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Cuicuilco

versão impressa ISSN 0185-1659

Cuicuilco vol.20 no.56 México Jan./Abr. 2013

 

Diversas temáticas desde las disciplinas antropológicas

 

La significación de la casa y del habitar en dos grupos sociales en la Ciudad de México

 

Reyna Sánchez Estévez

 

Cuerpo Académico Nación Cuestionada y Acción Política, Universidad Autónoma Metropolitana-Xochimilco

 

Resumen

Este artículo presenta una parte de los resultados obtenidos en la investigación titulada: "La significación social de la casa para sujetos de dos grupos sociales en la Ciudad de México". En él se explica el punto de partida metodológico y la comparación de los relatos de los dos grupos analizados, con el objeto de acercarse a la comprensión del significado que tiene la casa para los sujetos que la habitan.

Palabras clave: significación, espacio social, casa, habitar, movimientos sociales.

 

Abstract

This article presents some of the results obtained in the research study entitled: "The Social Meaning of Home for People from Two Social Groups in Mexico City." It explains the methodological and comparative departure points of the accounts of the two groups analyzed, which are applied to reach an understanding of what home means to the people living in it.

Keywords: meaning, social space, home, live in, social movements.

 

Introducción

Este artículo presenta una parte de los resultados obtenidos en la investigación titulada: "La significación social de la casa para sujetos de dos grupos sociales en la Ciudad de México". El trabajo tuvo como objetivo "conocer el significado que sujetos de grupos sociales diferentes otorgan a la casa en que habitan, a las casas que miran, conocen y comparan con la suya y a una posible 'casa ideal', todo ello en el marco de constricciones urbanas que los ubican en una zona y en unas condiciones socioculturales específicas en la Ciudad de México".

La casa ha sido estudiada desde muchos ángulos: económico, antropológico, demográfico, arquitectónico, etc.; aquí interesa destacar sus sentidos culturales, las diferencias en sus aspectos más formales, como el tipo de construcción, ubicación o decoración, o aquellos menos visibles, como los usos de una casa o los roles de los habitantes.

El análisis de la significación de la casa en diferentes grupos sociales permite estudiar la permanencia o movilidad de los sujetos en sus espacios habitacionales, la capacidad de realizar grandes esfuerzos para obtener una casa, las diferencias en las conductas de las clases sociales con respecto a los espacios públicos y privados, por mencionar sólo algunos.

 

Algunos aspectos metodológicos

El punto de partida para la investigación realizada fue la curiosidad por las diferencias en las experiencias del habitar que pueden observarse en la Ciudad de México; cómo algunas personas de bajos ingresos habitan durante toda su vida en vecindades ruinosas en el centro de la ciudad, con servicios completamente deteriorados, en peligro de derrumbe; otros grupos construyen sus viviendas en terrenos agrestes, bajo techos de lámina o en campamentos de plásticos y cartón, mientras que para otros sujetos estas condiciones son inaceptables y prefieren vivir en sitios con mejores condiciones pero alejados de sus centros de trabajo, con lo cual invierten varias horas para transportarse.

Estas condiciones son drásticamente diferentes para otros grupos con mejores ingresos que habitan en casas con grandes extensiones de terreno, rodeados de jardines, separados de otros habitantes por amplios espacios y disfrutando de todos los servicios públicos. Surgieron preguntas tales como: ¿en las consideraciones para decidir cómo y dónde habitar intervienen sólo cuestiones económicas? ¿Las diversas clases sociales perciben su m casa de la misma manera? ¿Cuáles son las diferencias en la percepción sobre el espacio que se habita y qué factores constituyen ese proceso? ¿Cómo definen o le otorgan significado a la morada sus diversos habitantes? En la investigación se realizó una aproximación historiográfica, un trabajo etnográfico, y en la última parte del trabajo se intentó, desde una perspectiva de la antropología simbólica, acercarse a la comprensión del significado que tiene la casa para los sujetos que la habitan, para lo cual se realizó una comparación entre dos grupos sociales con características distintas. Se optó por tratar de entender la significación social de la casa a partir de la comparación entre dos grupos, uno que se hubiera movilizado colectivamente para conseguir una vivienda y otro que hubiera conseguido su vivienda por medios particulares; es decir, sin pertenecer a ningún tipo de organización social. Se eligieron a un grupo del Movimiento Urbano Popular (MUP) y un grupo de padres de familia de una escuela privada. Al elegir a los grupos coincidió que también pertenecían a grupos sociales diferentes.

El primer grupo pertenece a una organización denominada Colectivo de Grupos de la Asamblea de Barrios de la Ciudad de México (CGABCM).1 Esta organización tiene como objetivo que sus integrantes obtengan una casa propia, fundamentalmente a través de créditos de carácter social otorgados por organismos gubernamentales tales como el Instituto de la Vivienda (Invi) o el Fondo Nacional de Habitaciones Populares (Fonhapo). Para conseguirlos realizan un sinfín de movilizaciones: marchas, plantones y protestas diversas, así como trámites y ahorro. Se decidió entrevistar a este grupo porque, además de su militancia en una organización social, los que forman parte de él no son sujetos de crédito, ya que uno de los principales requisitos para obtenerlo es comprobar los ingresos, y en este caso no tienen un salario fijo ni de fácil verificación, lo que limita de manera drástica sus posibilidades para la adquisición de terrenos, casas o departamentos; también compartían las características socioeconómicas, pertenecían a la clasificación D (clase baja), del mapa socioeconómico del D.F. que se utiliza en los estudios de mercado.2 Todos tienen trabajos precarios o no cuentan con ingresos propios y dependen de algún familiar para su sustento.

