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Revista mexicana de ciencias políticas y sociales

Print version ISSN 0185-1918

Rev. mex. cienc. polít. soc vol.63 n.233 Ciudad de México May./Aug. 2018

https://doi.org/10.22201/fcpys.2448492xe.2018.233.59458 

Dossier

Actores sociales en la Cumbre del Clima de París: el mensaje de pueblos indígenas, grupos religiosos, mujeres y jóvenes

Social Actors at the Paris Climate Summit: The Message of Indigenous Peoples, Religious Groups, Women and Youth

María Luisa Azpíroz Manero* 

*Universidad Panamericana, Escuela de comunicación, Ciudad de México. Correo electrónico: <mazpiroz@up.edu.mx>.


Resumen

Esta investigación analiza el discurso de actores sociales en la COP21: pueblos indígenas, organizaciones religiosas, mujeres y jóvenes. Su mensaje abordó cuestiones omitidas por el discurso político, como la inclusión de los derechos humanos, las amenazas a la seguridad alimentaria o el objetivo de reducir la temperatura en 1.5°C. El análisis utiliza la metodología cualitativa y la teoría del framing para conocer cuáles son los problemas que se deben abordar, qué soluciones se ofrecen, cómo evalúan la situación y si existen puntos de acuerdo. Los resultados revelan un énfasis común en las soluciones locales y gestionadas por la sociedad civil, así como la convergencia entre el mensaje de indígenas y mujeres. Futuras investigaciones podrían seguir analizando este discurso y compararlo con el político.

Palabras clave: cambio climático; Cumbre del Clima de París; actores sociales; framing

Abstract

This research analyzes the discourse of social actors at COP21: indigenous people, religious organizations, women, and youth. Their message addressed issues omitted by politicians, such as human rights, threats to food security, or the temperature target of 1.5°C. The analysis makes use of press conferences and applies qualitative methodology and framing theory to answer: What problems should be addressed? What solutions do proposals offer? How do they assess the situation? Do they have some points of agreement? The results reveal a shared emphasis on solutions by local actors and civil society, and a convergence between the message of indigenous groups and women. Future researches could continue analyzing this discourse and compare it with the political one.

Keywords: climate change; Paris Climate Summit; social actors; framing

Introducción

La Conferencia de las Partes de la Convención Marco de Naciones Unidas sobre el Cambio Climático, realizada en París en 2015 (COP21), suscitó grandes expectativas, dada la importancia de lograr un nuevo acuerdo global para la lucha contra el cambio climático. Como se especifica en el artículo 2, el Acuerdo de París determinó mantener el aumento de la temperatura mundial “muy por debajo” de los 2°C con respecto a los niveles preindustriales; aumentar la capacidad de adaptación; promover un desarrollo con bajas emisiones que no comprometa la producción de alimentos y elevar los flujos financieros a un nivel adecuado para lograr un desarrollo resiliente al clima y con bajas emisiones. El acuerdo se firmó el 22 de abril de 2016 y entró en vigor el 4 de noviembre del mismo año, un mes después de que al menos 55 países miembro de la Convención -que representan al menos 55% de las emisiones globales de gases de efecto invernadero estimadas- hubiesen depositado sus instrumentos de ratificación, aceptación, aprobación o acceso.

Los países miembro (las partes) no son los únicos actores que participan en las cumbres climáticas. Las organizaciones de la sociedad civil, aunque sin poder de negociación, también están presentes para exponer sus perspectivas, análisis y propuestas de solución. Cabe destacar que en la COP21 participaron grupos indígenas, religiosos, mujeres y jóvenes.

El objeto de esta investigación es analizar el discurso de esos cuatro grupos de actores sociales, los más numerosos en la COP21, pues aborda cuestiones de interés muchas veces omitidas por el discurso político, como las reivindicaciones respecto de la inclusión de los derechos humanos en el acuerdo final, las denuncias sobre las amenazas a la seguridad alimentaria en países en desarrollo o el objetivo de que el aumento de la temperatura global quede en 1.5°C. Para ello empezamos por establecer un marco teórico que identifica cuáles son las características de estos actores no estatales, así como sus intereses en lo relativo a las cumbres de cambio climático. En segundo lugar, se explica la metodología empleada para el análisis, consistente en una aproximación cualitativa a la aplicación de la teoría del framing en el análisis del discurso. La exposición de resultados muestra los mecanismos de razonamiento o funciones de framing que conforman la narrativa de cada uno de los grupos. Por último, se ofrecen las conclusiones extraídas y las respuestas a las preguntas de investigación.

Actores no estatales y cambio climático: la voz de la sociedad civil

Según La Porte (2016), para que una organización se reconozca como actor no estatal (actor social) debe adquirir cierto grado de institucionalización, es decir, contar con representación oficial, sede social, registro civil, estructura, voluntad de estabilidad y duración en el tiempo, así como estatutos que recojan su misión, naturaleza y fines. Estas condiciones regulan el acceso de las organizaciones de actores sociales a los foros internacionales, tan importantes para difundir sus propuestas a una audiencia global. Pero, más allá del reconocimiento oficial, la legitimidad de los actores no estatales depende de la eficacia con que contribuyan a hacer frente a amenazas globales y en su representación cuantitativa o cualitativa de la ciudadanía. Las organizaciones de actores no estatales aportan conocimientos sobre el terreno, experiencia y respaldo de la sociedad. El desafío actual consiste en introducir a estos representantes de la sociedad civil en los procesos de decisión y en la participación efectiva (Hocking et al., 2012).

Si bien no hay una definición acordada del término “pueblos indígenas”, lo cierto es que los así designados sí presentan características comunes: una conexión única con la tierra por razones legales, espirituales y culturales; una historia de colonización y opresión que aumentó su vulnerabilidad y el reconocimiento por parte de la ley pública internacional de que existen derechos básicos concedidos a las comunidades indígenas. Además, todos los pueblos indígenas comparten una mayor vulnerabilidad a los efectos del cambio climático, dada la localización de sus comunidades (Abate y Kronk, 2013). Los pueblos indígenas comprenden las sociedades indígenas del continente americano; los inuit y los aleut del Ártico; los pueblos aborígenes de Australia; los maorí de Nueva Zelanda; los nativos de Hawai y otros isleños del Pacífico; los sami del norte de Europa y muchos otros pueblos tribales no dominantes de Asia y África (Anaya, 2009). Estos pueblos defienden la propiedad de sus tierras y la gestión de sus recursos naturales frente a la intromisión de actores externos y sus megaproyectos de desarrollo (Martínez, 2015).

En diversas ocasiones, las organizaciones indígenas han denunciado que iniciativas de mitigación del cambio climático, como los biocombustibles, la energía hidroeléctrica, la conservación de los bosques o los mercados de carbono, atentan contra sus derechos (Abate y Kronk, 2013). Los programas REDD y REDD+ son especialmente relevantes, ya que al dar valor monetario a los bosques han producido conflictos entre comunidades indígenas y el Estado, con exclusión de poblaciones locales de los procesos de implementación y de los beneficios e incluso expulsiones de sus tierras (Galloway, 2009). El Programa de las Naciones Unidas para la Reducción de Emisiones causadas por la Deforestación y la Degradación de los Bosques (REDD) busca mitigar la deforestación mediante programas de gestión sostenible de los bosques, prestando ayuda económica a los participantes. REDD+ añade a REDD “la conservación y el incremento de las capturas de CO2”.

En cuanto a los grupos religiosos, según Globus, Szasz y Haluza (2012) diversos académicos coinciden en afirmar que las religiones del mundo podrían tener un papel importante en la lucha contra el cambio climático, debido a cuatro factores: i) las religiones suelen verse a sí mismas como responsables de asuntos morales y el cambio climático se considera un asunto ético primordial de nuestra era; ii) las religiones pueden animar una respuesta al cambio climático mediante su influencia en las visión del mundo o cosmovisión de sus creyentes; iii) las religiones poseen recursos significativos de tipo económico, institucional o político; representan, colectivamente, la tercera categoría de inversionistas en el mundo (ARC, s/f) y en algunos países también ejercen un considerable poder político; iv) por su habilidad para fomentar la confianza y reforzar los vínculos sociales, las religiones están bien posicionadas para ayudar a las comunidades locales a responder al cambio climático.

