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Cuicuilco

versión impresa ISSN 0185-1659

Cuicuilco vol.22 no.64 México sep./dic. 2015

 

Dossier: Infancia y crianza: perspectivas en antropología

 

Trabajo y ayuda mutua. Los niños y niñas de San Pedro Tlalcuapan

 

Martha Areli Ramírez Sánchez1

 

Universidad de Manchester.

 

Recepción: 29 de abril de 2014.
Aprobación: 10 de diciembre de 2014.

 

Resumen

En el campo de las ciencias sociales, el siglo XX se inauguró con el nacimiento de un subcampo de investigación del desarrollo humano. El tema central fue la infancia, Freud [1901], Durkheim [1911], Piaget [1923], entre otros, son reconocidos como sus fundadores. Los estudios pioneros de la época sentaron las bases para la creación de la imagen de infante dominante en el XX y XXI. La dependencia física, social, económica y emocional son las características cardinales de esta imagen icónica, las cuales situaron al menor en una posición de subordinación en el mundo adulto. En contraste, en este trabajo presentaré algunos datos cualitativos que documentan una forma particular de vivir la infancia en un pueblo nahua tlaxcalteca, México central, etapa que puede extenderse hasta que los niños o niñas contraen matrimonio, que es cuando se convierten en adultos, según la cual, con su cotidiana ayuda a la familia, son capaces de establecer relaciones de interdependencia con sus padres y la comunidad y crear un sistema de crianza singular basado en el intercambio de ayuda mutua. El tipo de niñez que expondré no sólo se contrapone a la imagen universalista antes referida, sino que además permitirá entender por qué en su contexto cultural esta infancia es el elemento que facilita la reproducción social de la familia campesina indígena. Los datos etnográficos aquí plasmados abren la puerta a reflexiones posteriores sobre género, diferencias más profundas sobre niños y niñas en una comunidad agrícola. Sin embargo, este tema no es la principal preocupación del presente documento, sirva, pues, como material etnográfico que genere dudas para trabajos posteriores.

Palabras clave: infancia, ayuda mutua, crianza y reproducción social.

 

Abstract

In the field of social sciences, the 20th Century opened with the birth of a subfield of research into human development. The central theme was childhood, Freud [1901], Durkheim [1911] and Piaget [1923], among others, are recognized as the founders. The pioneering studies of the period laid the foundations for the creation of a dominant infant image in the 20th and 21st centuries. Physical, social, economic and emotional dependence are the cardinal features of this iconic image, which placed the child in a position of subordination within the adult world. In contrast, this paper presents some qualitative data documenting the particular way of life of children in a Nahua community in the Central Mexican state of Tlaxcala, a period that may continue until the boys and girls enter into marriage, when they 'officially' become adults, thus meaning, that through their daily family support, they are able to establish interdependent relationships with parents and the community at large and create a unique child-rearing system based on mutual help. The kind of childhood highlighted in this paper not only runs counter to the aforementioned universal image, but also allows the reader to understand why this childhood cultural context is the element that facilitates the social reproduction of indigenous peasant-family life. The ethnographic data reflected here opens the door to further reflection on gender; the more profound differences between male and female children in a farming community. However, this topic is not the main concern of the paper, the aim is for it to serve as an ethnographic reference that generates questions and thus provokes further research in this field.

Keywords: infancy, mutual help, child-rearing, social reproduction.

 

La Malinche es como una madre para nosotros pues, ¿cómo no? ¡Nos da todo, comida,
sombra, agua. ¡Imagínate! Limpia el aire que respiramos. Por eso, como sus hijos,
tenemos que ayudarla. ¿Cómo le ayudan? —preguntó—. Cuidándola, cuidándola
como una madre, llevándole nuestro agradecimiento y no haciéndola enojar. Porque
donde se enoje va a tirar tanta agua que se puede acabar el mundo.

Don Luis

 

Este artículo es resultado de un largo trabajo de campo en la comunidad indígena-campesina de origen nahua, San Pedro Tlalcuapan, ubicada en el estado de Tlaxcala. El enfoque utilizado para el análisis de la información es antropológico, es decir, se centra en las micro relaciones sociales culturales que permiten la construcción de la persona, de la familia y del concepto de infancia. Aunque se incluye información de los tlalcualpeños de más de 15 o 16 años, en ocasiones reciben el nombre de jóvenes y señoritas, lo que se desea mostrar es que "la infancia" es para San Pedro una forma de relación social que no se determina por una edad biológica, o de dependencia social, sino que es un momento en la vida del hombre y la mujer cuando se inicia la acumulación de relaciones, intercambio y transferencia de ayuda, energía, esfuerzos y favores que dan pie a la construcción de la infancia en este lugar.

El método utilizado es exclusivamente de corte cualitativo, desde esta perspectiva y sus especificidades, el presente documento pretende contribuir a la discusión del tema de la infancia, que siendo central en disciplinas como la psicología, la sociología y la pedagogía desde principios del siglo XX, permitió la creación de un subcampo de investigación en el estudio del desarrollo humano. Subcampo que se construyó, entre otras premisas, en la separación del niño del mundo adulto.

Estos principios sentaron las bases para la elaboración del tipo de infancia occidental dominante. En contraste, presentaré información etnográfica que documenta una forma particular de vivir la infancia en una comunidad nahua tlaxcalteca del México central, según la cual, los niños, con su ayuda cotidiana, establecen relaciones de interdependencia con sus padres y la comunidad a través de la ayuda mutua. El tipo de niñez que aquí se expondrá no sólo se contrapone a la imagen universalista antes referida, sino que además nos permitirá entender una forma de crianza muy particular, la cual en su contexto cultural es el elemento que facilita la reproducción social de la familia campesina indígena.