Este grupo estaba conformado en una gran parte por mujeres, de ahí que fue de interés analizar con mayor detenimiento el proceso que ellas siguen para obtener una vivienda y el conjunto de dificultades que enfrentan, como la desigualdad, la lucha por un espacio propio, pero además la confrontación con los roles y funciones que tradicionalmente tienen, por lo que, en no pocas ocasiones, atraviesan por conflictos con sus parejas e hijos o con la familia en general; esto a su vez origina que la casa adquiera un significado muy particular, pues representa no sólo el espacio de la lucha pública sino un lugar de tensión y cambios internos. Sin embargo, no se trabajan puntualmente las diferencias de género en las propias entrevistas. La cuestión de género aparece de manera tangencial en las significaciones de la casa para los sujetos.

Las mujeres que participan en estos procesos, en un gran porcentaje, abandonan viejos roles de género, adquieren información de muy variados temas, se involucran en la vida política de diversas maneras, modifican la relación con los hijos y con el esposo; en fin, adquieren otro status dentro de su familia y dentro de su comunidad.

En el otro caso, la selección del grupo tuvo como objetivo realizar un contraste con el conjunto de militantes del MUP, para lo cual se buscó que tuvieran características socioeconómicas diferentes y que de preferencia no participaran en colectivos sociales o políticos. Se ubicó a un grupo de padres de familia en una escuela privada que tuvieran la disposición para participar en el estudio, aunque sus casas se ubicaban en diversos sitios cercanos a la escuela y compartían las mismas características socioeconómicas. La selección de la zona permitía configurar un grupo con características económicas y socioculturales semejantes y que corresponde a la clasificación A-B (Clase alta), del mapa socioeconómico del D.F. que se utiliza en los estudios de mercado,3 que consiguieron su casa con créditos bancarios o con recursos propios. Con ello se cumplían las características necesarias para realizar una comparación con el grupo del MUP.

Para obtener los discursos de los sujetos, se realizaron entrevistas grupales.4 La entrevista permite acercarse a las interpretaciones de las acciones de los sujetos, así como analizar las expresiones y significaciones que le otorgan a los fenómenos sociales. Se puede definir a este tipo de herramienta como entrevista focalizada, en términos de Fortino Vela [2001:79], porque, aunque se inició con un dispositivo que guiaba los temas, la entrevista fue flexible y se permitió que los entrevistados hablaran libremente, sólo se intervino en algunas ocasiones para definir o para profundizar en los temas de interés para la investigación.

Esta invaluable herramienta de las metodologías cualitativas permite tener un acercamiento, como dice Irene Vasilachis [2001:68], a "tiempos y espacios diferentes: en primer lugar, el tiempo del entrevistado", quien cuenta y reconstruye sus vivencias, sus intimidades, sus experiencias pasadas con los ojos del presente; "en segundo lugar, el tiempo de investigador, quien elabora y sistematiza la información a partir de las hipótesis e interpretaciones orientadoras del proceso de conocimiento, y de su propia percepción". Con estos dos tiempos se entrelaza el tiempo histórico, es decir, las diversas épocas en que se desenvuelven los acontecimientos; estos tiempos del relato o del discurso de los sujetos posibilitan contextualizar tanto a los protagonistas como a sus vivencias.

Las entrevistas que se llevaron a cabo en la investigación están fundadas en la noción de intervención grupal que permite: "aprender a mirar los procesos de la subjetividad para ofrecer espacios alternativos de reconstitución del sentido de la experiencia, tanto individual como colectiva" [Baz, 1999a:241]. Con ello se subraya la construcción de un espacio de relación entre el investigador y el grupo sobre el cual se interviene, propiciando un ambiente que da lugar a una reflexión colectiva sobre todos aquellos aspectos de la experiencia de los sujetos que están en relación con el objeto de la investigación. La entrevista también se constituye en un espacio creativo donde los sujetos pueden pensar y comprender de otra forma sus propios actos y concepciones. Desde esta mirada, la entrevista como intervención debe:

Promover las condiciones para que colectivos diversos (grupos, comunidades, organizaciones, etcétera) construyan miradas nuevas que sean esclarecedoras de los procesos de la subjetividad que se verifican en los aconteceres de la vida cotidiana; esto apunta a transformaciones en los posicionamientos subjetivos y a la apropiación de mejores recursos de inteligibilidad de los vínculos que tejen las tramas simbólicas e intersubjetivas que los sostiene. La experiencia, en sus planos tanto singular como colectiva, puede ser resignificada y comprendida de nuevas maneras [Baz, 1999a:247].

Esta situación "interventora" sólo puede pensarse en función de la obtención de los discursos de los sujetos que, efectivamente, como señala Baz [1999b:77-87], recrean su propia historia al reinventarla y resignificarla, todo ello sin dejar de lado que estos discursos son el resultado de tensiones, conflictos y contradicciones en el proceso constante de memoria y olvido y en la trama de significaciones culturales.