Los representantes de muchas de las principales religiones del mundo (cristianismo, islam, judaísmo, budismo, hinduismo, religiones indígenas) han hecho declaraciones en favor de una respuesta global al cambio climático. En el caso de los católicos, los papas Juan Pablo II, Benedicto XVI y Francisco I han defendido la justicia climática, destacando especialmente la encíclica del Papa Francisco: Laudato Si (2015). Bartolomé, el patriarca ecuménico de la Iglesia Ortodoxa, ha sido apodado el “patriarca verde” por su interés en los problemas medioambientales, incluido el cambio climático (Leichman, 2009; Makrides, 2008). Sin embargo, algunos grupos evangélicos en Estados Unidos han criticado dicha preocupación (Kearns, 2007) y los testigos de Jehová interpretan el cambio climático como cumplimiento de las profecías bíblicas sobre el fin de los tiempos, en lugar de considerarlo un problema que deba solucionarse (Globus, Szasz y Haluza, 2012).

Por último, cabe destacar la cooperación interreligiosa. Algunos ejemplos son la Declaración Interreligiosa sobre el Cambio Climático de 2009 y la Declaración Interreligiosa sobre el Cambio Climático del Consejo Mundial de Iglesias (CMI) de 2014. En ellas se señala que todas las religiones comparten como doctrina el cuidado de las criaturas y el respeto por la vida, por lo que quieren proteger el planeta como bien de todos y para todos, también para las generaciones futuras (García, 2010).

El papel de las mujeres en el combate al cambio climático se enmarca en la lucha más amplia por la igualdad de género y la justicia social. El ecofeminismo explica las diferencias en la experiencia y conocimiento de hombres y mujeres con respecto a su entorno (Nightingale, 2006). Como explican Haigh y Vallely (2010), desde el ecofeminismo se vincula la degradación medioambiental con el sistema económico patriarcal, que no valora el trabajo de las mujeres ni los ecosistemas. Los análisis feministas abordan las desigualdades estructurales en los problemas del clima y desenmascaran el problema de género que hay tras el sobre consumo del primer mundo, apostando por soluciones que transformen las ideologías y economías de dominio, explotación y colonialismo (Gaard, 2015).

Las mujeres contribuyen menos que los hombres al cambio climático, debido al mayor porcentaje de ellas que se encuentra en niveles de pobreza y a las funciones sociales que desempeñan. Sin embargo, tienen más probabilidades de sufrir sus consecuencias, en ocasiones mortales (migraciones forzadas, mayor carga de trabajo, inseguridad alimentaria, violencia sexual o de otro tipo), a la vez que se exacerba la desigualdad de género ya existente (Haigh y Vallely, 2010). Además, pese a su potencial para enfrentar el cambio climático, especialmente a nivel doméstico, las mujeres están poco representadas en las delegaciones oficiales de la ONU, así como en los grupos de negocios y de la sociedad civil (Haigh y Vallely, 2010).

Fue en la Cumbre del Clima de Cancún (2010) cuando se reconoció por primera vez que la igualdad de género y la participación de las mujeres son importantes para una acción efectiva en todos los aspectos del cambio climático. Al respecto, la literatura feminista ha recalcado la importancia de abordar la desigualdad de género, así como de adoptar estrategias de mitigación y adaptación al cambio climático que incorporen consideraciones de género (Haigh y Vallely, 2010). Esto implica reconocer que éste no opera de manera aislada, sino en relación con otros factores, como los ingresos, localización geográfica, raza, habilidades y edad (Hankivsky, 2005). Además, resulta imprescindible que las mujeres tengan más presencia en la toma de decisiones (McNutt y Hawryluk, 2009).

En el caso de los jóvenes, no hay un cuerpo de literatura sobre sus posturas e intereses en las cumbres de cambio climático. La Conferencia de Jóvenes (COY), onceava en el caso de la Cumbre de París, tiene lugar los días previos a las cumbres del clima y muchos de los participantes acuden a ambos encuentros. La COY reúne a jóvenes de todo el mundo, pertenecientes a organizaciones juveniles, sociales y ecologistas. En 2015, se celebró los días 26, 27 y 28 de noviembre y contó con 5 000 participantes.

Narrativas de los actores de acuerdo con el framing: deconstruyendo el discurso climático

Siguiendo la tradición del constructivismo social (D’Angelo, 2002; McQuail, 2005), la teoría del encuadre o framing estudia los enfoques o encuadres (frames) mediante los cuales los actores sociales asimilan, interpretan y comunican la realidad que les rodea. En el campo específico de la comunicación, framing es el proceso por el que diferentes actores usan el lenguaje para definir y construir interpretaciones de asuntos y para conectarlos con un contexto más amplio (Kinder y Nelson, 2005). Y, en comunicación política, framing es el proceso por el que los actores políticos (políticos, actores sociales, medios de comunicación, etc.) seleccionan y establecen prioridades cuando interpretan y explican la realidad de una forma particular (Entman, 2008).

Las variables más utilizadas en los análisis de texto son los mecanismos de framing y los mecanismos de razonamiento. Los primeros son los puntos focales que sirven para identificar un encuadre particular. Por ejemplo, el uso de palabras clave y frases, descripciones, metáforas, ejemplos, referencias históricas y culturales que, por su contenido simbólico o repetición, se atribuyen a un frame específico (Tankard, 2001). Por su parte, los mecanismos de razonamiento (análisis causal, consecuencias y efectos, apelación a principios) proveen justificaciones o argumentos para la adopción de ciertos encuadres (Gamson y Modigliani, 1989). Entman (1993; 2004) habla de las cuatro funciones del framing (que resultan muy similares a los mecanismos de razonamiento): definición de problemas, análisis causal, remedio y evaluación. La interrelación entre estas funciones genera una narración que representa el encuadre. Según Entman, las funciones de encuadre más relevantes son la definición de problemas, porque predetermina el resto del frame, y el remedio, porque promueve directamente el apoyo (u oposición) a las políticas públicas.

La investigación empírica en framing puede abordarse desde una metodología cuantitativa, cualitativa o combinada. En la aplicación metodológica al análisis de texto, lo más característico de la metodología cuantitativa es el análisis y la cuantificación estadística de contenido manifiesto, y de la cualitativa, el análisis textual o de discurso, de tipo descriptivo e interpretativo.

Esta investigación aplica una metodología cualitativa, con un análisis que se centra en identificar las cuatro funciones señaladas por Entman (2008): definición de problemas, análisis causal, remedio y evaluación. Se analiza el discurso de cuatro grupos de actores sociales con una presencia notoria en la COP21: pueblos indígenas, organizaciones religiosas, mujeres y jóvenes. Mediante el análisis se busca responder a las siguientes preguntas: ¿Cuáles son para estos grupos los principales problemas que se deben abordar para luchar contra el cambio climático? ¿Qué propuestas de solución ofrecen? ¿Cómo evalúan la situación? ¿Muestran los distintos actores sociales puntos de acuerdo dentro de cada grupo y entre sí?

Para realizar el análisis se hizo una transcripción de las 37 ruedas de prensa ofrecidas por estos grupos, las cuales se encuentran en la página web de la Organización de Naciones Unidas, en el sitio de la Convención Marco de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático, en forma de retransmisiones vía Internet (UN, 2015). Se recurrió al software Atlas.ti como herramienta para interpretar y ordenar el contenido del discurso de los grupos analizados.