La infancia como objeto de estudio

En San Pedro Tlalcuapan la infancia es entendida como un periodo en la vida de hombres y mujeres en el cual se desempeñan innumerables labores de ayuda a la familia y a la comunidad [Ramírez 2003]. La intensa actividad física y económica, el apoyo emocional y moral que los niños y niñas brindan a su grupo doméstico contrasta enormemente con el concepto de niñez incluido en la literatura desarrollada hasta hace una década [Nieuwenhuys 2013], en la cual la infancia se describió como un fenómeno natural universal, una etapa en la que "esta gente pequeña se dedica exclusivamente al estudio y al juego" [Muñoz 2005: 88].

Hecht [1998] sostiene que esta concepción del infante ampliamente difundida por organismos internacionales como el Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia (Unicef) y la Organización Internacional del Trabajo (OIT) ha sido extraída de las características más evidentes de los niños, como alegría, dulzura, ternura y fragilidad, confiriéndole cualidades más afectivas que sociales. La dificultad con esta noción es que al niño se le descontextualiza de sus marcos más amplios. "La globalización del modelo del niño" [Hecht 1998], impulsada por planificadores y planeadores sociales, en realidad dejó relucir las preocupaciones y prioridades de las sociedades occidentales. El rápido desarrollo de los medios de comunicación, del comercio y la implementación de políticas públicas internacionales en materia de educación y salud contribuyeron a la construcción e impulso global de un patrón consensado sobre lo que debería ser un niño o la infancia misma.2

Recientemente Najunda [2010], Hindman [2009], Offit [2008], Kelly [2007], y Liebel [2004], entre otros, se han dado a la tarea de documentar formas diversas de vivir la infancia en el mundo. Estas investigaciones proveen información importante para corroborar la existencia de menores que lejos de ser dependientes del mundo adulto son capaces de contribuir en su propio proceso de crianza y aún más, de aportar activamente en la reproducción de su grupo social. Son características que los niños de San Pedro poseen, sin embargo, desde que Tlalcuapan se introdujo al mundo global, el significado de la niñez se ha ampliado, es decir, tiene diversos significados dependiendo del contexto inmediato donde es vivida. Por ejemplo, con las enseñanzas que los maestros transmiten a sus alumnos y a los padres de familia, como lavarse las manos antes de comer, asearse los dientes, la idea de las fiestas infantiles, las nociones de explotación y trabajo infantil incluidas en los libros de texto escolares, que se desprenden de documentos como los derechos de los niños, son influencias que inciden en las familias, pues en ocasiones tratan a sus hijos en una forma más apegada a las prácticas occidentales.

Pero en otros momentos, cuando la vida comunitaria pesa más, por ejemplo, en época de siembra y de cosecha, en la realización de cargos religiosos exclusivos para niños, se asocia al menor con la imagen de un mundo indefinido de actividades y obligaciones que debe cumplir, es decir, se actúa de acuerdo con la crianza local. Y es precisamente allí, en el ámbito escolar y la vida doméstica comunitaria, cuando ambas visiones entran en conflicto y los padres deben enfrentar esas tensiones.

 

El niño de san Pedro Tlalcuapan

La identificación del tipo de niñez que aquí se describe sólo fue posible prestando atención a dos niveles de la vida social de la comunidad. Uno, la de la oralidad, conformada por las categorías locales, es decir, cómo se nombran las cosas (al respecto véase el trabajo de Good [2000] quien aborda el tema de forma extensa). El otro nivel es el del actuar cotidiano, el flujo de energía, intenciones y trabajo que los niños entregan a sus familias y a la comunidad. Diferentes estancias en la comunidad —comprendidas entre 2000, 2003 y 2013— me permitieron llegar a estas conclusiones. Desde entonces he registrado las actividades diarias que realiza un niño.

La información y conclusiones que presento se desprenden de las siguientes actividades de investigación. Al grupo comprendido por niños y niñas de 2 a 5 años exclusivamente, se los observó siempre en compañía de un adulto, en el jardín de niños y en sus hogares, para registrar las actividades que realizaban en ese momento. Como se ha señalado anteriormente, el método utilizado es cualitativo, no pretende ser un estudio demográfico ni estadístico estricto; no busca variables ni tendencias. Por el contrario, muestra un panorama general lo más completo posible de las prácticas cotidianas que conforman la rutina de los niños y niñas de Tlalcuapan.

Por las dinámicas de trabajo a que está sujeta una comunidad agrícola como ésta, se aplicó un cuestionario en la escuela primaria y secundaria de la localidad por grado y con los niños y niñas que estuvieran presentes el día que se me permitiría el acceso a los grupos. En esta situación se aplicó el cuestionario a 120 niños y niñas, contenía 33 preguntas. La primera sección abarca 10 preguntas orientadas a obtener información personal. La segunda, conformada por cinco interrogantes, se enfocaba a explorar el tema de migración y obtención de dinero y bienes por parte de los adultos hacia los niños. En la tercera sección de 18 preguntas se les cuestionó sobre sus horarios y actividades realizadas dentro y fuera de sus hogares, así como acerca del trabajo asalariado y no asalariado y sobre la ayuda que los niños ofrecen a los miembros de su familia y de otros grupos familiares de San Pedro. Finalmente cabe señalar que en los diversos grados se encuentran niños y niñas de edades variables, por esa razón los grupos de edad no son homogéneos.

