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Cuicuilco

versión impresa ISSN 0185-1659

Cuicuilco vol.18 no.50 México ene./abr. 2011

 

Dossier

 

Alcances y limitaciones del método etnográfico aplicado al estudio de la cultura de los grandes simios en cautiverio

 

Merit Nefernefer Becerril Tello

 

Posgrado en Antropología Facultad de Filosofía y Letras Universidad Nacional Autónoma de México.

 

Resumen

La cultura ha sido el tema esencial de la investigación antropológica, sin embargo, la primatología cultural ha retomado el concepto de cultura y el método etnográfico para entender las relaciones sociales y expresiones materiales de la cultura de los primates no humanos. Esta investigación parte del cuestionamiento de cómo los antropólogos han construido el concepto de cultura a través del tiempo, además de discutir si es correcta la manera en que los primatólogos culturales lo han retomado y aplicado. Reconociendo las limitaciones propias de aprovechar la perspectiva etnográfica para estudiar el comportamiento de primates diferentes a los humanos, se presenta un reporte etnográfico y fragmentos de mi diario de campo realizado durante el trabajo de observación con dos gorilas cautivos en el zoológico de Chapultepec de la Ciudad de México.

Palabras clave: antropología, primatología, cultura, gorila, etnografía.

 

Abstract

Culture has been the essential issue of anthropological research, however cultural primatology take back the culture concept and ethnographic method to understand social relationships and material expressions of primates culture. This research begins questioning how anthropologist have been built culture concept through time, beside to discus if it's right how cultural primatologist's have been applied and take back this concept. Admitting the own constrains of ethnographic perspective use to study primate behavior unlike human primate. I propose an ethnographic report and anthropological style field notes achieved during field work with two captive gorillas in Chapultepec Zoo.

Keywords: anthropology, primatology, culture, gorilla, ethnography.

 

ESCENARIO HISTÓRICO Y TEÓRICO

LA ANTROPOLOGÍA SOCIAL Y LA DEFINICIÓN DE CULTURA

El papel que tradicionalmente desempeñó el antropólogo social a lo largo de la historia de la disciplina consistió en estudiar la cultura de las comunidades humanas, tanto indígenas como rurales y urbanas, por lo que en el pasado estos investigadores soslayaban el estudio de la cultura de los primates no humanos. La definición misma de la antropología como la ciencia del hombre ha mantenido lejos del tema de la cultura animal a los antropólogos.

En este contexto, Marín [2000] define la antropología como una doctrina científica global y holística que aclara la conducta de grupos humanos antiguos y actuales. Esta disciplina es la única que ofrece un esquema conceptual para el contexto global de la experiencia humana [De Laguna, 1990].

En consecuencia, el concepto de cultura que ha elaborado la mayoría de los antropólogos tradicionalmente se ha ligado a las características creativas de los seres humanos, sobre todo aquellas definiciones de diccionario que llegan a la mayoría de la gente. Tales definiciones resaltan las capacidades humanas del lenguaje, el arte, la arquitectura, la moral, la ética, las ciencias, la religión, la ideología, las instituciones y todo aquello que por definición nos aleja del resto del mundo animal, como las concepciones acuñadas en el siglo XIX al estilo de B. Tylor [1871]. De manera desafortunada, este concepto de cultura característicamente humana aún persiste y esto ha provocado que la misma conformación de la teoría antropológica represente un obstáculo para considerar la posibilidad de otras culturas animales no humanas. La antropología y la sociología han presentado una posición antropocéntrica al definir lo que es cultura.

La posibilidad de la existencia de una cultura primate desde la antropología física se argumenta y se basa en la historia biológica y evolutiva que comparten todos los primates, incluidos los seres humanos. La antropología social también puede ofrecer fundamentos, aunque no desde el punto de vista biológico, sino por medio de un marco de la teoría social.

Es importante, antes de continuar este ensayo, revisar algunas de las principales definiciones de cultura, las cuales ayudarán a entender cómo se ha concebido ésta en la antropología; a continuación presento algunas.

Boas, por ejemplo, sostuvo que la formación de una cultura, como proceso que imparte significado a la experiencia, avanza necesariamente junto con una teoría de la naturaleza. Esta hipótesis, empero, no llega a formularla el grupo humano que la vive. El lenguaje es un notable ejemplo de ese proceso inconsciente, pero existen, además, costumbres, prácticas, creencias y prohibiciones no menos arraigadas en el pensamiento irreflexivo [Boas, citado en Sahlins, 1998:75].

Según Geertz [1992], Clyde Kluckhohn definió la cultura como la forma total de vida de un pueblo, el legado social que un individuo adquiere de su grupo, una manera de pensar y sentir, una abstracción del comportamiento, un almacén de todo lo aprendido, un mecanismo para la regulación normativa de la conducta, un grupo de técnicas para adaptarse tanto al ambiente externo como a otros hombres y a una causa de la historia.

De acuerdo con Leach [1957], Malinowski consideró la cultura como la relación instrumental de necesidades biológicas, construida a partir de la acción práctica y el interés, guiada por una suerte de superracionalidad, a la cual el lenguaje sólo ofrece el beneficio de un soporte técnico.

Mediante el desarrollo del concepto de cultura en la antropología, éste adquirió poco a poco características cada vez más simbólicas y psicológicas.

La cultura y la personalidad son continuos en constante estado de cambio, y como tales tienen sus propios procesos de desarrollo y de establecimiento de nuevas pautas de respuesta y de eliminación de las antiguas. Estos procesos encuentran un paralelo en aquellos de la personalidad que en último análisis dependen de la habilidad de los miembros de una sociedad para crear, aprender y olvidar las formas de conducta. Sin embargo, normalmente los procesos culturales actúan en lapsos mucho mayores que la vida de cualquier miembro de una sociedad, y en ciertos aspectos importantes también difieren de los procesos comprendidos en la forma de la personalidad individual [Linton, 1992:123].

La necesidad de una visión integral de la cultura para captar su modelo la ha planteado teóricamente Benedict bajo la influencia del pensamiento de los psicólogos de la escuela gestaltista (Gestaltpsychologie), o "la escuela de la psicología de la forma" [Tentori, 1981:60]. Finalmente, Reynoso [1998] afirma que las definiciones de cultura se han adaptado al desarrollo de la antropología social, lo cual indica un proceso y reacomodo del término cultura a lo largo de la historia. Aunque este desarrollo de la teoría antropológica ha sido real, la esencia de la conceptualización de la cultura como un fenómeno exclusivamente humano sigue vigente.

