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Cuicuilco

versión impresa ISSN 0185-1659

Cuicuilco vol.15 no.44 México sep./dic. 2008

 

Miscelánea

 

Ríos para ritos que consolidaban el poder en las Tierras Bajas mayas noroccidentales

 

Lorraine A. Williams–Beck*

 

CIHS–Universidad Autónoma de Campeche

 

A la memoria de don Enrique Escalante Escalante,
campechano universal y amante de la cultura maya.

 

Resumen

El presente trabajo estudia la importancia de dos ríos en la zona noroccidental de la Península de Yucatán, el Homtún y el Champotón, en términos de las relaciones de poder y cuestiones de índole simbólico entre dos ciudades capitales mayas situadas en la orilla de sus cauces: Acanmul y Edzná. Los análisis detallados de trazos urbanos, de contextos arqueológicos, de monumentos esculpidos y otras manifestaciones iconográficas, así como de las características del medio natural consideradas como tropos de patrimonio inalienable en donde se encuentran estos actores de reparto, sugieren un trasfondo simbólico y cosmológico más que económico o político para la ubicación de estos lugares en el marco regional. Una interpretación simbólica de estos bienes tangibles e intangibles permite proponer hipótesis sobre el papel de estas capitales como lugares de "creación y buen gobierno" situados en un paisaje sagrado a nivel de contexto, de conjunto, de sitio y del área alrededor. Además, estas ciudades y otros satélites de sus jurisdicciones políticas inmediatas formaban parte probablemente de actividades religiosas y ceremoniales en un circuito acuático, realizadas de acuerdo con el calendario ritual maya anual. La erección de capillas franciscanas abiertas y de visita durante el siglo XVI y a principios del XVII a lo largo de la ruta acuática de ambos ríos y en áreas topográficamente elevadas en este gran nicho ecológico de sabanas, humedales y bajos unidos por los ríos, parece sustentar la hipótesis sobre la presencia, a largo plazo, de procesiones y peregrinaciones religiosas en esta región cuya herencia perdura hoy en día en el lugar.

Palabras clave: geografía sagrada, asentamientos prehispánicos, provincias de Ca'anpech y Chakanputun.

 

Abstract

Reasons revolving around the presence of two rivers, the Homtún and Champotón located in the Yucatan Peninsula's northwestern area, are explored in terms of power relations and their cities, Acanmul y Edzna, symbolic nature for two regional capital Mayan cities situated along their drainage courses. Detailed analyses of urban layout, archaeological contexts, sculpted monuments and other iconographic representations, as well as local environmental characteristics considered as inalienable tropes in which these principal actors were found, suggest symbolic and cosmological rather than economic or political undercurrents for locating these places within a regional framework. A symbolic interpretation of tangible and intangible cultural elements allows us to propose hypotheses regarding the role of these capital cities as places of "creation and good government" situated in a sacred landscape on the context, architectural compound, site, and regional levels. In addition, these cities and other satellite sites within their political jurisdictions probably were part of religious and ceremonial activities carried out along an aquatic circuit that revolved around the annual Maya ritual calendar. Franciscan open and "visita" chapels erected during the late XVI and early XVII Centuries along this dual fluvial route and in other topographically elevated areas found in this particular ecological niche with savannah grasslands, wetlands, and swampy lowlands united by two rivers, appear to sustain the hypothesis regarding a long term presence of religious processions and pilgrimages in this immediate region, whose heritage still remains in one place along the route today.

Key words: sacred geography, pre–Columbian settlement, Ca'anpech and Chakanputun Provinces.

 

Evaluar las características hidrográficas de las Tierras Bajas mayas del Norte revela un rasgo relativamente homogéneo: la ausencia virtual de fuentes naturales de agua dulce en la Península de Yucatán, lagunas o ríos que surcan una planicie calcárea enorme, quebrada a menudo por lomeríos cársticos [Dunning, 1992]. Una excepción notoria a la regla son dos ríos que, parecidos entre sí, se encuentran en la zona noroeste peninsular del estado de Campeche: los ríos Champotón y Homtún1 (v. Figura 1). Ambos brotan de sistemas hidráulicos subterráneos lodosos cuyas dimensiones de largo, ancho y profundidad se desconocen científicamente. Sólo el primero es navegable unos 30 km tierra adentro desde el estero; sin embargo, si se removieran los árboles caídos y otros desechos del cauce hacia tierra adentro, el río Homtún permitiría un acceso directo a Hampolol, situado a unos 11 km. Adelante de Hampolol, el río se convierte en un riachuelo de temporal con varios cauces ondulantes, áreas laterales de esparcimiento y anexos pantanosos que sólo se llenan completamente en temporada de lluvias llegando a profundidades de hasta 2 metros, aptas para transporte.2 Si bien los más de 40 km entre los pueblos rurales de Bethania y Alfredo Bonfil —este último cercano al origen del río Homtún— ofrecen conductos múltiples, varios de ellos están obstruidos por sedimentos debido a siglos de abandono; todos convergen unos 10 km al sureste de Bethania. Lo que seguramente fue un cauce majestuoso e imponen te, hoy se podría describir como uno entre muchos tramos de una red natural de drenaje pluvial que va desde las tierras poco más elevadas localizadas hacia el oriente y sureste en el Valle de Edzná y el límite poniente de las sabanas y bajos interiores de la región de los Chenes, cuyas planicies están quebradas, de manera intermitente, por elevaciones cársticas que se vuelven zonas "montañosas" más continuas hacia el sureste.

Estos ríos tenían un papel fundamental en la sociedad prehispánica maya no sólo como vías de intercambio económico y político, sino también simbólico, a pesar de sus limitaciones particulares ambos se imponen en un área carente de sustento líquido vital en la superficie y con la presencia de elementos topográficos naturales modificados por el ser humano que unían los destinos de por lo menos tres capitales regionales del Horizonte Clásico: Acanmul, Edzná y Champotón, las dos primeras se discutirán a continuación. En cuanto a Champotón, su ubicación geográfica precisa es dudosa y se desconocen el contenido monumental, la disposición espacial, la morfología estructural y los marcos cronológicos de ocupación.3 Algunos conjuntos arquitectónicos pre–hispánicos ubicados en la desembocadura del río se encuentran dispersos entre el paisaje urbano y residencial de la cabecera municipal actual y, además, albergan contextos arqueológicos y elementos arquitectónicos contemporáneos con sus pares en Acanmul y Edzná, cuyos orígenes provienen del periodo Preclásico Medio (de 700 a 350 años aC).

Los tres sitios muestran cantidades abundantes de ofrendas compuestas por incensarios cerámicos moldeados y depositados en contextos arquitectónicos específicos de superficie que corresponden al periodo Posclásico Tardío–época de Contacto [Benavides, 1997; Forsyth, 1983; Forsyth y Jordan, 2003; Millet Cámara, 1989; Williams–Beck, 2005, 2000, 2001b, 2001c, 2001d, 2001e, 2001f]. Si por la sola presencia de ofrendas en contextos arquitectónicos selectos se pudiera inferir una función de receptáculo para recibir y llevar a cabo ritos religiosos tradicionales mayas en los mismos, otras evidencias que se comentan a continuación parecerían ilustrar, también, un papel de largo plazo para dichas actividades rituales religiosas en algunos sitios del área inmediata entre Acanmul, Edzná y Champotón, justo antes y décadas después de la Conquista [Chamberlain, 1982; Chuchiak, 2001, 2005; Farriss, 1984; Gearhard, 1991; González Cicero, 1978; López Cogollado, 1955].

