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Cuicuilco

versión impresa ISSN 0185-1659

Cuicuilco vol.18 no.51 México may./ago. 2011

 

Diversas temáticas desde las disciplinas antropológicas

 

La resemantización de un espacio sagrado en la Nueva España: Cuepopan, de mojonera y escenario ritual a Santa María la Redonda

 

Clementina Battcock*, Claudia Andrea Gotta **

 

* Coordinación de Humanidades-Centro de Investigaciones sobre América Latina y el Caribe, Universidad Nacional Autónoma de México.

** Facultad de Humanidades y Artes, Universidad Nacional del Rosario.

 

Resumen

Cuepopan-Tlaquechiuhca fue uno de los barrios de México-Tenochtitlan y el escenario medular en las guerras entre tenochcas y tepanecas, y entre Tenochtitlan y Tlatelolco. A la vez, en una de sus parcialidades: Copolco, se propiciaron ritos fundacionales que le imprimieron un sesgo de espacio sagrado. En este artículo nos interesa dar cuenta, a partir de confrontar fuentes diversas y trabajos realizados por historiadores y arqueólogos, cómo el papel ritual de este barrio fue resemantizado, tras la conquista española, a partir de un nuevo capital simbólico —la presencia franciscana— que, configuró un dispositivo significativo en la desterritorialización del imaginario mexica.

Palabras clave: Tenochtitlan, Tlatelolco, Cuepopan/Tlaquechiuhca, barrio, espacio sagrado.

 

Abstract

Cuepopan-Tlaquechiuhca was one of the neigborhoods of Mexico-Tenochtitlan and the medullary setting in the wars between tenochca and tepanecs, between Tenochtitlan and Tlatelolco. At the time, in one of its partialities: Copolco, rituals were ministered, giving it an inclination of "sacred space". With this article we are interested in giving account, by confronting various sources and investigations made by historians and archaeologists, of how the ritualistic role of this neigborhood was resemanticized after the spanish conquest, from a new symbolic capital – the franciscan presence- playing a significant part in the deterritorialization of the mexica imaginary.

Keywords: Tenochtitlan, Tlatelolco, Cuepopan/Tlaquechiuhca, neighborhood, sacred space.

 

En el siglo XIV, después de una serie de episodios de diferente tenor, el grupo mexica se estableció en la isla de México. En cuanto a la fisonomía de la isla y los detalles de sus espacios antes de la conquista española, ésta sólo se puede reconocer a través de los relatos generados durante la etapa novohispana, en donde se tuvo la necesidad de recuperar parcialmente la historia e ideología de los pueblos prehispánicos. Según sus relatos1 fundaron allí dos ciudades, Tenochtitlan y Tlatelolco. La primera de ellas en respuesta al mandato de su deidad tutelar Huitzilopochtli, quien indicó la determinación de cuatro barrios. Según Alvarado Tezozomoc las denominaciones prístinas fueron: "Moyotlan" —que ahora se llama San Juan—, "Teopan" —que ahora se llama San Pablo—, "Tzacualco" —que ahora se llama San Sebastián—, y "Cuepopan" —que ahora se llama Santa María la Redonda, [Alvarado Tezozómoc, 1998:74].2

Puntualmente, nuestro escrito tiene por interés analizar el protagonismo del barrio de Cuepopan-Tlaquechiuhca en algunos momentos históricos y por lo tanto, en este estudio abordaremos qué funciones demarcatorias cumplió el mismo a partir de la fundación de Tenochtitlan y a la vez cómo se transformó este barrio tras la conquista española.

 

Cuepopan-Tlaquechiuhca: límite o espacio en pugna

La relevancia del espacio que ocupó este antiguo barrio se puede rastrear y constatar desde el período prehispánico a partir del surgimiento de los primeros centros de poder en el posclásico tardío en la isla de México. Como hemos señalado, uno de los cuatro barrios que integraban Tenochtitlan fue Cuepopan-Tlaquechiuhca. En opinión de Francisco del Paso y Troncoso [1971:180-182] Santa María la Redonda estaba integrada por barrios y estancias: los barrios eran Tezcatzonco, Cuepopan, Copolco, Colhuacatonco, Analpa, Atlampa el cual se repetía en el barrio de San Juan, Teocaltitlan que también se repetía en los barrios de San Juan y de San Pablo, e Iztacalecan; y las estancias eran la de Tollan y la de Tezcacohuac. Cabe aclarar que respecto a la etimología de este locativo no hay acuerdos, mientras que Chimalpain afirma un claro vínculo con la existencia de varas de céspedes; Manuel Orozco y Berra señala al respecto que: "Cuepopan ofrece dos interpretaciones diversas: 1°, de cuepotli calzada, y la preposición pan: Cuepo-pan, sobre la calzada (se decía por la de Tlacopan). 2°, del verbo cueponi en la acepción de "resplandecer alguna cosa", en cuyo caso sonaría, sobre lo resplandeciente, en memoria de las aguas que hacían visos como esmeralda" [Orozco y Berra, 1960:144]. En otra sintonía Alfonso Caso [1956] afirma que este locativo no tiene traducción. Asimismo, sobre Tlaquechiuhca, Vetancurt propone que quiere decir "donde se hacen esteras"[Vetancurt, 1971:83].