El discurso de los sujetos sobre su casa, sobre la casa y sobre la casa de otros, permitió acercarse a la comprensión de lo que para diversos grupos significa ese espacio privado que se habita, que permite satisfacer las necesidades básicas y que brinda protección del mundo exterior.

Las historias personales son, entonces, formas de acción social con sentido, construidas en circunstancias concretas cuya realización tiene lugar en determinados contextos y organizaciones y que ocupan un lugar relevante entre las diversas formas en las que se lleva a cabo la vida cotidiana [Atkinson, 2005, en Vasilachis, 2007:31].

Es importante señalar que se consideró que a través de los diversos relatos se tuvo acceso a los sentidos grupales porque, además de que los sujetos comparten condiciones socio económicas, coincidían en las significaciones que se construían con las diversas intervenciones; las enunciaciones particulares estimulaban los recuerdos o sentimientos de los otros, que a su vez complementaban o agregaban su propia experiencia, con lo que puede decirse que la dinámica permitió la construcción de relatos colectivos aunque para claridad y orden se analizan como la versión de determinado sujeto.

Para el armado de la entrevista, se definió a la casa de acuerdo con una distinción convencional entre las esferas pública y privada, como el espacio privado que se habita, que permite satisfacer las necesidades básicas y que brinda protección del mundo exterior. Por necesidades básicas se entienden aquellas que permiten la reproducción de la vida: comer, ejercer la sexualidad, dormir, descansar, etcétera.

De esta primera distinción, se derivaron otras dicotomías, que formaron parte de los ejes para la indagación sobre las actividades y las necesidades que relacionan a los sujetos con su casa.

A partir de estos ejes, se preguntó sobre las funciones de los diferentes lugares de la casa, dónde y cómo se realizan, quienes son los usuarios, qué roles tienen los habitantes, qué conflictos se producen a causa de estos espacios y sus usos. Tomando como base la siguiente tipificación que divide los espacios dentro de la casa en:

a) espacios íntimos (baño, recámara, cuando su uso es exclusivo de una persona o de una pareja);

b) espacios intermedios o de frontera privado-público (sala, recibidor, patio, jardín, banqueta, escaleras, pasillos exteriores, corredores exteriores, puertas y entradas);

c) espacios compartidos (comedor, sala, cocina, estudio, recámaras, cuando se comparten por dos o más personas y todos los lugares de tránsito interno).

Estos espacios están en estrecha relación con las dicotomías interno/ externo, propio/común e individual/colectivo.

En las entrevistas se profundizó en las valoraciones que se expresan, qué características le otorgan los sujetos a estos espacios y cómo los califican, qué tipo de relaciones establecen con ese entorno y con los otros habitantes del lugar; en función de una lucha por el espacio, qué tipo de conflictos provocan las distribuciones, dimensiones, funciones, roles asignados a los lugares, etcétera; por lo tanto, qué tipo de acciones se desprenden de la relación espacio privado / sujeto. Coincido con Vasilachis [2007:33] cuando señala que:

La investigación cualitativa se interesa por la vida de las personas, por sus perspectivas subjetivas, por sus historias, por sus comportamientos, por sus experiencias, por sus interacciones, por sus acciones, por sus sentidos, e interpreta a todos ellos de forma situada, es decir, ubicándolos en el contexto particular en el que tienen lugar. Trata de comprender dichos contextos y sus procesos y de explicarlos recurriendo a la causalidad local.

Desde esta mirada, se analizó la relación que guarda la casa con la adecuada o inadecuada resolución de las necesidades para la subsistencia, la socialización y la reproducción. Es decir, en qué medida la casa permite solventar las necesidades humanas: primordiales (comer, dormir, ejercer la sexualidad) y las afectivas interiores (estabilidad, intimidad, comodidad, vínculos familiares).

También se buscó entender la relación que la casa mantiene con su entorno y cómo se relaciona con las actividades de los sujetos que la habitan, los cuales tienen que resolver necesidades tales como las afectivas externas (socialización, seguridad contra el exterior) y las económico-administrativas (seguridad económica, solvencia, estatus).

En esta segunda parte se trataba de entender cómo la significación que los sujetos le otorgan a la casa está en relación con las constricciones urbanísticas como: la configuración de la separación entre lo rural y lo urbano; la construcción y delimitación de lo privado y lo público en las zonas urbanas (los límites de la casa y sus ámbitos en oposición a la calle), y la asignación de roles y funciones para los espacios internos de la casa.

 

Algunos elementos para una contextualización histórica5

A continuación se presentan de manera sucinta algunos elementos que permiten entender el contexto en el que se habita en la Ciudad de México y que es producto de condiciones políticas, sociales y económicas que van por lo menos desde fines del siglo XIX, cuando se inicia la industrialización del país, hasta la actualidad. No se puede entender el significado que adquiere la casa para sus habitantes sin entender que la ciudad, las calles, la casa, son producto de esas condiciones, que se han constituido a lo largo del tiempo en lineamientos geográficos y urbanísticos que determinan zonas, lugares, formas, estilos del habitar, dotan de recursos o los limitan, planifican y ordenan o segregan y excluyen a los habitantes, y frente a ellos los individuos pueden ejercer resistencias o luchar.