Con los inventarios más completos disponibles actualmente en la literatura especializada, tanto para Edzná como Acanmul, y una idea más clara sobre los parámetros ambientales que abarcan a estos dos centros urbanos4 con repertorios arquitectónicos impresionantes y ciertos puntos de orientación, al igual que complejos cerámicos y motivos iconográficos compartidos en contextos específicos, los datos recolectados a la fecha sugieren no sólo historias individuales, sino también trayectorias íntimamente relacionadas con perfiles simbólicos regionales para ambos lugares durante gran parte de sus periodos de ocupación. Al mismo tiempo, esta evidencia apoya la imagen urbana simbólica de que ciertos elementos arquitectónicos en estas capitales regionales, como montículos o "montañas sagradas" identificados con la "montaña culebra–cohuatep" o el "del sustento", cumplían papeles específicos en un esquema mayor que parece haber seguido conceptos cosmológicos de diseños exquisitamente preconcebidos para el trazo urbano durante el periodo Preclásico Medio. El diseño urbano, en ambos casos, parece estar basado en un plan pan–mesoamericano [McCafferty, 2001; Reilly III, 2002; Schele y Kappleman, 2001] puesto en práctica antes de establecer cada lugar en el Horizonte del Preclásico medio [Matheny et al., 1983; Forsyth, 1983, 2003; Forsyth y Jordan, 2003; Williams–Beck, 2005; Williams–Beck et al., 2004, 2005a; 2005b, Williams Beck y Pérez Romero, 2006]. Los mismos parámetros de diseño sustentan también la hipótesis de que estas ciudades cumplían el papel de sitio santuario en una red de peregrinaciones regionales que deambulaban por los ríos Homtún y Champotón. Que este circuito ritual prehispánico persistiera en el periodo colonial Temprano y por lo menos en una comunidad rural actual, bien puede considerarse un proceso a escala en el circuito prehispánico completo.

 

Historia en dos ciudades: antecedentes breves sobre parámetros ambientales, elementos especiales y morfologías estructurales en Edzná y Acanmul

El núcleo urbano de Edzná está situado sobre una protuberancia natural pero modificada de tal suerte que resulta una isla inmersa en un mar pantanoso que remata estratégicamente la esquina noroeste de un enorme valle de 50 km de largo por 20 km de ancho. A pesar de ciertos parámetros paleoclimatológicos para este nicho tan especial, que sugieren periodos poco más húmedos que los actuales [Matheny, 1978; Matheny et al., 1983], la región inmediata incluye sabanas extensivas que se inundan por temporadas o permanecen como bajos pantanosos todo el año. Otro elemento del nicho ecológico que se destacaba en esta región era un sistema hidráulico integrado ex profeso, constituido por canales y elementos topográficos naturales pero modificados por el ser humano para encauzar el agua hacia los rumbos noroeste y suroeste (v. Figura 2). De acuerdo con un consenso profesional y otro popular durante la década de los setenta, esta red hidráulica intrincada fue construida por pueblos pre–hispánicos durante los periodos Preclásico Medio o Tardío (de 700 a 100 años aC) para drenar el valle con el fin de realizar programas agrícolas intensivos en una escala semejante a la de ese momento [Matheny, 1978; Matheny et al., 1983:3–4, 73]. A corta distancia de donde concluye la red hidráulica prehispánica, unos 15 km al sureste de Edzná y en medio de otra área pantanosa, brota el río Champotón y desde ahí la distancia es de cuarenta y tantos kilómetros hacia el estero amplio que se encuentra en la cabecera municipal de Champotón, ubicada en la costa central campechana del Golfo de México.

Situado inmediatamente al norte y noroeste del componente arquitectónico monumental en Edzná, se encuentra otra red compleja de canales y zanjas creadas o modificadas para facilitar el drenaje; la red se asemeja a los rayos de una rueda que emanan del núcleo urbano del sitio [ibid.:67–74]. Esta unidad ambiental integrada por elementos naturales, aunque modificados, incluye zonas pantanosas de sabana, conductos subsidiarios de drenaje y el firmamento de donde nace el río Homtún, cuyos cauces múltiples pasean por más de 30 km hacia una compleja comunidad biótica de manantiales y desagües entre Hampolol y la costa, incorporando nichos ecológicos como humedales, bosques bajos y de manglar entretejidos en un sistema estuario con ríos de agua dulce y salobre que desembocan en la costa de Puerto el Cuyo [Williams–Beck, 2001a, 2001b, 2001c, 2001f; Williams–Beck y López, 1999].

Los complejos arquitectónicos, de más de 1 km2 en el recinto administrativo de Edzná (v. Figura 3), incluyen a la Gran y Pequeña Acrópolis como los lindes este y sureste de la plaza principal, con 150 m de cada lado y atravesada por dos caminos prehispánicos o sacbeob, uno de los cuales se dirige al noroeste hacia el conjunto Anexo de los Cuchillos y la esquina noreste de la estructura alargada Nohochna [Andrews, 1969]. La segunda calzada interna se dirige diagonalmente hacia el suroeste de la Gran Acrópolis, cruza la esquina noreste de una plataforma rectangular y entonces se pierde. El límite suroeste de la gran plaza muestra una estructura abovedada sobre una base piramidal y el lado sur termina en el juego de pelota. Aunque aún es una infraestructura impresionante, la evidencia recolectada sugiere que dicho elemento arquitectónico fue parcialmente desmantelado durante la época prehispánica, ya que ni los aros laterales de la cancha ni el marcador central fueron encontrados in situ durante su intervención arqueológica y restauración; un fragmento de aro fue quebrado y tirado entre los escombros de la estructura lateral poniente y otro posible fragmento fue desenterrado en medio de la plataforma céntrica del Anexo de los Cuchillos, cuya forma en planta y perfil reproduce gráficamente el aro y la pelota o el marcador redondo de una cancha de juego [Millet, 1989, 1993]. Los conjuntos residenciales para la élite se encuentran en las zonas periféricas, alrededor de unos 500 m y 1 km hacia el noroeste, norte, este y sureste del núcleo urbano [Andrews, op. cit.].

Hay dos elementos rectos saliendo del núcleo monumental que dan un toque distintivo para el trazo urbano norte–sur de Edzná. El de mayor tamaño en la red entera de acequias, conocido como el Gran Canal, lindaba con la orilla oriental de la cuarta calzada elevada interna o sacbe del sitio, y a 1.4 km al sur de ambos el conducto pluvial se bifurcaba en forma rectangular para delimitar otro complejo arquitectónico nombrado en los años sesenta "La Fortaleza" (v. Figura 4) por el proyecto New World Archaeological Foundation [Matheny et al., op. cit.:169–193]. Este espacio terrestre delimitado por el Gran Canal, con unos 240,000 m2 y orientado de acuerdo con los cuatro rumbos cardinales, mostraba justo en medio una pirámide de tierra apisonada con un alzado de 10 m, la Estructura 191. De acuerdo con Matheny [ibid.], otras plataformas de dimensiones menores y con superestructuras de naturaleza desconocida se erigieron no sólo en proximidad a esta pirámide, sino también con la intención de marcar las cuatro esquinas de este espacio terrestre construido durante los periodos Preclásico Medio y Tardío [ibid.:178–180, 184–191]. Desde la esquina suroeste del complejo "Fortaleza", el Gran Canal arrancaría de nuevo hacia el suroeste por unos 12 km, llegando finalmente a un sumidero vertical natural o xuch ubicado cerca del fin del mismo en una zona pantanosa en donde nace también el río Champotón, cerca de la comunidad rural de San Antonio del Río.

