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Diánoia

Print version ISSN 0185-2450

Diánoia vol.53 n.60 Ciudad de México May. 2008

 

Reseñas bibliográficas

 

Platón, Teeteto, introducción, traducción y notas de Marcelo Boeri

 

Luis Gerena

 

Editorial Losada, Buenos Aires, 2006, 249 pp.

 

Departamento de Filosofía. Facultad de Humanidades. Universidad Autónoma del Estado de Morelos. luisgerena@yahoo.com.mx

 

El Teeteto, que se estima fue publicado después del Parménides y antes del Sofista, conforma con estos dos diálogos una triada en la cual Platón somete a crítica las principales tesis que había sostenido en los diálogos anteriores. De acuerdo con esto, si el Parménides y el Sofista, en términos muy básicos, se ocupan, respectivamente, de la teoría de las Ideas y de los supuestos parmenídeos que la sustentan, el Teeteto se centra en examinar tesis más generales. Precisamente, el problema principal que se desarrolla en este diálogo, el de qué es el conocimiento, sugiere de entrada un intento por parte de Platón de revisar las definiciones de conocimiento que encontramos en el Menón o la República. De hecho, el diálogo termina con el rechazo de la definición de conocimiento como opinión verdadera acompañada de una razón (lógos), una definición de conocimiento a favor de la cual se argumenta en el Menón. Sin embargo, lo que resulta realmente interesante del examen del Teeteto es que, a diferencia de la República, en ningún momento se apela a las Ideas para definir el conocimiento, lo cual condujo a algunos estudiosos a sostener que Platón en este diálogo ya las había abandonado. Pero el Teeteto es importante, además, porque en él se hace un examen crítico de las nociones de 'percepción' y lo 'sensible', cuyos resultados permiten sostener que Platón se aleja por completo de la tradición que él denomina "heraclítea" (que, se supone, él acepta en diálogos como el Fedón), en la cual incluye a Protágoras, Empédocles y, por su puesto, a Heráclito, pero también a Homero. Asimismo, gran parte del diálogo se ocupa de la noción de 'creencia', llegando a conclusiones que van mucho más allá de lo que había sostenido antes.

De esta manera, el Teeteto constituye un diálogo fundamental para cualquiera que desee comprender la filosofía de Platón y su desarrollo. No obstante, es un diálogo que también influyó en el escepticismo antiguo y en corrientes modernas como el empirismo. Un ejemplo de esto último lo encontramos en Berkeley, quien afirmó que su teoría de la percepción era idéntica a la que se desarrolla en este diálogo.

Por estas razones, resulta invaluable que el doctor Marcelo Boeri, un reconocido estudioso de la filosofía antigua y quien ha hecho excelentes traducciones de otros autores, como por ejemplo Epicuro, se ocupe esta vez de Platón y de un texto capital para la historia de la filosofía. Se trata de una traducción muy bienvenida, ya que, pese a la importancia de este diálogo, hasta ahora se contaba sólo con una buena traducción de este texto al español, hecha por el doctor Álvaro Vallejo Campos en la serie de Gredos,1 la cual resulta demasiado costosa para un estudiante e, incluso, para un académico.

La edición del Teeteto que nos presenta el doctor Boeri está compuesta de una introducción, una bibliografía, el diálogo propiamente dicho y el índice.

En la introducción, el doctor Boeri se ocupa de tres temas fundamentales para la comprensión del diálogo: i) Las implicaciones que, en general, tiene el que Platón haya elegido la forma dialogada para la exposición de sus ideas. De acuerdo con esto, se aborda el problema de cómo caracterizar estilísticamente al Teeteto en relación con el estilo de los otros diálogos, ya que, como lo muestra el doctor Boeri, aunque se trata de un diálogo maduro, tiene semejanzas notables con los diálogos iniciales, donde la figura de Sócrates es central; pero, a diferencia de éstos, hay un énfasis muy marcado en el método mayéutico. ii) El problema principal del diálogo: qué es el conocimiento. En este punto Boeri señala dos cosas que me parecieron muy relevantes: en primer lugar que, en contraste con la filosofía contemporánea, donde la epistemología se aborda de manera independiente de otras áreas de la filosofía, para Platón la pregunta por el conocimiento tiene que ver con la ética, la filosofía de la mente, etcétera. En segundo lugar, que en este diálogo el saber no se entiende de manera proposicional, sino disposicionalmente, lo cual podría explicar por qué concluye sin dar una definición de conocimiento: el lógos es condición necesaria del saber, pero no suficiente. Para que haya saber, tiene que haber también un cambio en la disposición, la cual permite, justamente, recibir el lógos. Para terminar, iii) el doctor Boeri hace una exposición detallada de la estructura argumentativa de todo el diálogo.

