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Cuicuilco

versión impresa ISSN 0185-1659

Cuicuilco vol.22 no.63 México may./ago. 2015

 

Diversas temáticas desde las disciplinas antropológicas

 

La Apantla: el agradecimiento para que no falte el agua

 

Beatriz Elena Madrigal Calle, Pilar Alberti Manzanares, Beatriz Martínez Corona

 

Colegio de Postgraduados.

 

Recepción: 1 de octubre de 2013.
Aprobación: 6 de marzo de 2014.

 

Resumen

La Apantla es una fiesta en la que se celebra al agua en Santa Catarina del Monte, Texcoco, Estado de México. En esta población de origen náhuatl los habitantes traducen la palabra Apantla como "el caño se limpia". Según la tradición oral, los habitantes de Texcoco la conservan desde la época prehispánica como pervivencia de un legado ancestral heredado de Netzahualcóyotl. El objetivo de este artículo es mostrar que este método local para la valoración del agua, por parte de los integrantes de dicha comunidad, pervive como elemento de un sistema de control del recurso desde lo sagrado, que se convierte en un ejemplo para la educación ambiental. Se hizo registro de testimonios etnográficos a partir de entrevistas a los diferentes actores locales, en las que se indagó la manera cómo se celebraba y cómo se celebra en la actualidad. Se consultaron cronistas tempranos. Asimismo, se discute cómo opera esta noción de lo sagrado en el control del monte-agua. Se concluye que esta práctica ritual ha contribuido al desarrollo de una conciencia, no sólo de la importancia del líquido vital, sino también de su sacralidad, insertada en la tradición, la identidad y la ritualidad, e incluso en la vida cotidiana.

Palabras clave: agua, ritualidad, limpia de canales, sagrado, conservación.

 

Abstract

The Apantla Festival, celebrated in honor of water, is held in the town of Santa Catarina del Monte, Texcoco, State of Mexico. Among this population, of nahuatl origin, people translate the name as "the ditch is cleaned." According to oral tradition from pre-Hispanic times, Texcoco's inhabitants preserved this ancestral legacy from Netzahualcoyotl. The purpose of this paper is to show that this local method for valuing water among the members of this community has survived as part of a control system for the resource from the sacred practices, and has become an example for environmental education. A record was made of ethnographic testimonies from interviews with different local actors regarding the form in which the celebration of the Festival was carried out in both the past and the present. Early chroniclers were also consulted. It also discusses how this notion of the sacred practices applied in the control of this mountain-water resource is operated. We conclude that this ritual practice has contributed to the development of awareness, not only of the importance of this vital liquid, but also of its sacredness, embedded in tradition, identity, ritual and everyday life.

Keywords: water, rituality, clean channel, sacred, conservation.

 

Introducción

La Apantla es una fiesta en honor al agua, realizada en la comunidad de Santa Catarina del Monte, ubicada en la sierra del municipio de Texcoco, Estado de México. Según sus nahuahablantes, la palabra apantla1 significa "el caño se limpia".2 La fiesta del 3 de Mayo o de la Santa Cruz es su complemento.

El objetivo de este artículo es dar a conocer la importancia de esta fiesta como una muestra de que los pobladores de la comunidad estudiada cuentan con un método local para la valoración del agua, el cual pervive como parte de un sistema de control del recurso desde lo sagrado,3 heredado de sus ancestros, que en la actualidad se convierte en un ejemplo para la educación ambiental4 sobre este recurso, y que está en crisis mundial. Se consultaron cronistas tempranos, códices de la región y documentos históricos. Se hicieron entrevistas y una observación participante de campo durante 2011, 2012 y 2013 a los (as) encargados (as) del agua, mayordomos(as), autoridades civiles, religiosas, jóvenes, ancianos(as) y a integrantes del Consejo Indígena Náhuatl de Texcoco, con un enfoque cualitativo para conocer el sentir de los y las habitantes de la comunidad en relación con el agua, describir la práctica e incluir la opinión de los diversos grupos participantes; por lo que se incluyen citas textuales de personas que pidieron permanecer en el anonimato.

Esta práctica ritual5 ha contribuido al desarrollo de una conciencia, no sólo de la importancia del líquido vital, sino de su sacralidad, insertada en la tradición, la identidad y la cotidianidad. Asimismo coadyuva al mantenimiento de un control interno para el uso y manejo del recurso estrechamente vinculado al monte (que se denominará monte-agua), presente en las culturas mesoamericanas y específicamente en la comunidad objeto de estudio.

De acuerdo con Caillois [1942], la fiesta tiene la misión de aligerar o sobrellevar las prohibiciones que impone lo sagrado, donde el exceso y el derroche tienen un sentido ritual que hace de la fiesta un estado de excepción, el cual da comienzo a un nuevo ciclo de la naturaleza, con lo cual contribuye a la renovación de ésta y de la sociedad, y anticipa un comienzo de abundancia para ambas. Caillois propone articular la fiesta con una teoría del sacrificio.

El esfuerzo ("sacrificio")6 invertido para darle realidad y sentido a la fiesta, año con año es alentado por el agradecimiento, fundamento de esta práctica, obsequio espiritual que se materializa en las ofrendas, las que, como plantea Broda [2009a: 21]: "Son un aspecto importante de la ritualidad mesoamericana [...] una invitación que se dirige a las divinidades por medio de oraciones, plegarias y manipulación de objetos" para establecer la comunicación con sus entidades divinas. Sobre ese sustrato mesoamericano se hicieron reelaboraciones simbólicas de las creencias y las prácticas prehispánicas, así como de sus divinidades; lo que Broda [2003 y 2009a] define como sincretismo, y lo que, hasta cierto punto, dio como resultado que se adaptara el culto a los santos católicos, en una reinterpretación de sus divinidades con nuevas expresiones de la ritualidad asociada a ellas, "lo cual acontece por lo general en un contexto de dominio y de imposición (sobre todo en un contexto multiétnico)" [Broda 2009a: 9].

Esta festividad representa una manifestación de la pervivencia de prácticas muy antiguas que aún se conservan en Santa Catarina del Monte, por lo que se comenzará por abordar un aspecto histórico, para continuar con una descripción de la fiesta, dado que es poco lo que se ha encontrado sobre ella.7 Posteriormente se realizará una discusión de cómo la fiesta contribuye a recapitular la experiencia humana en su relación con el entorno y, por último, se expondrán las conclusiones pertinentes al objetivo del artículo.

Manifestaciones similares se encuentran en Perú, Bolivia, el noroeste de Argentina y el norte de Chile, donde se tiene como ejemplo la limpia de canales descrita por Matus [1993-1994] en Caspana, Chile, que también es de carácter sagrado y de origen antiguo. Es una fiesta comunitaria en la que intervienen las autoridades de la comunidad, hay participación de instrumentos musicales asociados a las ceremonias, rezos, palabras rituales de agradecimiento, bailes y cantos, en un ambiente de intercambio de alimentos, vino o chicha y cariño. La población de esta comunidad le da especial importancia al intercambio de cariño con el que se deben hacer las actividades como una muestra de aprecio a sus tradiciones, aunque, como dice la autora, "cada pueblo le imprime sus propios matices" [1993-1994: 65].8

Catherine Good [2005] habla de la fuerza o chicahualiztli en los nahuas de Guerrero, la cual se intercambia en las fiestas, al interior de la familia, con los antepasados y en el trabajo, estableciendo relaciones de reciprocidad basadas en el amor y el respeto; las cuales figuran de manera más importante en la vida ceremonial, pues esta "fuerza o energía vital" se intercambia en el ritual con otras entidades, como los santos, los manantiales, los cerros, la lluvia y los dioses, a través de las ofrendas. Como se podrá ver más adelante, en Santa Catarina del Monte el elemento que simboliza este intercambio es la canasta.

 

Origen y aspectos históricos de la Apantla

A lo largo de este apartado se retomarán evidencias bibliográficas que describen las prácticas, sus objetivos, condiciones en que se dieron y creencias fundamentadas en lo sagrado, que fueron recopiladas por los cronistas de la época colonial, principalmente los cronistas tempranos, y otros documentos de interés, para después contrastarlos con la memoria oral de los y las informantes de Santa Catarina del Monte y con el evento en la actualidad. El fin de ello es conocer la raigambre prehispánica de la Apantla, su transformación y permanencia a lo largo de la historia de la comunidad, y su función en el control del recurso desde lo sagrado, haciendo además evidente el valor pedagógico de este ritual como parte de la educación ambiental nativa que generaron los sistemas tradicionales de valoración y conservación del entorno natural.

Remontándonos al arribo de los grupos toltecas a la sierra texcocana en su peregrinar hacia el golfo, en el año 1000 d. C.,9 según Clavijero [1987: 51], "fueron los que colocaron en el Monte Tláloc aquel ídolo célebre, el dios del agua",10 lo cual afirma también Pomar en la Relación de Tezcoco [Pomar 1891: 1-69]. Posteriormente llegan los chichimecas11 de Xólotl, dominan el área, se entremezclan con los toltecas, y entre 1302 y 1318, cuando ya ha avanzado el proceso de toltequización de estos grupos, Quinatzin funda Texcoco.12 En la lámina 7 del Códice Xolotl se ve una migración de los cuatro barrios de la ciudad de Texcoco hacia la montaña [Dibble 1980: 97], cuando muere Ixtlilxóchitl en 1418 y Netzahualcóyotl debe huir de los tepanecas hacia Tlaxcala, por recomendación de su padre [Alva Ixtlilxóchitl 1985, t. 1], por lo que algunos relacionan la fundación de los pueblos de la montaña texcocana, entre ellos Santa Catarina del Monte, con la migración y también se la adjudican directamente a Netzahualcóyotl.13 El director del Comité de Participación Ciudadana (Copaci), don C. D. M., explica que entre 1650 y 1730-1740 hubo un asentamiento en las faldas del cerro Hueyacixtlahuac, más abajo del actual, en la zona que está muy erosionada, el cual fue producto de una migración de los pueblos que habitaban la ribera del lago, desplazados por las haciendas de la Colonia que "vieron el terreno propicio por los manantiales". Posteriormente hicieron la iglesia en 1747 y el pueblo se trasladó donde se encuentra en la actualidad. Según este informante, antes de esta época "no había gente por acá". La población habla de que recientemente se descubrieron ruinas arqueológicas que evidencian asentamientos más arriba de la ubicación actual, en el llano.

