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Revista mexicana de ciencias políticas y sociales

versão impressa ISSN 0185-1918

Rev. mex. cienc. polít. soc vol.52 no.210 Ciudad de México Set./Dez. 2010

 

Presentación

 

La intolerancia que destruye a la tolerancia legítima
no puede ser tolerada

Herbert Marcusse

 

No hay duda que llegamos a un exhausto fin de década. Se inicia, ésta, con el 11–S (lo que se ha traducido en dos guerras –de la Afganistán talibán al Iraq de Hussein– y en el enfrentamiento con el nuevo agente del mal en turno: el terrorismo internacional); continúa con diversos desastres naturales (de los tsunamis asiáticos al calentamiento global; de los huracanes a los terremotos caribeños); pasa por el deceso del más carismático Papa de los últimos tiempos (antecedido y continuado por escándalos de índole sexual que han hecho de la Iglesia, otrora impermeable, blanco de críticas a su poder, investidura e influencia no vistos desde Lutero); alcanza la elección del primer presidente afroamericano en la historia de EEUU (y la 'pesadilla' de su despertar); prosigue con desastrosas crisis económicas (no sentidas desde el Crack del 29); avizora el recrudecimiento del narcotráfico (que ha sentado sus reales en varios países latinoamericanos, entre ellos, el nuestro); atestigua la continuación de viejos conflictos geopolíticos (de Medio Oriente a Chechenia; de Somalia a Sri Lanka) y epiloga con un sentimiento de incertidumbre oteando en lontananza.

En un marco tan variopinto, resalta uno de los aspectos de la globalización que más cambios ha tenido, en especial, en el concierto de las naciones: la geopolítica. Ella, como la economía y la política, ha contribuido a modificar algunas de las reglas del juego impuestas por las coyunturas inesperadas de este novel siglo XXI. Su impacto se nota en la configuración de nuevos (des) equilibrios de poder que han hecho de ésta, una década carente de serenidad y pletórica de sorpresas en más de un sentido. Por ello, en este último número del año, publicamos algunos materiales que tienen que ver, unos más directamente que otros, con la confluencia entre geografía, política y economía, trío más que indispensable si se aspira a comprender la intrincada madeja de nuestra contemporaneidad.

En este marco, abre este número, en la sección Perspectivas Teóricas, el trabajo de Luis Dallanegra: "Teoría y metodología de la geopolítica. Hacia una geopolítica de la "construcción de poder". En él, el autor advierte sobre el escaso impacto que la región latinoamericana tiene en las grandes decisiones geopolíticas, a cargo de las potencias. Amén de revisar el porqué de tal atraso, se da a la tarea de proponer un modelo de análisis que impulse a que Estados periféricos, como los de nuestras naciones, sean partícipes más activos del sistema de relaciones de una manera que no implique ni la confrontación con ellos (como ha sucedido) ni tampoco su sumisión (como sigue sucediendo). Una de sus conclusiones mueve a reflexión: América Latina no es un actor político en el mundo, es más un objeto en los intereses y aspiraciones de otros Estados o actores trasnacionales que sujeto activo de su propio destino; por ello debe construir un poder subrepticio capaz de transformarla en un actor confiable dentro del sistema mundial y con impacto en las decisiones de la comunidad internacional. Hasta ahora ha sido incapaz de ello... ¿seguirá así a futuro, o...?

*

La geopolítica actual, amén de vérselas con añejos problemas (desde los nacionalismos hasta los equilibrios de poder regionales; o de la competencia económica a la injerencia política entre los Estados), enfrenta también dos adversarios relativamente nuevos, no por su súbita aparición en el escenario mundial, sino por su sorprendente y acelerada conversión en actores sociales de importancia capital: el narcotráfico y el terrorismo. Ambos, han devenido de problemas regionales a dolores de cabeza internacionales. Aunque con propósitos distintos (económico, el primero; político, el segundo), sus métodos los equiparan: la violencia como discurso, método, arma y objetivo. En países como Colombia se habla inclusive de "narco–terrorismo", pues al tiempo que sus integrantes continúan el pingüe negocio, han anhelado también ascender a puestos de dirigencia nacional. Aunque en México el narcotráfico ha permeado profundamente no pocas venas del aparato estatal, su objetivo primario continúa siendo más la ganancia y menos el empoderamiento. Como quiera que sea, el problema, en éstos y otros países, es mayúsculo, como lo es también la discusión acerca de la legitimidad, eficacia y operatividad de los métodos (militares–policíacos) por los gobiernos utilizados para combatir este implacable mercado.

