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Cuicuilco

versión impresa ISSN 0185-1659

Cuicuilco vol.16 no.47 México sep./dic. 2009

 

Dossier

 

Bill Sanders y el periodo Clásico del cuadrante noreste de la cuenca de México. Perspectivas profesionales y personales

 

Thomas H. Charlton* y Cynthia L. Otis Charlton**

 

* Universidad de Iowa
** Investigadora independiente

 

Resumen:

En este artículo examinamos nuestras asociaciones intelectuales y personales con Bill Sanders durante un periodo de 45 años. Empezaremos con las investigaciones doctorales de Thomas Charlton en el marco del Proyecto Valle de Teotihuacan, de junio de 1963 a septiembre de 1964, y discutiremos las características de las ocupaciones rurales del periodo teotihuacano, aspecto cuya comprensión no fue cabal a lo largo de los años en que se desarrolló dicho proyecto, incluyendo las publicaciones finales de Sanders y sus colaboradores durante la década de los noventa. Presentaremos las preguntas y los trabajos de campo llevados a cabo después de 1964 para resolverlos. En este artículo describimos nuestras interacciones intelectuales con Bill Sanders con una perspectiva personal para rendir homenaje a nuestro mentor en el campo de la arqueología.

Asimismo, incluimos los resultados de varias temporadas de campo en la parte oriental del Valle de Teotihuacan. Las metas de las dos temporadas de campo más recientes fueron: 1) determinar la extensión de la destrucción agrícola de los sitios del periodo teotihuacano, además de, 2) los tipos de ocupaciones domésticas y la calidad de las construcciones. Bill Sanders pensó que con base en sus reconocimientos de superficie y las excavaciones de su proyecto era factible plantear que la ocupación doméstica no siempre fue en "conjuntos departamentales", como los que se encuentran en la ciudad de Teotihuacan, y que las casas teotihuacanas de algunos sitios rurales fueron semejantes a las aztecas donde residían los integrantes de una sencilla familia nuclear. Si tal tipo de casa existía, debemos reconsiderar la orientación y el funcionamiento socioeconómico de los asentamientos rurales y el grado de control de Teotihuacan sobre esa clase de sitios.

Palabras clave: Teotihuacan, rural, casas, William T. Sanders, patrones de asentamiento

 

Abstract:

This article examines our intellectual and personal associations with Bill Sanders over a period of 45 years. Beginning with Thomas Charlton's dissertation research within the context of the Teotihuacan Valley Project in 1963–64, we discuss the questions left unanswered about the rural Teotihuacan occupation after the completion of the project and the publication of the results by Bill Sanders and his associates during the 1990s. We document these questions and the field work undertaken after 1964 to resolve them. In our narrative we place our intellectual interactions with Bill Sanders within a personal context to pay homage to our mentor in archaeology.

In the article we place our research results from several seasons of field work in the eastern Teotihuacan Valley. Our goals during the two recent field seasons were to determine the extent of destruction by agricultural activities within several sites and at the same time, if possible, the types of domestic housing in use during the Teotihuacan period as well as the quality of the construction. Bill Sanders thought that there was some evidence from his surveys and excavations that the "apartment compound" might not be universally present and that there was some evidence that rural Teotihuacan housing might have included smaller single family residences similar to those known to have been used by the Aztecs in the same area. If such housing were present this would have implications about the organization of the size and composition of the socioeconomic group present and conceivably the degree of control exerted by Teotihuacan.

Key words: Teotihuacan, rural, houses, William T. Sanders, settlement patterns

 

La herencia

En gran medida, quienes realizamos investigaciones en la cuenca de México somos receptores de la herencia intelectual que forma parte del testamento académico de William T. Sanders, quien legó para la posteridad los datos derivados tanto de sus proyectos como de sus relevantes observaciones, preguntas e ideas sobre el desarrollo y la naturaleza de las civilizaciones prehispánicas. Encontramos en la estructuración de su modelo teórico, sus formulaciones y postulados, las bases para un programa de investigaciones arqueológicas futuras dentro de la cuenca de México y áreas circunvecinas (Figura 1).

Bill Sanders, en el estilo de Alfred L. Kroeber, abordó el panorama de esa región a gran escala; propuso planteamientos teóricos con base en los principios de la ecología cultural, de gran impacto para investigaciones más detalladas que las suyas, ya que son de utilidad en la resolución de preguntas, propuestas y estudios científicos de diversa índole mediante la formulación de problemáticas adicionales. En otras palabras, Sanders aportó ideas de tal calidad y cantidad que valdría la pena evaluarlas por medio de nuestras investigaciones arqueológicas y las de nuestros alumnos.

Llevar a cabo esas tareas es apremiante debido a que, como anotaron Sanders [1997] y Parsons [1989], nos enfrentamos a la destrucción rápida de los recursos arqueológicos de la cuenca de México y de las zonas cercanas. El objetivo de este ensayo es exponer los vínculos, tanto académicos como personales, que desarrollamos con Sanders en un estudio referente a las ocupaciones teotihuacanas rurales en el Valle de Teotihuacan y sus inmediaciones de 1963 a 2008. En ese marco, colaboramos con Bill Sanders en dos proyectos cuya meta era lograr una mejor comprensión de la presencia de Teotihuacan en los ámbitos rurales. El primero se desarrolló en el contexto del Proyecto Valle de Teotihuacan durante 1963, y el segundo en dos proyectos de salvamento entre octubre de 1998 y julio de 2008, que en parte se llevaron a cabo junto con Raúl García Chávez. En esos estudios, y en sus distintas etapas, el impacto de las contribuciones de Sanders es evidente por doquier.