Palerm y Wolf [1972] documentan que en la época de Netzahualcóyotl se registró un auge del sistema hidráulico14complementado con terrazas de cultivo, que coincidía con los límites de su señorío, el cual en parte estuvo fuertemente motivado por una hambruna que hubo en el valle de México a mediados del siglo XV,15 cuando la situación alcanzó tal gravedad que la gente se vendía como esclava a los habitantes del golfo a cambio de comida.

En "The Titles of Tetcotzinco (Santa María Nativitas)", escritos en 1539 [McAfee y Barlow 1946], se manifiesta la relación de Netzahualcóyotl con el ordenamiento del agua de los manantiales de la sierra para las comunidades de la montaña, y aunque no se nombra a Santa Catarina del Monte,16 aún persiste en la tradición oral que los manantiales (Texapo, Agua de Paloma, Minastlateli, Atlapulquito, Río Chiquito y Almeyatl) fueron utilizados por Netzahualcóyotl para el sistema de riego del Tetzcutzingo17 (lugar de recreación de los descendientes del linaje de Xólotl), hacia donde se conducía el agua que brotaba de estos manantiales a través de canales de irrigación (caños) que pasaban por Caño Quebrado:

Tenía Netzahualcóyotl sus ayudantes que venían a limpiar el caño, el día de la Apantla, desde el manantial hasta el Tetcutzingo, y la población de Santa Catarina también participaba... como una muestra de purificar el agua de manera religiosa... como limpiar el alma.18

Netzahualcóyotl hacía un sacrificio de una doncella arriba en el Tláloc y otra en el lago de Texcoco, el día de la Apantla, y se limpiaban los caños; él siempre lo hacía un día lunes,19 pero con la colonización se pasó a la cuaresma [...]. (P. J. E., integrante del Comité del Agua.)

Según los pobladores, Netzahualcóyotl les encomendó que nunca dejaran de celebrar esta fiesta. La participación de las otras comunidades de la región en esta celebración queda un poco confusa y se pierde en la memoria colectiva. Algunos informantes señalaron que otras colectividades de la montaña al igual la celebraban, y en fecha más reciente otras comunidades que también usaban el manantial Agua de Paloma comenzaron a participar en la fiesta,20 en la que "al menos contribuían con las ceras para la celebración".

Además de la relación de purificación con Chalchiuhtlicue que anotan Durán [1995, vol. 2: 175-177], y Azar y Johansson [1992: 64], podemos encontrar referencias escritas en algunos cronistas de la época prehispánica relativas a la existencia de prácticas de limpieza de los caños o acequias y de ceremonias asociadas a estas aguas en México.

López de Gómara [2001: 187] explica, sobre el agua que se traía de Chapultepec por medio de un acueducto en caños dobles a Tenochtitlan: "La traen por caños tan gruesos como un buey cada uno. Cuando uno de ellos está sucio, la echan por el otro hasta que se ensucia". Los calpixque,21 entre otras cosas, se encargaban "de repartir los oficios y obras públicas", y de la limpieza de calles y acequias [Durán 1984, t. 1: 116]. Torquemada cita una limpieza ritual de presas de agua en el mes de junio, junto al Templo Mayor de Tenochtitlan:

[...] el día que hacían fiesta en esta capilla y templo a estos dioses tlaloques, era por el mes sexto, que llamaban etzalqualiztli, que en nuestra cuenta corresponde al mes de junio; este día lababan [sic] todas las albercas y presas de agua, y jugaban con cañas de maíz verde y hacían baile, que llamaban etzalmacehualoya, en todo el pueblo; y mataban en este lugar, en honra de estos demonios tlaloques, algunos cautivos y ayunaban uno de sus ayunos [...] [Torquemada 1976, vol. 3: 220].

La ceremonia de un caso, mencionado por muchos de los cronistas, es de interés para este trabajo por los elementos allí mencionados, cuando Ahuitzotl quiso aumentar a la fuerza el agua para México a costa del manantial Acuecuexatl de Coyoacán:

Mando [sic] Ahuitzotl abrir un caño y trajeron el agua con grandes ceremonias y supersticiones, yendo unos sacerdotes incensando a la orilla del caño, otros sacrificando codornices y untando con su sangre las paredes de la zanja o atarjea, otros tañendo caracoles y haciendo música al agua, llevando uno de los ministros de Chalchiuhtlatonac (diosa del agua) vestidas sus ropas, fingiendo ser ella la que la llevaba; y todos iban saludando al agua y dándola [sic] la bienvenida [...] [Torquemada 1976, vol. 1: 266].

Durán [1984, t. 2: 375-380] da más detalles de la ceremonia, el color del traje de Chalchiuhtlicue era el azul y los adornos de piedras azules y verdes "denotando el color del agua [...] hablábale con mucha reverencia"; los cantantes de Tláloc y de la diosa del agua, "todos tañendo, bailando, cantando cantares apropiados al agua"; hace mención a otros instrumentos musicales, como flautas y "bocinas", y a la presencia de "muchos viejos" que traen animales relacionados con el agua; de gran número de gente, "con muchos géneros de danzas, bailes y cantos; con diferentes vestidos y personajes"; el rey le ofrece rosas al agua, "humadazos encendidos", solicitándole muy respetuosa y sugerentemente, cumpla su oficio, además, se incensaba el agua en la boca de los canales. Toda la ceremonia se realizaba en el curso de los canales.22

En la época prehispánica se hacían varias fiestas y ofrendas a Chalchiuh- tlicue y los tlaloque, aquí llamados tiochis, duendes o ahuaque. A continuación se resume cómo eran esas celebraciones: en el primer mes (atlacahualo), para pedir lluvia, se les ofrendaban niños en el monte y en la laguna [Sahagún 1982: 98], "íbanles tañendo con flautas y trompetas" [1982: 99]. En huey tozoztli, cuando bajaban a la laguna, en Pantitlán, se le ofrendaba a Chalchiuhtlicue el árbol tota, con el que habían hecho un bosquecito, una niña vestida de azul que representaba la laguna, las fuentes y arroyos, y oro, joyas, piedras y collares; en el cerro ya le habían ofrendado a los tlaloque y a Tláloc [Durán 1995, t. 2: 94-97]. En Etzalcualiztli [Sahagún 1982: 35] también los festejaban. En el signo ce acatl hacían, en la primera casa, la decimocuarta fiesta movible dedicada a Chalchiuhtlicue: "hacían la fiesta todos los que trataban en el agua, así vendiendo el agua como pescando, como haciendo otras granjerías que hay en el agua" [1982: 96-97]. En tlacaxipehualiztli, en los montes y cuevas se les ofrendaba a los idolillos de piedra y barro [Durán 1995, t. 2: 248]. En tozoztontli, a Tláloc "y sus compañeros" [Sahagún 1982: 80]. En tepeilhuitl realizaban fiesta a los montes y en atemoztli a los tlaloque [1982: 88 y 91].23 El agua era tan importante y venerada que Anzures y Bolaños [1990] describe cómo todas las festividades estaban influidas por Tláloc ("con sus inseparables tlaloque"), sugiriendo que constituían una especie de mito de regulación ecológica. Broda [2009a: 49] observa cómo la mayoría de las ofrendas del Templo Mayor giraban alrededor del simbolismo de la lluvia.24

Torquemada [1976, vol. 1: 265], Chimalpahin [1965: 155, 226-227], Tezozomoc [Palerm 1990] y Clavijero [1987] registran que se llamaba a tratar los asuntos del agua a todos los personajes con conocimientos sobre ella, así como sobre las estrellas y los días, a quienes denominaban "hechiceros", "medio ingenieros, medio brujos" o "brujos de cosas del agua".

Como se puede ver, en la época prehispánica se hacían ceremonias, ofrendas y danzas dedicadas a los manantiales, depósitos y acequias, durante las cuales se les tocaba música, se les cantaba y se les hacía una limpieza ritual. Todo ello asociado de manera importante no sólo a Tláloc y los tlaloque, sino principalmente a Chalchiuhtlicue. Estos rituales proporcionan evidencias que nos permiten deducir que Chalchiuhtlicue fue parte de aquel mito de regulación ecológica.

En Santa Catarina del Monte, hace unos 70 años, los huenchillos ("hombres viejos" disfrazados de mujeres como en el carnaval),25 según las personas de mayor edad, danzaban a lo largo del canal mientras otros lo limpiaban. La danza era acompañada por la música de una chirimía y de un instrumento de viento característico de esta festividad, el víbano.26 Ir al manantial exigía comportarse con respeto y sólo algunos mayores podían acercarse a él.

[...] y hasta se quitaban el sombrero para saludarlo, en señal de respeto27 [...] las personas mayores eran las únicas que podían disponer del agua [...] llevaban el incienso, se quitaban el sombrero, se lavaban las manos para poder ellos entrar a donde estaba saliendo el agua y poner la cruz y, bueno, rezar [...]. (F. E. V., integrante de la mayordomía.)

Antes todo era ordenado, se manejaban las jerarquías, las personas más grandes eran las más sabias y eran las que dirigían la Apantla, ahora cualquier persona dice haz esto, haz lo otro [...]. (C. C. V., hijo del granicero.)

También se dice entre los informantes que:

[...] le hablaban en náhuatl al manantial: ya venimos a limpiarte agüita linda, gracias, por un año ya nos serviste, ahora estamos aquí, si Dios nos concede, de aquí a un año volveremos a venir a limpiarte [...]28 (C. C. C., curandera.)