 

LA ETNOGRAFÍA

La etnografía se define, etimológicamente, como ethnos, "cultura", y graphos, "escritura". Hammersley y Atkinson [1994] la definen como la forma elemental de la investigación social, además subrayan que algunos autores han descalificado la etnografía porque sus datos e información son subjetivos, mientras que otros consideran que sólo a través de esta disciplina se entiende el contenido de los procesos sociales. Ordenadas bajo categorías clasificadoras e interpretativas, las etnografías muestran la vida de los actores sociales construyendo diferentes espacios y temporalidades, los diversos signos (visuales, sonoros, olfativos y táctiles) que no sólo organizan la percepción sino que contribuyen, con diferenciado poder, a construir el mundo que nos rodea y establecen una especial relación con el exterior, caracterizando los lugares, y a veces instituyéndolos [Vergara, 2001:8].

El trabajo de campo, entonces, es un proceso de construcción intersubjetiva de formas liminales de comunicación. Intersubjetiva quiere decir, literalmente, más de un sujeto, pero situándose a caballo entre ellos, ni en uno ni en otro sitio [Robinow, 1992:144].

La observación participante forma parte de la metodología observacional del trabajo de campo, es uno de los criterios taxonómicos básicos para marcar un estudio, es el nivel de participación entre el observador y lo observado; y la caracteriza la existencia de un conocimiento previo entre ambos y una "permisividad en el intercambio" establecido, lo que genera una iniciativa por parte de cada uno de ellos en su interrelación con el otro. El observado puede dirigirse al observador, y éste se dirige a aquél en una posición de mayor "cercanía psicológica" [Anguera, 1997:73].

Algunas primatólogas han llevado a cabo interacciones muy cercanas con sus sujetos de estudio, que si se revisan con cuidado también podrían calificarse como un tipo de observación participante, por ejemplo: Patterson [1978], Goodall [1960] y Fosey [1967] convivieron durante años con grandes simios.

La antropología ha propuesto la etnografía como su metodología de campo por excelencia. Ésta se ha acercado a las formas culturales partiendo desde múltiples y tradicionales líneas de investigación; por ejemplo, antropología del género, antropología jurídica, antropología médica, antropología política, antropología urbana, entre otras. Así, la etnografía de grandes simios en cautiverio no es un tema tradicional para la antropología social, menos respecto de la antropología mexicana. Pero en otros países ya hace décadas que la propuesta se ha debatido y puesto en práctica [McGrew, 2004]. No es la primera vez que la etnología y la antropología estudian especies no humanas, el etnólogo Gregory Bateson [1972], en la década de los sesenta, filmó y estudió desde esta perspectiva una secuencia de juego entre nutrias.

La etnografía no sólo describe el comportamiento, sino que trata de explicar qué lo guía. La idea central es especificar en qué condiciones culturales él, ella o ellos realizan su rol; la etnografía interpreta el comportamiento cultural, la interpretación es la esencia de la etnografía.

 

LA PRIMATOLOGÍA CULTURAL

La existencia de culturas primates no humanas ha sido sugerida desde que los primeros viajeros occidentales tuvieron contacto con los primates, y con frecuencia en algunas etnias identificaron a los primates con alguna especie de ancestro u hombre del bosque; las semejanzas físicas y comportamentales siempre han sido retratadas en el arte, los ritos y las leyendas de los diferentes grupos humanos. Por tanto, el tema de la cultura primate no es algo nuevo; sin embargo, el estudio sistemático de la cultura de los grandes simios y otros primates desde la perspectiva etnográfica representa una línea de investigación relativamente joven.

La primatología cultural es un desarrollo reciente de la primatología que recurre al concepto de cultura que surgió en la antropología para explicar la variabilidad del comportamiento entre distintas poblaciones de una misma especie de primates. A su manera, integra la perspectiva de las ciencias sociales con la teoría biológica contemporánea, en particular con la socioecología y la etología cognitiva [Pastor, 2001:31].

La primatología cultural surgió en Japón con la escuela de Imanishi en 1951. Poco después, en Occidente destacaron Hans Kummer, Sabater Pi y Jane Goodall. Algunos primatólogos se han planteado la pregunta de la cultura animal, y han empleado el método etnográfico que utilizamos los antropólogos culturales para comparar las diferencias comportamentales de una población de chimpancés a otra [De Waal, 2002]. Hace 25 años que los primatólogos culturales han empleado el término tradición en comunidades de primates. Para ellos la tradición significa la variabilidad dentro de un comportamiento de un grupo a otro [Perry y Manson, 2003].

Whiten et al. [2003], investigadores de la Universidad de St. Andrews, han creado el término Cultural Panthropology, jugando con el término antropología cultural, pero al mismo tiempo proponen un enfoque transdisciplinario que acerca la primatología con otras ciencias sociales, en especial la antropología social, la etnología y la sociología. Si bien los primatólogos culturales se han acercado al concepto de cultura usado en la antropología, no han abarcado todas las escuelas ni a todos los autores, se han centrado sobre todo en la antropología estadounidense, especialmente en el culturalismo, y por lo tanto en un tipo de antropología específica que defiende un concepto de cultura basado en las creaciones materiales de la cultura y las tradiciones o rasgos culturales que diferencian a un grupo de otro, y pone muy poca atención en las formas simbólicas y cognitivas. Este enfoque se debe a que los primatólogos culturales están interesados en la cultura material de los primates no humanos, pero debe recordarse que detrás de toda manifestación material de la cultura debe existir una base simbólica, que a su vez es fundamento y producto de esa misma cultura, por lo que cultura no puede nunca entenderse exclusivamente como un fenómeno material. La etnografía es la metodología que siguen los antropólogos para comprender y describir una cultura abarcando esas dos dimensiones: lo material y lo simbólico. Entonces, ¿pueden hacerse etnografías sobre la vida de los grandes simios en cautiverio? Definitivamente pueden aplicarse algunos aspectos de la etnografía, pero no todos; por ejemplo, no podemos hacer una entrevista, pero sí es posible observar e interactuar con el otro de forma interpretativa, es decir, podemos interpretar su comportamiento desde las semejanzas con el nuestro, podemos tratar de descifrar códigos ajenos y a la vez semejantes a aquellos que emplea nuestro grupo cultural.

