión adicional en respuesta al estoico. Y esto hace que sea aún más extraño que ningún rastro de él haya sobrevivido en el comentario al De caelo de Simplicio, el cual cita al de Alejandro ampliamente76 (el fragmento equivale a cerca de una página de texto griego impreso, y parece referirse en su inicio a la exposición precedente de los argumentos del estoico).

La alternativa es suponer que el "Heráclides" en cuestión es de hecho el estoico mencionado en la segunda oración de la introducción y en el texto mismo. En efecto, es natural que un estoico pueda atacar la teoría aristotélica del quinto elemento.77 Esta posibilidad es la más interesante, porque en el texto mismo Alejandro dice que su adversario es el "jefe" (proïstatai) de la escuela estoica (p. 93, 3).78 El término puede, en efecto, significar solamente "defensor", y se usa de esta manera posteriormente en este texto (p. 93, 6). Sin embargo, Alejandro usa la misma palabra proïstamai, al hablar de su propio nombramiento como maestro público de la filosofía peripatética.79 Por lo tanto, es concebible que en Heráclides tengamos el nombre de un contemporáneo que ocupaba el puesto equivalente entre los estoicos.

Se puede, además, identificar al estoico en cuestión. Aurelio Heráclides Eupyrides se menciona como un maestro estoico, en una, y posiblemente en dos, de las inscripciones atenienses del siglo segundo.80 Lynch lo ubica en el reino de Hadriano (117–138),81 pero esto puede ser demasiado temprano.82 Quien dedica la primera inscripción fue un cierto Símaco de Flía, que la dedicó a Heráclides por ser su maestro y que pudo haber sido el padre de dos jóvenes que eran efebos entre 182 y 191.83 Esto sugiere que Símaco nació alrededor de 135, y que puede haber sido discípulo de Heráclides aproximadamente de 155 a 160;84 Heráclides mismo podría entonces haber nacido aproximadamente en 115. Esto lo haría aproximadamente de la misma edad que los maestros de Alejandro.85 Si Alejandro nació hacia el 145–150 no parece inconcebible que él pudiera haber escrito nuestro texto hacia el 180–185, mientras Heráclides era todavía el principal maestro estoico. Su tono difícilmente sería deferente para un hombre joven que se dirige a otra persona 30 o más años más grande que él. Pero no está claro que Alejandro sintiera obligación alguna de mostrar deferencia hacia un miembro de una escuela rival.

Quaestio 1.13 es una crítica de la afirmación de que la explicación de Epicuro del color es similar a la de otras escuelas (sectas, haireseis). La persona que afirmó esto se menciona en el texto sólo como "alguno", tis, pero el título dado por el editor —quien presumiblemente disponía de información independiente—86 lo identifica como "Censorino el Académico", el cual aparentemente no era el autor del De die natali, quien vivió en la primera mitad del siglo III d.C., sino un filósofo por lo demás desconocido.87 Von Arnim sugiere que debe ubicarse en la segunda mitad del siglo II, es decir, en la época de Alejandro o en la generación anterior.88 Si "Académico" (como opuesto a "Platónico") indica un adepto a la Academia escéptica, como ocurre regularmente en tiempos de Alejandro, el carácter tardío de esta fecha de Censorino es sorprendente.89

Las discusiones de Alejandro sobre el placer, un tópico mayor de los Problemas éticos, tienen que ver con problemas planteados por la doctrina aristotélica más que con una polémica específicamente antiepicúrea.90 Sin embargo, Alejandro critica la opinión epicúrea de que el universo es infinito.91 En su comentario a la Física, o quizá en un tratado independiente ahora perdido, argumentó contra las opiniones de un epicúreo Zenobio sobre la cuestión, emparentada con ésta, de si un cuerpo infinito puede estar en un lugar.92

Otros escritores mencionados por Alejandro incluyen a Arato, cuyas opiniones sobre cuál polo celeste es más alto criticó;93 a Euclides, cuyo primer teorema, según Alejandro, es incompatible con la teoría aristotélica de un universo finito;94 a Hiparco, contra el cual defendió la explicación aristotélica de la aceleración de los cuerpos que caen;95 y a Gémino, cuyo epítome de la Meteorología de Posidonio citó para ilustrar la diferencia entre la explicación física y la hipótesis astronómica.96

 

III

Los comentarios de Alejandro no están ordenados formalmente, como los neoplatónicos alejandrinos lo estarían, de acuerdo con una discusión general de cada sección (theôria), seguida por comentarios sobre detalles del texto (lexeis). Su método era seguir el texto de Aristóteles, párrafo por párrafo, y a menudo oración por oración.97 Hay de hecho ocasiones en que un asunto particular provoca una extensa discusión, incluso un excurso autocontenido.98 Además, algunas veces Alejandro se remite a una discusión más completa que se encuentra en otro tratado.99

Los comentarios neoplatónicos tardíos tienen introducciones que describen las obras de Aristóteles en el contexto de un plan de estudios formal.100 El comentario de Alejandro a los Primeros analíticos comienza con una discusión sobre si la lógica es una parte de la filosofía o una herramienta (organon),101 y el comentario sobre los Meteorologica discute la naturaleza del tema y el lugar del tratado dentro de una clasificación general de las obras de física de Aristóteles.102 Por otra parte, el comentario a la Metafísica se adentra inmediatamente en una discusión de las primeras líneas del texto aristotélico, sin ninguna consideración preliminar sobre la naturaleza de la metafísica como tema, la estructura del tratado aristotélico o la autenticidad de los libros que lo componen —aunque es cierto que estos tópicos son discutidos posteriormente—.103 Alejandro discutió la clasificación de los escritos de Aristóteles104 y la autenticidad del De interpretatione.105 Asimismo influyó en el establecimiento del título de Andrónico para la obra que llegó a ser conocida como las Categorías, contra el título rival ta pro ton topôn apoyado por Adrasto y Hermino.106 Sin embargo, la impresión general es que los intereses de Alejandro en esta área son puramente eruditos más que un asunto de pedagogía formal.

Alejandro frecuentemente da explicaciones alternativas del mismo asunto sin indicar su preferencia; Moraux ha ofrecido una lista de pasajes en Simplicio que demuestran lo anterior en el comentario de Alejandro, ahora perdido, al De caelo.107 También hay ejemplos de ello en los comentarios que han sobrevivido.108 Esto difícilmente podría sugerir que los comentarios formaban parte de un programa de enseñanza, al menos no en un nivel introductorio. Hay en los comentarios observaciones ocasionales a propósito del proceso de enseñanza mismo, pero éstas están inspiradas por observaciones similares en el texto aristotélico mismo y no dan ninguna indicación clara de la opinión propia de Alejandro.109

Son las obras menores de Alejandro las que dejan entrever, por su forma, cierta actividad en su escuela.110 Además de (i) "problemas" en sentido estricto con sus soluciones, incluyen (ii) exposiciones (exêgêseis) de textos aristotélicos particularmente problemáticos, (iii) exposiciones breves de doctrina aristotélica sobre un tópico particular, y (iv) paráfrasis directas y a veces tediosas de pasajes de los escritos de Aristóteles. Tanto (iii) como (iv) parecen igualmente describirse como epidromai o "sumarios". También hay (v) conjuntos, y casi podría decirse "secuencias apretadas", de argumentos a favor de una postura aristotélica particular.111 Parece probable que (iii), (iv) y (v), en especial, reflejen actividad docente, pues es difícil ver, en ciertos casos, con qué otro propósito podrían haber sido escritos. Algunos de estos textos pueden ser exposiciones propias de Alejandro de tópicos particulares, mientras otros pueden estar más en la naturaleza de ejercicios realizados por sus alumnos.112

Sin duda, como podría esperarse, existen relaciones doctrinales, tanto generales como particulares, entre los textos cortos y los comentarios. La analogía de Aristóteles en su De anima de un punto que une dos líneas, para ilustrar el modo en que el "sentido común" percibe los objetos de diferentes sentidos especiales, fue usada por Alejandro en su comentario al De sensu, y reelaborada para convertirse, en las Quaestiones y en de Anima,113 en la analogía del centro de un círculo que une los radios. La Quaestio 3. 11 puede estar relacionada con una posible referencia a Alejandro en el comentario de Amonio al De interpretatione.114 Asimismo, hay vínculos entre la Quaestio 3. 12 y las referencias de Simplicio al comentario al De caelo de Alejandro.115 La idea de naturaleza como fuerza de los dioses en Alejandro, in Metaph. 104, 8, debe de compararse con la discusión en la Quaestio 2. 3 de qué es la fuerza divina (theia dunamis) en vista de que proviene desde los cielos hasta el mundo sublunar.116 Simplicio, en su comentario a la Física,117 dice que Alejandro afirma que la materia en sí misma (en cuanto opuesta a la materia de algo particular, es decir, a un caso particular de un cierto tipo de cosa) se caracteriza no por la privación (sterêsis) de cualidad, porque privación es en sí misma una cualidad, sino por la negación (apophasis) de ella. El mismo argumento se presenta en la Quaestio 2. 7 53, 9–19.118

Algunas veces la relación entre diferentes obras es más problemática. La Quaestio 2. 17 argumenta que, si bien el fuego tal como lo experimentamos —una efervescencia (zesis) de fuego—, es más caliente que el fuego elemental, identificado como hupekkauma, no por ello se sigue que el fuego elemental se vuelva menos caliente al añadírsele su opuesto, la frialdad. En los Meteorologica,119 Aristóteles considera la efervescencia y el exceso de calor como fuego real, por contraste con lo que ocupa la región que está por encima del aire pero debajo de los cielos, a los cuales "estamos acostumbrados a llamar fuego". Alejandro, en su comentario a los Meteorologica, sigue esta doctrina, pero parece sugerir que el hupekkauma, aunque de hecho no es fuego, es, no obstante, un elemento (mientras que la efervescencia de calor probablemente no lo sea).120 La Quaestio, al negar que el hupekkauma contiene una mezcla de frialdad, está salvaguardando su estatus como elemento.

Aristóteles, en de Caelo 2. 7 289 a 20, afirma que el calor y la luz de los cuerpos celestes están causados por el efecto que provocan a través de la fricción del aire subyacente. Esto es raro, porque lo que está justo abajo de la esfera celeste debería ser fuego y no aire. Simplicio informa que Alejandro interpretó este "aire" como el hupekkauma, aunque —añade— Alejandro, al proponer esta interpretación, también hizo la observación de que Aristóteles en otro lugar llamó a este hupekkauma fuego elemental.121 Esto se corresponde con la Quaestio, pero parecería que no con la Meteorología misma de Aristóteles o con el comentario de Alejandro a ella. Sin embargo, quizá la intención de Alejandro es simplemente sugerir que Aristóteles sí identificó en otra parte lo que yace directamente debajo de los cielos como fuego de cierto tipo más que como aire, sin importar que se tratara de fuego en sentido estricto o no. Alejandro es consistente consigo mismo al interpretar el hupekkauma como un elemento, aunque el fuego en sentido estricto tuviera que identificarse con él o no. Asimismo es probable que, para Alejandro, sea la misma sustancia la que ocupa esta región en la Meteorología y en el De caelo; lo único que cambia es la terminología de Aristóteles.