Las menciones de este antiguo barrio en el corpus documental son diversas. Por ejemplo, en los Anales de Cuauhtitlán se relata que en tiempos de Huactzin, "rey" de Cuauhtitlán, comenzó la guerra de Xaltocan y por esta causa se enumeran las tierras y los linderos que pertenecían a los xaltocamecas, entre ellos Cuepopan; agregando que por causa de esta guerra se cambiaron las mojoneras que marcaban los límites entre los centros.

También hallamos que en la Tira de Tepechpan se menciona a otro de los barrios pertenecientes a Cuepopan como un lindero, éste sería el caso de Tezcatzonco [Tira de Tepechpan, 1996:93-94]. Esta información lleva a preguntarnos: ¿originalmente a quién o a quiénes pertenecían estas tierras? Y a la vez, considerar la posibilidad de que estos terrenos funcionaran como linderos o espacios fronterizos entre los antiguos centros antes de la llegada de los mexicas a la isla de México.

 

Cuepopan: sitio estratégico en la guerra contra Azcapotzalco

Si bien de modo general, las fuentes coinciden en afirmar que la victoria tenochca sobre el principal centro tepaneca significó la caída de esta entidad política y el ascenso al poder de los primeros en la Cuenca de México, la guerra entre Tenochtitlan y Azcapotzalco3 generó una serie de cambios y transformaciones que afectaron a toda la Cuenca de México en el siglo XV.

Resulta interesante, en este contexto de reacomodamiento geopolítico en la Cuenca de México, que uno de los escenarios en que transcurre esta particular guerra haya sido Cuepopan-Tlaquechiuhca. Por ejemplo, en la obra de Chimalpain en particular en su Tercera Relación se señala que en el año 13 ácatl [1427] los tlacopanecas y los tepanecas de Azcapotzalco comienzan a desplazarse y a atacar a los tenochcas:

Y enseguida lo hicieron así los mexica; horadaron las casas, por allí salieron todos los mexica.

Y cuando descubrieron que ya no estaban, enseguida se oye el griterío, enseguida dicen:

—¡Eh, tlacopaneca, azcapotzalca! Ya van saliendo, nuestros perturbadores, ¡anden, vayan a tomarlos!

Pero enseguida los mexica se arriesgaron ante los tlacopaneca, los azcapotzalca, quienes más allá de las afueras de sus casas los fueron a dejar. Mucho macehual murió. Y después que terminó su aflicción, de inmediato viene, se instalaron en sus jacales [Chimalpain, 1997:139].

En la narración, podemos observar el espacio y las características de esta parcialidad a partir del desarrollo del enfrentamiento entre los dos grupos y poder evidenciar la importancia que se le adjudica a Cuepopan, en la defensa tenochca, como sitio trascendente en la historia y en la legitimidad de Tenochtitlan, a la vez que se especifica claramente el significado del nombre del barrio:

Y cuando escucharon esto los mexica enseguida se proveen de flechas; elaboraron puntas de varas y céspedes, que pusieron para obstaculizarlos, y con ello dieron nombre al "tramo de camino de céspedes" que hasta ahora se llama Cuepopan [Chimalpain, 1997:139].

Según Chimalpain, llegado el año 1 técpatl [1428], recrudeció la guerra contra Azcapotzalco y nuevamente este barrio configuró un lugar estratégico que garantizó el éxito del enfrentamiento, y por tanto se convirtió en el escenario donde éstos sellan su victoria.

Y tan pronto como vienen los tepanecas, los azcapotzalca, a conquistar a los mexica, viene por allá, viene conociendo allá por Cuepopan. Pero ya que venían llegando por donde están los jacales de los mexicas, y tan pronto como les dieron las espaldas, entonces combaten; allí en Cuepopan confundieron plenamente a los tepanecas, a los azcapotzalca, de allí los hicieron huir [Chimalpain, 1997:141].

La guerra contra Azcapotzalco trajo consecuencias significativas en torno al reacomodamiento geopolítico en la Cuenca de México, de hecho podría considerarse que la derrota de la capital tepaneca constituyó el origen y la exégesis de las siguientes conquistas mexicas. Pensamos que el éxito de esta guerra radicó en el desarrollo de una serie de cambios, en el seno mismo de la sociedad tenochca; transformaciones que se estaban perfilando de manera incipiente mucho antes del conflicto pero que fueron materializadas luego de este acontecimiento. Tras la caída de Azcapotzalco, fueron conquistados otros centros como Xochimilco, Coyoacán, Mixquic y Cuitlahuac. Conquistas que implicaron un beneficio de vital importancia para el grupo guerrero tenochca dominante, al adquirir un número importante de tierras, mano de obra y alimentos. Los tepanecas al ser vencidos son despojados de sus bienes, los cuales fueron distribuidos según criterios de carácter militar; en este reparto se procuró favorecer al grupo guerrero, práctica permanente desde la asunción del primer tlatoani, Acamapichtli, pero que a partir de Itzcóatl adquirió mayor dimensión. La tradición tenochca señala que junto al reparto de tierras también se constituyó la creación de "cargos" dentro del sector dominante, basándose en méritos militares, que implicaron privilegios en cuanto al acceso al gobierno, a los beneficios del "tributo" y a la participación en la programación de las futuras guerras.4

 

Cuepopan en el contexto del conflicto entre tenochcas y tlatelolcas: guerra ritual y reordenamiento territorial

La guerra entre Tlatelolco y Tenochtitlan duró aproximadamente de 1469 a 1473, y si bien nos resulta difícil especificar con claridad las razones que condujeron a estos centros hermanos a un conflicto de tal envergadura, es central para nuestro planteo, poder señalar cómo todos los episodios decisivos, previos y durante la batalla de 1473, transcurren notoriamente en el barrio de Cuepopan y específicamente en el sub-barrio de Copolco.

