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Cuicuilco

Print version ISSN 0185-1659

Cuicuilco vol.20 n.57 México May./Aug. 2013

 

Dossier: el fenómeno religioso en México

 

El culto al Señor de las Maravillas, una expresión de la religiosidad popular de tipo urbano en la ciudad de Puebla

 

Luis Arturo Jiménez Medina

 

Colegio de Antropología Social-Benemérita Universidad Autónoma de Puebla.

 

Resumen

Uno de los cultos más importantes de la religiosidad popular en la ciudad de Puebla es el que se rinde al Señor de las Maravillas, que se venera en el templo de Santa Mónica ubicado en el centro histórico de dicha ciudad. En este texto expondremos aspectos históricos y etnográficos sobre las prácticas religiosas de dicha advocación, las cuales van desde las peregrinaciones, procesiones, una diversidad de oraciones de agradecimiento y petición hasta prácticas rituales con elementos mágicos, como las "limpias". Todas estas expresiones religiosas de tipo popular se realizan en un contexto urbano y constituyen una expresión de la vigencia de la religiosidad en el mundo secularizado y globalizado.

Palabras clave: Señor de las Maravillas, culto, rituales, Puebla.

 

Abstract

One of the most important popular religious cults in the City of Puebla is that of the Señor de las Maravillas (Lord of Marvels), who is venerated at the church of Santa Mónica in the historic downtown area of the city. In this text, we will present historic and ethnographic aspects of the religious practices related to this devotion, which range from pilgrimages, processions, a variety of prayers of thanks and petition, to ritual practices including magical elements, such as the "cleansings." All these popular religious expressions take place in an urban context and constitute an expression of the currency of religiosity in a secularized and globalized world.

Keywords: Señor de las Maravillas, cult, rituals, Puebla.

 

Introducción

Hasta hace unos cuantos años se pensaba que la cuestión del fenómeno religioso, así como la de las creencias en general, eran asuntos del pasado que estaban condenados irremediablemente a perder plausibilidad cultural en el mundo moderno y secular, en el cual sólo siguen presentes porque son impulsos "desmodernizantes" esporádicos que, aunque continúan funcionando en nuestra sociedad moderna, están tendiendo a desaparecer o cuando menos a refugiarse en el ámbito de lo privado.

Sin embargo, lo religioso continúa emergiendo y manifestándose en múltiples formas, demostrando su persistencia a través de la expresión tanto de perspectivas novedosas como tradicionalistas, algunas de las cuales han mostrado ser fuertemente fundamentalistas. Es así como las religiones se han convertido en fecha reciente en una instancia relevante en el escenario social, no sólo por las transformaciones que las caracterizan en el actual momento histórico, también porque están presentes en todos los ámbitos culturales, incluyendo el político. Lo anterior lleva a concluir que aquellos pronósticos apocalípticos del siglo pasado que planteaban la progresiva desaparición de lo religioso en el marco de la creciente racionalización y secularización de la sociedad moderna están muy lejos de cumplirse.

La religión continúa vigente en la actualidad porque sigue siendo un sistema total en el registro de lo simbólico y lo ritual, pero el contexto en el que persiste se caracteriza por los cambios. Al proveerse de una serie de elementos, la mayoría de los cuales se ubican en el universo de la tradición, y al mismo tiempo desarrollar la capacidad de no ser excluida del universo de la modernidad, la religión ha logrado permanecer bajo una nueva forma, la de la tradición en la modernidad [Hervieu-Léger, 2005: 143].

En este contexto no debemos olvidar que las sociedades construyen sus divinidades y sus mitos y reproducen a ambos a través de sus ritos a partir de las necesidades cotidianas y en el marco de definidos cimientos terrenales. Esto da como resultado la recurrencia del quehacer del imaginario simbólico, que permite explicar la razón de ser y el sentido de lo sagrado en estos tiempos. Como señala Báez-Jorge [2011: 35], desde una perspectiva dialéctica, los fenómenos religiosos son parte del todo social estructurado y se hallan en permanente interacción y conexión internas con la realidad concreta.

En este trabajo expondremos algunas características relativas al culto y la devoción al Señor de las Maravillas, el cual está contextualizado en el centro histórico de la ciudad de Puebla, precisamente en un ámbito urbano. La imagen a la que se rinde culto está ubicada en el templo católico de Santa Mónica, en torno a la cual los creyentes realizan de manera cotidiana una serie de prácticas correspondientes al catolicismo institucional, pero conjuntadas con otros elementos religiosos provenientes de otras fuentes, en donde sobresalen los procesos rituales con matices mágicos y la creación espontánea, por parte de los propios creyentes, de rituales que combinan elementos diversos.