El discurso de los pueblos indígenas

Los representantes de pueblos indígenas realizan 14 ruedas de prensa, de las cuales cinco corresponden a la Asociación Interétnica de Desarrollo de la Selva Peruana (AIDESEP), el grupo más vocal en el que participan otros grupos sub-regionales peruanos. En segundo lugar está el Foro Internacional de los Pueblos Indígenas sobre Cambio Climático (FIPICC), con cuatro ruedas de prensa, tres de ellas ofrecidas en colaboración con la organización Pacto de los Pueblos Indígenas de Asia y una con Chirapaq (Centro de las Culturas Indígenas del Perú) y Tebtebba (Centro Internacional de los Pueblos Indígenas para la Investigación en Materia de Políticas y para la Educación). La Coordinadora de las Organizaciones Indígenas de la Cuenca Amazónica (COICA), en la que participan organizaciones indígenas de nueve países que abarcan la cuenca amazónica, realiza dos ruedas de prensa, y la Red Medioambiental Indígena, el Comité Coordinador de los Pueblos Indígenas de África y la Coalición Mundial por los Bosques ofrecen una rueda de prensa cada uno. En conclusión, los pueblos indígenas de Latinoamérica (y especialmente los de Perú) son los más activos en la COP21, seguidos por los pueblos indígenas de Asia.

Problemas y causas

Los pueblos indígenas (autodenominados “pueblos autóctonos” en el caso de los pueblos de África) señalan cuatro grandes bloques de problemas vinculados al cambio climático.

En primer lugar, denuncian lo que denominan las “falsas soluciones”, que presentan los países desarrollados, las multinacionales y las corporaciones financieras, a las que se dan subsidios masivos y producen “víctimas de las soluciones del cambio climático”. Con “falsas soluciones” aluden a propuestas basadas en el mercado de carbono, que no hacen que se reduzcan las emisiones y más bien llevan siempre a tener efectos adversos sobre los derechos humanos, el aspecto social, el uso de la tierra, la biodiversidad y los ecosistemas. Consideran que estas soluciones están basadas en el sistema capitalista y en la búsqueda de un nuevo nivel de globalización económica centrada en la privatización de la naturaleza, que incrementa el sufrimiento de los pueblos indígenas y atenta contra sus derechos humanos y territoriales. Como parte de esas “falsas soluciones” vinculadas al mercado de carbono se cita el Mecanismo de Desarrollo Limpio, que ha causado crisis económica en el sector climático, sin reducir emisiones. También el uso de biocombustibles, que no serían renovables ni neutrales en carbono. Tal es el caso del cultivo de palma aceitera para biocombustible destinado principalmente a Europa, que se promueve como solución al cambio climático, pero causa aumento de emisiones, deforestación masiva en Perú y el sudeste asiático y está vinculado con incendios; una solución que se está subsidiando por considerarse neutral en carbono, cuando no lo es. El caso de los programas REDD y REDD+ se destaca especialmente, pues los bosques y la tierra en general, incluida la agricultura, podrían utilizarse como compensación por emisiones de combustibles fósiles. Los pueblos indígenas consideran que la implementación de REDD y REDD+ causará violaciones de la tierra y los derechos humanos indígenas, además de deforestación y degradación de ecosistemas, con plantaciones masivas de monocultivos de árboles que en ocasiones expulsan a los pueblos indígenas de su hogar. Un buen ejemplo de la crítica a este tipo de soluciones es el nuevo significado que la Red Medioambiental Indígena da al acrónimo REDD+: “recogida de beneficios por desalojos, tomas de tierra, deforestación y destrucción de la biodiversidad”, más “plantaciones industriales, árboles transgénicos y áreas protegidas”. De forma similar, describe el crédito de carbono como un permiso para consumir y contaminar.

En segundo lugar, relacionado con el punto anterior, los pueblos indígenas denuncian en varias ocasiones la acción de las grandes empresas extractivas. En América las multinacionales traen contaminación, enfermedades, crisis social y abusos de los trabajadores hacia los pueblos indígenas. Algunos ejemplos son la explotación de depósitos de arenas bituminosas, el fracking y los desarrollos petroleros en Canadá y Estados Unidos, así como los abusos medioambientales y contra la población de grandes agronegocios y de empresas como Chevron, General Motors o la organización Nature Conservancy, gracias al programa REDD, en Brasil. También las amenazas al pueblo Machiguenga de Perú por parte de grandes empresas extractivas a las que el Estado otorga concesiones, mientras que, en el Ártico, el derretimiento del hielo hace que los metales y recursos naturales estén más disponibles, favoreciendo a las grandes multinacionales.

En tercer lugar, en el caso de los pueblos indígenas latinoamericanos, sobre todo de Perú, se denuncia repetidamente la falta de reconocimiento oficial de territorios indígenas integrales. La AIDESEP explica que éste supone el reconocimiento completo de la ocupación de un territorio ancestral y su uso colectivo por parte de cada pueblo indígena. Es la principal estrategia para la completa aplicación de la autodeterminación, de acuerdo con la Convención 169 de la Organización Internacional del Trabajo sobre pueblos Indígenas y Tribales, a la Declaración de la ONU sobre los Derechos de los Pueblos Indígenas y a la jurisprudencia del Sistema Interamericano de Derechos Humanos. Los pueblos indígenas buscan la titulación de sus territorios para poder autoadministrarse y sobrevivir como pueblos, una lucha en la que llevan veinte años. Denuncian que el gobierno quiera convertir esos territorios, mediante concesiones, en plantas aceiteras y madereras, proyectos de carreteras, petróleo, gas y minerías, depredando los bosques. Los títulos comunales son zonas de conservación y defensa del bosque.

En cuarto lugar, un problema señalado en todas las ruedas de prensa es que la referencia a los derechos humanos y a los derechos de los pueblos indígenas no se está incluyendo en el artículo dos del borrador del Acuerdo de París. Eso supone un retroceso de veinte años, no sólo en cuanto a derechos de los pueblos indígenas, sino también a equidad de género y derechos de los trabajadores. El pueblo sami, del Ártico, denuncia que Noruega y la Unión Europea se han opuesto a incluir dichas referencias, cuando han estado en primera línea de la lucha contra el cambio climático y por los derechos humanos; y que la causa podría ser su interés en los mercados de carbono. Que no se reconozcan los derechos de los pueblos indígenas en la parte operativa del Acuerdo de París podría afectar a su derecho a la comida, la salud, los recursos, el territorio y a su propia supervivencia como pueblo. En la rueda de prensa del Foro Internacional de los Pueblos Indígenas sobre Cambio Climático también se habla de la oposición de Reino Unido a apoyar el lenguaje de los derechos colectivos de los pueblos indígenas: un debate que ya habría quedado atrás desde la adopción de la Declaración de la ONU sobre los Derechos de los Pueblos Indígenas, en 2007.

Soluciones

Las soluciones que presentan los pueblos indígenas en sus ruedas de prensa son sobre todo de tipo local. No obstante, el Foro Internacional de los Pueblos Indígenas sobre Cambio Climático (FIPICC) también subraya que el cambio climático es un problema global que necesita una solución global, por lo que los pueblos indígenas deben actuar colectivamente en las COP. La declaración de Global Forest Coalition (2015) representaría el sentir de los pueblos indígenas: son necesarias soluciones de tipo holístico, que produzcan beneficios compartidos, no estén basadas en el mercado de carbono y se enfoquen más en el derecho de los pueblos a la comida y a la tierra.

Los pueblos indígenas peruanos y de otras partes del Amazonas dan numerosos ejemplos concretos de proyectos que están realizando a nivel local. Destacan los que formarían parte de la Red Indígena Amazónica (RIA), una alternativa al REDD, que consiste en implementar los planes indígenas de “vida plena” amazónica: planes de mitigación y adaptación al cambio climático que no sólo incluyen la venta de carbono, sino también los derechos territoriales de los pueblos indígenas, una gestión holística del territorio y el empleo de conocimientos ancestrales. Se trata también de un plan de financiamiento directo para las organizaciones indígenas, para seguir conservando bosques, agua y aire. Se busca trabajar alternativas económicas sustentables en el propio territorio, sin amenazar al medioambiente ni a las personas que allí viven. Algunos ejemplos serían los proyectos que se están implementando en Perú (reservas comunales Amarakaeri, Machiguenga, Airo Pai) y Brasil (Irapé Lourdes). Los proyectos de la RIA se defienden como sostenibles, eficientes y menos caros.