 

En el principio era... El Proyecto Valle de Teotihuacan

Entre 1960 y 1966 Sanders efectuó reconocimientos de superficie en el Valle de Teotihuacan, y áreas septentrionales a éste, acompañados por excavaciones. Este proyecto estableció una base de datos que constituye, a la fecha, los cimientos para estudios que continúan efectuándose en esas zonas. Al mismo tiempo, en ese proyecto se desarrolló la metodología para investigaciones subsecuentes en otras partes de la cuenca de México [Parsons, 1989; Sanders, 1997]. De hecho, es equivalente en importancia al plano de la ciudad de Teotihuacan que conformaron René Millon [Millon, 1973] y sus colaboradores [Millon et al., 1973].

En el otoño de 1960, Thomas Charlton ingresó como alumno de posgrado en la Universidad Tulane con la intención de dedicarse al estudio de la arqueología mesoamericana; dado el énfasis del Instituto de Investigaciones Mesoamericanas (Middle American Research Institute o MARI) en la arqueología Maya, Charlton se incorporó, durante el verano de 1961, a un proyecto del Museo Real de la provincia de Ontario (Royal Ontario Museum o ROM) dirigido por William R. Bullard, Jr. en Belice. Bill Bullard había participado en un proyecto de Gordon R. Willey en el Valle del Río Belice, en Barton Ramie, donde se llevó a cabo el primer estudio fundamentado en una perspectiva de patrones de asentamiento en Mesoamérica [Chase y Garber, 2004]. Bajo la dirección del profesor Robert Wauchope, director del MARI de la Universidad Tulane y director de su comité y tesis doctoral, Charlton estudió aspectos detallados del concepto y la metodología de los patrones de asentamiento durante el año académico de 1961–1962 [Wauchope, 1961], a partir del mismo concepto y métodos aplicados por Sanders en el Valle de Teotihuacan.

En aquel entonces, William R. Bullard, Jr. renunció a su puesto como director del Proyecto del ROM en Belice y, en consecuencia, hubo un retraso por parte del museo en la toma de decisiones respecto al futuro de esas investigaciones. Ante estas circunstancias, Charlton se vio en la necesidad de reformular sus metas para, así, llevar a cabo su investigación doctoral en torno a la interpretación de patrones de asentamientos arqueológicos por medio de datos etnográficos y etnohistóricos. Gracias a la intervención del profesor Robert Wauchope, Bill Sanders y Thomas Charlton se pusieron en contacto, por correo, durante el año académico 1961–1962, ya que en esos tiempos Charlton desconocía que Sanders no contestaba en forma regular sus cartas. Una vez que se estableció esa comunicación, Charlton hizo su primera visita a México, trasladándose por autobús desde Nueva Orleans a la Ciudad de México en el verano de 1962 para asistir al 35 Congreso Internacional de Americanistas (ICA) que se llevó a cabo en el Distrito Federal, con miras a encontrar a Bill Sanders en el evento.

Desafortunadamente Sanders no participó en el ICA y Charlton tuvo que buscarlo sin saber precisamente dónde localizarlo. Después del Congreso y durante una visita a las ruinas de Teotihuacan, Thomas Charlton tuvo suerte y encontró ahí a una persona de la localidad que lo llevó a la Casa Milagro, en San Juan, donde vivía un norteamericano. En realidad era un compatriota canadiense, Bruce Drewitt, también un graduado de la Universidad de Toronto, quien en esa época era miembro del equipo del profesor René Millon quien tenía estudios en curso en la Ciudad de los Dioses. Después de una plática corta, Bruce lo llevó desde de San Juan Teotihuacan a la Hacienda Metepec donde Bill Sanders y su equipo tenían su residencia y laboratorio para la temporada de campo de 1962.

Así, llegó a la Hacienda Metepec donde encontró a Bill Sanders tomando una cerveza, una actividad muy normal, y Thomas Charlton charló con él sobre la posibilidad de su participación en el Proyecto del Valle de Teotihuacan durante 1963 y 1964. Al mismo tiempo, conversaron acerca de aspectos teóricos relativos al estudio arqueológico de patrones de asentamiento, durante la acalorada discusión, Sanders tomó en cuenta los planteamientos de Charlton y admitió que su modelo teórico basado en la ecología cultural no posibilitaba explicar el sistema de asentamientos de la cuenca de México para la fase Mazapan o Tolteca Tardío, correspondiente a un patrón de sitios pequeños con una marcada dispersión. Por el contrario, Sanders sugirió que dicho patrón no respondía a aspectos vinculados con la ecología cultural, sino a causas sociales y políticas que no se relacionaban con los resultados de las interacciones entre la producción agrícola y el ambiente. Esa conversación demostró que Bill Sanders estaba abierto a teorías alternativas a las suyas y que siempre discutió con alumnos en igualdad de condiciones, sin adoptar actitudes elitistas o basarse en recursos de autoridad académica.