Comparado con el ejemplo de Edzná, el patrón disperso de asentamiento en Acanmul demuestra conjuntos arquitectónicos monumentales integrados de manera holgada, complejos residenciales de la elite y otros elementos especiales en un área de 48 km2 y dividida a la mitad por el río Homtún. El cauce principal del río abraza el costado oriental y sur del núcleo urbano mayor, entre varios conjuntos arquitectónicos que se sitúan, asimismo, encima de una protuberancia, como una especie de isla completamente rodeada por el desagüe, varios manantiales de agua dulce y áreas pantanosas que crean un nicho ecológico parecido a los elementos que rodean Edzná [Williams–Beck, 2000, 2001b, 2001c, 2001d, 2001e, 2001f]. Desde ahí y hacia el poniente, se unen los cauces múltiples del río Homtún en Hampolol y se vuelven a dispersar con otros riachuelos y manantiales de agua dulce en un nicho de humedal con agua salobre ubicado justo al este noreste de la bahía frente a la ciudad capital del estado, San Francisco de Campeche.

El núcleo monumental en Acanmul, con extensión de 1 km2 y ubicado en la orilla norte del río, imita los elementos arquitectónicos monumentales semejantes con el eje norte–sur en Edzná y está colocado, también, sobre una isla insertada a medio cauce y rodeado por riachuelos menores (v. Figura 5). El complejo palaciego del Grupo A, de carácter administrativo, y una plaza pública de 100 m por lado rematan el costado norte de un juego de pelota; a unos 500 m al sur suroeste de esta cancha, como infraestructura religiosa y procesional, se encuentra el Grupo B, un conjunto residencial de la élite, cuyo probable portón, estucado y pintado de rojo5 daba acceso al grupo en el límite norte y estaba rodeado por edificios de recepción, audiencia y un espacio cuasi–público para asamblea. Inmediatamente al sur de éste y frente al complejo palaciego de residencias de élite se encuentra otra plaza más privada.

Los análisis arquitectónicos y de unidades de excavación recientes sugieren que otro espacio específicamente diseñado quizá para realizar ritos y otras actividades no domésticas [Williams–Beck, 2005] a nivel de grupo a través del tiempo es el Conjunto de las Columnas, ubicado justo al norte del complejo residencial de la élite y en medio del espacio de éste y la cancha del juego de pelota. En este grupo de acceso ligeramente restringido —en donde se concentran gran parte de los monumentos esculpidos registrados a la fecha en el sitio—, todos los pozos de sondeo de 1 m2 y más amplios, al igual que otras unidades de sondeo en diferentes partes del área administrativa del Grupo A, muestran una capa de tierra rojiza compactada y colocada directamente sobre la roca madre. En el contexto del Grupo de las Columnas, la capa rojiza corresponde al periodo Preclásico Medio [Williams–Beck et al., 2005a; Williams–Beck, 2005]. Las adecuaciones posteriores de las plataformas en este espacio, que reúne columnas esculpidas, se realizarían hasta el periodo Posclásico Tardío–época de contacto [ibid.]. Otros conjuntos residenciales se encuentran en los rumbos norte, noroeste y al sur y suroeste, no tan alejados de la orilla sur del río Homtún [Williams–Beck, 2000, 2001g, 2002, 2004].

El juego de pelota de Acanmul, construido probablemente durante la fase tardía del periodo Preclásico Terminal o la fase temprana del Clásico Temprano (entre 300 y 400 años dC) [Williams–Beck et al., 2005a, 2005b], presenta piedras poligonales [Villalobos Pérez, 2006] de dimensiones mayores6 que delimitan la cancha, cuyo piso de estuco original, pintado de rojo, se renovaría en por lo menos dos ocasiones más, una a mediados del siglo VII y la otra a finales del siglo X o principios del XI (v. Figura 6). El primer remozamiento fue acompañado de un retiro cuidadoso del marcador central que tapaba una ofrenda de contenido desconocido, pero cuyo espacio vacío fue posteriormente rellenado con piedras de tamaño mediano y sascab, quizá como una segunda "ofrenda" antes de estar sepultado, de nuevo, por el piso de remodelación a mediados del siglo VII. Quizá poco tiempo después de la última renovación, ambas estructuras laterales de la cancha fueron sistemáticamente desmanteladas hasta los cimientos dejando sólo las piedras poligonales delimitando la cancha; los escombros fueron cuidadosamente retirados y depositados por detrás de los restos esqueléticos de cada estructura [Williams–Beck et al, 2005a, 2005b].7

Localizados aproximadamente 1 km al sur del complejo palaciego administrativo se encuentran por lo menos tres embarcaderos, dos de los cuales se sitúan en la orilla sur del río Homtún. Si bien la monumentalidad de uno sugiere que fungiera como recibidor de visitantes distinguidos, la envergadura menor del segundo y los elementos de acceso menos ostentosos insinúan un carácter parecido pero para invitados de menor rango (v. Figura 7). Los recorridos realizados, a la fecha, sugieren la presencia de un módulo más de arquitectura monumental ubicada a unos 500 m al suroeste de ambos atracaderos; sin embargo, se suspendieron las actividades de levantamiento en este segundo núcleo monumental debido a que el área había sido brutal y sistemáticamente saqueada durante su historia reciente, o quizá desde época prehispánica también. No obstante dicha destrucción, las evidencias del agrupamiento arquitectónico y de localización de los elementos sugieren que estos conjuntos monumentales formaron otros barrios adicionales de asentamiento con carácter administrativo–residencial.8

 

El patrimonio natural y cultural como tropos en la geografía sagrada y el diseño urbano

En el proceso de evaluar el significado simbólico de estos dos lugares contemporáneos como actores individuales y, al mismo tiempo, de reparto en una producción teatral en el espacio y tiempo mayor, se debe concebir al medio ambiente como un modelo preconcebido [Rappaport, 1980] sobre el cual los agentes culturales actúan y reaccionan entre sí, modificando y designando, eventualmente, a este espacio terrestre genérico que se transformaría después en un "lugar" culturalmente reconocible [Pearson y Richards, 1994:4]. Otro factor por considerar en un análisis simbólico de "lugar" es que varios elementos que se combinan para crear un "lugar como tal" en un marco regional deben analizarse minuciosamente desde todos los niveles que se definen; es decir, habría que identificar réplicas estructurales y una repetición de ciertos elementos arquitectónicos o de diseño con semióticas correspondientes a cada uno, que suelen presentarse a nivel de conjunto arquitectónico individual, a nivel de sitio y a nivel regional, reforzando de esta manera los mensajes simbólicos designados de antemano [Williams–Beck, 2001a, 2005].

El paisaje edificado, como área de actividad humana colectiva en una arena en donde se desenvuelve la vida social [Rappaport, 1980, 1999] encarna, entonces, elementos naturales y culturales específicos conocidos colectivamente como recursos patrimoniales y concebidos como piezas precisas en un telón de fondo unificado, porque ofrecen una miríada de niveles de enlace entre actores y tablas sobre las cuales se ponen en escena actividades cotidianas, políticas, administrativas, económicas y religiosas que satisfacen, simultáneamente, las necesidades del individuo y del grupo [Gregory y Urry, 1985; Pearson y Richards op. cit.]. En este sentido, los espacios con recursos patrimoniales deben reconocerse y considerarse como tropos estéticos porque comprenden maneras de expresar una identidad colectiva para ciertos atributos que se pueden modelar de antemano, y después ejecutar y modificar para transformarse en escenarios funcionales del paisaje que representan áreas de actividad paradigmáticamente definidas [Reese–Taylor y Koonz, 2001].

