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Estudios políticos (México)

versión impresa ISSN 0185-1616

Estud. polít. (Méx.)  no.37 Ciudad de México ene./abr. 2016

 

Sistema político mexicano

 

MORENA en la reconfiguración del sistema de partidos en México

 

MORENA in the configuration of the party system in Mexico

 

Ricardo Espinoza Toledo* y Juan Pablo Navarrete Vela**

 

* Doctor en Ciencia Política por la Universidad de Paris I-Sorbonne. Es Profesor-investigador de Tiempo Completo de Ciencia Política, en la Universidad Autónoma Metropolitana-Iztapalapa. Es miembro del Sistema Nacional de Investigadores. Sus líneas de investigación son partidos políticos y relaciones Ejecutivo-Legislativo.

** Doctor en Estudios Sociales con especialidad en Procesos Políticos por la Universidad Autónoma Metropolitana-Iztapalapa (UAM-I). Es profesor de la Universidad de la Ciénega, del Estado de Michoacán. Es miembro del Sistema Nacional de Investigadores. Sus líneas de investigación son partidos políticos, liderazgo político y procesos electorales.

 

Recibido: 28 de octubre de 2015.
Aceptado: 9 de noviembre de 2015.

 

Resumen

En el presente texto se observa que el sistema de partidos en México se ha caracterizado por el establecimiento de tres ofertas políticas predominantes: PRI, PAN y PRD, correspondiente al pluralismo moderado. Sin embargo, este predominio tripartidista ha limitado el crecimiento de los partidos pequeños y la emergencia de una cuarta fuerza política competitiva. El pluralismo moderado no ha alentado el desarrollo electoral de los nuevos partidos, algo que también se refleja en la integración del Congreso. La emergencia de MORENA, partido político, vino a modificar esa lógica, por su capacidad de convertirse en un partido competitivo, a la altura de los otros tres, bajo el liderazgo de Andrés Manuel López Obrador.

Palabras clave: Pluralismo moderado, liderazgo carismático, partidos políticos, Izquierda, Sistema político mexicano.

 

Abstract

In the present article we observe that the system of parties in Mexico has meant the establishment of three predominant political offerings: PRI, PAN and PRD, characteristic of moderate pluralism. However, this three-party dominance has limited the growth of small parties and the emergence of a fourth competitive political force. Moderate pluralism has not encouraged the electoral development of new parties, something which is also reflected in the integration of the Congress. The emergence of MORENA, political party, came to change this logic, for their ability to become a competitive match, at the height of the other three, taking advantage of the leadership of Andrés Manuel López Obrador.

Keywords: Moderate pluralism, charismatic leadership, political parties, Left wing, Mexican political system.

 

Introducción

El presente artículo reflexiona acerca de las implicaciones de la emergencia del Movimiento Regeneración Nacional (MORENA) en el sistema de partidos mexicano, de pluralismo moderado. MORENA obtuvo su registro como partido en 2014 (INE/CG106/2014) y en 2015 por vez primera formó parte de la contienda electoral en que se confrontó con el Partido Revolucionario Institucional (PRI), el Partido Acción Nacional (PAN) y el Partido de la Revolución Democrática (PRD), las tres fuerzas predominantes del sistema político mexicano.

El impacto de MORENA en el sistema de partidos proviene de la influencia y presencia política de su líder fundador, Andrés Manuel López Obrador. El capital político de este dirigente está asociado a la historia del PRD, organización a la que presidió y de la que fue candidato presidencial en dos ocasiones (2006 y 2012). Después de las elecciones presidenciales de 2012 y ante las diferencias con la línea seguida por la dirección nacional perredista, López Obrador renunció al PRD para fundar un nuevo partido. Desde la fundación del PRD, en 1989, no había ocurrido una escisión que afectara tanto a esa organización y la privara del liderazgo, activo, más importante de la izquierda. A partir de las elecciones de 2015, la cuestión que se plantea es si la izquierda mexicana, en este caso el PRD y MORENA, está en condiciones de competir de manera unificada en las elecciones presidenciales de 2018 o se fragmentará entre los seguidores de López Obrador y MORENA, por un lado, y el PRD, por el otro.

Los resultados de las elecciones intermedias de junio de 2015 son un indicador preciso de la fuerza de MORENA. Como es el primer proceso electoral en que participa este partido, no existían datos acerca del alcance de su implantación, a excepción de los sondeos de opinión sobre preferencias electorales. Con esta referencia, partíamos del supuesto según el cual la presencia de MORENA modificaría la correlación de fuerzas de la izquierda por estimar su penetración en alrededor del 7% de la votación nacional; los resultados electorales superaron esta expectativa al situarlo en 8.37% (PREP del INE, 8 de junio de 2015), la cuarta fuerza política nacional por el porcentaje de votos.1 Este es un dato excepcional, puesto que desde la formación del PRD y su antecedente inmediato, el Frente Democrático Nacional (FDN), ningún nuevo partido alcanzó esa cantidad de votos en el primer proceso electoral del que formó parte.