 

El Proyecto de Thomas H. Charlton

El proyecto propuesto por Thomas Charlton consistió de un método para establecer principios firmes para la interpretación por analogía de los patrones de asentamiento arqueológicos. Se incluyeron estudios etnohistóricos y etnográficos de tres pueblos pequeños del área con diferencias en la organización y densidad de las unidades habitacionales dentro de cada localidad. Su objetivo era establecer los principios de la interpretación de los patrones de asentamiento dentro de una región estudiada en el marco del Proyecto Valle de Teotihuacan. Bill Sanders fue, como siempre durante su larga carrera, muy generoso con sus datos y su tiempo, además de que le brindó acceso sin reservas o condiciones a todos los datos necesarios. Al mismo tiempo, permitió la participación de Thomas Charlton en el proyecto de junio a diciembre de 1963 y le prometió financiar las excavaciones de varias casas prehispánicas, aun cuando en este caso su generosidad económica tuvo límites, pues aparte de los fondos prometidos para salarios de peones durante las excavaciones, Sanders no tuvo fondos en el presupuesto de su proyecto para apoyar a Charlton, quien tuvo que buscar recursos de otra fuente, a través de una beca del Consejo de Investigaciones de Ciencia Social (Social Science Research Council o ssrc), para así solventar los gastos requeridos.

En consecuencia, se iban cubriendo los aspectos logísticos para que Charlton iniciara investigaciones arqueológicas en la cuenca de México. Sin embargo, a fines de la primavera de 1963, el ROM se puso en contacto con él para explorar la posibilidad de que tomara la dirección del proyecto del ROM en Belice. Para ese momento, Charlton había recibido la beca del ssrc, había adquirido un automóvil, todo estaba arreglado con Sanders para su participación en el Proyecto Valle de Teotihuacan y estaba a punto de partir desde Nueva Orleáns hacia México. Aunque Robert Wauchope pensó que era posible que Charlton aceptara el puesto con el ROM en Belice y reorganizara los asuntos financieros con el SSRC y Sanders, Thomas Charlton decidió probar suerte en el Proyecto Valle de Teotihuacan, decisión que nunca ha lamentado pues fue mucho lo que ganó como estudiante y colega de Bill Sanders.

 

La temporada de campo, junio a diciembre de 1963: metodologías de reconocimiento

Durante esa temporada de campo, Bill Sanders le brindó a Thomas Charlton la oportunidad de aprender técnicas de reconocimiento de superficie en varias zonas ecológicas del Valle de Teotihuacan en conjunto con otros alumnos vinculados con el proyecto, es decir, Charles Fletcher, Charles Kolb, Joseph Marino, John McCullough y Jeffrey Parsons. De junio a diciembre, cuando se incorporó Charlton en el proyecto, se estaba implementando una nueva metodología de campo, con recorridos detallados e intensivos, así como con la descripción minuciosa de los sitios que se ubicaron entre 1960–1962 durante los reconocimientos generales [Kolb y Sanders, 1996:485–489].

Aunque todos los alumnos implementaron distintos métodos para lograr los objetivos, algunos tuvieron más éxito que otros. Bill Sanders y Jeffrey Parsons desarrollaron independientemente las mismas técnicas con descripciones detalladas, tanto de los patrones de asentamiento como de los sitios en zonas regionales. Charlton se adiestró con Sanders directamente durante el verano y el otoño de 1963 en el lado norte del Cerro Gordo, clase de prospección que posteriormente se aplicó en áreas tanto dentro de g la cuenca de México como fuera de ésta, combinando los reconocimientos generales y detallados. Con esas bases, Sanders efectuó estudios en Cuauhtitlán y Temascalapa [Sanders y Gorenflo, 2007; Gorenflo y Sanders, 2007], Richard Blanton en la Península de Ixtapalapa [1972], Richard Diehl en Tula [1983], Jeffrey Parsons en Texcoco [1971] y Zumpango [2008], Jeffrey Parsons y sus colaboradores en Chalco, Xochimilco y Zumpango [1982], así como Thomas Charlton en relación con la arqueología histórica [1973], rutas de Intercambio [1978], el Proyecto Otumba con Deborah L. Nichols y Cynthia L. Otis Charlton [2000] y el Proyecto de Asentamientos Teotihuacanos Rurales [Charlton y Otis Charlton, 2007].

 

La secuencia cerámica

A inicios de la temporada de campo de 1963, Sanders capacitó a los alumnos en el manejo de la secuencia cerámica que se aplicaba para definir la cronología de los sitios encontrados durante los reconocimientos de superficie, tipología que todavía es de valor en los análisis cerámicos. Ese entrenamiento, ampliado más tarde con información adicional de Florencia Müller en 1963 y en particular de James Bennyhoff en 1964, le fue de gran utilidad a Charlton, tanto en los reconocimientos de superficie como en las excavaciones que efectuó en estructuras del periodo Clásico, todos dentro del contexto del Proyecto Valle de Teotihuacan. Cuando Sanders preparó las publicaciones finales acerca de la ocupación teotihuacana del valle, siguió afinando la tipología que desarrolló originalmente con referencia, en particular, a las ocupaciones rurales.