Al terminar la tarea llevaban alimentos, "era de traje", para compartir "un taco", en otros casos era un aguador o el mismo granicero (el que detiene y/o arroja granizo) quien,29 mientras ocupaba el cargo de aguador,30 invitaba la comida para todos, como un tributo o una forma de agradecer a los duendes y a la gente que lo apoyaba.31 Después del taco, los que querían bailaban. Se ofrendaban flores silvestres al manantial y la cruz, o pétalos de rosa bajaban del manantial por el caño y cubrían el depósito de agua. Este evento duraba todo el día. El agua era muy abundante, cada quien disponía de ella de acuerdo con su necesidad, había para uso doméstico y para riego de los terrenos.32 Sólo un aguador o regidor del agua se encargaba de la fiesta. Algunos caños, como el del manantial de Atexcac, eran de unos 50 cm de profundidad por 50 cm de ancho, y estaban hechos de tepetate, el cual se "enlamaba más que el de concreto de la actualidad". Otros caños, como el de Almeyatl, eran de cal, arena y lajas de piedra, éstos se usaron posteriormente para poner sobre ellos la tubería. Según los pobladores, en 1954 "no había misa en ese tiempo, las misas se hacían cada mes" (M. L. V., integrante de la mayordomía). La parroquia quedaba en Huexotla, el padre venía a caballo y daba misa en todos los pueblos.

Algunos informantes argumentan que en la medida en que fue aumentando la población y el agua fue disminuyendo por la tala del monte, la forma de organización para regir y administrar el agua, como se verá más adelante, se volvió más compleja.

En el 78 [fue que] empezó a faltar el agua [...]. (M. L. V., integrante de la mayordomía.)

Hace 45 años, llovía día y noche. En esos tiempos llovía desde mayo, mitad de abril, ahora ya se pasa mayo, abril, junio, y no llueve [hasta] principios de julio. Antes llovía todo el mes de junio, por eso mismo hasta las cosechas, aunque sea de riego, no se dan, sólo algunos el agua tenemos, no alcanza para riego, entonces ya, cuando llega la lluvia, ya no le da tiempo de crecer [...]. (S. A. V., integrante del Comité del Agua.)

Cerquita del Comité sembraron porque el agua está a la mano, pero abajo, ya no se da y ya se tiene que comprar [...]. (S. A. V., integrante del Comité del Agua.)

En el monte tenían cultivos más extensos y de temporal:

Los terrenos que había ya son casas, ya se tupió de casa y ya no quieren trabajar [...]. (M. L. V., integrante mayordomía.)

En toda la región, y específicamente en esta comunidad, es frecuente adjudicar el cambio de régimen de lluvias y el cambio climático regional a que "se llevaron a Tláloc33 para la Ciudad de México", y a que "el gobierno secó el lago de Texcoco", el cual contribuía con la formación de nubes que se trasladaban y chocaban en la montaña con la masa forestal, que además de humedecerla se reflejaba en dos o tres fuertes aguaceros en el día.

Santa Catarina del Monte es un pueblo en el que antes la totalidad de los habitantes se dedicaba a la agricultura y sobrevivía de los recursos naturales del monte. En la actualidad las cosas han cambiado, ahora ya sólo una parte de la población continúa viviendo del monte, como los recolectores de plantas medicinales, de hongos y de materiales para las artesanías y para los floristas, así como los "talamontes"; el resto se ha dividido —según estimaciones de los mismos pobladores— como sigue: 50% son músicos y 40% floristas, en tanto que el otro 10% se dedica a trabajar como asalariados en Texcoco y el Distrito Federal. Algunos denuncian un cambio brusco a partir de los años ochenta (del siglo pasado) que repercutió en su sistema tradicional de organización, sus creencias y sus costumbres.

 

El evento en la actualidad

Esta fiesta del agua, como se deduce de los siguientes testimonios, es parte de la identidad y de la supervivencia del pueblo:

• La limpieza del caño es necesario hacerla según nuestros antepasados para darle gracias a Dios que tenemos agua. (P. A. V., integrante del Comité del Agua.)

• La fiesta del Apantla ayuda a que quieran el agua. Todos adoramos el agua porque es el que nos mantiene. (C. M. O., mujer de 79 años.)

• Es el agradecimiento para que no nos falte el agua. (M. D., hombre de 72 años.)

• Anteriormente a sus dioses. (P. J. G., integrante del Comité del Agua.)

• El agua debe ser venerada porque, ¿qué haríamos sin agua? [...] El agua es lo más sagrado que tenemos, pero sólo una vez al año veneramos el agua, y tanto que nos sirve durante todo el año. El agua está en todo. (M. D. C., integrante de mayordomía.)

• Todos los manantiales son sagrados porque gracias a Dios nos están reviviendo, las semillas, las plantas, habiendo agua están frondosas. (C. M. O., mujer de 79 años.)

La Apantla es una fiesta que se recalendariza en función de la Semana Santa del calendario católico. Después del miércoles de ceniza se cuentan dos viernes y al siguiente lunes es la fiesta, por tal motivo ésta puede caer en febrero o en marzo. Ni la Apantla ni la celebración del 3 de Mayo son consideradas fiestas de la comunidad en el sistema de cargos religiosos o mayordomías, no se clasifican dentro de las fiestas patronales, sin embargo, aunque la organización es civil, también interviene la iglesia:

La Apantla es una ceremonia tanto civil como religiosa, actualmente ya se pide misa por acción de gracias de que Dios ya nos da ese vital líquido. Entonces con más razón tenemos que cuidarla [..]. (M. R. V., representante en la iglesia.)

Es esa mezcla fuertemente entrelazada de lo "místico con lo religioso", en la que ellos consideran lo místico como:

[...] las creencias de todo lo que las costumbres que se tiene, la forma de curar, de festejar el agua, a los muertos, los lugares sagrados [...]. (C. J. C., hijo del granicero.)

Y lo religioso lo consideran como la asiduidad a la iglesia; esto es lo que permite que surjan sugerencias como la siguiente:

[...] sí me gustaría que la iglesia se metiera más a fondo con el agua, que la llame más en las palabras de Dios [...] que en la misa se pidiera por el manantial para que nos dé más agüita [...]. (C. D. C., integrante de la mayordomía.)

Sin embargo, aunque el origen de la adoración del agua tiene sus raíces prehispánicas y una estructura organizativa propia que le permitió pervivir hasta la actualidad, ésta fue modificada y reelaborada, lo cual incluyó que los habitantes renombraran a sus deidades con el fin de hacerlas encajar en las celebraciones católicas.

Según algunos testimonios, la penetración de la religión católica aumentó de manera marcada en los años ochenta del siglo pasado, aun así hay quien explica al respecto: "Pero no nos desprendemos de lo místico" (C. J. C., hijo del granicero).

El hecho de no ser parroquia les permite cierta autonomía y la participación tanto de las mayordomías para las fiestas patronales como de las numerosas peregrinaciones, lo que denota una ordenación del transcurrir del año fuertemente religiosa,34 por lo que, quizá como una estrategia para mantener la participación en los cargos civiles y religiosos, festividades, peregrinaciones, y costumbres en general, en la actualidad la mayor parte de la población se dedica a actividades como la de músico y florista. En este sentido, retomando a Korsbaek y González [2000], se puede apreciar que el sistema de cargos relacionado con la vida ritual de esta comunidad es un eje sólido que rige el devenir de la comunidad y es la base de la identidad, superando no sólo "la subordinación política al gobierno municipal" [2000: 57], sino también la subordinación a la Iglesia católica.

Los encargados de organizar la Apantla son los Comités del Agua. Cada comité administra uno o más manantiales. De ellos sale el agua para los caños, la cual es utilizada para el riego de los terrenos,35 sembrar maíz, frijol, haba, etc. El agua entubada es para uso doméstico. Por lo que los comités que no tienen caños ya no tienen riego. En la actualidad solo uno de los comités tiene caños que se limpien, en los otros se hace sólo una limpieza ritual del manantial.

Temprano en la mañana los vecinos de cada manantial van como voluntarios ("faeneros") a limpiar los manantiales y caños, así como la cisterna o los depósitos de agua. En 2013 fueron acompañados por los tradicionales vibaneros, como se hacía anteriormente.36 Mientras, en la iglesia, los fiscales entregan un estandarte de la "Santa Patrona" a cada presidente de los Comités del Agua, quienes a su vez lo ceden a sus esposas.37 En caso de ser mujer la presidenta, ella misma traslada el estandarte, como en 2013. Posteriormente salen de la iglesia acompañados de los músicos, campanas, incienso y cohetes.

Al concluir la labor de limpieza, el Comité del Agua, o un aguador,38 invita a los "faeneros" a desayunar, junto con los músicos, autoridades civiles (Delegación, Comité de Bienes Comunales, Bienes Ejidales, Copaci y Consejos de Vigilancia),39 autoridades religiosas (fiscales, mayordomos, campaneros e incienseros), vecinos y los miembros del comité. Una vez terminado el desayuno, salen de allí todos los comités con las ofrendas para la iglesia.40 Al repicar de las campanas le siguen los cohetes, y la banda ameniza la procesión hasta llegar a la iglesia de la "Santa Patrona", donde se entregan las ofrendas. Las cruces azules son trasladas por los integrantes del Comité del Agua; éstas también se llevan a "oír misa", pues después de eso serán colocadas en cada manantial y depósitos de agua con sus respectivos arreglos florales.

La iglesia es el lugar de encuentro de los tres comités. El sacerdote católico alienta esta costumbre e invita a la protección del agua, la tolerancia con el prójimo y "a dar [ofrendar] lo que más nos cuesta, pues Dios lo multiplicará".41 Después de la misa los asistentes se separan y cada comité hace un recorrido que consiste en rezar y dejar una cruz azul,42 con su respectiva ofrenda floral, en cada uno de los depósitos de agua o estanque y en el manantial. Al llegar a cada uno de ellos,43 la banda "debe entonar las mañanitas, como si llegara a una casa" (P. J. E., integrante de Comité del Agua). Tales recorridos también van acompañados del estandarte de la Santa Patrona, las campanas, el incienso, la banda musical, los cohetes y representantes de todos los comités mencionados anteriormente.