La gran contrariedad es que la etnografía fue creada para estudiar la cultura humana. Por esta razón, los primatólogos culturales deben poner atención antes de considerar esta posibilidad; sin embargo, una etapa temprana de la culturología fue dirigida a la historia natural. Los primeros estudios de la variación cultural humana estaban interesados igualmente en plantas, animales y humanos primitivos; viajeros y exploradores se interesaron en especímenes de todo tipo [McGrew, 2004:87].

 

¿ETNOGRAFÍA DE LA VIDA DE DOS GORILAS?

Los gorilas como especie

El hábitat natural de los gorilas son las selvas tropicales del África; los gorilas se dividen en tres subespecies, las cuales, según Sabater Pi [1993], se distribuyen de la siguiente manera:

1. Gorilla gorilla beringei (montaña), habita en el África central (regiones de Zaire, Ruanda y Uganda).

2. Gorilla gorilla gorilla (tierras bajas), habita en el África occidental (Camarones, Gabón, Río Muni y República Centro Africana). Subespecies: Gorilla gorilla díehlí.

3. Gorilla gorilla graueri (tierras bajas), habita en el África central, en la región baja del Zaire oriental.

Los gorilas de este estudio pertenecen a la especie Gorilla gorilla gorilla, que habita las áreas de selva densa húmeda de mediana y baja altitud, cuya temperatura oscila entre los 30 °C y los 37 °C. Los gorilas de esta especie son más pequeños que los de montaña y su pelaje es más corto. Estos gorilas fueron los primeros que se descubrieron.

La alimentación de los gorilas consiste en 92 tipos de plantas. Ocasionalmente, en su dieta incluyen miel, pero esto puede variar dependiendo de la región [Bloom, 1999]. Durante el día realizan recorridos para buscar su alimento dirigidos por el macho líder; son 100% folívoros, así que en su dieta no incluyen proteína animal, sólo en algunas ocasiones beben agua, ya que en general este suministro lo adquieren por medio de las plantas que consumen; un macho adulto consume al día un promedio de 30 kg de alimento [Paredes, 1993].

La vida promedio de un gorila en libertad es de 50 años [Bloom, 1999: 107]. Los gorilas fabrican nidos generalmente en el suelo y en algunas ocasiones los construyen en árboles [Sabater Pi, 1993].

El ciclo menstrual de las gorilas en cautiverio se presenta entre los seis y siete años de edad, y dura cuatro semanas. Los machos empiezan su reproducción entre los 15 y 20 años de edad. Las cópulas se presentan en un periodo de cuatro días a la mitad del ciclo menstrual de las hembras, incluso durante la gestación y días antes de que se presente el parto. Este comportamiento se presenta tanto en libertad como en cautiverio. Los partos ocurren a lo largo de todo el año [Paredes, 1993]. La gestación dura nueve meses, aproximadamente; tienen sólo una cría, aunque existen partos gemelares, por lo general una de las crías fallece. La cría se alimenta de la leche materna hasta que se torna independiente, o sea, entre los dos y tres años, aproximadamente. Los intervalos entre un embarazo y otro son de cuatro años [Bloom, 1999]. Los gorilas viven en grupos sociales de entre 5 y 30 individuos; el líder del grupo sólo puede serlo un macho de espalda plateada, por lo que las hembras fértiles del grupo podrán copular únicamente con él [Paredes, 1993: 32]. El macho espalda plateada es el individuo más importante para la cohesión del grupo, y las hembras dejan el grupo natal en la pubertad para unirse a otras tropas [Macdonald et al., 1984].

Opuesto a lo que piensan algunas personas, los gorilas son una especie tranquila y pacífica, incluso entre el grupo o diferentes grupos frecuentes es inusual la agresión física, sólo ocurre cuando se confronta un espalda plateada con otro macho adulto solitario. Los vínculos sociales entre el macho y la hembra gorila son muy fuertes, más que aquellos que se aprecian en la mayoría de otros primates, entre los cuales las hembras son las que mantienen lazos más fuertes, u otros donde los machos son los que se unen socialmente.

 

Arila y Bantú

El zoológico de Chapultepec, ubicado en la Ciudad de México, a lo largo de su historia ha tenido tres gorilas. El primero fue Dinga, un macho nacido aproximadamente en 1960, donado al zoológico en 1987 por la Sociedad Zoológica de Memphis, EUA; y la segunda fue Mahari, una hembra nacida aproximadamente en 1961, donada al zoológico por el zoológico de Cincinnati. Ambos gorilas se reprodujeron en cautiverio y así nació Bantú, uno de los protagonistas de este trabajo.

Bantú es un gorila macho de tierras bajas; nació en cautiverio en el zoológico de Chapultepec el 20 de septiembre de 1991 y pesa aproximadamente 225 kg.

Arila es una hembra de tierras bajas que nació en libertad en algún lugar desconocido de África Occidental hacia el año de 1981; ingresó al zoológico de Zacango, Estado de México, el 26 de marzo de 1986 y pesa 110 kg, aproximadamente. Arila llegó al zoológico de Chapultepec el 26 de julio de 2005, procedente de Zacango, como parte de un programa de reproducción. La historia de la vida en cautiverio de Arila es diferente a la de Bantú, pues ella nació en libertad, fue capturada muy pequeña para luego llevarla a un zoológico de España (no se tiene la fecha) y posteriormente donarla al zoológico de Zacango.

La dieta de Arila y Bantú en el zoológico consiste principalmente en frutas: manzana, plátano, naranja, ciruela, papaya, uvas, cocos, mango, caña de azúcar, sandía y piña; verduras: espinacas, zanahoria, lechuga, alfalfa, jícama, jitomate y maíz; semillas: girasol, trigo, cacahuate y dátiles; productos lácteos: yogurt, yakult, leche y pan integral. En el invierno se les suministra suplementos con vitamina C.