Una noción de tropo estético que relaciona los recursos patrimoniales y el espacio edificado toma en consideración un proceso intencional para diseñar un paisaje arquitectónico de creación con el que un grupo en particular se puede identificar concreta, física, y simbólicamente. Desde el corazón del área Olmeca [Cyphers Guillén, 1999; Reilly III, 2002; Tate, 2001] al Altiplano Central [Headrick, 2001; McCafferty, 2001; Schele y Kappelman, 2001] y en los valles de Oaxaca [Orr, 2001] y área maya [Kappelman, 2002; Reese–Taylor, 2002; Wren, Spencer y Hochstetler, 2001], los estudiosos han propuesto, recientemente, un modelo pan–mesoamericano para los tropos patrimoniales que parecen reunir ciertos atributos que los identifiquen como paisajes de creación. Por ejemplo, Cyphers propone que la ubicación precisa y movimiento de esculturas monumentales en un espacio edificado de San Lorenzo Tenochtitlan retomara un plan cosmológico para realizar actividades rituales y religiosas en un contexto funcional especial correspondiente [Cyphers Guillén, op. cit.:156–165]. El vínculo olmeca es particularmente pertinente como un punto de analogía para el presente estudio.9

Referente a otros elementos de diseño pan–mesoamericano para identificar tropos patrimoniales de creación y fundación prehispánicas sagradas en el Altiplano Central, se destacan dos componentes monumentales como parte de este modelo basado en la mitología mexica y que corresponde al periodo Preclásico: Coatepec o "Montaña Serpiente". Este esquema arquitectónico se parece a las pirámides de cuerpos escalonados con o sin elementos iconográficos de culebras como paneles de altorrelieve, pintura mural u otros acabados escultóricos asociados. El otro esquema es la "Montaña de Sustento", un elemento arquitectónico semejante identificado con motivos como un monstruo genérico con hendidura en la frente, follaje de maíz pintado o relieves escultóricos parecidos [Schele y Kappelman, op. cit.:31–37]. Como elementos en una categoría considerados tropos de recursos patrimoniales, las montañas "culebra" y "de sustento" se construirían en diversas regiones de Mesoamérica10 como parte de un complejo del diseño integral para representar lugares de creación, fundación y legitimación del poder [ibid.:38]. Si se considera la colocación intencional de una vasija de forma cilindrica con pasta del tipo gris fino del área olmeca del periodo Preclásico Medio en un contexto arquitectónico de la zona periférica de Acanmul, y si se compararan los factores de ubicación, geografía y ambientales que envuelven a ambas ciudades capitales que cuentan con sistemas hidráulicos específicamente diseñados y que están inmersas en nichos ecológicos de humedal ribereño tierra adentro —parecidos a los que se encuentran alrededor del sitio olmeca más próximo al área de estudio, La Venta [Reilly III, op. cit., 2002; Tate, op. cit., 2001]—, es válido opinar que este modelo pan–mesoamericano de diseño para creación y fundación es particularmente relevante al presente análisis de recursos patrimoniales individuales y combinados que rodeaban el área ambiental que alberga a tres ciudades capitales: Acanmul, Edzná y los restos concretos de lo que podría ser el verdadero centro urbano de Champotón.

 

Recursos patrimoniales compartidos entre "gemelos fraternos"

Como capitales contemporáneas de jurisdicciones de mando correspondientes y distintas, pero cuyas alianzas políticas podrían haberse traslapado en el tiempo y el espacio durante ciertos periodos de ocupación [Robles y Andrews, 1986; Ball, 1977; Williams–Beck, 2001c], los recursos patrimoniales compartidos entre los núcleos urbanos de Edzná y Acanmul y sus áreas inmediatas alrededor ilustran varios elementos arquitectónicos y espacios edificados discretamente delimitados que brindan mensajes de reiteración y replicación estructural, enfatizando un discurso diseñado, a propósito, con connotaciones políticas y cosmológicas.

Tanto en el trazo urbano dominante norte–sur de Edzná, como en él de Acanmul se incorporan vías fluviales como canales, riachuelos y áreas de esparcimiento de aguas pluviales que no sólo unen a ambas capitales a unos 40 km de distancia la una de la otra, sino que crean además un firmamento acuático sagrado que las rodea a cada una, como bajos y sabanas en el caso de Edzná y como una suerte de isla inmersa en un nicho ecológico mezclado de riachuelos, áreas de esparcimiento laterales y manantiales que rodean a Acanmul. El agua tiene, también, un papel clave en el espacio edificado de cada lugar. En Edzná el agua físicamente atraviesa el eje norte–sur por medio de una red compleja de canales que emanan del núcleo monumental, asemejándose a una cancha de pelota acuática en donde nacieran y convergieran los ancestros para una reunión de consejo anual. En cambio, los distritos urbanos y barrios dispersos de Acanmul están atravesados físicamente —y al mismo tiempo unidos— por el cauce principal del río Homtún, como un punto fijo de creación, observando el paso cotidiano del oriente al poniente desde donde nace el Sol en Edzná hasta que se oculta y muere en el Golfo de México, al poniente.

Los complejos palaciegos administrativos en cada ciudad comparten componentes estructurales colocados encima de plataformas macizas con accesos restringidos hacia los niveles superiores, cuyos recintos abovedados albergan pinturas murales retratando kawilob que rinde homenaje, quizás, a ancestros comunes. Las tapas de bóveda, trazadas en rojo sanguíneo monocromo11 y un acabado iconográfico arquitectónico distintivo en la región de los Chenes [Staines Cicero, 2001; Williams–Beck, 2001a], sugieren que estas estructuras no sólo deben considerarse Montañas de Sustento [Schele y Kappelman. op. cit.], sino que los basamentos escalonados y rutas de acceso a cada una podrían indicar una identidad dual como "montañas culebras" al igual que puntos de continuidad entre las esferas terrestres y celestes [McCafferty, op. cit.]. La colocación deliberada de cada estructura, con varios niveles en su trazo urbano, imita la ubicación geográfica de cada ciudad capital en el plano regional: mientras el palacio administrativo de Acanmul está al norte de la plaza principal, el conjunto par de Edzná se localiza al costado oriental.12 La estructura principal de la Gran Acrópolis, la Estructura de Cinco Pisos, es simultáneamente también una representación plástica arquitectónica del cosmos maya. Cuando se mira desde las gradas de la masiva estructura Nohochna colocada directamente frente la gran plaza, es claro que consiste en una fachada iluminada con trece niveles verticales o plataformas ilustrando trece crujías horizontales colocadas en trece niveles superiores, el oxlahun–ti–ku, como la bóveda celeste; el basamento piramidal masivo con gradas de acceso, confeccionados con enormes piedras poligonales asentadas en nueve niveles verticales, emulan al inframundo sagrado, el bolon–ti–ku. Las identificaciones de oxlahun–ti–ku y bolon–ti–ku para estas relaciones visuales, arquitectónicas y espaciales, unidas en un solo plano de superficie horizontal justo en la coyuntura de los niveles superiores e inferiores, no comprenden correlaciones fortuitas. Si se considera que los dos conjuntos palaciegos administrativos en Acanmul y Edzná asumieron papeles simultáneos de creación como "montañas culebras" y "de sustento", debieran de ilustrar también las representaciones iconográficas de algunas deidades mayas que corresponden a oxlajun–ti–ku, "lugar de trece cielos"; bolon–ti–ku, "lugar de nueve cielos"; itzamcabain, "el monstruo cocodrilo de la tierra" y lahun chan, "el décimo cielo o la luz de la mañana", asociadas con los mitos de creación narrados en los Chilam Balam de Chumayel [Roys, 1933:98–99, 101; Liljesfors Persson, 2000:110–112]. Lahun chan es un aspecto particularmente interesante en esta escenografía porque el término no sólo se vincula con el planeta Venus, aunque esta estrella de la madrugada pareciera fungir como un elemento principal de diseño para las asociaciones arqueoas–tronómicas registradas en la Estructura de Cinco Pisos en Edzná [Galindo Trejo, 2001:304–308]. Se postularía que el conjunto palaciego administrativo de Acanmul,13 que no está completamente consolidado y remozado a la fecha, al igual que el par que se registraría en un área por definir en el río Champotón, replicarían mensajes simbólicos semejantes como tropos patrimoniales específicos colocados precisamente en sus lugares geográficos respectivos y adornando las plazas principales a nivel de sitio en cada ciudad capital.