Se tiene especial cuidado de no echar cohetes cerca del manantial pues, según los habitantes de la localidad, esto podría "espantar el agua", ya que en la historia oral hay antecedentes de que esto ocurre.44 Los presidentes de los Comités del Agua dirigen los recorridos, dan algunos mensajes, tanto en el desayuno como en el manantial, donde, además, los otros representantes de las autoridades civiles y religiosas dicen algunas palabras para agradecer a todos los participantes e invitarlos a continuar con la tradición "para agradecer a Dios por el agua, para que no nos falte". La banda amenizará el baile para quienes se animen.

En el manantial de Atexcac invitan a un rezandero a orar, tanto a la hora de hacer la limpieza del manantial como a la hora de poner la cruz. En 2013, al lado de la cruz y el incienso, y junto a las ofrendas llevadas a ésta, el comité colocó ofrendas para los "duendes", éstas consistían en dos canastas con galletas, fruta y trastes pequeños, las cuales habían sido bendecidas con anterioridad en la iglesia. Después de la oración la presidenta dirigió unas palabras a los duendes entregándoles su ofrenda, y junto con los integrantes del Comité del Agua, lanzaron pétalos de rosa,45 cubriendo alrededor del manantial y el mero ojo de éste.

Dependiendo de cómo se organice cada Comité del Agua, al terminar los recorridos se invita a una comida, ya sea en la casa de un aguador (como en el Comité de Almeyatl-Minastlateli) o en el manantial (como en Atexcac, donde son los vecinos quienes se organizan para brindar "un taco"). Después del "taco" o comida, los tres comités se reúnen en la iglesia, donde dejan los estandartes y campanas; los fiscales agradecen a todos su participación y los invitan a continuar con la tradición, dando un reconocimiento a la importancia del agua. Al atardecer cada comité y todas las autoridades civiles y religiosas llevan a la iglesia una muestra de los alimentos para ofrendarlos a la Santa Patrona, los cuales compartirán en la noche, en la explanada de la delegación, con toda la comunidad. Al anochecer cada Comité del Agua llega con sus alimentos para compartir y con una banda musical. Un maestro o una maestra de ceremonias habla de la importancia de la fiesta del agua e invita a todas las autoridades a decir unas palabras de agradecimiento a las personas que hicieron posible el evento y a la Santa Patrona "por estar llevando a cabo nuestra festividad... por los manantiales que tenemos, por el agua que tenemos y en la forma en que se está distribuyendo" (P. J. E., integrante Comité del Agua). Se alienta a continuar con la tradición y a hacerla cada vez mejor para "agradecer con mayor abundancia el agua que Dios nos está mandando", para que en ese acto de donación sea mayor la retribución incondicional, "pues sin agua no hay vida". En la fiesta del agua, "nuestra fiestecita, hay cena, música y baile para todo el pueblo".

Sin embargo, para muchos, por sus trabajos, la Apantla es sólo el convivir en la noche, pero en general consideran que "es la fiesta más bonita [de todas las de la comunidad] porque convive todo el pueblo, todos los comités llevan alimentos y comparten en la noche".

Algunos jóvenes se quejan porque:

Lo hacemos por algo de mercadotecnia, todo se nos va en fiesta, licor, comida, pero no se reflexiona sobre lo que es el verdadero sentido de la Apantla, que es la conciencia del cuidado de nuestra agua, de nuestros manantiales y nuestros recursos naturales... debemos tomar conciencia de cómo nuestros antepasados sí lo hacían, ¡y nosotros que supuestamente tenemos más recursos, más información, no lo hacemos! [...] cuando uno es aguador es cuando uno se da totalmente cuenta de que el agua está disminuyendo, porque no es solamente tener el agua disponible para todos, entubada, sino hacer un uso adecuado de ella. (C.G.T., integrante de la mayordomía.)

En los últimos años, de forma intermitente, se ha retomado la ceremonia azteca-chichimeca en cada manantial, así como la danza, el tipo de ofrenda y de música.46 Con actividades paralelas a las antes descritas, la ceremonia en el manantial fue organizada en 2012 y 2013 por un grupo de jóvenes de la comunidad denominado Juventud Comunitaria y por el Consejo Indígena Náhuatl de Texcoco,47 e invitaron a danzantes de la región que se reconocen a sí mismos como "guardianes de la mexicanidad", quienes a su vez llevaron a un granicero de la zona. Dicha ceremonia, realizada en los dos manantiales antes mencionados, consiste, según los diferentes actores, en "abrir el cosmos para ponerse en contacto con la energía cósmica" dirigiéndose a los cuatro puntos cardinales, arriba y abajo, y nombrando a Ometéotl.48 Así se le habla a los lugares y en el centro va una ofrenda con los cuatro elementos (agua, fuego, aire y tierra). Después del ritual de apertura se le toca al manantial una melodía con una flauta pequeña y, mientras se le sahúma con copal, se le coloca una pequeña ofrenda en una vasija de barro con pan, fruta, dulces, galletas y trastes pequeños,49 y se reparten pétalos de flores y rosas alrededor tanto de la ofrenda como del manantial. Se comparte entre los asistentes el agua sacralizada en el ritual, se entonan cantos y se baila una danza acompañada del huehuetl y la guitarra conchera. Se dan unas palabras de agradecimiento al manantial y a los participantes y se les pide proteger a la naturaleza, la madre tierra y al agua; se expresa el sentimiento de considerarse (al ser humano) parte de una naturaleza humanizada. Ser parte de la naturaleza humanizada es además una forma muy pedagógica de entender, en lo humanamente posible, que todos somos parte de... y cualquier integrante del sistema tiene la misma importancia.

Ser parte de... es un aspecto que está implícito en el concepto de ecosistema, el cual incluye al ser humano como parte de la naturaleza. Al terminar se entona un canto de despedida al manantial.

Aquí se considera al agua "como la esencia de la vida", aunque para las personas de mayor edad que aún hablan náhuatl en la comunidad, con un discurso no tan elaborado,"el agua es como una criatura" y por ello le hablaban como tal en náhuatl, se quitaban el sombrero y le pedían permiso, en tanto que ahora se le cantan las mañanitas, se le aplaude, etcétera.

Se concibe al agua como un ser vivo al que le gusta que le canten y le dancen; uno de los danzantes agrega:

Al agua hay que cantarle porque el agua está viva, es un ser al que le agrada que le cantemos como a nuestra madre, como a nuestros hermanitos cuando les hablamos dulce. El agua se transforma, el agua nos da su vida, y cuando está contenta nos la da con mucho mayor amor y como nosotros le podemos siquiera dar un canto, como dice el abuelo Netzahualcóyotl "siquiera un canto, siquiera una flor"... porque también va cantando el agua, también es una danza y va danzando, entonces esa armonía hace que fluya, hace que sea más limpia y que salga con más alegría, con más fuerza, la danza y el canto... ayuda a que haya más agua, porque nos está oyendo, está conectada el agua con la madre tierra, es parte de nuestra madre, el agua, y ella es una de sus mil voces, entonces cuando canta con nosotros, todos estamos muy contentos, cuando danzamos con ella [...]. (C. V. K., danzante.)

En la Apantla de 2012 el Consejo Indígena Náhuatl de Texcoco también organizó una misa en náhuatl,50 en la que confluyen algunos elementos católicos y de la cultura náhuatl (como el sahumador, el copal y los cuatro elementos naturales). En esta misa destacó la presencia de las personas de mayor edad, pues son las que aún hablan náhuatl.

 

Fiesta de la Santa Cruz o del 3 de mayo

Esta fiesta anteriormente se denominaba Atlazaziliztle, un término que quiere decir llamado al agua. Se dedicaba a Tláloc y fue complementaria a la Apantla, que se celebraba en honor de la deidad Chalchiuhtlicue (Juan Pichardo Rubí, profesor de mexicano —náhuatl— de la región, comunicación personal, 28 de noviembre de 2013).

En la fiesta de la Santa Cruz se bendicen en una misa o ceremonia católica las cruces que fueron colocadas en los manantiales y depósitos el día de la Apantla, por lo que sigue aún muy vinculada a los manantiales, las lluvias, los caños, los cerros y a la Apantla. También quienes la organizan son los Comités del Agua. Uno de los comités va al cerro, en medio del bosque, donde, según la tradición oral, en una ocasión se apareció la Santa Patrona para proteger al pueblo del ataque de los carrancistas. Desde este punto denominado Tlaixtli,51 en el que hay tres cruces, se tiene una visión panorámica del pueblo, de Texcoco y del valle de México. Se considera que estas cruces cuidan al cerro y protegen a la población de todo mal, son las que "representan a la comunidad": "la cruz protege a uno, porque la cruz es por delante, por delante del cuerpo de uno" (C. C. C., curandera). Allí se hace una ceremonia52 con el diácono de la capilla de la "Santa". Después de la celebración hay cohetes y se invita un refresco. En los manantiales, donde se enfloraron las cruces en la Apantla, el sacerdote católico oficia una misa. "Las cruces protegen también a los manantiales, pero hay que bendecirlas". Las otras cruces que se hallan en los manantiales a cuatro horas de camino, en el cerro o los depósitos, se bajan el domingo antes del 3 de mayo para bendecirlas y para que "oigan misa". En el Comité de Almeyatl-Minastlateli hay padrinos de las cruces que se encargan de traerlas a sus casas, limpiarlas, pintarlas, enflorarlas y llevarlas a la misa que se realizará en el manantial de Almeyatl. El Comité de Atexcac las traslada al depósito donde están las oficinas y el auditorio adecuado para eventos y misas, por lo que ellos mismos se encargan de limpiarlas, pintarlas y enflorarlas.