Ahora bien, por muy relevante que sea ese porcentaje para disponer de un grupo importante de legisladores en el Congreso federal, de 35 diputados, es insuficiente tanto para influir decisivamente en el proceso legislativo como para, por sí solo, enfrentar una contienda presidencial exitosa. MORENA requiere de aliados para estar en condiciones de triunfar en las elecciones presidenciales de 2018. El 11% del PRD a nivel nacional se antoja necesario para ese propósito. Si cada uno de estos partidos presenta candidato presidencial propio, se aniquilan mutuamente, dejando el campo abierto a la instauración del bipartidismo PRI-PAN, que significa la exclusión de la izquierda, la fuerza que constituye el logro más importante del proceso de democratización en México.

El estudio del papel de MORENA en el proceso político mexicano es pertinente; además, por ser un partido ligado a un líder carismático fuerte, algo que no se había repetido desde la creación del Frente Democrático Nacional (FDN), que dio paso al PRD. La emergencia de esta cuarta fuerza política competitiva implica la reconfiguración del sistema de partidos y un reacomodo en la integración del Congreso federal y sus grupos. La capacidad de atracción que tiene la personalidad de López Obrador quedó de manifiesto en los procesos de elección presidencial de 2006 y 2012, en los que abanderó al PRD. Su salida de las filas del partido del sol azteca tiene, como una de sus consecuencias, que sus seguidores y simpatizantes también dirijan sus votos hacia el nuevo partido, MORENA, en detrimento del PRD.

Para abordar los temas antes referidos, este texto se organiza en tres apartados: I. El predominio de tres partidos; II. El liderazgo de Andrés Manuel López Obrador, y III. MORENA, la cuarta fuerza política competitiva.

 

I. El predominio de tres partidos políticos

Desde la creación del PRD (1989), la competencia electoral se concentró en tres grandes fuerzas políticas, que incluyen a PRI y PAN. El PRI, con sus antecesores (PNR y PRM), fue el espacio institucionalizado para disciplinar a la clase política y asegurar la rotación pacífica en el ejercicio del poder después de la Revolución Mexicana. Los políticos civiles que sustituyeron a los militares en la Presidencia de la República mantuvieron un marcado sentido populista justificado en los compromisos sociales de la Revolución, que fue progresivamente abandonado desde los años ochenta (Adler y Mendieta, 2002). El PRI mantuvo el poder presidencial hasta el año 2000 y lo recuperó en 2012, después de un paréntesis de doce años en que la victoria del PAN produjo la primera alternancia en la Presidencia de la República.

El PAN, nacido en 1939, surgió en oposición al ideario revolucionario fundado en la rectoría del Estado. De corte conservador, ha promovido la defensa de valores tradicionales y se ha nutrido del empresariado. Este partido llegó a la Presidencia de la República en 2012, encabezado por Vicente Fox, candidato de la Alianza por el Cambio, integrada por el PAN y el Partido Verde Ecologista de México (PVEM). Su victoria está relacionada con el agotamiento de un ciclo del PRI, de su forma de utilizar el poder y de sus políticas, y con una izquierda que nominó, por tercera ocasión, al Ing. Cárdenas, cuya capacidad de atracción estaba ya disminuida (Loaeza, 1999; Díaz, 2007).

El PRD fue fundado por organizaciones progresistas y de izquierda en 1989, poco después de ser derrotadas en las elecciones presidenciales de 1988. Este hecho marcó la línea del nuevo partido, que se perfiló como una oposición radical al gobierno encabezado por Carlos Salinas de Gortari (PRI) con el argumento del fraude electoral. En el plano ideológico, el PRD surgió como un partido de corte socialdemócrata. Estructurado en torno al fuerte liderazgo del Ing. Cárdenas, en una primera etapa, y de López Obrador, después, la construcción orgánica del PRD se acompañó de una débil institucionalización (Borjas, 2003; Meyenberg, 2004; Martínez, 2005).

1. El sistema político plural se conformó con base en tres ofertas, presentes desde las elecciones presidenciales de 1988: PRI, PAN y PRD, aunque este último surge con esta denominación en 1989. Desde entonces y hasta las elecciones de 2012, no se vislumbró la presencia de un cuarto partido capaz de superar el 6.52% de votos, porcentaje máximo alcanzado por uno de los partidos pequeños, en 2009,2 a pesar de la emergencia incesante de nuevas organizaciones partidistas.

En un artículo publicado en 2001, Espinoza y Meyenberg reflexionaban acerca de la existencia de un sistema de pluralismo moderado-excluyente, en términos de la clasificación de Sartori: pluralismo, porque cumplía con los requisitos de un sistema competitivo y democrático y además permitía la existencia de hasta cinco partidos importantes (Sartori, 2005: 224-238), pero le agregaban la connotación de excluyente, porque a pesar de que formalmente se podía constituir un cuarto partido fuerte, se privilegiaba a los tres grandes, mientras los partidos pequeños quedaban relegados a un porcentaje menor que impedía su desarrollo. Los autores lo explican así:

El sistema de partidos desemboca en un pluralismo excluyente que se distingue del pluralismo limitado en razón de que no es resultado de una imposición del régimen NI es derivado de leyes coactivas, propias de un sistema no competitivo; más bien se asemeja al pluralismo moderado propuesto por Giovanni Sartori en la medida en que se conforman tres ofertas políticas importantes, pero se distingue de éste en que prácticamente cierra las oportunidades al desarrollo de nuevas opciones políticas (Espinoza y Meyenberg, 2001: 359).