Las plazas públicas con proporciones monumentales en los paisajes urbanos representan simbólicamente los "mares primordiales" a nivel de sitio [Orr, op. cit. :65], y en los casos para Acanmul y Edzná cada plaza se ubica al pie y justamente al lado del complejo palaciego administrativo mayor. Ambos espacios públicos, para acomodar a una gran cantidad de personas, están delimitados por varias estructuras abovedadas con crujías múltiples colocadas encima de pirámides o galerones, y en el caso de Acanmul hay varias estructuras radiales adicionales como "Montañas culebras" o canmulob ubicadas en la orilla sureste del mar primordial (v. Figura 5). Asimismo, estas canmuloob parecieran estar mirando hacia el rumbo cardinal en donde se encuentra su par fraterno; mientras las estructuras radiales se agrupan en el sector sureste del trazo urbano en Acanmul haciendo alusión a Edzná; los mismos elementos, en este lugar, se concentran en el sector al noroeste de la plaza principal (v. Figura 3), quizá como una atalaya señalando el rumbo geográfico hacia su par homólogo. Solamente el tamaño y volumen masivo de ambas plazas sugieren que se transformarían, periódicamente, en escenarios para realizar eventos públicos, indicando elementos arquitectónicos y de diseño de los que se podría inferir que ambas capitales cumplían papeles como de "sitios santuarios" en un marco geográfico mayor [ibid.; Kappleman op. cit.; Reese–Taylor, op. cit.; Williams–Beck, 2005]. Las canchas del juego de pelota se localizan en puntos estratégicos y al pie de la plaza pública en cada lugar, y una por una fue desmantelada a propósito durante tiempos prehispánicos (v. Figura 6). A pesar de que la ofrenda colocada en medio de la cancha se extirpó quirúrgicamente durante el remozamiento realizado en el siglo VII dC, se volvió a "tapar el vacío" con otras piedras y sascab para permitir que la marea de los "mares primordiales" fluyera hacia el norte, llenara la oquedad y volviera a asumir su papel múltiple como el ombligo sagrado, entre otros papeles de reparto, con que se conectara y comunicara con los ancestros residiendo en ese bolon–ti–ku particular, también colocado al sur y al pie de la plaza procesional que alberga las "montañas culebras y de sustento".

Finalmente, mientras ambas capitales participaban en tradiciones de monumentos esculpidos durante el Horizonte Clásico, sus medios plásticos difieren algo en cuanto a los atributos formales. Por ejemplo, en Edzná hay una preferencia por las estelas esculpidas que retratan historias de los patronos de la élite. En cambio, en Acanmul se encuentran principalmente columnas y paneles esculpidos que representan caracteres de facciones políticas, sus asistentes y otros personajes realizando actividades rituales. En ambos lugares, estos repertorios escultóricos iconográficos, que ilustraban actores principales y de reparto, se concentran en espacios arquitectónicos no domésticos específicos, en donde había acceso público o parcialmente restringido para reunir personajes selectos en áreas próximas a los complejos residenciales de la elite y/o en vías hacia los lugares de reunión pública masiva. El repertorio escultórico de Edzná no responde totalmente a esta regla de ubicación visual: un número no determinado de estelas con cartuchos jeroglíficos retratando a la elite fue demolido intencionalmente y enterrado al pie de la Pequeña Acrópolis [Millet Cámara, 1989], quizá concentrados en este contexto de haberse traído de otros conjuntos arquitectónicos públicos o privados y ritualmente sepultados ahí después. Una interpretación preliminar del sepulcro, a propósito de los fragmentos de monumentos en este contexto, fue la hipótesis de una conquista virulenta del lugar que aconteció a finales del siglo XI o principios del XII[ ibid.]. Sin embargo, otra explicación factible de estos hechos violentos, que abarcan monumentos esculpidos enteros que fueron completamente destrozados intencionalmente y/o las caras de los individuos retratados sufrieron actos vandálicos y que ambos casos fuesen enterrados al pie de la Pequeña Acrópolis en tiempos prehispánicos, recuerda acontecimientos parecidos narrados en la historia de creación durante el katún 11 ahau: "en el principio del primer mundo [en el que se forcejaron Oxlahun–ti–ku y Bolon–ti–ku y salió perdiendo Oxlahun–ti–ku, él se lastimó y se le rompió la cara [,] se le retiraron las insignias [,] y esto comprobó que fue derrotado" [Liljefors Persson, 2000:116].

Como se ha discutido anteriormente, los recursos patrimoniales específicos que se documentan en los niveles individual y colectivo suelen expresar mensajes que tienden a reforzar un papel funcional y simbólico en cada lugar y en su colocación particular dentro del área geográfica entera. Hay porciones precisas del espacio público interior de cada sitio que se transforman en lugares santuarios para recibir a visitantes masivos en procesiones rituales que podrían haber enfatizado historias particulares y, a su vez, colectivas de cada participante. Por ejemplo, el trazo urbano eje norte–sur y contenido arquitectónico de cada lugar que se levantara encima de una "isla" preconcebida e inmersa en medio de un firmamento acuático. Elementos arquitectónicos individuales en ambos lugares sugieren la presencia tanto de "montañas serpientes y de sustento" que quizá fungieran, asimismo, como los custodios de la memoria colectiva y receptáculos para los restos mortales de ancestros comunes y/o de cada lugar. Hace más de un katún, Matheny [et.al., op. cit.] hizo alusión del papel simbólico de Edzná como modelo del origen del universo, particularmente cuando se estimaba el papel del eje norte–sur y el complejo arquitectónico de la "Fortaleza" rodeado por un acueducto. La estructura centralizada construida con base en tierra apisonada, a manera de un ombligo que conectara el cielo, la tierra y el inframundo acuático, así como la ubicación del complejo hacia el sur del núcleo monumental mayor del lugar, se combinan para presentar un mensaje cosmológico como el heraldo del sol naciente–inicio del desarrollo urbano del núcleo para acomodar las montañas 8 sagradas que albergaran los restos espirituales de los ancestros localizados directamente hacia el norte (v. Figura 4).