De acuerdo con estos tres puntos, la introducción es un mapa muy adecuado para alguien que se enfrenta por primera vez al diálogo, y también para quienes ya lo hayan trabajado.

Pienso que merece la pena resaltar, asimismo, que la bibliografía que presenta Boeri incluye estudios en varios idiomas, sobre todo en italiano, que nos permiten acercarnos a otras corrientes de interpretación, diferente de la inglesa, que es la que preferentemente se trabaja en los estudios sobre el Teeteto.

En lo que concierne a la traducción como tal, puede uno constatar que el doctor Boeri tiene un conocimiento muy acabado del griego, lo cual da como resultado una traducción sobria, que evita al máximo las ambigüedades (un propósito que él persigue, como lo hace ver de manera explícita en la introducción), para lo cual, en algunos momentos agrega palabras entre corchetes que resultan muy atinadas y facilitan una lectura fluida. Con todo, su conocimiento del griego y este intento consciente de evitar las ambigüedades hicieron posible que fuera un poco más allá, particularmente en la traducción de un pasaje que, tanto en la famosa traducción inglesa de M.J. Levett como en la de Álvaro Vallejo, se ha entendido de una manera que lo deja a uno con grandes dudas, pues supone que Platón tendría mucho más que decir de lo que dice. Voy a citar primero la traducción que hace de este pasaje Álvaro Vallejo, la cual compararé con la del doctor Boeri.

Sí, eres bello Teeteto; no llevaba razón Teodoro cuando decía que eras feo. Pues el que habla bien es una bella y excelente persona. Y, además de ser bello, si verdaderamente te parece que el alma examina unas cosas por sí misma y otras por medio de las facultades del cuerpo, me has hecho un gran favor, al liberarme de una larga argumentación.2

La traducción del doctor Boeri introduce un ligero cambio que, a mi juicio, tiene consecuencias importantes:

Teeteto, eres bello y no feo, como decía Teodoro, pues el que argumenta bellamente es una persona meritoria. Además de ser bello, si te parece que hay cosas que el alma misma considera por sí, en tanto que hay otras que considera por medio de las facultades del cuerpo, me hiciste un favor: te abstuviste de hacer un argumento muy largo.3

Pienso que, aunque aparentemente los dos pasajes dicen casi lo mismo, la traducción de Álvaro Vallejo nos conduce a suponer que Sócrates ha evitado, gracias a que Teeteto llega de inmediato a la conclusión, desarrollar completamente el argumento que haría posible concluir que hay objetos que el alma considera por ella misma. Sin embargo, si esto es así, surgen varias preguntas: por ejemplo, ¿cuáles son las premisas que hacen falta?, ¿por qué no se desarrolla por completo el argumento sobre uno de los puntos centrales de la exposición, tomando en cuenta que hasta ahora la argumentación había sido muy rigurosa?

En cambio, en la versión de Boeri, se puede suponer que en sentido estricto Sócrates no está evitando llevar a cabo una larga argumentación, sino, más bien, que Teeteto ha comprendido cada uno de los pasos de la misma, llegando así correctamente a la conclusión, sin necesidad de más argumentación. Esto resulta más coherente con el Teeteto, un diálogo en el que Sócrates enfatiza, sobre todo en el pasaje que se conoce como la digresión de Sócrates (172c–177c), que la distinción entre el filósofo y el abogado se encuentra, de manera señalada, en que este último está incapacitado para desarrollar largas argumentaciones, por la falta de tiempo, pero en especial porque lo único que le interesa es convencer.