Recordemos que este barrio, según Caso [1956], era una de las fronteras entre estos dos centros. Así, este autor propuso en su análisis, —aún no superado— de la reconstrucción y ubicación de los antiguos barrios de Mexico-Tenochtitlan y Mexico-Tlatelolco, que en efecto el campan5 de Cuepopan-Tlaquechiuhca era un sector lindante a la antigua ciudad de Tlatelolco, y que a su vez éste junto a otros se situaban directamente sobre el sector fronterizo limítrofe, tal como lo refieren sus posibles demarcaciones. Recordemos también que Caso (1956) se apoyó en las referencias descritas en el Memorial de Londres,6 y basándose en éste, vinculó la demarcación de Cuepopan con una acequia que servía de frontera entre Tenochtitlan y Tlatelolco:

[...] por el Norte la Laguna y calles de Mosqueta, Rayón y Órgano; por el oriente, República de Argentina y Seminario; por el sur las calles y calzada México Tacuba y por el poniente la orilla de la isla formada por una línea quebrada que iba más o menos por la calle de Arista, Violeta, Guerrero, Pedro Moreno, Zarco, Moctezuma y Lerdo, uniéndose aquí con la calle de la Mozqueta que marcaba el límite norte. En esta parcialidad o campan, quedaban los puentes muy importantes sobre la acequia de Tezontlalli que (la) separaba de Tlatelolco [Alfonso Caso, 1956:29. Cursivas añadidas].

Como sabemos, Caso al retomar el análisis de Barlow, señaló que se menciona La Lagunilla de Santa María la Redonda de Santiago Tlatilulco indicando que la misma constituía el límite de las dos ciudades.

En la Crónica mexicana de Alvarado Tezozómoc, también pudimos reconocer sugestivas referencias sobre la importancia de Copolco en un contexto de tensión o de guerra:

[...]y vayan luego a mirar y ver en nuestra raya y término en Copolco, adonde es ahora Santa María la Redonda, y para haber de comenzar la guerra, comenzaron el juego de pelota de nalgas que llaman olamalo ynitech tlachco, que es decir, que ganaron en el juego al rey Axayaca ; y así, ni mas ni menos jugaban delante del rey Axayaca, en su tlachco, y los tlatelulcanos vinieron á ver con disfraz: luego volaron á dar razón a Moquihuix de lo que habia y pasaba en Tenuchtitlan. Dijo luego Moquihuix: vayan dos con armas á ver en el lugar que llaman Copolco; y sentáronse el uno enfrente del otro distante como un tiro de piedra, y de allí á un rato enviaron á otros dos armados con divisas [Tezozómoc, 1987:388].

De esta forma, en éste párrafo se describe claramente la jurisdicción de cada uno de los contrarios, los límites en el enfrentamiento, y cómo Copolco ocupa un lugar central en esa demarcación. Es interesante señalar que Valero de García Lascuráin [2004:207] ha indicado, al analizar el Códice Chavero, la posible traducción de Copulco como: "en el cerco", según la propuesta realizada por el padre Garibay, y desde nuestra lectura, esta traducción nos permitiría argumentar que Copolco o Copulco configura un lugar distintivo, como mojón, como frontera,7 entre los dos centros mexicas.

Como sabemos, en diversas sociedades originarias de América la dualidad tuvo, y aún tiene en ciertos niveles de vida comunitaria, un rol central en su organización sociopolítica. Este principio ordenador que estaba legitimado por una cosmovisión específica en cada caso, ponía de relieve la dinámica dialéctica que existía entre, lo que de modo genérico se define como, los opuestos complementarios. De este modo, la dualidad puede ser pensada para el caso bajo análisis como elemento espacial ordenador desde el cual podemos concebir a Copolco un lugar donde esas expresiones contrarias, pero a la vez complementarias, se enfrentaban, y al hacerlo se unían en una totalidad deseada.

En ese sentido podríamos pensar que esas diferencias que a la vez se constituyen en complementariedades son espacializadas en Copolco, y a modo de bucle,8 poder visualizar como estas partes o bandos, nos remiten a una totalidad que las contiene y a la vez las significan [Gotta, 2007:17].

