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Estudios políticos (México)

versión impresa ISSN 0185-1616

Estud. polít. (Méx.)  no.44 Ciudad de México may./sep. 2018

 

Reseñas

Hernández Rodríguez, Rogelio, Historia mínima del Partido Revolucionario Institucional, Ciudad de México, El Colegio de México, 2016

Miguel Ángel Valverde Loya1 

1Doctor en Gobierno por la Universidad de Georgetown, Washington, D.C., Estados Unidos. Actualmente está adscrito a Centro de Capacitación Judicial Electoral, Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación, México, y es miembro del Sistema Nacional de Investigadores. mavalverdeloya@gmail.com.

Hernández Rodríguez, Rogelio. 2016. Historia mínima del Partido Revolucionario Institucional. Ciudad de México: El Colegio de México,


El Partido Revolucionario Institucional (PRI) es un componente central de la historia política moderna de México. Entender su surgimiento, evolución y transformación es esencial para dilucidar el desarrollo del sistema político y la sociedad mexicana en su conjunto. Este libro es un interesante y en general bien logrado intento por hacer una crónica del partido, desde su origen hasta la actualidad. El autor nos recuerda que disponemos de estudios sobre períodos o momentos específicos del PRI y sus antecesores, pero no de una visión temporal más amplia. Parte además de una posición interesante, apartándose de una percepción de “genealogía” histórica o ideológica según la cual las instituciones siguen designios desde su origen, en donde el PRI fue concebido como instrumento de control político del régimen postrevolucionario. Se señala cómo en buena medida el devenir del partido ha sido respuesta a necesidades de corto plazo y resultado de decisiones políticas del momento, más que de una cuidadosa planeación institucional. Por otro lado, se plantea la importancia de comprender su dinámica interna como organización política, para entender cómo ha superado crisis severas y logrado sobrevivir durante tanto tiempo.

En su recuento, el autor indica cómo en la academia se ha elaborado sobre la fundación del Partido Nacional Revolucionario (PNR) en 1929 por parte de Plutarco Elías Calles, visto ya sea como líder autoritario en busca de control, o bien como constructor de leyes e instituciones básicas del Estado mexicano, y la de las reformas del Presidente Lázaro Cárdenas, que lo convirtió en el Partido de la Revolución Mexicana (PNR) en 1938, identificado ya sea con importantes causas y demandas sociales, o con estructuras corporativistas y clientelares para el control político de sectores clave de la sociedad. En cambio, poco se conoce de la etapa de supremacía que inicia en 1947 con la creación del PRI, que marca la consolidación de la estabilidad, o bien el ahogo de la democracia, en un período tan insulso (políticamente hablando) que el autor denomina “los años del letargo” hasta la década de 1960, cuando el partido parece revivir bajo el liderazgo de Carlos A. Madrazo. Durante este tiempo se consideró al PRI un órgano sumiso y dependiente del Estado, incapaz de sobrevivir en un entorno electoral competitivo, y por lo tanto carente de importancia para su estudio.

Más adelante en los capítulos del libro se abordan el ascenso de la tecnocracia, la ruptura en la década de 1980 con el surgimiento de la Corriente Democrática, las reformas del Presidente Carlos Salinas, y la pérdida de la presidencia de la república en el 2000. Muchos continuaron con la visión de un PRI centralizado, vertical e instrumental, incapaz de sobrevivir por sí mismo y probablemente condenado a desaparecer. Se puso a prueba su resistencia y viabilidad, y el partido no solamente no se desvaneció, sino que recuperó la presidencia en 2012. El autor correctamente señala la necesidad de comprender la evolución del funcionamiento interno del PRI para explicar su permanencia y relevancia en el contexto político mexicano, ahora mucho más plural y competido.

Se señalan lo que en opinión del autor han sido sus limitaciones fundamentales. La primera fue su composición social, que pasó de caudillos y líderes revolucionarios que competían entre sí en 1929, a las masas o sectores populares organizados en 1938, pero que falló al incorporar de manera efectiva a los sectores de clase media que surgieron como resultado del crecimiento económico, y que fueron los más afectados cuando se presentaron las crisis en la economía mexicana. La segunda limitación fue la falta de programas y acciones propias que identificaran al partido con la población, pues si bien los logros de programas sociales y desarrollo económico eran asumidos tanto por el gobierno como por el PRI, cuando éstos fallaron se identificaba también a ambos como responsables, sin margen de crítica o distanciamiento. Una tercera limitación fue que el partido careció de dirección autónoma, siempre sujeto al titular del Ejecutivo, reconocido como verdadero líder del PRI y de la élite política, y quien designaba al siguiente candidato presidencial del partido.

