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Revista mexicana de ciencias políticas y sociales

versão impressa ISSN 0185-1918

Rev. mex. cienc. polít. soc vol.63 no.234 Ciudad de México Set./Dez. 2018

https://doi.org/10.22201/fcpys.2448492xe.2018.234.65864 

Reseñas: lecturas de análisis y acercamientos al 68

Ruina sobre ruina*

Ruin upon Ruin

Sandra Lorenzano1 

1Unidad de Género de la Coordinación de Difusión Cultural y Centro Cultural Universitario Tlatelolco, UNAM, México. Correo electrónico: <slorenzano.ccut@gmail.com>.

Bolaño, Roberto. 1999. Amuleto. Barcelona: Anagrama,


¿Qué queda del 68? ¿Qué queda hoy, cincuenta años después, de aquel movimiento juvenil, político, estudiantil, libertario, complejo, contradictorio, que terminó con la matanza del 2 de octubre? ¿Qué queda en nuestros jóvenes de aquellas luchas y aquellos sueños? ¿Qué queda en nuestro país? Este aniversario ha dado pie para reflexiones y análisis de todo tipo. Se habla de los derechos cuya conquista es resultado de aquella época (pensemos en el feminismo o en el ambientalismo, por ejemplo), se habla de una apertura del sistema político que también habría respondido a los movimientos iniciados hace medio siglo, se habla del papel transformador de los jóvenes. Sin duda, ha habido avances importantes. Sin embargo, las cifras aterradoras de nuestra realidad actual hacen difícil cualquier atisbo de optimismo: se calcula que en los últimos diez años han desaparecido más de 35 mil personas, que más de 170 mil han sido asesinadas, que se han cometido 26 mil feminicidios… y cada día seguimos sumando horror al horror. ¿Qué queda del 68?

Vuelvo a una novela que me resulta entrañable, Amuleto, de Roberto Bolaño, y que tiene mucho que ver con aquella época. Se trata del largo monólogo de Auxilio Lacouture, “la madre de la poesía mexicana”, durante los doce días que duró su encierro en un baño de la Facultad de Filosofía y Letras. El personaje está construido tomando como modelo a la uruguaya Alcira Soust Scaffo, quien llegó a vivir a México en los años cincuenta. Algunas épocas de su vida las conocemos con enorme detalle -como los años en que fue cercana a los jóvenes infrarrealistas, Bolaño, Mario Santiago Papasquiaro, Bruno Montané-, otras siguen resultando un misterio. En los sesenta la UNAM se convirtió en su hogar y refugio. Allí estaba el 18 de septiembre de 1968, en el momento en que el Ejército entró a Ciudad Universitaria, violando la autonomía. Hay quienes dicen que mientras los soldados iban sacando a punta de bayoneta a estudiantes, profesores y trabajadores, ella hizo sonar las grabaciones de León Felipe, leyendo sus poemas. Lo cierto es que para evitar ir presa se quedó encerrada, alimentándose de poesía y papel de baño. Dicen que al salir de su encierro tenía escorbuto y dañada la dentadura. Para algunos también tenía dañado el equilibrio psíquico. Y sin embargo, escribía sin parar, pintaba, traducía, transformaba palabras en afiches y jardines en fiestas poéticas. Vivía donde la invitaban a quedarse y compartía libros y noches con los más jóvenes. Cultivaba jardines que se transformaron en espacios de paz y memoria. Era, sin duda, una parte entrañable de la variopinta fauna de Filos.1

El relato creado por Bolaño, quien ya había hablado de ella en Los detectives salvajes (1998) y que volvió a hacerlo en la novela póstuma 2666 (2004), hace de Alcira / Auxilio una suerte de personaje mítico, especie de núcleo originario o de vórtice de la realidad mexicana en el que convergen el pasado y el futuro “recordados” a lo largo del propio y personal relato de esta militante poética.