 

Interpretando la semiótica del paisaje de recursos patrimoniales: sitios santuarios y circuitos rituales en un marco regional

Estimando los diseños particulares de los espacios urbanos como sitios santuarios dentro de una "narrativa" regional ordenada a propósito, como individuos Acanmul y Edzná formarían parte de un cuadro mayor sobre el que se pintaran historias no lineales en telones de fondo colectivos. Aquí se pondrían en escena peregrinaciones que consolidaran los lazos entre la elite local y los dignatarios visitantes a los eventos públicos realizados en un lugar sagrado, cuyo contenido arquitectónico, como montañas sagradas emergiendo e inmersas, en otros mares primordiales, proporcionaría un contexto simbólico y cosmológico reconocible para el público en las ceremonias religiosas específicas o con motivos políticos relacionados con cada sitio del circuito. Las rutas de procesión identificadas en otras áreas de Mesoamérica [Koontz, 2002; Reese–Taylor y Koontz, 2001; Reese–Taylor, 2002] enfatizan que los diseños internos y/o externos de vías y escalas individuales en los circuitos parecen seguir un movimiento en sentido contrario del reloj, replicando el andar del sol cotidiano y también de acuerdo con la posición clave en el calendario ritual anual asignado a cada sitio en el paseo completo. Las ofrendas rituales colocadas en estos lugares santuarios definirían simbólicamente no sólo el lugar como un receptáculo de asamblea pública y depositario religioso, sino que identificarían, también, los recursos patrimoniales contenidos en ellos como paisajes sagrados que teóricamente estarían apropiados como modelos de identidad sociocultural para todos los participantes en las procesiones periódicos.

Además, cada sitio en el circuito asumiría un papel particular en el programa del andar alrededor en la región. En el presente estudio los datos ambientales, arquitectónicos y arqueológicos sugieren una noción que un kuxam sum u ombligo acuático unía e incluso transformaba el área entera en un paisaje sagrado de recursos patrimoniales que abarcaba ambos ríos, Champotón y Homtún, y sus respectivos sistemas hidráulicos. Estas dos rutas acuáticas de forma serpentina conectaban por lo menos dos y probablemente tres capitales regionales con otros sitios menores como escalas en el andar; cada lugar en este paisaje sagrado jugaba un papel individual en el itinerario litúrgico o político en la ruta ritual [Reese–Taylor, 2002] y sin esta porción la obra mayor quedaría incompleta.

Por la colocación del sitio en el ombligo acuático, por su complejo palaciego administrativo (montaña de sustento localizada en la orilla norte de la plaza pública), por su mar primordial, se podría estimar que Acanmul jugó un papel en el tropo completo de creación como el lugar de los cielos y el espacio simbólico que albergara los espíritus de los ancestros del colectivo participante. El Golfo de México, ubicado hacia el poniente en este circuito ambulante, no sólo jugaría el papel del único otro mundo no terrestre, sino que recibiera la "muerte cotidiana" o puesta del sol y los espíritus de los ancestros entrando al inframundo: se le identificaría, mar primordial, con el legendario Zuyua de donde venían los ancestros. Champotón, en el sur, señalará un límite del firmamento acuático del otro mundo hacia el poniente, un límite terrenal al Xibalba y un heraldo a la promesa del renacimiento por dirigirse el circuito una vez más rumbo al este noreste. Y, finalmente, la ubicación de Edzná, colocado en la posición oriental de „ este circuito ritual en el espacio geográfico, al igual que su conjunto palaciego f administrativo como "montaña culebra–cohuatep" y "montaña de sustento" en este rumbo homólogo, ubicado al costado oriental y adosado a la mar primordial–plaza de asamblea, implicaría que tuviese el papel del Sol saliendo de nuevo, el renacimiento y el inicio, una vez más, del ciclo ritual anual en este lugar.

Si bien un análisis simbólico de estos recursos patrimoniales, su ubicación en un contexto terrestre regional y el contenido arquitectónico de cada uno sugieren, a nivel hipotético, la presencia de un circuito ritual con escalas específicas para realizar ciertas etapas de las agendas religiosas o políticas de y entre los pares participantes, resulta difícil documentar e identificar las actividades religiosas y rituales prehispánicas que comprenden parte de las manifestaciones intangibles del patrimonio cultural de un pueblo, porque raramente contamos con restos materiales cuantificables en el registro arqueológico. Sin embargo, en este caso hay dos piezas adicionales al rompecabezas que sostienen el modelo cosmológico. Las fuentes históricas documentan una proliferación de precedentes jurídicos en varios sitios del área inmediata entre Campeche y Champotón, en donde se quejaban los clérigos franciscanos de actividades idólatras continuas de los naturales que residían en las comunidades rurales bajo la jurisdicción de estas dos parroquias a finales del siglo XVI y principios del XVII [Chuchiak, 2001, 2005]. Siguiendo una pista indicada por las investigaciones novedosas en archivos coloniales por John Chuchiak, en 2006 la autora realizó recorridos en los pueblos ubicados a lo largo de los ríos Champotón–Homtún, los sistemas hidráulicos y desagües culturalmente modificados, así como en los terrenos elevados asociados directamente a la cuenca de ambos ríos. Las observaciones en campo revelan una serie de capillas de visita con techos de materiales perecederos, y otras naves de mampostería remozadas en comunidades reportadas en las fuentes como "pueblos de indios" [Chamberlain, op. cit.; Chuchiak, op. cit.; García Bernal, 1978; Gerhard op. cit.; López Cogulludo, op. cit; Restall, 1997; Roys, 1958], y situados a lo largo de la divisoria de aguas, cerca de estas redes hidráulicas y que, además, corresponden a este mismo marco temporal (v. Figura 8).

Un lugar en particular, Hool, cuya capilla de visita fue completamente remodelada a principios del siglo XX borrando casi por completo los vestigios de su capilla de visita más humilde, continúa la tradición de una peregrinación anual cada 2 de febrero, día de la Candelaria.14 El elemento que más llama la atención de esta comunidad rural, cuya iglesia con enorme cúpula se erige en los únicos terrenos elevados próximos al poniente de la divisoria de aguas de los ríos Homtún y Champotón, es la ubicación exacta de Hool en una diagonal a 15 km directamente al suroeste de Edzná. Los festejos modernos de la virgen, que comienzan el día del punto medio entre la temporada del invierno y la primavera, parecen coincidir con esta área de recursos patrimoniales completos en que se celebra el final de la temporada invernal, anticipando el inicio de la primavera y marcado, todavía, por el calendario ritual anual en algunas comunidades indígenas. Finalmente, cuando se traduce del maya, hool o ho'ol brinda connotaciones distintas, algunas de las cuales pueden agruparse alrededor de un tema semiótico similar: "el punto más alto" o "aquí empieza o termina [algo]" [Acuña, 1984: f. 191; Arzápalo Marín, 1995:320–321; Barrera Vázquez et al., 1982:224–225]. En la sociedad prehispánica, Hool, como una suerte de isla rodeada por un mar de humedales y sabanas, se reconoció y fue adoptado por los clérigos franciscanos a finales del siglo XVI, quizá por la fama de ser un lugar de reunión de masas una vez al año para observar algunos ritos religiosos indígenas. Los datos de localización, los restos arquitectónicos franciscanos, los documentos históricos y la evidencia etnográfica moderna sugieren, en conjunto, que Hool pudiera haber sido una parada en la ruta entera, que representaba el punto final y/o presagio del renacimiento del ciclo anual de peregrinación atestiguado en el siguiente sitio santuario y lugar de creación en Edzná, situado inmediatamente hacia el noreste en el kuxam sum acuático del circuito.