En la Quaestio 2. 23 se argumenta que la atracción del imán por el acero no debe compararse con la manera en que la matriz atrae al semen y las venas al alimento, a saber, recurriendo al aire o a la humedad, ni con la manera en que el sol parece atraer agua cambiándola en vapor que naturalmente se eleva, sino, más bien, con la manera en que un objeto de deseo atrae a un ser vivo, puesto que el imán posee alguna característica que le falta al acero.122 Simplicio, sin embargo, informa que Alejandro, en su comentario a la Física,123 afirma primero que el imán atrae cosas mediante una fuerza incorpórea —lo cual Simplicio rechaza como contrario a la intención de Aristóteles de mostrar que no hay nada que intervenga entre lo que mueve y lo que es movido— y luego dice que, o bien existe después de todo algún efluente corpóreo, o más bien que, dado que la explicación del magnetismo es oscura, Aristóteles puede no estarse refiriendo al magnetismo en absoluto, sino a casos como el de las flamas que son atraídas por madera ardiente y que de esa manera no se elevan hacia su lugar natural124 (éste, más que el imán, es de hecho el ejemplo que da Aristóteles mismo).125

Algunos de los textos cortos pueden de hecho ser extractos de los comentarios.126 Sin embargo, si el editor que puso los títulos a las Quaestiones merece ser creído, la Quaestio 2. 22 difiere de la explicación que se halla en el comentario perdido de Alejandro al De generatione et corruptione.127 Las Quaestiones 3. 10 y 3. 14, resúmenes de las secciones de Meteorologica de Aristóteles, pueden compararse con lo que queda del comentario de Alejandro a ese texto, del cual disponemos.128 Algunos de los textos cortos se relacionan con los problemas discutidos en los tratados de Alejandro, más que directamente con los textos de Aristóteles,129 pero esta división no es rigurosa.

El interés y la calidad del argumento de estos textos varían considerablemente. Algunos de ellos son tan sencillos y retóricos que es difícil creer que pudieron ser escritos con otro propósito distinto del pedagógico.130 Otros muestran considerable vivacidad y perspicacia filosófica.

Para nuestro presente propósito hay dos cuestiones interconectadas que son de interés particular. La primera es si existen discrepancias en doctrina tan grandes que pueda mostrarse que los textos no pueden en absoluto reflejar el punto de vista de un solo autor; la segunda es si cualquiera de estos textos puede ser mostrado para reflejar un contexto de discusión viva dentro de la escuela de Alejandro. Será conveniente considerar primero la segunda cuestión.

 

IV

Hay ciertamente discrepancias tan grandes dentro de textos particulares y entre textos diferentes que los estudiosos han sido reacios a aceptar que todas las opiniones propuestas sean propias de Alejandro. El problema es, parcialmente, conocer en qué medida Alejandro fue un pensador sistemático, aunque hay un problema adicional cuando más de un texto está implicado; a saber, que estamos mal informados a propósito de la cronología relativa de las obras atribuidas a él,131 y que sus opiniones pudieron haber cambiado con el tiempo.

La Quaestio 1. 11 se ocupa de explicar la afirmación de Aristóteles en De anima 1. 1 402 b 7 de que "el ser vivo universal o es nada, o es posterior". El texto se transmitió en dos versiones: la segunda y más extensa da dos soluciones completas, mientras la más breve da solamente la segunda solución y hace referencia, en relación con la primera, al comentario del autor sobre el De anima de Aristóteles. La primera solución (22, 23–23, 21) se basa en la tesis de que no hay género anterior a las cosas que forman una secuencia ordenada, como sucede con las facultades del alma que diferentes creaturas poseen;132 la segunda (23, 21–24, 22 = 21,19–22, 20) argumenta que lo universal es posterior a lo que cae bajo él, en el sentido de que, si sólo existe un individuo de una clase, la naturaleza de la clase existe de hecho, pero no existe como universal, esto es, en más de un individuo,133 mientras que, por otro lado, lo universal (para un peripatético) no existirá si no hay individuos de él en absoluto. Moraux, en 1942, sugirió que la primera solución era genuinamente la de Alejandro, como se expresó en su comentario, y que la segunda era un intento de un alumno de mejorarla; aunque insistió en los méritos de la segunda solución como una interpretación del pensamiento de Aristóteles concerniente a los universales en general134 (esto no necesariamente entra en conflicto, pienso, con la opinión de Tweedale de que la primera solución es más convincente como interpretación de los pensamientos de Aristóteles en este contexto particular).135 La segunda solución puede tener paralelos en otras partes de los escritos atribuidos a Alejandro.136

Existe, además, una dificultad dentro de la segunda solución misma. A.C. Lloyd, al mirarla como una exposición de la posición general de Alejandro, rechazó la parte final (pp. 24, 16 ss. Bruns), la cual, en efecto, afirma que el universal, si bien es posterior a la naturaleza que resulta ser universal, es, sin embargo, anterior a cada individuo particular (sc. en los casos donde hay una pluralidad de particulares).137 Esto parecía conceder a la naturaleza universal una prioridad inaceptable sobre la particular.138 Sin embargo, existen otros textos atribuidos a Alejandro donde se afirman cosas parecidas a propósito del género y de la especie.139 De hecho no parece nada paradójico sostener que (i) la naturaleza específica del hombre todavía existiría, aunque sólo estuviera ejemplificada en un solo ser individual y por lo tanto no fuera un universal (y, análogamente, que la naturaleza genérica del animal todavía existiría, aunque no como un género, aun cuando en realidad solamente existiera una especie de animal), y no obstante, que (ii) la naturaleza del hombre como una especie es anterior a los individuos como Sócrates y Calias con sus accidentes individuales, nariz chata y lo demás. La tesis (ii) puede en sí misma ser una posición inaceptable y no aristotélica (aunque personalmente no lo creo así), pero ése es otro asunto. Después de todo, no es imposible que Alejandro adoptara esta postura como una interpretación de Aristóteles, además de que parece estar en consonancia, no sólo con otros textos atribuidos a Alejandro, sino también con su tratamiento de la providencia, donde ésta, la preservación de la especie, es el asunto primario.140

Desafortunadamente, empero, también hay otros textos atribuidos a Alejandro que ponen énfasis en la creación de universales por la mente, los cuales distinguen la naturaleza específica o genérica de los accidentes individuales.141 Parece difícil reconciliar estos textos con la idea de una naturaleza específica o genérica que puede o no estar ejemplificada en varios individuos o especies, pero que es, en todo caso, anterior, en algún sentido, a los miembros individuales de una pluralidad y sus accidentes. La cuestión realmente es si podemos creer que las propias ideas de Alejandro pueden haber variado tanto como para permitir que ambos enfoques sean suyos, o si puntos de vista rivales estaban siendo promovidos por diferentes miembros de su escuela.142

Quaestio 2. 9 argumenta que la definición aristotélica de alma como entelequia de un cuerpo de cierto tipo,143 no implica hacer al alma relativa a algo. Porque si bien el alma es "del" cuerpo, ya es algo en sí misma (lo cual parece contradecir la definición de alma de Alejandro como el producto de la mezcla de los elementos corpóreos),144 tal como una cabeza es antes que nada una cosa y (solamente) en segundo lugar la cabeza de otra cosa. Esto reproduce la opinión propia de Aristóteles en las Categorías.145 La Quaestio, sin embargo, argumenta a continuación que alma y cabeza indican una naturaleza propia y una sustancia que resulta (sumbebeken) pertenecer a otra cosa; sin embargo, quizá no debería de hacerse hincapié en la fuerza del sumbebeken.

 

V

Dado que conocemos tan poco a propósito de la manera en que las compilaciones de textos cortos atribuidos a Alejandro fueron reunidas,146 existe la posibilidad de que un texto cuya atribución a Alejandro mismo es cuestionable con bases doctrinales pueda ser la obra de un estudioso posterior que nunca lo haya conocido y que conoció sus opiniones sólo a través de sus obras escritas. Un indicio más seguro del origen de un texto en una discusión de una escuela puede darse por frases como "se dijo", "la cuestión se hizo", "la dificultad se propuso", y terminaciones con la primera persona del plural en tiempo pasado. Tales frases pueden, en efecto, ser simplemente referencias cruzadas dentro de los comentarios mismos; la primera persona del plural puede solamente expresar un "nosotros" editorial. Aun cuando hay referencias a debates, puede tratarse de debates realizados en una tradición anterior más que en la propia escuela de Alejandro.

En in An Pr. 191, 19 ss., Alejandro discute la prueba por reductio en 1. 15 34 a 34 ss. Observa primero que cierta gente dijo ciertas cosas (elegeto oun tina hupo tinôn, 191, 24) para efecto de que la conclusión de la reductio sea falsa pero no imposible, y de esa manera no genera una contradicción. A esto Alejandro responde (legomen, 192, 4) recurriendo a la observación de Aristóteles, en 34 b 7 ss., de que las premisas asertóricas necesitan ser entendidas sin restricción temporal. Una objeción más ("a esto se dijo a su vez", pros touto elegeto palin, 193, 13) vuelve sobre la premisa menor de la reductio, argumentando que es erróneo crear una contradicción suponiendo que lo que sólo fue establecido como posible sea de hecho el caso. En efecto, "puede" sólo se dice de aquello que de hecho no es el caso.147 Alejandro responde a esta objeción (luoito, 193, 20) mediante la observación de que hay una diferencia entre (i) suponer, cuando algo de hecho no se realiza, que se realiza, y (ii) suponer que algo se realiza cuando no lo hace, en el sentido de suponer la contradicción de que eso simultáneamente se realiza y no.148 Parece difícil no considerar esta observación como el registro de una discusión real.

En in An Pr. 218, 7 ss., Alejandro discute el argumento, en 1. 17 36 b 26, de que dos premisas contingentes negativas en la segunda figura no arrojan ninguna conclusión, porque, con premisas negativas, negativo y positivo son convertibles, y dos premisas positivas no arrojan ninguna conclusión en la segunda figura.149 Alejandro observa que alguien podría preguntar (epizêtêsai d'an tis) por qué un argumento similar no se aplica, con efecto contrario, a premisas positivas contingentes que aparentemente arrojan una conclusión en otros modos. La primera respuesta, introducida por las palabras "se decía antes que nada" (elegeto prôton men, 218, 13), es que tal conversión es natural solamente en el caso de las premisas que no arrojarían una conclusión sin ella (lo cual parece ser, más bien, una petición de principio). Alejandro continúa entonces con el argumento (eti de, 218, 20) de que la premisa contingente es de hecho positiva, más que negativa, en carácter. De nuevo, parece natural interpretar "se decía antes que nada" como un registro de una discusión real. Sin embargo, el tópico de los silogismos modales mixtos fue uno sobre los cuales Alejandro estuvo en desacuerdo con dos de sus maestros, Sosígenes y Hermino.150 De este modo, en ambos pasajes la discusión referida podría ser una en la cual Alejandro participó como alumno y no una que tuvo lugar en su propia escuela.151

En in Top. 133, 24, sobre 2. 1 109 a 27 ss., Alejandro dice que había una investigación (ezêtêthê) respecto a cómo un problema podría ser falso. Su respuesta es que lo que es falso es la afirmación que alguien hace y que el dialéctico trata de refutar.152 No existe ninguna "investigación" sobre este asunto en el propio texto de Aristóteles; y parece natural tomar "había una investigación" como una referencia a alguna discusión en que Alejandro estaba presente, más que a la tradición del comentario.153

Otras Quaestiones que comienzan con la afirmación "había una investigación" (ezêtêthê)154 incluyen 1. 9, sobre la cuestión de cómo, si los opuestos son las cosas más alejadas entre sí en el mismo género, lo que es el opuesto de la buena condición física no es enfermedad, sino mala condición física, dado que esta última es una intensificación de la mera salud,155 y 1. 17, que considera bajo cuál tipo de cosa buena debería ser clasificado el placer.156 Asimismo, en ninguno de estos pasajes hay alguna indicación obvia de que la investigación en cuestión pertenezca a una tradición anterior propia de los comentarios más que a una discusión llevada a cabo en el interior de la escuela. Del mismo modo, nada indica que el desarrollo del problema o su solución sea por sí mismo el registro de una discusión real; ya que "había una investigación", es simplemente el punto a partir del cual se desarrollan el enunciado del problema y su solución.

