Los retos de la gobernabilidad en México, de Pablo Armando González Ulloa y Jorge Federico Márquez Muñoz, constituye una obra fundamental -para especialistas y el público en general- en el estudio de la capacidad del Estado mexicano en el ámbito de la gobernabilidad y los desafíos que éste enfrenta al estar inmerso en un contexto de integración global, el cual ha traído consigo implicaciones multidimensionales en las esferas de lo político, económico y social.

Si bien es cierto que, por un lado, la globalización ha sido favorable en términos de comunicabilidad y protección internacional de los derechos humanos; por otro, ha dañado las estructuras democráticas de los países que se encuentran sometidos a los condicionamientos económicos de gobiernos extranjeros y organismos internacionales, tales como el Banco Mundial y el Fondo Monetario Internacional, los cuales han fungido como entes promotores del modelo neoliberal en el mundo. Claro está que, como podrá advertir el lector desde el primer capítulo de la obra, aunque este modelo de injerencia mínima del Estado adoptado en México en la década de los años ochenta ha traído consigo estabilidad macroeconómica (no sólo en nuestro país, sino en gran parte de los países latinoamericanos y del resto del mundo), las consecuencias microeconómicas no han sido las que se esperaban.

En el capítulo inicial, titulado “La gobernabilidad frente a la globalización”, los autores hacen un sucinto recorrido histórico desde la implementación del modelo de sustitución de importaciones, al que señalan como el primer momento de la gobernabilidad moderna del Estado mexicano, hasta la adopción e implicaciones del conjunto de políticas económicas neoliberales. Al mismo tiempo, a partir de la revisión y un análisis sistemático de algunos indicadores económicos y estadísticas sociales, los autores ponen de manifiesto los problemas de gobernanza que el Estado mexicano tuvo que enfrentar en dicho periodo, caracterizado por la presencia en su sistema político de un partido hegemónico y una figura presidencial con facultades extralimitadas.

En el segundo capítulo, González Ulloa y Márquez desarrollan claramente la génesis del proceso de democratización en México y los factores que propiciaron la caída del régimen priísta, dando paso, a la alternancia política en el Poder federal y a la consolidación de una nueva era político-electoral, así como a la erosión definitiva del sistema político posrevolucionario. Asimismo, además de que se exponen los aciertos y desaciertos de los últimos gobiernos del siglo XX en términos de bienestar social y crecimiento económico, se mencionan algunos elementos -como la corrupción, la influencia de grupos de poder en la toma de decisiones y la falta de transparencia y rendición de cuentas- que han obstaculizado el adecuado ejercicio de gobierno, y que además han imposibilitado la consolidación democrática del Estado mexicano.

Claro está que -como podrá advertirse en las primeras páginas del tercer capítulo relativo a la participación e indiferencia de la ciudadanía por la política- las reformas en materia electoral implementadas desde la segunda mitad del siglo XX redefinieron el sistema político mexicano que propició el surgimiento gradual de un sistema electoral cada vez más abierto, el que años más tarde posibilitaría un sistema mayormente competitivo y, en efecto, la alternancia política en el poder federal, mas no una plena democratización -en contraposición a lo que afirman los llamados transitólogos-, pues, como bien se menciona en el texto: “las facilidades que tiene hoy la población para participar en las decisiones que afectan su vida [que es una característica inherente a la democracia] todavía se encuentran en vías de consolidación” (González y Márquez, 2016: 95).

Ulteriormente, desde un análisis teórico-empírico, se da respuesta sobre cuál es el nivel real de participación e interés de la población en los asuntos político-institucionales y cómo se relaciona con la gobernabilidad para el caso mexicano. Además, el lector dará cuenta del contexto desalentador en que se encuentra inmerso nuestro país en términos de participación política y conocerá la percepción de la ciudadanía sobre temas referentes a la forma de gobierno, a los funcionarios públicos, a la legislación, entre otros. Así, en el tercer y cuarto apartados, se realiza un interesante análisis taxonómico sobre las actitudes político-sociales de los mexicanos, en el que se retoman elementos teóricos sobre el conflicto y la estabilidad que en su momento desarrollaron autores insignes de las teorías políticas y sociales del pensamiento, tales como Maquiavelo, Hobbes y Rousseau. Es aquí donde, según arguyen los autores del libro, se establece “el primer acercamiento a la ciudadanía en relación con la gobernabilidad”. En efecto, como se menciona en este apartado, la importancia de la tipología desarrollada por Pablo González Ulloa y Jorge Márquez radica en su utilidad, pues ésta constituye una herramienta metodológica o, en palabras de Weber, un tipo ideal para comprender las actitudes políticas en sociedades complejas.

Desde una perspectiva integral, en la que se retoman categorías analíticas de vanguardia propias de la Sociología y la Ciencia Política, en el último capítulo los autores se centran en el estudio de tres movimientos sociales que desafiaron la gobernabilidad durante el año 2013: el movimiento anti-Peña, y los movimientos anti-reforma educativa y anti-reforma energética, aspectos mediante los cuales es posible conocer, en términos de gobernabilidad, el desarrollo del sistema de gobierno en México en tiempos recientes. Al mismo tiempo, se exponen las acciones implementadas por el gobierno ante la emergencia de estos y otros movimientos político-sociales que, junto con las movilizaciones anarquistas (en menor medida, también objeto de estudio en esta obra), representaron un gran desafío a la gobernabilidad en términos de orden público.

Los retos de la gobernabilidad en México es, sin lugar a dudas, una obra que invita al análisis y a la reflexión sobre el papel que las autoridades de gobierno desempeñan (y deberían desempeñar) para hacer frente a los retos que impone el fenómeno de la globalización, así como para mantener -entre otras cosas- un crecimiento económico sostenido y un bienestar social generalizado, que representa “una de las claves del éxito de la gobernabilidad [y] propicia [consecuentemente] una democracia de calidad” (González y Márquez, 2016: 15). Con el apoyo de tablas y gráficos de fácil comprensión, además de una exposición de los temas con un lenguaje acríptico, el lector podrá percatarse del grado de complejidad que demanda el estudio sistemático de la gobernabilidad inmersa en un ambiente en el que intervienen diversos (f)actores que han sido determinantes en la reconfiguración de las estructuras y capacidades del Estado-nación.