La situación antes descrita se había mantenido invariable hasta las elecciones federales del 2012. La llegada de MORENA, sin embargo, modificó ese esquema. La primera aproximación se presentó en las elecciones para diputados federales de 2015. MORENA compitió solo, esto es, sin coaligarse, y debía alcanzar al menos el 3% de votos para mantener su registro como partido, algo que se suponía fuera de dudas. El reto, sin embargo, era superar la barrera del 6.5 por ciento, posibilidad atribuida, sobre todo, al carisma de su líder, Andrés Manuel López Obrador. Liderazgos de esa naturaleza compensan la fragilidad de la organización, al tiempo que le atraen simpatizantes y militantes.3 Eso hace que sean temidos y combatidos por sus adversarios. En los Estatutos de MORENA se establece que el Comité Ejecutivo Nacional está integrado por 18 personas, en cuyo vértice se encuentran el presidente nacional y el secretario general.4 Formalmente, el presidente nacional del partido es Martí Batres G., pero el ex candidato presidencial representa el mayor atractivo y es quien marca la orientación de la nueva organización.5

2. El pluralismo moderado, por excluyente, no ha alentado el fortalecimiento de nuevos partidos. Desde 1989 hasta el 2012, ningún partido, fuera de los tres grandes, superó el 6.5% de votos. En 1994, un partido pequeño, el Partido del Trabajo (PT), obtuvo el 2.74%; los demás no superaron el 1%: el Partido Popular Socialista (PPS) obtuvo el 0.47%, el Partido Frente Cardenista de Reconstrucción Nacional (PFCRN) el 0.84%, el Partido Demócrata Mexicano (PDM) el 0.27% y el PVEM el 0.92%.6 Los candidatos presidenciales fuertes y conocidos fueron: Ernesto Zedillo del PRI, Diego Fernández del PAN y Cuauhtémoc Cárdenas del PRD. Los otros partidos postularon a candidatos poco atractivos para el electorado, por lo que lograron una limitada captación de votos.

A pesar de que las elecciones del 6 de junio de 2015 no incluyeron la renovación de la Presidencia de la República, y sin ser candidato a cargo alguno, López Obrador abanderó la difusión de MORENA a lo largo y ancho de la República. Él fue la figura central de los spots transmitidos en televisión: "Vente con nosotros a MORENA. MORENA es la esperanza de México",7 era uno de sus mensajes. Los partidos pequeños presentes en la contienda electoral de 1994 y posteriores carecían de un liderazgo parecido. En el 2000, el partido pequeño que alcanzó el mayor nivel de votación fue Democracia Social (PDS) con el 1.57% de los votos, pero no consiguió mantener su registro, pues el umbral de votación era de 2%. Junto con el PDS, también desaparecieron el Partido del Centro Democrático (PCD), que obtuvo solamente el 0.54% y el Partido Auténtico de la Revolución Mexicana (PARM), con el 0.41% de la votación.8 En 2003, México Posible únicamente alcanzó 0.90% de la votación, el Partido de la Sociedad Nacionalista, 0.27%; el Partido Liberal Mexicano, 0.40%; Fuerza Ciudadana, 0.46%, y el Partido Alianza Social, 0.74%; imposibilitados, como estuvieron, para alcanzar el umbral del 2%, todos ellos perdieron el registro.9 El electorado se mantuvo fiel a los partidos más conocidos (Moreno, 2003; Moreno y Méndez, 2007) y ninguna de esas nuevas ofertas contó con un líder carismático fuerte o con una estructura sólida.

En 2006, dos nuevos partido entraron en la competencia: el Partido Nueva Alianza (PANAL) y el Partido Alternativa Socialdemócrata y Campesina. Esta vez, ambos mantuvieron su registro al rebasar el umbral mínimo de votos: el PANAL obtuvo el 4.54% en la elección de Diputados y Alternativa alcanzó el 2.71% en la elección presidencial,10 resultado novedoso en ambos casos, pero alejado de la barrera del 6.5%. Alternativa abandonó la competencia muy pronto, en 2009. Como en elecciones anteriores, PRI, PAN y PRD mantuvieron la fidelidad de su núcleo básico.

En 2012, de los partidos pequeños, el único que compitió fuera de las coaliciones fue el PANAL, que obtuvo el 2.28%11 de los votos; de los grandes, fue el PAN, con su candidata Josefina Vázquez Mota. El PRI y el PRD lo hicieron en coaliciones: la Coalición Compromiso por México (PRI+PVEM) postuló a Enrique Peña Nieto; Movimiento Progresista (PRD+PT+MC) nominó a López Obrador.