 

Investigaciones a cargo de Thomas Charlton: 1963–1964

Thomas Charlton acompañó a varios miembros del Proyecto Valle de Teotihuacan y aprendió la metodología que se aplica en los reconocimientos de superficie de varios periodos y en diferentes zonas ecológicas del valle, desde junio a septiembre, cuando empezó a excavar primero una unidad habitacional azteca, seguido por las excavaciones parciales de dos casas teotihuacanas. Después de las últimas excavaciones, Sanders le dio la oportunidad de dirigir prospecciones en un sitio azteca (TA–100) que se ubica sobre una loma, cerca de la Hacienda Tlaltehuacan en las tierras altas de la zona sureste del valle. Continuó los estudios durante 1964, cuando llevó a cabo investigaciones etnográficas de enero a junio, además de etnohistóricas entre julio y agosto.

Cuando realizó las investigaciones etnográficas en el pueblo de San Cristóbal Colhuacán, también hizo algunos reconocimientos de superficie en terrenos particulares del pueblo, dentro de un área al este de la zona de reconocimientos intensivos cerca del pueblo de Santa María Maquixco el Alto [Charlton, 1965]. También efectuó otras prospecciones en los alrededores de la Hacienda Soapayuca al este de Otumba. Charlton fue parte del equipo del Proyecto de Valle de Teotihuacan y le proporcionó a Sanders copias de los informes que elaboró a raíz de los reconocimientos de 1964 en los que se aplicó la metodología desarrollada por Sanders durante los recorridos que se llevaron a cabo al norte del Cerro Gordo; la única diferencia es que en los trabajos no participaron alumnos y peones, ya que los resultados de los reconocimientos de Charlton ampliaron los datos con que contaba Sanders, él los integró en las publicaciones finales del Proyecto Valle de Teotihuacan para los distintos periodos.

 

Relaciones urbano–rurales del periodo teotihuacano

Durante 1963, como miembro del Proyecto Valle de Teotihuacan, Thomas Charlton llevó a cabo excavaciones parciales de dos unidades residenciales teotihuacanas situadas al norte del Cerro Gordo, en las cercanías del pueblo de Santa María Maquixco el Alto [Charlton, 1965, 1994]. La erosión de un camino en el sitio de TC–46 había expuesto pisos y muros de dos unidades habitacionales teotihuacanas. Sanders y Marino encontraron evidencias de esas casas durante sus reconocimientos y sugirieron que si se procedía a excavarlas se contaría con datos acerca de las estructuras rurales y la composición social de sus ocupantes, aspectos de relevancia en las investigaciones de Sanders.

A lo largo de un mes, entre octubre y noviembre de 1963, Charlton [1994] expuso aproximadamente 64m2 de una estructura y 28m2 de la otra. Sanders, generosamente, le facilitó peones, herramientas y ocasionalmente una camioneta. Sanders había excavado algunas unidades habitacionales [Sanders y Kolb, 1994] en el sitio TC–8, muy cerca de la ciudad de Teotihuacan, lo que sugiere que el asentamiento recibió una fuerte influencia de la urbe. Gracias a las excavaciones en el sitio TC–46 (Figura 2) que se encuentra al norte del Cerro Gordo, se contó con información acerca de las similitudes y diferencias entre las residencias urbanas y rurales situadas a cierta distancia de la Ciudad de los Dioses. Desafortunadamente las excavaciones no expusieron áreas lo suficientemente amplias para caracterizar en detalle las ocupaciones domésticas rurales.

Figura 2. Ubicación de los sitios arqueológicos mencionados en el texto.

 

Aspectos del patrón de asentamientos del periodo teotihuacano: de 1963 a 1996

Para el periodo teotihuacano o Clásico Temprano se estableció, en 1963, la presencia de un patrón de asentamientos que consistió, por un lado, de la gran ciudad de Teotihuacan y, por otro, de numerosos sitios tanto pequeños como nucleados en las zonas "rurales" del Valle de Teotihuacan. A partir de sus estudios, Bill Sanders propuso que para ese periodo los sitios rurales muestran características de lo urbano, es decir, que esas comunidades se componían de segmentos de la sociedad y se asociaban de manera directa con la economía urbana de Teotihuacan, incluyendo unidades habitacionales semejantes a las de la ciudad con orientaciones astronómicas semejantes. Según este modelo, para los patrones de asentamiento habría sido poca la diferencia entre la composición social y económica de los asentamientos rurales y urbanos. En este caso, se trata de la presencia urbana en la zona rural para sostener a la población de la ciudad.

Esa formulación de Sanders persistió con modificaciones durante décadas [Sanders, 1996], aunque se mantuvo la interrogante de cuáles fueron las dimensiones de la presencia urbana en zonas rurales, pues los datos disponibles derivados del Proyecto Valle de Teotihuacan no eran adecuados para lograr comprender en detalle lo relativo a las ocupaciones rurales durante el Clásico Temprano.