La abundancia y riqueza de la información denotan un gran dominio de la historia política moderna del país por parte del autor. Si bien sus propuestas son plausibles, se podría argumentar que en ocasiones se corre el riesgo de exagerar el peso y voluntarismo de los actores individuales. Se podría también cuestionar la suposición de que no se percibieron con claridad en su momento las potenciales implicaciones a largo plazo de las decisiones que se tomaban, o bien indicar que la evolución de la oposición partidista en México ha tenido mayor incidencia que la que suele atribuírsele en las transformaciones del PRI.

El autor del libro expone cómo en México se desarrollaron las características de lo que el estudio clásico de Juan J. Linz (1975) denominó un “régimen autoritario”, aunque sin referirlo: un partido “oficial” creado para administrar y repartir el poder, pluralismo político limitado, y “principios guía” que orientan y legitiman su acción, entre las más relevantes. Debido a que el libro forma parte de una colección sobre “historia mínima”, es comprensible que no se citen las múltiples fuentes (tanto primarias como secundarias, teóricas o históricas) que ha de tener un estudio con tal cantidad de información como este texto. Sin embargo, la falta de referencias a trabajos teóricos que elaboran sobre el autoritarismo o más adelante acerca de la transición democrática (críticos para comprender el entorno político del país en su momento), ni siquiera en la bibliografía general, perece una sensible omisión.

A lo largo del libro, tampoco se menciona y elabora sobre el papel que ha tenido el PRI en los esquemas de corrupción que han aquejado al sistema político desde su origen, uno de los graves problemas que persisten, sin bien en la actualidad han involucrado también a otros partidos políticos. Tampoco se reflexiona lo suficiente sobre su posible complacencia, o al menos actitud de asumir ignorancia, sobre algunos de los aspectos más obscuros y dolosos del régimen autoritario, como el hostigamiento a sus enemigos o la abierta represión.

El autor del estudio señala que el PRI ha sido capaz de competir siguiendo las reglas y los límites legales, preparar nuevas generaciones de militantes sin la tutela presidencial, y de postular candidatos con credibilidad y respaldo ciudadano. La clave de su supervivencia y recuperación, de acuerdo con su análisis, ha sido que muchas de sus funciones ya se encontraban divididas entre las estructuras y liderazgos estatales y la dirigencia nacional. Ante la ausencia del presidente, su líder histórico, los gobernadores tomaron el control, y la unidad ha dependido de la coordinación entre los ejecutivos estatales y el surgimiento de una figura con visibilidad nacional. Sin embargo, persisten dilemas como la falta de una clara definición ideológica y de mecanismos para construir “liderazgos propios y confiables” que le puedan permitir sobrevivir a la pérdida de la presidencia. El autor identifica acertadamente estos problemas, aunque no ofrece alternativas para superarlos.

En una última reflexión, se indica que el proceso de selección del candidato del PRI para la elección presidencial de 2018 reflejará nuevamente las necesidades e intereses del titular del Ejecutivo y el entorno que enfrentará, pero también será preponderante la convicción priista del valor de la disciplina y de la unidad para garantizar el respaldo de su organización e incrementar las posibilidades de triunfo. Habrá que agregar que los escándalos de corrupción de gobernadores priistas y los señalamientos sobre un posible conflicto de interés en la adquisición de una propiedad por parte de la esposa del presidente han dañado al partido, y probablemente influyeron sobre reformas que permitieron considerar a candidatos externos o “simpatizantes” para tener más opciones creíbles y competitivas. Por otro lado, habrá también que analizar cuestiones como el impacto que tendrán la posibilidad de reelección consecutiva de legisladores y autoridades municipales electos a partir de 2018 sobre la disciplina partidista en México.

Aun cuando presenta algunas omisiones, el libro tiene el mérito de ser un recuento actualizado de la historia del PRI hasta nuestros días, y plantear algunos de sus retos inmediatos más relevantes. Constituye una rica fuente para analizar y comprender el desarrollo del PRI, y deliberar sobre su papel en el futuro de la democracia mexicana.

Referencias bibliográficas

Linz, Juan J. (1975), “Totalitarian and Authoritarian Regimes”, en Greenstein, Fred I. y Polsby, Nelson W. (eds.), Handbook of Political Science, vol. 3, Reading, Massachusetts, Addison-Wesley, pp. 187-274. [ Links ]

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