De 1988 a 2012 se fundaron varios nuevos partidos, la mayoría de los cuales ha desaparecido, mientras que los que sobrevivieron no han consolidado su identidad o mantienen un núcleo limitado de simpatizantes (Anexo 1) y de legisladores (Anexo 2). De los que mantuvieron su vigencia, el PT nació en 1990, el PVEM en 1991, Convergencia por la Democracia en 1999, pero cambió de nombre a Movimiento Ciudadano (MC) en 2011, y en 2012 emergió el PANAL, cuyo padrinazgo se atribuye a la profesora Elba Esther Gordillo, entonces lideresa del SNTE.

3. En las elecciones federales intermedias de 2009, participaron partidos de reciente creación: Salvemos a México obtuvo el 0.17% de los votos, Primero México el 0.36% y el Partido Social Demócrata el 1.03%. Al no obtener el porcentaje mínimo de votación, el 2%, perdieron su registro. Los otros partidos pequeños mantuvieron el registro, pero con una votación limitada. El PANAL obtuvo el 3.41%; Convergencia el 2.37%; el PT, 3.57%; y el PVEM batió record con el 6.52%,12 cifra que representa el máximo histórico de un partido pequeño (Anexo 1). De 1988 a 2012, ningún partido, fuera de los tres grandes, había logrado un porcentaje equivalente a ése, hasta MORENA, en 2015, cuando se aproximó al 9%.

La Ciudad de México cuenta con 27 distritos electorales federales, de los cuales, en las elecciones de 2012, 24 fueron ganados por el PRD y tres por el PAN.13 En 2015, la disputa por esos votos, y por los de los 40 distritos locales y las 16 Delegaciones, se dio, principalmente, entre el PRD y MORENA. De los federales, MORENA ganó en 15, el PRD solamente en siete y el PAN en cinco. De los locales, MORENA triunfó en 18, el PRD en 14, el PAN en cinco y el PRI en tres. Las Delegaciones se repartieron de la siguiente manera: MORENA 5; PRD 6; PRI 3, y PAN 2. Con estos resultados, MORENA emerge como la primera fuerza política en el Distrito Federal, territorio fundamental del nuevo partido.14

La intención de voto para estas elecciones mostraba la presencia indiscutible de MORENA. En julio de 2014, para la Asamblea Legislativa del Distrito Federal, el periódico Reforma registraba 29% del PRD, 20% del PRI, 17% del PAN y 14% de MORENA.15 Para Diputados Federales en el DF, el periódico Excelsior asignaba 44% al PRD, 21% al PRI, 15% a MORENA y 14% al PAN.16 En la encuesta de Buendía & Laredo, con la pregunta: "Entre los partidos de izquierda, ¿por quién votaría?", el PRD obtuvo el 24% y MORENA el 12% de los votos.17 Muchos de los votos que obtendría el partido de López Obrador provendrían del PRD. De acuerdo con El Universal, en el Distrito Federal, el PRD captaría el 28.4%, el PRI el 13.7%, el PAN recibiría una votación del 7.6% y MORENA el 7%.18 En estas encuestas, MORENA aparecía como la cuarta fuerza electoral. En abril de 2015, una encuesta de Reforma registró un empate entre MORENA y el PRD en la elección de Diputados a la Asamblea Legislativa del DF, ambos con 24%. Finalmente, El Financiero-Parametría, en abril, le daba a MORENA el 10% de los votos en la elección de Diputados Federales.19 De julio de 2014 a abril de 2015, la intención de voto registró una preferencia positiva y una evolución espectacular en un partido de nueva creación. Con el 8.37% de los sufragios, MORENA se ubica como la cuarta fuerza política nacional.

 

II. El liderazgo de Andrés Manuel López Obrador

Hasta el 2012, en México sólo dos partidos se han rotado en la presidencia de la República. El PRI gobernó desde su creación, en 1946, hasta el año 2000 y el PAN lo hizo en dos sexenios consecutivos: de 2000 a 2006 y de 2006 a 2012. La izquierda, representada por el PRD, quedó en segundo lugar tanto en 2006 como en 2012. Visto así, ningún partido ha tenido la posibilidad de desplazar a los tres grandes. Desde el año 2000, la rentabilidad de los partidos pequeños derivó de establecer alianzas electorales con PRI, PRD o PAN (Cuadro 1).

Con base en la legislación electoral, hasta antes del 2012, las alianzas en el ámbito presidencial permitían transferir un porcentaje fijo de votos a los partidos pequeños, que les aseguraba el registro. En el 2012 se permitieron coaliciones, pero cada partido debía captar sus propios votos para mantener vigente su registro. Esa disposición pasó al Artículo 41, fracción I, de la Constitución, con la reforma de 2014, que incluía dos adiciones: en lo sucesivo, los nuevos partidos deben competir solos (sin alianza o coalición) en su primera participación y obtener, al menos, el 3% de la votación para mantener el registro legal, un candado más a los nuevos partidos.20

Como se muestra en el cuadro 1, en las tres últimas elecciones presidenciales, el PRD participó en alianza con otros partidos. En el 2000 lo hizo con el PT, Convergencia, Partido Alianza Social (PAS) y el Partido de la Sociedad Nacionalista (PSN); en el 2006, con el PT y Convergencia, y para el 2012 repitió el mismo esquema con el PT y MC (antes Convergencia) en sus flancos. El PAS y el PSN desaparecieron al finalizar el proceso electoral federal intermedio de 2003: el PAS solamente obtuvo el 0.73% de los votos, y el PSN, 0.27%. En la perspectiva de la elección presidencial de 2018, el polo unificador puede ser el abanderado de MORENA, López Obrador.