 

Algunos aspectos conceptuales

En este trabajo partimos de que la religión es un sistema de significados que se expresan fundamentalmente en símbolos; pero también de que ésta está articulada a la estructura social y a los procesos sociales de una sociedad. De lo anterior podemos concluir que la religión es un sistema de creencias y prácticas que se encuentran incorporadas a una institución; pero que el sistema de creencias y prácticas religiosas que quedan fuera de las instituciones tradicionales religiosas, porque se realizan en la esfera de lo privado, como el ámbito familiar y los grupos pequeños, también constituyen una religión, y que lo mismo sucede con aquellas prácticas individualizadas y subjetivas sustentadas en elementos mágicos y místicos que no necesariamente tienen su origen en una única matriz religiosa [Fortuny Loret de Mola, 1999: 18].

La anterior propuesta de definición nos permite acercarnos al fenómeno religioso en un ámbito urbano como el que se da en torno al culto del Señor de las Maravillas, en el cual se combinan diferentes prácticas religiosas sin que ello implique separarse de la institución representada por alguna religión tradicional e histórica, como es en este caso la católica. No hay que olvidar que en la mayor parte del país la religión católica sigue siendo el contexto en el cual se realizan muchas prácticas sociales y se producen diversas concepciones e ideas relativas a los diversos aspectos de la vida cotidiana de los mexicanos.

Para acercarnos al fenómeno religioso en un ámbito urbano es conveniente señalar que la ciudad es una especie de sistema espacial que se caracteriza por una alta densidad poblacional y diversos conjuntos de construcciones regulares e irregulares, con diferencias colonias humanas densas y heterogéneas, con relaciones sociales diferentes pero conformadas por extraños entre sí. Por otra parte, lo urbano se puede definir como un estilo de vida marcado por la proliferación de urdimbres relacionales deslocalizadas y precarias [Delgado, 1999: 23]. El culto al Señor de las Maravillas se realiza en un templo del centro histórico de la ciudad de Puebla. Dicha ciudad, incluyendo su zona conurbada, es la cuarta más poblada del país según los datos del último censo de población y vivienda de 2010. Algunos estudios [Meyer, 2006], por otro lado, indican que la ciudad de Puebla ha ido eliminando paulatinamente sus fronteras, favoreciendo con ello el surgimiento de nuevas experiencias de identidad y relación directa con el mundo, en las que lo privado y lo público se complementan y lo global se integra con lo local. Es así como en Puebla se ha estado conformando una estructuración urbana en la que impera el flujo y circulación de vehículos en vez de los sitios para el encuentro y el diálogo entre personas, el crecimiento y la fragmentación urbana, el desarrollo desigual, las migraciones externas e internas y la integración heterogénea de las nuevas influencias de la modernidad a las diversas tradiciones de la ciudad, con la consecuente producción de contradicciones sociales y procesos de hibridación, los cuales no sólo erosionan sino que también confrontan las viejas identidades y favorecen dinámicas de fusión y transformación acelerada.

De acuerdo con lo planteado, se puede señalar que las expresiones y prácticas religiosas de los creyentes y devotos del Señor de las Maravillas en la ciudad de Puebla no son ajenas a los procesos mencionados, ya que son resultado del sincretismo de diferentes elementos provenientes de otras entidades o sistemas de creencias con las que cohabitan en el espacio urbano, y con las cuales están en permanente combinación, mezcla y articulación con el fin de generar certidumbres y armonizaciones en el siempre complejo y heterogéneo ámbito propio de las realidades urbanas como el de la ciudad de Puebla [véase Gutiérrez, 2005: 644].

Incluso se puede señalar que una de las características más interesantes y probablemente singulares del catolicismo de los ámbitos urbanos, a pesar de la rigidez de la institución católica, es que los creyentes son muy flexibles en la realización de sus prácticas y creencias, las cuales, aunque el discurso oficial lo niegue y condene, no son estrictamente católicas [Gutiérrez, 2005: 636]. En este contexto es conveniente considerar, cuando menos en términos operativos, que las expresiones de lo religioso en los ámbitos urbanos se van constituyendo cotidianamente con la presencia de diversas formas de expresiones espirituales y de sociabilidad religiosa, teniendo como parámetro a un sistema o elemento central religioso, que en este caso es el católico, y en donde algunas de las prácticas religiosas que provienen de otros sistemas religiosos no sólo van abandonando su nicho de significación original, como es el credo del cual provienen, sino que van entrando en un proceso de resemantización y recontextualización para ubicarse en la cosmovisión y ethos católico [Sánchez, 2008: 256], es decir, creando una suerte de red de relaciones de diversas prácticas y creencias en donde:

[...] se combinan, se mezclan, se interrelacionan y se conectan otras maneras de aprehender la realidad íntima de cada grupo o individuo; donde se esbozan manifestaciones religiosas, quizás antes ignoradas o desdeñadas, pero que con el paso del tiempo, en momentos de gran efervescencia, pueden ser percibidas como fenómenos reemergentes, momentáneos pero con constantes y frecuentes apariciones [Gutiérrez, 2005: 620-621].