Durante el trabajo de campo, observé que Arila tiene especial preferencia por manzana, plátano, naranja, papaya, uvas, cocos, caña de azúcar, lechuga, espinacas, zanahoria, alfalfa, jícama, maíz, pan integral, arroz, papaya, jitomate y mango. Bantú prefiere también manzanas, naranja, plátano, alfalfa, semillas, cacahuate y trigo.

 

Descripción del entorno y área que habitan Arila y Bantú

Arila y Bantú habitan en el área de primates, la cual se localiza en la región tropical del zoológico. Durante el día pasan el tiempo separados en sus respectivos exhibidores, pero algunas veces los ubican juntos para llevar a cabo los planes de reproducción; en la noche duermen en sus dormitorios o casas de noche. Arila usa una manta que trae consigo casi todo el tiempo, desconozco el motivo, y Bantú no usa mantas.

Dentro del exhibidor de Arila hay dos mesas de estructura metálica negra y superficie de madera; en ellas se colocan los alimentos, o bien, los gorilas se suben en ellas y raspan con sus dientes la madera para extraer pequeños insectos.

En el exhibidor, se ha colocado una red de fibra natural sujeta al techo en forma de telaraña, con la finalidad de que la gorila pueda trepar en ella, balancearse o incluso dormir, pues su forma es como la de una hamaca, pero nunca observé que la usara.

Los gorilas conviven con un entrenador, tres cuidadores, un médico veterinario, un coordinador terapéutico y un número indeterminado de voluntarios. La función de los entrenadores con los gorilas consiste en emplear técnicas de manejo para aplicarles inyecciones o cualquier otro medicamento y pesarlos; en consecuencia, su convivencia es directa, por lo que los gorilas identifican perfectamente a su entrenador pues atienden cualquier llamado de éste.

Los cuidadores se ocupan de alimentar a los gorilas, asear sus exhibidores y casas de noche, además de preparar sus alimentos y desinfectarlos; también son los que mejor los conocen, ya que algunos de ellos han laborado desde que los gorilas llegaron o nacieron en el parque. Su vínculo es muy estrecho, pues según los cuidadores conocen su carácter y sus gustos; incluso pueden percibir el estado de ánimo de los gorilas, por ejemplo: si están deprimidos, enojados, ansiosos y si están receptivos o no para reproducirse.

Los gorilas identifican la voz, los pasos y el rostro de uno de los cuidadores: Obed Belmonte, quien se preocupa mucho por los gorilas, es una persona muy entregada a su trabajo y Bantú sólo a él le permite acercársele.

Los veterinarios se encargan de cuidar la salud de los gorilas, llevar el control de sus vacunas, de desparasitarlos y revisar periódicamente su estado de salud, o acudir cuando se presenta un accidente que necesite de alguna curación, o incluso alguna cirugía. También participan algunos estudiantes de medicina veterinaria que prestan su servicio social o elaboran sus proyectos de tesis en el zoológico. Los voluntarios realizan actividades de enriquecimiento ambiental o alimentario con los gorilas, por lo que éstos parecen reconocerlos muy bien, ya que se les acercan rápidamente al verlos aproximarse.

La relación de los gorilas con el público es constante, pues el zoológico abre sus puertas durante todas las semanas del año, de martes a domingo de 9:00 a 16:00 horas. Los visitantes tienden a gritar y golpear los cristales de los exhibidores de casi todos los primates, por lo que generalmente la mayoría se oculta tras los troncos de los exhibidores, y los que no cuentan con algo parecido simplemente le dan la espalda al público. Por ejemplo, Arila, al encontrarse en un exhibidor más pequeño que Bantú, no tiene dónde esconderse de la mirada permanente de los visitantes; por consiguiente, normalmente está sentada de espaldas al cristal, en algunas ocasiones intercambia miradas, pero las personas se ríen o la señalan, pareciera que esto le disgusta y opta por voltearse. Bantú casi siempre se oculta en la parte posterior de su exhibidor, donde no puede ser visto debido a la vegetación. Los visitantes agreden constante y notablemente de forma verbal y gestual a los gorilas, por ejemplo: les enseñan la lengua, les hacen muecas burlescas o los señalan, se ríen, se carcajean, los comparan con personas de su familia o amigos, les tienen miedo, les gritan. Estas actitudes, el lenguaje corporal o los mensajes, es muy probable que los gorilas los perciban y reaccionen de distintas maneras, la mayoría de las veces en forma negativa.

Al principio de mis observaciones los gorilas reaccionaban respecto a mí de la misma forma que actúan con el público visitante: me daban la espalda o simplemente me ignoraban. Con el paso de los meses se acostumbraron a mi presencia; puede decirse que logré una interacción más allá de la simple observación porque obtuve una respuesta de su parte. En una etapa posterior del estudio ingresé como voluntaria al área de enriquecimiento ambiental; ahí tuve contacto físico con Arila y el contacto visual con Bantú se acentuó. Los gorilas se acercaban con más confianza y sin temor, incluso llegué a tocarlos a través de la reja de sus dormitorios. A continuación presento algunos comportamientos, gestos, estados de ánimo o expresiones corporales que observé y percibí con mayor frecuencia durante el trabajo de campo:

Levantar el ceño: observan fijamente algo, como tratando de entender o de comunicar alguna situación.

Mover la boca: realizan esta gesticulación cuando miran fijamente a una persona y tratan de comunicar algo o cuando se les habla.

Mantener fija la mirada en algún punto de interés: cuando hay algo que les interesa dirigen su atención hacia ello.

Aburrido: no hacen nada, su cara es inexpresiva.

Triste: no muestran interés, su ceño, rostro y mirada reflejan un vacío.

Enojado: se levantan, corren y golpean el cristal del exhibidor, o cuando arrojan alguna verdura o fruta se ocultan y algunas veces arrojan objetos. Este comportamiento lo presentan cuando los visitantes del zoológico los molestan.

Mostrar interés: se acercan y tocan algún objeto, o cuando observan se acercan y se levantan para sujetar lo que les ha causado interés.

Atento: cuando prestan interés a algo e interrumpen lo que están haciendo.

Golpearse el pecho: se yerguen sobre sus miembros posteriores, levantan los hombros y se golpean el pecho con sus manos produciendo un sonido grave [pok pok pok]. Este comportamiento lo realizan en movimiento, corriendo en forma bípeda. Las hembras también hacen este sonido, pero con menos fuerza. Los gorilas realizan vocalizaciones cuando están separados, y al verse de lejos emiten un sonido suave [uhuhuhuh], y en ocasiones, cuando están juntos, emiten gritos acompañados de movimiento en sus extremidades, azotando y golpeando las rejas.