En Quaestio 1. 16, la cita de Aristóteles, Física 1. 5 188 a 26–30, es seguida, en el principal MS, y y en la edición de Bruns, por "planteó el problema de lo que este enunciado significaba" (MSS inferiores y ediciones más tempranas tenían la pasiva, "el problema fue planteado"). No parece fácil interpretar "planteó el problema" como una referencia a alguna otra parte de la propia discusión de Aristóteles en la Física.157 Podría ser una referencia a quien habla en una discusión o a algún comentarista anterior, pero en cualquier caso es extraña la ausencia de alguna indicación explícita con respecto a quién se refiere.

En otras partes también hay referencias problemáticas a personas no identificadas que podrían reflejar un contexto de discusión en que la identidad de la persona mencionada fuera clara.158 Problema ético 4 comienza estableciendo un argumento cuya conclusión se considera paradójica: "no existe opuesto a lo que es un instrumento, pero hay algo opuesto a riqueza, de modo que riqueza no es un instrumento", y entonces continúa: "si él supone que generalmente ningún instrumento tiene un opuesto...", donde "él" debe ser el que propone la objeción.159 Sin embargo, cuando en Problema ético 14 un enunciado extenso del problema de cómo puede haber un estado intermedio entre placer y dolor con base en la exposición de Aristóteles160 es seguido por el enunciado enfático "no obstante, ellos piensan que hay alguna condición intermedia entre placer y dolor", el "ellos" es probablemente una referencia a aristotélicos y en general a otras personas que piensan correctamente. En efecto, Alejandro tiende a identificar doctrina aristotélica y sentido común,161 en la medida en que el problema es reconciliar la teoría aristotélica con la opinión aceptada, más que un intento de encontrar una inconsistencia viciosa en alguna posición particular del oponente.

 

VI

Quaestio 2. 21, a la cual ya nos referimos al mencionar las relaciones de Alejandro con el platonismo, tiene la forma de un diálogo narrado. Su inicio merece citarse in extenso, por ser lo más cercano que tenemos a lo que pretende ser una exposición de un debate entre Alejandro y sus asociados:

Recientemente estaba yo162 discutiendo la providencia con mis compañeros, e intenté mostrar tanto que existe cierta preocupación y previsión de parte de los seres divinos con respecto a los mortales, de acuerdo con Aristóteles, como cuál es. Estaba yo dispuesto a decir en qué modo ocurre, cuando uno de los que estaban presentes dijo que valía la pena aprender primero qué respuesta se daría a aquellos que preguntan si acaso, de acuerdo con nosotros, uno debe decir que las divinidades son providentes respecto de las cosas de aquí, en una manera primaria, o sólo accidentalmente...163

El narrador responde desafiando el presupuesto de que la providencia primaria y "providencia" puramente accidental son las únicas dos posibilidades, pues argumenta que hay varios modos en que la providencia o previsión puede no ser ni primaria ni accidental, sin indicar cuál de ellas realmente se aplica a la providencia aristotélica como él la entiende.164 El interlocutor, entonces, le pide dar una exposición de la posición aristotélica y decir cuál de las soluciones sugeridas de hecho se aplica (70, 6–11).165 El narrador protesta que esto va más allá de su empresa original (70, 11–17), pero finalmente acepta (70, 24–71, 2); y en este punto el texto se interrumpe. De hecho, el narrador intentó dar una exposición de la posición aristotélica incluso antes de que "uno de los presentes" interviniera. El objetivo del intercambio (70, 6–17) es presumiblemente enfatizar que la solución será en términos de los modos de escapar de este dilema que se encuentran en la discusión, y también hacer hincapié en la diferencia entre encontrar un número de soluciones dialécticas a las objeciones de un oponente y dar una exposición positiva de la propia posición.

La estrategia del diálogo, en tanto puede discernirse en su estado incompleto, fue similar al del tratado de Providentia que sobrevive en árabe, y la Quaestio puede ser un intento inacabado de desarrollarlo en forma de diálogo.166 El diálogo es una construcción literaria más que el registro de una discusión real. La sección introductoria puede estar basada puramente en modelos literarios.

En Problema ético 7, el enunciado inicial del problema de cómo algún placer puede ser bueno y otro placer, malo, en vista de que todo dolor es malo, está en tiempo pasado: "era necesario que, o bien, el placer también fuera una cosa mala... o bien, que todo [placer] fuera una cosa buena", debido a la aparente paradoja que hay en que algún placer se oponga al dolor, a la manera en que bueno se opone a malo, mientras que otros placeres se opongan al dolor, a la manera en que lo hace un mal a otro. El pasado "era necesario" puede leerse, y es quizá leído más naturalmente, como el registro de una discusión.167 Lo que es más llamativo, sin embargo, es que la segunda y más extensa de las soluciones ofrecidas168 se introduzca no por el acostumbrado ê ("o bien:..."), sino por "algo de este tipo también se dijo" (elegeto de ti kai toiouton). "se dijo" parece aplicarse no sólo a la primera oración que lo sigue (127, 20–23), lo cual difícilmente podría mantenerse por sí mismo como una contribución, sino a toda la opinión desarrollada en la sección siguiente.169 Parece natural tomar esto como una discusión en que el autor del Problema estaba presente. La sugerencia introducida de esta manera es, después de todo, una de las dos principales soluciones sugeridas al problema, y de hecho la que se expuso más ampliamente; en otras palabras, es parte de la razón por la cual este texto exista en su forma presente.

Una expresión similar aparece en Mantissa 169–172. Este texto, intitulado por el editor "[De] las [enseñanzas] de Aristóteles que tienen que ver con lo que depende de nosotros", es un intento de resolver el problema de la acción humana libre en un universo ordenado, un problema que el De fato mismo no trata realmente de manera satisfactoria.170 Su autor toma el paso atrevido de vincular la elección humana responsable con la presencia del no ser en el ámbito sublunar, con lo cual se corre el riesgo de introducir una imperfección en el universo como un todo (podría argumentarse que es, sin embargo, el más alto aspecto de la naturaleza sublunar; aunque esto no sea, de hecho, algo que nuestro texto afirme).171

Las palabras que abren esta discusión son "respecto de lo que depende de nosotros, una opinión como la siguiente también se planteó (elegeto tis kai toiade doxa)". El argumento de que ni lo que depende de la naturaleza ni lo que depende de la educación puede depender de nosotros (169, 34–170, 2) luego se asocia con el problema del cual se ocupa principalmente la discusión subsiguiente, el del aparente dilema del determinismo o movimiento sin causa (170, 2–3: "y esto sería todavía una dificultad mayor, si fuera el caso de que nada ocurre sin una causa"). El texto, entonces, comenta "y esto también a todos les pareció ser el caso" (kai auto hapasin edokei) antes de proceder a su solución. No es evidente de suyo que la expresión "esto también a todos les pareció ser el caso" se refiera a una ocasión específica o a las opiniones de los filósofos en general, ni si "esto" es el hecho de que habría una dificultad, o la opinión de que nada sucede sin una causa.172 Tampoco está claro si la expresión inicial "una opinión como la siguiente también se planteó" se aplica sólo a las indicaciones de los problemas, o también a la solución subsiguiente.173 Si lo primero, la referencia podría ser a una discusión particular —como parece sugerirlo "también se planteó"— o a una tradición general. Después de todo, las dificultades que se plantearon al principio podrían figurar bastante naturalmente en cualquier discusión del problema de la voluntad libre y el determinismo. Si, por otra parte, la expresión "una opinión como la siguiente también se planteó" se refiere también a la solución, la cuestión se presenta si el autor introduce la solución de esta manera porque él mismo no la acepta. De hecho, la interpretación más común ha sido que Alejandro mismo transmite, a causa de su interés, una opinión que él mismo no comparte.174

Problemas éticos 8 y 28 presentan dos soluciones diferentes al mismo problema, a saber, el de la relación de la virtud con las diversas virtudes. Una referencia cruzada de un Problema a otro aparentemente ha sido insertada en el texto.175 Hay la tentación de ver estos dos textos quizá como ponencias que se prepararon para el mismo seminario; aunque, por otra parte, podría haber existido un lapso considerable entre una y otra. Respuestas alternativas a problemas singulares aparecen tanto en los Problemas que se atribuyen a Aristóteles176 como en otros textos que se atribuyen a Alejandro.177

 

VII

La impresión que causan los escritos atribuidos a Alejandro es de una animada discusión filosófica. Esto se explica, en parte, por la presencia de las opiniones de sus predecesores y de sus cuasi contemporáneos de otras escuelas filosóficas. Pero es difícil creer que, al menos algunos de los textos aquí considerados, no reflejen la actividad de la propia escuela filosófica de Alejandro. Esto hace que sea aún más sorprendente el que sea tan poco lo que sabemos de los discípulos de Alejandro, y que él parezca constituir el final de una tradición peripatética distintiva y continua.

[Traducción: José Molina; revisión técnica de la trad.: Ricardo Salles.]

 

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Notas

* En este trabajo, R.W. Sharples, uno de los estudiosos de la historia del aristotelismo más importantes en la actualidad, retoma algunos resultados alcanzados en Sharples 1990a y los reconsidera a la luz de la abundante bibliografía secundaria que ha suscitado el tema en los últimos años. Queremos agradecer al Profesor Sharples su gentileza de preparar este trabajo inédito para Diánoia.

Ésta es una versión revisada del trabajo "The School of Alexander?", publicado originalmente en R. Sorabji (comp.), Aristotle Transformed: The Ancient Commentators and Their Influence, Duckworth, Londres, 1990, pp. 83–111. Agradezco a Gerald Duckworth and Co. Ltd. y a Richard Sorabji el permiso para publicar esta versión revisada, y a José Molina y Ricardo Salles por la traducción al español.

1 Cfr. Todd 1976b, p. 1, n. 3. Ahora se sabe, por la inscripción descubierta en Afrodisia, que el nombramiento de Alejandro fue en Atenas: cfr. Chaniotis 2004; Fazzo 2005, pp. 283–295, y Sharples 2005b.

2 Pero no se trata del Liceo aristotélico, el cual dejó de existir en 86 a.C.; cfr. Lynch 1976, pp. 192–207.

3 Cfr. especialmente la exposición en Kenny y Pinborg 1982.

4 Es decir, Hermino (c. 120–180 o 190 d.C., Moraux 1984, pp. 361–363; Alejandro ap. Simplicio, in Cael. 430, 32 ss.) y Sosígenes (similar en fecha; Alejandro, in Meteor. 143, 13); posiblemente también Aristóteles de Mitilene (muerto entre 165 y 180 d.C.; Moraux 1984, p. 400; cfr. Galeno, Scr. Min., vol. 2 (Müller) 11, 4s.; n. 42, infra).

5 Notas 20–47, infra.

6 Notas 58–89, infra.

7 Cfr. Sharples 1987, pp. 1220–1224, con las referencias de allí.

8 H.J. Blumenthal (1979, y 1987, p. 190) señaló que es un error describir a Alejandro como el último comentarista peripatético de Aristóteles —por oposición a neoplatónico—. Pero Alejandro parece, en la medida en que nuestra información avanza, quedarse al final de una tradición claramente peripatética. Sobre supuestos maestros peripatéticos posteriores a Alejandro (Amonio y Prosenes), cfr. Lynch 1976, p. 213. Véase también Donini 1994, p. 5094.

9 Porph., Vita Plotini, 14.

10 Hay que distinguirlo del comentario de Alejandro, ahora perdido, sobre el De anima de Aristóteles.

11 Las obras perdidas y sobrevivientes atribuidas a Alejandro están enlistadas, con bibliografía, en Sharples 1987, pp. 1182–1194; véase también Moraux 2001, pp. 263–264. La autoría de algunos de los textos cortos es polémica; en lo que sigue, ocasionalmente usaré por conveniencia el término "Alejandro" para referirme a los autores de estos textos sin por ello implicar necesariamente opinión alguna sobre la cuestión de la autenticidad.