También resulta interesante notar en el relato que el inicio de la guerra es asociado al juego de pelota. Guilhem Olivier9 señala que diversos partidos de juego de pelota han manifestado una alternancia de los poderes, un ejemplo sería precisamente el protagonizado por Maxtla de Azcapotzalco, al ser vencido en el tlachtli, hecho que permite presagiar la derrota de los tepanecas y su huida a Tlachco con unos acompañantes particulares [Battcock, 2008:192-193].10

Como sabemos, el juego de pelota tiene en si mismo, una carga de fuerte simbolismo mítico-religioso, en la medida que su práctica ha sido asociada con fenómenos cósmicos, en tanto debía realizarse para mantener el movimiento celeste del sol. Por tanto, los diferentes ejemplos encontrados —Huemác, Maxtla, Motecuzoma Xocoyotzin— están haciendo referencia a momentos de cambios dinámicos, los que constituyen a su vez claras señales para comprender las alternancias del poder. Así, Fernando Alvarado Tezozómoc narra los preparativos de Tenochtitlan y Tlatelolco ante el inminente enfrentamiento y medición de fuerzas:

El rey Axayaca, mexicano, condoliéndose de la destrucción que había de venir sobre Tlatelolco, tornó á enviar otro mensajero, y fue elegido por mano de Cihuacoatl el principal llamado Cueatzin, rana apreciada; y habiéndose hecho la embajada se azoró Moquihuix con esto, y á instancia de su suegro mandaron dar garrote al mensajero Cueatzin, mexicano, y fuéronlo á arrojar al barrio que llaman Copolco, que ahora es Santa María la Redonda: acabado esto comenzaron a dar alarido y á tocar al arma, diciendo á voces. Ea, tlatelulcanos, consúmanse los mexicanos, mueran todos los traidores[...] [Tezozómoc, 1987:391].

Nuevamente Copolco se convirtió en el sitio privilegiado donde se desarrolló este episodio, a partir del cual los mexicas en la persona de Axayaca incitaban y provocaban a los tlatelolcas, en la figura de su tlatoani Moquihuix. Al respecto fray Juan de Torquemada, en su obra Monarquía Indiana [1975-1983], relató con particular detenimiento cómo Axayaca dio muerte al último tlatoani tlatelolca, Moquihuix, como un hito, un momento de ruptura que señaló la victoria segura de los tenochcas frente a los tlatelolcas:

[...]y lo arrojó de las gradas abajo, por donde vino rodando y llegó al suelo casi muerto. De allí lo llevaron a la presencia de el rey mexicano, el cual él mismo le abrió el pecho y le sacó el corazón en el barrio de Copolco, que está vecino de Tlatelulco[...] [Torquemada, 1975:248].11

Sin lugar a dudas, esta escena que describe la muerte del tlatoani tlatelolca pone en el centro de la escena esta práctica ritual a través de la cual Moquihuix muta en víctima sacrificial y personaliza el nuevo orden, ya que es su muerte-sacrificial la que permite continuar y convalidar la destrucción de Tlatelolco. Es en el marco de las creencias mexicas, respecto del cosmos, los hombres y la reproducción de la vida, que debemos acercarnos a este relato y poder así, desde este contexto analítico, comprender cómo la muerte sacrificial, a modo de hito fundacional, constituye el hecho social12 propicio para la construcción sociopolítica posterior a esta victoria.

Tras la victoria contra los tlatelolcas se llevó a cabo el reparto de tierras entre los vencedores tenochcas, situación descrita por Alvarado Tezozómoc en su obra Crónica Mexicana:

Concluido esto fueron á repartir las tierras que tenian en las partes que llaman Chiquiuhtepec, y en Cuauhtepec, y en los términos de Atzcaputzalco, Chilocan, Tempatlacalca, y otras muchas partes[...] [Alvarado Tezozómoc, 1975:396].

Sobre el aspecto puntual del reordenamiento territorial, resultan particularmente sugestivos los señalamientos de Flores y Pérez [1997:71] respecto del escenario del enfrentamiento final, al que relacionan con precisos puntos limítrofes, por ejemplo cuando los protagonistas pelean por el puente en Azacualco —San Sebastián— hasta detrás de Santo Domingo y hasta Santa Ana Yacacolco.

En la Tira de Tepechpan, la denominada estancia de Cuauhtepec aparece dentro de Cuepopan. Francisco del Paso y Troncoso [1971] y posteriormente Alfonso Caso [1956] señalan a Cuauhtepec como una de las estancias pertenecientes al barrio de Cuepopan de Mexico-Tenochtitlan y a la vez en los Anales de Cuauhtitlán se la indica como una mojonera. Esta última referencia nos permite inferir entonces, que la estancia no era originalmente tenochca sino de Cuauhtitlán y posteriormente pasó a Mexico-Tlatelolco. El porqué de este cambio no lo sabemos ni el tiempo en que sucedió, sin embargo existen referencias en las fuentes sobre las fluidas relaciones entre los dos centros en el período tepaneca. De este modo, podemos inferir que Cuauhtepec recién se incorporó como parte del territorio tenochca tras la guerra contra Tlatelolco. Pensamos que estas referencias nos indican un nuevo reacomodamiento territorial impuesto por los tenochcas a los tlatelolcas.