Los barrios populares de la Ciudad de México se han poblado fundamentalmente con varios tipos de procesos: la invasión de terrenos que luego se "regularizan", el fraccionamiento legal o ilegal, a veces pasando por encima de la normatividad y con la consabida corrupción, o la ocupación de terrenos con la anuencia de los propietarios.

Estos procesos son el resultado de una dinámica urbana que implica la especulación del suelo, la relación entre la oferta y la demanda, así como las políticas habitacionales del estado en los diversos momentos históricos. Se pueden citar algunos hechos que dan cuenta de cómo ha funcionado esta dinámica; por ejemplo, durante el porfiriato al iniciar la industrialización, la Ciudad de México sufre una importante migración del campo a la ciudad, con lo que la demanda de vivienda se incrementa al mismo tiempo que se incorpora suelo agrícola para la urbanización. Durante las décadas de los veinte y los treinta, el Estado instrumenta políticas para otorgar créditos para construcción y adquisición de vivienda, con lo cual aumenta la oferta de vivienda en renta; al mismo tiempo, el crecimiento demográfico, la migración y la industrialización se aceleran; ese ciclo va a predominar por lo menos durante 50 años.

Durante la última mitad del siglo XX el estado también interviene. Por una parte, crea organismos en relación con la vivienda y fondos solidarios que otorgan créditos o construyen casas, ya sea de interés social o para las clases medias; por otra, intenta ordenar o limitar el crecimiento de la ciudad. Al mismo tiempo, la dinámica del mercado inmobiliario permitía, alentaba y hacía negocios con el asentamiento en la periferia (Nezahualcóyotl, Naucalpan, Ecatepec) o en las colonias limítrofes (Xochimilco, Tlalpan, Coyoacán, Gustavo A. Madero), ya sea de forma legal o ilegal.

De estas décadas resalta la actuación del Estado, en términos legales, que va a tener profundas repercusiones en la vivienda: entre 1942 y 1948 el decreto que prorrogaba de manera indefinida los contratos de arrendamiento de bajo costo, "el congelamiento de rentas", la Ley General de Asentamientos Humanos de 1976, el Programa Nacional de Vivienda de 1978 y la nueva Ley de Vivienda impuesta por Carlos Salinas.

No hay que olvidar el fuerte impacto que tuvieron en la ciudad los sismos del985, y la posterior reconstrucción, que produjeron cambios sustanciales en la urbanización, pero también en la dinámica social y política. Tampoco se puede omitir que a partir de la década de los setenta el país ha vivido en constantes "crisis" por la espiral endeudamiento-inflación y por la posterior instrumentación de la política neoliberal, que repercuten profundamente en el acceso a una vivienda para las clases medias y populares.

Coincido con la interpretación de Campos [2005:67]: la ciudad y la casa están en un lugar que no es arbitrario sino que se debe considerar como "una totalidad multideterminada por factores económicos y sociales, político-ideológicos y técnico-formales [...] es producto producción [que] se debe a decisiones individuales y colectivas, múltiples y al mismo tiempo únicas [.]. Estos factores son el sustrato del significado que la casa tiene para sus habitantes.

 

Comparación entre los relatos de los dos grupos sociales

En los relatos de los grupos que se analizaron se encontraron similitudes y divergencias. Siguiendo el ciclo narrativo propuesto por Claude Bremond [1996:102], es posible observar que tanto el inicio como el desarrollo de las diversas secuencias narrativas expuestas por los protagonistas son diferentes. En el caso del grupo del MUP se parte de una situación problemática, dramática, terrible, de condiciones precarias, de privación de los recursos necesarios para la existencia humana, y después de la superación de los obstáculos a través de la persistencia de los sujetos, de su lucha, de la intervención de la comunidad, ya sea el grupo o los vínculos de la familia ampliada, llegan al mejoramiento, a la modificación de las condiciones de vida previas, al punto de enunciar que se alcanza la felicidad, que en este caso está representada, de manera fundamental, por la obtención de una casa propia.

En el grupo del Liceo Albert Einstein, el punto de partida es un estado cuasi idílico; los sujetos habitan la casa paterna durante su infancia, de donde, por algunas circunstancias, generalmente a la entrada a la edad adulta puede pasarse a un estado de degradación y en el inicio de la vida en pareja es cuando se presentan algunos obstáculos: los sujetos no logran tener acceso inmediato a una casa propia. Esta situación de degradación es presentada de forma breve y sucinta, y no en todos los casos aparece, pero el conflicto es resuelto de forma rápida y sin involucrar en el relato sentimientos profundos de los protagonistas; al obtener estos bienes, a través del esfuerzo personal o de la familia nuclear, se llega nuevamente a la recuperación, a la superación de la degradación que se padeció momentáneamente.

En este sentido, tanto en el orden del relato, como en la intensidad del planteamiento emotivo, los testimonios son muy diferentes. Los términos usados por los enunciadores remiten a una expresividad diferente, sobre todo porque sus referencias aluden a tópicos que nos hablan de dos esferas de sentido casi opuestas. La casa en referencia a la vida, a la muerte, a la posibilidad de la felicidad en el caso del grupo del MUP Movimiento Urbano Popular. El triunfo, la comodidad, la distinción social, como puntos de referencia del grupo del Liceo Albert Einstein. La casa estrechamente vinculada al dolor, al sacrificio, a la lucha por un espacio, a los lazos de solidaridad y de apoyo colectivo, en el primer grupo. La casa en relación con el esfuerzo individual, la satisfacción de alcanzar metas y la acumulación como horizonte, en el segundo grupo.