12 Así Bruns 1892, p. v.

13 Mis traducciones anotadas de Quaestiones, Problemas éticos y Mantissa han sido publicadas en las series de traducciones de los comentadores griegos de Aristóteles, editadas por Richard Sorabji, en Sharples 1990b, 1992, 1994 y 2004, respectivamente.

14 Se mencionan unas "Scholia logica" en lo que puede ser una glosa en Alejandro, in An. Pr. 250, 2; y una "Explicación y resumen de ciertos pasajes del De sensu (de Aristóteles)", que Moraux sugiere pudo haber sido una compilación similar, se menciona en un escolio a Quaestio 1. 2. Cfr. Moraux 1942, p. 24; Sharples 1987, p. 1196.

15 Cfr. la discusión en Bruns 1892, p. xi.

16 El comentario de Alejandro al De sensu (31. 29) cita no solamente el comentario perdido al De anima (167, 21), sino también, aparentemente, el Mantissa (posiblemente la sección 11 más que la sección 9; cfr. Wendland 1901, p. v; Moraux 1978, p. 297, n. 71; pero también Sharples 2004, pp. 88–90). Sin embargo, esto no muestra que los textos Mantissa, o incluso aquellos sobre la visión, estaban ya reunidos en su forma presente; véase también Sharples 1998, pp. 395–396. Cfr. también las nn. 44 y 98, infra.

17 Es decir, el comentario sobre las Éticas, de Aspasio (CAG, vol. 19), y los escolios anónimos a los libros 2–5 publicados en CAG, vol. 20, que incorporan material de Adrasto de Afrodisia; cfr. Mercken 1973, 1.14*–22*, y Moraux 1984, pp. 323–330. Kenny 1978, p. 37, n. 3, sugiere que el comentario mismo es de Adrasto, pero esto es difícil de reconciliar con la evidencia antigua de la obra de Adrasto; cfr. Gottschalk 1987, p. 1155 y n. 363.

18 Se admite que los Problemas éticos están interesados principalmente en la solución de dificultades en la aplicación de distinciones lógicas a temas éticos (por ejemplo, la forma en que placer y dolor son opuestos; véase la n. 167, infra, y para otro ejemplo, véanse las nn. 39–41), y en tópicos (tal como la responsabilidad de las acciones) de los cuales Alejandro se ocupa en tratados independientes. Sobre el carácter general de Problemas éticos, cfr. Madigan 1987.

19 Que lo hizo se sugiere en una referencia a "hupomnêmata a la Éticas" en Alejandro, in Top. 187, 9–10; pero ésta es la única evidencia. Cfr. Sharples 1985, p. 113; 2001, pp. 593–595; Abbamonte 1995, p. 250, n. 4; n. 154, infra.

20 Filópono in An. Pr. 126, 20–23. Cfr. también [Amonio], in An. pr. 39, 24–26; Moraux (1984), pp. 339–344. Nota 25, infra.

21 Esto es, respecto de silogismos con premisas modales mezcladas. Cfr. Alejandro, in An. Pr. 125, 30 ss.; Moraux 1984, p. 393.

22 Alejandro, in Meteor. 143, 13; Moraux 1984, p. 335. Puede notarse que la opinión de Sosígenes es citada no de un comentario, sino de su "libro octavo Sobre la vista".

23 Cfr. Alejandro, de Anima 42, 4–46, 19; Mantissa 127, 20–150, 18; Quaestiones 1. 2 y 1. 13. En de Anima 43, 16, Alejandro se refiere a "investigaciones sobre cómo vemos", pero no todos los puntos que menciona allí pueden relacionarse con lo que tenemos en Mantissa. Cfr. Bruns 1887, ad loc.; Sharples 2004, pp. 88–89.

24 Temistio, in DA 61, 22 ss., a partir del tercer libro Sobre la vista de Sosígenes; cfr. Filópono in DA 348, 10–19. Moraux 1984, p. 359. Cuando Simplicio, en su comentario al De caelo (503, 35), cita a Alejandro y a Porfirio como preocupados por un pasaje de Aristóteles donde Sosígenes prefirió suponer un error de un copista más que una confusión de Aristóteles mismo, podría parecer razonable suponer que el comentario (perdido) de Alejandro al De caelo, que Simplicio cita ampliamente, discutía la opinión de Sosígenes y que fue para eso la fuente de Simplicio. Sin embargo, Martin (1879, pp. 176–177) argumenta que Simplicio, que cita a Sosígenes sólo sobre el tópico de las esferas celestes, está recurriendo directamente a un tratado de Sosígenes Sobre las esferas que actúan de manera opuesta (cfr. Proclo Hypotyp. (Manitius) 4. 98 130, 7–23; Moraux 1984, pp. 344–358). Cabe observar que, con el mismo propósito, pseudo–Alejandro, in Metaph., cita a Sosígenes en CAG vol. 1 706,13; parece que pseudo–Alejandro obtuvo la información de Simplicio (Sharples 2003, pp. 204–206; cfr., en otro caso semejante, Merlan 1935). Sobre la relación de pseudo–Alejandro con Simplicio, véase también Sharples 2003, pp. 199–200, y sobre la atribución a Miguel de Éfeso, véase Luna 2001, pp. 53–71. Dado lo anterior, retiro mis dudas sobre este punto en Sharples 2003 —véase mi reseña de Luna 2001 en Classical Review, vol. 53 (2003), pp. 307–308—. El Sosígenes mencionado en Alejandro, Mixt. 3 216, 12, es un estoico, no el maestro de Alejandro; cfr. Martin 1879, pp. 177–178.

25 La opinión criticada por Alejandro en in An. Pr. 125, 3–28, y calificada de "ridícula" en 125, 16, corresponde a la transmitida desde Hermino por pseudo–Amonio en in An. Pr. 39, 31. Moraux (1984, pp. 391–394) nota la conexión entre los dos pasajes y sugiere que pseudo–Amonio está usando la monografía perdida de Alejandro Sobre el desacuerdo entre Aristóteles y sus asociados respecto a [silogismos con] premisas mixtas, al cual Alejandro se refiere como su fuente en in An. Pr. 125. 28–31, más que al comentario a Primeros analíticos, de Alejandro. Filópono, in An. Pr. 126. 20, comentando el mismo pasaje de Aristóteles, se refiere a una monografía de Alejandro como su fuente respecto de otra tesis sostenida por el maestro de Alejandro, Sosígenes; véase Flannery 1995, pp. 62–81. Por tanto, la sugerencia en Sharples 1987, p. 119, de que Alejandro, in An. Pr. 125, 3–28 se refiere a Sosígenes, debería corregirse; véase Flannery 1995, p. 69 y n. 48. Hermino es también mencionado en Alejandro, in An. Pr. 72, 27; 89, 34; 91, 21; in Top. 569, 3; 574, 26.

26 Para Alejandro, la naturaleza y el alma de los cielos son idénticas. Cfr. Simplicio, in Cael. 380, 5, el cual nota que Alejandro responde a las opiniones de Hermino, pero no a las de Juliano de Trales; Merlan 1935, y 1943, pp. 179–191; Sharples 1987, p. 1214, n. 153, y las referencias de allí.

27 Aristóteles, Cael. 2. 6. 288 b 22; Simplicio, in Cael. 430, 32 ss.

28 Simplicio, in Cael. 430, 29. En in Int. (ed. sec.) 272, 14 ss., Boecio advierte que Alejandro supone una corrupción textual en Aristóteles, Int. 10. 19 b 29–30, pero argumenta (274, 12) que Alejandro estaba equivocado y que la interpretación de Hermino y Porfirio debe preferirse.

29 Simplicio, in Cael. 430, 32–431, 11; cfr. Moraux 1984, pp. 240 ss.

30 Se pensaba que Galeno, nacido en 129, fue instruido por uno de los alumnos de Aspasio (Galeno, Scripta Minora (Marquardt), vol. 1 32, 5–7). La actividad filosófica de Aspasio debe colocarse en la primera mitad del siglo II d.C.: Moraux 1984, p. 226.

31 Así Moraux 1984, p. 361, n. 5. La alternativa sería interpretar que Simplicio decía que Alejandro citó opiniones de Hermino, según Aspasio; es decir, que Aspasio era su fuente; pero, incluso sin dificultad cronológica, sería extraño que Alejandro hubiera tenido que usar a Aspasio como fuente para las opiniones de su propio maestro (de Alejandro).

32 Simplicio, inPhys. 547, 11; 727, 35; 752, 15.

33 Simplicio, in Phys. 131, 15 ss. (donde Alejandro argumentaba extensamente en contra de Aspasio; cfr. Moraux 1984, pp. 235–236); 558, 34; 728, 5.

34 Simplicio, in Phys. 422, 25.

35 Así Diels en el index nominum de CAG, vols. 9–10 s.v. "Aspasios", citando a Simplicio, in Phys. 131, 14; 547, 11; 558, 34 (vale la pena mencionar particularmente el último pasaje; Simplicio dice que cree que la posición de Aspasio era como él la describió, e inmediatamente después cita a Alejandro). Por otro lado, si todas las referencias por nombre, hechas por Simplicio, a Aspasio, vienen de Alejandro, tendríamos que suponer que Alejandro citó a Aspasio (y a otros predecesores) por nombre en su comentario perdido a la Física, más de lo que es su práctica en los comentarios existentes. Suele ser mucho más lacónico que Simplicio en sus referencias a los nombres de sus predecesores (las referencias a Teofrasto y a Eudemo en el comentario a Primeros Analíticos, nn. 48–49, infra, son quizá un caso especial). Aspasio es mencionado en aproximadamente veinte contextos separados en el comentario a la Física de Simplicio, pero sólo tres veces en el comentario a la Metafísica de Alejandro, una diferencia que no puede explicarse enteramente por la diferencia de extensión entre las dos obras (Alejandro es frecuentemente mencionado en estrecha proximidad a las referencias a Aspasio en el comentario a la Física de Simplicio; hay excepciones, pero el no mencionar a Alejandro no puede probar que él no era la fuente).

36 Cfr. Aspasio ap. Alejandro, in Metaph. 41, 27 ss. y 379, 3 ss.; en el último pasaje, Alejandro no concuerda con Aspasio, aunque no explícitamente. Cfr. Moraux 1984, pp. 246–249; también la n. 62, infra.

37 Alejandro, in Sens. 10, 2 (desacuerdo); también (sin que Aspasio sea nombrado explícitamente) ibid. 82, pp. 16–17. Moraux 1984, pp. 244–245.

38Así Moraux 1984, p. 231.

39 Aspasio, in EN 59, 2–11. Sharples 1985, p. 110.

40 Anón., in EN (CAG, vol. 20) 141, 10–20. Sharples 1985, p. 111. Cfr. también Alejandro, Pr. Eth. 27 154,15–155, 5 y 155, 29–156, 9 sin Anón. in EN, CAG, vol. 20 133, 35–134, 4 y 134, 9–21, respectivamente.

41 Alejandro, in Top. 99, 2–20; 100, 31–101, 14; cfr. también 181, 21–187, 9. Sharples 1985, p. 112.

42 Cfr. Moraux 1967b, y 1984, pp. 399–401.

43 Véanse Thillet 1984 pp. XV–XIX; Schroeder y Todd 1990, pp. 23–24, 28–31; Opsomer y Sharples 2000, pero también Accattino 2001, p. 15.