 

Nuevos datos sobre el periodo teotihuacano: 1963 a 1996

Durante las mismas décadas, Thomas Charlton y Cynthia L. Otis Charlton llevaron a cabo investigaciones arqueológicas en torno a la arqueología histórica, el intercambio, el riego y la artesanía de la ciudad–estado de Otumba. Localizaron sitios teotihuacanos durante esas investigaciones y se incluyeron datos derivados de esas ocupaciones en varias publicaciones [v. Charlton, 1973; 1978, Charlton et al, 2000]. Thomas Charlton [1987, 1991] publicó dos capítulos sintéticos, uno sobre la evolución y el funcionamiento de sitios rurales teotihuacanos y el otro sobre la influencia y el legado de Teotihuacan en las rutas de intercambio y la planificación urbana. En ambos se incluyeron tanto datos de los reconocimientos y las excavaciones llevados a cabo por Sanders, como los datos de nuestros propios proyectos. Cada capítulo [ibid.] presenta una revisión crítica de la utilidad de los datos, disponibles, del periodo teotihuacano que se generaron en el marco del I Proyecto Valle de Teotihuacan y, en particular, el grado de la presencia de atributos urbanos dentro de sitios rurales. Cabe hacer notar que cuando salieron a la luz esos artículos aún no se contaba con las publicaciones finales del proyecto que dirigió Sanders.

 

El retorno. Relaciones urbano–rurales del periodo teotihuacano: 1996–2008

Bill Sanders (1994–1996) publicó los resultados de su proyecto en el Valle de Teotihuacan acerca de la ocupación teotihuacana, donde incluyó sus dudas sobre el patrón y números de unidades residenciales en varios sitios e hizo énfasis en la necesidad de determinar con precisión la orientación astronómica de las estructuras en los asentamientos. En otro artículo [Sanders, 1997], describió la condición de varios sitios que localizó durante sus reconocimientos de 1996. Durante el verano de ese año, y por invitación de Sanders, visitamos, junto con la doctora Barbara Price, varios emplazamientos en el valle de Teotihuacan y sus cercanías: TC–40, TC–46, TC–73, TC–83, TC–87–89 y el sitio de San Marcos (Figura 2), que habíamos ubicado años atrás cuando recorrimos la ruta de la barranca de los Estetes que se origina cerca del yacimiento de obsidiana de Otumba. Al mismo tiempo, discutimos la posibilidad de llevar a cabo nuevos reconocimientos y excavaciones conjuntas para resolver los problemas encontrados en los datos del Proyecto Valle de Teotihuacan. Sanders no deseaba dirigir los trabajos de campo necesarios ni en 1963 ni en 1998–1999, ya que siempre prefirió otorgar a sus alumnos el máximo grado de control en las excavaciones. Durante todo el tiempo que lo conocimos nunca manejó los detalles de las excavaciones, pues su política fue de no intervención en las dinámicas cotidianas de la metodología de excavación.

De esta manera, optamos por trabajar en colaboración con Bill Sanders, para lo cual Charlton tramitó, en la Universidad de Iowa, su sabático a lo largo de dos semestres, uno por año académico entre 1998 y 1999, con el objetivo de realizar los estudios requeridos en México durante los 15 meses que se efectuaron, en parte, gracias al financiamiento que la Foundation for the Advancement of Mesoamerican Studies le otorgó en 1998.

En ese año, Charlton y Deborah L. Nichols prosiguieron con las investigaciones del Proyecto Otumba que tenían en marcha. Al mismo tiempo y para cubrir con los requerimientos legales, se solicitó ante el Consejo de Arqueología del INAH la autorización para llevar a cabo reconocimientos y excavaciones en cinco sitios teotihuacanos en un proyecto bajo la titularidad de Sanders. Dos sitios se ubicaban al norte del Cerro Gordo (TC–46 y TC–73) y tres sitios en la zona oriental del Valle de Teotihuacan (TC–83, TC–87–89 y San Marcos), recayendo la responsabilidad de los trabajos de campo en nosotros, ya que Bill Sanders no efectuó la supervisión directamente al igual que lo ocurrido en 1963 [Charlton et al., 2002].

 

Trabajos de campo: 1998–2002

Debido a los retrasos en la temporada de cosecha en el otoño de 1998, decidimos iniciar las investigaciones en terrenos de Santa María Maquixco el Alto, Municipio de Temascalapa, en una sección del sitio TC–46 que no estaba habilitada para la siembra, donde Thomas Charlton, como miembro del Proyecto Valle de Teotihuacan, excavó, en 1963, secciones de dos unidades habitacionales. Lamentablemente, no hubo condiciones para llevar a cabo los trabajos a pesar de que se intentó obtener la autorización de la comunidad para hacer, en primer lugar, un levantamiento topográfico del sitio, pues ésta mantenía sistemas organizativos de tipo ejidal para la toma de decisiones y circulaba entre los campesinos una especie de "leyenda negra" respecto a que desde los estudios de Sanders, en la década de los años sesenta, los arqueólogos habían encontrado en las excavaciones un "gran tesoro" y que de llevarse a cabo más estudios en el sitio, el equipo de investigación supuestamente se beneficiaría con lo que todavía quedaba de esa mítica fortuna.