La falta de socialización dentro de un grupo de su especie o el estrés natural del cautiverio ha impulsado a los gorilas a encontrar su propio sistema para liberar energía, por ejemplo, el autoacicalamiento continuo y comportamientos para pasar el tiempo, mejor conocidos como estereotipias. Arila, sobre todo, presenta este tipo de comportamientos; constantemente se pone de pie, se acerca al muro de cristal, escupe sobre éste y recoge la saliva con su labio superior. En otras ocasiones pone un poco de saliva en la palma de su mano, con el dedo índice derecho junta la saliva y forma una especie de bolita viscosa, después la jala con fuerza para que se desprenda de su mano y cuelgue de su dedo y, finalmente, la traga. Esta actividad la realiza continuamente durante largos periodos.

 

EL DIARIO DE CAMPO

El diario de campo es parte fundamental de toda etnografía. Dado que esta investigación pretende ser una aplicación poco convencional de las técnicas etnográficas respecto al estudio de individuos no humanos, es importante dar a conocer con detalle el diario de campo como la herramienta idónea para registrar la vida de los sujetos de estudio. A diferencia de la anécdota, como comúnmente se conoce en primatología este tipo de descripciones, el diario de campo narra los hechos no sólo como sucesos anecdóticos, sino como sucesos sociales cíclicos que fundamentan el discurso del investigador. En el diario de campo los eventos dejan de ser anécdotas para convertirse en hechos que forman parte de una dinámica social más general. La anécdota es un evento raro, el contenido del diario de campo es constante, a simple vista puede parecer anécdota sin valor objetivo, sin embargo forma parte de una lógica que sólo la etnografía puede poner en una secuencia como parte de un sistema social general. La etnografía se nutre de la convivencia, sin que ésta sea un cúmulo de anécdotas sin fin. Cada contacto y cada momento es diferente uno del otro, el etnógrafo no necesita presenciar un comportamiento determinado número de veces para darle un valor fundamental dentro de la investigación. Un número variable de hechos del mismo tipo, aunque no sean idénticos, permiten hablar de un tipo específico de conducta. No todo el tiempo los danzantes tienen que bailar la misma danza para atribuirles características de danzantes. Así, una anécdota es un evento aislado sin una lógica coherente que le dé forma dentro de la dinámica de la vida social; a su vez, el hecho etnográfico es todo lo contrario, es el registro de las particularidades de la vida social de un individuo, díada o grupo de individuos.

A continuación comparto algunos fragmentos de mi diario de campo, los cuales me permiten ilustrar aún mejor la vida y el comportamiento de Arila, Bantú y Toto, este último es un orangután que vive también en el zoológico de Chapultepec, frente al exhibidor de Arila.

Diario de campo.
Fecha: martes 28 de febrero de 2006.
Lugar: Zoológico de Chapultepec.
Investigador.

¿Arila por primera vez ve los pies semidesnudos de un ser humano?

Arila se encuentra en el exhibidor (A). Hoy casi no hay presencia de público; es un día tranquilo. Cuando llega al exhibidor, Arila se acerca al muro de cristal, pues no hay visitantes; algunos minutos después se acerca un grupo de personas y Arila se aleja de inmediato y voltea su cuerpo dando la espalda. Media hora después, aproximadamente, el lugar vuelve a quedar vacío y sólo yo me encuentro presente. Arila se acerca de nuevo y mira mi rostro; posteriormente baja la mirada y la dirige hacia mis pies, se levanta y mantiene su mirada fija hacia mis pies (yo traigo una sandalias puestas), así que levanto mi pie para que ella pueda verlo y simultáneamente muevo mis dedos que están descubiertos, en este momento llega un visitante y Arila se aleja rápido una vez más.

Diario de campo.
Fecha: miércoles 8 de febrero de 2006.
Lugar: Zoológico de Chapultepec.
Investigador.

Bantú se levanta y camina hacia el exhibidor (C); en este momento un grupo de estudiantes de primaria de tercer grado, aproximadamente, llegan a este lugar. Los niños gritan y llaman a Bantú, él se detiene frente al lugar donde se encuentran los niños. Ellos lo llaman por su nombre. Un niño que se encuentra a medio metro de mí se empieza a reír con más fuerza. Bantú recoge algo del pasto, lo sostiene firmemente y se pone de frente a los visitantes, de repente voltea su rostro hacia aquel niño y lanza con gran exactitud un objeto hacia él, de repente el niño llora y gritan todos los demás, los profesores encargados alejan rápidamente al grupo. Bantú se aleja calmadamente al área (D), escondiéndose detrás de los arbustos que se encuentran en la parte trasera de este lugar. Me acerco hacia el lugar donde Bantú ha arrojado el objeto y observo que es una guayaba.

Diario de campo.
Fecha: jueves 2 de marzo de 2006.
Lugar: zoológico de Chapultepec.
Investigador.

¿Arila autocuración?

Arila se encuentra en el exhibidor (A), busca entre la paja semillas; hay restos de cáscaras de cacahuate, y recoge de entre la paja cacahuates y los come. Camina dirigiéndose al borde de piedra, se pone en el centro, mira a su alrededor y ve su pie, se baja y se sienta en el suelo; eleva sus dos piernas y las pone sobre el borde de piedra, acerca su cara hacia un pie, lo huele y lo lame. Me acerco para ver con más detalle y veo que tiene una gran herida entre los dedos, minutos después se acerca un grupo de visitantes. Arila se para y voltea su cuerpo dan do la espalda; cinco minutos después el grupo se aleja. Arila voltea ligeramente su cara cuando las personas se alejan; ella se voltea, sube de la misma forma sus pies y ve la herida, se levanta y camina hacia la paja, recoge una cáscara de cacahuate se sienta y pone la cáscara sobre la herida por un lapso de 10 minutos, aproximadamente. Retira la cáscara y sube al borde de piedra.

Diario de campo
Fecha: miércoles 1 de marzo del 2006.
Lugar: Zoológico de Chapultepec.
Investigador.
Uso de herramientas; uso de manta como limpiador.