A continuación se profundiza en algunos de los sentidos de las perspectivas espaciales y temporales en los modos de habitar.

 

La perspectiva temporal. Entre la experiencia y la norma en el modo de habitar

A lo largo del análisis de las entrevistas se observaron diferencias en los modos de habitar de los dos grupos sociales. En los testimonios trabajados se observa una tensión existente entre la experiencia y la norma social. Es decir, todas aquellas disposiciones, reglas, deberes que se aprenden y que van a aparecer como dispositivos normativos en el discurso, que guían la exposición de la experiencia. Como dice Voloshinov [1976:107-112], la expresión es la que organiza la experiencia, es decir, es el lenguaje el que nos permite ordenar nuestra manera de concebir la existencia, y por lo tanto, la construcción del relato de aquello que hemos vivido.

Por otra parte y también siguiendo al mismo autor, esa manifestación de la experiencia tiene fundamentalmente un carácter dialógico, se organiza en función del interlocutor, es un conjunto de elementos que se expresan siempre, aun en soledad en relación con otro, aunque ese otro sea uno mismo.

En los dos grupos sociales se encontraron evidencias de esta relación dialógica en los discursos, se hacen presentes referencias directas a la voz de los otros, las frases hechas, los refranes o dichos populares, las voces de la moral, del deber ser, del discurso instituido. Cada uno de los grupos ordena los sentidos que le otorga a su espacio, su casa, y sus propias experiencias con respecto a los sitios en donde ha habitado, en núcleos discursivos que, como dice Voloshinov, están determinados por la situación social y los participantes, pero también por capas más profundas que están en función de las relaciones sociales fundamentales en el sujeto. [Voloshinov, 1976:109].

Un aspecto muy interesante que no fue posible profundizar son las diferencias en los roles de género que se plantean: en el caso del grupo del Liceo Albert Einstein están muy definidos los roles para hombres y mujeres: el hombre-esposo como proveedor del hogar, la mujer-esposa como constructora de los vínculos familiares, mientras que en el caso del grupo del MUP, los roles, al parecer más por necesidad, se diluyen, pues la mujer tiene que trabajar, asiste a las asambleas y actividades políticas y muchas veces la pareja ni siquiera existe.

Se observa una marcada diferencia entre la experiencia del habitar que tienen las personas que participan en un grupo que se organiza para obtener una vivienda y los que obtienen su casa por medios propios, sin participar en ningún grupo. En el siguiente apartado se presentan los aspectos más relevantes de estos dos conjuntos; al primero lo denomino el de la experiencia "colectiva" y al segundo la experiencia "nuclear", simplemente porque es en torno a estos dos conceptos donde se concentra el sentido de la experiencia vivida.

La experiencia colectiva

La experiencia que el grupo del MUP describe nos habla de la existencia de una relación íntima entre el usuario y su casa; se habla de que la casa se ama, se añora, se quiere, de que la casa es "lo máximo"; es decir, se le otorga un valor sentimental muy importante a ese espacio. Esa experiencia se construye sobre todo por los recuerdos del pasado y ese pasado tiene una serie de connotaciones que se relacionan con el sufrimiento y con el dolor; en el pasado se ha tenido que sufrir, padecer, se han aceptado designios divinos o pruebas diversas para poder llegar hasta la obtención de una casa.

Yo en mi casa me siento muy bien, me siento con mucho cariño, o sea a la casa le tengo un gran cariño porque [...] yo creo que en cada casa, en cada familia [...] todos tus ratos, tus malos y tus peores momentos que has pasado ahí ¿no? [...] hace como siete años que empezamos con el problema de desalojo [...] yo te juro que de esas películas que salía Pedro Infante y de los desalojos sólo en la tele se ve, pero a raíz de que llegaron a mí, a quererme desalojar, chin ¿y ahora qué hago?, yo ni idea de Asamblea de Barrios, ni que había grupos organizados para defenderse contra el propietario [...] busqué un licenciado me dijo, vete a la Asamblea de Barrios [...] ahí fue cuando empecé a luchar y entonces le di el valor a lo que es la vivienda y lo de la casa ¿no? Y pues más cariño me dio [...] yo de tantos años ahí, yo ya no iba a dejar la casa tan fácilmente y yo de hecho la he defendido, [...] por tantas experiencias que hemos visto con los compañeros que toda su vida ahí y de repente todo a la basura, pues yo dije, no, pues yo quiero muchísimo, muchísimo la casa [...] yo todavía tengo sangre en las venas y yo a mi casa no la dejo aunque no lo sea totalmente mía [. ] de ahí yo no me salgo, de ahí solamente muerta ¿no? Entonces sí, como que te enamoras de tu casa [...] muchas cosas de ahí, no sé, como que se te meten en las entrañas, y es por eso que yo digo, mi casa la defiendo hasta más no poder, hasta morir. (Testimonio de Leticia)

Todo ese sufrimiento también es valorado y además es enunciado como una situación necesaria que se tuvo que pasar para llegar a obtener algo; se atraviesa por una situación de degradación hasta llegar a una de felicidad, y es debido a estas condiciones en que se otorga a la casa estimación que se les tienes; es decir, se valora el presente por lo que se vivió en el pasado. Ese pasado tiene como consecuencia una connotación que define la relación estrecha entre el yo y el aquí, yo estoy aquí en este lugar porque antes ya viví, ya padecí, ya sufrí, ya hice.