 

Los niños y niñas de dos a cinco años

Debido a las creencias locales —según las cuales en el monte existen seres sobrenaturales que pueden lastimar a los niños pequeños, incluso enfermarlos hasta la muerte— éstos se quedan en sus casas, donde son cuidados por sus abuelos y hermanos mayores. Se observó que a partir de los cinco años en adelante las niñas se inician en las labores de la cocina; los niños ayudan en trabajos domésticos y en otras áreas del hogar. Por lo general juegan la mayor parte del tiempo y su disponibilidad para el trabajo depende de si asisten al centro de educación inicial o al kínder. Principalmente alimentan a aves domésticas y limpian los corrales. A partir de que se les desteta, aproximadamente a los dos o tres años, ayudan a limpiar la cocina, barren o desgranan maíz. En esa etapa ya se espera que los hijos e hijas participen en las actividades productivas y sociales. Las prácticas generalizadas en las familias observadas muestran que los niños pequeños son capaces de hacer actividades que requieren de esfuerzo físico para que colaboren con sus familias.

 

La vida de los niños y niñas de los 6 a los 9 años

A medida que crecen, sus actividades aumentan y realizan más tareas al aire libre. Independientemente del nivel de ingresos familiares los hijos e hijas cumplen labores ajenas a la escuela. A esa edad es común que sean prestados y efectúen trabajo para algún familiar cercano, después de la escuela juegan en los patios o en las milpas, comparten ese tiempo con sus hermanos, vecinos y amigos; se les permite jugar cuando ya hicieron los deberes asignados. Antes y después de asistir a clases cuidan, limpian y llevan a los animales al monte; en el campo ayudan con las actividades que requieren menos esfuerzo físico; en casa llevan a cabo entre tres y ocho labores domésticas. Las tareas escolares las realizan en el tiempo disponible, a las cuales le dedican una o dos horas; cursan los primeros años de educación primaria; ocasionalmente hacen trabajos manuales para el mejoramiento de la escuela, de aseo y de mantenimiento.

 

Niños y niñas de 10 años3

A esta edad es común que cursen el quinto año de primaria; su horario escolar es de ocho de la mañana a una de la tarde. Todos los encuestados expresaron que desean continuar sus estudios; además todos realizan labores domésticas, cuidado de ganado mayor y menor, faena en el campo, ayuda a familiares, cuidado de hermanos menores; 60% auxilia a su padre o madre en actividades diferentes al campo, por las cuales no recibe un pago; 30% efectúa una actividad remunerada, ya sea en una fábrica, servicio doméstico, músico o lavado de ropa ajena. Su salario se incluye en el gasto familiar, del cual sólo conservan una parte para sus gastos escolares; de los hermanos mayores únicamente uno o dos tienen empleo. Los padres son campesinos y también ejercen un oficio como albañiles, electricistas, mecánicos o servicio doméstico. Las madres, en su mayoría, son quienes se dedican al campo y al hogar. La media del nivel de estudios de los padres es de primaria incompleta; dedican diariamente entre una y tres horas a actividades recreativas. La mayor parte de sus tareas se llevan a cabo fuera de casa y requieren más fuerza física; sus aportaciones también son mayores.

 

Niños y niñas de 11 años

Normalmente a esa edad cursan el quinto y sexto año de primaria; entre septiembre y octubre, época de cosecha, es común que se ausenten de la escuela para ayudar a sus padres en el campo; 50% respondió que preferiría trabajar que estudiar; 50% restante contestó que desea seguir estudiando después de la secundaria. Realizan faenas en la escuela e inician sus labores a las seis de la mañana y se duermen alrededor de la una y media de la mañana. Efectúan tareas domésticas antes y después de asistir a la escuela, cuidan a sus hermanos menores, siembran, cosechan, auxilian en la explotación del monte, pastorean el ganado mayor y cuidan del ganado menor y aves de corral.

El 50% de ellos trabaja en el mismo oficio que el padre al que acompañan después del horario escolar; 40% de ellos recibe un salario por ayudar a su padre, el cual se destina al ahorro personal y gastos escolares; 10% se ocupa en labores asalariadas, como cobrador del transporte público del pueblo u obreros; sus madres cobran su salario, que se invierte en el gasto de la familia; una parte se asigna a los hijos para sus gastos personales.

Desconocen el nivel de estudios de sus padres, sólo encontré que una pareja de cónyuges son profesores, el resto de los progenitores son campesinos y ejercen el oficio de albañilería; 80% prefiere mirar televisión a realizar otra actividad recreativa, a ésta dedican entre una hora y media y tres horas; todos efectúan labores vinculadas al campo: siembra y cosecha. En caso de ser una producción abundante, las niñas participan en siembra y cosecha, si la cosecha es poca lo hacen sólo los niños, mientras las niñas se quedan en casa a hacer las tareas domésticas, principalmente las mujeres participan en la recolección de hongos silvestres; la realización de actividades recreativas es constante. A esta edad aumenta el número de niños que trabaja, se ocupan con mayor frecuencia en el mismo oficio que sus padres o con otro empleador; se incrementan las aportaciones en efectivo, que se destinan al gasto familiar. En esta etapa aumenta el número de artículos y bienes que se proveen a sí mismos, por ejemplo, cubren los gastos de la escuela o del ahorro escolar.

 

Niños y niñas de 12 años

Es común que a los 12 años estudien el sexto grado de primaria o el primero de telesecundaria, el horario escolar es de siete de la mañana a las dos de la tarde; 50% desea estudiar después de la secundaria; 50% restante quiere aprender y migrar a la Ciudad de México o Estados Unidos; 10% se inclina por trabajar en el campo. Todos han realizado faenas en la escuela, entre las que se incluyen cavar en los terrenos del centro escolar para abrir alguna zanja, construir la barda escolar, pintar el mobiliario o la escuela, etc. La hora en que se levantan e inician sus labores es a las seis de la mañana y se duermen entre las 11 y 12 de la noche; 100% lleva a cabo entre tres y siete labores domésticas, así como cuidado de hermanos menores y calentar el temazcal.