El exhibidor tiene alfalfa y cáscaras de piña. También hay una rodaja grande de piña en el techo. Arila deja de comer alfalfa y dirige su mirada hacia el techo, donde se encuentra esta gran rebanada; se levanta, camina y empieza a trepar por los tubos hasta llegar a la rodaja de piña, la sujeta con su mano, después la coloca dentro de su boca, sosteniéndola con sus dientes. Minutos después empieza el descenso apoyándose con sus cuatro extremidades hasta llegar al suelo. Camina y se dirige al lado derecho sobre el borde, coge con sus dos manos la piña, corta un primer pedazo y lo introduce en su boca, posteriormente come el resto auxiliándose con sus dos manos hasta que termina la porción.

Arila tiene restos de jugo y piña por toda su boca; con su dedo índice quita los restos, levanta su labio, mira los residuos, después se frota con la mano la boca. Camina dirigiéndose hacia la manta, toma un extremo de ésta con su mano y limpia el resto del jugo de su boca, seca de inmediato los residuos, después Arila suelta la manta y sube a la mesa derecha.

Arila y su manta,
2006. Uso de herramientas Bantú.
Bantú intentando alcanzar tejocotes de un árbol con la ayuda de un bote de plástico; noviembre de 2006.

Diario de campo.
Fecha: miércoles 3 de mayo de 2006.
Lugar: Zoológico de Chapultepec.
Investigador.
Interacción Arila-investigador.

Arila está en el dormitorio de noche, se sube a la mesa que está llena de comida; come plátano dominico, papaya y sandía. Me siento frente a la reja, Arila me ve, baja de la mesa, camina hacia mí, se sienta, pega su rostro a los orificios de la jaula, me observa a la cara, vocaliza [/huuuu/] suave, se agacha, dirige su mirada a mis zapatos. Después saca sus dedos entre los orificios de la jaula, acerco mi mano y Arila mueve sus dedos. Esta jaula tiene una extensión de metal (como un brazo que sale de adentro hacia fuera). Arila se acerca a este lugar y saca su brazo; me acercó y ella toca mis pies, después saca por esta extensión metálica su mano, acerco la mía, toco el brazo de Arila, ella voltea la palma de su mano y aprieta mi mano sin hacerme daño, la suelta; con la yema de su dedo índice toca mis uñas, después desliza su dedo índice por mi mano durante unos minutos. Arila saca su brazo y recoge pan del suelo, arroja frente a mí un pedazo. Ella observa con detalle lo que hago, levanto el pan, simulo que lo he comido, después le regreso el pedazo y ella se lo come, en este momento llega Obed y me pregunta:

Obed: ¿Qué haces?
Obed: ¿Arila sacó la mano?
Investigador: Sí, así es.
Obed: ¿Te agarró la mano?
Investigador: Sí.
Obed: ¿Se la diste?
Investigador: Sí.
Obed, con voz alta: ¡No, no hagas eso, es peligroso, te puede jalar y lastimar mucho!
Investigador: ¿Muerde? Obed: Sí, te puede lastimar mucho.

Diario de campo.
Fecha: miércoles 17 de mayo de 2006.
Lugar: Zoológico de Chapultepec.
Investigador.
Video Arila y yo.

Arila se encuentra en el dormitorio de noche; ella está en la superficie de la mesa, sentada, trae consigo una naranja, la come. Me acerco a su jaula con cautela, pues Bantú me percibe. Me siento del lado derecho de la jaula, Arila dirige su mirada hacia mí, se baja de la mesa, camina hacia mí y se sienta a mi lado. Ella trae la naranja en su mano, me ve la cara mientras que Bantú está en la reja divisora de los dormitorios; él se encuentra en posición cuadrúpeda y mira fijamente hacia donde me encuentro con Arila.

Arila voltea la mirada y camina dirigiéndose hacia la extensión del brazo de metal; deja caer la naranja que trae consigo, regresa nuevamente junto a mí, me ve y dirige su mirada hacia la naranja, me acerco y la recojo, regreso a lado de Arila y simulo que como la naranja. Ésta tiene tres gajos en su interior, arranco uno y se lo ofrezco a Arila, ella la toma y lo come.

Me dirijo verbalmente a Arila.
OBS: Creo que es bello, ¿por qué no lo quieres? (hablo de Bantú).
Arila voltea su rostro hacia Bantú.
OBS: Entiendo, tal vez no lo conoces suficiente.

Arila me observa, se levanta, se dirige a la mesa y coge un manojo de espinaca; voltea, camina hacia donde estoy y arranca cinco hojas de espinacas, las pone frente a mí, las saca de los barrotes y simulo que las como.

Diario de campo.
Fecha: jueves 23 de marzo de 2006.
Lugar: Zoológico de Chapultepec.
Investigador.
Interacción Toto–investigador, uso de objetos y comunicación no verbal.

Toto se encuentra en el exhibidor que está frente al de Arila; está sentado en la tierra, dando la espalda. Minutos después de que yo he llegado voltea, se acerca donde estoy, pega su cara al cristal, levanta sus labios mostrándome los dientes, llegan visitantes, alrededor de diez niños aproximadamente. Toto les muestra sus dientes, los niños gritan y se alejan. Toto también se aleja. Una hora después me acerco nuevamente, se acerca, me muestra sus dientes, saca de su boca una bola de tela, la coge con su mano, la manipula, la desdobla con una mano, gol pea el cristal, yo pongo mi mano sobre el muro; posteriormente señala con su dedo índice en dirección hacia mi muñeca, donde traigo puesto un reloj. El abre la mano, estira la bola de tela, es una dona para sujetar el cabello, la pone en su muñeca, en la misma mano donde yo traigo el reloj, después me muestra sus dientes y posteriormente se aleja del muro de cristal.

Diario de campo.
Fecha: martes 4 de abril de 2006.
Lugar: Zoológico de Chapultepec.
Investigador.
Acumulación de objetos y uso de herramientas: Orangután, Toto.