De esta manera Tlatelolco, tras haber sido vencido en la guerra, asumió una nueva condición política hasta la conquista española, y fue considerado una parcialidad de Tenochtitlan, con una serie de barrios y estancias entendidas como subdivisiones administrativas. En este sentido Robert Barlow señaló como:

Durante medio siglo, desde la muerte de Moquíhuix en 1473 a la invasión española, Tlatelolco fue gobernada por Tenochtitlan. Los gobernantes militares [...] eran muy nobles y valientes y nobles mexicanos. Se titulaban cuauhtlatloque, águilas hablantes y hubo siempre dos: uno con rango de tlacochcálcaltl, y otro con rango de tlacatécatl: los documentos a veces mencionan a ambos, a veces a uno solo, o pueden mencionar los rangos solamente, sin nombres personales [Barlow, 1987:117].

Por otra parte, el controvertido reparto de las propiedades tlatelolcas realizado por los tenochcas, devino en el período novohispano en numerosos pleitos y demandas, los mismos han sido detectados, y pueden ser abordados, a través de una serie de documentos que indican la profundidad histórica de los problemas de tierras en esta región [Castañeda de la Paz, 2008].

En este marco proponemos pensar al barrio de Cuepopan-Tlaquechiuhca como un enclave vital en la demarcación de límites entre los dos grandes centros de poder mexica, ya que éstos competían por la riqueza de su territorio y el control del agua.

En otra esfera de análisis, nos llama la atención como fray Bernardino de Sahagún señaló, en su obra Historia general de las cosas de Nueva España, que era un sacerdote del barrio de Copolco, el encargado y responsable de sacar el fuego nuevo:

Y el dicho sacerdote del barrio de Copolco, cuyo oficio era de sacar lumbre nueva, traía en sus manos los instrumentos con que sacaba el fuego, y desde México, por todo el camino, iba probando la manera con que fácilmente se pudiese hacer lumbre [Sahagún, 2000:711].

Pensamos que esta referencia sobre la ceremonia del Fuego Nuevo es importante ya que señala el lugar de donde provenía el sacerdote encargado de renovar e inaugurar el ciclo de la vida para la sociedad tenochca.

En sintonía con este problema, el estudio realizado por Silvia Limón Olvera da cuenta que los mexicas reproducían, en la tierra, el encendido del fuego que era señalado en el ámbito celeste por la constelación: precisamente en el momento en que las Pléyades traspasaban el cenit, el sacerdote de Copolco, en la cumbre de Huixachtécatl—actual cerro de la Estrella en Iztapalapa— procedía a encender el fuego nuevo, barrenando dos palos sobre el pecho del cautivo que sería sacrificado [Limón Olvera, 2001:164].

Esto es un indicio del lugar referencial que ocupaba Copolco en el plano simbólico de esta sociedad. Si no vale preguntarse: ¿por qué este sacerdote de Copolco y no otro representante de los otros tres barrios de Mexico-Tenochtitlan?

 

Copolco tras la Conquista Española: la resemantización del espacio sagrado

El papel ritual de este espacio no se diluyó tras el proceso de conquista y colonización, al respecto fray Bernardino de Sahagún describe cómo tras la toma de México-Tenochtitlan, el barrio de Copolco constituye un escenario trascendental:

[...]cuatro días andados después de la matanza que se hizo en el cu hallaron los mexicanos muertos a Motecuzoma y al gobernador del Tlatilulco, echados fuera de la casas reales, cerca del muro donde estaba una piedra labrada como galápago, que llaman Teoáyoc. Y después que conocieron los que hallaron que eran ellos, dieron mandado y alzáronlos allí, y llevárondolos a un oratorio que llamaban Copulco, y hiciéronle allí las ceremonias que solían hacer a los difuntos de gran valor [Sahagún, 2000:1199].

Copolco aparece como oratorio, como Cu, y es por ello, el sitio elegido para que ambos Señores reciban los honores. En su obra Vetancurt, al hacer referencia a estas dos muertes, señala que: "Llevaron los cuerpos, al de Motecuhzoma al lugar llamado Copalco donde los quemaron a su usanza, y al de Tlatelulco los tlatelulcas..." [1971:142]. Ambos relatos reafirman la implicanción sociopolítica que tiene el sitio elegido para la concreción de esta escena, plagada de ritualidad, aún en tiempos en los que la conquista europea de la Cuenca de México había comenzado.

Por otro lado, en los Anales de Tlatelolco, específicamente en la descripción que se realiza sobre la huida de los españoles de Tenochtitlan, encontramos que uno de los lugares que se nombra es Cuepopan en relación con los combates entre los españoles y los tenochas y tlatelolcas [Anales de Tlatelolco, 2004:113].

Al respecto, detectamos cómo dos láminas, una en la obra de Diego Muñoz Camargo; Descripción de la ciudad y provincia de Tlaxcala, y otra en el Lienzo de Tlaxcala, denominadas ambas: "prisión de Cortés", describen la difícil situación que atraviesan los españoles, y coinciden en localizar la batalla entre éstos y los tenochcas-tlatelocas en el barrio de Copolco [Muñoz Camargo, 2000: 337; Lienzo de Tlaxcala, 1964:51-52].