44 Accattino 2001, pp. 10–15. Véase Sharples 1987, p. 1212, y las referencias de las nn. 134–136; pero también ahora Sharples 2004, p. 38, n. 92; Rashed 1997a. Los objetores son referidos en tercera persona (epipherousin, 112. 6), pero no son identificados más allá; sin embargo, véase la n. 68, infra. Incluso si el comentador anterior no es Aristóteles de Mitilene, la sugerencia de Accattino de que se trata de uno de los maestros de Alejandro bien puede ser correcta.

45 Sharples 1987, p. 1212, y las referencias de las nn. 137–139. Agradezco a Victor Caston por poner énfasis en la importancia de este punto. En Quaest. 2. 3 48, 18–22, se considera un hecho establecido (ekeito) que la divina providencia, actuando a través de la influencia de los cuerpos celestes sobre los sublunares, es la causa de que algunas creaturas posean más facultades anímicas que otras, y en particular de que el hombre posea razón. Moraux (1967a, pp. 163–164, n. 2) compara este pasaje con Mant. 113, 6–12, y a partir de esto argumenta que Quaest. 2. 3 es una obra temprana de Alejandro. Véanse Fazzo 1988, y 2002c, pp. 175–212; Fazzo y Zonta 1998, pp. 65–67, 195–219; Donini 1996b, y la n. 116, infra.

46 Véase Moraux 1984, pp. 401–402, con comentarios críticos de Thillet 1984, pp. xi–xxxi; Schroeder y Todd 1990, p. 25.

47 Alejandro in Metaph. 166, 19–167, 3, refiriéndose a "nuestro Aristóteles" por contraste con el estagirita; señalado por Moraux (1985) y por Accattino (1985, pp. 73–74).

48 Hay cerca de cincuenta referencias a Teofrasto por nombre en las obras existentes de Alejandro, cerca de la mitad de ellas están en el comentario a Primeros analíticos.

49 Hay once referencias a Eudemo en las obras disponibles de Alejandro, de nuevo principalmente del comentario a Primeros analíticos (siete del total). Simplicio, in Phys. 1355, 32, dice que Alejandro argumenta contra Eudemo sobre la ubicación dentro de la esfera celeste del primer motor; cfr. 1354, 9 ss. Asimismo, Simplicio, in Phys. 133, 21 ss., menciona que Alejandro cita a Eudemo; Simplicio dice que él mismo no puede encontrar en el comentario de Eudemo la lectura de Aristóteles citada por Alejandro (ibid., 133, 24–25). Simplicio señala que Alejandro parece estar siguiendo a Eudemo en in Phys. 10,13 (cfr. 11,16); una reacción de Alejandro con respecto a Eudemo se señala en 99, 29.

50 Alejandro, in An. Pr. 161,1.

51 Alejandro, in Top. 434, 2, sobre si el sueño es una privación.

52 Se afirma que Alejandro responde a Jenarco, en Simplicio, in Cael. 21, 33 ss. (cfr. 22, 18) y 23, 22 ss.; cfr. Moraux 1973, pp. 199 s. Alejandro también se refiere a Jenarco en su comentario de Anima (Filópono in DA (Verbeke) 15, 65–69; Moraux 1973, p. 207). Moraux (1942, p. 211, n. (e)) compara con este pasaje Mant. 106, 20–3; aquí también Alejandro argumenta contra una comprensión literal del intelecto material como materia, aunque sin nombrar aquí a Jenarco. La interpretación de los asociados de Jenarco y Boeto sobre qué es el prôton oikeion de acuerdo con Aristóteles se mencionan y se critican en Mantissa 151, 3 ss., como también se critican las opiniones de Sosícrates y Virginio Rufo; cfr. Moraux 1973, p. 209; Sharples 2004, pp. 149–159, y otras referencias en Sharples 1987, p. 1190.

53 En in Phys. 211, 13 ss. Simplicio cita a partir de Alejandro; luego, desde Boeto, y después otra vez desde Alejandro (n. 117, infra); cfr. Moraux 1973, p. 170, y n. 1, argumentando que Alejandro es la fuente de Simplicio. Alejandro es también citado por Simplicio, in Phys. 759, 20, en su respuesta a la afirmación de Boeto de que el movimiento podría ser numerable incluso en la ausencia del alma; el tema también es discutido en el tratado Sobre el tiempo de Alejandro, preservado en árabe, y una comparación con éste sugiere que Simplicio, en su comentario a la Física, allí pudo haber tomado de Alejandro más de lo que él reconoce explícitamente. Cfr. Sharples 1982b, pp. 70–71, y las nn. 75–77.

54 En in Cat. 10, 19–20, Simplicio cita a Alejandro de Afrodisia y entonces dice que Alejandro de Aegae dijo lo mismo; en in Cat. 13,11–18 él se refiere a la opinión de "los Alejandros" (Moraux 1984, p. 222 s.) Cfr. también Simplicio, in Cael. 430, 32, que consigna que Alejandro de Afrodisia citó a Alejandro de Aegae sobre el argumento de Aristóteles en De caelo 2. 6 288 b 22; n. 27, supra, y Moraux 1984, pp. 223–225.

55 En in Phys. 23, 14–16, Simplicio cita sucesivamente interpretaciones de Jenófanes hechas por Nicolás y por Alejandro, antes de proceder a argumentar contra ambos; Moraux sugiere que Alejandro en su comentario argumentaba en contra de Nicolás, y que fue a través de su comentario que Simplicio conocía las opiniones de Alejandro. Cfr. Moraux 1973, pp. 451–457, y McDiarmid 1953, pp. 115–120.

56 Alejandro ap. Simplicio, in Cael. 652, 9 ss.

57 Así Moraux 1967a, p. 160, n. 2, comparando a Alejandro ap. Simplicio, in Phys. 310, 25–311, 37 con [Aristóteles], De mundo 398 b 16 ss.

58 Cfr. Sharples 1987, p. 1179, y nn. 18–21, con las referencias de allí; también ahora Nutton 1987, pp. 45–51; Todd 1995, pp. 122–124, Fazzo 2002b.

59 Cfr. Sharples 1987, 1178, y nn. 11–13, con las referencias de allí. Simplicio, in Phys. 671, 4, informa que Alejandro comenta que un argumento bajo discusión puede ser también usado en contra de los estoicos; cfr. también la n. 98, infra.

60 Alejandro, in Metaph. 79, 3–98, 24; cfr. Leszl y Harlfinger (1975).

61Nota 139, infra.

62Alejandro, in Metaph. 58, 31–59, 8, sobre Metaph. A. 6 988 a 10–11. Dörrie 1944, pp. 34 s., 38 s., y Dillon 1977, pp. 116 y 128, n. 1. Se ha pensado generalmente que Eudoro cambió el texto para apoyar su propia versión del platonismo, haciendo derivar la materia desde el Uno; pero Moraux (1969) argumenta en contra de esto.

63 Cfr. Platón, Timeo, 53 C ss. Alejandro es citado por Simplicio, in Phys. 26, 13, sobre la referencia en Aristóteles, Phys. 1. 2 184 b 19, a aquellos que postularon tres principios, como si identificaran los primeros principios de Platón con materia, causa eficiente y paradigma. Simplicio critica a Alejandro por no tomar en cuenta la causa final de Platón, y él mismo en este contexto degrada la materia a una causa auxiliar (26, 5 ss.).

64 Aristóteles, Phys. 4. 2 209 b 11 ss.; cfr. Cornford 1937, pp. 181 y 187.

65 Merlan 1969, en las pp. 90–91. Es verdad que el tema podría surgir dentro de un contexto puramente peripatético, y que la influencia de los cielos sobre lo sublunar puede ser puramente accidental está ya sugerido por Teofrasto, Metafísica, 5 b 19–26.

66 Cfr. Quaestio 2. 21 70, 2–6, contra quienes dicen que la sola virtud es buena, con Alejandro, Fat. 199.14 ss. Sobre la autenticidad de Quaestio 2. 21, véanse ahora Fazzo y Zonta 1998, pp. 257–259; Sharples 2000; y más adelante, la sección 6.

67 Sobre el tratamiento de Ático de la divina providencia, cfr. Dillon 1977, p. 252.

68 Así Donini 1974, pp. 49–50, comparando Ático fr. 7, 75 des Places; véase también Rashed 1997a, pp. 189–191.

69 Alejandro ap. Simplicio, in Cael. 358, 27 ss., y Alejandro, Quaest. 1. 18; cfr. Baltes 1976, pp. 76–81; Sharples 1983b, en pp. 99–102 y nn. Cfr. también Alejandro, in Metaph. 212, 15, con Dooley y Madigan 1992, p. 154, n. 285; Sobre los principios § 139, en Genequand 2001, con id. 166.

70 Ático, fr. 4, 8–17 des Places. Sobre el tema, cfr. Sorabji 1983, p. 304, n. 47, y las referencias de allí. Alejandro está de acuerdo con Ático en que Platón en el Timeo sostuvo que el cosmos ordenado tuvo un comienzo real en el tiempo; y ataca a Tauro sobre el tema; cfr. Alejandro ap. Simplicio, in Cael. 297, 9 ss., y ap. Filópono, contra Proclum (Rabe) 213–216 (del comentario de Alejandro al De caelo, ibid. 212. 14); Praechter 1934, p. 68; Baltes 1976, pp. 71–76; Dillon 1977, pp. 242–244 y 253–254, y Rescigno 2004, pp. 692–718.

71 Hay numerosas referencias a Platón en el comentario a la Metafísica de Alejandro (cfr. el index en Hayduck 1891); es notorio in Metaph. 59, 28 ss., que cita Timeo 28 C y la Epístola II, 312 E. Platón también es citado por Alejandro ap. Simplicio in Phys. 355, 13 (que cita Leyes 10); 420, 13; 420, 18; 454, 19 (Sobre el bien, de Platón); 700, 19; 705, 5; 894, 12; 1351, 27; por Alejandro ap. Simplicio, in Cael. 276, 14 (que se refiere a Timeo 31 AB, un pasaje ya discutido por Teofrasto, ap. Proclo, in Timaeum (Diehl) 1. 456. 16–18); y por Alejandro ap. Filópono, in Phys. 81, 25 (sobre el Sofista como evidencia para Parménides; cfr. Alejandro ap. Simplicio, in Phys. 135, 16; 136, 10). Sobre el conocimiento de Alejandro sobre Platón véase también Donini 1994, p. 5084. Gannagé (2005, especialmente las pp. 45–49, 77–81) ha visto influencia platónica en la teoría de la materia y de los elementos de Alejandro.

72 Señalado por Vitelli (1895); una elaboración de esta exposición se encuentra en su 1894, p. 515. El fragmento estaba entonces publicado en Vitelli 1902 (las citas están de acuerdo con este artículo), y está traducido como un apéndice en Sharples 1992. La miscelánea incluye otro texto, desconocido de otro modo, sobre el argumento sôrites y un número de extractos del de Anima de Alejandro con un pasaje cada uno del De mixtione y de las Quaestiones. Sobre el valor del MS para el De mixtione, cfr. Montanari 1971.

73 "(Platón) también dice que el alma es una sustancia incorpórea y que es imperecedera; y uno de estos puntos es también aducido por Aristóteles" (93, 13–15; el subrayado es mío).

74 Alejandro, de Prov. 19, 3 ss.; 25, 1 ss.; 31, 16; 53, 1 ss.; 63, 7 ss. en Ruland 1976 (nueva edición, que incluye números de página y línea de Ruland, en Fazzo y Zonta 1998; véase también Thillet 2003); Quaest. 2. 21 68, 9 ss.; Mant. 113, 12 ss.; Mixt. 226, 24 ss. Cfr. [Aristóteles], de Mundo 6 397 b 20 ss., 398 a 5 ss; Todd 1976b, pp. 226–227.