Por otro lado, es evidente que las ciudades se caracterizan por su heterogeneidad social y cultural, la construcción de nuevas mentalidades e imaginarios, la producción de nuevos valores y comportamientos, la construcción de nuevas espacialidades en donde la población creyente se apropia del espacio para garantizar un mínimo de certidumbre en la reproducción de elementos materiales y simbólicos. Además, no hay duda de que una de las expresiones tangibles de la modernidad son precisamente las ciudades, sin embargo, cuando menos en muchas ciudades de la República mexicana y de otras de los demás países latinoamericanos, también coexisten los espacios de la memoria que se expresan en muchas prácticas sociales.

Por consiguiente, se puede señalar que desde hace algunos años, y en algunos ámbitos urbanos como la ciudad de Puebla y otras ciudades del país, se están manifestando nuevas sensibilidades religiosas que, al ser difundidas por los medios de comunicación, repercuten tanto en el ámbito público como en el privado, es decir, en la vida cotidiana de los habitantes de la ciudad. Asimismo, y como han señalado González, Baéz-Jorge y otros, anteriormente se consideraba que la religiosidad popular era un conjunto de acciones casi específicas de los llamados sectores subalternos, sin embargo, todo indica que en la actualidad, y sobre todo en los contextos urbanos, este tipo de religiosidad está presentando otras características.

 

Aspectos contextúales

De acuerdo con Licona [2003 y 2007], en la ciudad de Puebla existen alrededor de medio centenar de edificaciones de carácter religioso, la mayoría de ellas católicas. Dichas edificaciones, a las que se califica con los adjetivos "monumental" y "patrimonial", forman parte de las características por las que la ciudad poblana ha sido clasificada como "patrimonio de la humanidad". Por otra parte, en ellas se realizan varias veces al año diversas festividades rituales y ceremoniales, así como puestas en escena religiosas, lo que las convierte en espacios rituales que le dan cierta especificidad a la ciudad.

Se considera que en Puebla se celebran un poco más de 80 festividades religiosas católicas [Licona, 2003], las cuales se suelen utilizar como escenarios para representar dramatizaciones sociales con elementos religiosos. De hecho, en Puebla no sólo se rinde culto al Señor de las Maravillas, sino también a San Charbel, a la virgen del Carmen, al agua bendita en el templo de San Roque, al Cristo de Analco, a la virgen de La Luz, etcétera. Sin embargo, estos cultos coexisten con otros no católicos, como el de la Santa Muerte, el de la Iglesia de la Luz del Mundo y el de los diversos grupos evangélicos, entre otros.

A pesar de este grado de religiosidad, se puede considerar que Puebla es una ciudad moderna que poco a poco ha ido permitiendo la expresión de una amplia diversidad de creencias, aun así el estado en general sigue presentando un alto porcentaje de población católica, como indican los datos del último censo de población y vivienda realizado en el año 2010, según los cuales 88 % de la población la constituyen confesos católicos.

Por esta razón, y porque en la cosmovisión de sus habitantes predominaban los elementos católicos, hasta hace algunos años se consideraba a Puebla como una "ciudad mocha", sin embargo, en los últimos 20 años han ocurrido cambios notables tanto en los modelos para entender, pensar y explicar la realidad social (cosmovisión) provenientes de la religión como en los modelos para actuar en la sociedad (ethos) [Geertz, 1987].

En la historia del culto al Señor de las Maravillas intervienen dos elementos, los cuales se han articulado para conformar el actual culto popular de dicha advocación. Uno es el elemento institucional, que hace referencia al edificio en donde la imagen está asentada desde hace ya muchos años; y el otro es el que hace referencia a la tradición oral y las prácticas y creencias que los devotos han cultivado a través del tiempo.

Respecto de la fecha en que se inició el culto al Señor de las Maravillas en la ciudad de Puebla, la información con la cual se cuenta es incierta, ya que algunas personas señalan que tiene alrededor de 250 años de antigüedad, pero de acuerdo con mis indagaciones, principalmente en el ámbito de la tradición oral, dicho culto comenzó a adquirir importancia desde las primeras décadas del siglo XX.

La imagen del Señor de las Maravillas, esculpida en madera, está ubicada en una de las diversas construcciones arquitectónicas que existen en el centro histórico de la ciudad de Puebla y data del siglo XVII. Dicha construcción, que en la actualidad se conoce como Ex convento de Santa Mónica, fue fundada en 1606 y desde entonces se le han dado múltiples usos. Fue hospital para las señoras casadas nobles y honradas que quedaban desamparadas cuando sus maridos viajaban a Europa; también fue colegio para niñas vírgenes, nobles y pobres, y al final fue convertido en el convento de las agustinas recolectas, un uso que se le siguió dando hasta el año 1853.

