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Revista mexicana de ciencias políticas y sociales

versão impressa ISSN 0185-1918

Rev. mex. cienc. polít. soc vol.65 no.238 Ciudad de México Jan./Abr. 2020  Epub 05-Fev-2021

https://doi.org/10.22201/fcpys.2448492xe.2020.238.72254 

Editorial

Desafíos históricos: pasados complejos, presentes inciertos

Historical Challenges: Complex Pasts, Uncertains Presents

Judit Bokser Misses-Liwerant*


El derrumbe del Muro de Berlín, el 9 de noviembre de 1989, se convirtió en un parteaguas histórico, mediatizado por la televisión, los periódicos y la radio alrededor del mundo. Las imágenes de las masas celebrando en la Puerta de Brandenburgo, derrumbando el concreto y conectando con aquellos de los que se habían mantenido separados durante años continúan vigentes en la memoria colectiva y se perpetúan, reproduciéndose a través de documentales, películas, comerciales e incluso videojuegos (Somerstein, 2017).

Su construcción, en 1961, incorporó y redefinió la propia historia de la Segunda Guerra Mundial y el Holocausto. Simbolizó, reflejó y moldeó la división entre dos mundos, perfilando el doble momento de liberación y de consolidación de la fragmentación. Los riesgos de una Alemania unificada fueron evaluados por cada potencia ocupante. Alemania se había convertido en frontera de dos sistemas socioeconómicos enfrentados e irreconciliables: el capitalismo y el socialismo/comunismo y de dos opciones políticas e ideológicas también. Berlín se convertía en uno de los epicentros de aquel conflicto, uno de los puntos calientes de la Guerra Fría.

Así como largos y dramáticos procesos condujeron a su construcción, implicando realidades nacionales y configuraciones regionales y globales, su caída representó la transformación del mundo que lo gestó y que asomaba con continuidades y rupturas; esperanzas y desencantos.

A treinta años de su caída, es necesario preguntarnos sobre los nuevos horizontes que en su momento se previeron, y qué deudas aún se tienen con ellos. Analizar un acontecimiento en el que la circunstancia nacional devino, simultáneamente, mundial es un desafío. El desarrollo histórico conjugó espacio, tiempo y duración.

Por su parte, la caída del Muro dio cuenta de las grandes transformaciones que se avecinaban, al liberalizar vastas regiones del mundo, recuperar o abrirse a la democratización, afirmar el mercado, apostar a una robusta sociedad civil. Occidente proyectaba las claves que habrían de descifrar esas transiciones. Se dibujó así un escenario mundial en el que las expectativas de una ampliación de regímenes democráticos -alentadas sobre todo con la tercera ola democrática y el colapso del comunismo- se consolidaban. Después de los eventos extraordinarios de 1989-1991, de la caída de Muro al derrumbe de la URSS, muchos observadores asumieron que la ola de avance democrático continuaría. Su caída provocó un estallido de esperanza, la configuración de nuevos mapas geopolíticos y el ocaso de las pasiones ideológicas que habían marcado al siglo XX.

Sin embargo, los treinta años transcurridos desde entonces han diluido ese optimismo inicial y el mundo ha resultado ser menos prometedor de lo que se esperaba. Así, por ejemplo, la expansión de la democracia y el libre mercado no han sido la mejor garantía de estabilidad y paz internacionales y a las guerras convencionales se han agregado las cibernéticas, de modo tal que la carrera armamentista ha adquirido una nueva fuerza, el control nuclear se desmorona, y la credibilidad en los beneficios de la globalización se ha desdibujado al no poder dar respuesta a las esperanzas de mayor igualdad e inclusión social.