Los pueblos indígenas también insisten en la importancia de que la referencia a los derechos humanos y los derechos de los pueblos indígenas esté incluida en el artículo 2.2 del Acuerdo de París, en la parte operativa y no sólo en el preámbulo. Es algo necesario para asegurar el respeto, reconocimiento, protección y cumplimiento de los derechos de los pueblos indígenas. A este respecto, se recuerda que éstos fueron reconocidos en la Declaración de la ONU sobre los Derechos de los Pueblos Indígenas, de 2007, si bien ya antes habían sido considerados por la Comisión Interamericana de Derechos Humanos y la Corte de Derechos Humanos de la Organización de Estados Americanos (OEA). Se afirma que los indígenas tienen derecho de autodeterminación y a sus tierras ancestrales y que, antes de que un desarrollo o proyecto se sitúe en su tierra, los estados deben consultarles con buena fe. Tiene que haber un consentimiento previo, libre e informado por parte de los pueblos indígenas, quienes además deben estar involucrados en el proceso de planeación del nuevo desarrollo o proyecto. También se establece que toda posible tierra perdida debe ser devuelta.

Por su conocimiento y forma de vida, los pueblos indígenas serían parte de la solución al cambio climático: por eso el Acuerdo ha de incluir también el conocimiento tradicional ancestral. En este sentido, un representante de los pueblos autóctonos africanos afirma que el conocimiento tradicional no es una mentalidad del pasado, sino una referencia de la civilización contemporánea y una mentalidad viva en sus sociedades. Algunos pueblos indígenas, especialmente del Pacífico, defienden también que el Acuerdo incluya 1.5 grados como aumento máximo de la temperatura, y no 2 grados.

Valoraciones

Los aspectos valorativos que incluye el discurso de los pueblos indígenas aluden a su espiritualidad, su cosmovisión y su relación sagrada con la Madre Tierra (llamada Pachamama por los indígenas peruanos). Los pueblos indígenas se consideran “guardianes de los bosques (IPACC), “propietarios de los bosques de la Amazonía” y “los mejores administradores del bosque”, ya que bosques y pueblos indígenas van de la mano: uno no existe sin el otro (AIDESEP, 4 y 8 de diciembre). Además, son “protectores de la biodiversidad” (AIDESEP, 8 de diciembre): en los pueblos indígenas se encuentra “80% de la biodiversidad del planeta” (AIDESEP, 9 de diciembre; AIPP, 11 de diciembre; IPACC, 11 de diciembre).

Se defiende el concepto de “buen vivir”, de desarrollo sin contaminación, y la importancia del conocimiento tradicional ancestral, que ha permitido a los pueblos indígenas llevar una vida sostenible por miles de años, clave para la adaptación (algunos ejemplos son la gestión del agua y el pastoralismo en África). En este sentido, un representante de la comunidad aymara de Chile considera que la raíz de los problemas de los pueblos indígenas es un mal entendimiento, ignorancia o desavenimiento por ser quienes son: por el pensamiento de que los pueblos indígenas están menos desarrollados (AIPP-IIPFCC, 6 de diciembre).

En las ruedas de prensa se encuentran críticas tanto al Estado peruano, por las concesiones otorgadas a empresas extractivas y de palma aceitera, así como por la denegación de titulación de territorios a los pueblos indígenas, y al Estado brasileño, por seguir permitiendo la actuación de grandes empresas en el Amazonas y por mentir cuando habla de reducir la deforestación, la contaminación y actuar en favor de los pueblos indígenas. También se critican las posturas de Arabia Saudita y China, que se oponen a la inclusión de los derechos indígenas en el Acuerdo. En cambio, expresan agradecimientos a México y Filipinas por su apoyo (al menos a nivel oficial) a los derechos de los pueblos indígenas.

Por último, se destaca la importancia de la educación, la información y los movimientos ciudadanos (que en algunos países se encuentran restringidos) para luchar contra el cambio climático.

El discurso de los grupos religiosos

Las organizaciones religiosas realizan doce ruedas de prensa, de las cuales la mitad son organizadas por la Fundación Budista Tzu Chi. La ONG Centro Interreligioso para el Desarrollo Sostenible (The Interfaith Center for Sustainable Development, ICSD) ofrece cuatro ruedas de prensa, mientras que la organización cristiana Consejo Mundial de Iglesias (World Council of Churches) y la ONG internacional Universidad Espiritual Mundial Brahma Kumaris ofrecen una rueda de prensa cada una. De las doce, ocho son organizadas en colaboración con Climate Matters Show; se trata de una serie de mesas redondas en formato de tertulia que tienen lugar en las negociaciones del clima de la ONU y fueron moderadas por el fundador y director ejecutivo del proyecto United Planet Faith and Science Initiative, Stuart Scott (muy activo él mismo en las conversaciones). En estas mesas participan representantes de las organizaciones antes mencionadas, en colaboración con líderes y representantes de otras asociaciones interreligiosas y de diversas religiones (budismo, islam, cristianismo), de organizaciones del Pacífico, así como científicos y expertos en cambio climático. También participan organismos como Be Green Group, la consultora ICF International y otros dedicados a proteger la herencia cultural y natural, como la red cooperativa Earthsavers unesco Artists for Peace o la red International National Trusts Organization (INTO).

Problemas y causas

Las organizaciones religiosas y demás actores que participan en las ruedas de prensa señalan principalmente tres tipos de problemas.

En primer lugar, como explica uno de los ponentes (el científico James Hansen), los combustibles fósiles son un problema específico que debe abordarse en la lucha contra el cambio climático. Por un lado, los combustibles fósiles son la energía más barata, dado que están en parte subsidiados y en el precio no se incluyen externalidades negativas, como los daños al clima o a la salud. Además, la industria del combustible fósil tiene una fuerza de presión (cabildeo) muy grande. Habría que dejar 90% de los combustibles fósiles en tierra, pero, en lugar de ello, se está saliendo del carbón para ir hacia otros combustibles fósiles. Por otro lado, se necesita más desarrollo tecnológico de alternativas a los combustibles fósiles y, por último, se requieren regulaciones sobre eficiencia de vehículos, edificios, etc.

Otro problema señalado por el profesor Kevin Anderson, de la Universidad de Manchester, es que las contribuciones previstas y determinadas a nivel nacional (intended nationally determined contributions, INDC) no están informadas por la ciencia, la cual parece estar menos implicada con el encuadre o interpretación del cambio climático que la industria. En este sentido, también se critica que el próximo Acuerdo de París, basado en las INDC, no será efectivo por no ser global y carecer de mecanismos de cumplimiento.

Por último, el discurso de las organizaciones religiosas enfatiza el componente ético y moral de valores y estilo de vida que subyace al problema del cambio climático, a saber, el hecho de considerar a la naturaleza como un objeto. Los textos sagrados de todas las religiones dicen lo mismo: la Tierra no está ahí para que el hombre la explote, sino para que la cuide. Se enfatiza el error de un estilo de vida materialista y consumista que olvida las cualidades de justicia, generosidad, compasión, y en el que 10% de la población más rica de cada país es responsable de 50% de las emisiones. Además, el estilo de vida actual y el cambio climático que ha provocado plantean problemas de injusticia intergeneracional, incluidas la sostenibilidad e integridad de la herencia natural y cultural. También plantean problemas de injusticia Norte-Sur: en emisiones históricas y per cápita, países desarrollados como Estados Unidos, Reino Unido o Alemania son por mucho los más responsables, pero las mayores consecuencias las sufren los países del Sur.