Unos van al Almeyatl y otros al Tlaixtli. Los que van al Tlaixtli bajan al depósito del manantial de Atexcac, donde hay misa, cohetes, banda53 y convivio (desayuno o comida, dependiendo de la hora en que les den la misa). Las personas también llevan las cruces que ponen al iniciar la construcción de las casas, las cuales "deben ser bendecidas cada año y adornadas de flores naturales o artificiales de muchos colores para asegurar la protección de la casa" (P. A. V., integrante Comité del Agua). Las cruces son tratadas con mucho cuidado, especialmente las que tienen Cristo, y todo el atrio se llena, pues hay una nutrida asistencia. En la misa y la ceremonia católica se explica el significado de la cruz y de cómo "todos llevamos una cruz que debe ser cargada con gozo".54 El diácono explica que "antes era muchísimo más importante esta fiesta, aunque todavía es importante". También hay misas particulares en las vísperas del 3 de mayo para pedir agua, las cuales se celebran como reemplazo del pedimento de lluvias que hasta hace poco realizaba el granicero en el mes de febrero o marzo en el cerro del Tláloc, custodiado por cuatro o cinco personas.

 

La organización de los comités para las fiestas

Si no tuviéramos el agua no viviríamos, no existiría este mundo. Esto lo entendí cuando tuve el cargo. Nadie entra sabiendo, todo se aprende a través del cargo. Sin el agua no existiera nada, no habrían árboles, no habrían campos, no habrían animales, y no habría maíz, ni frijol, ni otras semillas para sobrevivir. (S. A. V., integrante del Comité del Agua.)

La comunidad está organizada por tres comités del agua, los cuales tienen a cargo la administración y mantenimiento de uno o varios manantiales, sus depósitos y estanques. El nombre del comité se recibe de acuerdo con el nombre del lugar en el cual se ubican los usuarios o el de los manantiales más importantes que están bajo su dirección. Dichos organismos se encargan del agua rodada para riego y del agua potable, así como de la organización de la Apantla y la fiesta del 3 de Mayo. Aunque cada comité se organiza con algunas variantes que se introducen año con año, hay diferencias de organización entre los comités, por ejemplo, entre el de Atexcac y el de Almeyatl-Minastlateli.

El Comité del Agua de Atexcac se elige cada año55 conforme a la localización de los comuneros propietarios de terrenos o casa/habitantes del sector al que le surte cada manantial. Lo conforman un presidente, un secretario, un tesorero, cada uno con su suplente, y ocho aguadores. El comité saliente elige cuál será el cargo que ocuparán. Un aguador por semana se encarga de cerrar y abrir las válvulas para que se suministre el agua por sectores cada tercer día y de saber las necesidades de agua para riego que tienen sus usuarios. La mesa directiva se encarga del mantenimiento de manantiales y depósitos, y de organizar las fiestas mencionadas. Los usuarios pagan una cuota anual para cubrir el sustento de manantiales, depósitos y estanques, y para los gastos de ofrendas, cohetes, flores, mantenimiento y enflorada de las cruces para las fiestas. La banda musical la pone la delegación.56 Quince días antes de las fiestas salen los cobradores de las cuotas para los cohetes, flores, misa y cantor. Cada miembro de la mesa directiva del comité debe dar una cooperación para el desayuno, la comida y la cena de la Apantla, y 3 de Mayo, el desayuno o la comida.

El cargo en el Comité del Agua es por un año, "como las mayordomías, va parejo", desde abajo, hasta todo lo que corresponde al Comité de Atexcac. Para los pobladores esto trae consigo muchos problemas, "al terminar, los vecinos ni te saludan". Por el contrario, la mayordomía es considerada una bendición57 y "todos quieren ser mayordomos".

Los hombres se relacionan con el agua a través del cargo en el Comité del Agua.

Generalmente son señores los que son aguadores, pero si por ejemplo la mujer está sola o el esposo está trabajando, le toca a ella. Pero hay cosas como los arreglos, sí tienen que ser a fuerzas los hombres. (S. A. V., integrante del Comité del Agua.)

Sin embargo, en 2013 una mujer ocupó por primera vez el cargo de presidente. Todos los cargos de la mesa directiva y casi la mitad de los del comité fueron asumidos por mujeres: "Las mujeres son las que más se relacionan con el agua por la comida, la lavada de trastes, la ropa, también la usamos para el baño" (S. A. V., integrante del Comité del Agua).

Las mujeres hablan con mucho aprecio del agua: "Los manantiales nos están reviviendo, primero Dios y el agua, porque si no hay agua nos vamos a morir" (C. M. O., mujer de 79 años).

En general, los que han participado en el cargo dicen que es a través de él que lo aprenden:

El cargo como aguador o en el Comité del Agua y la Apantla ayudan a que quieran el agua, todos adoramos el agua porque es la que nos mantiene, apreciamos el agua, la valoramos, es un líquido vital, es sagrado. Aunque hay algunos de nosotros que no la cuidamos y la desperdiciamos. (D. F. T., integrante de la delegación.)

En este comité ya reforestaron un millar en el manantial... dos, los del comité y el pueblo en el monte. (P. J. G., integrante del Comité del Agua.)

Es persistente la siguiente idea:

[...] hay que ser más conscientes de que el agua se tiene que cuidar más. La contaminación que estamos haciendo como habitantes en el suelo que tiene el manantial, basura inorgánica, vasos, hule... ¡Van y tiran basura!, se debería sacar un tema en el convivio de no tirar basura en el manantial. Hacerle conciencia a la gente. Salir a recaudar basura, aparte de los caños [...]. (S. G. V., mujer integrante del Comité del Agua.)

El Comité de Almeyatl-Minastlateli administra el agua para terrenos ejidales, también lo conforman un presidente, secretario y tesorero con sus respectivos suplentes y vocales. En la Apantla un primer aguador se encarga del desayuno y el segundo de la comida. En 2013 dos mujeres ocuparon el cargo de aguadoras por primera vez. El comité se ocupa de la cena y con el dinero que aporta cada usuario se encarga del mantenimiento de los manantiales, depósitos y estanques, del bombeo, los cohetes, la ofrenda y la entrega de la canasta58 con la cual se invitará al primer y segundo aguador a participar, en el caso de la Apantla, con el desayuno y la comida, respectivamente. Hay un padrino de cada cruz que se dedicará a su mantenimiento y enflorada. La delegación se encargará de la banda musical. Este comité se elige cada tres años por parte de la asamblea de usuarios.

 

Discusión

Cuidemos nuestros bosques para conservar nuestros manantiales, porque si se acaban los bosques se acabarían los manantiales. Hay que tratar de inculcar a los niños que cuiden eso que es algo tan sagrado que es el agua... Yo en su momento tuve la necesidad de ir al bosque porque no había de otra, pero ahorita en la actualidad ya no hay la necesidad de ir al bosque, el tipo de trabajo cambió, ojalá se siga conservando para seguir teniendo ese líquido que es tan necesario para todos. (F. M. O., integrante de la mayordomía.)

Se observó cómo, en el interior de la comunidad, en diferentes sectores de edad y género existe una sensibilidad especial hacia el agua, de lo cual no se es muy consciente, y que ubicada en un ámbito sagrado y desde la ritualidad de la fiesta, opera como un control en la relación profana y cotidiana con el elemento. Además, la organización social contribuye a que, al pasar por este cargo (que "va parejo" en dos de los comités), todos aprendan la lección y adquieran conciencia sobre el cuidado del agua y su sacralidad.

Esto, aunado al aprecio59 que se tiene por el monte, ligado a su identidad, se refleja en la comprensión de una relación inseparable entre el monte y el agua y la persistencia de seres no humanos que manejan y controlan el elemento (duendes, ahuaque o tiochis), que pueden causar enfermedad o daño si no se procede de manera adecuada y ritual al estar en los lugares donde éstos habitan. Esto ha contribuido a la existencia del bosque y los manantiales aun con la presión que se ha ejercido60 sobre estos recursos y a pesar de la cercanía de la masa urbana de la ciudad de Texcoco y el Distrito Federal.

En las fiestas la gente establece un compromiso, que reitera año tras año, ante su Dios (el católico), la Santa Patrona y el manantial, donde lo que se les obsequia en las ofrendas, en el sentido de Mauss [2007], refuerza la devolución, pues aunque se haga voluntariamente, la devolución es casi obligatoria. En este sentido es una forma de asegurar este intercambio con las divinidades a través de la fiesta, el baile, el agradecimiento espiritual y el ritual, ya que, como anotaba Good [2005], en el ritual también se intercambia energía. El gasto que hacen aguadores y comité es visto como un "sacrificio" que se dona, el cual tiene la capacidad de influir sobre su Dios (el católico) o la Santa Patrona, pues al recibirlo se comprometen a devolver más de lo que les han donado. Se manifiesta la idea de que cuanto mejor se haga la fiesta, más abundante será el agua. Lo que se negocia es la disponibilidad de agua, por lo que se agradece (pide) haber podido (y poder) volver a hacer el ritual. ¿Se restituirá el especialista ritual que negociaba en el Tláloc la disponibilidad de agua61 con sus "compadres", los duendes (tiochis o ahuaque)? Esta festividad podría suplir esa necesidad latente y muy sentida en la comunidad. Los caños ya están desapareciendo, en un sector de la población ya no hay, pero la fiesta no. La fiesta es el agradecimiento que compromete el agua, un compromiso sagrado, por lo tanto, es quererla, respetarla, valorarla, cuidarla y algunos dicen, adorarla. Además, el cargo se desempeña como un servicio a la comunidad para atender todo lo relacionado con el agua, lo cual incluye reforestar.