Así, desarrollos previstos y no previstos nutrieron el mosaico de posibilidades y realidades: procesos, nuevos proyectos y teorías. Nuestro siglo XXI enfrenta el desafío y se debate en torno a la posibilidad de afianzar las expectativas, revertir las tendencias no previstas de los grandes cambios, y reivindicar la capacidad para construir escenarios promisorios. Los horizontes y perspectivas oscilan de un modo complejo entre el énfasis puesto en el desdibujamiento de las promesas, el debilitamiento de la política originada en variadas pérdidas de credibilidad, de representatividad y de participación ciudadana, o bien en la acentuación de su vigorización, derivada del interés renovado en la reconstitución del espacio público, sus nuevas formas y actores, ciudadanías vitales. El debilitamiento de la política encuentra hoy expresión de manera contundente en la preocupación por los destinos de la democracia. Enunciada ya sea como su desencanto, desconsolidación, regresión, desdemocratización o como muerte de la democracia liberal, acentúa diversas dimensiones (Bokser, 2017).

En efecto, herencias del mundo post-Muro, liberalismo y democracia se implican mutuamente en sus amplios requerimientos; simultáneamente, asistimos al desarrollo de bifurcaciones que generan democracias iliberales o un liberalismo no democrático (Mounk, 2018). La reciente literatura al respecto confirma las preocupaciones en torno al estrechamiento de los alances del ordenamiento democrático (Nussbaum, 2018; Runciman, 2018; Snyder, 2017). Nuevas figuras y procesos de representación, como lo son los populismos en avanzada, conducen a cuestionar la posibilidad misma de denominar a los regímenes populistas como democracias iliberales ya que, surgidos de su seno, la desafían y reducen (Urbinati, 2019).

Estas reconfiguraciones nos convocan a análisis interdisciplinarios, multidisciplinarios y transdisciplinarios (Martín-Barbero, 2005). A través de ellos, podremos dar cuenta de la profundidad de los conflictos y la variedad de dimensiones y perspectivas desde las cuales abordarlos. La creación de nuevos enfoques que, con rigor científico, permitan explicar procesos y coyunturas -históricas y contemporáneas- en toda su complejidad.

Con la caída del Muro de Berlín y la consolidación de los procesos de globalización, el interés por el presente deviene una perspectiva de análisis que involucra a la historia como proceso y conocimiento que nos permite volver a ubicar a nuestro presente en la línea del tiempo. No sólo el pasado es historia; el presente y el futuro son tiempos históricos y en ellos se despliega la acción humana. Como nunca resulta importante recordar con Raymond Aron (2017) que con la historia se construye la conciencia histórica, que ésta comporta tres elementos específicos: “La conciencia de una dialéctica entre tradición y libertad, el esfuerzo por captar la realidad o la verdad del pasado [y] el sentimiento de que la sucesión de organizaciones sociales y creaciones humanas a través de los tiempos no es cualquiera ni indiferente, que concierne al hombre en lo que éste tiene de esencial”. Para Aron se trata de la visualización y orientación del futuro a partir del presente histórico, dinamizado por la libertad y la decisión humana. La posibilidad humana de intervenir en la dinámica de la historia viene a sustituir las oposiciones deterministas ya sean utópicas o fatalistas.

Por tanto, pensar la caída del Muro 30 años después resulta una tarea imperiosa. ¿Cómo no abordarla desde la siempre compleja interacción del tiempo? Los presentes y sus nuevas constelaciones marcan las preguntas al pasado. Las miradas y el tenor de la conmemoración cambian. Así, en el décimo aniversario de la caída, se celebró el éxito de las revoluciones de terciopelo y sus subsecuentes logros. En el vigésimo aniversario, en el 2009, los países de Europa Central se habían convertido en miembros de la OTAN y de la Unión Europea y los cientistas políticos describían a Hungría en ellos como una democracia consolidada hoy, a treinta años, en contraste, para retomar la propia pregunta de Timothy Garton Ash (2019) se exige cuestionar ¿qué falló? “What went wrong?”.

No todo falló; ciertamente no, pero las esperanzas se ven acompañadas por desilusiones.

La Revista Mexicana de Ciencias Políticas y Sociales, en coordinación con el Centro de Estudios Sociológicos y el Centro de Estudios Internacionales de la Facultad de Ciencias Políticas y Sociales, organizó para tal fin un evento titulado A treinta años de la caída del Muro, esperanzas y desencantos, que se llevó a cabo a principios de octubre en las instalaciones de dicha facultad. La conferencia contó con tres mesas de análisis: El significado y alcance del Muro en el siglo XX, El mundo después de la caída del Muro, y La caída del muro y su impacto en las ciencias sociales y la cultura.