Soluciones

Respecto del Acuerdo de París, se apuesta por el objetivo de un aumento de temperatura de no más de 1.5 grados, ya que llegar a 2 grados sería fatal y muchas islas desaparecerían. Para restaurar el equilibrio energético el dióxido de carbono (CO2) debería reducirse de un millón de partes por millón (PPM) a 330 partes por millón. La meta de descarbonización debe ser de 80% para 2030 y 100% para 2050 (o de 100% para 2030 si se quiere lograr el objetivo de 1.5 grados). Se menciona la “deuda ecológica”, que significa que los países desarrollados tienen que asumir mayor responsabilidad y las responsabilidades deben ser comunes pero diferenciadas. En este sentido, las organizaciones religiosas también se pronuncian sobre la cuestión de la financiación: proponen mayor compromiso por parte de los países desarrollados, tanto para pérdidas y daños como para financiar la transición a energías renovables en los países menos desarrollados. Desde Cáritas hacen la propuesta de que los miembros de la ONU reduzcan 20% sus desarrollos militares y usen esos fondos para acción en cambio climático. Los países ricos podrían emplear 10% para sus países y otro 10% para los países pobres, y estos últimos mantener 20% para ellos mismos, con la condición de atender también la pobreza y la corrupción. Los derechos humanos y la seguridad alimentaria deberían estar presentes en el artículo 2 de la parte operativa del Acuerdo de París, en el que la clave es la participación de los principales jugadores: Estados Unidos, China y la Unión Europea.

Para los problemas que explica el científico James Hansen también se aportan soluciones. En cuanto a los combustibles fósiles, sólo puede solucionarse retirándoles los subsidios y aplicarlos a las energías renovables: según el Fondo Monetario Internacional (FMI), el subsidio a los combustibles fósiles en 2015 fue de 5.3 trillones de dólares, más que el gasto mundial en salud. La solución requiere también de un impuesto que aumente el precio del carbón. En este sentido, Hansen propone una tarifa común que aumente progresivamente. En los países que no acepten la tarifa, se aplicarían impuestos de frontera a sus productos y se reembolsaría a los fabricantes la tarifa de carbón cuando exporten un producto a una nación no participante. Si las tres principales economías lo hicieran, las demás se verían forzadas a aceptar. Las grandes compañías serían parte de la solución si el gobierno les diese el incentivo correcto aumentando la tasa del carbón; así, moverían sus inversiones rápidamente. El impuesto sobre el carbón también contribuiría de manera efectiva al logro de regulaciones sobre la eficiencia de vehículos, edificios, etc., así como al desarrollo tecnológico en energías alternativas a los combustibles fósiles.

En relación directa con lo anterior, las distintas organizaciones y personalidades explican sus iniciativas y hacen propuestas para un mayor empleo de las energías renovables. Por citar algunos ejemplos, la ONG y movimiento espiritual Brahma Kumaris desde hace veinte años investiga y desarrolla sistemas de energía renovables; en particular, de cocinas y sistemas fotovoltaicos solares. Por su parte, la Iglesia de Suecia trata de convencer a las empresas para que desinviertan en los combustibles fósiles. El profesor Mark Jacobson, de la Universidad de Stanford, afirma que los mayores obstáculos para las energías renovables son sociales, políticos y de información, porque son energías viables desde un punto de vista técnico y económico. Por ello, se ha de cambiar el frame económico respecto de las renovables: usar un frame de vía de descuento del coste en el futuro. Los actores capaces de dejar de usar combustibles fósiles y liderar la transición a las energías renovables (como la Unión Europea, Noruega y Reino Unido) deberían dar ejemplo de ello, pero hasta ahora no lo han hecho. Del lado positivo, Jacobson afirma que el movimiento de apoyo a las energías renovables ha crecido mucho desde 2009, que las ciudades participan cada vez más y que ya hay compañías como Walmart o Google comprometidas con utilizar 100% de energías renovables.

Por otro lado, las organizaciones religiosas insisten en la importancia de incluir la ética y los valores en el proceso de toma de decisiones, tanto en las negociaciones climáticas como en la vida cotidiana. A nivel individual, se habla de retomar los principios básicos del estilo de vida espiritual, basados en la reflexión y contemplación. Brahma Kumaris propone la práctica del yoga y la meditación como herramientas poderosas para la autotransformación, así como una dieta vegetariana, pues considera que si la humanidad se hiciera vegetariana la problemática desaparecería. Llama a participar, el 11 de enero, en el día del vegetarianismo (Ethical Eating Day) y propone también comer menos, mediante el programa “80-20”, que consiste en comer 80% y ahorrar 20% para otro grupo de población que enfrente hambre. A nivel estructural, se habla de un cambio de actitud sobre el crecimiento y la prosperidad, avanzar hacia la prosperidad sostenible en la que la economía sirva a la sociedad y no al revés, reduciendo emisiones y consumo. Se destaca el contenido de las declaraciones religiosas: la declaración budista a los líderes del mundo sobre el cambio climático, firmada por 26 líderes incluyendo al Dalai Lama (Dalai Lama et al., 2015); la encíclica Laudato Si del Papa Francisco (Papa Francisco, 2015); el mensaje del patriarca ortodoxo Bartolomé (Ecumenical Patriarch Barholomew, 2015); las declaraciones hindú (Hindu Declaration on Climate Change, 2009) y musulmana (Islamic Declaration on Global Climate Change, 2015). Todas tienen en común destacar la interdependencia de unos con otros y con la naturaleza, y la apelación a un cambio en el estilo de vida actual, liderado por el consumo. Los desafíos serían profundamente espirituales y éticos.

Las organizaciones religiosas también enfatizan la importancia de la educación sobre cambio climático, desde edades tempranas hasta la universidad, así como de las artes, la industria del entretenimiento y los medios de comunicación, que pueden oponer el conocimiento en forma de símbolos culturales (se ofrecen ejemplos de iniciativas como exposiciones de pintura o una red de museos interactivos iniciada por Climate Institute). En este sentido, se insiste en la relevancia de la narrativa, del storytelling, una técnica consistente en contar historias que ilustran el mensaje que se quiere transmitir.

Otro aspecto en el que se insiste mucho es el de la cooperación, tanto entre comunidades religiosas como entre personas que tratan de solucionar problemas complicados mediante la inteligencia colectiva. Ejemplos de este tipo de colaboración son Wikipedia, Google y, en el caso del cambio climático, la plataforma en línea, Climate CoLab.

Valoraciones

El discurso de las comunidades religiosas enfatiza el consenso existente entre los diferentes cultos y con la ciencia respecto del problema que supone el cambio climático y la necesidad de actuar. En este sentido, se destaca que las religiones no abogan sólo por rezar o meditar, sino también por la acción y la solidaridad entre credos, fronteras y generaciones.

El discurso de las mujeres

Las asociaciones de mujeres ofrecieron cuatro ruedas de prensa, tres de las cuales fueron organizadas por la Organización de Mujeres para el Medioambiente y el Desarrollo (Women’s Environment and Development Organization, WEDO) y una por el Caucus de Mujeres por la Tierra y el Clima (Women’s Earth and Climate Caucus, WECC). Además, la Secretaría de Cambio Climático de la ONU realizó una mesa redonda sobre el liderazgo de las mujeres frente al cambio climático, en la que presentaron cuatro proyectos dirigidos por mujeres (como parte de la iniciativa de la ONU Momentum for Change).

Problemas y causas

El discurso de las mujeres en los eventos analizados enfatiza, principalmente, el problema estructural y sistémico existente. La crisis climática tiene causas estructurales, que son la distribución desigual del carbono y del poder político, económico y militar. Hay un vínculo sistémico entre la crisis climática, el modelo económico y la explotación y desempoderamiento de las mujeres. Los procesos inherentes al sistema industrial (centralizados, monopolizados, guiados por el beneficio), la producción de energía eléctrica y de alimentos son causantes de la crisis actual. Los países del primer mundo se han desarrollado gracias a la explotación y el colonialismo, siendo los generadores de muchas más emisiones per cápita. Ahora, el resto de las naciones necesitan desarrollarse de manera sostenible, pero no cuentan con los recursos y capacidades que ello requiere.