75 Se podría suponer que la referencia es a Heráclides de Ponto. Sin embargo, las opiniones de Heráclides sobre el quinto elemento no son claras (cfr. Gottschalk 1980, pp. 106–107); y, significativamente, él no es citado sobre este tópico en el comentario al De caelo de Simplicio, que se apoya ampliamente en el comentario de Alejandro ahora perdido.

76 Puede resultar instructivo comparar el tratamiento de las dos digresiones de Alejandro al comentarAn. Pr. 1. 15 34 a 10–12, en 177, 19–182, 8 (sobre el enunciado de Crisipo en contra de Diodoro Crono —y Aristóteles— de que lo imposible puede seguirse de lo posible) y 34 a 12–16, en 183, 34–184,18 (sobre las definiciones filoniana y diodorea de lo posible; cfr. la n. 98, infra). El contenido de la última digresión es resumido muy brevemente por Filópono, in An. Pr. 169, 17–23; no aparece en los comentarios a Primeros analíticos de [Amonio] o [Temistio], aunque distinciones similares son realizadas en el comentario de Simplicio a las Categorías (195, 31 ss.; cfr. Sharples 1982c, pp. 93–94). El tópico de la primera digresión es al menos mencionado en todos los comentarios posteriores, aunque mucho más brevemente que en Alejandro (cfr. [Amonio], in An. Pr. 50,13–21; [Temistio], in An. Pr. 26, 31–29, 28; Filópono, in An. Pr. 165, 27–167, 30).

77 Ático también escribió sobre esto; fr. 5 des Places. Es cierto que aun cuando Heráclides se identificara con el estoico, estaríamos delante, o bien, de un tratado independiente del que ningún otro registro ha sobrevivido, o bien, de un largo excurso dentro de un comentario que tampoco ha dejado ningún otro rastro; sin embargo, en el último caso, no habría un problema de una digresión dentro de un excurso.

78 La estratagema retórica en "es sorprendente que alguien que afirma ser un filósofo no se avergüence (sc. de argumentar de esta manera)" nos recuerda alguna de las críticas de Alejandro contra aquellos cuyas opiniones ataca en el de Fato; cfr. especialmente 171, 22 ss.

79 Fat. 164, 14.

80 IG II2 3801, y quizá también IG II2 3989. Follet (1976, p. 88) señala que el estatus aparentemente peregrino de Símaco, quien hizo la dedicatoria, en IG II2 3801, coloca esa inscripción antes de que se concediera la ciudadanía universal en 212. Agradezco al doctor A.J.S. Spawforth el darme a conocer la discusión de Follet.

81 Lynch (1976), 190. Agradezco al Dr. Spawforth por señalar esto.

82 Ueberweg–Praechter (1926, p. 665) fecha a nuestro Heráclides más exactamente hacia la mitad del siglo segundo d.C. Un terminus ante quem puede darse quizá por otro estoico, Julius Zosimianus, cuya inscripción funeraria se preserva en IG II2 11551 y a quien Ueberweg–Praechter y Lynch (loc. cit.) coinciden en poner después de Heráclides; él parece haber muerto al fin del siglo segundo de nuestra era. Otros dos filósofos llamados Heráclides pueden excluirse: Heráclides (40) en RE es un estoico del siglo segundo a.C., pero Alejandro se refiere a su adversario en tiempo presente; Heráclides (41) es un pirronista del primer siglo a.C.

83 La sugerencia fue hecha por los editores de IG II2 ad loc. (IG II2 2111/2). Follet (1976, p. 81) fecha la incripción más precisamente hacia 185/186.

84 Sería natural, como el doctor Spawforth señala, suponer que Símaco erigió la dedicatoria a su maestro cuando dejó de ser su alumno, o poco después. Sin embargo, podría haberlo hecho años después de que dejó de ser su alumno, con el fin de indicar el otorgamiento de la ciudadanía o (quizá más plausiblemente) el que Heráclides se convirtiera en diadochos, si no lo era todavía cuando enseñó a Símaco. Los puestos de maestro oficial en Atenas de cada una de las cuatro escuelas fueron creadas por Marco Aurelio en 176 (Dio Cassius, 72. 31).

85 Cfr. la nota 4, supra.

86 Véase la n. 15, supra, y la discusión de Bruns citada allí que llama la atención sobre el presente título.

87 No. 8 en Pauly–Wissowa, RE 3. 2 (1899) col. 1910.

88 En RE, loc. cit. Pero esto es simplemente conjetura basada en el presente texto.

89 Las últimas figuras mayores a quienes el término "académico" parece ser aplicado son Plutarco y Favorino; cfr. Tarrant 1985, pp. 97 y 129–135, también id., 1983, pp. 182–183; y Glucker 1978, pp. 213–215, 281.

90 Cfr. Madigan 1987.

91 Quaest. 3. 12. Este texto defiende la opinión peripatética de que el universo es finito con nada exterior a él, en contra de la opinión epicúrea de que el universo es infinito, y contra la afirmación estoica de que hay vacío fuera del sistema cósmico finito; cfr. Todd 1984.

92 Simplicio, in Phys. 249, 37; 489, 20 ss. Cfr. Todd 1976b, p. 17 n. 80. Éste es Zenobio no. 3 en RE, vol. 10 A col. 12; no se sugiere allí ninguna fecha para él. Otras referencias de Alejandro al epicureísmo son citadas por Simplicio, in Phys. 372, 11; 467, 1; 679, 12; 679, 32, y por Filópono, in GC 12, 6.

93 Simplicio, in Cael. 391, 12.

94 Simplicio, in Phys. 511, 30.

95 Simplicio, in Cael. 265, 29; cfr. 266, 29. Cfr. Sambursky 1962, p. 78.

96 Simplicio, in Phys. 291, 21. Cfr. Gottschalk 1980, pp. 63–69.

97 Alejandro frecuentemente continúa un resumen general mediante una discusión más completa (cfr e.g. in Top. 181. 21 ss.) o mediante comentarios detallados sobre palabras particulares dentro de una sección (e.g. in Metaph. 289, 29, 33). Pero esto no es un principio general de organización como lo es en comentarios posteriores. Tampoco hay allí una división en lecciones diarias; proteraia, en el contexto de una cita de Alejandro ap. [Filópono], in DA 470, 18, es término de [Filópono] no de Alejandro. Sobre las características de la escritura de Alejandro y su lugar en diferentes modos de exégesis y sobre su actividad intelectual en el periodo imperial temprano, véanse Donini 1994, especialmente pp. 5036, 5041–5056, 5080–5082; Fazzo 2002c, pp. 9–37, y sobre los métodos de Alejandro de comentar textos aristotélicos, Abbamonte 1995, y 2004; Donini 1995; Bonnelli 2001, pp. 29–30; Fazzo 2002a, pp. 156, 162–169, y, con una útil clasificación de las diferentes reacciones ante las inconsistencias en Aristóteles, Accattino y Donini 1996, p. xxxii.

98 E.g. in An. Pr. 177, 19–182, 8, sobre la afirmación de Crisipo de que lo imposible puede seguirse de lo posible; ibid. 183, 34–184, 18, sobre las definiciones filonianas, diodoreas y aristotélicas de posibilidad. El ejemplo, en el último pasaje, de lo que es posible, según Filón, aunque esté impedido (todavía es posible que la paja dividida en átomos, o en el fondo del mar, arda), parece refundir dos ejemplos que son distintos en Quaest. 1. 18 31, 9 ss. (la paja dividida en átomos no puede arder, y un guijarro en el fondo del mar no puede verse). Empero, no se sigue que la discusión en el comentario sea posterior a la Quaestio, y que derive de la que aparece en ella, porque podría haber una fuente común. Cfr. Sharples 1983b, p. 99 y n. 5.

99 Notas 19 y 21, supra.

100 E.g. Simplicio in Cat. 3, 18. Cfr. Westerink 1976, p. 28; Blumenthal 1987.

101 Alejandro, in An. pr. 1, 1–6, 12. Cfr. también la discusión del asunto de las Categorías por Alejandro ap. Simplicio, in Cat. 10, 8–20 (n. 54, supra); Moraux 1984, p. 609.

102 Alejandro, in Meteor. 1, 1–4, 11.

103 La relación entre libros A, a minor y B se discute en in Metaph. 136, 13–138, 23 y 196, 19–26, y esto de suyo implica cierta discusión del tema de todo el tratado (138, 6 ss.); de manera semejante, la discusión de B como en un sentido el inicio de la investigación, siendo A preliminar, lleva a la discusión del tema del todo (170, 5–171, 22). Puede notarse, empero, que la discusión en el comentario a B está vinculada a la sección que abre ese libro como su lema, mientras que en el comentario a a minor hay una sección inicial separada del resto. Alejandro está consciente tanto de aquellos que rechazan A porque B parece ser el libro inicial (172. 21–22), como, en consecuencia, de aquellos a quienes les parecieron problemáticas las referencias de la primera persona del plural al platonismo; cfr. 196, 20, y Jaeger 1934, p. 175 y n. 2.

104 Simplicio, in Cat. 4, 13; Moraux 1973, p. 75. (Sin embargo, sobre esto cfr. Tarán 1981, pp. 739–740, quien argumenta que lo que se dice aquí sobre Alejandro está de cierta forma distorsionado por las preocupaciones y la terminología de Simplicio.)

105 Alejandro, in An. Pr. 160,32 (contra Andrónico); cfr. Boecio, in Int. (ed. sec.) 11, 13–15. Moraux 1973, p. 117 y n. 2.

106 Frede 1987, pp. 18–20. Cfr. Alejandro ap. Boecio, in Int. (ed. sec.) 10, 14, sobre si el de Interpretatione se ocupa de filosofía o de retórica.

107 Moraux 1967a, p. 169, n. 1.

108 Cfr. (e.g.) in An Pr. 156,11–157,10; 161, 3–26 (cfr. Sharples 1982c, en pp. 97–99); in Metaph. 141. 21 ss.; 159, 9; 162, 6, 10; 164, 24; 165, 4; 165, 21; 169, 11; 220, 24 ss.; 337, 29.

109 En in Metaph. 167, 5 ss., sobre alpha elatton 3 994 b 32, se observa que la gente reacciona de forma distinta a la enseñanza que recibe dependiendo de lo que ya conoce, y en ibid. 168, 7 ss., en 995 a 10, hay una advertencia contra el peligro de dar una impresión de ser demasiado sutil.

110 La siguiente explicación sumaria (que no es exhaustiva) de los varios tipos de textos que se encuentran entre las obras menores puede complementarse con las discusiones en Bruns 1892, pp. v–xiv; Moraux 1942, pp. 19–28; Sharples 1987, pp. 1194–1195, y 1998, pp. 383–388.

111 Como Bruns (1892, pp. xii–xiii) señala, éstas son características de Mantissa más que de Quaestiones; también aparecen en los Problemas éticos (Quaestio 2. 28, sin embargo, se acerca al tipo).

112 Cfr. Bruns 1892, p. ix. En el mundo antiguo, un "ejercicio" sería casi con seguridad un texto para exponerse oralmente frente al maestro. En principio, podría escribirse antes o transcribirse después; pero algunos de los pasajes no parecen suficientemente interesantes en sí mismos para justificar que se registre que fueron elaborados para el uso general después de la discusión de la cual podían haber formado parte (puede haber excepciones a esto, cfr. la n. 174, infra). Alejandro podría, por otra parte, haber preservado sus propios materiales didácticos para un uso futuro, incluso cuando fueran un tanto pedestres.

113 Aristóteles, DA3.2. 427 a 9 ss.; Alejandro, in Sens. 164, 13 ss.; Quaest. 3. 9 96, 10 ss.; de Anima 63, 8 ss. Refiriéndose al de Anima de Aristóteles, el comentario de Sensu de Alejandro está recogiendo la propia referencia cruzada de Aristóteles en Sens. 7 449 a 9–10; Quaest. 3. 9 es un comentario a 427 a 2–14. Cfr. Henry 1960, pp. 436–438.