Los participantes, colegas de diversas instituciones académicas y centros de investigación, prepararon sus intervenciones para ser publicadas. Tras la realización el evento, se abocaron a darle forma final a sus trabajos y estos conforman el dossier que hoy presentamos.

Esta sección inicia con las reflexiones inaugurales de Angélica Cuéllar Vázquez, directora de la Facultad de Ciencias Políticas y Sociales. En ellas se destacan los procesos de cambio que resultaron de este evento y que se han convertido en grandes desafíos. El alcance de las transformaciones y su carácter contradictorio y multidimensional exigen analizar con rigor y compromiso los derroteros teóricos y prácticos, tal como se articulan en las sociedades contemporáneas. Como el nombre de esta intervención indica, la apuesta desde la academia deber ser la construcción de diálogos informados y plurales, que sustituyan cualquier tentación de levantar muros.

Desde las diferentes perspectivas teóricas de las ciencias sociales que han sido partícipes del análisis de la caída del Muro de Berlín, es importante destacar el papel del transnacionalismo, que da cuenta de una complejidad que incorpora las paradojas y consecuencias contradictorias que se dieron entre Estado y Mercado, Sociedad y Cultura, configuración nacional y flujos de ideas, personas y bienes que atraviesan las fronteras nacionales. Así, la coexistencia de la liberación comercial global y los procesos de reemergencia del nacionalismo, las xenofobias y la intolerancia mostraron las múltiples dimensiones de los procesos históricos de cambio. Es por eso por lo que el análisis de este magno evento, para Judit Bokser Misses-Liwerant y Federico José Saracho López, requiere un estudio de las tensiones que se han tejido y que han rebasado por mucho las fronteras territoriales y reordenamientos regionales, afirmando la rearticulación en la transnacionalidad. En su texto, “El Muro como frontera; su caída como proceso. A treinta años de la caída del Muro de Berlín”, enfatizan la importancia de entender los procesos que se abrieron o potenciaron con la caída del mundo bipolar en clave de su relación con los circuitos transfronterizos que atraviesan divisiones materiales, cognitivas y simbólicas. Desde esta perspectiva analítica, la misma ciudad de Berlín de frente a la construcción del Muro y a su caída condensa la transnacionalidad en lo local.

Dentro de la configuración de estos procesos, la caída del Muro de Berlín se estableció como un suceso que renovó una esperanza apagada por los largos años de tensión durante la Guerra Fría, poniendo fin a un ciclo histórico y abriendo un nuevo escenario mundial que prometía crecimiento económico, estabilidad política y un combate frontal a la desigualdad y la pobreza. El artículo de Gilda Waldman, “A treinta años de la caída del Muro de Berlín: algunas reflexiones sobre contextos y texturas de memorias y nostalgias en Europa”, hace un recorrido de los últimos 30 años que permite observar cómo estas promesas fueron resquebrajándose y mostrando las contradicciones que afloraron en el continente europeo, pero sobre todo hace énfasis en la forma en que se recurre a la memoria y la nostalgia como herramientas necesarias ante un panorama desesperanzador, las cuales permiten suplir aquello que el futuro no logra brindar a los individuos y a la sociedad.

Incluso dentro de las ciencias sociales, estos horizontes descorazonadores deben impulsarnos a teorizar sobre las coyunturas sociales desde un ángulo distinto. En su texto “1989: el inicio de un tiempo desdibujado. Reflexiones sobre las ciencias sociales y la cultura”, Carlos Ballesteros Pérez nos invita a pensar el Muro de Berlín como una referencia simbólica que se constituyó como un parteaguas para el estudio de la realidad social, pues desató nuevas preocupaciones científicas y políticas. Entre ellas, destacan los cuestionamientos sobre las limitaciones de la ciencia para predecir eventos tan abruptos como el fin del socialismo soviético, o el papel del individuo en la historia. Para el autor, la construcción de la teoría social contemporánea debe apoyarse en búsquedas múltiples que no estén vulneradas por abstracciones vacías, sino que permitan un esfuerzo interpretativo permanente, a partir de criterios de validez con capacidad de comprensión objetiva.