Los cambios que se han ido dando a lo largo del tiempo han transformado las formas como se manifiesta la fiesta, pero no su esencia. Se modifican los tipos de flores, pero sobrevive la ofrenda floral, cambia el copal al incienso, cambian los instrumentos musicales, el tipo de música y la organización de los músicos; cambia la danza o forma de bailar y los atuendos, pero no la presencia de la música. Al leer la descripción detallada de las fiestas que hace Sahagún [1982] podemos encontrar un estilo de organización social para las festividades que aún sobrevive, un aguador o encargado de la fiesta que invita a comer, la participación de las autoridades en todo el evento, en otro momento la comunidad, las procesiones, las imágenes de divinidades que los acompañan. No encontramos el vestido azul de Chalchiuhtlicue que simboliza el agua, pero sí encontramos la cruz pintada de azul y a una "Santa Patrona" que asumió sus funciones a la que se le ofrendan alimentos y se le agradece (pide) por el agua y su distribución. El agua habita en el manantial, en un depósito, una presa, es una entidad a la que se le deben entonar las mañanitas, aplaudirle y hablarle (en el manantial), y para utilizarla se debe pedir permiso a los seres (los tiochis o ahuaque) que habitan esos lugares. Esta agua, Chalchiuhtlicue, debe ser fertilizada por Tláloc "dios de las lluvias, truenos y relámpagos" [Durán 1984, t. 1: 81], ahora es a Dios (el católico), al que en una misa se le pide por las lluvias. Sin embargo, con los grandes cambios que está experimentando la comunidad para algunos es una exageración hacer una ofrenda con pétalos de rosas al manantial, hacerle una ceremonia azteca-chichimeca al mismo, pero sí sobreviven aún el agradecimiento, la música y la danza, y una relación sagrada con ella.

La presencia de la cruz resume la esencia de la ceremonia azteca-chichimeca en la que se invocaba a los cuatro rumbos cardinales62 y se establecía contacto con el cosmos, la energía cósmica y la divinidad. Algunos experimentan una sacralidad en todo lo cotidiano, se bendicen todos los elementos, los cuales guardan una relación sagrada con todo lo humano: la familia, los cultivos, los alimentos y la educación.

Dios va por delante en todo... la cruz también... cuando se está haciendo una cura, se está haciendo, invocando al Todo poderoso, siempre que se va a hacer algo (la masa para la tortilla, la sal para la comida, cuando empiezas a comer y cuando terminas, etc.), todo lo que se va a hacer "se bautiza". Son cuatro puntos cardinales, se empieza del norte, al sur, oriente a poniente, se está formando una cruz [...]. (P. J. E., integrante del Comité del Agua.)

Dicha ceremonia, actualizada y realizada en náhuatl, toma en cuenta a todos los elementos de todo lo existente en la naturaleza, lo cual implica concebir el espacio (los cuatro puntos cardinales), el centro, arriba y abajo, como una referencia a la totalidad.

Por eso ahora esa cruz es una síntesis, un símbolo de protección que representa la presencia de lo divino frente al Universo, es invocar a Dios (el católico), a la totalidad, al cosmos o a Ometéotl. Por ello las cruces deben "oír misa" el 3 de mayo y ser bendecidas para reiterar su carácter sagrado, su vínculo con Dios (el católico) o la totalidad, y con ello su poder para proteger manantiales, depósitos, casas, lugares, el monte y al pueblo.

La conciencia de que hay que conservar el monte, reforestar lo que se está talando es algo constante en la comunidad. Se manifiesta un descontento generalizado de la población en relación con los "talamontes", pues por reglamento interno de la comunidad el bosque no se debería tocar. Un integrante de las autoridades hace la siguiente observación: "Nadie tiene ese permiso, pero nadie los para, porque si se les dice a las personas y hay problemas... y no quieren enemigos [...]".

Sin embargo, es una mujer la que expresa:

Antes no cortaban cualquier parte, ellos nomás como quien dice iban levantando todos los palos que estaban, y las ramas, pero los troncos los dejaban, y ahora van barriendo como chambusquina. La verdad yo soy muy venenosa para esas cosas que hacen. No tienen precaución. Lástima, yo tanto, ya me cansé de pedirles ayuda a cualquier vecino. Pero como ya no puedo salir, Yo quisiera que me dieran el nombre de o número de ésta... de la Forestal, ¡por Dios! yo si viene la Forestal y me llevara para enseñarles por dónde está el destrozadero, yo puedo ir con ellos aunque me corten el pescuezo, pero siquiera que yo pudiera defender el patrimonio... precisamente ya no hay árboles, ya no hay agua. ¡Y todavía se ponen rebeldes! Y yo es lo que yo quisiera, que alguien me apoyara. Ojalá, si hay que alguien se aventara. Yo no le temo, si para morir nací. Yo lo que quisiera que apoyaran el pueblo para defender nuestro patrimonio. (C. C. C., curandera.)

Esta voz recuerda esa otra época en que, en estas montañas, Netzahualcóyotl, según Alva Ixtlilxóchitl [1985, t. 2: 129], "alargó los montes, porque de antes tenía puestos los límites señalados hasta dónde podían ir a traer maderas para sus edificios y leña para su gasto ordinario, y tenía puesta pena de la vida al que se excedía de los límites...". Sin embargo, a pesar de la dureza de las normas, en una ocasión que encontró a un niño en estos límites, recogiendo palitos para llevar a su casa, el mismo Netzahualcóyotl presenció la penuria del chico y "mandó que se quitasen los términos señalados, y que todos entrasen en los montes y se aprovechasen de las maderas y leñas que en ellos había, con tal que no cortasen ningún árbol que estuviese en pie, so pena de muerte [...]" [1985, t. 2: 129].

Para la época de Moctezuma II éste había prohibido el desmonte de ciertas áreas del imperio mexica, pero para el siglo XV y XVI grandes extensiones de la sierra habían sido desmontadas con el fin de abastecer de madera (que se usaba en la construcción de viviendas y como combustible) y otros productos del monte a las ciudades de Texcoco y México [Parra 1981; Palerm-Viqueira et al. 1986].

En la actualidad Vivar [2007] describe la situación de los bosques en la montaña texcocana como sigue:

El bosque no ha dejado de sentir la presión de la explotación. Los dueños de los aserraderos, en contubernio con funcionarios gubernamentales de la Semarnat y Probosque, y con las mismas autoridades ejidales locales, han impulsado una explotación industrial con la consecuente sobreexplotación del bosque y una corrupción en el manejo del dinero obtenido por parte de las autoridades ejidales, todo lo cual se ha venido incrementando desde que el control de la explotación del bosque ha pasado a manos de los propios ejidatarios [...].

Toda la racionalidad nativa de control desde lo sagrado hacia el monte se ve afligida y se plasma en la existencia de un bosque fracturado, empobrecido, y de un paisaje desacralizado y devorado por la racionalidad económica imperante en el entorno nacional.

Y, sin embargo, esta comunidad todavía se da el lujo de tomar agua directamente del manantial, estando a unos kilómetros del Distrito Federal: "El agua aquí normalmente no se hierve, pues es agua limpia, sale de las piedras... y si no la cuidamos, la contaminamos... pues vamos a tomar agua contaminada [...]". (M. R. V., representante en la iglesia.)

 

Conclusiones

El ritual en su función pedagógica actúa como parte de la educación ambiental nativa. Es así que la Apantla se convierte en un ejemplo para esa educación ambiental, en tanto hay una conciencia de la importancia del agua para los humanos, los seres vivos en nuestro globo terrestre y como elemento central en la naturaleza, lo cual la comunidad de Santa Catarina del Monte ha logrado a través de la práctica descrita, como método o sistema que contribuye al control social del agua. Sólo la fiesta, que es el agradecimiento que busca comprometer el agua, todavía instaura un compromiso sagrado en el que va implícita la valoración del agua hasta el punto de sacralizarla y adorarla.

Sin embargo, en su método o sistema de control se observa una fractura en la relación sacra monte-agua al casi desaparecer la intervención de un intermediario, el especialista ritual (el granicero) que demandaba a la comunidad su contraparte, quien podía integrar y cohesionar todo lo relacionado con el agua y el monte en el ámbito sagrado, de carácter permanente. Aspecto que al no asumirse de manera coherente y ordenada, se materializa en un control insuficiente ante la voraz amenaza de las motosierras y de los "talamontes", afectando así la disponibilidad del agua. Por ello, al no estar muy delimitada una nueva figura especialista o un cargo que atienda enteramente lo relacionado con el bosque, dada una debilidad en la organización social para el control desde lo sagrado, que sí es fuerte aun respecto al agua, el bosque se ve empobrecido y diezmado, afectando la cantidad de agua que brota de los manantiales. Por último, se observa un eclipsamiento de las festividades relacionadas con el monte 3 de Mayo, tepeilhuitl, Santa Patrona —Santa Catarina del Monte—, que al sacralizarlo contribuían a crear conciencia de la importancia del cuidado de lo que se consideraba sagrado, lo que sí se observa claramente aún con el elemento agua.

Chalchiuhtlicue, elemento medular del mito de regulación ecológica por el que se normaba el comportamiento hacia el agua, sobrevive reelaborada simbólicamente en la Santa Patrona con la que gestionan el agua; Dios (el católico) tiende a reemplazar a Tláloc, pues es a quien se le solicitan las lluvias en misa, y los tlaloque (duendes, tiochis o ahuaque) aún se consideran presentes en la Apantla y que siguen guardando los manantiales.

La lección aprendida con las sequías y hambrunas vividas desde hace siglos por los pueblos de la región, buscó con el ritual tratar de sujetar el tiempo, esto es, tener un control de las manifestaciones del entorno en la época de mayor sequía y tramitar la dádiva divina. También orientó a la población a ofrendar lo que tiene. Antes era la vida: sacrificios de seres vivos y humanos; ahora es el esfuerzo, el trabajo, el sentimiento de poder hacer la ofrenda, los alimentos, la música, oraciones, danza o baile. Pero también es lograr tener por este método de educación, un sentimiento genuino de aprecio, cariño y agradecimiento por el agua.

 

Agradecimientos

Este trabajo fue realizado gracias al apoyo de las becas doctorales del Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología (Conacyt), el financiamiento para investigación de estudios doctorales al Colegio de Postgraduados y la colaboración de la comunidad Santa Catarina del Monte.