El terrorismo, a su vez, no ha cesado de intervenir en gobiernos, sociedades y pueblos a través del aniquilamiento del que 'no es como nosotros'. El terrorismo es la otredad criminal por excelencia. Del ERI irlandés al FIS argelino; del Baader–Meinhoff alemán al Rengo Segikum (Ejército Rojo) japonés; de un Sendero Luminoso peruano a las italianas Brigadas Rojas; de las FARC colombianas a las organizaciones palestinas Hamas, Jihad, Fatah y Tanzim; del Hizballah iranio–libanés al terrorismo global de Al Qaeda. Si bien las causas pueden ser legítimas, los medios utilizados, no. Ganar la libertad, la independencia, el derecho a existir o la soberanía nacional a través de la negación de la libertad, la independencia, el derecho a existir y la soberanía nacional de los demás es un contrasentido que ha resultado ser, no pocas veces, homicida. El 11 de septiembre puso al terrorismo y al terrorista de nuevo 'de moda' en el vocabulario político de la aldea global. No es para menos. El derrumbe de las torres y sus secuelas cuestionó entonces como ahora la habilidad de la política como ámbito de encuentros y negociaciones por excelencia. A diferencia de los movimientos terroristas de antaño que utilizaban el terror para ganar espacios en sus reivindicaciones nacionalistas, el terrorismo que clausuró el siglo XX e inauguró el XXI (con el ataque a la AMIA seguido años después por el 11–S) tiene, paralelamente a los viejos reclamos nacionalistas disfrazados de máscaras de legitimidad y justicia, nuevas caretas, algunas de ellas nihilistas y apocalípticas, donde no se espera reivindicar nada, que lo sacrifica todo, que se mata matando. Es distinto y, a la vez, igual; es nuevo y viejo; es antimoderno por ideología pero moderno en sus técnicas. Ora agazapado, ora espectacular, siempre peligroso, patológicamente inhabilitado para el diálogo e implacablemente reacio a entender más realidad que la suya.

La importancia de estos escenarios en la esfera global, es tomada en cuenta en la sección Cuestiones Contemporáneas a través de un par de colaboraciones: Geopolítica del narcotráfico. México y Colombia: la equivocación en el empleo de las fuerzas militares, de José Luis Cadena y, de Evelyn Norma Castro, Después del 11–S, Al–Qaeda vista por el análisis del discurso. En la primera de ellas, se encienden las luces de alarma al advertir que el uso exclusivo de la fuerza militar para combatir el flagelo del narco es, además desgastante, inoperante y, a la postre, futil y erróneo. Ya no basta, comenta el autor, una ofensiva política acompañada de una buena campaña de publicidad. Hoy lo que se impone es una política equilibrada contra las drogas teniendo en cuenta, además de los asuntos policiales, temas de salud pública, aspectos sociales y controles al comercio de los precursores químicos y, sobre todo, la antítesis entre política y ética, tan en desuso en nuestros países, en los que el poder se obtiene por encima de los intereses generales. Sin una estrategia más holística, el consumo, la comercialización, la disputa por territorios y la encarnizada lucha que alrededor de las drogas se suscita, continuarán hasta haber sentado sus reales, y entonces...

El segundo de los artículos analiza más de cerca el tipo de discurso que organizaciones fundamentalistas como la de Osama bin Laden utiliza para justificar sus actos, por un lado, y hacer prosélitos, por el otro. En el artículo, la autora examina el comunicado emitido por Al Qaeda tras los atentados contra las Torres Gemelas y el Pentágono, el 7 de octubre de 2001, a la luz de un análisis semántico–pragmático. Sus resultados evidencian, por un lado, que la religión no es el eje argumentativo sustancial, sino la problemática política del Medio Oriente así como sus implicaciones en la relación Occidente–mundo islámico de vieja data; por el otro, reflejan que el discurso fundamentalista es un gran clamor contra la política exterior occidental y los gobiernos autoritarios de políticos y clérigos musulmanes que han fracasado en dar respuesta efectiva a los problemas, de toda índole, que agobian a las sociedades musulmanas. Cuando el discurso y el recurso de la política fallan, pueden surgir el recurso y el discurso de la anti–política dando lugar a los juegos de suma cero, y eso a nadie conviene.