El 99% realiza entre tres y ocho labores relacionadas con el campo, también dedican tiempo a la explotación del monte, al cuidado de ganado de corral, al pastoreo, al cuidado, alimentación y limpieza de sus corrales, al cuidado de huertos; 70% ayuda a sus padres en el oficio que éstos realizan, por lo cual no reciben un salario; 80% efectúa alguna actividad para un pariente cercano sin pago alguno, sólo 2% se alquila como peón, su salario lo recibe su madre y se incluye en el gasto familiar. La escolaridad de sus padres es de nivel primaria, completa e incompleta; los padres son campesinos y desempeñan algún oficio; 100% lleva a cabo alguna actividad recreativa, a la cual destinan entre media y tres horas. En el grupo de 11 años, el trabajo está sujeto al volumen de la siembra.

A medida que asumen más tareas también se incrementa su poder de decisión y opinión en casa, por ejemplo, los niños mayores deciden en qué se gastará el dinero que ingresa a la casa, comienzan a manejar el vehículo de la casa, en caso de que lo haya, y dar órdenes a sus hermanos menores, entre otras cosas. A esta edad es mayor el número de niños y niñas que desempeñan alguna actividad remunerada, aunque parte de su salario se incluye en el gasto familiar, y pueden disponer más de los recursos para sí mismos, por ejemplo, manejar la camioneta o automóvil de la casa. También se les permite conservar mayor parte del salario que obtienen, sus padres consideran que ya pueden ayudar más a su familia y a parientes cercanos.

 

Los niños y niñas de 13 a 14 años

A esta edad es frecuente que cursen el primero, segundo o incluso el tercer año de telesecundaria. El horario escolar es de siete de la mañana a dos de la tarde; 60% manifestó su deseo de estudiar una carrera universitaria; 40% desea aprender y ejercer un oficio y casarse. Realizan faenas en la escuela; se levantan a las seis de la mañana y se duermen entre las 11 y las 12 de la noche; 100% realiza entre tres y seis labores domésticas; 99% efectúan entre cuatro y ocho actividades relacionadas con el campo y explotación de montes; 80% trabaja con su padre o madre en el mismo oficio, sólo 10% de ellos recibe un pago en efectivo por su trabajo.

El 30% de ellos ayuda a un familiar cercano, actividad por la que no reciben un pago; 25% trabaja, una parte de su salario se incluye en el gasto familiar. Tienen entre uno y ocho hermanos, de los cuales por lo menos cuatro de ellos aportan dinero al gasto familiar. La media escolar de los padres es de secundaria incompleta; 50% de los padres son campesinos y ejerce un oficio. Las madres son campesinas y se dedican a las labores domésticas; 100% realiza alguna actividad recreativa a la cual dedican entre dos y tres horas. A diferencia de los casos comentados, en este grupo las mujeres participan más en las tareas del campo. El cuidado de las huertas familiares y recolección de legumbres en las barrancas cercanas es tarea de ambos sexos.

A esta edad la fuerza de trabajo de los hijos se dirige al empleo asalariado, con esto disminuye el tiempo y esfuerzo que dedican a ayudar a otras familias. A medida que crecen se les permite conservar una cantidad mayor de sus ingresos. Esto aumenta su poder en la toma de decisiones en los asuntos familiares.

 

Los niños y niñas de 15 a 16 años

A esta edad cursan generalmente el segundo y tercer año de telesecundaria; 30% expresó su deseo de estudiar una carrera universitaria; 70% quiere aprender un oficio y trabajar en la Ciudad de México o en Estados Unidos. También realizan o han realizado al menos en tres ocasiones faenas para la escuela. La hora en que se levantan es a las cinco y media de la mañana y se acuestan a las 12 de la noche; 100% hace entre tres y seis actividades domésticas, que en esta edad son menores, en general llevan a cabo las tareas que requieren de menor tiempo pero mayor esfuerzo físico.

El 100% realiza entre tres y ocho tipos de labores relacionadas con el campo y explotación de montes; 30% ayuda a sus padres y madres en su oficio. En el caso de que sus padres tengan un negocio familiar reciben dinero por su trabajo; 30% ayuda a familiares cercanos en labores del campo, y 30% se emplea de peón en época de cosecha en las milpas de los vecinos o en otros pueblos.

La escolaridad de sus padres es de secundaria incompleta; 70% de los padres son campesinos y ejercen un oficio, principalmente las madres son las que se encargan del campo; 100% realiza una actividad recreativa a la que dedican entre una y dos horas, algunos afirman que sólo juegan los fines de semana o las horas de descanso en la escuela.

El 100% de la muestra dedica una parte muy importante del día a la realización de tareas domésticas, cumplen entre tres y seis actividades; quienes llevan a cabo seis o más tareas son las mujeres, principalmente las relacionadas con la cocina y limpieza de la ropa y cuidado de hermanos menores. A esta edad los varones efectúan entre tres y ocho labores relacionadas con el campo. Sus actividades se incrementan y las asumen de forma permanente. Cuando los hijos solteros cumplen entre 14 y 15 años adquieren más responsabilidades dentro y fuera de casa. Se espera más ayuda de ellos que de un hijo más pequeño.

Sus padres comentan al respecto, "es un orgullo que se pueda contar con ellos para el trabajo". A esta edad los hijos varones reciben el nombre de "jóvenes" y a las hijas se las llama "señoritas". Sin embargo, esto no significa que se los considere adultos pero sí que asuman más obligaciones. Los hijos varones empiezan a desplazar al padre en tareas que éste realizaba antes, como manejo de la camioneta familiar, educación y cuidado de los hijos menores.

Cuando me refiero a la ayuda a parientes cercanos, en todos los grupos de edades, se trata de actividades realizadas para otros grupos familiares, las cuales van desde tareas en el campo o domésticas, como mandados, cuidado de niños pequeños, ayudar en un oficio, en el cumplimiento de un cargo religioso o en la organización de una fiesta.