Otro aspecto fundamental en la construcción de esta experiencia tiene que ver con que ese aquí construido sólo es posible por la existencia de dos clases de vínculos que se han establecido y mantenido también en el pasado: los vínculos familiares y los vínculos colectivos con el movimiento urbano. Los primeros, los familiares, significan para el protagonista un apoyo; los miembros de una familia extensa siempre están presentes, sobre todo en las circunstancias penosas de la vida, sirven de soporte para la posibilidad de la obtención de una casa. Los segundos, los vínculos colectivos, tienen que ver con la existencia de la organización del grupo; en este caso, se percibe un conjunto de sentidos que tiene que ver con la lucha, el apoyo mutuo, la ayuda de otros, el aprendizaje en el proceso de la defensa de un derecho social y en el enfrentamiento cotidiano de múltiples problemas, y, como consecuencia, la satisfacción y el disfrute de este tipo de actividades colectivas.

Ya me acostumbré aquí, aquí he sufrido, y esto de que nos han querido quemar, que luego los "mariguanos" andan locos ahí, este, queriendo echar lumbre, luego, este, andan en la noche, cuando andan robando en Guatemala [una calle contigua], se brincan por ahí, ya por la azotea y se saltan por acá, y roban en la calle y entran y se escapan por acá, pues uno no puede hacer nada; entonces, todos esos peligros que uno ha sufrido, pues ya se acostumbra uno a ese lugar donde, más que nada. Yo creo que le he dado vida a este lugar, y este lugar me ha dado a mí, es como un... como dice el dicho, para dar hay que recibir, o para recibir hay que dar, entonces tanto el lugar me ha dado, tanto como yo le he dado, pero también me he dado cuenta que pues, nada es legal y pura corrupción, cada quien que ha entrado aquí es, es nada más para estafar a la gente, para estafar, para insultarnos; ha habido hasta violación, ora sí que ha habido cosas que... prostitución también, y todo lo que hemos pasado ya, han sido años, de estar "peliando" con el gobierno, para que se expropie y seguimos en lo mismo, tercos. (Testimonio de Cristina)

En sus testimonios guarda un lugar especial la religiosidad, la presencia de la divinidad, ya sea Dios o los santos, que también funcionan como ayudantes para estos protagonistas, ya sea como aquel elemento que permite el mantenimiento de la esperanza, o bien como una figura que otorga dones que sirven de apoyo a los padecimientos terrenales.

Estos dos aspectos, la relación pasado presente con el yo aquí y los vínculos colectivos, conforman esta experiencia del habitar y la relación entre el usuario y su casa, donde la casa tiene un valor profundo, que se caracteriza por percibirse como de larga duración en la mayoría de las veces, para toda la vida, un vínculo muy difícil de romper.

 

La experiencia nuclear

En el grupo del Liceo Albert Einstein se construye una experiencia con respecto al lugar que se habita, que parte de otro escenario completamente distinto: la casa es consecuencia no de una lucha social, sino de la búsqueda personal de oportunidades: en ese grupo tienen mejores posibilidades para obtener una casa propia, las oportunidades no llegan, sino que se buscan, son parte de un proceso constante de superación, de progreso social. Ante todo, deben ser piezas clave del aprendizaje familiar que necesariamente ha de transmitirse con mayor ahínco a las generaciones siguientes, y estos deseos de superación, de triunfo y la necesidad de mantener las expectativas son heredadas a los hijos.

Yo creo que si toda la gente en la vida se pusiera metas y nos enseñaran nuestros padres a decir: ¿cuál es tu meta?, vas a hacer esto o quieres hacer esto, yo creo que todos seríamos mejores, sobre todo los latinos, que somos tan despilfarradores. En una ocasión una persona me dijo: ¿y para qué vas a tener una casa tan grande, para vivir los dos solitos? Dije: mira, cuando sea eso y yo no pueda subir escaleras, esta casa la puedo vender y con eso no voy a andar pidiendo a mis hijos nada [...] yo esto lo he visto como un ahorro [...] lo ve uno como una inversión. (Testimonio de Mariana)

El progreso y la obtención de las metas propuestas es resultado de la motivación personal o familiar, de la astucia y del trabajo individual, ya sea en forma de ahorro, como buena administración o como producto de la acumulación de bienes diversos a través del tiempo. Así, surge la concepción de que el hombre se hace a sí mismo por su propio esfuerzo, por sus características y cualidades personales, por su ambición, su deseo de superación y por el esfuerzo dedicado a lograr sus metas.

Las metas no se limitan a la obtención de un sitio para vivir, sino que van más allá, tienen que ver con signos exteriores, que están en función de los vínculos sociales; estos signos son los que denotan exclusividad, propiedad, estatus, triunfo social, superación personal, diferencia frente a los demás.