Con respecto a la razón por la que el actual ex convento se llama de Santa Mónica existe una narración que data del siglo XVII. De acuerdo con dicho relato, el obispo Manuel Fernández de Santa Cruz y Sahagún, que fue obispo de Guadalajara y Puebla, solicitó que se le pusiera al colegio un nombre que permitiera identificarlo. Con ese fin se realizó un sorteo en el cual salió el nombre de Santa Mónica, que el obispo se negó a aceptar con el argumento de que Santa Mónica no sólo no había sido virgen, ya que había dado a luz un hijo al que le puso Agustín, sino que tampoco había vivido en clausura, así que pidió que el sorteo se repitiera tres veces, en cada una de las cuales volvió a salir el nombre de Santa Mónica. El obispo interpretó esto como una orden divina y aceptó el nombre.

El templo de Santa Mónica, ubicado en la avenida 5 de mayo, entre las calles 16 y 18 poniente del centro histórico, está bajo la responsabilidad de la orden de las Agustinas, las cuales cuidan la escultura a la que se le rinde más culto en la ciudad de Puebla. La imagen, que mide más o menos lo que un hombre de tamaño normal y pesa aproximadamente 70 kilos, representa una de las tres caídas de Jesús, por lo cual también se le suele nombrar "Señor de las Tres Caídas". En la actualidad el edificio que alberga el templo en donde se da culto al Señor de las Maravillas alberga también un museo de arte religioso.

Para explicar la razón por la cual la imagen del Señor de las Maravillas está desde hace tiempo en este lugar y al cuidado de la orden de las religiosas agustinas se recurre a otra de las diversas anécdotas relacionadas con él. Según esta anécdota, después de que la imagen divina quedó en poder de la orden de las religiosas agustinas, éstas decidieron realizar un sorteo para elegir la o las personas que la cuidarían. En el sorteo, cuyo boleto costó tan sólo un peso, participaron varios templos, pero las que ganaron fueron precisamente las religiosas agustinas de Santa Mónica. No se sabe con precisión la fecha en que se llevó a cabo dicho evento, pero lo cierto es que desde entonces ellas son las encargadas de vestir y cuidar la escultura.

 

Algunas imágenes etnográficas

El culto al Señor de las Maravillas consta de un conjunto de prácticas y de creencias que probablemente se construyeron a manera de bricolaje, las cuales han conformado un espacio ideológico significativo para varios grupos y ámbitos urbanos populares de la ciudad de Puebla. En muchas de esas prácticas y creencias existen elementos mesoamericanos combinados con visiones coloniales y modernas, las cuales se organizan y resignifican desde un tiempo y un espacio contemporáneos, constituyéndose así en un sistema que da sentido al culto de dicha entidad divina. Más aún, el culto al llamado Cristo de las Caídas se caracteriza por combinar elementos de la tradición católica mexicana con otros que provienen de otras fuentes, algunos incluso fueron diseñados por los propios devotos, lo que ha causado cierta incomodidad a diversas autoridades eclesiásticas del arzobispado de Puebla.

En el relato hierofánico con respecto a cómo se diseñó y esculpió la imagen del Señor de las Maravillas se pueden destacar dos elementos, el que se refiere a la participación de la naturaleza y la acción humana, y el referente a la presencia de elementos mágicos cuando la imagen ya está esculpida. Son estos elementos precisamente los que hacen que los habitantes de la ciudad simpaticen con la imagen. A continuación se reproduce esa parte del relato mítico:

En el templo de San José, ubicado en algún lugar del centro histórico de la ciudad, existía un árbol frondoso, hasta que un día un rayo lo derribó. Cuentan que para aprovechar la madera del tronco el párroco de la iglesia de San José mandó a tallar con un artesano la imagen de Cristo en una de las caídas del vía crucis, las hábiles manos del artesano dieron como resultado una imagen que representaba la piedad y la compasión. La imagen del Padre Jesús de las Maravillas, o del Señor del Rayo como en un principio se le llamó; simula precisamente una de las caídas. Después dicha imagen fue obtenida hace muchos años por las monjas de esa orden religiosa en una rifa convirtiéndose en huésped del ex convento y actual iglesia de Santa Mónica. De acuerdo con la tradición oral, originalmente estaba acompañado de dos sayones romanos quienes sostenían látigos, tiempo después, se dice que una novicia escuchó una noche gemidos y golpes, por lo que, en compañía de la superiora, descubrió que azotaban a Jesús. Dicho suceso se propagó por todas partes y de esa manera la imagen adquirió fama y cariño, además de que fueron retirados y quemados los verdugos.