 

El trabajo como constructor de la comunidad

La realización de faenas dentro de la comunidad es frecuente. La estructura comunitaria descansa sobre esta forma de trabajo. Por ejemplo, las obras públicas se hacen mediante jornadas en caminos, construcción del hospital, mejoramiento de las escuelas, limpieza de barrancas. Hace 13 años me sorprendió la fuerte concepción que tienen sobre el "progreso", idea que se asocia con mejorar las condiciones materiales de vida. En aquel tiempo pensé que sería un discurso que usaban para darme una buena impresión. Sin embargo, las transformaciones y mejorías que se aprecian en la actualidad son evidentes. Por ejemplo, la construcción de dos bachilleratos tecnológicos, la clínica, la casa de cultura, los nuevos caminos empedrados. La importancia de estas obras recae, según consta en las actas de registro de la casa de cultura de Tlalcuapan, en que se han construido, primero, con una gran inversión de las remesas migrantes. Segundo, con la mano de obra de los tlalcualpeños y probablemente con un tercio de la participación del gobierno estatal. En el año 2000, cuando se deseaba materializar un proyecto, como la pavimentación de una avenida pública o el mantenimiento de la iglesia, se pedía la colaboración de un adulto por casa, idealmente se esperaba que asistiera "la cabeza de familia".

En Tlalcuapan se reconoce a las mujeres como cabeza de familia, pero cuando ni el padre ni la madre pueden asistir a realizar la jornada envían al hijo varón mayor. Entre 2000 y 2003 hubo ocasiones en que asistían la esposa, el abuelo u otro representante de la familia, la faena está presente en toda la vida comunitaria, es la forma como todo funciona en el pueblo. La escuela no es la excepción, para la actividad escolar se cita al padre o a la madre, pero también es frecuente que el trabajo lo hagan los alumnos en nombre de sus padres. Otro caso en que los alumnos o alumnas llevan a cabo una actividad es cuando cometen una falta en la escuela, en ese caso, la sanción generalmente se debe pagar con trabajo. También el "castigo" aplica cuando algún tlalcualpeño comete una falta, como manejar en estado de ebriedad, robo, incumplimiento de un cargo civil o religioso, o que con su comportamiento público ofenda a alguien. Si esa situación se reporta con el agente municipal, se deberá pagar con trabajo o con material de construcción en beneficio de la comunidad. No hay un acuerdo establecido que fije el monto de la sanción, esta decisión la toma el agente municipal y sus componentes de acuerdo con sus propios criterios. Los penitentes pueden estar o no de acuerdo con la multa, pero se debe cumplir.

Hasta ahora las tareas efectuadas por los niños de Tlalcuapan son comunes para niños de otras sociedades no occidentales, como ampliamente documenta Liebel [2004]. Existen leves variaciones, como cuando los niños se involucran o involucraban en las tareas domésticas y agrícolas o el número de actividades realizadas en el mundo. Sin embargo, como comenta Velásquez Velásquez [2007] a diferencia de otros casos etnográficos, lo hasta aquí descrito no corresponde a un mecanismo de "integración o inclusión" del niño al ámbito del adulto, sino que es la manera como los niños aprenden a hacerlo, es mediante la observación, el aprendizaje a través de la práctica o el intercambio verbal con sus padres [Paradise y Rogoff 2009].

Esto significa que en un nivel más amplio la escuela no es la única responsable de enseñar o transmitir valores y conocimientos a los niños, sino que éstos aprenden viendo las actividades que sus padres llevan a cabo. Si bien la transmisión verbal de indicaciones de cómo se hacen las cosas es central en el proceso de aprendizaje, realizándolas con su propio cuerpo y manos es como los niños y niñas descubren sus capacidades de seres sociales completos. Es a través del "hacer" las cosas que los niños aprenden y expanden su conocimiento del cómo se efectúan tareas como sembrar, cosechar, cocinar, cuidar de animales, cuidar a sus hermanos menores y a los ancianos.

 

Las jornadas adultas

La jornada de los adultos comienza alrededor de las cinco de la mañana, varía de acuerdo con la época del año. Si es tiempo de siembra y cosecha se levantan a trabajar más temprano, puede ser entre las tres y media y las cuatro de la mañana. También depende de la distancia a recorrer para realizarla, por ejemplo, si es en San Pedro, en otro pueblo o en otra entidad. Hay un hecho que marca la diferencia entre las actividades llevadas a cabo por un niño y un adulto: el matrimonio. Por ejemplo, la intensidad con que las mujeres cumplen funciones cambia cuando se casan. Ellas hacen las mismas tareas domésticas pero permanentemente, incluso más intensas, como resultado de su nueva vida familiar. Continúan con la actividad doméstica, con el cuidado de sus niños y la crianza de animales. En este lugar las mujeres adultas son las principales responsables del trabajo del campo y la crianza de los hijos. Algunas madres de familia combinan sus actividades en casa con un trabajo asalariado, el más común es el de servicio doméstico en Santa Ana o en la ciudad de Tlaxcala.

Se espera que una mujer o un hombre casado(a) aporte casi exclusivamente al grupo doméstico que conforma cuando se une en matrimonio. En caso de que la nueva pareja viva con los padres de él o ella, contribuirá con el grupo doméstico extenso. La cooperación dependerá de los acuerdos a los que lleguen las parejas. Esto dificulta determinar dónde inicia un grupo doméstico y dónde termina [Regerh 2005].