Bueno, en mi caso, yo empecé por lo pequeñito, por un departamento, y al tener el logro del departamento, entonces ver más allá, ¿no? Una casa, pero sí, es la prioridad, ¿no? El tener una casa y, bueno, la satisfacción, porque también no cualquiera lo logra. (Testimonio de Alicia)

Considero que esta experiencia se define por lo nuclear porque se connota en los testimonios una referencia al esfuerzo, fundamentalmente de uno de los miembros de la pareja o, en todo caso, de ambos, y en segundo plano de los hijos, mientras que, a diferencia del grupo anterior, no se presentan vínculos colectivos más allá de este eje.

La casa es producto de la búsqueda de oportunidades por parte de la familia nuclear y su consecución proporciona satisfacción. La casa es ese fruto; sin embargo, no se establece con ella un vínculo de larga duración, puesto que esa casa puede ser reemplazada si se presenta otra nueva y mejor oportunidad, porque el sentido de la casa puede ser transportado a otro lugar; la casa no es el lugar, dicen los protagonistas: el hogar, como ellos lo definen, está donde está la familia. Y ese centro de la existencia, ese remanso de paz, se lo otorgan los miembros de la familia, y no un determinado lugar, pues éste puede ser modificado.

Sin embargo la casa sí proporciona una seguridad y estabilidad de carácter económico; es la base de la cual se puede partir para la obtención de nuevas metas, de logros mayores. Se constituye como una inversión para el futuro.

En cuanto a la percepción del pasado, a diferencia y en oposición absoluta con el grupo anterior, se organiza como un conjunto de recuerdos felices; la organización del relato sobre la vida pasada lleva a la percepción de un tiempo mítico donde no se establece ninguna relación causal con el presente y tampoco con la necesidad de obtener una casa. La necesidad sólo surge o se percibe cuando se modifica el estado civil. Y en todo caso la mirada está puesta en el futuro, en lo que todavía puede lograrse, en las nuevas metas propuestas y en que el camino no se termina al llegar a una casa sino que éste es un escalón más.

Con respecto a las normas sociales que aparecen en este grupo, hay un énfasis en el espacio propio, la privacidad de cada uno de los miembros de la familia a través de dispositivos como la puerta cerrada, el respeto por el espacio de los adultos, en especial de los padres.

También aparece, como en el caso anterior, la normatividad que tiene que ver con el orden y la limpieza como precursores de la armonía familiar y estrechamente vinculados a lo adecuado de los espacios que se habitan.

 

Dos lógicas para el habitar: la casa signo y la casa símbolo 

Como se puede observar en estos dos núcleos de la constitución de la experiencia, los sentidos sociales a partir de los cuales se organiza son distintos, por ello regreso a retomar la distinción que hace Baudrillard de la casa signo y la casa símbolo, como puntos de partida diversos para explicarse la relación con el propio mundo y con lo que nos rodea. Y a lo que señala Voloshinov, la experiencia sobre algún hecho cualquiera de la existencia: 

Depende de la posición social general de la persona tanto como de las circunstancias inmediatas de la experiencia. Éstas determinan en qué contexto valorativo, dentro de qué ámbito social se percibirá la experiencia. [...] Son posibles, naturalmente, diversos grados de perceptibilidad, claridad y diferenciación en la orientación social de la experiencia; pero no existe experiencia sin orientación social valorativa [Voloshinov; 1976:110].

Así, es posible observar cómo estos dos conjuntos de experiencias nos transmiten, como dice el autor, dos orientaciones sociales valorativas diferentes que tienen referencias diversas y que miran hacia puntos distintos. Por tanto, la construcción del sentido que se le otorga al sitio que se habita, a la casa, a la vivienda, al hogar, no difieren solamente en los términos utilizados sino en aquellos aspectos más ligados a la profundidad de los sentimientos, a las motivaciones internas, a la vinculación con el tiempo, la vida y las relaciones sociales que se establecen.

Las divergencias entre las versiones de la casa y los significados adjudicados a cada una muestran las relaciones entre los usuarios y la casa como un objeto de significación. Aunque estos dos objetos en apariencia son paralelos, y comparten múltiples elementos, en realidad constituyen dos conjuntos significativos distintos en donde se hace explícita la existencia de dos lógicas de habitar.

Es evidente en los discursos de los grupos sociales la aparición de dos tipos de objetos: el objeto-símbolo tradicional y el objeto-signo, que es un objeto de consumo, categorías que explica Jean Baudrillard [1969:224]. En el caso del grupo del MUP la significación de la casa está construida con características cercanas al objeto-símbolo, puesto que, como dice Baudrillard, se establece entre los usuarios y la morada una relación de interioridad; ésta es un mediador que está impregnado de significados de intimidad, de raíces históricas, de aspectos medulares para los sujetos; este objeto no es consumido, dice Baudrillard. Aparece con claridad la relación m entre la casa y una serie de "valores" tradicionales, los vínculos con la tierra, con la familia extensa, con el arraigo a un lugar, a una comunidad, a un clan si así se quiere, y también con la nueva comunidad que se ha construido, la del colectivo que pelea por un sitio en la ciudad, que tiene ,una agenda por derechos cívicos o ciudadanos: la vivienda, la ciudad, la o regularización de la tierra, los servicios, etcétera.

Desde el punto de vista de este grupo, a la casa se "llega" después de un trayecto largo, doloroso, en el que se recuerdan múltiples obstáculos; estas connotaciones llevan a la significación de la casa como el punto final de un camino. Los habitantes sólo saldrán de ahí, en su proyección del futuro cuando hayan muerto.