La otra parte de la narración hierofánica hace referencia directamente al milagro, en donde éste puede ser entendido como "todo aquello que ocurre en contra de la inercia natural o social" [González, 2002: 97]. En esta parte se relata lo siguiente:

Se cuenta que todos los días una mujer acudía a la cárcel de San Juan de Dios —antiguo hospital de San Juan de Dios— para visitar a su esposo, le llevaba los alimentos y las cosas que él necesitaba. En una de las visitas conoció a un hombre a quien nadie iba a visitar, lo que le inspiró una profunda lástima, quien movida por la piedad, comenzó a llevarle alimentos sin que su esposo lo supiera, acto que llegó a convertirse en una amistad, misma que continuó aun después de que su marido abandonara el reclusorio. No faltó entonces quien avisó al marido sobre las acciones que la mujer realizaba, así que un día la esperó fuera del penal para ver si lo que le contaban era cierto. —¿Qué llevas en la canasta?, le preguntó, y la mujer sorprendida y llena de miedo sólo alcanzó a encomendarse al señor del rayo y le respondió: "llevo maravillas para el señor"..., a lo que el esposo, incrédulo, no pudo más que destapar la canasta y descubrir que adentro de la canasta se hallaban las flores amarillas como maravillas. Así, ante el milagro, los esposos entraron de rodillas a la iglesia; ahí la esposa le confesó a su marido la verdad: le llevaba alimentos a un hombre pobre. El esposo y ella fueron a buscar al hombre a la prisión pero no lo hallaron, y aunque preguntaron por él y por más que dieron el santo y seña nadie supo darles respuesta, por lo que la pareja llegó a la conclusión de que ese hombre era el mismo Cristo, quien les había puesto una prueba de amor a la pareja.

Entre la diversa parafernalia que se oferta a las afueras del templo de Santa Mónica está la oración al Señor de las Maravillas, la cual es la que más se difunde y a la que más le rezan los devotos. Dicha oración es la siguiente:

De rodillas ante tu divina imagen, te doy gracias por los milagros que me has concedido, protegiéndome con tu maravilloso Poder y Amor que tienes para todos tus hijos que te pedimos misericordia y que tenemos la obligación de alabarte y bendecirte en todo lugar. Padre Jesús de las Maravillas, omnipotente, infinitamente grande, eterno, te repito mis agradecimientos de todo corazón por haberme atendido y concedido mi súplica. Te ofrezco este cirio en testimonio de mi grande fe y que este pequeño sea símbolo de tu luz que ilumine el camino de tus devotos, acercando a todos tus hijos al fuego de tu sagrado amor. Tres Credos y Tres Padres Nuestros.

Los actos rituales y ceremoniales que la gente realiza, y en los que participa varias veces al año y de manera cotidiana, son varios, algunos de ellos son actos rituales formales, legitimados y sancionados por la institución eclesiástica, en tanto que otros son actos rituales y ceremoniales organizados y realizados por devotos predominantemente laicos.

 

Rituales y ceremoniales controlados por la autoridad eclesiástica

Estos rituales incluyen sacar al Señor de las Maravillas de su vitrina y del templo una vez al año para participar en la procesión del viernes santo. En esta ocasión la escultura del Señor de las Maravillas, junto con las esculturas de la "virgen de la Soledad", que es la que encabeza el evento ritual urbano; la del "Jesús de Analco"; la de la "virgen de los Dolores", la del templo del Carmen y la del "Jesús Nazareno" del templo de San José realizan una procesión espectacular por diversas calles del centro histórico de la ciudad, en la cual participan diversos sectores sociales, incluyendo el turístico, tanto nacional como internacional. La organización y los gastos de la procesión corren a cargo de una cofradía, las autoridades del arzobispado, algunos personajes del ámbito privado y las autoridades municipales, entre otros participantes. Durante el recorrido, que inicia en el templo de la imagen del Señor de las Maravillas y termina, igual que el de las demás imágenes, en el atrio de la catedral, numeroso público se coloca en las banquetas de las diferentes calles por donde desfila la imagen. En la procesión se pueden observar numerosas y diversas manifestaciones de piedad y de devoción por parte de los devotos, así como la venta de parafernalia alusiva a las cinco esculturas, como fotos, flores, adornos y pedazos de tela de los vestidos utilizados por la imagen del Señor de las Maravillas, la cual es precisamente la que cierra la procesión. Cabe señalar que los íconos religiosos mencionados son los más antiguos y los que tienen mayor número de devotos, y los que obviamente son considerados como los más milagrosos.

