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Revista mexicana de ciencias políticas y sociales

Print version ISSN 0185-1918

Rev. mex. cienc. polít. soc vol.56 n.212 Ciudad de México May./Aug. 2011

 

Reseñas

 

"Una nueva mirada a los clásicos"

 

Reseña del libro de Gina Zabludovsky Kuper, Modernidad y globalización, México, Universidad Nacional Autónoma de México, Facultad de Ciencias Políticas y Sociales/Siglo Veintiuno Editores, 2010, 232 pp. (Colección: Sociología y Política)

 

Cristina Puga Espinosa*

 

* Universidad Nacional Autónoma de México, Instituto de Investigaciones Sociales, Circuito Mario de la Cueva s/n Ciudad de la Investigación en Humanidades, Ciudad Universitaria, Coyoacán, México, D. F, 04510. cpugae@gmail.com, crispunam@yahoo.com.mx

 

En un conocido texto, Jeffrey Alexander recupera la importancia de algunos autores clásicos de la sociología que no solamente fueron precursores de las ciencias sociales contemporáneas sino que constituyen sus más sólidos cimientos. Son autores que, según el sociólogo estadunidense, establecen una línea de continuidad a través de sucesivas reinterpretaciones y desarrollos teóricos en permanente diálogo con ellos.1 Si bien Gina Zabludovsky no hace referencia a Alexander sino hasta la última página de su libro Modernidad y Globalización, no hay duda que esa idea brinda una directriz a este nuevo producto de su larga trayectoria de investigadora.

Ciertamente no es fácil estar en absoluto acuerdo sobre quiénes son los "clásicos" de la sociología, pero una manera de reconocer su existencia es la necesidad de acudir a ciertos autores cuando nos enfrentamos a una cierta preocupación relacionada con la vida social y regresamos a aquellas propuestas originales y comprehensivas que han surgido a lo largo de los últimos cien o ciento cincuenta años. De hecho, quienes nos dedicamos a la docencia o a la investigación en nuestras disciplinas lo hacemos con frecuencia. "Veamos que dice Durkheim sobre este asunto", "debe haber algo de Weber sobre esto otro"... decimos mientras regresamos a los manoseados libros y descubrimos algo novedoso en cada nueva lectura.

Lo que no hacemos todos es lo que logra Zabludovski: identificar un nuevo hilo conductor y, a través de una lectura inteligente y exhaustiva, trazar su derrotero a lo largo de una serie de autores y obras. Gina realiza este diálogo teórico, muy poco frecuente en las ciencias sociales mexicanas, a lo largo de un texto perfectamente estructurado, cuya claridad expositiva lo constituye en una guía de lectura para los estudiantes de la teoría sociológica y en un libro de referencia para quienes la investigamos y la enseñamos.

La autora encuentra el sugerente tema de la modernidad para guiarla en este recorrido de más de dos siglos que empieza con el Espíritu de las leyes y las Cartas Persas de Montesquieu. La modernidad –el sentido de la época que se vive como un momento diferente en la historia de las sociedades al igual que del f uturo próximo como horizonte deseado de transformación de la sociedad–, orienta ciertamente una parte importante, sino es que el sentido mismo de la obra, de todos los autores tratados por la investigadora de la Facultad de Ciencias Políticas y Sociales de la UNAM: el barón de Montesquieu, el conde de Saint Simon, Auguste Comte y el vizconde de Tocqueville en esa primera mitad del siglo XIX–marcada por la Revolución industrial, la independencia de Estados Unidos y la Revolución francesa– para llegar en su segunda mitad a los tres que Anthony Giddens señalara como los clásicos indiscutibles: Karl Marx, Émile Durkheim y Max Weber. A partir de ellos, Gina avanza hacia la centuria siguiente con los que, sin duda, son sus autores favoritos (pues les dedica una lectura más pausada y atenta): los de la Escuela de Frankfurt, en particular, Max Horkheimer y Herbert Marcuse y, de ellos, el parcialmente desconocido Norbert Elias y el controvertido Anthony (Lord) Giddens, autor contemporáneo y actualmente académico destacado en el Kings College de Cambridge.

Ellos son los clásicos de Gina sobre los cuales ha trabajado y producido otros textos; su seguimiento le ha permitido trazar un panorama de la sociología en donde estos autores se hermanan (a veces sin saberlo, en ocasiones porque mantienen un diálogo con sus antecesores, otras tantas porque recuperan las ideas de sus maestros) en la búsqueda de respuestas a problemas semejantes. Es preciso señalar la ausencia de Talcott Parsons, autor que Alexander hubiera sin duda incluido y que tal vez hubiera obligado a una desviación en la clara línea trazada por este libro. Hay que señalar, igualmente, que el último capítulo del texto, sobre legitimidad y dominación, resulta un poco separado del resto y –al ser de corte más político y orientado más al ejercicio del poder que a la reflexión sobre la sociedad misma–, puede ser más bien considerado como el germen del siguiente trabajo al que la autora encamine sus esfuerzos.

Modernidad y globalización constituye antes que nada una lectura fresca de viejos y nuevos clásicos y, por lo mismo, una atinada introducción al pensamiento sociológico de enorme utilidad para quienes buscan una guía comprensible para su propia lectura de los autores mencionados. Personalmente, su lectura me suscita tres líneas de reflexión: el estado de ánimo de la sociología, la diversidad social y la penetración del lenguaje sociológico.

