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Cuicuilco

versión impresa ISSN 0185-1659

Cuicuilco vol.15 no.43 México may./ago. 2008

 

Reseña

 

Yankelevich, Pablo y Silvina Jensen (comps.), Exilios. Destinos y experiencias bajo la dictadura militar, Buenos Aires, Libros del Zorzal, 2007, 256 pp.

 

Luciano Alonso

 

UNL/UNR

 

La compilación sobre el exilio argentino durante los años del terror estatal emprendida por Pablo Yankelevich y Silvina Jensen en Exilios. Destinos y experiencias bajo la dictadura militar, se encuadra en el ámbito de los estudios sobre la historia reciente que Marina Franco y Florencia Levín han definido como un campo en formación, en el sentido de un espacio académico cruzado por diferentes disciplinas que se articula en torno a una serie de tópicos fuertemente asociados a los traumas sociales de la represión y sus secuelas. Los compiladores asumen esa asociación entre pasado reciente y trauma, en el cruce entre su pretensión de enfocar su mirada historiográfica sobre aspectos del período no suficientemente analizados y su preocupación por contribuir a un conocimiento sobre lo social que colabore en el establecimiento de la justicia frente a los crímenes y padecimientos. Desde la propia introducción el exilio se inviste de las connotaciones de un "pasado que no pasa", vinculado en el debate contemporáneo a la cuestión de la reparación económica a los exiliados pero inscripto también en una amplia gama de consideraciones valorativas y políticas, que se entrecruzan en una pugna de rigurosa actualidad por definir el sentido que asumió.

En los distintos trabajos se perfila un conjunto de problemas que hacen a la misma definición del exilio y a los modos de su abordaje. Primeramente, los exilios aparecen como una de las opciones que los agentes podían tomar en condiciones muy limitantes. Como lo destacan Yankelevich y Jensen, el exilio argentino es un proceso colectivo desarrollado a partir de una sumatoria de acciones individuales. Así, Mario Sznajder y Luis Roniger —en su artículo acerca de los exiliados argentinos en Israel— indagan acerca de los procesos que llevaron a los detenidos a disposición del Poder Ejecutivo Nacional a obtener una "opción de salida" o, por el contrario, al escape de perseguidos políticos. La consideración de políticas específicas por parte del Estado receptor no ocluye la variedad de los motivos y mecanismos por los cuales se produjeron esas salidas.

Probablemente, la reconstrucción que realiza Samantha Viz Quadrat de los recorridos, elecciones y dificultades de los exiliados argentinos en Brasil —país que experimentaba su propia dictadura y cuyas coyunturas políticas fueron variadas durante el período 1976–1983—, sea la más clara en su intención de mostrar el carácter aleatorio de las rutas de escape y de las estrategias para reconstruir una co–tidianeidad perdida. Las posibilidades que se abrieron a los agentes individuales suponían una pluralidad de contactos, recursos, evaluaciones muy poco exhaustivas y momentos particulares. El análisis de entrevistas en profundidad permite en este caso apreciar los múltiples aspectos de los decursos personales.

Un abordaje interesante al respecto es el propuesto por Victoria Basualdo en "Una aproximación al exilio obrero y sindical". Destacando que los trabajadores resultaron un segmento poblacional con escasa representación en los exilios, la autora llama la atención acerca de la necesidad de indagar las posibilidades y opciones de sectores sociales que fueron blanco privilegiado del terror de Estado. Amén de promover un acercamiento a las vicisitudes de un grupo socioeconómico específico, su breve artículo se detiene en la identificación de algunas trayectorias individuales de dirigentes sindicales. Las atinadas observaciones de Basualdo respecto de la dificultad de clasificar a los exiliados de acuerdo a su adscripción socio–económica o clase social; la condición provisional de la tipología que presenta —exilios "estructurados" u "organizados" por agrupaciones políticas, exilios con escasos apoyos, fueran con salidas clandestinas, legales o con opción de salida— y la conveniencia de considerar integralmente las estrategias de resistencia —entre las que se contaban las migraciones internas que pueden ser comprendidas como formas de destierro—, nos recuerdan no sólo la complejidad de esos procesos sino especialmente el hecho de que los agentes obraban con posicionamientos cambiantes en contextos variados y disponían de recursos relacionales, económicos y organizacionales muy diversos.