En el otro caso, la casa tiene un significado más cercano al de la casa-signo; es exterior, forma parte de una serie, —como ya se mencionó—, de un conjunto de metas o escalones, es un objeto de consumo.

Y sobre todo se subraya que el objeto casa es consumido en su diferencia, puesto que la casa que este grupo consume es la que se encuentra en relación de exterioridad con las otras casas, las de los vecinos, las de los familiares, las suyas propias en un tiempo pasado. Frente a ellas, esta casa, la consumida en el momento actual, es mejor, es más grande, está ubicada en un lugar de nivel superior. Y posteriormente también se desea tener las condiciones para adquirir otra que supere las características de habitación actuales.

La casa ha variado su significado y se ha cargado de otro tipo de connotaciones, es percibida no como una meta, aunque en el discurso sea utilizada esta expresión; es, a fin de cuentas, una meta-escalón; su significado forma parte de un proceso de diferenciación, de estratificación, de adquisición de estatus. La casa se convierte en una categoría que sirve para inscribirse en una clasificación jerárquica, puede situar a los sujetos en una relación con los otros, sirve de marcador social.

Esta segunda vinculación secundaria no puede entenderse sin pensar en un conjunto de "valores" ligados a la época moderna, al individualismo, al progreso, a la acumulación y, por lo tanto, al consumo, según Baudrillard. Desde esa lógica, la casa se consume, vale en cuanto a la diferencia; lo que tenía antes, con lo que tengo ahora y lo que me gustaría obtener después. Aunque la obtención de una casa para ambos grupos permite solventar el conjunto de necesidades humanas: abrigo, protección contra los peligros del exterior, descanso, ejercicio de la sexualidad, intimidad, también permite resolver aquellas que tienen que ver con la esfera del trabajo y de la acción, como la socialización, la libertad, el establecimiento de vínculos familiares y sociales. Sin embargo, es evidente que en el nivel del discurso de cada uno de los grupos, las prioridades tienen un orden diferente según sean aquellas necesidades que tienen que ver con una interioridad o aquellas que tienen que ver con la exterioridad. Y como pudo observarse en los testimonios y en las etnografías, el sentido que adquieren los espacios y la utilización que se hace de ellos resulta completamente distinta.

No puede negarse que los procesos de la modernidad atraviesan a todos o los grupos sociales y su ideología, y está presente también en los entrevistados del MUP. Sin embargo, las narraciones de este grupo están permeadas también por los valores de la lucha social, así como por la idea de lo comunitario, lo cual es un contrapeso a la ideología occidental.

 

Bibliografía

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Baudrillard, Jean 1969 El sistema de los objetos, México, Siglo XXI.         [ Links ]

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Voloshinov, Valentín N. 1976 El signo ideológico y la filosofía del lenguaje, Buenos Aires, Nueva Visión.         [ Links ]

 

Notas

1 El CGABCM, a su vez, está conformado por otros grupos más pequeños que se unieron ya sea porque habitan en un lugar que pretenden adquirir o porque carecen de vivienda propia y buscan un predio o terreno para construir, así como un crédito social para lograr la edificación. Se definen a sí mismos básicamente por la dirección en la que se encuentran o por el lugar del terreno que han conseguido; por ejemplo: Academia, porque sus integrantes habitan en una vecindad ruinosa ubicada en la calle de Academia número 9 del centro de la ciudad. Estos subgrupos tienen una relativa autonomía con respecto a la organización general, se reúnen, discuten por su cuenta y deciden el camino a seguir para su propia gestión; confluyen en una reunión semanal con el conjunto de los grupos, para decidir líneas de trabajo y de acción con respecto a las diversas problemáticas frente a las instituciones gubernamentales y a los conflictos propios del proceso.

2 El nivel socioeconómico se define como la estratificación de los hogares urbanos (ciudades de 50 000 habitantes o más) y está basado en el algoritmo de clasificación de niveles socioeconómicos de la AMAI (Asociación Mexicana de Agencias de Investigación de Mercado y Opinión Pública).

3 Se usó la misma clasificación para ambos grupos.

4 Se realizaron cuatro sesiones con cada grupo, cada una con un promedio de dos horas de duración; el número de personas fue variable, pues iniciaron en cada grupo diez sujetos, pero a partir de la segunda sesión aquellas personas que ya habían participado en las primeras sesiones ya no asistieron a las dos últimas, y se observó una mayor participación en el grupo del MUP que en el del Liceo. Los relatos fueron extensos y por lo general se daban por turnos, aunque las preguntas se formulaban al grupo. No se generaron discusiones o controversias, sino que, cuando intervenían en el relato de otro, sólo asentían o complementaban lo que el sujeto enunciaba. Con esta dinámica, se consideró que se cumplían los objetivos de la intervención.

5 Una contextualización detallada puede consultarse en los capítulos I (La Ciudad de  México: aspectos urbanísticos, sociales y políticos) y II (Impacto de la industrialización en la configuración de la actual Ciudad de México) de la tesis de doctorado en Ciencias Sociales: "La significación social de la casa para sujetos de dos grupos sociales en la ciudad de México" (2010) UAM - X.

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