1. Como en las cinco legislaturas que van de 1997 a 2012, la correlación de fuerzas en la LXII Legislatura (2012-2015) también reflejó la concentración de escaños en tres partidos. El PRI contó con 214 diputados, el PAN con 114 y el PRD con 101; el PVEM tuvo 27; Mc, 20; PT, 14, y PANAL 10 escaños.21 Los tres primeros partidos sumaban 429 de 500 escaños, el 85.8% del total. La aprobación de reformas constitucionales, que requieren de mayoría calificada, recae en la decisión de dos de esos tres partidos o, si hay acuerdos, de los tres. Las reformas aprobadas en el marco del Pacto por México prescindieron de los otros partidos.

Los partidos pequeños representan el 14.2% de la Cámara de Diputados, que les otorga eso que Sartori llamó capacidad de chantaje (Sartori, 2005:163), consistente en vender caro su apoyo cuando sus votos hacen posible la decisión. No les queda sino aliarse con alguno de los Grupos Parlamentarios de mayor tamaño: el PVEM y el PANAL votan en su mayoría con el PRI; el PT y MC confluyeron con el PRD. Los 71 escaños que reúnen son insuficientes para ser cabeza de grupos. Pero cuando los grupos grandes están dispuestos a cooperar, los pequeños pierden hasta la capacidad de chantaje. Los escaños de los tres partidos grandes fueron suficientes para aprobar las reformas derivadas del Pacto por México, de diciembre de 2012 a finales de 2013. El Pacto se justificaba en la participación conjunta de PAN, PRI y PRD. No obstante, eso se logró únicamente en dos reformas constitucionales: la de educación y la de telecomunicaciones y competencia económica.

En el Senado se observa una lógica parecida. Las 52 curules del PRI, las 38 del PAN y las 22 del PRD, suman 112 de 128 escaños, lo que representa el 87.5% del total, similar a la composición de la Cámara de Diputados. Los 16 senadores restantes no pueden frenar las decisiones de los tres grandes grupos. Al igual que en la Cámara baja, la aprobación de las reformas del Pacto por México en el Senado derivó del predominio de esos Grupos Parlamentarios. En las elecciones federales del 7 de junio de 2015 sólo se renovó la Cámara de Diputados; al Senado le corresponde en 2018.22 El PRI y el PAN mantuvieron su presencia legislativa con pocos cambios en la Cámara baja, pero el PRD perdió escaños que compartió con MORENA. La emergencia de MORENA como cuarta fuerza política hizo posible la reconfiguración del sistema de partidos en México.

2. El polo de atracción de MORENA es el liderazgo de López Obrador. Lo fundamental del liderazgo de López Obrador se construyó en el PRD, tiempo durante el cual evolucionó de carismático dominante a carismático integrador (Espinoza y Navarrete, 2013:49).23 En ese proceso fueron determinantes su paso por la presidencia nacional del PRD, la jefatura de Gobierno del Distrito Federal y la asunción de las dos candidaturas presidenciales, de 2006 y 2012.

López Obrador se integró al PRD desde su fundación. Candidato a gobernador de Tabasco en dos ocasiones por este partido (1988 y 1994), no salió victorioso en ninguna de esas elecciones. Su liderazgo nacional se remonta por lo menos a 1996, año en el que inició al frente del PRD, para el periodo 1996-1999. Electo de manera abierta con el 76% de los votos,24 ese proceso fue producto de alianzas entre diferentes actores al interior de ese partido (Pivron, 1999:253). En esos tres años, el PRD creció sustancialmente en el ámbito electoral.

Se expandieron en entidades en las cuales el PRD estaba relegado y fortalecieron su presencia en el Congreso federal. Las elecciones de 1996 y de 1997 muestran el despegue electoral del PRD, que se traduce en victorias como las del gobierno del Distrito Federal y gubernaturas como las de Zacatecas, Tlaxcala y Baja California Sur (Palma, 2000:200).

Estando López Obrador al frente, el PRD afirmó su nueva estrategia. La anterior, denominada rupturista, fue encabezada por Cárdenas: después de la derrota electoral de 1988, se buscaba una transformación radical del sistema político. La segunda, bajo la bandera del pacto democrático, se definió durante la dirigencia de Porfirio Muñoz Ledo (Palma, 2004; Reveles, 2004). López Obrador, más identificado con la segunda, reorientó la estrategia hacia la construcción de la estructura electoral del partido del sol azteca.