 

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Notas

1 En el Diccionario de la lengua náhuatl o mexicana de Remi Simeón [1988] apantli significa caño, acequia.

2 Al respecto, y a sugerencia de algunos integrantes de la comunidad, se elaboró un video titulado Apantla: el agradecimiento por el agua, que fue entregado y presentado en diversas ocasiones en la comunidad.

3 Para Durkheim [1991] lo sagrado es aquello superior en dignidad (valor) y poder, lo que está sujeto a prohibir, pero a lo que se puede acceder a través de los rituales y la religión misma. Para Yolotl González [1983] es lo "totalmente otro", es la parte dinámica de lo sobrenatural, contiene mana o fuerza, es irracional (está más allá de la razón), es una parte esencial de la religión. Para una discusión más amplia sobre lo sagrado véase Madrigal [2013].

4 Con este fin se hizo el video sobre dicha fiesta, donde se expresa el sentir de la comunidad en relación con el agua.

5 Fiesta que cumple con las características de una tipificación del ritual: es cíclica, tiene un tiempo y espacio propios, es llevada a cabo por un especialista, es de carácter colectivo y simbólico, legitima prácticas y creencias de origen sagrado, y contribuye a la reproducción de la sociedad. Consagra un espacio y es la representación del mito (retomado de diferentes autores en el curso Mito, rito y religión, impartido por el doctor José Andrés García Méndez en la Escuela Nacional de Antropología e Historia, segundo semestre de 2010).

6 Ésta es la idea que los mismos sacerdotes católicos alientan: "Dar lo que cuesta, porque así Dios lo multiplicará enormemente"; lo que se aprecia en las siguientes palabras: "Precisamente es una obligación dar gracias, todo el año ya ocuparon el agua, gracias a Dios, ya Dios nos dio la agüita, ahora vamos a empezar otro año, por eso precisamente hacen ese sacrificio de dar un taco, no más de cada año" (c. c. l., curandera). Para una discusión más amplia sobre el sacrificio y este sacrificio simbólico véase Madrigal [2013].

7 Una descripción complementaria a la presente es la de Velázquez [2003].

8 También se la denomina fiesta del agua, en algunos lugares de España, en las que se celebra haciendo bailes, y como el Sábado de Gloria en México, arrojando agua a los que pasan frente a la casa; en China además se arroja agua como símbolo de purificación para comenzar el año nuevo con buena suerte. En otros países se toma el nombre del agua como elemento representativo de un lugar, un tema, un arte (Colombia, India, Bangalore y Estados Unidos), siendo organizada principalmente para aspectos culturales, ambientales, intelectuales, educativos y de diversión. En muchos otros sitios son ceremonias al agua (consultado en diversas páginas Web).

9 Comunicación personal del cronista de Texcoco, el profesor Alejandro Contla Carmona, septiembre de 2012.

10 Efectivamente, Parsons [2008: 169-171] se refiere a evidencias del Tolteca Tardío en este centro ceremonial, entremezclados con los del periodo Azteca. Wicke y Horcasitas [1957] enlistan varios cronistas que documentan el ascenso de los chichimecas al Tláloc, material de la etapa de las invasiones chichimecas (circa 1100-1300 d. C.) y anterior, también fragmentos pertenecientes al Tula-Mazapán y al complejo Azteca para concluir que no pudo haber sido construido antes de los toltecas.

11 Palerm y Wolf [1972: 119] plantean que se reorganizan por áreas ecológicas, los agricultores toltecas permanecen en la planicie lacustre y en el somontano, los chichimecas ocupan el somontano y la sierra como territorios de caza, controlan el área y dan protección militar a los agricultores. Parsons [2008: 224] ubica en el Tolteca Tardío este comienzo de la toltequización y la serie de eventos posteriores al periodo Azteca.

12 Comunicación personal del cronista de Texcoco, el profesor Alejandro Contla Carmona, septiembre de 2012.

13 González Rodrigo [1993: 23], basado en un documento de Coy [s/f, y al parecer sin publicar] refiere a la migración de 1418 la fundación de los pueblos de la montaña texcocana que, aunque coincide con la huida de Netzahualcóyotl, no se la adjudica a él; sin embargo, es de suponerlo, dado que huían de los tepanecas, eran aliados y estaban sujetos a este señor; quizás por ello Lorente-Fernández [2009: 100] deduce que los pueblos de la montaña (entre ellos Santa Catarina del Monte), fueron fundados por Netzahualcóyotl. Alva Ixtlilxóchitl [1985, t. 1] registra varias migraciones a las sierras a causa de guerras por parte de sus antecesores. Parsons [2008: 143, 146, 148 y 151] encontró en los límites de Santa Catarina del Monte, cerámicas, tiestos y restos escasos de estructuras residenciales pertenecientes más al Azteca Tardío que al Azteca Temprano; y unos cuantos tiestos del Tolteca Tardío [2008: 144].

14 Palerm habla de cierta tecnología desarrollada en el área: "Existían técnicas para excavar los manantiales con el propósito de aumentar los caudales, así como técnicas para controlar el flujo de agua encerrándola en 'cajas' y 'cercas'" [1990: 292-293].

15 Acerca de la sequía durante tres años, dice Durán: "En el año de 1454 [...] y los dos años siguientes [...] los manantiales se secaron, las fuentes y ríos no corrían, la tierra ardía como fuego, y de pura sequedad hacía grandes hendeduras y grietas, de suerte que las raíces de los árboles y de las plantas, abrasadas con el fuego que de la tierra salía, se les caía la flor y hoja y se les secaban las ramas, y los magueyes no daban su acostumbrado jugo de miel, ni los tunales podían fructificar [...] el maíz en naciendo se ponía luego amarillo y marchito y todas las demás legumbres" [1984, t. 2: 241]. Alva Ixtlilxóchitl [1985, t. 2: 111] dice que fueron seis años "que duraron estas calamidades", por lo que nacieron las guerras floridas para poder abastecer la solicitud de los sacerdotes de hacer muchos sacrificios humanos.

16 Antes llamada Tepetlixpa, según algunos habitantes de la comunidad. Palerm y Wolf [1972: 130] ponen entre paréntesis Sochiatiapan o Xochihuacan al referirse a Santa Catarina del Monte.

17 Y a la ciudad de Texcoco.

18 Esta idea de purificación la describe Durán [1995, vol. 2: 175-177], al celebrar a Chalchiuhcueye, los sacerdotes les enseñaban del agua, "cómo en ella nacían y con ella vivían y con ella lavaban sus pecados y con ella morían". Al nacer lavaban las criaturas en fuentes para los nobles y a los demás "en riachuelos o fuentes de poca estima [...] lavatorios sobre los cuales había grandes ofrendas de joyas en figuras de peces y de ranas y de patos y de cangrejos de tortugas y joyas de oro que en ellas echaban los principales Señores cuyos hijos en ellas se lavaban. Lavábanlos sacerdotes y sacerdotisas diputadas y señaladas así de ellos como ellas para aquellos oficios". Después de la fiesta de Mecoatl se lavaban chicos, grandes y enfermos, "en lo cual tenían fe que quedaban limpios en el ánima y libres de los pecados cometidos hasta aquel punto", igual hacían cuando una persona fallecía. Azar y Johansson anotan que al morir le decían: "Hijo mío llega a vuestra madre la diosa Chalchiuhtlicue o Chalchiutlatonac, tenga ella por bien de te recibir, y de lavarte; tenga ella por bien de apartar de ti la suciedad que tomaste de tu padre y madre, tenga por bien de limpiar tu corazón, y de hacerlo bueno y limpio; tenga por bien de te dar buenas costumbres [...]" [1992: 64].

19 Se observa la pérdida en la memoria histórica de la calendarización prehispánica del tiempo.

20 Las comunidades de San Dieguito, Tlaminca y Nativitas reciben de esta agua. Éstas, junto con un manantial al sur de Santa Catarina, dice Parsons [2008: 163], conformaban la red sur de canales que abastecían al Tetcutzingo. El manantial al que se refiere, que corre por San Pablo Ixayoc, es el Texapo [Palerm y Wolf 1972: 130].

21 Del náhuatl calli, casa, y pixqui, guardián. Diccionario de la Real Academia Española. <http://lema.rae.es/drae/?val=calpixque>. Consultado el 12 de diciembre de 2014.

22 Después vino una inundación, la gente tuvo que migrar de la ciudad, pues se destruyeron los cultivos y casas y sobrevino el hambre [Durán 1984, t. 2: 379]; entonces Ahuitzotl le pide ayuda a Netzahualpilli, quien, según Alva Ixtlilxóchitl [1985, t. 2: 292], atajó el agua, la metió dentro de una caja y cerca de argamasa y se cerró el ojo de agua; según Durán [1984: 380], le aconseja una nueva ceremonia de restitución para "aplacar la ira que contra ti tiene Chalchiuhtlicue [...] quizá con eso la aplacaremos y detendrá sus manantiales, para que no echen tanta agua como echan". Sugiere deshacer las presas para que el agua siga su antiguo curso [Durán 1984, t. 2: 379-381]. Inundación que llegó a orillas de Texcoco [Palerm 1990].

23 Además, Napatecutli y Opochtli eran dioses tlaloque a los que se les dedicaba una fiesta. Uixtocihuatl, diosa de la sal, era hermana mayor de los tlaloque, festejada en tecuilhuitontli, "en el cu de Tlaloc" le hacían sacrificios [Sahagún 1982].

24 Dice Torquemada [1976, t. 3: 78-79] que en la sierra de Tlaxcala, llamada Santa Ana Chiauhtempan, se adoraba a Chalchiuhcueye (llamada Matlacueye por los tlaxcaltecas), "tan venerada como Tláloc en Texcoco y México".