Contrariamente a lo que sucede con los solteros y solteras, ellos deben contribuir al grupo doméstico de sus padres, con cualquier trabajo que sean capaces de realizar, independientemente de la edad. Algunas de las mujeres mayores de 18 años que no se han casado trabajan en fábricas, ya que en otras regiones del país los dueños prefieren contratar adolescentes solteras [Iglesias 1985]. Otra fuente de empleo son los talleres donde se confeccionan cobijas, camisas y capas que se venden en Puebla y Tlaxcala. Hasta 2002 el servicio doméstico acaparaba la fuerza de trabajo femenina. Sin embargo, ahora el trabajo de "dependientas", es decir, encargadas de ventas y tiendas en Santa Ana, ocupa el primer lugar.

Lo que no ha cambiado es la función tan importante de las mujeres casadas al otorgar su ayuda en la realización de fiestas o "compromisos": bautizos, bodas, cargos civiles o religiosos. Los "compromisos" en casas de amigas, vecinas o parientes cercanos son ocasiones para demostrar su solidaridad. Apoyar es cocinar, hacer tortillas, lavar trastes, limpiar, esto facilita pedir ayuda a otros vecinos en caso de alguna necesidad, es decir, cuando una mujer apoya a alguien o a una familia, espera que cuando ella tenga un compromiso la mujer que recibió la ayuda la retribuya de igual forma. Ella ha comenzado a acumular ayudas, las cuales serán recompensadas en algún momento de su vida.

También las funciones de los hombres cambian cuando se casan, así los "jóvenes" son considerados "cabezas de casa" y las responsabilidades que adquieren son mayores. Actualmente es más común que busquen un trabajo asalariado, principalmente un empleo en fábricas, otros ejercen un oficio, el cual aprendieron de niños. Éstos varían, pueden ser panaderos, mecánicos, carboneros, etc. Muchos de ellos mantienen su deseo de ir a trabajar a Estados Unidos, pues estiman que ganarán más dinero y así podrán ahorrar para construir su casa.

Cuando los hombres permanecen en el pueblo se encargan de las tareas que consideran "pesadas". Las actividades que requieren de mayor fuerza son la construcción de la casa donde vivirán, reparaciones o construcción de corrales para animales. En caso de ejercer un oficio hacen breves visitas a sus casas para comer, descansar y regresar al trabajo. Algunos padres de familia tienen dos o incluso tres trabajos, pese a que las parejas maduras con cuatro o cinco hijos tienen largas jornadas de trabajo, sus hijos solteros ayudan en la casa realizando las actividades que se describieron anteriormente.

En la realización de las tareas cotidianas, los adultos incluyen a los hijos, contrariamente a lo que sucede en otras sociedades influidas por las prácticas de crianza occidentales, los niños aquí no son receptores pasivos de los bienes que sus padres pueden otorgarles, es decir, ellos contribuyen en la generación de los bienes que consumirán, uniendo las brechas entre padres e hijos. Si bien existen diferencias claras entre las actividades que realizan los hijos y sus padres, éstas sirven no para crear un mundo adulto y un mundo infantil sino para formar un sistema de crianza basado en la interdependencia entre padres e hijos. Un sistema que permite a los progenitores existir como padres en la medida en que establecen intercambios con sus hijos. Estamos ante un sistema de intercambio cimentado en la interdependencia de ayuda mutua, que continuará cuando los padres sean ancianos y sus hijos cuiden de ellos. Este sistema comienza en la infancia, que no termina por la edad biológica de los niños o niñas, sino que se transforma radicalmente cuando estos últimos contraen matrimonio, dando paso a otra etapa del ciclo del grupo doméstico.

Para los padres la crianza de los hijos se construye con las actividades que cada uno o ambos realizan, es decir, en ésta se involucran tanto padres como hijos. Los padres trabajan para la familia, para su mantenimiento y reproducción. Los hijos ayudan a la familia, a la madre y a los hermanos. El niño no es recipiente o un ser incompleto en el cual se depositan continuamente bienes ni cuidados. No existe una "cosificación" del niño debido a su edad, por el contrario, la actuación del padre permite la participación del niño y simultáneamente el niño posibilita que su padre actué como tal.

 

El sentido del trabajo en la definición de la infancia

Mis hijos ayudaron desde los 10 años a su papá en el campo. Al principio él no los quería llevar, pero para comer tenían que ayudar. Leñaban y vendían la leña en Santa Ana. Al principio se les daba su comida y ya. A mí no me gusta que los niños trabajen, que ayuden sí, pero tanto como trabajar no. Antes sí los mandaban a trabajar porque no había escuelas, ahora ya hay y eso está bien. (Doña Clara, 55 años.)

El trabajo realizado en Tlalcuapan, como en cualquier teoría económica, puede interpretarse como aquella fuerza humana que transforma la materia [Marx 1992]. Sin embargo, siguiendo el argumento de Sayers [2007] no toda forma de trabajo, ni ahora ni en los tiempos de Marx, puede incluirse en el modelo "productivista" de mercancías. Hay una creciente discusión sobre el trabajo denominado "inmaterial", como aquel que puede organizarse de forma autónoma en torno o al margen del capital. Lazzarato y Negri [2001] reflexionan con respecto al trabajo intelectual. No obstante, el trabajo "inmaterial", el cual es transformador y creador, existe en las sociedades rurales, específicamente en el ámbito de la reproducción de la sociedad. Me refiero a la transmisión de una energía, voluntad, intención, tiempo y esfuerzo que no está orientado a generar exclusivamente una acumulación de capital o valor, sino que forma parte de una manera de experimentar la vida social.

Partiendo de estas suposiciones, en ese contexto en el cual los requerimientos comunitarios exigen la participación de todos los habitantes de manera igualitaria, sin distinción de edades, el trabajo de los hijos solteros, aun de los más pequeños, es necesario para la reproducción de la familia y de la comunidad. Asimismo, para la reproducción del sistema de cargos y todas las otras estructuras sociales y culturales que favorecen la reproducción de la vida colectiva en San Pedro Tlalcuapan. Si interpretáramos las actividades antes descritas con la visión de los organismos que trabajan en favor de la infancia, sería fácil encontrar un fenómeno de explotación en San Pedro.