Un ejemplo de esto es que, ante esta coyuntura que impactó a los círculos académicos, la disolución de la Unión Soviética y del proyecto socialista promovieron también un cierto abandono del marxismo en el pensamiento social. En su trabajo, “El marxismo: una evaluación de la crítica y el discurso ante la caída del Muro de Berlín”, Diana Fuentes realiza un recorrido por “los marxismos” y cómo vivieron las diferentes vertientes aquel derrumbe, particularmente en América Latina y el mundo hispano, haciendo énfasis en los procesos editoriales como publicaciones, revistas y traducciones que permitieron la introducción del pensamiento crítico en las universidades, los centros de investigación y los espacios de formación política.

Nuestro entendimiento del mundo posterior a la caída del Muro, sin embargo, requiere también enfrentar los contextos específicos en los que se generan estas coyunturas y procesos. A través de un recuento histórico, Sandra Kanety Zavaleta Hernández plantea algunas de las particularidades de la Guerra Fría en su artículo “De lo viejo que no acaba de morir y lo nuevo que no acaba de nacer. Reflexiones sobre el ordenamiento mundial a 30 años de la caída del Muro de Berlín”, con el objetivo de entender también el momento de la caída y sus consecuencias para la construcción de un mundo unipolar. A pesar de la esperanza que se creó alrededor del mundo por el “Nuevo Orden Mundial”, en el cual temáticas urgentes como la pobreza, el hambre, los derechos humanos o la democratización parecían convertirse en prioridad en la agenda global, la cotidianidad del subdesarrollo, como lo denomina la autora, se ha reducido a algo secundario en la dinámica mundial.

Esto se engarza con el argumento principal explorado por Ricardo Yocelevzky: el análisis de la Guerra Fría requiere enfrentar la paradoja que supone la “estabilidad” que se recuerda sobre la época, constituida como una suerte de normalidad determinada por la bipolaridad, la cual atribuía sentido a las decisiones políticas nacionales e incluso individuales. El Muro de Berlín se había convertido en un símbolo de este orden, y su caída se convirtió en el punto de partida para un periodo de incertidumbre. Esto es lo que refiere en su artículo “El mundo que se fue. El mundo de ayer”, argumentando que los mecanismos políticos establecidos en la posguerra, que proyectaron una imagen de longevidad y prosperidad, fueron rebasados por el poder económico.

Destaca, entre estos mecanismos, la prevalencia de la democracia como sistema político posterior a la caída del régimen soviético. Al respecto, Miguel Armando López Leyva escribe un artículo titulado “La democracia a 30 años de la caída del Muro: de las expectativas globales a las amenazas internas”, en el cual realiza un agudo análisis de las expectativas que tres de los académicos más importantes del siglo XX (Giovanni Sartori, Alain Touraine y Eric Hobsbawm) tenían de los procesos de democratización; éstas son analizadas e interpretadas, posteriormente, a la luz del cuestionamiento de la situación de las democracias en la actualidad.

En esta misma línea se engarza la discusión de Ilán Bizberg, quien apunta que las principales transformaciones del mundo a raíz de la caída del Muro -la eliminación del referente ideológico principal de la política, la unificación del mundo bajo el modelo económico capitalista, la financiarización del capital, el desarrollo de los medios de comunicación y la participación virtual- han propiciado el surgimiento de nuevas formas políticas, enfatizando el desarrollo de populismos tanto de izquierda como de derecha. Su artículo, “La caída del Muro: de la esperanza de un mundo más democrático a la realidad de la política amigo-enemigo”, recupera una reflexión sobre este fenómeno que, explica el autor, en realidad es un concepto antiguo que actualmente se ve rebasado por la realidad de dichas formas políticas inéditas.