Nos interesa específicamente detectar cómo, en el nuevo orden colonial, este espacio cargado de memoria [Dollfus, 1991] pasó a ser un sitio donde el capital simbólico depositado —hechos y lugares sagrados— pasará a tener otra connotación como capital político: la ocupación de este espacio, la apropiación y la nominación del mismo postula claramente, a nuestro entender, cómo la cultura mexica comienza a ser desterritorializada desde el punto de vista simbólico en los inicios de la conquista.13

Al respecto, Rodrigo Martínez Baracs [2000] señala que a finales de 1521 en Copolco los guerreros mexicas, con la participación destacada del tlatelolca Ecatzin Otómitl Tlacatécatl, casi lograron capturar a Hernán Cortés. Sin embargo, gracias a la intervención divina del señor de Santiago, la Virgen María y algunos aliados indígenas se dio otro desenlace [Martínez Baracs, 2000:131]. Este autor, siguiendo a don Nicolás Faustino Mazihcatzin quien escribió en 1587, señala que el guerrero tlaxcalteca que salvó a Cortés fue posiblemente Tamaxautzin o Calmecahua ("Dueño del calmécac") o Zihuacoateuhtli (Cihuacoateuctli). Como lo indicamos anteriormente, este hecho lo podemos observar en las dos láminas provenientes de la tradición tlaxcalteca; sin embargo, tal como lo indica Martínez Baracs, si bien está ausente cualquier intervención divina, es notorio que uno de los nombres de los guerreros tlaxcaltecas este asociado a la diosa Cihuacoatl, a quien a la vez se la asociaba con la Virgen María con el mismo título o epíteto: Tonantzin. [Martínez Baracs, 2000:136].

También sabemos, a través de la tradición tlaxcalteca, que en Copolco Cortés entregó a Tamaxautzin —o a Cihuacóatl o a Calmecahua—, su estandarte de damasco encarnado (color carne) con la imagen de la Virgen María en señal de agradecimiento por haberlo rescatado14 [Martínez Baracs, 2000:138].

Con relación a las subdivisiones que tenía el barrio de Cuepopan-Tlaquechiuhca, Francisco del Paso y Troncoso al dar cuenta del contenido del documento titulado Los barrios de Tenochtitlan en un documento del museo Británico, [Paso y Troncoso 1971:180-182] de 1637, señala una serie de barrios y estancias para Santa María La Redonda, nombre con el que también se le conoció a este sector de la ciudad, debido a que se construye la iglesia dedicada a Santa María de la Asunción, fundada en 1524 por fray Pedro de Gante, miembro de la orden franciscana.15 En opinión de Francisco del Paso y Troncoso [Paso y Troncoso, 1971:180-182] Santa María la Redonda estaba integrada por barrios y estancias: los barrios eran Tezcatzonco, Cuepopan, Copolco, Colhuacatonco, Analpa, Atlampa el cual se repetía en el barrio de San Juan, Teocaltitlan que también se repetía en los barrios de San Juan y de San Pablo, e Iztacalecan; y las estancias eran la de Tollan y la de Tezcacohuac. No obstante, el mismo investigador halla dos estancias más, que se encuentran reportadas en los rezagos, que dicen que en Santa María el primer barrio es Tlacalpan y dos grupos de estancias, la de Colhuacatzinco y la de Cuauhtepec.

Con referencia a Teocaltitlan, se dice que este nombre de "barrio" se repitió en los cuatro "barrios" o campan. Al respecto, dicho autor propone que tal vez esto se deba "para conservar la memoria de que correspondía al gran templo de la gentilidad a las cuatro divisiones de la ciudad y no a una sola" [Paso y Troncoso 1971:181]. A lo que agrega en una nota al pie: "Porque llamaban así al barrio cercano a la iglesia que daba el nombre cristiano de cada parcialidad" [Paso y Troncoso 1971:181]. No obstante el barrio que da la denominación a la parcialidad es Cuepopan y no Teocaltitlan, y es opinión que viene desde tiempo prehispánico.

Al templo de Santa María se le otorgó, y aún se lo conoce con el sobrenombre de Redonda a partir de que se le dedicó un panteón semejante al de Santa María la Redonda en Roma, Italia, aunque también se menciona que debe esta denominación al ciprés del presbiterio que tiene forma de "rotunda" [M. Rivera Cambas, 2000:66], véase al respecto José Marroquí [1969:115] y Romero Galván [1999:29].

Roberto Moreno de los Arcos señala, al respecto, que la parroquia de Santa María de la Asunción, estaba representada iconográficamente por la corona, y que es evidente la sustitución de Tonantzin-Cihuacóatl, de vinculación con Quetzalcóatl [Moreno de los Arcos, 1982:162].16 A la vez Caso [1956] indicó que posiblemente el templo —teocalli— de esta deidad se encontraba cerca de la actual Capilla de la Concepción en Cuepopan, en el barrio de Tlaquechiuhca. Sin embargo, pensamos que este dato es incorrecto, ya que Caso se contradice con la ubicación que no corresponde a este sub-barrio sino al de Tetzcanzonco. Dicho barrio es traducido como "el espejito" refiriéndose a un espejo de agua o mejor conocido como la lagunilla y precisamente en este lugar se ubica y funciona todavía el mercado que se conoce con este nombre [Battcock y Flores, en prensa]. Podemos inferir, con todos estos datos, que el teocalli de la Cihualcóatl posiblemente se ubicó en el actual Convento de la Concepción y que frente a este se hallaba un ojo de agua dulce, es decir que habría una relación entre esta fuente de agua natural y el espacio sagrado.17