Hay que agregar que desde 1992 este evento fue reactivado por diferentes personajes de la ciudad, como un arqueólogo del INAH. Puebla, el arzobispo en turno, las autoridades municipales, el gobierno estatal y otras personas. Desde entonces hasta la fecha el evento ha gozado de legitimidad y, a juicio de algunos estudiosos, es uno de los actos más representativos de la ciudad y el que mejor funciona como elemento conformador de la identidad de la llamada poblanidad [Licona, 2003 y 2007].

 

Rituales y ceremoniales realizados predominantemente por laicos

Estos rituales incluyen la fiesta anual que se celebra el 1 de julio y la celebración del tercer viernes de cuaresma, las cuales se caracterizan por expresiones de tipo popular. También se realizan misas, pero los rituales que sobresalen son aquellos en que los devotos le piden a la imagen que resuelva problemas muy puntuales, como curar alguna enfermedad, solucionar diferentes tipos de problemas familiares, ayudar a familiares que están de ilegales en Estados Unidos o en la cárcel, dar "buena suerte" para los negocios o algún otro tipo de empresa, ayudar a que algún familiar o conocido salga bien de alguna intervención quirúrgica, etcétera. También destacan los rituales de agradecimiento. Muchos creyentes asisten en esos días a "dar gracias" a la divinidad por haberles concedido alguna solicitud, favores que los devotos interpretan como "milagros". Aunque la gente celebra la fiesta principal del Señor de las Maravillas el primer día de julio, también celebra el tercer viernes de cuaresma con mucha alegría. En ambas ocasiones los devotos participan en diversos eventos que se realizan tanto fuera como dentro del templo de Santa Mónica, el cual no cuenta con un atrio, de tal suerte que, como las dos entradas al templo dan a la calle, en esos días se tienen que cerrar ambas calles al tránsito vehicular para convertirlas en espacios públicos que la gente puede utilizar en una especie de proceso de apropiación. En ambas festividades el templo de Santa Mónica recibe a una gran diversidad de peregrinos que llegan de distintas maneras, creando romerías, expresiones musicales, rituales diversos, etcétera.

Las celebraciones en ambas festividades comienzan desde temprana hora con las mañanitas entonadas por grupos de mariachis, y a ellas asisten cientos de poblanos y de visitantes de varios lugares que empiezan a llegar desde las cinco de mañana. Las dos puertas que dan acceso al templo de Santa Mónica se decoran con arcos de flores multicolores. Tanto dentro como fuera del templo se entonan piezas musicales de carácter religioso y también popular. Los grupos musicales que participan, la mayoría de ellos de mariachis, lo hacen por iniciativa propia, o bien, porque algún devoto los contrata para cumplir una promesa. Es común que la gente entone con ellos las canciones, así como que aplauda y rece, entre otras cosas, para venerar al Señor de las Maravillas.

En las fechas mencionadas todo el día entran y salen personas del templo, solas, en grupos pequeños o con sus familias para visitar y admirar la imagen del Cristo de las Caídas, además de para agradecerle los favores recibidos (milagros). Muchas de ellas recitan oraciones con veladoras en mano, otras no dejan de observar al Señor de las Maravillas en su vitrina con lágrimas en los ojos.

En esos días algunas personas se sitúan en la calle 5 de mayo para regalar diversos objetos a los visitantes, la mayoría de las veces en señal de agradecimiento, pero en ocasiones en señal de petición. Los objetos que más se regalan son paraguas que tienen impresa la imagen del Señor de las Maravillas, bolsas pequeñas de plástico con pedazos de tela provenientes de las vestimentas con las cuales las religiosas visten a la escultura, pequeños arreglos florales, figuras de plástico con motivos religiosos, como estampas, copas y floreros; alimentos diversos, como tamales, atole, gelatinas y tortas. Otras personas donan dinero, que depositan en las alcancías del templo, y otras más regalan enormes y espectaculares arreglos florales que colocan junto a la urna.

Las autoridades eclesiásticas tienen poco control sobre ambas celebraciones, ya que los devotos prefieren seguir sus propias liturgias que la liturgia formal y oficial, lo que se vuelve evidente cuando, a pesar de las exhortaciones del sacerdote, se niegan a participar en las misas que se celebran en esos días porque prefieren continuar haciendo sus oraciones ante la imagen del Señor de las Maravillas.

El culto al Señor de las Maravillas incluye otras celebraciones rituales y ceremoniales en donde las autoridades eclesiásticas tienen poca o nula participación. Éstas se realizan en los demás días del año precisamente en el contexto del templo donde está la imagen del Señor de las Maravillas.

La gente también utiliza el templo como lugar de oración y de "estancia momentánea", como una especie de "oasis espiritual", en especial la que asiste al Mercado 5 de mayo que está a unos cuantos metros del templo. Durante las mañanas de todos los días se pueden ver en el templo a personas con bolsas vacías porque antes de llegar al mercado pasan a orar durante breves momentos, así como a otras que ya hicieron sus compras pero pasan a rezarle al Señor de las Maravillas.