La primera de ellas tiene que ver con esa dramática transición del optimismo del siglo XIX hacia el pesimismo del XX. La Premio Nacional María Lavalle Urbina en Investigación y Docencia en Ciencia Política (2005) señala a Saint Simon y a Comte quienes creyeron en el progreso como transformación de la humanidad en dirección a la razón y a la explicación científica; asimismo, destaca a Tocqueville quien esperaba el advenimiento de una sociedad más igualitaria y el desmoronamiento de las aristocracias. A ellos se podría añadir la obra de los utopistas, desafortunadamente no tratados en este libro, que visualizaron un futuro más amable para la humanidad e imaginaron soluciones precisas a problemas cotidianos que, aún hoy, sirven a programas de reforma social en el mundo. Baste señalar las colonias obreras, vecindades, multifamiliares y guarderías que se han inspirado en los proyectos de Robert Owen y Charles Fourier, o el feminismo defendido por Mary Wollstonecraft y su más famosa hija Mary Shelley. Heredera de esa tradición, la propuesta de Marx, como lo señala Zabludovsky, cree en la inevitabilidad del cambio revolucionario y en el advenimiento de la sociedad socialista. Hay en el de Tréveris y sus predecesores una fe optimista en el futuro.

El pensamiento social del siglo xxtranscurre bajo la experiencia de dos guerras mundiales, el ascenso del nazismo y el fortalecimiento de la sociedad de consumo. Ante ello, hay un cambio de estado de ánimo de la sociología: Zabludovsky destaca acertadamente la crítica no desprovista de amargura que Horkheimer hace de una sociedad que se resiste a encaminarse hacia un orden social en donde no existan la explotación y la opresión y que utiliza la racionalidad para justificar la desigualdad prevaleciente, crítica que Marcuse profundizara al ver al propio progreso como sistema de dominación y a la prosperidad social como un entorno que genera la parálisis de la imaginación y el embotamiento de la capacidad transformadora de los individuos. La propuesta más compleja de Elias, apunta hacia la creciente individualización que es parte del proceso civilizatorio, no solamente como reconocimiento de la diversidad, sino también como generadora de separación entre los individuos y, por lo mismo de soledad, en particular hacia el final de la vida. La sociedad identificada por la constante percepción del riesgo, que a su vez señalan Giddens y Ulrich Beck, da cuenta de ese contradictorio transcurso de aquella centuria que no respondió a las expectativas optimistas del anterior y que nos deja hoy frente a un siglo XXI repleto de interrogantes no resueltas sobre la transformación de las sociedades.

En cuanto a la segunda línea de reflexión, llama la atención un aspecto que Zabludovsky destaca de una manera muy puntual: el de la conciencia de los sociólogos respecto a la diversidad social en términos de análisis comparativo de las diferentes soluciones y formas organizativas que las sociedades se han dado. Frente a la idea del camino único (aunque bien diferente) señalado por Comte o por Marx, sus sucesores inmediatos, Durkheim y Weber, recurren a la comparación de sociedades en el mundo y en la historia para elaborar sus análisis, recurso que rebasa lo puramente metodológico para convertirse en el principio de la explicación social en los siguientes autores estudiados. El reconocimiento de las diferentes "civilizaciones", el resurgimiento de los nacionalismos y la diversidad identitaria son tomadas hoy en cuenta para desentrañar el conflicto con un proceso globalizador que según Giddens, obliga a una reconstrucción de las prácticas locales y tradicionales dentro de un contexto más múltiple y permisivo.

A través de la lectura que hace de los autores mencionados, Zabludovsky Kuper destaca, finalmente, la enorme influencia que la sociología ha tenido sobre nuestros temas de reflexión y nuestro lenguaje explicativo del proceso social. Términos como anomia, patrimonialismo, lucha de clases, personalidad autoritaria, unidimensionalidad o globalización forman parte de un léxico ampliamente utilizado por analistas y público en general para referirse a nuestras sociedades y a sus problemas. La teoría sociológica constituye así un acervo permanentemente renovado de conceptos y perspectivas de análisis útiles no solamente para los especialistas, sino para una sociedad que los vuelve suyos y los resignifica a través de su utilización cotidiana.

La también Premio Universidad Nacional en Investigación en Ciencia Sociales (2009) reconstruye un camino posible de acercamiento a la teoría: otros especialistas podrán tal vez encontrar caminos alternativos posibles a través de los mismos autores. La teoría social, a diferencia de las ciencias físicas, no supera y rebasa las propuestas anteriores con nuevos descubrimientos: las integra en nuevas explicaciones que sirvan para dar cuenta del cambio en la propia sociedad. Este pequeño volumen constituye una amable y erudita introducción a ese inagotable pensamiento social a través de la idea fecunda de la modernidad. Por ello merece nuestra lectura.

 

Notas

1 "La centralidad de los clásicos" en Anthony Giddens y Jonathan Turner, La teoría social hoy, México, Consejo Nacional para la Cultura y las Artes (Conaculta)/Alianza Editorial, 1987, pp. 22–82.         [ Links ]

 

Cristina Puga Espinosa

Politóloga. Doctora en Ciencia Política por la FCPyS–UNAM de donde es profesora de tiempo completo y otrora directora (1996–2000). Sus principales líneas de investigación son: asociaciones empresariales y desempeño asociativo, sistema político mexicano, cambio democrático y Ciencias Sociales en México. Es miembro del Sistema Nacional de Investigadores, nivel 2, de la Academia Mexicana de Ciencias y del Consejo Mexicano de Ciencias Sociales (COMECSO), del que es actualmente secretaria ejecutiva. Entre sus diversas publicaciones, destaca la coordinación de los libros colectivos: Nuevas perspectivas para el desarrollo de las asociaciones (2010); Formación en Ciencias Sociales en México. Una mirada desde las universidades del país, (2008) y Acción colectiva y organización: estudios sobre desempeño asociativo, (2008).

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