 

Algunas consideraciones finales

El protagonismo de Cuepopan-Tlaquechiuhca fue relevante en la historia de la sociedad mexica, pues representó un escenario de enfrentamiento en distintos momentos históricos, como por ejemplo: contra Azcapotzalco, Mexico–Tlatelolco y contra los españoles, por lo que podemos considerar a este espacio como un área vital en el marco de distintos momentos de reordenamiento territorial y conformación política mexica. A la vez, esta parcialidad tenía una profunda carga de simbolismo para los tenochcas, ya que desempeñó un rol esencial en la inauguración del ciclo de la vida para la cosmovisión tenochca, ya que era un sacerdote de Copolco quien llevaba el Fuego Nuevo cada 52 años.

Por otro lado, la ubicación de la iglesia de Santa María la Redonda construida —por Pedro de Gante, miembro de la orden franciscana— entre el convento franciscano de la ciudad de México y el Colegio de Tlatelolco, demarca espacialmente un eje que ha convocado nuestra atención. En ese sentido, sostenemos que el sitio de emplazamiento elegido tuvo un especial significado para esta orden, y su práctica de evangelización temprana.18

Proponemos como una variable de análisis, la traza de un eje imaginario entre el convento de San Francisco y el centro de Tlateloco, advirtiendo que a mitad del mismo se erigió Santa María la Redonda. Esta orientación estaría asociada hacia el norte de la ciudad y a la vez este eje —actual Eje Central— ocupaba el espacio de lo que era entonces el acueducto que proporcionaba agua potable a Tlatelolco.19 Por todo esto, pensamos y sostenemos como hipótesis que los franciscanos se apropiaron del espacio-agua-sacralidad de Cuepopan y a la vez del enclave fronterizo que ocupó. Finalmente cabe señalar al lector, que este artículo conforma una primera aproximación al problema y aún quedan pendientes muchas interrogantes sobre la relevancia y el simbolismo que tuvo el barrio de Cuepopan-Tlaquechiuca, esperamos en próximas presentaciones avanzar y profundizar algunos de los aspectos que hemos abordado en este escrito.

 

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NOTAS

1 En opinión de diversos especialistas los mexicas han dado cuenta, a partir de una serie de relatos míticos, de una versión propia de su historia. En ese contexto como final de lo que constituye el relato de los orígenes, conocido de modo genérico como la migración, este pueblo de connotación aún tribal, fundaría ambos centros en las primeras décadas del siglo XIV.

2 También se puede observar este mismo relato en el Códice Ramírez, Relación del origen de los indios que habitan esta Nueva España según sus historias [1987:33-34].

3 Sobre el problema de las distintas fechas que brindan las fuentes de esta guerra, v. Battcock, 2008:274.

4 Fray Diego Durán, Historia de las Indias de Nueva España e Islas de Tierra Firme, estudio preliminar de Rosa Camelo y José Romero Galván, Conaculta-Cien de México, México, 2002, v. II, cap. IX., p. 82.

5 Roberto Moreno de los Arcos señala que: "[...]a las antiguas ciudades se las empezó a llamar barrios y posteriormente parcialidades, rebautizadas como San Juan Tenochtitlan y Santiago Tlatelolco. A los campan de la primera se les llamó también barrios o parroquias[...]" [Moreno de los Arcos, 1982:159].

6 Este es el documento que trabajó Francisco del Paso y Troncoso, publicado con el título de Los barrios de Tenochtitlan, el mismo se encuentra en el Museo Británico.

7 Vale aclarar que entendemos a la frontera como espacio de fricción y fusión, de intercambio múltiple; de encuentros y desencuentros, de conflictos y de diálogos, en este caso en particular usamos este concepto para, intencionalmente, señalar que Copolco no separa a ambos centros, sino que posibilita un lugar de encuentros de contrarios.

8 Cuando hablamos de bucle hacemos referencia al modelo analítico sugerido por Edgard Morin en su obra: El Método, y estamos pensando en una superposición de marcos exploratorios o investigativos que la complejidad inherente a esta realidad social y sus propios marcos de referencia y legitimación demandan.

9 Olivier señala que: "[…] otros partidos de pelota también manifiestan esa alternancia de los poderes. Pensamos en la victoria de Huitzilopochtli, que sacrificó a sus víctimas en el terreno de juego de pelota en Tollan […] e incluso en el famoso partido en el que se enfrentaron Motecuhzoma
II y Nezahualpilli, cuya apuesta era ni más ni menos que el destino del Imperio mexica […] los partidos de juego de pelota simbolizaban el paso de una era a otra, así como la alternancia de los periodos de dominación de los dioses o de los gobernantes. Aquí también, los dos partidos durante los cuales se enfrentan Tezcatlipoca y Quetzacóatl por una parte, y Huémac y los Tlaloque por otra, son reveladores de la manera en que los indígenas pensaron el fin de la época tolteca" [Olivier; 2004:25]. 10 Llama significativamente la atención cómo Maxtla, según lo narrado por Chimalpain, se ausenta acompañado de hechiceros. Específicamente, se habla de teyollocuani. Sobre este problema [Battcock, 2009].