La traducción que nos presenta el doctor Boeri viene acompañada también de un aparato crítico que, por un lado, hace sugerencias con respecto a la interpretación de ciertos pasajes y muestra los vínculos que podría haber entre algunas de las discusiones del Teeteto con las discusiones en otros diálogos; pero, por otro, advierte de los cambios que se dan en el desarrollo del diálogo, que resultan imperceptibles para quien no esté confrontando la traducción con el original, como, por ejemplo, la nota 102, en la cual se señala que en el pasaje 158b se introduce por primera vez el término doxa. Asimismo, hace aclaraciones donde se las considera pertinentes. En cuanto a esto último, es destacable la nota 62, en la cual Marcelo Boeri se preocupa por dar las razones que tendría Platón para incluir a Empédocles entre los pensadores heraclíteos, lo cual, aunque podría parecer obvio, no lo es, ya que por lo general Empédocles se asocia con los pitagóricos o con Anaxágoras (como lo hace Aristóteles en Metafísica, 984a5–15), pero no con Heráclito.

Para el doctor Boeri, Empédocles sería heraclíteo debido a que sostiene que hay un cambio ininterrumpido en las cosas que pasan del imperio del Amor al imperio del Odio, y viceversa. No obstante, pienso que además de esta razón que señala Boeri habría otra por la cual Empédocles entra en esta tradición y que, quizá, nos permite ver el alcance que Platón quiere darle a la doctrina heraclítea en el Teeteto. Precisamente en este diálogo encuentro que la doctrina se expresa en lo que se podrían considerar como dos niveles: uno primero, según el cual la doctrina sostiene que lo sensible está en flujo, entendiendo por flujo el cambio de lugar, la alteración y la copresencia de opuestos (el cambio que se produce en una cosa por su relación con otras, por ejemplo cuando Sócrates es alto en relación con Teeteto, pero bajo en relación con Alcibíades). Sin embargo, Platón también la entiende en un segundo nivel, esto es, como una doctrina que no sólo asume que lo sensible cambia, sino que intenta (en términos heraclíteos) dar una explicación del cambio, mostrar por qué lo sensible cambia.

A mi juicio, esta explicación del cambio la podemos encontrar en los pasajes 152d–152e y 156a–157c, pero especialmente en este último, en el cual se sostiene que todo lo que llega a ser, llega a ser por la mezcla (khrasis) o unión (homilía) de dos movimientos (kíneseis), uno que tiene el poder de actuar y el otro de padecer, que dan como resultado lo sensible y su sensación correspondiente. Para la doctrina, la mezcla entre estos movimientos siempre genera cosas distintas, pues en cada mezcla los movimientos son diferentes. Por esta razón, por ejemplo, lo que en t1 aparece caliente, en t2 aparece frío.

Si esto es correcto, el vínculo entre Empédocles y la doctrina heraclítea del Teeteto no se encontraría sólo en la tesis del flujo permanente, sino también en que, al igual que la doctrina, Empédocles intentó explicar el cambio apelando a la noción de mezcla, suponiendo que, justamente, lo que se mezcla en cada caso es distinto y, por ello, se genera algo distinto.4

Si esto es así, puede suponerse que la discusión con la doctrina heraclítea tiene como uno de sus propósitos principales hacer un examen de la noción de 'mezcla', la cual será central en diálogos como el Sofista y el Filebo.

Para finalizar, sólo quiero decir que esta traducción permitirá a los estudiantes que no conocen la lengua griega acceder a un texto muy complejo por el tema que trata y porque, a diferencia de otros diálogos, maneja en la exposición un lenguaje muy técnico. Por esto y todo lo demás, no tengo dudas en afirmar que esta traducción es un aporte muy importante para el estudio de Platón.

 

NOTAS

1 Álvaro Vallejo Campos, Platón. Teeteto, traducción, introducción y notas, Madrid, Gredos, 1988, vol. 5.        [ Links ]

2 A. Vallejo Campos, Platón. Teeteto, 185e; las cursivas son mías.        [ Links ]

3 Platón, Teeteto, 185e, las cursivas son mías.

4 Cfr. G.S. Kirk, J.E. Raven y M. Schofield, Los filósofos presocráticos, Gredos, Madrid, 1987, fragmentos 350 y 355.        [ Links ]

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