114 Todd (1976a) relaciona Quaest. 3. 11 con Amonio, inInt. 39, 17–32, argumentando que esto viene de Alejandro, ya que hace explícitamente el silogismo en 39, 13–17, al cual es una réplica.

115 Simplicio, in Cael. 284, 25–285, 5; 285, 21–5; 286, 25–7, señalado por Bruns 1893, 4 y 10, y Todd 1984, pp. 185–193.

116 Cfr. Sharples 1987, p. 1188; Fazzo y Zonta 1998, pp. 41, 63–68; Genequand 2001, p. 18. Agradezco a William Dooley por señalarme este pasaje de in Metaph. Tal fuerza desempeña un papel central en la doctrina de Alejandro de la providencia, y uno podría estar tentado a pensar que la Quaestio, al discutir exactamente lo que se debe a la fuerza, es un desarrollo del comentario. Moraux ha argumentado que esta Quaestio es temprana (cfr. la n. 45), pero Donini (1996, pp. 23–24) y Fazzo y Zonta (1998, p. 205 n. 27) argumentan que es posterior al Sobre la providencia.

117 Simplicio, in Phys. 211, 20 ss. (n. 53, supra).

118 Para otros vínculos entre los comentarios y las obras menores, cfr. también las nn. 41, 53, 69 y 132. Un contraste entre la privación, que no es per se, pero que es per accidens, y materia que es per se, pero que no es per accidens, se usa de manera similar al comentar Aristóteles, Física 1. 8 tanto por Alejandro, Quaestio 1. 24. 38, 16–19, como por Filópono, in Phys. 173, 21–6. Sin embargo, Filópono no cita a Alejandro en este contexto, y no está nada claro si existe alguna relación con su comentario perdido a la Física o si la semejanza es simplemente resultado de una coincidencia. Cfr. también Simplicio, in Phys. 240, 19. En in Phys. 238. 8, Simplicio informa que Alejandro presenta interpretaciones alternativas de la solución de Aristóteles al problema del llegar a ser, dependiendo en un caso del contraste entre no ser per se y accidental, y en otro, del contraste entre llegar a ser per se y accidental. Simplicio mismo argumenta contra el último. Véase la n. 107, supra.

119 Aristóteles, Meteor. 1. 3. 340 b 23.

120 Alejandro, in Meteor. 14, 25 ss., citando también a Aristóteles, GC 2. 3 330 b 25. Alejandro se refiere aquí al hupekkauma como to pur tôn stoikheiôn kaloumenon, "de los elementos, el llamado fuego" —implicando que es un elemento, aunque estrictamente es erróneo llamarlo fuego—.

121 Simplicio, in Cael. 439, 14. La respuesta propia de Simplicio es que el movimiento circular de los cielos calienta el aire, así como el hupekkauma encima de él (439, 27–32). Una explicación podría quizá buscarse en la idea de que hay una mixtura de fuego y aire incluso en la esfera celestial (cfr. Meteor. 1. 3 340 b 8, y Guthrie 1939, pp. 176–179, sobre Cael. 2. 7).

122 El imán es descrito como semejante al acero pero sin humedad (74, 26–8), ¿de modo que quizá es sequedad lo que el acero desea? Extrañamente, la Quaestio también habla del ser vivo que atrae el alimento que desea, más que del alimento que atrae a la criatura viviente (74, 20–21); pero está claro que el imán posee aquello de lo cual el acero carece, más que viceversa (74, 26).

123 Que la cita sea del comentario de Alejandro a la Física no se establece explícitamente, aunque esto es prima facie probable, sobre todo por el hecho de que los comentarios de Simplicio se dirigen hacia la elucidación de una frase en el texto de Alejandro (Simplicio, inPhys. 1055, 15).

124 Simplicio, in Phys. 1055, 24–1056, 6, sobre 7. 2 244 a 14.

125 Aristóteles, Phys. 7. 2 244 a 12–13.

126 Cfr. Sharples 1982b, pp. 67–68. Quaestio 1. 1 de hecho corresponde a una sección del comentario sobre la Metafísica atribuido a Alejandro; pero este comentario, al menos en su forma presente, no es de Alejandro mismo (n. 24, supra). O bien existe una fuente común —que pudiera ser el comentario genuino—, o bien el compilador del comentario que tenemos incorporó el pasaje proveniente de la Quaestio. Un asunto emparentado con éste es el de la relación entre los comentarios y los tratados mayores: Accattino y Donini (1996) han argumentado que De Anima de Alejandro está basado en su comentario, excluyendo las discusiones detalladas de pasajes individuales, y Genequand (2001) 4 y 159 argumenta que Sobre los principios §§ 89–91 provienen del comentario a la Física, pero pueden tratarse de inserciones en Sobre los principios hechas por Alejandro o por otro. Véase también Genequand 2001, pp. 156–157 (sobre § 69).

127 Sobre estos títulos generalmente cfr. n. 15, supra, y sobre la relación Quaestio 1. 11 y el comentario de Anima, véase la n. 142, infra.

128 3. 10 es muy sumario en la forma; sus dos páginas corresponden a las 66–89 del comentario a Meteorologica, y si bien describe las explicaciones de la salinidad del mar que aparece en la Meteorología misma y en el comentario (y en E Hibeh 16 = Democritus 68 A 99 a Diels–Kranz), omite los nombres de los proponentes de las varias teorías como figuran en el comentario, aunque no por Aristóteles mismo. Quaestio 3. 14 es un sumario de Aristóteles, Meteorología 4, que acaba al final del capítulo 7. El comentario mismo de Alejandro dedica 34 páginas a 4. 1–7 y sólo 16 al resto del libro. La Quaestio tiene al final un comentario que dice que algunas cosas están perdidas "como escribió antes"; esto puede ser una adición posterior que simplemente se refiere al título que está al principio de la Quaestio, que la describe como "incompleta". La Quaestio y el comentario son suficientemente cercanos para que el primero se enmiende a partir del último (cfr. Quaestio 3. 14. 109, 18 con Bruns ad loc.). Cfr. Coutant 1936, p. 89, n. 33.

129 Quaestio 3. 3 es un sumario retórico y repetitivo de Aristóteles, De anima 2. 5, del cual es difícil creer que pueda haber sido escrito por Alejandro mismo; extrañamente, gozó de una gran popularidad subsecuente, y han sobrevivido versiones en árabe y (del árabe) en latín.

130 Cfr. Sharples 1987, p. 1181 y n. 32, con referencias. La forma de muchos de los escritos de Alejandro —comentarios sobre obras de otro autor, y discusiones breves de problemas individuales— sugiere que se hizo un acercamiento sistemático a los problemas; pero también existe el problema de que Alejandro característicamente adelanta soluciones alternativas sin indicar una preferencia entre ellas (cfr. las nn. 107–108).

131 Para un resumen de lo que se conoce, cfr. Sharples 1987, p. 1181 y las nn. 35–40 con las referencias de allí. Mansfeld 1988, p. 203, argumenta que De Anima de Alejandro es posterior al De fato, De providentia y De mixtione; Accatino y Donini (1996, p. vii) que es posterior al comentario perdido a DA y al comentario sobreviviente a Sens. Accattino (1988, p. 82, n. 14) argumenta que In Metaph. 348. 22–24 se refiere al comentario a la Física y, por tanto, es posterior. Abbamonte (1995, pp. 249–250 y n. 3) argumenta que el comentario a Tópicos es posterior al comentario a Primeros analíticos. Véanse también las nn. 16 y 116, supra.

132 Para este argumento, cfr. también Alejandro, de Anima 16, 18–17, 8; 40, 4–10; in Metaph. 152, 6 ss.; 208, 31 ss. Moraux 1942, p. 51–52; Sharples 1979, p. 37 y n. 142. Pero como Moraux (1942, pp. 57–58) señala, Alejandro argumenta que allí puede haber una jerarquía dentro del género, y da el ejemplo de diferentes tipos de creatura, en in Metaph. 210,6–8, contra los platónicos que niegan la existencia de una idea genérica de número.

133 23, 25–24, 1 = 21, 23–30. La formulación se hace aquí en términos de que "animal" —una naturaleza genérica— existiría aun cuando solamente hubiera un animal individual único, pero ciertamente también se aplicaría a especies con solamente un miembro individual único, y al género con solamente una especie única (véase más adelante). Si hubiera solamente un tipo de animal único, pero muchos ejemplos de ese tipo, la naturaleza "animal" presumiblemente poseería la propiedad accidental de ser un universal con varios ejemplos, pero no la de ser un género común para varias especies. Con la discusión siguiente cfr. Sharples 1987, pp. 1199–1202, y las referencias de allí.

134 Moraux 1942, pp. 50–62. Hay una rareza en que Temistio en su comentario al De anima (4.7–9) da la segunda solución pero no la primera, que provoca cuestionamientos acerca de la relación entre la Quaestio, el comentario perdido de Alejandro a De anima y el comentario de Temistio, y posiblemente acerca de la fecha y de la autenticidad de la Quaestio; véase Sharples 1992, p. 50, n. 126.

135 Tweedale 1984, p. 284.

136 Quaest. 1.3 8, 12 ss.

137 De hecho, la cuestión se ha establecido en términos de la relación entre género y especies, pero parecería también aplicarse al de la relación entre especie (o género) e individuo; cfr. las nn. 133 y 139. Hay algo raro, en efecto, en que la última oración de la Quaestio parece contradecir lo que precede, porque hace a lo universal anterior a todos los particulares; véanse Pines 1961, pp. 82–83; Tweedale 1984, p. 296; Sharples 2005a, pp. 51–54.

138 Lloyd 1980, p. 51.

139 Alejandro, de Providentia 89, 5; Ruland 1976 (cfr. Thillet 1960, p. 321); Refutación de la aserción de Jenócrates de que la especie es anterior al género de Alejandro (cfr. Pines 1961; Rashed 1997b, pp. 233–237; 2004, pp. 20, 52–55). Reclamos en autores como Simplicio (in Cat. 82, 22–8; 85, 5–9) y Déxipo (in Cat. 45, 12–31) de que Alejandro hace a los universales posteriores a los particulares no discrepa con esto, porque ellos simplemente reflejan el hecho de que no da a la forma universal la prioridad que satisfaría a un platónico, esto es, considerar que el universal existe incluso si no tiene en absoluto ejemplos individuales. Cfr. Donini 1982, p. 222.

140 Quaest. 1.3 8, 22–4; 1. 25 41, 8 ss.; 2. 19 63, 15 ss.; de Providentia 33, 1 ss.; 59, 6 ss.; 87, 5 ss. Sharples 1987, p. 1216 y n. 170.

141 Alejandro, de Anima 90, 6–7; Quaest. 2. 28 78, 18–20. Véase Sharples 2005a.

142 La introducción de la primera solución por una referencia a lo que seguramente debe ser el comentario a De anima de Alejandro, ahora perdido, como la propia del autor (eirêtai moi, 21, 18 = 22, 26) sugiere una de tres cosas: (a) todo el texto con ambas soluciones es de Alejandro mismo; (b) sólo la parte con la primera solución fue compuesta por él (pero, ¿por qué, si el asunto fue ya discutido en el comentario?) y la segunda solución fue añadida posteriormente por alguien más; (c) todo el texto es de un solo autor que no es Alejandro, sino que, citando el comentario como suyo, desea hacerse pasar él mismo por tal (así Moraux 1942, pp. 53, 61). Un caso en que una autoría múltiple, o al menos una adición del autor original pero en una fecha posterior, parece probable, es la última sección de Quaestio 1. 4: cfr. Sharples 1982d, pp. 37–38; Mignucci 1981, pp. 198–204; 1998, pp. 77–78 = 2000, pp. 282–283; Kretzmann 1998, pp. 27–28.