Este desfase entre la política y la economía, así como las nuevas formas que tomó la política, pueden notarse particularmente en el caso de América Latina, que debido a sus particularidades devino espacio de luchas y una realidad convulsa. En 1992, Francis Fukuyama señalaba en el fin de la Guerra Fría el fin de la historia misma, con la eliminación de las luchas ideológicas y el dominio de un pensamiento liberal globalizado y homogeneizante. José María Calderón Rodríguez contradice, en su texto “La caída del Muro de Berlín y sus consecuencias en América Latina”, esta aseveración, señalando las dinámicas complejas que se desarrollaron a partir del derrumbe del Muro. Afirma que mientras Occidente enfrascó sus esfuerzos en un modelo de libre mercado que expandió y profundizó las desigualdades, Oriente recurrió al desarrollo a partir del sacrificio de la democracia ante el autoritarismo estatal. En medio de este panorama, América Latina se constituyó como espacio de tensiones y contradicciones entre las presiones externas y las disputas internas, entre el reformismo y el conservadurismo.

Al mismo tiempo, a pesar de que la Segunda Guerra Mundial y la Guerra Fría consolidaron el papel de Estados Unidos como potencia, no podemos olvidar que la caída del Muro de Berlín configuró nuevas dinámicas para la geopolítica mundial. En el caso europeo, Stéphan Sberro analiza el resurgimiento de la triple centralidad de este continente tras la desintegración de la URSS: la Unión Europea como centro de poder, Alemania como centro de ésta y el resurgimiento del concepto de Europa central. Su trabajo, “Significado y alcance del muro en el siglo XX”, plantea que el fin de la Guerra Fría no devino en un mundo unipolar, como se había previsto, sino en una rivalidad entre polos de poder “imperial” que ha reconfigurado la geopolítica dentro y fuera del continente europeo.

A pesar de ello, Europa no estaba libre de sus propias contradicciones, especialmente cuando se vio enfrentada a la realidad de las nuevas repúblicas que demandaban regímenes democráticos. “¿Qué valió la pena? 30 años de la Mesa Redonda en Polonia 1989-2019. La caída del bloque socialista en Europa del Esta y la memoria histórica” es el título del trabajo de Isabela Tkocz y Jesús Adolfo Trujillo Holguín, que analiza el proceso de transición que se generó en Polonia durante los últimos años de la Guerra Fría, impulsado por la sociedad polaca organizada, que se constituyó como una fuerte fuerza opositora que buscaba el establecimiento de un régimen democrático que pudiera responder a las demandas de la población. Esta Mesa Redonda fue sólo el inicio de la lucha por la democracia, pues su impacto puede verse incluso en la actualidad.

Las instituciones políticas, sin embargo, no fueron las únicas que sintieron el impacto de las transformaciones. Los procesos migratorios que se habían constituido durante la Guerra Fría se vieron también trastocados a partir de la caída del Muro, como refleja el trabajo de Alan Yosafat Rico Malacara. Específicamente en las dinámicas de los exilios, se puede ver una metamorfosis sustancial que ha implicado un aumento del número de migraciones forzadas alrededor del mundo después de este hecho coyuntural. La transnacionalización del fenómeno implicó, explica el texto “‘Los muros del exilio’. Reflexiones sobre las transformaciones de las dinámicas del exilio a raíz de la caída del Muro de Berlín”, una incidencia inusitada de instituciones no estatales, organizaciones no gubernamentales y asociaciones civiles, lo que construyó una red más amplia, compleja y multidimensional que debe ser central en la transformación de las condiciones estructurales que se mantienen en la actualidad.

Estos movimientos migratorios tuvieron como consecuencia también una diáspora intelectual y artística que fue perseguida durante los años de la Guerra Fría, o que salió de sus países de origen después de la desarticulación de la URSS. El trabajo “El canto en el desencanto”, de Carlos Ortega Guerrero, retoma el impacto que científicos, técnicos y artistas de las exrepúblicas socialistas tuvieron en diversos países alrededor del mundo, pero sobre todo en América Latina, creando redes transnacionales que contribuyeron también a un florecimiento de las ciencias y las artes en los países que los acogieron.