25 "[...] huehuenches, huenchillos o viejos de carnaval; huehue quiere decir una gente mayor, abuelito... patrón, jefe de familia, igual se los invitaba, como ahora, a los de la danza azteca... era un grupo que se dedicaba a bailar en las calles o las casas... la mayoría son puros hombres disfrazados de mujer" (I. R. V., representante en la iglesia). El informante da una interpretación católica al respecto, sin embargo, Torquemada [1976] describe varios tipos de danzas para la época prehispánica y aun en la Colonia, en las que fue frecuente el aspecto jocoso, divertido, burlesco, no sólo el ceremonial, y esto de disfrazarse los hombres de mujeres era parte de ello, ahora indudablemente los trajes han cambiado con una influencia colonial. Algunos fueron desapareciendo en la Colonia debido a que los danzantes no se sentían aprobados.

26 Este instrumento, que se toca como la flauta traversa, aún sobrevive y sólo en la comunidad vecina de Santa María Tecuanulco lo saben tocar. En Santa Catarina del Monte ya murió el último que la tocaba en las fiestas, por lo que las chirimías de Santa María Tecuanulco son invitadas para ésta y otras fiestas religiosas de la comunidad.

27 "Los duendes cuidan el agua, y cuando te acercas al manantial te pueden hacer mal, se te va la voz, te enfermas y te puedes hasta morir, ese que se muere se va con los duendes" (C. M. O., mujer de 79 años). Aun en la actualidad se cree que los duendecitos, también denominados localmente, tiochis, diotchis o ahuaque, andan rondando por allí, por lo que hay restricciones para grabar o tomar fotografías, especialmente el día de la fiesta de la limpieza: "Sólo los graniceros de antes los podían ver y manejar. Se subían encima de ellos y los acariciaban, cuando subían al Tláloc a preguntar por el agua... platicaban con ellos como compadritos..." (explicación del granicero).

28 Traducción de la informante. Una transcripción de la grabación hecha por Juan Pichardo Rubí, profesor del idioma mexicano (náhuatl) de formación tradicional, es como sigue: "Ye oti ualakeh ti to aton, ti aue ti mitz chipahuazkeh para okze xiuitl, ma Dios tech mo nemiltia para okzepa ti ualazkeh ti mitz anakili".

29 Antecesores de los actuales graniceros, entre otros, podrían ser los que López Austin [1967] denomina teciuhtlazqui o teciuhpeuhqui, que eran sacerdotes prehispánicos, cuyas palabras él traduce como: "el que arroja el granizo" y "el que vence al granizo". Cabe aclarar que el granicero que aún sobrevive en Santa Catarina del Monte considera que no tiene el don para pedir lluvias.

30 Para Lorente-Fernández [2010], el granicero de las comunidades de la montaña texcocana que él estudió, es un intercesor que integra dos aspectos, vincula monte y regadío: "Ejerce el rol de aguador en la gestión del agua, coordina las obras, protege a los vecinos, pero asciende también al Monte [Tláloc], sabedor de que los espíritus apresados serán distribuidos por el monarca pluvial en los canales y acequias", en una fusión de Tláloc y Netzahualcóyotl, como la divinidad encargada del agua con la que éste negocia. Según este autor "Tláloc-Netzahualcóyotl es una deidad omnipresente que gestiona todo lo relativo a las aguas celestes y terrenales: lluvia, manantiales, pozos y ríos subterráneos dependen de su control directo para el correcto flujo del ciclo meteorológico y del complejo de regadío del área" [Lorente-Fernández 2012: 64], aspecto que no se encontró en esta investigación.

31 Interpretación exclusiva del último granicero que sobrevive en la comunidad, de 83 años, pues ninguno de los demás entrevistados relaciona a los graniceros con el evento.

32 El sistema de riego llegaba a cada casa-terreno en el pueblo, herencia de Netzahualcóyotl, alrededor de la casa había huertas y se cultivaba maíz, frijol, haba, alberjón, algunas flores, etc. En el monte tenían cultivos más extensos y de temporal.

33 O "la mujer de Tláloc", Chalchiuhtlicue. Santos [2010] documenta el proceso y Arribalzaga [2010] resume la discusión académica e histórica acerca del género de la deidad.

34 Religiosidad que pervive como herencia de las sociedades teocráticas prehispánicas existentes en Texcoco, con un ciclo festivo del que nos hablan Durán [1995, t. 2], y Anzures y Bolaños [1990], marcando cada 20 días una celebración religiosa.

35 "Ya no se ocupa el agua como antes, en un terreno ya hay varias casas...".

36 Nativos de la misma comunidad, pero esta vez usaron una flauta dulce en lugar del víbano original, hecho de carrizo, aunque la melodía era la tradicional, "para más fácil".

37 También en las fiestas patronales del pueblo, el estandarte de la "santita" (la "Santa Patrona" del pueblo, Santa Catarina mártir) lo llevan las esposas de los mayordomos. Para los pobladores es un honor que lo lleven a sus casas.

38 Dependiendo de la forma de organización del comité, aspecto que se verá más adelante.

39 Se asigna un representante para cada uno de los Comités del Agua.

40 Se consulta a los encargados con antelación para saber cuáles son las necesidades de la iglesia y con base en éstas, y de acuerdo con la capacidad del comité, se hacen las ofrendas.

41 Idea que ya existía desde la época prehispánica, cuando la exuberancia de las ofrendas alcanzó el extremo, pues rayaba en los sacrificios sangrientos.

42 Todas las cruces que se llevan en la Apantla son azules, sin embargo, se observó que algunas de las que permanecen fijas en el manantial o depósitos en ocasiones son blancas por lo que les sobreponen las azules en la ofrenda floral.

43 En el comité en el que son más largos los recorridos, en cada estación se reparte refresco y licor.

44 "Dicen que los manantiales tienen venas...". Se percibe como un sistema hidráulico (monte-agua) al interior del cerro, como algo sutil y delicado que puede ser alterado por vibraciones de diversos grados. Hacen referencia al conocimiento tradicional de los graniceros, quienes sabían arreglar este tipo de problemas en los manantiales.

45 En el siglo XVI, durante la Colonia, González Reyes [2002] hace mención del ofrecimiento de copal, flores, pulque y tamales, y de que en las fuentes de agua ponían copal, rosas y papel.

46 Aunque más en el estilo de la danza conchera.

47 Grupo cultural constituido por representantes de los pueblos de la montaña texcocana (San Jerónimo Amanalco, Santa María Tecuanulco y Santa Catarina del Monte), que trabajan por el rescate del idioma, la danza, el temazcal y la cultura en la región.

48 El meollo de la profunda concepción náhuatl de la divinidad es Ometéotl, según León-Portilla [1979: 153]: "principio cósmico en el que se genera y concibe cuanto existe en el Universo [...] cuya acción generativa está más allá del tiempo y del espacio, el principio supremo, origen y fundamento de lo que existe y vive en el Cem-a-náhuac (el mundo) [...] Principio activo, generador y, simultáneamente, receptor pasivo, capaz de concebir [...] y muestra cómo va tomando diversos aspectos en su actuar en el Universo..." [1979: 163]. Ometéotl está en el centro, entre los cuatro rumbos cardinales (los cuatro dioses engendrados por él, o fuerzas primordiales que ponen en marcha la historia del mundo), cimentado en sí mismo, está en el Omeyocan, "en el ombligo de la Tierra, en su encierro de turquesas, en medio de las aguas, entre las nubes, en la región de los muertos [...]" [1979: 94-95].

49 Como la canasta en pequeño que ofrendaba el granicero en el Tláloc cuando iba a pedir agua (C. C. C., curandera).

50 En fecha reciente a la celebración, por primera vez, en la catedral de Texcoco, se ofició una misa en náhuatl, organizada por el mismo consejo.

51 Se encontró que hay otras dos formas de hacer referencia a este lugar: Claixcle y Tlaixcle.

52 La consideran ceremonia porque no hay comunión. Anteriormente allí se hacía cena y baile después de una misa, y también había compadrazgo.

53 No siempre se da la participación de los músicos en el 3 de Mayo, esto varía año con año.

54 Aspecto implícito en la idea del "sacrificio" (esfuerzo) que se hace para llevar a cabo el cargo de aguador o en las mayordomías.

55 Al igual que en el tercer comité (el de Cuauhtenco), estos dos comités comparten el agua y la limpieza del caño. En Cuauhtenco un aguador invita el desayuno y otro la comida.

56 Como son músicos de la comunidad, éstos a cambio dejan de hacer tres faenas de trabajo comunitario.

57 "Cuando la virgen va a nuestras casas, nos cambia la vida" (T. A. C., integrante
de Comité del Agua). Para otros "es la oportunidad de hacerse de dinero".

58 Es un obsequio con panes, fruta, galletas, licor, etc., elemento que simboliza el intercambio presente en compadrazgos, fiestas, pedimento de la novia, bautizos, día de muertos, en pequeño, como se anotó anteriormente, en el pedimento de lluvias, etcétera.

59 Véase al respecto una discusión más amplia en Madrigal [2013].

60 Aspecto presente desde la época prehispánica, colonial y hasta recientemente en la actividad, en la que se abastecía de madera y carbón a Texcoco y el Distrito Federal.

61 Lorente Fernández [2010] discute cómo el granicero fue un elemento integrador entre Tláloc, ahuaque y la reina Xóchitl, advocación de Chalchiuhtlicue, que mediaba la disponibilidad tanto del agua de lluvia como de los manantiales y aguas corredizas.

62 Los tlaloque (aquí duendes o tiochis), según Suzan [2004], aparecen asociados a los rumbos cardinales en la Leyenda de los Soles. Esto se observa en la Caja ritual de piedra en Tizapán, San Ángel, de la Ciudad de México, que ilustra Broda [2009b: 64], en la que los tlaloque están orientados hacia los cuatro rumbos formando una cruz. En la leyenda anotada, los tlaloque se ven como dueños de los alimentos, por lo que deciden su disponibilidad para los humanos [Chimalpahin 1965: 126].

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