El exhibidor de Toto está frente al exhibidor de los gorilas. Se acerca al cristal, golpea con fuerza con su dedo mi mano, que está sobre la superficie del muro de cristal. Toto extiende su mano y acerco mi cara al cristal, el cual se empaña con el calor de mi respiración. Toto se aleja ligeramente hacia atrás, después se acerca y toca la parte empañada, acerco nuevamente mi cara (se forma vaho de nuevo), pero en esta ocasión dibujo líneas sobre él, lo repito una vez más y Toto pega su rostro al cristal. Me acerco y hago que se forme vaho para que el vea cómo lo he hecho. Toto respira con la nariz, empaña el cristal, él dibuja líneas sobre el vaho igual que como lo hice yo.

Toto camina, se dirige hacia los troncos, lo sigo, se pone de espaldas, mete por abajo del tronco su mano, saca tierra y mueve la mano dentro de una especie de hoyo; después saca un pedazo de laja de piedra, la pone en el suelo, mete nuevamente su mano dentro del hoyo, después coge la piedra y camina hacia el muro de cristal. Hay una mancha en el cristal, él sujeta la piedra y raspa esta mancha con la piedra. En este lado del muro de cristal hay una división que se une con tornillos. Toto se dirige hacia esta división y golpea un tornillo con la piedra; ésta se rompe de una parte, así que el orangután cesa los golpes, camina hacia el tronco donde sacó este objeto, busca nuevamente debajo del tronco y deposita la piedra en este lugar, saca otro objeto que pone dentro de su boca, camina hacia la línea de tornillos nuevamente, saca de su boca una rejilla de metal de aproximadamente diez centímetros. Levanta la rejilla frente a sus ojos, con ambos dedos (índice y pulgar) compacta la rejilla formando una sola línea, después tuerce la línea que antes formó. Toto coloca el alambre en uno de los tornillos y empieza a moldear la forma de la rosca con el alambre, le sobra un poco de alambre y esta parte la usa como palanca que impulsa hacia abajo, acerca su cara al tornillo, acomoda el alambre, jala nuevamente, pero en esta ocasión se rompe el alambre. Toto desiste, camina nuevamente hacia el tronco donde sacó esta rejilla y coloca los pedazos rotos abajo del tronco, junta nuevamente la tierra que sacó, sube al tronco, se recuesta en una parte donde da sol.

 

REFLEXIONES FINALES Y CONCLUSIONES

Para empezar las conclusiones de este trabajo propongo una definición de cultura primate a partir de mis observaciones en el zoológico de Chapultepec: La cultura de los gorilas en cautiverio es toda relación social mediada por el aprendizaje, el lenguaje no verbal, la aplicación y uso de herramientas y la acumulación de objetos producto de la interacción constante y habitual entre primates humanos y no humanos.

La cultura de los grandes simios en cautiverio presenta una mezcla de rasgos de la cultura humana y características individuales de cada sujeto. La capacidad de desplegar un comportamiento complejo no se pierde, sino que se transforma y adecua al contexto social en que se mueve, aunque existen rasgos estereotipados que no se presentan en estado de libertad. En consecuencia, concluyo que en realidad existe una verdadera cultura en estos espacios de encierro, que en un principio pudiera no detectarse, sobre todo si se compara con la cultura humana o la de los primates en libertad; sin embargo, si se cuenta con un periodo prolongado de observaciones es posible, indiscutiblemente, descubrir comportamientos culturales y de una complejidad cognitiva considerable.

Un ejemplo claro es el uso de herramientas, el cual se observó y registró en este estudio. Esto indica que sólo se ha descubierto una parte mínima de lo que puede saberse de los primates en cautiverio.

¿Pueden los gorilas aprender la cultura por medio de las personas que los rodean? Durante las observaciones y mi interacción con los primates del parque comprobé que este hecho definitivamente existe, y que no es exclusivo de los humanos, pues los primates perciben el mundo social y simbólico aun detrás del cristal que los aísla parcialmente; perciben las actividades y las actitudes que los trabajadores y el público visitante ejecutan cada día, los gorilas y los otros grandes simios tienden a imitar estos actos, como en el caso particular de Toto. Éste tendía a imitar comportamientos semejantes a los que yo reproducía, lo cual evidencia que puede existir una comunicación esencialmente intersubjetiva entre humanos y otros primates.

Presumo que mi interacción con los primates no fue producto de la mera observación mutua, sino que existe una interacción simbólica basada en la existencia de códigos similares de lenguaje no verbal entre primates y humanos. Esto se debe a que el ser humano tiene un pasado evolutivo que lo conecta con los otros primates; instintivamente nos preguntamos qué piensan o sienten, pues nos sabemos parte de ellos, pero debido al lugar antropocéntrico que ocupa nuestra cultura, el ser humano se ha apartado del conocimiento de otras culturas no humanas, somos escépticos y llevamos grabada en la tradición antropológica occidental la negación de la cultura animal: la cultura humana como algo sumamente complejo e imposible de ser reproducido por otro tipo de ser. No obstante, imitamos, interpretamos, sentimos, nos cuestionamos y reproducimos vocalizaciones similares a las de otros primates, lo cual se fundamenta en la aceptación científica de una filogénesis compartida que, incongruentemente, no lleva a admitir una complejidad cultural semejante. La cultura, por encima de las características biológicas, ha adquirido una plusvalía científica que no debería tener.

¿Qué función desempeña la antropología social o cultural en torno al tema de la cultura no humana? El rol de la antropología social para ofrecer un sustento científico a la cultura de los primates no ha sido tan decisivo como debería serlo; son más los primatólogos que se han acercado a la antropología buscando conceptos de cultura adecuados y técnicas de estudio complejas para usarse en primates no humanos, que los antropólogos culturales que han recurrido a la primatología para profundizar en el estudio de la cultura humana. Este habla de un rezago en la antropología sociocultural; este atraso ha provocado que los antropólogos sociales tilden de ingenuos a los primatólogos, cuando es más probable que sea lo contrario.

Es elemental impulsar nuevas definiciones de qué es cultura a partir de la observación del comportamiento sociocultural de los grandes simios; entender que la cultura puede implicar distintos estados ontológicos, porque se expresa de forma material o simbólica; comprender que a lo largo de la evolución humana estos estados sufrieron modificaciones, las cuales partieron de un origen común que compartimos con nuestros parientes más cercanos, los otros primates.