Otro problema que recorre las diversas contribuciones es el de la acción política de los exiliados en su movilización contra la dictadura. Si bien varios artículos retoman este tópico, es el de Marina Franco sobre los conflictos en torno del campeonato mundial de futbol de 1978 el que emprende un análisis de mayor profundidad. La movilización europea del momento aparece como el punto máximo de una política solidaria respecto de las violaciones a los derechos humanos en Argentina. Franco recorre los posicionamientos de diversos actores colectivos del exilio argentino en interacción con instituciones europeas y en contradicción con la política comunicacional de la dictadura. Apunta el impacto del Mundial sobre los exiliados, sus ambivalencias y las discusiones sobre si boicotear o denunciar el campeonato. Su trabajo abarca un amplio espectro geográfico y muestra las variaciones en los posicionamientos, las líneas de fisura y los encuentros o desencuentros que se generaban en torno a la resistencia al poder dictatorial.

Las cuestiones aludidas se entrecruzan con los problemas relativos a la construcción de la identidad de los exiliados. Si el análisis del caso israelí presenta una particularidad específica por la condición judía de determinados perseguidos y por su acceso a la ciudadanía del Estado receptor, en el de Brasil se pueden observar componentes que pueden hacer a una cierta invariancia: sensación de soledad, impacto de las diferencias culturales, reafirmación de una identidad "argentina" a través de prácticas y representaciones emblemáticas. Aquí, la contribución de Margarita Del Olmo se enfoca en la crisis de identidad que conlleva el exilio. Revisando las entrevistas que sirvieron de base para su tesis de los años ochenta sobre la comunidad argentina en Madrid, la autora identifica los cortes peculiares en los relatos de los exiliados y los vincula tanto con las fracturas de la propia sociedad argentina de los setenta como con la derrota de quienes proponían modelos alternativos de país.

Brenda Canelo propone a su vez una lectura sobre el exilio argentino en Sue–cia que rompe definitivamente el estereotipo del "exilio dorado". Registrando la afluencia a ese país por las vías del Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados (ACNUR) o por la opción de salida de detenidos en cárceles, Canelo se basa en algunas experiencias individuales para detectar los puntos de dramatismo experimentados por los actores. Si el poderoso Estado de Bienestar sueco y una política inmigratoria ya multiculturalista ofrecieron a los exiliados condiciones de vida excepcionales, también condujeron a un modo de inserción en la sociedad de destino con características "concentracionarias". La infraestructura de "campamentos", la formación de "guetos de lujo" o "nichos laborales", el extrañamiento respecto de la lengua y la cultura suecas o la consideración de los exiliados latinoamericanos —junto con los inmigrantes— como miembros de una categoría social inferior resultan elementos que ponen en cuestión la percepción positiva de los mismos exiliados respecto de esa experiencia aunque no , disminuyen su agradecimiento.

Por fin, tanto Sznajder y Roniger como los propios Yankelevich y Jensen —que cierran la compilación con un texto que aborda el problema de los números del exilio en México y Cataluña— se asoman a la cuantificación del fenómeno. En el caso israelí, el trabajo sobre un universo de datos que se admiten muy parciales se realiza sobre la información de la Embajada respectiva y de la Agencia Judía. Aún con fuertes limitaciones ese breve conteo arroja alguna noción de proporcionalidad en edades, perfiles ocupacionales, vías de escape y carácter judío o no judío de los perseguidos que llegaron al Estado de Israel.

El artículo de Yankelevich y Jensen, por el contrario, se interroga sistemáticamente sobre las posibles fuentes de la cuantificación, asumiendo que no existen instrumentos de análisis claros que permitan discriminar a los exiliados políticos del conjunto de los emigrados argentinos. El análisis meticuloso de datos censales mexicanos y catalanes de los que extraen radicaciones, índices de distribución por sexos y adscripciones socio–profesionales, brinda una cartografía aproximativa del exilio en esas regiones. Esboza además una estrategia que se presenta como un paso necesario para el mejor conocimiento de la problemática: el desarrollo de estudios comparados sobre variables específicas. Preciso y sugerente colofón de un texto que en gran medida sintetiza las líneas de debate abiertas por estos mismos autores en los últimos años y que ofrece un panorama actualizado de los conocimientos disponibles sobre aspectos neurálgicos de ese pasado siempre presente.

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