En sus ruedas de prensa, las mujeres explican la conexión entre igualdad de género y cambio climático, que parece ser poco comprendida. Relatan que las mujeres se ven mucho más afectadas por el cambio climático. Por ejemplo, con las migraciones causadas por el cambio climático y la reducción de oportunidades en el entorno rural, si los hombres se van a las ciudades, ellas tienen más carga en el campo; si son ellas las que se desplazan, corren el riesgo de ser víctimas de violencia sexual o de género. En lugares como África, a menudo no tienen las tecnologías apropiadas para algo tan cotidiano como cocinar, lo que daña su salud y el medioambiente. Además, las mujeres son imprescindibles para implementar soluciones al cambio climático. En los países en desarrollo, se encargan mayoritariamente de elaborar la comida en el hogar y recoger el agua. En los países desarrollados, son quienes toman 85% de las decisiones de consumo con impacto en la huella de carbono. Una vez que las mujeres están informadas y educadas, se convierten en agentes de cambio.

En tercer lugar, se explican los problemas vinculados con las falsas soluciones que a menudo se proponen. Las mujeres coinciden con los pueblos indígenas en considerar que los mercados de carbono no son una solución: los mecanismos de compensación de carbono permiten a los que contaminan seguir con sus prácticas, sin modificar nada (business as usual), a cambio de dar dinero a los países en desarrollo. Los proyectos REDD propician ocupaciones de tierra y pérdida de biodiversidad, pese a lo cual se les otorgan cuantiosos financiamientos, mientras que a los proyectos comunitarios les resulta muy difícil encontrar apoyo económico. Algunos esfuerzos de mitigación ponen en peligro la seguridad alimentaria: actividades como la biomasa, el almacenamiento de captura de carbono o las plantaciones de combustible crean demanda de tierra que puede llevar a que los campesinos sean expulsados de sus propiedades. A menudo, en las COP se da reconocimiento a las supuestas soluciones que proponen empresas poderosas, con proyectos de gran magnitud que no tienen en cuenta las necesidades de las mujeres y las comunidades ni promueven sistemas de energía descentralizados. A veces no hay consentimiento previo e informado de las comunidades en proyectos en los que se invierte mucho dinero.

Las mujeres indígenas señalan problemas vinculados con las grandes empresas extractivas, como la contaminación, enfermedades, abusos contra mujeres y drogas que el fracking llevó a una reserva indígena de Dakota del Norte, o el incumplimiento de los tratados con el pueblo ponca de Oklahoma por parte del gobierno de Estados Unidos, que permitió la llegada de empresas petroleras a su territorio. También se denuncian las concesiones a compañías petroleras y mineras en el Amazonas.

El discurso de las mujeres, como el de los pueblos indígenas, expone su preocupación por la posible eliminación del párrafo sobre los derechos humanos del borrador del Acuerdo de París. La sociedad civil y los sindicatos pasaron más de un año redactando un párrafo que representase los derechos humanos y de las comunidades vulnerables. Separar los derechos humanos del medioambiente es una causa del cambio climático, no su solución.

Soluciones

Dado que existen causas estructurales para la crisis climática, en el discurso de las mujeres también se aboga por soluciones estructurales. En términos generales, repensar el sistema político, económico y militar global; cambios en el estilo de vida; economías más justas y equitativas; cambiar el paradigma del desarrollo. Se alude a lo que deben hacer los países desarrollados, que tienen la responsabilidad legal y moral de controlar el sobreconsumo y financiar la transformación que se necesita, la cual debe ser pública, en forma de concesión y según las necesidades reales de las comunidades, no por los intereses de las agencias o entidades nacionales e internacionales. Además, las acciones de mitigación deben respetar el principio de responsabilidades comunes pero diferenciadas, necesario para el derecho de la mayoría del mundo a desarrollarse.

La conexión entre igualdad de género y cambio climático se da tanto en el ámbito de los problemas como en el de las soluciones. La igualdad de género debe estar presente en todos los programas, políticas y acciones climáticas; se deben producir soluciones con justicia de género. Se cita como ejemplo el Programa de trabajo de Lima sobre el género (CMNUCC, 2014). El que las mujeres sean parte de las negociaciones del clima es muy importante; deben estar implicadas no sólo como consumidoras y productoras, sino también como legisladoras y líderes. Los hombres deben apoyar la lucha por la equidad de género, ser educados al respecto.

Frente a las “falsas soluciones”, se defienden las “soluciones reales”, a menudo impulsadas por mujeres. Se trata de soluciones a nivel local que implican una reestructuración del sistema de producción hacia economías circulares y localizadas: soluciones limpias, autónomas, descentralizadas, renovables, que crean valor local y trabajos, así como mayor democratización de los sistemas de alimentación y energía. Tanto en las ruedas de prensa como en la mesa redonda se dan numerosos ejemplos concretos de dichas soluciones reales. Destacan los cuatro proyectos premiados por Momentum for Change, con los que las mujeres no sólo generan ingresos, sino que se empoderan y son escuchadas por sus comunidades.

Frente a los problemas sociales y medioambientales que provocan las grandes empresas extractivas, las mujeres proponen seleccionar tecnologías seguras y sostenibles para las personas y el medioambiente. Se debe excluir la energía nuclear y fósil: dejar de usar combustibles fósiles y permitir que 80% de éstos quede en la tierra, como aconsejan los científicos. En su lugar, apuestan por sistemas descentralizados y a pequeña escala que beneficien a las comunidades: plantas de biogás descentralizadas, energía solar, eólica.

De forma similar a los pueblos indígenas, las mujeres proponen que el Acuerdo de París incluya un párrafo, en la parte operativa, centrado en el pueblo, que consagre la justicia y la igualdad. Que se refiera a igualdad de género, derechos humanos, derechos de los pueblos indígenas, equidad intergeneracional, resiliencia e integridad de los ecosistemas. Apuntan que la seguridad alimentaria (tener acceso continuo y fiable a suficiente comida de calidad) debe estar contemplada en el Acuerdo, pues es clave para asegurar los derechos humanos. Una representante indígena del Pacífico pide también que la parte operativa del Acuerdo de París tenga en cuenta el mecanismo de pérdidas y daños y fije el aumento máximo de temperatura en 1.5 grados.

Valoraciones

El discurso de las mujeres describe el cambio climático como un asunto no sólo medioambiental, sino también de derechos humanos, de justicia, de desigualdades económicas, de género y del sistema global. El cambio climático es síntoma de un mundo desigual e injusto, y una oportunidad para que las mujeres desafíen las desigualdades estructurales entre hombre y mujer en las que se basa el sistema económico y político vigente. Por ejemplo, las mujeres sólo poseen 2% de la tierra y sólo representan 15% de los líderes globales.

Los pueblos indígenas están muy presentes en el discurso de las mujeres. En dos ocasiones se afirma que el cambio climático constituye un genocidio medioambiental contra los pueblos indígenas y africanos. Se recuerda que 80% de la biodiversidad está en manos indígenas y se destaca la importancia de tener una conexión espiritual con la Madre Tierra, como lo hacen los pueblos indígenas.

Al igual que en el caso de los pueblos indígenas, el discurso de las mujeres critica y agradece la actitud de algunos países en la COP. Considera sorprendente que estados que en el pasado apoyaron los derechos de los pueblos indígenas (en referencia a Noruega) quieran retractarse y ponerlos en el preámbulo. Y reconocen el apoyo a los derechos humanos por parte de algunos Chile, Costa Rica, Islas del Pacífico y México.