El conocimiento de las categorías locales con significados propios puede ser útil para entender la lógica que opera detrás de las acciones de los tlalcualpeños en su vida comunitaria. Partiendo de tres situaciones concretas, primero, al aplicar los cuestionarios en las escuelas; segundo, al entrevistar a los hombres y mujeres adultos y ancianos y, finalmente, al participar de su vida cotidiana, elaboré en trabajos anteriores [Ramírez 2003 y 2007] una categorización de las tareas que realizan y en las que frecuentemente diferencian sus actividades. Con el objetivo de ampliar esta discusión aquí las describo brevemente.

a) Ayuda: puede entenderse como toda actividad física no remunerada que se realiza para el grupo doméstico, un familiar o vecino. Ésta incluye el apoyo moral o la solidaridad. Básicamente las "ayudas" a familiares cercanos o amigos de la familia las efectúan los niños y niñas más pequeños. Los hijos solteros mayores se ocupan más en tareas en las que el producto de su actividad es aprovechada directamente por su grupo doméstico.

b) Trabajo: cualquier actividad desempeñada mediante una gratificación económica, sea en el sector formal o informal de producción; con sujeción a horarios, contratación y supervisión de un jefe. Como se explicó anteriormente, el empleo asalariado no es exclusivo de los adultos o hijos mayores, el producto de este trabajo es incluido en el gasto familiar, hombres y mujeres de cualquier edad pueden trabajar. En algunas ocasiones los hijos conservan parte del dinero que ganan. En caso de alguna necesidad económica, el salario completo de todos los miembros de la familia se destina para resolver el problema.

Cito una situación que ilustra estas diferencias. Al hablar con un joven del pueblo, su familia se dedica a la elaboración de pan para venta, me dijo que sus hermanos trabajan y él hace pan, ante lo cual pregunté:

—¿Cómo es que sus hermanos trabajan?

—Sí, los otros dos no se dedican al pan con mi papá —responde.

—¡Pero hacer pan es un trabajo! —insisto.

—Pero un trabajo en el que te pagan es diferente, por decir, si me dedico a otra cosa, como a un trabajo, pues ya no soy libre de mi tiempo. En un trabajo sí te pagan, pero eso no deja vivir —replica.

Él y otras personas con las que conversé me hablaron sobre las diferencias entre un trabajo y otra "actividad" que no lo es. Otro joven comentó que es mejor trabajar por cuenta propia, pues según él, uno es quien decide cuánto ganará de acuerdo con su propio esfuerzo.

El trabajo y la ayuda no son acciones opuestas, pueden converger, por ejemplo, cuando se "ayuda" a la familia con el dinero obtenido en un empleo. En este caso estos dos niveles de acción, "ayuda" y "trabajo" se unen para conformar el gasto familiar y cubrir las necesidades básicas del grupo.

Se prestó particular atención a estas categorías debido a que son elementos constantes en el lenguaje de los tlalcualpeños, en cómo organizan su vida cotidiana. Este trabajo no genera exclusivamente bienes materiales sino bienes simbólicos al crear lazos de socialización. Como hemos visto, la circulación de ayuda y trabajo es constante. Las vacaciones es un tiempo particularmente ocupado para niños y niñas, es común que en esta temporada del año tíos y tías busquen a los hijos de algún hermano o hermana, que se usen expresiones como "préstame a tu hijo (x), aunque sea un ratito". Cuando se busca ayuda como "préstamo", generalmente no se entrega dinero a cambio, sin embargo, es probable que se den cinco o diez pesos al niño y algún alimento. Las tareas de un niño "en préstamo" son las mismas que haría si se le "alquilara". La diferencia se encuentra en los términos en que se acuerda la participación de los menores. Estas acciones, al igual que las previamente comentadas, forman parte del sistema en que Tlalcuapan construye sus relaciones sociales, económicas y familiares.

El "préstamo" de niños se refiere exclusivamente a los niños más pequeños, de entre cinco a siete años, cuando éstos ya pueden realizar alguna tarea relativamente simple, la cual no requiere de mucho esfuerzo físico, tareas como cuidar o alimentar aves de corral pequeñas, cuidar a un bebé o algún anciano. El préstamo se refiere también a la "forma" de solicitar ayuda de una familia a otra, sin que se considere como la generación de algún compromiso específico entre las familias que participan en dicha negociación. Aunque se han descrito por grupos de edad las ayudas, trabajos y préstamos en que colaboran los niños y niñas del pueblo, se han presentado de esta manera para describir etnográficamente las acciones que llevan a cabo, pero en un nivel general. En una lectura global de estas acciones se pretende mostrar que, efectivamente, todos participan. Participar en estas actividades facilita la construcción de la persona, la familia y de la comunidad.

Las interpretaciones locales de "trabajo, ayuda" están estrechamente ligadas a la vida del infante, son el resultado de la vida en familia y a la inversa. Los individuos son familia porque ahí se comparte la fuerza, el trabajo y la intención. El niño brinda esfuerzo a su núcleo familiar porque de ella recibe beneficios, comida, ropa, cuidados, afecto. Como Hecht [1998] documenta para los niños de Brasil, una de las formas en que los niños se relacionan con los adultos es el trabajo.

La activa participación de los niños en el grupo doméstico y en la vida comunitaria de San Pedro permite crear a largo plazo una relación de interdependencia entre los adultos y ellos. En la familia se estimula el trabajo conjunto y en ocasiones los niños buscan la oportunidad de ayudar y trabajar, pues consideran que siendo un buen hijo es más fácil que los padres los apoyen a lo largo de su vida.