143 Aristóteles, DA 2. 1 412 a 27–8.

144 Alejandro, de Anima 24, 21–3.

145 Aristóteles, en Categorías 7 8 a 27 ss., argumenta que "cabeza" y "mano", como sustancias secundarias, son relativas en el sentido de que a lo que pertenecen es parte de su definición, pero no en el sentido de que su ser mismo consista en estar referido a algo más. Véase Sharples 1992, p. 106, n. 345. Cfr. Atenodoro y Cornuto, citados por Simplicio, In Cat. 187. 24; Moraux 1973, pp. 15–160 y nn. 57–58.

146 Cfr., sin embargo, la nn. 14–16, supra.

147 Sobre esto cfr. Sharples 1982c, p. 97 y nn. 91–92.

148 Cfr. Aristóteles, SE 4 166 a 24; Cael. 1. 12. 281 b 8 ss.; Metaph. G 4 1047 b 13.

149 Así, Alejandro. El propio argumento de Aristóteles no es que (e.g.) contingente aEb y contingente aAb son convertibles, sino que contingente aEb y contingente bEa no lo son; cfr. 36 b 35, y Alejandro en 220, 3 ss.

150 Notas 20 y 25, supra.

151 En Quaest. 2. 3 48, 18–22 (cfr. la n. 45, supra) la afirmación de que la derivación de la razón humana está establecida a partir de la providencia divina es seguida por el señalamiento de que por esta razón "se decía" (elegeto) que el hombre deriva a partir de la providencia divina todo lo que tiene a través de la razón. No está claro si "se decía" se refiere al contexto de una discusión particular, de la cual esta Quaestio es la única parte registrada, o a una tradición más general.

152 Bastante apropiadamente, la solución de Alejandro a este problema general a propósito de problemas se introduce ella misma por una frase usada para introducir soluciones a problemas particulares, "puede no ser el caso de que" (mêpot' oun, 133, 26; cfr. Alejandro, in Top. 250, 26; Quaest. 1. 26 42, 25; 2. 3 48, 22; 3. 2 81, 29; Mant. 119, 31; 177, 5). Lo que sería en este caso, de acuerdo con su solución, no sería la cuestión de "cómo puede un problema ser falso", sino el enunciado "un problema no puede ser falso".

153 Un caso bastante similar ocurre en Quaest. 3. 2. Tras citar a Aristóteles, DA 2. 5 417 b 5, ésta continúa: "habiendo Aristóteles dicho esto, hubo una investigación general del comentario (exêgêsis) sobre si la transición al acto es un cambio" (la investigación era "general" (katholou) porque se relacionaba con transiciones a acto en general, y no sólo con la actualización del conocimiento en la actividad de la theôria). La expresión "del comentario", extraña en español, podría en principio referirse a un comentario particular, o, quizá más naturalmente, a la tradición de comentario al pasaje, que se extiende a varias generaciones. Sin embargo, "del (hupo) comentario" es solamente una enmienda de Bruns, pues los MSS tienen "a partir (apo) del comentario". Con esta lectura parece más natural interpretar que el tiempo pasado se refiere a la consulta de un comentario en una ocasión particular, que podría o no estar en el contexto de una discusión que en realidad tenía lugar en la escuela. Pero el punto a discusión es precisamente de la especie a propósito de la cual, al leer De anima de Aristóteles, alguien iría y miraría comentarios a otras obras aristotélicas, si no tiene ya de hecho a la mano un comentario al De anima que discutiera él mismo el tema en términos generales. En este caso, el singular "a partir del comentario" parece raro, a menos que exegesis fuera a tener el sentido de "la tradición de comentario a todas las obras de Aristóteles en general".

154 Tales referencias no implican siempre, de hecho, discusión. Cuando en E Eth. 25 el autor establece que "investigamos qué es la felicidad" (ezêtêsamen ti pote estin hê eudaimonia), el verbo en primera persona del plural se toma más naturalmente interpretando que incluye tanto al escritor como a sus lectores —o al que habla y a su audiencia— como estudiantes de la Ética nicomáquea en general, aunque el texto en realidad nunca formó parte de una secuencia ordenada de exposiciones del conjunto de esa obra (n. 19, supra; agradezco a Richard Sorabji por una sugerencia que dio lugar a esta línea de pensamiento). Lo que sigue parece ciertamente más un resumen docente basado en textos aristotélicos que cualquier cosa que tuviera su origen en un debate filosófico.

155 El intento de reconciliar un principio general aristotélico y un ejemplo difícil es característico de las Quaestiones. La cuestión, en efecto, puede surgir en la discusión de un texto aristotélico tal como Top. 8. 2 153b17ss.;el comentario de Alejandro a este pasaje (in Top. 507, 10 ss.) no contiene nada que se relacione estrechamente con el punto de la Quaestio, aunque la versión que sobrevive de esta sección del comentario a los Tópicos de Alejandro puede ser un resumen.

156 La conclusión alcanzada es que, así como los placeres son buenos solamente si acompañan actividades que merecen ser elegidas (cfr. E Eth. 2 120, 11 ss.; 16 137, 2 ss.; 19 139, 23 ss.; Aristóteles, EN 10. 5. 1175 a 21 ss.), así también el tipo de bien bajo el que caen será aquel bajo el cual también cae la actividad a la que se refieren. La clasificación de bienes a partir de la cual la Quaestio comienza es familiar a la tradición peripatética; cfr. Ario Dídimo ap. Estobeo, Ecl. 2. 7. 19 (p. 134, 20–11 Wachsmuth); [Aristóteles], MM 1. 2 1183 b 19; Aspasio, in EN 32, 10; Moraux 1973, p. 370; Sharples 1983c, pp. 143 y 151. De hecho, la clasificación aparece en el comentario a los Tópicos de Alejandro (Alejandro, in Top. 242,4 = Aristóteles fr. 113 Rose), aunque sin ninguna referencia al placer.

157 Aristóteles continúa (188 a 30–1): "es también necesario considerar, en referencia al argumento, cómo ocurre esto", esto es (Ross [1936] 488–489), tanto por argumento como por recurso a una autoridad. Pero la discusión en la Quaestio es un intento de interpretar dificultades en la posición de Aristóteles, no un establecimiento de su argumento. "Planteó el problema" en 28. 8 parece tener que tomarse como "alguien podría plantear el problema" en 28. 17; y mientras autos en 28. 11 se refiere a Aristóteles, aparentemente está discrepando de las afirmaciones de Aristóteles, de que los opuestos vienen el uno del otro (Phys. 1. 5 188 b 21–26 siendo así interpretado en 28, 10–16) y de que aquellos principios que son opuestos pero que no pueden provenir el uno del otro (188 a 27–28) son los que han causado alguna dificultad en la mente de otra persona. La dificultad se señala sin referencia a Alejandro por nombre o cita explícita de 188 b 21–26, en Simplicio (in Phys. 182. 19–21); su solución (182. 21–26) es similar a 28. 25–29. 2 de la Quaestio. Cfr. también Filópono, in Phys. 111, 19 ss.

158 Cfr. también Mant. 110. 4–6 y 112, 6, y las nn. 42–44, supra.

159 122, 34. Bruns (1892, p. xiv) usó el hecho de que el objetor está referido simplemente de paso para, de esta manera, argumentar que este texto era un fragmento incompleto de algún conjunto más amplio. Pero no está claro que esto sea una inferencia segura. De manera similar argumenta que P Eth 3 es un fragmento, porque los estoicos están allí mencionados simplemente como "ellos"; pero no está claro hasta qué punto "fragmento" es un concepto relevante en el caso de estos textos breves cuyo contexto original no está claro. Ciertamente P Eth. 3 y 4 no son fragmentos en el mismo sentido que Quaest. 2. 21 (n. 166, infra) o Quaest. 3.14 (n. 128, supra).

160 Alejandro cita a Aristóteles, EN 7. 12 1153 a 14y 10. 4 1174b 14.

161 Cfr. Sharples 1983a, p. 18.

162 El griego tiene el plural "nosotros", presumiblemente el "nosotros" editorial.

163 Quaest. 2. 21 65, 18–23.

164 66, 3–70, 6.

165 Sobre esto cfr. Sharples 1982a, pp. 204–208; 2000.

166 Sobre las semejanzas, cfr. Sharples 1982a, p. 199 y nn. 13–14. Sobre el interés de Alejandro en las obras literarias de Aristóteles publicadas, véase ahora Rashed 2000.

167 No todos los tiempos pasados tienen este significado. En P. Eth. 16 137, 9, "el opuesto de lo que es malo no era ni bueno ni malo" se interpreta probablemente mejor, no como referencia a una discusión, todavía menos como una referencia a otros textos (5 125, 2 ss.; 7 127, 3 ss.) en una compilación que probablemente no existió como tal en el tiempo en que se escribía, sino, más bien, como una afirmación de una doctrina generalmente aceptada.

168 La primera solución sugerida (127, 8–20) es que no todo dolor es de hecho malo; el dolor que se relaciona con actividades vergonzosas es algo que merece ser escogido (en el sentido, por supuesto, de que querríamos positivamente encontrar dolorosas tales actividades, y no en el sentido de que las querríamos junto con el dolor que se les añade). Se hace entonces otra sugerencia, que ocupa el resto de este texto, (127, 20 ss.): esencialmente se trata de que, incluso si todo dolor es malo, se opone a algunos placeres como un mal a otro, a otros, como lo bueno a lo malo. Esto es realmente sólo una nueva exposición de lo que se encontró difícil al inicio del texto (127, 5–7), pero ahora en 127, 20 ss., una exposición de cómo esto puede ser así, se ofrece mediante la distinción de diferentes tipos de placeres.

169 La siguiente oración, 127, 23–24, comienza "porque" (gar).

170 Cfr. Sharples 1975, p. 42.

171 Sharples 1975, p. 52 y n. 170; cfr. id. 1976. Sobre esta sección de Mantissa véanse ahora Salles 1998, pp. 71–73; Lefebvre 2006.

172 Es verdad que la mayoría de los pensadores griegos han sostenido que nada ocurre sin una causa, excepto Epicuro; pero su desviación atómica, extrañamente, no se menciona en los escritos atribuidos a Alejandro. De hecho, Bruns sugiere leer tisin en lugar de hapasin; "y esto, también, pareció así a algunos".

173 Sin embargo, Geoffrey Lloyd me sugirió que podría ser más natural referirse a la sola exposición de los problemas mediante elegeto tis toiade aporia, más que doxa.

174 Así Bruns 1892, p. xiii; Merlan, 1969, p. 88. La práctica tardoantigua y medieval podría sugerir que las discusiones habrían sido registradas por un alumno más que por Alejandro mismo. Pero eso, en sí mismo, no explicaría el contraste entre señalamientos ocasionales como "se enunció la opinión siguiente" y soluciones que frente a ello parecen ser propuestas, aunque tentativamente, por el escritor en propia persona. Lefebvre (2006, p. 104 y n. 1) sugiere la posibilidad de que la discusión es de Alejandro pero está incompleta.

175 E Eth. 8 128, 22, corchetes de Bruns como una adición editorial.

176 Cfr. e.g. [Aristóteles], Probl. 10. 18 y 10. 54, 10. 48 y 34. 1, 11. 20 y 11. 47, 38. 1y38. 11.

177 El tema de E Eth. 13, sobre diferenciación entre placeres, es en gran parte similar al de E Eth. 2, 17 y 19, pero el argumento en 13, de que escogemos entre placeres y actividades en sí mismas, más que como medios para algún fin ulterior, parece una contribución distintiva.

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