El discurso de los jóvenes

Los representantes jóvenes ofrecen un total de seis ruedas de prensa, de las cuales tres están organizadas por Youngo (el grupo joven oficial de la Convención Marco de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático, compuesto por organizaciones de jóvenes para el clima). En dos ocasiones Youngo ofrece la rueda de prensa en colaboración con SustainUs (organización estadounidense para el desarrollo sostenible y contra el cambio climático) y en una en colaboración con United Kingdom Youth Climate Coalition Limited. Dos ruedas de prensa son realizadas por Sierra Club (organización ambiental estadounidense), en colaboración con Sierra Student Coalition y China Youth Climate Action Network, con la participación de miembros de SustainUs. Por último, la Association Actions Vitales pour le Développement Durable (asociación camerunesa) y la Commonwealth Youth Climate Network (red de jóvenes de la Commonwealth) ofrecen una rueda de prensa conjunta. Se puede concluir que predomina la presencia joven estadounidense.

Problemas y causas

El discurso de los jóvenes identifica una serie de problemas y soluciones relacionados con el cambio climático. Sobre el Acuerdo de París, denuncian que el borrador tiene términos muy vagos y que no es lo bastante ambicioso. También mencionan que las partes no se ponen de acuerdo sobre si el límite de temperatura será de 1.5 o 2 grados, aunque tal como está el borrador se llegaría a 4 grados.

Los jóvenes se quejan de haber sido dejados fuera del proceso de negociaciones sobre el cambio climático (al igual que el resto de la sociedad). Los negociadores no se dan cuenta de lo que reclama y hace la sociedad civil. Si los jóvenes no participan, se sienten desconectados y sin sentido de propiedad sobre el tema. Querrían hacer llegar sus puntos de presión, pero no es posible si no pueden entrar en las salas de negociación. Critican que constantemente se les diga que no están debidamente preparados por no tener suficiente experiencia.

En el caso de Youngo, los jóvenes se organizan por grupos de trabajo en nueve áreas: adaptación; equidad intergeneracional; mujeres y género; salud; derechos humanos; educación; pérdidas y daños; meta a largo plazo; cero desperdicio. En el ámbito de denuncia (problemas) destacan sobre todo los grupos de mujeres; salud; derechos humanos; educación; pérdidas y daños; y cero desperdicio. Se denuncia que las mujeres son más vulnerables a los desastres de cambio climático, por la violencia que se produce durante y tras los mismos (dadas las circunstancias de caos y desplazamiento forzoso). En lo referente a la salud, el cambio climático impacta de distintas maneras, por efecto de olas de calor, escasez de agua limpia, migraciones humanas masivas que transmiten enfermedades, problemas respiratorios. Como resultado del cambio climático, se están viendo afectados derechos básicos de alimentación, salud y alojamiento. Y las medidas de mitigación, como el Mecanismo de Desarrollo Limpio, dan lugar en ocasiones a que se violen los derechos humanos, algunos de los cuales -equidad intergeneracional, igualdad de género, derechos de las mujeres y derechos indígenas- protegen a los grupos más vulnerables. Sin embargo, en el borrador del Acuerdo de París los derechos humanos se han quitado de la parte operativa del texto y se han movido al preámbulo. Los jóvenes también advierten del riesgo de que la educación pueda ser eliminada del texto. Respecto del mecanismo de pérdidas y daños, se afirma que es necesario para abordar asuntos como el desplazamiento climático, que está ocurriendo tanto en países en desarrollo como desarrollados. El problema es que algunas naciones, como Estados Unidos, están usando un lenguaje exclusionista y débil para “mantener secuestrado” el mecanismo de pérdidas y daños en el Acuerdo de París; si esto persiste se cometería una gran injusticia contra las comunidades vulnerables del mundo y las futuras generaciones, que van a heredar un mundo lleno de pérdidas y daños por el cambio climático. Por último, el discurso de los jóvenes afirma que hay una interrelación fundamental entre la crisis de desperdicios y la crisis climática. El hábito de extracción, consumo excesivo y descarte que empezó en el Norte Global ha agotado los recursos de la Tierra, impactado a comunidades vulnerables y alterado la atmósfera. El sector del desperdicio no ha sido incluido en los inventarios de gases de efecto invernadero debido al limitado sistema de contabilidad que no tiene en cuenta los sistemas de producción y procesamiento que crean emisiones en otros países.

Soluciones

Para el Acuerdo de París los representantes jóvenes piden que sea más ambicioso: mantenga el objetivo de 1.5 grados, un artículo 2 fuerte y acciones colectivas en mitigación y adaptación. Piden también que se mida de manera eficaz la información y verificación de la financiación pública y de la implementación de las INDC, y que la toma de decisiones se base en la ciencia, no puramente en la política.

Respecto de su situación en las negociaciones, los jóvenes solicitan tener más participación en las negociaciones y no ser meros observadores; que los países creen programas oficiales de representación de los jóvenes. También quieren que se les conceda un espacio para actuar en las COP, a saber, una sala de encuentros para reunirse y trabajar. A fin de tener mayor influencia en las COP también son importantes el acceso a los medios de comunicación y los movimientos locales. Más allá de las negociaciones climáticas, afirman que pueden empoderarse creando soluciones locales para problemas globales. Consideran que con mayor y mejor participación de los jóvenes dentro y fuera de la COP habrá más ideas creativas e innovadoras, porque eso es lo que los caracteriza.

En relación con lo anterior, el discurso de los jóvenes insiste en la importancia de las soluciones locales y la sociedad civil: hablan de las iniciativas bottom-up, de ser proactivos cada día a nivel individual y en las comunidades. Los jóvenes de la Commonwealth subrayan la idea de una asociación global en cambio climático, en la que se fortalezca la participación de la sociedad civil para implementar estrategias y planes fuertes a nivel nacional.

Las soluciones destacadas por los distintos grupos de trabajo hacen referencia a la equidad intergeneracional, mujeres y género, salud, derechos humanos, educación, pérdidas y daños, meta a largo plazo y cero desperdicio. Los jóvenes buscan que el Acuerdo de París represente la primera vez en que el principio de equidad intergeneracional se reconoce explícitamente bajo la ley internacional, de manera que se asegure un futuro seguro y justo para los jóvenes y las futuras generaciones. Las mujeres deben ser empoderadas y educadas para participar plenamente en la toma de decisiones. Se exige que las estrategias y planes de acción incluyan la participación femenina y sean responsables en cuanto a género. El Acuerdo de París representará también uno de los convenios sobre salud pública más importantes del siglo XXI. Las políticas de mitigación que reducen las emisiones de carbono y un correcto manejo del mecanismo de pérdidas y daños pueden contribuir a proteger la salud humana. Además, la salud debería ser una parte importante de los INDC y ser reconocida en todas las políticas de mitigación y adaptación.

En lo referente a los derechos humanos, los jóvenes, al igual que los otros grupos, defienden que estén en la parte operativa del Acuerdo, en el artículo 2. Proponen un artículo 2 fuerte, que incluya derechos humanos, derechos de los pueblos indígenas, equidad de género, equidad intergeneracional, una transición justa para la fuerza laboral, resiliencia de los ecosistemas y seguridad alimentaria. Se advierte que no incluir dicho artículo incrementaría el riesgo de que se violen esos derechos, añadiendo a la crisis climática una crisis social.

La educación formal e informal se enfatiza como importante para entender y responder al cambio climático con soluciones innovadoras. Es necesario invertir más en educación para el cambio climático y para el desarrollo sostenible. La referencia a la educación debería incluirse en el artículo 8 del Acuerdo de París, para abrir nuevas oportunidades que permitan a las partes y sociedades civiles colaborar en iniciativas educativas.

En lo referente al mecanismo internacional de Varsovia de pérdidas y daños, se propone que continúe más allá de 2016 y que esté presente de manera autónoma en el Acuerdo de París, independientemente del artículo de adaptación. De esta manera, se crearía una herramienta sólida para empezar a abordar asuntos como el desplazamiento climático. También se pide apoyar a regiones vulnerables y generaciones futuras: se apuesta por que el tema de pérdidas y daños se aborde desde una perspectiva de seguridad humana, equidad internacional y derechos humanos. Los jóvenes recuerdan que en 2014 la iniciativa Nansen fue respaldada por 110 estados, por lo que ya se han comprometido a abordar el problema del desplazamiento por desastres.