 

Comentarios finales

En la cultura maya antigua el agua tuvo un papel importante como elemento simbólico relacionado directamente con componentes arquitectónicos específicos en espacios urbanos públicos y de acceso restringido, identificados en el presente como plazas individuales y sitios santuarios. Los elementos estructurales individuales en un contexto regional adoptan papeles de "montañas sagradas" "de sustento" y "de culebra cohuatep" colocados encima de protuberancias naturales o modificadas, pero siempre con forma de caparazón de toril tuga para simbolizar "lugares de creación" invariablemente en medio de un firmamento acuático. Desde su posición privilegiada, el agua se transformaría, también, en el telón de fondo detrás del escenario sobre el cual se girarían una serie de actores de reparto para esta fuerza vital en la vida cotidiana: un punto de orientación para que se asentara una comunidad; una fuerza precisa en la fertilidad, el crecimiento y la abundancia, como aquellas piedras angulares en la vida cotidiana; una presencia icónica en la actividad ritual, como un portal a través del cual se comunicaría con las deidades en los cielos, con los ancestros en el más allá, aquéllos por debajo de nosotros en el "otro mundo" y con los demás entre nosotros en este mundo actual; y como una parte inevitable de la vida misma, la muerte y un lugar a que se hace alusión en el andar cíclico de la vida de un "estado de ser" a otro, localizado cardinalmente hacia el poniente y en donde se sumergiera el Sol por debajo del firmamento acuático, sólo para renacer una vez más como el amanecer en el oriente. En el caso del río Homtún, la persistencia del topónimo hasta tiempos modernos sugiere que los mayas reconocían a este lugar, en el que se diseñara y ejecutara un sistema hidráulico de obras públicas hace dos mil quinientos años, como un miembro del tropo de recursos patrimoniales sagrados del área. De hecho, los ríos Champotón y Homtún y sus infraestructuras hidráulicas subordinadas y redes de desagües son el resultado de concepciones sociales específicas y de prácticas que expresan la voluntad colectiva y las agendas preconcebidas, cuyas correlaciones temporales tienden a confundir las concepciones tradicionales del proceso histórico lineal. Sin duda las peregrinaciones a lo largo de estos riachuelos, como una manera acuática para unir un lugar con otro, fusionarían también, los destinos rituales de las ciudades capitales, la élite gobernante y el pueblo rural de la región vecina inmediata. Tan arraigados fueron el fervor y la tradición creada a lo largo de este circuito acuático por las prácticas religiosas que se realizaban puntualmente cada año y que cimentaban lazos permanentes entre los participantes, que ni un siglo de expansión y evangelización franciscana dedicada a eliminar la idolatría ni otros siglos más de gobierno español y mexicano independiente pudieron erradicar por completo sus vestigios milenarios.

 

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Notas

* Una versión preeliminar de este trabajo fue presentada como ponencia en el simposio anual de la organización de mayistas europeos, en Wayeb en Malmõ, Suecia, diciembre de 2006. Agradezco las atenciones de los organizadores locales, Bodil Liljefors Persson y Christian Isendal. Asimismo, quisiera reconocer los comentarios de los revisores anónimos del manuscrito, cuyas sugerencias mejoraron la claridad del argumento y corrigieron algunos errores tipográficos y de concordancia. Sin embargo, como decía mi querido director de tesis de doctorado, Jaime Litvak King, "si no tiene error no es nuestro", por lo que la autora asume la responsabilidad total del contenido. La investigación arqueológica en Acanmul se realizó con el permiso expreso del Consejo de Arqueología del Instituto Nacional de Arqueología e Historia para llevar a cabo excavaciones horizontales en ciertos contextos no arquitectónicos pero asociados a elementos de arquitectura monumental (en basureros) durante la temporada de campo de 2004. Agradezco la colaboración de los colegas Joseph W. Ball y Jennifer T. Taschek y de sus alumnos de Posgrado en Antropología, Maren Cruz Castañeda, Sara Correne Clowery, Nadejda Golenichtcheva, Joshua David Patterson, Esteban Ramírez y Koji Tsunoda, así como a la arqueóloga Brenda Lee Arreola González, de la Universidad Autónoma Juárez de Ciudad Juárez, Chihuahua. El financiamiento para las temporadas en campo de 2002 a 2004 fue proporcionado por el Conacyt. La investigación en archivos para documentar orígenes de las capillas de visita franciscanas y otros antecedentes históricos de la época Colonial temprana la realicé junto con la maestra Orquídea Pérez Romero en los acervos históricos locales, estatales y de la Catedral de Campeche; en el Fondo Reservado–Archivo Franciscano de la Biblioteca y Hemeroteca Nacional–Instituto de Investigaciones Bibliográficas de la UNAM y el Archivo General de la Nación, ambos en la Ciudad de México; en el Departamento de Colecciones Especiales y Manuscritos en Español de la Biblioteca Central de la University of Texas–Arlington; así como en la Biblioteca Central de la Universidad Autónoma de Yucatán en Mérida. Agradecemos a los directores correspondientes y al personal adscrito todo su apoyo. Finalmente, quiero anotar que estoy especialmente agradecida por haber tenido el privilegio de conocer y pasar tiempos gratos con don Enrique Escalante Escalante, abogado universal y político estatal muy querido, servidor público, primer Cronista de Campeche y ex–director del Instituto de Cultura de Campeche en años anteriores. Nuestras discusiones se centraron en las versiones tradicionales de la historia versus lo que la evidencia arqueológica revelaba para revisar las "historias oficiales" del pasado inmediato y lejano de Campeche.

1 De acuerdo con un reciente análisis filológico y lingüístico de documentos históricos, cuando se combinan las tres sílabas chan, pot y on del maya yucateco o más bien del chontal, quiere decir "no se nos escaparon" [Voss, 2004:142], refiriéndose a la batalla, en 1517, entre españoles y mayas cerca del estero en el sitio de la cabecera municipal actual, conflicto en el cual el conquistador y capitán de nave, Hernández de Córdoba fue mortalmente herido [Chamberlain, 1982]. Este topónimo sería adoptado por los españoles, quienes seguramente no pudieron comprender cabalmente su sentido original como algo conmemorativo a la victoria indígena en este lugar. Respecto al apelativo para el segundo río, en los documentos coloniales tempranos Roys encontró su nombre como Homtún, que cuando se traduce del maya quiere decir hom, "zanja [o drenaje...] y hundimiento en la tierra dejado por un acueducto" y tun, un sustantivo que literalmente significa "piedra genérica o preciosa" [Arzápalo Marín, 1995:322, 731], pero en este caso, así como en ciertos contextos jeroglíficos, podría ser "preciosa" a secas. La pronunciación actual sustituye la "m" por la "n", como en Hontún, en lugar de pronunciar el nombre original como se deletrea. El rancho actual, del mismo nombre, en donde brota el río como manantial se conoce como "Hontún", lo que da otra explicación factible a esta pronunciación moderna.

2 Hace una década, y debido a los huracanes anuales cada vez más virulentos que golpean la región noroeste de la Península, en 1999 la Comisión Nacional del Agua puso en marcha un "plan" para controlar mejor las inundaciones de temporal mediante la excavación de una zanja angosta y profunda, sin reforzamiento estructural alguno, en medio del cauce original del río Homtún que deambula por terrenos ejidales de varias comunidades rurales y por un par de parcelas de ranchos particulares. Si bien la zanja puede contener hasta cierto punto el flujo no controlado del agua pluvial que viene río arriba durante tormentas tropicales persistentes con cantidades mayores de lluvia, este nuevo "sistema de desagüe" no puede canalizar de forma efectiva cantidades exuberantes de aguas pluviales, lo que magnifica problemas de inundación en tres comunidades rurales río abajo que se encuentran cerca del borde ecológico de humedal–manglar–estero: Hampolol, Chenblás y Yaxcab–Bethania. Problemas para obtener o negociar vías de paso para continuar la obra de la zanja entre algunas comunidades o con los propietarios privados han trasformado este conducto artificial en una obra pública inconclusa y peligrosa que amenaza a las comunidades aledañas con inundaciones críticas ante cualquier huracán o durante condiciones de lluvias torrenciales continuas en el área inmediata.