 

Consideraciones finales

Lo hasta aquí comentado ilustra algunas de las diferencias principales entre el discurso oficial elaborado en torno a la infancia y la forma de vivir la niñez en San Pedro. Como en otras sociedades no occidentales del mundo, en este pueblo las relaciones sociales operan con conceptos y significados culturalmente particulares. Por ejemplo, niños y niñas mientras se mantengan solteros serán considerados hijos de familia, al formar una propia no sólo pasarán a la adultez sino que ya no estarán totalmente disponibles para el trabajo en casa de sus padres. Su esfuerzo y trabajo se destinará a otro grupo doméstico. Lo particular en el caso de Tlalcuapan es que el término "hijo de familia" como sinónimo de niño, encierra una serie de relaciones más amplias que el concepto "niño" no permite.

Esto significa que el niño/hijo de familia no es un "individuo" por sí mismo, forma parte de una red de personas y relaciones en las que participa activamente. Al ser reconocido como "hijo de familia" se le otorgan capacidades sociales como poseer fuerzas, habilidades natas y capacidades sociales que deberán proporcionarse al grupo doméstico en el que nace. Consecuentemente esta visión permea el concepto de comunidad, según el cual todos trabajan en función de lo que sus capacidades físicas se lo permitan, pero todas estas acciones, las grandes y las pequeñas, generan relaciones de interdependencia total. En esta sociedad, como sucede en todas, surgen conflictos de intereses, tensiones y conflictos porque el deseo personal y las necesidades colectivas se contraponen; particularmente, se presentan desde que llegaron a la comunidad concepciones "más occidentalizadas" de lo que un niño es y cómo debe ser tratado. Estas ideas son producto del fenómeno de la migración y la "modernización" del sistema educativo, entre otras fuentes de influencia.

Es importante precisar que el trabajo que realizan los niños en el pueblo no corresponde únicamente a un contexto de pobreza rural, pues como se indicó en la descripción de los diversos grupos de edades, los padres trabajan y 99% de los niños observados y encuestados reciben dinero y bienes de sus parientes que migraron. El trabajo y ayuda que efectúan los niños no está orientado a la producción exclusiva de bienes materiales ni a la acumulación de capitales. Si bien esto contribuye a la generación de capital familiar, no podemos afirmar que ésta sea la lógica que motiva las acciones de ayuda y trabajo descritas, ya que a pesar de haber elevado su nivel de vida, actualmente para que cualquier miembro de la comunidad que sea considerado un buen tlalcualpeño, con respeto y prestigio por y para sí mismo, deberá haber cumplido con una innumerable cantidad de trabajo colectivo. Es en esta disposición al trabajo y la ayuda que se construye la persona, ésta se edifica cuando demuestra su capacidad de ayudar. En este ámbito de trabajo continuo los niños "dan", proporcionan ayuda en la casa, en el campo y a sus padres y es sólo entonces que serán considerados buenos hijos.

La infancia es el periodo de la vida en que un sujeto comienza a acumular su capital social, sus relaciones sociales, su prestigio como buen tlalcualpeño antes de ser adulto, momento que llega cuando contrae matrimonio. Un niño es una persona, como un adulto, las diferencias quizá más evidentes entre uno y otro es el lugar que ocupa en el sistema familiar, las tareas que debe cumplir en el grupo doméstico y en la totalidad de la comunidad. En San Pedro se es persona desde que un niño nace, de ahí que los padres esperan que tan pronto como sea posible el niño o niña contribuya con la familia, lo cual se va construyendo con el paso del tiempo, si es una buena o mala persona, con prestigio o sin prestigio social.

En San Pedro no es común escuchar decir "es buen niño", se dice es "buen hijo" o "buena hija". El concepto de hijo de familia cierra la brecha entre el mundo adulto y el mundo infantil. Para el caso de San Pedro Tlalcuapan, la ayuda y el trabajo es un vínculo importante entre padres e hijos, lo cual permite elaborar un significado diferente de la niñez. A diferencia del concepto occidental de la infancia, en este pueblo los niños no son dependientes sino interdependientes, reciben de su familia pero también dan y mucho. En este sistema de crianza el trabajo es parte del reír, de jugar y vivir como niño en Tlalcuapan.

 

Referencias

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Notas

1 Profesora investigadora del Posgrado en Antropología Social del Departamento de Ciencias Sociales y Políticas, Universidad Iberoamericana, Ciudad de México.

2 Ariès [1987] señala que la imagen de la infancia moderna se construyó con los cambios históricos y estructurales de la sociedad occidental/europea en el siglo XVIII, periodo en que se definió al niño como un ser incompleto, sujeto a un proceso de aprendizajes objeto de la subjetividad adulta. Transformaciones en materia de salud, desarrollo de las ciencias como la psicología, la educación, la medicina y la pedagogía y la escolarización de la educación, producto de la industrialización de Occidente, contribuyeron al fortalecimiento y difusión de estas ideas.

3 La información correspondiente a la edad de 10 y 16 años se registró con la aplicación de un cuestionario de 35 preguntas en los dos turnos de la primaria y la telesecundaria del pueblo. Los hijos de 16 años en adelante no fueron considerados, pues el parámetro medio de formación de la nueva pareja es de 17 años (según el centro de salud del pueblo). Todos los encuestados pertenecen a un grupo doméstico de entre dos y 10 miembros. En todos los grupos de edad se encontró que las tareas del hogar las realizan ambos sexos, a excepción de las que corresponden a la cocina y cuidado de hermanos menores, las cuales se consideran exclusivamente femeninas. En cambio, el pastoreo de ganado mayor de corral y actividades de explotación del monte es exclusivo de los varones.

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