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Paralelas a la geopolítica, los mercados financieros transnacionales son también pieza clave en el tablero del ajedrez mundial, sobre todo en un mundo que parece haberse quedado con el capitalism way of life como premisa del orden internacional. Se esté de acuerdo o no con ello, la realidad de la globalización económica es hecho, no ideología. En este contexto, la tercera de nuestras secciones, Sociedad y Política, abre con la colaboración de Alejandra Salas: Organizaciones nacionales e internacionales que rigen el mercado financiero mexicano (1990–2005). En su aportación, la autora examina las reformas más importantes que ha experimentado la red de políticas en el sector financiero mexicano de 1990 a 2005, periodo en el que, por un lado, se introdujeron reordenamientos institucionales y organizacionales de gran monta para adaptar el sistema financiero del país a las exigencias de los organismos financieros internacionales y, por el otro, se culminó con la aprobación de la Nueva Ley del Mercado de Valores. A pesar de estos cambios, comenta la investigadora, y de que los derechos de propiedad en México, en general, se han definido y redefinido en el contexto de luchas y negociaciones nacionales y sociales, hoy los inversionistas internacionales ejercen mayor presión por medio de una compleja red de instituciones nacionales e internacionales y cuerpos regulatorios para redefinir los derechos de propiedad a nivel mundial, exacerbando las tensiones debido a la redistribución de derechos de propiedad y recursos económicos y financieros que tales reformas requieren. Al parecer, México está así entrampado: si no se moderniza, económicamente hablando, mal; si lo hace, cae presa de intereses que no siempre empatan con el nacional... ¿entonces?

Cuando el interés económico se enfrenta a la política pública, suelen surgir chispas del encontronazo. Ello es lo que demuestra Luis Daniel Vázquez en "La democracia deliberativa y la confrontación entre poderes fácticos en una decisión gubernamental: modificación al artículo 77 de la ley de propiedad intelectual". En su colaboración, demuestra hasta dónde suelen llegar empresas transnacionales con tal de controlar el mercado de su interés. En su colaboración, el autor indaga de los tejes y manejes que las industrias farmacéuticas transnacionales han echado mano para ganar mercados en México (en este sentido, es buen ejemplo de lo que el artículo antecedente ya nos advertía); asimismo, analiza cómo estos agentes hubieron de enfrentar el proceso de aprobación gubernamental del artículo 77 de la Ley de Propiedad Industrial, cuyo principal detractor era, justamente, la Canifarma (Cámara Nacional Farmacéutica de México) que, a través de sus afiliados transnacionales, lograría que la comisión dictaminadora cambiara el acuerdo que se había votado por unanimidad el mismo día que lo publicaba en la Gaceta Parlamentaria para su discusión en el pleno, luego de un mes de espera entre la votación y la publicación. Las chispas se diluyeron... ¿y el interés general?

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Esta edición cierra con las secciones Documentos y Reseñas. En la primera, hacemos público el reporte que hicieran Héctor Zamitz y Carlos Hernández, "Institucionalización, profesionalización y diálogo sobre la ciencia política mundial en Latinoamérica", donde describen los aspectos más relevantes de lo tratado en el XXI Congreso Mundial de Ciencia Política, celebrado en Santiago de Chile del 12 al 16 de julio de 2009, con el tema "Malestar global: dilemas de cambio" , al tiempo que analizan cómo encuentros como estos constituyen etapas asaz importantes en el proceso de institucionalización, especialización y profesionalización de la ciencia política en el ámbito mundial, disciplina que tendrá que orientarse hacia una evaluación general del funcionamiento de las instituciones políticas (en especial las de América Latina) en tiempos donde los desafíos institucionales a la democracia no son pocos y los retos a su capacidad de acción son demasiados. De allí que, concluyen los redactores, la ciencia política aplicada deberá privilegiar la reflexión teórica, sustentada en la investigación empírica, para generar la producción de conocimientos confiables, evaluaciones críticas sobre el desempeño gubernamental y alternativas de desarrollo social y político. Ello exigirá ampliar y profundizar el diálogo y la colaboración entre la ciencia política y las otras ciencias sociales.

Uno de los rostros menos amables de la geopolítica mundial han sido las dictaduras. Si bien ya ausentes prácticamente de América Latina, no está de más recordar aquellos aciagos tiempos donde, impune, cobarde y cínica, dominaba oprimiendo e imperaba matando. La reseña de Gilda Waldman, "De niñas, montoneros y gorilas", sobre el libro de Laura Alcoba, La casa de los conejos, es un triste, aunque muy necesario, recordatorio de lo que no puede ni debe pasar de nuevo: la pesadilla que para Argentina representó la página más negra de su historia: el Proceso de Reorganización Nacional. Leer este texto es obligación si no se desea permitir ya más que el fino arte de la política devenga en gélida galería del horror, si se aspira a cristalizar el sueño del de Königsberg: "El derecho de los hombres debe mantenerse como algo sagrado, por más sacrificios que le cueste al poder dominante. En este punto no caben enmiendas, no es posible inventar un término medio entre derecho y beneficio[...] Toda la política debe inclinarse ante el derecho [...] [Sólo así se] puede concebir la esperanza de que, poco a poco, llegará el día en que brille con esplendor inalterable." (Sobre la paz perpetua (1795)).

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