Con esa lógica, en la perspectiva de las elecciones de 1997, se flexibilizaron los lineamientos internos para dar paso a las candidaturas de origen externo, sea para gobernador, presidente municipal o para diputados. Los resultados fueron positivos: obtuvieron 125 diputados federales y el gobierno del Distrito Federal, entre otros triunfos.25

La tendencia fue ofrecer la "franquicia" del PRD a personajes de otros partidos que tuvieran la posibilidad de darle un triunfo electoral más, no sin resistencias internas. Al inaugurar los trabajos del Cuarto Congreso Nacional del PRD, López Obrador hizo un llamado a los delegados a "no permitir que el polémico tema de las alianzas electorales y la postulación de ex priístas los dividiera" (López Obrador, 1998: 12).26 En la mayoría de los casos, los candidatos adoptados contaban con la suficiente capacidad de convocatoria o eran personajes distinguidos en sus estados, lo que podía garantizar un alto porcentaje de votos (Meyenberg, 2004: 58). Los logros electorales del periodo 1996-1999 pavimentaron el camino de este dirigente rumbo a la jefatura del DF, en el año 2000. Cárdenas fue el candidato del PRD a la Presidencia de la República, por tercera ocasión, pero obtuvo solamente el 16.64% de los votos (Vicente Fox, el ganador, logró el 42.52%). Por su parte, en el DF, López Obrador ganó con el 34.5%, pero con una diferencia muy reducida, de 0.99 puntos porcentuales, frente al 33.4% del panista Santiago Creel (Modonesi, 2008: 30, 39).

El tipo de liderazgo desarrollado por López Obrador durante este periodo se expresa en evitar enfrentamientos con el gobierno de Ernesto Zedillo, negociar con las fracciones perredistas, acordar las decisiones en los órganos del partido; poner en marcha la "operación franquicia" e incluir a candidatos externos (Cuadro 2). En el ejercicio de la presidencia nacional del PRD (1996-1999), aumentó la presencia legislativa de este partido (1997-2000). El crecimiento de su liderazgo le permitió obtener la candidatura a Jefe de Gobierno del Distrito Federal.

3. Durante los años que van de 2000 a 2005, el liderazgo de López Obrador se fortaleció notablemente. Estaba en proceso la recomposición del PRD, bajo la forma de redefinición ideológica. Durante la realización del VI Congreso Nacional perredista, después de su tercera derrota presidencial, Cárdenas señaló que "la izquierda no debe ser más un asunto de definiciones, sino definirse en función de contenidos" (Bolivar, 2004: 209); ello que significaba mantener vigente la vieja postura oposicionista. Por su parte, el jefe de gobierno del DF acrecentaba su simpatía apuntalada por el posicionamiento mediático y por los programas asistencialistas y los de infraestructura. Al mismo tiempo, el proceso de desafuero, los video-escándalos que mostraban actos de corrupción y el enfrentamiento constante con el presidente Vicente Fox, afectaban su imagen (Valdés, 2004), pero no su creciente influencia.

La contienda electoral de 2006 fue una de las más cerradas en la historia electoral de México. López Obrador, candidato presidencial del PRD, quedó en segundo lugar con 35.33% de los votos, sólo a medio punto porcentual de Felipe Calderón, del PAN, quien ganó con 35.89% (Modonesi, 2008: 39). Los resultados fueron validados por el Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación (TEPJF). La resolución no fue aceptada por López Obrador y seguidores, e iniciaron una etapa de movilizaciones para cuestionar el resultado.

En el período 2000-2006 cambiaron las características generales del tipo de liderazgo del perredista. La política de enfrentamiento con el gobierno de Vicente Fox se hizo acompañar de una ampliación considerable del gasto social del gobierno del DF y del control de las decisiones del partido. Junto a los efectos judiciales provocados por el proceso de desafuero, se produce el escándalo por los videos que muestran a funcionarios suyos en actos de corrupción, intentos fallidos para acabar con las pretensiones políticas del Jefe de Gobierno del DF. Muy fortalecido por su exitosa defensa, obtuvo la candidatura presidencial sin competidor dentro del PRD, donde se impone como el gran tomador de las decisiones y quien define la estrategia de campaña, personalización que lo va a conducir a errores aprovechados por sus adversarios (Cuadro 3).

De manera paralela, inició el distanciamiento de López Obrador de las fracciones27 más fuertes del PRD. Esto se debió a que la fracción NI, encabezada por Jesús Ortega y Jesús Zambrano, entre otros, no respaldaba las acciones de resistencia postelectoral de López Obrador fundadas en la idea del Gobierno Legítimo. El enfrentamiento entre ambas fracciones, no obstante, había comenzado antes de las elecciones de 2006 (García Ponce, 2005; Meyenberg, 2004). Pero a partir de entonces y hasta 2008, tuvo lugar una pugna abierta entre los afines al tabasqueño y NI, que se materializó en el proceso interno para la renovación de la dirigencia nacional del partido. El periodo de Leonel Cota Montaño al frente de la organización, figura cercana a López Obrador, terminaba en marzo de 2008. A la contienda para sucederlo se presentaron Alejandro Encinas, afín al ex Jefe de Gobierno, por un lado, y Jesús Ortega, de NI, por el otro (Rivera, 2011:172). La elección interna decidiría qué fracción se quedaba con el control del aparato organizativo y electoral del partido. El resultado fue impugnado por ambos candidatos. Después de un largo litigio, el TEPJF emitió una sentencia a favor de NI (Espinoza Toledo, 2014). López Obrador encontraba un límite a su influencia y el abierto desconocimiento a su liderazgo.