Como podemos ver, la caída del Muro no fue sino el inicio de una serie de procesos complejos para la realidad mundial y para los científicos sociales que pretendían darle sentido. Para Héctor Vera, al final del siglo XX e inicios del siglo XXI, se dieron tres eventos geopolíticos que produjeron una serie de inquietudes intelectuales que definieron gran parte de los caminos que tomaron las ciencias sociales en los últimos treinta años. Su trabajo, “Tres días que conmovieron al mundo: panorama de las ciencias sociales (1989-2016)”, retoma en primer lugar la caída del Muro de Berlín y su consecuente “fin de la historia”, posteriormente los ataques terroristas a las Torres Gemelas y el “choque de civilizaciones”, y finalmente el referéndum del Brexit y la elección de Donald Trump como presidente de los Estados Unidos, que devinieron en un “populismo antiglobalista” alrededor del mundo. A partir de ellos, pone sobre la mesa la importancia de las coyunturas globales y cómo las ciencias sociales deben encontrar un nivel de apertura y flexibilidad suficiente, que permita responder las necesidades de una realidad cambiante y compleja.

Para concluir nuestro dossier, nos abocamos a recuperar un ejercicio interesante, intelectual y existencial, poco frecuente pero muy ilustrativo dentro de las ciencias sociales: el retorno a los textos escritos después de algunos años, repensándolos y analizándolos desde un lugar de enunciación distinto. El contexto de la obra es fundamental para su interpretación, pero también lo es el contexto en el que se da nuestro acercamiento a ella. Es por ello por lo que para concluir nuestro dossier retomamos la “Carta de las Américas” que escribió Jean Meyer en 1993, en donde realizaba una reflexión sobre el significado de la caída del Muro y la consecuente caída de la Unión Soviética. 30 años después, realiza un post scriptum en donde confronta las esperanzas que se divisaban con la realidad política de la actualidad: el ascenso de los regímenes populistas, las demandas que la democracia no ha podido solventar y el cuestionamiento mismo a la nación.

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Precediendo este dossier se encuentra una importante selección de artículos que abordan temas de relevancia para la discusión científica actual.

El artículo “Globalización, transnacionalidad y desprotección de los derechos humanos”, de Ana María Jara Gómez, enfatiza que la centralidad del Estado dentro del orden internacional debe ser analizada con cuidado en un contexto de globalización, especialmente en temas de regulación y derecho. El artículo busca dar luz a los problemas que los mecanismos autorregulatorios, derivados de un nuevo orden económico globalizado, sostienen para la eficacia real de los derechos humanos. Al mismo tiempo, se cuestiona el papel de los actores transnacionales y las fronteras en este ámbito, enfatizando que la territorialidad o extraterritorialidad en la protección de estos derechos deben ser consideradas a partir de las posibilidades que presenta el contexto global, pues una protección de los derechos humanos de base territorial resulta insuficiente.

Por otro lado, Helena Varela Guinot retoma un tema coyuntural en la realidad social mexicana: el acoso sexual y la violencia de género. En su trabajo, “Las universidades frente a la violencia de género. El alcance limitado de los mecanismos formales”, parte de la idea de que a pesar de que las instituciones educativas universitarias han generado cambios normativos en materia de violencia de género, estos cambios no han derivado de un cuestionamiento a la manera en que se articulan las relaciones intersubjetivas al interior de ellas ni de la importancia de la estructura de género. Debido a ello, las políticas institucionales presentadas continúan reproduciendo las condiciones de desigualdad y violencia que pretenden combatir, en lugar de crear las condiciones para pasar de ver la violencia sexual como un hecho aislado a verla como una expresión de los roles de género y las relaciones de dominación que éstos generan.

El cuestionamiento a las fronteras y su papel en los procesos de globalización requiere dar cuenta también de los flujos migratorios que enfrentan a las sociedades nacionales con el otro, el extranjero. María José Pantoja Peschard plantea la necesidad urgente de pensar formas alternativas de vínculos políticos y sociales entre los individuos, más allá del Estado-nación, para actuar bajo el principio de la hospitalidad. En su trabajo, “¿Qué hacer frente a la llegada inminente del Otro? Reflexiones en torno al concepto de hospitalidad de Jacques Derrida”, explora el nexo entre ética y política que Derrida considera indispensable para una política de hospitalidad que cuestione la manera en que nos relacionamos con el Otro absoluto y con nosotros mismos como otros. Esta política de hospitalidad implicaría una alternativa a la comprensión de la asociación o colectividad política, que pueda tener impacto en las legislaciones nacionales, reflejando la singularidad del migrante y favoreciendo las relaciones de responsabilidad hacia los otros.