Esta es una cómica herencia de Bill Sanders totalmente fortuita; cuando le informamos del problema, y de lo que se decía, no podía creer lo ocurrido. En la temporada de 1963 escuchamos muchas variantes del fantasioso relato, incluyendo la aseveración de que éramos capaces de transformar los tiestos en oro empleando una máquina casi mágica. Ante la infortunada situación, decidimos reenfocar nuestros esfuerzos en otros sitios cercanos, TC–57 y TC–73.

En TC–57 la sección investigada se componía de una serie de terrazas agrícolas construidas probablemente en el siglo XIX, donde se observaba cerámica teotihuacana al igual que en excavaciones de saqueo, lo cual indicaba la posibilidad de que se encontrara una unidad habitacional soterrada. Regresamos a este sitio durante la primavera de 1999, después de la cosecha y antes de la siembra, en cada una de las 15 terrazas llevamos a cabo la colecta de los materiales en superficie con unidades de control de 5 x 5m, sin que hubiera evidencias visibles de estructura arquitectónica alguna, a excepción de la configuración del área y la abundancia de tiestos teotihuacanos.

Por otra parte, los terrenos agrícolas donde se ubica el sitio de TC–73, en el Municipio de Axapusco, pertenecen a los ejidos de Santa María Maquixco el Alto y San Cristóbal Colhuacán, cuyos linderos dividen el sitio en dos partes. Aunque examinamos este sitio durante el otoño de 1998, debido a que en los campos se cultivaba cebada, postergamos las investigaciones intensivas hasta la primavera de 1999 una vez concluida la cosecha.

Cuando visitamos el sitio en 1996, Bill Sanders planteó que podríamos definir la orientación de los montículos que se localizan en el centro del asentamiento mediante excavaciones de las esquinas de cada estructura, aunque los edificios estaban muy destruidos por afectaciones hechas con palas y maquinaria pesada. Joe Marino había sugerido que en el sitio existió una avenida central, tal vez como la de Teotihuacan, pero con una orientación diferente. Aun cuando nuestras operaciones en TC–73 se llevaron a cabo en la primavera de 1999, nos limitamos a la colecta de materiales que se encontraban en la superficie de cada montículo, y de una unidad habitacional que estaba en buen estado de conservación; en esta última tomamos medidas con brújula de los muros expuestos. No tratamos de obtener permisos de los ejidatarios para efectuar investigaciones adicionales debido al hecho de que los campesinos de Santa María Maquixco el Alto ya se habían manifestado en contra de nuestros estudios en TC–46.

En lo relativo al sitio TC–87–89, próximo a la ranchería de Coyotepec, Municipio de Otumba, cabe destacar que en 1969 Thomas Charlton llevó a cabo reconocimientos y excavaciones de sitios coloniales dentro de la zona donde está el sitio teotihuacano [Charlton, 1973]. En 1975 efectuamos recorridos empezando en el lado este del sitio y siguiendo una ruta al oriente cruzando la Sierra Malpaís [Charlton, 1978], mientras que en 1988 hicimos colectas de materiales en asentamientos o dependencias de Otumba en esa misma zona [Charlton et al., 2000]. Durante el verano de 1996 visitamos el sitio TC–87–89 con Bill Sanders y Barbara Price y él nos mostró los restos de pisos y muros de estuco en los perfiles de los campos, a un lado de la cuneta del camino nuevo de Otumba a Santa Bárbara.

Una vez librados los trámites y con la autorización del dueño del predio, excavamos en TC–87–89 cuatro pozos de 2 x 2 m, donde encontramos restos arquitectónicos teotihuacanos muy afectados por la maquinaria usada para nivelar el terreno con fines agrícolas. Al mismo tiempo, efectuamos reconocimientos de superficie y colectas de materiales teotihuacanos y posteotihuacanos para determinar el tamaño del sitio y si existían otras unidades residenciales y habitaciones del periodo Clásico Temprano, como había sugerido Bill Sanders a partir de la información derivada del Proyecto Valle de Teotihuacan.

Aunque Thomas Charlton había dirigido excavaciones dentro de esta área durante 1969, fue difícil localizar con certeza las unidades que se intervinieron en ese año debido a los cambios y la remodelación casi completa de las milpas. Casi todos los linderos que se ubicaron en 1969 no existían y no quedaba huella del Rancho Nopaltepec, del cual, en aquel entonces, se conservaban muros de varios metros de altura. En consecuencia, fue necesario hacer un levantamiento topográfico con teodolito para generar un plano con los caminos nuevos que cruzan el área. Después de pasar unas semanas fue posible, aunque todavía con dificultades, reubicar las áreas excavadas en 1969.

Después de terminar las excavaciones y reconocimientos en el sitio TC–87–89, en 1999, nos dirigimos al pueblo de San Marcos, que también se encuentra en el Municipio de Otumba. Por su ubicación, el sitio arqueológico de San Marcos quedó fuera de las zonas de reconocimientos intensivos del Proyecto Valle de Teotihuacan de Sanders, aun cuando Jeff Parsons efectuó prospecciones al lado sur de la barranca. En su época de florecimiento debió ser un asentamiento impresionante, ya que todavía existen montículos hasta de 4m de altura a pesar de las severas afectaciones que han sufrido los contextos por el uso de maquinaria pesada en los años ochenta.