10 Llama significativamente la atención cómo Maxtla, según lo narrado por Chimalpain, se ausenta acompañado de hechiceros. Específicamente, se habla de teyollocuani. Sobre este problema [Battcock, 2009].

11 La misma versión la hallamos en una fuente más tardía como la de Fray Agustín de Vetancurt en su Teatro mexicano, II, capítulo XVI, pp. 34-35.

12 Recordemos que Johana Broda [1985] concibe al hecho sacrificial como "un hecho social total" tomando la categoría acuñada por Marcel Mauss.

13 Esto explica entonces, cómo del mismo modo que "[...]con el mapa y el nombre diseñaron y designaron un espacio que estaba designado y diseñado por quienes lo habitaban[...]" los blancos —es decir, los europeos— también "[...]se autodesignaron para escribir la historia de las culturas que por carecer de escritura fueron interpretadas como culturas carentes de historia." Estos procesos paralelos de "colonización del espacio y de la memoria" dan lugar a "la colonización del imaginario", "[...]en el cual la historia y la cartografía cumplieron un papel fundamental" [Mignolo, 1993].

14 Con relación a la ubicación actual de este estandarte, Martínez Baracs, nos indica que: "El estandarte se conservaba en el arca del cabildo de la ciudad de Tlaxcala cuando escribía Mazihcatzin, a finales del siglo XVIII, y hoy está en el Museo Nacional de Historia, en el Castillo de Chapultepec" [Martínez Baracs, 2000:138]. Por otro lado, este autor indica que sobre este particular hecho puede tratarse de un relato elaborado en el siglo XVIII, basado en otra lámina del Lienzo de Tlaxcala para dotar de origen prestigioso y milagroso al estandarte mariano que se conservaba en las arcas del cabildo de Tlaxcala [Martínez Baracs, 2000:190].

15 La bibliografía sobre la orden franciscana en la Nueva España es extensa, al respecto podemos citar entre otros: Gibson [2003]; Bernand y Gruzinski [1996]; Duverger [1996]. Los tres primeros franciscanos que llegan a la Nueva España son Juan Tecto, Johann Van den Auwera y Pedro de Gante en 1523. Seguidamente llegaron el grupo denominado de los "12 apostólicos" en 1524. Esta orden fundó escuelas y trató de inculcar la alfabetización y los valores hispánicos y la doctrina cristiana. Pedro de Gante fundó la escuela en la antigua Tenochtitlan y ésta sirvió como modelo para las que posteriormente se asociarían con los establecimientos conventuales en los pueblos.

16 Al respecto Valero de García Lascuráin señala que: "En el caso de Santa María, los tlacuilos la imaginaron en su papel de "Reina de los cielos" o, como se decía en aquel entonces, Regina Coeli, y la dibujaban con una gran corona como símbolo de su calidad real [Valero de García Lascuráin, 2004:209].

17 Por lo tanto, si hablamos de la importancia de la fuente de agua en este espacio, debemos señalar que el mismo debe ser considerado como "[...] un lugar de enfrentamiento permanente entre la esterilidad y la fecundidad, un movimiento cíclico entre la vida y la muerte, la salud y la enfermedad, y más que todo el origen y el fin del mundo. Las cuevas y las fuentes constituyen el lazo entre el mundo de adentro y el mundo de afuera; el mantenimiento y la ruptura de este lazo representan los términos de las oposiciones mencionadas. Este lazo, entre lo de adentro y lo de afuera, a través de los orificios de la tierra parece estar estrechamente asociado con la reproducción o la no-reproducción social de un grupo humano"[Malengreau, 1992:13].

18 Recordemos que los franciscanos se establecieron en los principales pueblos indígenas de la Cuenca de México, como por ejemplo: Tenochtitlan, Tlatelolco, Tetzcoco, Xochimilco y Tlalmanalco. También debemos tener en cuenta que, entre los años 1560 y 1570 la iglesia de San José y las cuatro del barrio se convirtieron en tema de disputa entre franciscanos y el clero secular. Así, Santa María la Redonda fue asignada a los franciscanos como cabecera de doctrina [Gibson, 1967:384].

19 Luis Reyes García y L. Odena Guemes proponen que entre los nombres-conceptos relevantes para el Altiplano central, está Tlacochcalco, el lugar de los dardos, el cual se situaba al norte [Reyes García y Odema Guemes, 2001:269]. En este sentido, es significativo el glifo sobre Santa María la Redonda que proporciona el Códice Chavero, el cual ubica en la distribución de Tenochtitlan a los "Tlacochcalca en Cuepopan." Al respecto García Lascuráin señala que: "A los tlacochclaca se les sitúa en Santa María Cuepopan, barrio del noroeste de Tenochtitlan; aquí el tlacuilo lo ilustra con el dibujo de una corona, símbolo de la Virgen, adornando la puerta de la casa o ermita central del barrio, misma que se remata en la parte superior con un dardo (de tlacochtli = dardo; calli= casa); glifo representativo de la tribu fundadora de esta sección de la capital tenochca" [García Lascuráin, 2004:220].

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