A su vez, la globalización también ha impactado en la construcción de nuevos modelos de ciudadanía, en donde los avances tecnológicos permiten a los grupos civiles integrarse al espacio público y en donde el Internet se convierte en una nueva arena de discusión y reivindicación de derechos. El artículo “Escenarios y desafíos de la ciudadanía digital en México”, de Alma Rosa Alva de la Selva, analiza el fenómeno de la ciudadanía digital en el país a partir de diversos movimientos sociales que nacieron en las redes sociales, como el movimiento #YoSoy132 en el año de 2012, y que se constituyeron como referentes de pertenencia y puntos de interacción dentro y fuera del Internet. Sin embargo, también explora los grandes desafíos que enfrenta este modelo, destacándose la desigualdad y la calidad de la ciudadanía que surge de él, así como las exigencias que conlleva replantear las estrategias digitales en cuestiones políticas.

Para finalizar la sección se encuentra un artículo que se inserta en las discusiones teórico-metodológicas que se han desarrollado desde lo que ha sido conocido como el sur global, con el objetivo de incorporar en las ciencias sociales perspectivas diversas, que reflejen las dinámicas de todas las regiones y contextos. Víctor Manuel Andrade Guevara, en su artículo “La Teoría Crítica y el pensamiento decolonial: hacia un proyecto emancipatorio post-occidental”, hace una revisión de la ruptura epistémica que se da entre los autores que trabajan desde la perspectiva decolonial y los postulados de la Teoría Crítica, específicamente de Jürgen Habermas, dando cuenta de las condiciones que generan postulados teóricos sistemáticamente distorsionados y en condiciones asimétricas. Sin embargo, resalta la importancia del diálogo y la apertura a perspectivas teóricas diversas, si el objetivo es una globalidad incluyente y en donde puedan existir múltiples modernidades.

Este número de la Revista incluye la nota de investigación que presenta Gabrielle Bardall titulada “Symbolic violence as a form of violence against women in politics: a critical examination”, en donde da cuenta de cómo la violencia simbólica hacia las mujeres en la política (a partir de los conceptos de consentimiento, complicidad y falta de reconocimiento) se convierte en un problema que debilita las democracias alrededor del mundo y, especialmente, en México y América Latina.

Del mismo modo, se incorporan dos reseñas: “¿Qué es lo que cambia cuando cambian los movimientos sociales?”, de Manuel Garza Zepeda, sobre el libro escrito por Geoffrey Pleyers (2018); así como “La histórica elección presidencial de 2018”, escrita por Ninfa Elizabeth Hernández Trejo, que refiere al libro de Álvaro Arreola Ayala y Raúl Trejo Delabre (2018).

Referencias

Aron, Raymond (2017) Dimensiones de la conciencia histórica. Barcelona: Página Indómita. [ Links ]

Ash, Timothy Garton (2019) “Democracy is Under Attack in Post-Wall Europe-but the Spirit of 1989 is Fighting Back” The Guardian [en línea]. 30 de octubre. Disponible en: <Disponible en: https://www.theguardian.com/commentisfree/2019/oct/30/democracy-europe-1989-berlin-wall-velvet-revolutions-populists > [Consultado el 25 de noviembre de 2019]. [ Links ]

Bokser Liwerant, Judit (2017) “América Latina en el siglo XXI: transiciones, malestares y retos” Revista Mexicana de Ciencias Políticas y Sociales, 62(229): 7-16. [ Links ]

Martín-Barbero, Jesús (2005) “Transdisciplinariedad: notas para un mapa de sus encrucijadas cognitivas y sus conflictos culturales” Debate Cultural [en línea]. Disponible en: <Disponible en: http://www.debatecultural.net.ve/Observatorio/JesusMartinBarbero2.htm > [Consultado el 27 de noviembre de 2019]. [ Links ]

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Urbinati, Nadia (2019) Me the People. Cambridge: Harvard University Press . [ Links ]

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Un renovado agradecimiento a Paola Elizabeth Villanueva por su invaluable apoyo.

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