Los primates, al igual que el ser humano, pueden adquirir elementos ajenos a su propia cultura y adaptarlos a su forma de vida por medio del aprendizaje y la interacción con individuos ajenos a su grupo o especie, como es el caso de la cultura de los primates en cautiverio, la cual surge de la interacción entre humanos y primates no humanos en un entorno que incluye elementos materiales y simbólicos de la cultura humana.

Durante el trabajo de campo se observó que la cultura interna del zoológico, como espacio laboral, está directamente relacionada con la cultura de los gorilas. Éstos y los animales del zoológico en general diferencian bastante bien a los trabajadores del público visitante. Por tanto, bajo esta visión considero que la cultura en cautiverio de los gorilas depende indiscutiblemente de la cultura laboral que se mueve en todo el zoológico.

En este sentido, dentro del zoológico se puede decir que el grupo social abarca tanto a los seres humanos (trabajadores y público visitante) como a los gorilas. Los grupos sociales conformados por más de una especie animal siempre han existido, y en algunas culturas se reconocen más que en otras; por ejemplo, en la prototípica relación occidental entre seres humanos y animales domésticos, el perro casero forma parte de un grupo social, incluyendo a sus dueños, donde puede asumir el rol de protector o el de protegido.

Así, en el zoológico se identificó que la cultura de los gorilas era en parte, producto de la interacción con los seres humanos, pero, ¿qué tanto del comportamiento de estos grandes simios era propio y qué tanto era aprendido de los humanos? Hallé que el comportamiento del personal del zoológico influye mucho en el comportamiento de los primates, en especial el de los cuidadores; por ejemplo, mucho de la personalidad de Bantú fue formándose mediante lo que ha aprendido observando a las personas que conviven con él. Es el caso del señor Obed, quien formó una relación cotidiana con el gorila desde su nacimiento. Así, cuando se trata de reprender o corregir el comportamiento de Bantú, su cuidador es el único al que el gorila obedece. En cuanto a Arila, su conducta e historia de vida son muy diferentes, ya que su cautiverio no ha sido muy estable, pues por lo menos ha tenido tres distintos sitios de residencia, así que el trato cotidiano de la gorila con otras personas ha sido distinto y ha recogido de cada espacio de residencia diferentes enseñanzas.

Otro aspecto producto de la relación humano–gorila que encontré es que estos gorilas son capaces de entender su nombre. Al principio de la investigación me pregunté si los gorilas podrían entender algunas palabras del español; al principio no percibí casi nada al observarlos, poco a poco, cuando traté más con los gorilas y reconocí ciertas actitudes individuales, comprobé que, por lo menos, atendían al llamado de su nombre, después constaté que Arila reconocía el llamado de Bantú, o por lo menos sabía que ella era Arila y el otro era Bantú. Cuando la llamaba y le llevaba algún alimento —por ejemplo mango, que es algo que le gusta mucho— le enseñaba la fruta y se la daba, por lo que se acercaba rápidamente. Después experimenté sólo con la palabra mango, sin enseñárselo, y ella se acercó. Así, supongo que tal vez ella reconociera el significado de la fruta que le gustaba sin verla. También quizá sólo se acercara a mí por otra razón o con la esperanza de que le ofreciera algún tipo de alimento y debido a la habituación. Por otro lado, los gorilas reconocían situaciones de burla, pues cuando los visitantes expresaban un comentario absurdo, los veían y se volteaban o se alejaban, y si no había comentario solamente observaban. Por esta razón, sí creo que han aprendido el significado de algunas palabras o a reconocer la entonación, la intención y los elementos del lenguaje no verbal que acompañan al lenguaje verbal.

Otra de las aportaciones de esta investigación es la comprobación de que es posible emplear algunas técnicas del método etnográfico para el registro del comportamiento social, cultural e individual de la vida en cautiverio de los gorilas y otros grandes simios. Aunque se logró aplicar parcialmente algunas de las técnicas etnográficas, es preciso señalar que si bien no se emplea totalmente la etnografía, sí se usan distintos elementos de ésta. Es necesario debatir esta posición, pues considero que se pueden dar distintas aportaciones acerca de la experiencia de cada investigador, en particular de los etnógrafos o antropólogos culturales, por ejemplo: el uso del diario de campo, alternándolo con etogramas, cédulas de registro, videograbaciones y marcos teóricos transdiciplinarios para construir un panorama más amplio, que no fragmente la realidad observada e interpretada desde un punto de vista unilateral. Es necesario que los investigadores sociales busquen nuevos enfoques recurriendo a la interdisciplinariedad, así crearán nuevas y más adecuadas teorías y conceptos en este campo que ayuden a comprender con mayor certeza el comportamiento de los primates, incluido el ser humano.

Al dar un vistazo al pasado, creo que jamás hubiese pensado realizar un trabajo de esta naturaleza, pero ahora, ya concluido, espero que apoye la idea de que existen culturas complejas y diferentes, y que cambie la percepción de que sólo nuestra especie es capaz de crearlas. Además, considero que como antropólogos también debemos contribuir con metodologías encaminadas a evitar que se sigan extinguiendo estas especies tan cercanamente emparentadas con el ser humano, así como a mejorar sus condiciones de vida en santuarios y zoológicos. Debemos reconocer que la falta de contacto físico, de interacción o de actividades con los gorilas y otros primates en los zoológicos perjudica su calidad de vida, por lo que considero importante impulsar un proyecto que tome en cuenta las distintas investigaciones culturales hechas con los grandes simios en cautiverio y así ofrecer alternativas para mejorar su calidad de vida. Finalmente, es importante reiterar que el papel del antropólogo social es de mucha ayuda en el estudio de las comunidades de primates, su formación como científico de lo social aporta novedades al estudio de los primates en libertad y al de las comunidades humanas que viven alrededor de ellos. Es necesario debatir y proponer nuevos conceptos y cimientos prácticos para definir la cultura de los gorilas y, aunque el método etnográfico se haya creado para estudiar grupos humanos, me ayudó a ver más allá de la conducta manifiesta de los gorilas y se realizó un buen acercamiento, lo que permitió, desde mi punto de vista, un gran paso, el cual, si es posible en el futuro, trataré de seguir ajustando en un grupo de gorilas en libertad.

 

Agradecimientos

Agradezco a Rosa Icela Ojeda su dirección, al cuidador Obed Belmonte y al personal del área de enriquecimiento ambiental del zoológico, y a mis padres y hermanas.

 

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