Desde las calles aledañas a la iglesia del Señor de Las Maravillas, en medio de puestos en los que se ofrece una diversidad de parafernalia religiosa, en muchas ocasiones se observan muchas personas haciendo fila para acercarse a la "imagen milagrosa", la cual se encuentra adentro de un nicho rodeado por arreglos florales. El interior del nicho, que está tapizado de diferentes colores, dependiendo de los "tiempos litúrgicos", contiene figuras de corazones metálicos de diversos tamaños, muchas de oro o de plata, que son depositadas por los creyentes como muestra de gratitud por los favores recibidos, y a los cuales consideran milagros.

El lugar es pequeño y está cercado, pero hay espacio para orar y meditar. Junto a la vitrina que resguarda a la imagen está ubicado un depósito de veladoras y velas en el que los creyentes pueden encender y colocar las suyas sin peligro de que ocurran accidentes.

Los devotos que asisten normalmente permanecen en el lugar desde cinco minutos hasta varias horas haciendo oraciones, susurrando cantos o en silencio. Muchos dicen que después de estar un rato en el templo salen llenos de confianza y esperanza, con su fe fortalecida y con la actitud ideal para seguir su camino. La mayoría comenta que la imagen es una de las más milagrosas, por lo que les merece respeto, amor y devoción.

La conducta ritual que con más frecuencia se observa en las personas que le rinden culto al Señor de las Maravillas en el templo de Santa Mónica, en cualquier época del año, es más o menos como sigue: el devoto se acerca a la vitrina en la que está la imagen del Señor de las Maravillas con un pequeño cirio amarillo y lo pasa por los cristales haciendo la señal de la cruz, después utiliza el cirio para "limpiar" todo su cuerpo o la parte o partes de éste aquejadas por alguna enfermedad u otra cosa. Al final enciende el cirio y unas veces lo coloca en el espacio asignado para ello y otras se lo lleva a casa para colocarlo en el altar doméstico. Este ritual de "la limpia" puede ser realizado de dos formas, en una el devoto se "limpia" a sí mismo y en la otra es "limpiado" por otra persona, la cual se autodesigna para realizar el ritual.

Cuando hay mucha gente en el recinto, sobre todo en las tardes y los fines de semana, y principalmente en los días de la fiesta anual, aparecen personas ofreciendo realizar las "limpias". En esos días se suele escuchar a la entrada del templo voces amables de personas, por lo general de edad avanzada, diciéndole discretamente a la gente: "Le hacemos una limpia... ¿quiere una limpia?...". Una de esas personas comenta al respecto:

Es algo que siempre he hecho y con el objetivo de ayudar a las personas, y al mismo tiempo ayudarme económicamente a mí misma. No crea que nada más es venir, pararse y ofrecer mi trabajo, ¡no, claro que no! Antes tuve que pedir con devoción y mucha fe al Señor de Las Maravillas que me ayudara a encontrar un trabajo, ya que por mi edad me era muy difícil. Entonces constantemente venía y platicaba con él y él mismo permitió que realizara este trabajo. Mucha gente viene a este lugar y piensa que por venir cinco minutos el señor le resolverá todos sus problemas, pero no es así, hay que tener mucha fe y confianza y el tiempo suficiente para venir y platicar con él, y él los escucha.

De acuerdo con el relato anterior, dichas personas adquieren su calidad de "especialistas" en la práctica de las limpias porque asisten todos los días al templo a ver al Señor de las Maravillas. Un testimonio de otra especialista ilustra esta afirmación:

Me levanto muy temprano, y una vez que hago mis labores llego a este lugar para dar gracias a Dios y con ello pedirle que me ayude durante todo el día y me dé el trabajo suficiente, y si él lo permite, trabajaré y así lo hago. Además, yo no hago cobros por la limpia, es lo que la gente me quiera dar, y es cuando más gracias doy a Dios, porque él sabe las necesidades de cada persona y no abandona a nadie.

Son miles de personas las que llegan a ver al Señor de las Maravillas, entre ellas personajes de la farándula, políticos locales y de otras entidades, diversos profesionales, como abogados y contadores, entre otros. En una ocasión escuché a una señora comentarle a otra que traía muletas, lo siguiente:

[...] a este lugar llega todo tipo de personas, no importa si vienen de traje o vienen vestidos de manera humilde, lo que importa es la fe y la devoción con la cual vienen a este lugar. Hay gente que viene con tanta devoción y piden con fe la solución a su mal, que cuando regresan a dar las gracias por el favor recibido, llegan con buena salud y admirados por el milagro.