Decía que volví a esta pequeña joya de la literatura porque ella me permite rastrear algunas respuestas a las preguntas que abren esta reflexión. Y lo que esas respuestas revelan es la violencia criminal que tiñe al 68. Dice la protagonista en el primer párrafo:

Ésta será una historia de terror. Será una historia policiaca, un relato de serie negra y de terror. Pero no lo parecerá. No lo parecerá porque soy yo la que lo cuenta. Soy yo la que habla y por eso no lo parecerá. Pero en el fondo es la historia de un crimen atroz (p. 12).

Desde la melancolía a veces eufórica o delirante de Auxilio, desde sus pasiones y sus amores, se reconstruye una época a través de los personajes del mundo de la cultura que la rodeaban: pintores, escritores, profesores, jóvenes poetas. Todos circulan por el relato con tonos un tanto fantasmales. Hay también una deliciosa y delicada reconstrucción de espacios: del paisaje atisbado desde el baño de la Facultad -los árboles, los pájaros y el viento de la Ciudad Universitaria- y, sobre todo, del propio Distrito Federal, vuelto escenario. Las calles del centro, las de la Colonia Juárez, los bares, los cafés, los cuartos de azotea… Largas caminatas van dibujando amorosamente el mapa de la ciudad. En ellas, como sucedía en tres novelas que de algún modo me recuerdan a Amuleto, como si fueran vestigios de un sutil pentimento -Ulises, de Joyce, Adán Buenosayres, de Leopoldo Marechal, y los recorridos parisinos de Rayuela, de Cortázar-, se cruzan reflexiones literarias, filosóficas o existenciales, con los pensamientos más absolutamente banales y cotidianos. Y de ese modo las páginas van ganando una densidad que de a ratos se vuelve demoledoramente irónica.

Como una pitonisa de la precariedad, Auxilio parece ver, desde esa cuarta planta, no sólo el presente de los jóvenes de México sino también su futuro. Ambas caras del tiempo resultan dolorosas en su irreversible crueldad.

Una de las escenas narradas hace alusión a un futuro cercano que es a la vez el inicio más radical: el del “parto de la Historia”:

[…] yo me sentí como si me estuvieran arrastrando hacia un quirófano. Pensé: estoy en el lavabo de mujeres de la Facultad de Filosofía y Letras y soy la última que queda. Iba hacia el quirófano. Iba hacia el parto de la Historia. Y también pensé (porque no soy tonta): todo ha acabado, los granaderos se han marchado de la Universidad, los estudiantes han muerto en Tlatelolco, la Universidad ha vuelto a abrirse, pero yo sigo encerrada en el lavabo de la cuarta planta […] la camilla iba cada vez más rápida por un pasillo que viboreaba como una vena fuera del cuerpo […] ¿Pero por qué tanta prisa, doctor?, ¡me estoy mareando!, les decía. Y los médicos respondían con el mismo sonsonete con que se responde a quien agoniza: porque el parto de la Historia no puede esperar, porque si llegamos tarde usted ya no verá nada, sólo las ruinas y el humo, el paisaje vacío… (p. 107).

La Historia, con mayúsculas, comienza, entonces, con la muerte, con “las ruinas y el humo”. Imposible no pensar en la IX Tesis de filosofía de la historia de Walter Benjamin (1940). Imposible no pensar en ese ángel de la historia que, arrastrado hacia el futuro por un huracán que le impide cerrar las alas, ve cómo tras de sí se acumulan los escombros. “Ha vuelto su rostro hacia el pasado. Donde ante nosotros aparece una cadena de acaecimientos él ve una única catástrofe que acumula sin cesar ruinas y más ruinas y se las vuelca a los pies” (Benjamin, 1940: IX). Ese huracán, dice Benjamin, es lo que llamamos progreso.

La mirada de Roberto Bolaño, a través del monólogo de Auxilio (nombre que es a la vez llamada, grito, clamor), es la mirada desesperanzada y oscura del filósofo judío nacido -como escribiera Susan Sontag- bajo el signo de Saturno.

¿A cincuenta años del 8 qué es lo que vemos? ¿Qué ve nuestro ángel de la Historia? La novela cierra con una suerte de desfile, marcha, manifestación de jóvenes que avanzan cantando, y así cantando caen en el abismo que tienen frente a sí.