Con Jesús Ortega en la dirección nacional del PRD, el enfrentamiento entre López Obrador y NI fue más intenso, al punto que se le intentó expulsar bajo el argumento de haber apoyado al PT y a MC, en detrimento del PRD. Un hecho revelador de ese conflicto fue la candidatura de "Juanito", en la Delegación Iztapalapa, durante el proceso electoral de 2009: López Obrador pidió a los habitantes de esa demarcación no votar por el PRD y emitir el sufragio a favor del PT, por "Juanito", para derrotar a la candidata oficial del PRD (Silvia Oliva) y, por esa vía, dejarle el cargo a Clara Brugada. Esa compleja triangulación resultó un éxito y fue un paso más en el escalamiento del conflicto interno y su desenlace final.

 

III. MORENA en la competencia electoral

Entre 2009 y 2012, López Obrador intentó contrarrestar la imagen negativa que lo llevó a la derrota de 2006. Comenzó una etapa de menor virulencia con el presidente Felipe Calderón y puso en marcha la estrategia centrada en la Republica Amorosa, que comprendía la bandera de justicia y honestidad28 y promovía la integración y la cordialidad (Cuadro 4). Se gestaba el movimiento de regeneración nacional.

1. En este período, el discurso de López Obrador fue más moderado que en 2006: buscó mayor acercamiento con los empresarios, al tiempo de presentar una oferta política que reforzaba los lazos con sus seguidores. De manera paralela, un personaje perredista ascendía en la escala política, Marcelo Ebrard, jefe de gobierno del DF (2006-2012), quien también aspiraba a la candidatura presidencial. Así, en la recta final por la definición de la candidatura perredista, en 2012, se encontraban Ebrard y López Obrador. Este último contaba, además, con el apoyo del PT y de MC, que podían adoptar su candidatura. La dirigencia nacional perredista llegó a un acuerdo con los aspirantes para decidir a través de una encuesta. El resultado favoreció parcialmente a López Obrador, Ebrard acató y el partido apoyó al tabasqueño.

En las elecciones, de un inicial y lejano tercer lugar, el candidato perredista logró posicionarse en el segundo; superó a la candidata del PAN, Josefina Vázquez Mota, y quedó a sólo seis puntos porcentuales del candidato del PRI, que parecía poder arrasar con los votos. La campaña se consolidó con la estrategia de recorrer todo el país, estado por estado, municipio por municipio (Pérez Fernández del Castillo, 2013: 25), decisiva para competir por el primer lugar.

El liderazgo carismático-dominante de 2006 a 2010 se transformó en un liderazgo de nuevo tipo, más flexible e incluyente. El propósito era recuperar a los simpatizantes desilusionados con la resistencia civil puesta en marcha entre 2006 y 2010. La estrategia funcionó y la campaña lopezobradorista fue exitosa al reducir las opiniones negativas sobre el político tabasqueño, que al principio eran muy elevadas (Alarcón y Cuna, 2012: 55). Finalizado el proceso electoral, López Obrador marcó su distancia del PRD, y poco tiempo después anunció su salida del partido a causa de diferencias ideológicas. En lo sucesivo, trabajaría para convertir el Movimiento de Regeneración Nacional en partido político.

Las diferencias entre López Obrador y la dirigencia del PRD se agudizaron con la firma del Pacto por México, del 2 de diciembre de 2012. Con un pie fuera del PRD, acusó a los dirigentes de este partido de apoyar al Presidente Peña Nieto por la vía del Pacto.29 Acerca de la salida de López Obrador, Cuauhtémoc Cárdenas, un referente de amplios sectores de la izquierda, opinó:

Uno escoge determinadas trincheras de acuerdo con la circunstancia personal de cada quien. En este caso, Andrés Manuel tiene una visión; [...] yo la respeto, aunque no sé adónde lo vaya a conducir. Otros tenemos una visión diferente y pues estamos utilizando aquellas trincheras a las que tenemos acceso [...].30

El proyecto era hacer de su movimiento un partido político, MORENA. A decir de sus críticos, la formación de MORENA, partido político, fue una buena noticia para López Obrador, porque lograba tener una organización donde no le harían contrapeso: es el líder, el que decide, el que otorga o quita candidaturas y no tiene que darle explicaciones a nadie, ni nadie se las demanda.31 Al depender de una figura carismática, MORENA nace como un partido de fuerte penetración social, pero de débil institucionalización, como ocurrió con el PRD.