Es notable cómo llega la gente a solicitar ayuda a la imagen del Señor de las Maravillas. Una vez una señora que llevaba más de una hora sentada en una banca del templo, y con la cual conversé, me dijo:

Viene gente de todo y a pedir por todo, por enfermedades, por problemas familiares, por problemas económicos, de todo existe. Para él no hay problema tan grande que no se pueda resolver. A él no se le puede engañar, él se da cuenta realmente de las necesidades de la gente y sabe atender a quien realmente viene con amor y fe; aquí desde licenciados, abogados, arquitectos, de todo; aquí el gran maestro y patrón es el Señor de Las Maravillas. Aquí no hay juez, abogado o licenciado más que él.

Este testimonio pone en evidencia que las personas que realizan las "limpias" lo hacen más que nada por ayudar a los demás, porque tanto la intención de llegar al templo como la fe y la confianza para recurrir al Señor de Las Maravillas y pedirle que les resuelva problemas y casos difíciles es de cada persona.

También los "brujos" y "curanderos" llegan al templo con el fin de encomendarse al Señor de las Maravillas para que sus curaciones sean más efectivas. Algunos de ellos, después de estar en el templo unos momentos, ofrecen "sus servicios" a la gente.

Las autoridades eclesiásticas, por su parte, aunque no lo dicen abiertamente, no están muy de acuerdo con que se realicen tantos y tan diversos rituales en el templo de Santa Mónica dirigidos al Señor de las Maravillas, la razón es que consideran que la mayoría incluye muchos elementos mágicos y están contaminados por creencias paganas cargadas de supersticiones. Para ellos bastaría con "la santa misa" y las oraciones para rendir culto al Señor de las Maravillas.

Las consideraciones del párrafo anterior reflejan el pensamiento de algunos sacerdotes a los que entrevisté, y de alguna manera encajan con la actitud antiritualista que Mary Douglas [1978] le atribuye al clero y a otros sectores sociales, los que rechazan los rituales debido a que el fuerte componente mágico e irracional que los caracteriza choca con la religión oficial, que según ellos es más racional, y además porque consideran que la relación con la divinidad no debe pasar por tantos ritos.

Desde otra perspectiva, y siguiendo a Bastide [apud González, 2002: 9798], esto puede ser interpretado como un enfrentamiento entre un "sagrado domesticado", propio del clero oficial, que manifiesta una actitud antiritualista; y un "sagrado salvaje" e imprevisto, propio de los sectores populares, creyentes y devotos comunes y corrientes.

 

Consideraciones finales

El culto al Señor de las Maravillas pasa por una serie de eventos que incluyen la milagrería, la magia y otras acciones que son relevantes para los creyentes. De hecho, los eventos incluyen liturgias propias que la gente elabora a partir de sus experiencias cotidianas. Dicho culto al Señor de las Maravillas tiene un alto grado de integración y de impacto en la vida social y cotidiana de los habitantes de la ciudad poblana, ya que los diversos actos religiosos que se llevan a cabo durante éste tienen características integradoras que son una expresión de la peculiar experiencia de lo sagrado que se da en la propia cultura, y que también se diseñan y construyen con base en códigos simbólicos culturalmente aceptados; dichas expresiones reflejan la cosmovisión y la memoria histórica compartida por los diferentes grupos e individuos que participan, incluyendo a las autoridades eclesiásticas que llegan a participar en algunas celebraciones. Sin embargo, en general es la "comunidad" la que, de manera espontánea o permanente, crea sus propias instancias organizativas y sus propias liturgias, lo que en algunas ocasiones lleva a vislumbrar una especie de dimensión utópica, entendida como un "modelo para" la vida social, evidentemente a partir de la interpretación de la cultura y la historia locales.

En definitiva, y desde la perspectiva de la tradición, la religión con todas sus expresiones y prácticas es aquel "código de sentido" que funda y expresa la continuidad social al situar fuera del tiempo el origen del mundo, al hacer del orden del mundo una necesidad extrasocial. En otras palabras, la tradición le confiere al pasado una autoridad trascendente. En los espacios sociales actuales en los que se siguen dando las producciones religiosas hay un flujo de imaginación en donde la tradición se cruza con la modernidad y la necesidad de creer de esta última, ya que todo esto se vincula con la incertidumbre estructural de una sociedad en cambio permanente.

Con base en lo anterior podemos concluir que el culto al Señor de las Maravillas supone diversas formas de percibir, habitar y ocupar la ciudad; por lo que la ciudad de Puebla es a final de cuentas una red urbana de complejas y heterogéneas relaciones grupales e individuales, así como institucionales, que coexisten en el escenario o en los diversos escenarios de la ciudad. En dichos escenarios se articulan objetos materiales y simbólicos que operan bajo las reglas que los mismos habitantes diseñan y manipulan, pero que también son observadas por los actores en los diferentes escenarios citadinos.

 

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