Nosotros localizamos el sitio al seguir la barranca de los Estetes al pueblo moderno de San Marcos donde se localiza el asentamiento prehispánico con materiales teotihuacanos, Mazapan y aztecas al norte de la barranca; cuando llevamos a Sanders al sitio, le asombró que una ocupación de tal relevancia y profundidad temporal no se hubiera cubierto a través de las prospecciones que él encabezó.

Con el permiso de los dueños de los predios y el aval de las instancias ejidales, excavamos cuatro pozos de sondeo de 2 x 2 m cada uno en San Marcos. De esta manera, detectamos evidencias ocupacionales que abarcan del Clásico al Posclásico Tardío. Llevamos a cabo reconocimientos de superficie con recolecciones controladas en módulos de 5 x 5 m en los lugares donde existían montículos o concentraciones de materiales cerámicos o líticos. Aunque había pisos de estuco visibles en las márgenes del camino cercano al sitio, no encontramos restos de esa clase de pisos en los pozos. La destrucción del asentamiento fue extensa y detectamos depósitos mezclados en las secciones superiores de cada pozo y, ocasionalmente, en las capas profundas. Sin embargo, fue posible definir las ocupaciones Mazapan y azteca, así como la presencia teotihuacana en el sitio. El lugar se ubica en las proximidades del yacimiento de obsidiana de Otumba y hay huellas de la explotación de ese vidrio volcánico para las ocupaciones Mazapan y azteca, incluyendo la talla de núcleos y la elaboración de navajas prismáticas en obsidiana de Sierra de las Navajas, fuente cercana a Pachuca. Sanders [1956] notó la presencia de obsidiana dentro de Teotihuacan cerca de la Pirámide de la Luna [1956] y dio impulso al debate sobre el papel de obsidiana en la economía prehispánica [Sanders et al., 1979].

Adicionalmente, como parte del Proyecto de Rutas de Intercambio, en 1975 Cynthia Otis Charlton realizó reconocimientos en la zona donde se localiza el sitio TC–83. Así, contábamos con una base de datos un poco más reciente que la derivada de los estudios del Proyecto Valle de Teotihuacan. Gracias a la autorización que brindó el gobierno del Municipio de Axapusco y con el permiso de los propietarios de los predios, iniciamos nuevos reconocimientos en el sitio en la primavera de 1999, después de terminar las excavaciones de San Marcos, procediendo a la colecta de materiales en superficie y a trazar los linderos del asentamiento. Aunque Bill Sanders pensó que el sitio todavía estaba en buenas condiciones, algunas secciones estaban destruidas debido a la construcción de una capilla sobre un montículo y por la edificación de casas. A partir de nuestros trabajos de campo se logró determinar que se trataba de un sitio más pequeño de lo que pensaba Joseph Marino. Sanders mencionó que era probable que el asentamiento consistiera de un gran montículo sencillo, análogo al conjunto residencial de Tlamimilolpa en la ciudad de Teotihuacan.

Después de terminar las investigaciones preliminares, de 1998–1999 y todos los trabajos de campo, continuamos con los análisis de los materiales arqueológicos. Sin embargo, en 2001, uno de los peones que había colaborado con nosotros reportó que debido a que se programaba la edificación de algunas casas empleando maquinaria pesada, el sitio TC–83 estaba en grave riesgo de ser destruido. Ante ese problema, Raúl García Chávez, del Centro INAH del Estado de México, inició un salvamento arqueológico en el área afectada en noviembre de ese año, labor en la que colaboramos junto con Verónica Ortega C., Davíd Andrade O. y Teresa Palomares R. de la Zona Arqueológica de Teotihuacan [Charlton et al., 2005].

Hay que hacer énfasis en que las investigaciones que se llevaron a cabo en TC–83, se basan en los reconocimientos de Bill Sanders en su Proyecto Valle de Teotihuacan. Gracias a que fue posible realizar ulteriores estudios en años recientes, tuvimos la oportunidad de conocer aspectos adicionales acerca de la naturaleza de las unidades habitacionales en zonas rurales. Al respecto, se determinó que las estructuras arquitectónicas se construyeron con las mismas técnicas y materiales que se empleaban en la urbe teotihuacana, fuera para las que estaban bien construidas o las de mala calidad constructiva dentro del mismo sitio, evidente en el asentamiento TC–83. Hemos propuesto que sólo en TC–83 los tamaños de las unidades habitacionales (40 x 80 m; 60 x 80 m; 30 x 40 m) son semejantes a los de la urbe teotihuacana [Charlton et al, 2005:349]. En las otras excavaciones no fue posible determinar las dimensiones de las estructuras encontradas.

En relación con todos los sitios mencionados y conforme a los resultados preliminares de los análisis, es posible inferir que Teotihuacan no incidió de manera notable en los asentamientos rurales; sin duda hay conexiones, pero las evidencias apuntan a que no necesariamente el control centralizado fue más importante que el local, aun cuando los emplazamientos se ocuparon bajo una directriz central sin que las orientaciones denoten trazas idénticas a las de la Ciudad de los Dioses [Charlton y Otis Charlton, 2007].