3 Si se considera un modelo de localización geográfica para la ubicación del asentamiento al diseñar una ruta de peregrinación entre pares, como la que se propone en este artículo, el centro urbano prehispánico principal se situaría más hacia el sur y río adentro en vez de estar en el estero. Un lugar lógico para ubicar una ciudad capital con dimensiones monumentales y urbanas como las de Acanmul y Edzná sería el área alrededor de la comunidad rural Ulumal que alberga, además, los restos de la ex–hacienda Santa Rosa. Documentos históricos sugieren que el área inmediata de Ulumal–Exhacienda Santa Rosa no sólo estaba involucrada en las estrategias de extracción del palo de tinte durante la época colonial temprana, sino que fue testigo, también, de las actividades de evangelización por parte de la orden franciscana. La capilla de la ex–hacienda se fecha por características estilísticas a finales del siglo XVI o a principios del XVII. López Cogolludo sostiene que en 1607 se erigió un convento en Ulumal, después de haber sido una visita religiosa para los "pueblos indios" desde 1560 [Chamberlain, 1982; Chuchiak, 2001, 2005; Gerhard, 1991; González Cicero, 1978; López Cogollado, 1955].

4 Debido a que la ciudad capital de Champotón no ha sido localizada con toda seguridad ni se han definido los parámetros cronológicos de ocupación, no se puede ofrecer información ambiental precisa en este momento. Si la hipótesis referente a la localización del centro urbano de esta ciudad capital confirmara estar cerca de la comunidad rural Ulumal, se postularía también que su diseño urbano y colocación en un nicho ecológico seguiría las pautas establecidas por sus homólogos contemporáneos Acanmul y Edzná.

5 Información proporcionada por Jennifer T. Taschek y Joseph W. Ball, comunicación personal en 2004.

6 Alejandro Villalobos Pérez [2006] corrige este término arquitectónico utilizado para otra etiqueta errónea previamente asignada a técnicas y métodos constructivos citados en la literatura como parte de un "estilo megalítico" que ha sido asignado a una fecha contemporánea a los Horizontes Preclásico Terminal y Clásico Temprano en las Tierras Bajas del Norte. El juego de pelota en Acanmul parece ser el único ejemplo encontrado a la fecha en la Península de Yucatán que muestra esta técnica constructiva cuyo fin es el de contener grandes masas arquitectónicas. La orilla poniente de la plataforma piramidal y acceso principal a la Gran Acrópolis de Edzná utiliza también este método constructivo que parece ser contemporáneo al diseño inicial y fase constructiva del juego de pelota en Acanmul.

7 Jennifer T. Taschek, directora de campo, coordinó y supervisó las operaciones de excavación horizontal en el Juego de Pelota y el Grupo de las Columnas durante las actividades de la temporada en campo en 2004. La autora agradece su participación y la de Joseph W. Ball en la temporada de campo y de gabinete en 2004, al igual que su contribución intelectual sustantiva en el Informe de 2004 entregado a las autoridades locales, estatales y federales (INAH) en mayo de 2005.

8 Si se encontrara un conducto céntrico como pasillo o cancha de juego de pelota en esta zona inmediata del sitio, se asumiría que tuviera características semejantes al conjunto en la orilla norte y que hubiera corrido una suerte al igual que esa cancha principal ya mencionada, como el resto de los elementos arquitectónicos en los conjuntos de esta zona.

9 Durante actividades de reconocimiento y levantamiento arquitectónico realizados en Acanmul de 2000 a 2003, se hizo un hallazgo fortuito de superficie en un conjunto arquitectónico de patio registrado a 3 km al poniente del núcleo palaciego administrativo de la orilla norte del río Homtún. La vasija de herencia antigua depositada a propósito en este contexto es un cilindro de cerámica gris fina con decoración por incisión profunda retratando a un saurio que fue identificado primero por Joseph W. Ball (en comunicación personal, 2002) y confirmado después por Ann Cyphers (en comunicación personal, 2002) de ser oriundo del área olmeca.

10 Por ejemplo en el área nuclear olmeca, los valles de Oaxaca y el área maya estos esquemas aparecen a finales del periodo Preclásico Medio o a principios del Preclásico Tardío

11 Los pincelazos de color rojo en las tapas de bóveda colocadas en contextos arquitectónicos específicos son elementos iconográficos sobresalientes de la región de los Chenes [Staines Cicero, 2001; Williams–Beck, 2001a], localizada a unos 40 km al sureste de Edzná. Ciertos factores en el área de los Chenes, como una entidad sociocultural discretamente identificable [Brainerd, 1958], jugaron claramente papeles clave en la economía local de Acanmul y Edzná, siendo su proveedor de cerámicas domésticas monocromas [Williams–Beck, 2001g, 2002, 2004; Ball en Williams–Beck et al. 2005b] y policromas finas de intercambio del tipo "compromiso social" [Reents–Budet et al., 2000] a ambas ciudades capitales, desde el periodo Clásico Temprano hasta el Clásico Terminal.

12 Si se encontraran e identificaran claramente el núcleo urbano y restos estructurales de Champotón, más adelante pronosticaríamos que la ubicación del conjunto palaciego administrativo en el paisaje edificado del sitio estaría en el costado sur de la plaza principal, imitando los rumbos de cada una de sus respectivas sedes en el plano regional del circuito de estas ciudades reales rituales.

13 Un proyecto de restauración reciente del INAH en el palacio administrativo de Acanmul ha revelado que las gradas de acceso ilustran trece peldaños hasta alcanzar la plazuela superior que da entrada al "palacio administrativo", estructura cuya penúltima etapa constructiva corresponde al periodo Clásico Terminal–Posclásico Temprano. Los pormenores de fases constructivas y materiales asociados de excavación del proyecto INAH en este lugar están aún por publicarse.

14 La iglesia de Hool identifica a la virgen María como la de la Concepción Inmaculada, quien en este caso cumple ambos papeles por encarnar tanto el periodo de cuarenta días después del parto como el aspecto de la inmaculada concepción. En una serie de ceremonias que parece representar un sincretismo religioso indígena–católico, los pobladores sacan a la santa patrona de la iglesia del nicho de su altar y la pasean en tres ocasiones por rutas de procesión en la comunidad: una vez se paran en el límite poniente de la comunidad junto a la aguada; otra ruta avanza hacia esta aguada pero continúa adelante hasta el límite norte del pueblo; y la tercera ruta, el último día de las festividades, camina alrededor de la aguada en una ruta semejante al andar solar cotidiano del oriente hacia el norte, poniente y sur. En otras ocasiones en el periodo de festividades los feligreses cargan un retrato fotográfico de la virgen a lo largo de otras rutas en la comunidad durante los catorce días entre la segunda salida de la estatua de su nicho y la última salida; todas las rutas menos una duplican el patrón prehispánico del andar contra las manecillas del reloj. En cada uno de los itinerarios hay paradas en altares domésticos decorados con flores, velas, fotos y estatuas de santos, colocados cuidadosamente en la orilla del camino particular de la ruta de la procesión. Todos los altares reciben una dosis generosa de agua bendita y están bendecidos por el padre de la parroquia que generalmente lidera la procesión inmediatamente después de la Virgen cargada en bulto o en imagen.

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