Y aunque el canto que escuché hablaba de la guerra, de las hazañas heroicas de una generación entera de jóvenes latinoamericanos sacrificados, yo supe que por encima de todo hablaba del valor y de los espejos, del deseo y del placer. Y ese canto es nuestro amuleto (p. 128).

Aferrándonos a él atravesamos ya medio siglo desde aquel luminoso y a la vez sangriento y despiadado 1968. Aferrándonos a él construimos memoria para buscar que se haga justicia. ¿Venimos de “la historia de un crimen atroz” y vamos hacia el abismo? ¿Qué queda realmente de aquel año, de aquellos sueños, de aquellas esperanzas, de aquella utopía? ¿Cuál es la herencia que reciben nuestros jóvenes hoy? ¿Cuál es nuestra responsabilidad en ella?

Roberto Bolaño responde, como respondemos muchos, desde el dolor, la frustración y la melancolía. Y sin embargo: aferrados a nuestro amuleto.

Referencias bibliográficas

Benjamin, Walter (1940) Tesis de filosofía de la historia [publicadas en línea en El viejo topo, Barcelona. Disponible en: <http://www.elviejotopo.com/topoexpress/tesis-de-filosofia-de-la-historia/>]. [ Links ]

Bolaño, Roberto (1998) Los detectives salvajes. Barcelona: Anagrama. [ Links ]

Bolaño, Roberto (1999) Amuleto [1ª ed. ]. Barcelona: Anagrama. [ Links ]

Bolaño, Roberto (2004) 2666. Barcelona: Ignacio Echevarría [ Links ]

Bolaño, Roberto (2017) Amuleto. México: Penguin Random House. [ Links ]

MUAC (2018) Exposición “Alcira Soust Scaffo. Escribir poesía, ¿vivir dónde?” [Curadores: Amanda de la Garza y Antonio Santos]. México: Museo Universitario de Arte Contemporáneo, UNAM, 11 de agosto a 25 de noviembre, <http://muac.unam.mx/expo-detalle-140-alcira-soust-scaffo-conociste-a-alcira->. [ Links ]

1La exposición “Alcira Soust Scaffo. Escribir poesía, ¿vivir dónde?”, realizada en el Museo Universitario de Arte Contemporáneo (UNAM), en el marco de las conmemoraciones por los 50 años del movimiento estudiantil de 1968 da muestra cabal de su militancia poética y política (MUAC, 2018).

*Aunque la primera edición de la novela es de 1999, para esta reseña estoy utilizando la edición de 2017.

Sandra Lorenzano es doctora en Letras por la Universidad Nacional Autónoma de México, se especializa en arte y literatura latinoamericanos, tema sobre el cual ha publicado numerosos artículos en libros y revistas de circulación nacional e internacional. Actualmente es titular de la Unidad de Género de la Coordinación de Difusión Cultural y subdirectora del Centro Cultural Universitario Tlatelolco (ambos de la UNAM). De 2004 a 2016 fue vicerrectora de la Universidad del Claustro de Sor Juana, donde fundó y dirigió el Programa de Escritura Creativa. Durante diez años fue miembro del Sistema Nacional de Investigadores y a la fecha lo es del Sistema Nacional de Creadores de Arte, así como del Comité de Literatura del Fondo de Cultura Económica, del Consejo Directivo del Programa Universitario de Fomento a la Lectura, y de University of California-Mexicanistas, entre otros. Colabora regularmente en diversos medios de comunicación de América Latina, tales como Clarín (Argentina), W Radio (México), Nexos, El Universal, Letras Libres, Milenio, Revista de la Universidad de México y SinEmbargo (México). Tiene una vasta producción como coordinadora de libros y antologías, tales como Aproximaciones a Sor Juana (2005), Políticas de la memoria: tensiones en la palabra y la imagen (2012) y Lo escrito mañana. Narradores mexicanos nacidos en los 60 (2010). Asimismo, como autora, sus más recientes obras son el poemario Vestigios (2010) y las novelas Fuga en mí menor (2012) y La estirpe del silencio (2015).

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