Para el largo plazo los jóvenes piden que las naciones desarrolladas reduzcan las emisiones primero y en forma acelerada. Se debe lograr la completa descarbonización y el uso de 100% de energías renovables para 2050, llegando al pico máximo de emisiones en 2020, para así asegurar que el aumento de la temperatura se mantenga por debajo de 1.5 grados. Para ello es necesario desinvertir en la industria de combustibles fósiles (como ya han hecho universidades, iglesias, ciudades, etc.), detener los subsidios a los combustibles fósiles y su infraestructura.

En cuanto a los desperdicios, piden que el mundo desarrollado lidere un rediseño del sistema de gestión de residuos y los sistemas de energía, limitando también el consumo.

El discurso de los jóvenes hace mención especial al papel que Estados Unidos y China deben jugar en la lucha contra el cambio climático. Respecto al primero, se recuerda el factor de la responsabilidad histórica, que implica que debe liderar, aumentar la financiación y cumplir compromisos. En cuanto a China, se alude más a medidas domésticas, como alcanzar el pico de emisiones lo más pronto posible, facilitar la transición de la infraestructura energética a una energía limpia, aumentar la capacidad de adaptación en áreas agrícolas o facilitar fondos para la cooperación Sur-Sur en cambio climático. En su declaración conjunta, los jóvenes de Estados Unidos y China abogan por que sus países implementen políticas climáticas ambiciosas, basadas en la ciencia y guiadas por principios de equidad y justicia; y por que refuercen la coordinación bilateral y la cooperación para una transición justa a una economía verde, baja en carbón y resiliente al clima.

Conclusiones

Las preguntas de investigación de este artículo planteaban con respecto a los grupos analizados: ¿cuáles son los principales problemas que se deben abordar en la lucha contra el cambio climático? ¿Qué propuestas de solución ofrecen? ¿Cómo evalúan la situación? ¿Muestran los distintos actores sociales puntos de acuerdo dentro de cada grupo y entre sí?

Para facilitar la visualización gráfica de las respuestas a estas preguntas se han elaborado cuatro mapas conceptuales que muestran los diversos conceptos asociados a las funciones de frame identificadas en esta investigación: problemas y causas (mapa conceptual 1), soluciones-Acuerdo de París (mapa conceptual 2), soluciones (mapa conceptual 3) y valoraciones (mapa conceptual 4).

Fuente: elaboración propia con software Atlas.ti.

Mapa 1. Problemas y causas 

Fuente: elaboración propia con software Atlas.ti.

Mapa 2. Acuerdo de París 

Fuente: elaboración propia con software Atlas.ti.

Mapa 3. Soluciones 

Fuente: elaboración propia con software Atlas.ti.

Mapa 4. Valoraciones 

En primer lugar, cada uno de los cuatro grupos de actores sociales analizados señala como problemas asuntos relacionados con sus propias reivindicaciones: los indígenas destacan la falta de reconocimiento oficial de sus territorios; los grupos religiosos aluden al componente ético y moral que subyace al problema del cambio climático; las mujeres subrayan la conexión entre éste y la problemática de género; y los jóvenes reclaman una mayor participación en el proceso de negociaciones, pese a su supuesta falta de experiencia (mapa 1).

Los grupos indígenas y las mujeres coinciden en denunciar las “falsas soluciones” basadas en el mercado de carbono, pues son soluciones que forman parte el sistema capitalista. Señalan varios problemas concretos que causan esas falsas soluciones, como las plantaciones de palma aceitera o los proyectos REDD. Estos dos grupos también coinciden en denunciar las acciones perjudiciales y abusos de las empresas extractivas. Los cuatro grupos coinciden en señalar las deficiencias en el borrador del Acuerdo de París y el peligro de que los derechos humanos (incluyendo los derechos indígenas) se dejen fuera de la parte operativa del texto, en el artículo 2.

En cuanto a las múltiples propuestas de solución y ejemplos concretos que se ofrecen en las ruedas de prensa, el principal punto en común entre los cuatro grupos es la demanda de un Acuerdo de París fuerte y ambicioso, que ponga el tope al aumento de la temperatura en 1.5 grados y con un artículo 2 que incluya la referencia a los derechos humanos (mapa 2).

Los cuatro grupos también tienen en común destacar la importancia de las soluciones locales, de la sociedad civil y de la iniciativa individual. En el caso de los grupos indígenas, se propone un Red Indígena Amazónico (RIA) como alternativa a los proyectos REDD. En las ruedas de prensa de los grupos religiosos se abordan diversas propuestas para resolver el problema de los combustibles fósiles (desinversión, fin de subsidios, tarifa común al carbono) y se ofrecen ejemplos concretos del uso de energías renovables. Además, se apuesta por incluir la ética y los valores tanto en las negociaciones como en la vida individual de cada uno, cambiando el estilo de vida actual. El discurso de las mujeres alude a la necesidad de soluciones estructurales que modifiquen el sistema político, económico y militar, así como a cambios en el estilo de vida. También destaca la importancia de que la igualdad de género esté presente en todos los programas, políticas y acciones climáticas. Y de las “soluciones reales” implementadas a nivel local, mediante tecnologías seguras y sostenibles. Por último, los jóvenes piden un mayor acceso a las negociaciones y subrayan también la importancia de las soluciones locales y de la sociedad civil, de ser proactivos a nivel individual y en las comunidades (mapa 3).

Las valoraciones están a menudo implícitas en la consideración de los diversos problemas y soluciones al cambio climático. No obstante, cabe destacar las alusiones de los grupos indígenas a la importancia de su espiritualidad, cosmovisión, relación sagrada con la Madre Tierra y conocimiento tradicional ancestral. Se describen a sí mismos como “guardianes del bosque” y de la biodiversidad, que se encuentra 80% en sus manos. También destaca la alusión de los grupos religiosos al consenso existente entre los diferentes credos y con la ciencia respecto del cambio climático, así como el modo en que el discurso de las mujeres percibe el cambio climático como síntoma de un mundo de desigualdades estructurales y como “genocidio medioambiental” contra pueblos indígenas y africanos (mapa 4).

Se puede concluir que los distintos grupos de actores sociales muestran varios puntos de acuerdo tanto en su consideración de los problemas como de las soluciones al cambio climático. No se hallan puntos de desacuerdo dentro de cada grupo ni entre ellos, sino diferencias en las cuestiones enfatizadas, que tienen que ver con sus propios intereses, demandas y consideraciones como actores sociales. Las críticas, análisis y propuestas del discurso de estos grupos coinciden con las ya previamente mencionadas en la literatura consultada al respecto, lo que revela la existencia de un discurso característico y sostenido en el tiempo. Por último, cabe señalar que la mayor parte de las demandas de estos grupos quedaron finalmente reflejadas en el preámbulo del Acuerdo de París, pero no en el artículo 2, como ellos pedían.

Futuros proyectos en esta línea de investigación podrían monitorear la evolución de la presencia y discurso de estos grupos en las cumbres del clima, así como profundizar en el análisis de las cuestiones específicamente enfatizadas por cada uno.

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Recibido: 11 de Mayo de 2017; Aprobado: 25 de Enero de 2018

Sobre la autora

María Luisa Azpíroz Manero es doctora en Comunicación por la Universidad de Navarra. Investigadora posdoctoral en Relaciones Internacionales en la Université de Liége. Actualmente profesora-investigadora en la Escuela de Comunicación de la Universidad Panamericana (campus México), donde imparte la materia de Geopolítica e Información Internacional. Sus líneas de investigación son: diplomacia pública, análisis del discurso y cambio climático. Sus últimas publicaciones incluyen: The eu-Brazil Strategic Partnership and the United Nations Climate Change Conferences: Media Diplomacy from Durban to Lima (2017); Unión Europea y diplomacia pública post-Lisboa: los casos de Argentina, Brasil y México (2016) y Public Diplomacy: European and Latin American Perspectives (2015).

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