En los sitios hay evidencias ocupacionales que abarcan, de la fase Miccaotli (150–200 dC) a la fase Metepec (600–650 dC), pero la mayor frecuencia de materiales cerámicos corresponde a las fases Tlamimilolpa temprano y tardío (200–350 dC), sin que se hayan detectado remodelaciones de las unidades habitacionales como ocurre en la urbe [ibid.].

Los tipos cerámicos guardan, en lo general, similitudes con aquellos de los complejos de Teotihuacan, aunque con menor variabilidad, mientras que lozas como el Anaranjado Delgado aparecen en distintas frecuencias en los sitios estudiados con una mayor recurrencia en TC–87–89, indicio de que según el papel de los asentamientos en el sistema teotihuacano y el estatus de sus residentes había un acceso diferencial a objetos de intercambio. Adicionalmente, a pesar de las semejanzas entre la urbe y los sitios urbanos en las prácticas funerarias y el contenido de las ofrendas mortuorias, en los últimos es menor la elaboración y la suntuosidad [ibid.].

Según el estudio de los artefactos líticos y los desechos de talla encontrados en TC–83, San Marcos, y TC–87–89 se definió que al parecer eran para consumo local. Con base en el análisis de activación neutrónica de muestras de obsidiana gris y verde de los sitios TC–83, San Marcos, y TC–87–89 se determinó que esta última procede del yacimiento de Sierra de las Navajas, aunque variaba su acceso en los sitios; respecto a la gris, exclusivamente proviene del yacimiento cercano de Otumba, evidencia de que el vidrio volcánico gris de otras fuentes que se empleaba en la urbe no llegó a manos de los consumidores de los asentamientos rurales [ibid.].

Cabe señalar que Charlton [1978] propuso que la función de TC–83 y TC–87–89 se relaciona con el control del acceso al Valle de Teotihuacan, debido a la ubicación de cada uno de estos asentamientos a lo largo de una ruta de intercambio, mientras que TC–83 posiblemente fue un centro regional [Charlton y Otis Charlton, 2007].

Como mencionamos arriba [ibid.], a pesar del gran impacto e influencia de Teotihuacan en la cuenca de México, que se aprecia en los patrones de asentamiento, no es tan claro el papel que tuvo la Ciudad de los Dioses en la integración de las zonas que se localizan en sus proximidades al este y noreste del Valle de Teotihuacan. Sin duda se requieren ulteriores investigaciones en el área inmediata de acción del sistema teotihuacano, donde aún se encuentren sitios que no estén drásticamente afectados o destruidos.

 

Observaciones finales

Bill Sanders estuvo en México durante nuestra primera temporada de campo de 1998 a 1999 y charlamos con él en el "Club Med", al sur de la Zona Arqueológica de Teotihuacan. Sanders no visitó las excavaciones que nosotros efectuábamos a pesar de que él era el director del proyecto. Mencionó que "Yo no puedo enseñarle nada a Tom Charlton sobre cómo excavar un pozo de sondeo", otro ejemplo de la aplicación de su política de no intervención o "micro administración y manejo" de las excavaciones que se llevaron a cabo en el marco de sus proyectos.

Cuando se llevó a cabo la Tercera Mesa Redonda de Teotihuacan, en noviembre de 2002, ya que habíamos concluido las operaciones de salvamento en TC–83, Sanders se interesó en visitar el sitio y el lugar donde excavamos, aun cuando ya se habían rellenado las unidades donde efectuamos las intervenciones y no eran visibles los elementos que habíamos detectado. Al llegar al emplazamiento señaló que "cuando oí de tus excavaciones en TC–83 me causó una gran emoción, casi hasta las lágrimas". Fue la última vez que lo vimos en campo.

Bill Sanders fue un académico e investigador de alto nivel que dedicó su vida profesional a la investigación de las culturas mesoamericanas, prestó ayuda a todos los que se interesaron en esa temática de estudio y fue muy generoso, poniendo a disponibilidad de quienes lo requirieran sus datos publicados o inéditos. Nos brindó un marco intelectual para la investigación de las culturas precolombinas en diversas áreas de Mesoamérica, ya que desarrolló investigaciones en numerosas zonas aun cuando, a nuestro parecer, su corazón estuvo casi siempre en la Región Simbiótica de la Meseta Central de México, y en particular en el Valle de Teotihuacan. Fue un gran colega y amigo que vive a través de su obra y en nuestra memoria, se le echa mucho de menos.

 

Agradecimientos

Se realizaron todas las investigaciones arqueológicas mencionadas aquí gracias a permisos legales otorgados a Bill Sanders, Thomas y Cynthia Charlton y mediante las investigaciones de salvamento en el sitio TC–83, dirigidas por el Dr. Raúl García Chávez, del Centro INAH Estado de México, donde participaron además Verónica Ortega C., Davíd Andrade O. y Teresa Palomares R. de la Zona Arqueológica de Teotihuacan. Le agradecemos a Bill Sanders (q.e.p.d.) la oportunidad de trabajar una vez más con él.

 

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