2. Para MORENA seguía la prueba de las urnas. En cinco elecciones presidenciales, los partidos de izquierda, reunidos en torno al PRD, postularon solamente a dos candidatos, sus líderes carismáticos. En tres de esos procesos obtuvieron más del 30% de la votación: 1988, 2006 y 2012, el primero de ellos encabezado por Cárdenas y los otros dos por López Obrador. En 1988, Cárdenas obtuvo el 30.99% de los votos; la presencia en la Cámara de Diputados de los partidos de izquierda fue 27.8%, pero en el Senado sólo reunieron el 6.25% (Reveles, 2004: 403). Como puede observarse, los resultados obtenidos en la elección presidencial fueron consistentes con los de las elecciones para diputados, pero no con los senadores. En 1994, la votación en favor de Cárdenas descendió considerablemente, pues obtuvo sólo el 16.59%; la presencia del PRD fue de 14.2% en la Cámara baja y nuevamente de 6.25% en el Senado (Modonesi, 2008: 38). La reducción puede atribuirse a una lectura que sobredimensionaba la presencia de Cárdenas. En su tercera postulación, en el año 2000, el candidato perredista recibió el 16.52% (Dutrénit, 2001: 345), cifra similar a la de 1994, aunque en la elección para diputados bajó al 13% de la votación. Si bien el PRD perdió presencia en la elección de diputados, repuntó en el Senado, al alcanzar el 14.84% de los votos. El máximo histórico de Cárdenas fue en 1988, para descender considerablemente en 1994 y en 2000, elecciones en las cuales rozó el 17%, resultado que se reflejó en el Congreso.

En las elecciones de 2006 y 2012, los partidos de izquierda postularon a López Obrador. Este candidato alcanzó su máximo histórico en 2006, con una votación correspondiente al 35.33% (Espinoza, Díaz y Navarrete, 2009: 49). En la Cámara de Diputados, la izquierda obtuvo el 32.2% y en el Senado alcanzó un nuevo histórico, con el 28.11% de los votos. Al igual que con Cárdenas, se puede observar que el candidato presidencial influye en la elección de diputados y senadores. En 2012, López Obrador reunió el 31.59% de los votos (Pérez Fernández, 2013: 49), lo que muestra la consistencia del abanderado, quien mantuvo su vigor en la opinión pública durante dos elecciones consecutivas. En esa última elección, la izquierda obtuvo el 27% de votos a la Cámara de Diputados y el 21.86% para el Senado. Aunque López Obrador perdió las elecciones presidenciales, se mantuvo por encima del 30%, cerca del candidato ganador (Cuadro 5).

3. Los resultados de las cinco elecciones presidenciales que se realizaron de 1988 al 2000, muestran que el carisma del candidato es fundamental para situar la votación por encima del 30%. López Obrador fue muy importante en ese propósito, como lo fue Cárdenas en 1988. Quizá por eso, en 2006 y 2012, la fuerza de los partidos de izquierda fue homogénea en los resultados de los tres ámbitos electorales en juego: el presidencial, de diputados y de senadores.

López Obrador es la figura central de MORENA y, por tanto, fue determinante para posicionarlo ante el electorado. Más allá de la dirigencia formal de MORENA,32 el tabasqueño es el fundador y líder indiscutible, en otras palabras, el jefe real, distinción propuesta por Maurice Duverger (1957: 176-180). No debe olvidarse que en dos elecciones presidenciales consecutivas, López Obrador logró atraer a más del 30% del electorado. Como candidato presidencial de MORENA en 2018, tiene las posibilidades de alcanzar ese porcentaje. Hay varias razones para sostenerlo. La debilidad del PRD y del PAN, así como la pérdida de credibilidad y legitimidad del Presidente de la República derivada de la inseguridad, del conflicto de interés y la corrupción, de la depreciación del peso, de la baja del precio del petróleo, del estancamiento de la economía y de la inoperancia de las reformas aprobadas en el marco del Pacto por México, pueden apuntalar la oferta alternativa de López Obrador.

Quienes han simpatizado con la izquierda, encontrarán en MORENA la opción política más atractiva. En su primera contienda electoral, MORENA se convirtió en la cuarta fuerza política nacional. En la perspectiva de 2018, es previsible la renovación de la alianza de López Obrador con MC y el PT (si mantiene el registro). La proyección de los resultados de 2012 a las elecciones de 2018 ofrece, de partida, 30% para el candidato presidencial de MORENA y aliados, que significa altas posibilidades de triunfo. En el Senado y en la Cámara de Diputados, esta alianza rondaría el 16%, respectivamente.33

MORENA se situó en cerca del 9% de los votos en las elecciones de 2015, por varias razones. Entre otras, porque junto a las diferencias ideológicas con el grupo de los tres partidos tradicionales, en veinte años de competencia electoral no se había fundado un partido con un líder carismático que, por añadidura, había sido candidato presidencial en dos ocasiones. MORENA es el depositario de la simpatía a favor de López Obrador, que ofrece la única alternativa al predominio de los tres grandes. Al abrir espacios a quienes busquen ser promovidos por una organización de izquierda y a las alianzas, este partido ampliará su espectro. Las alianzas cumplen una función importante en el sistema de partidos, siempre y cuando la rentabilidad electoral no vaya en menoscabo de la ideología del partido (Reynoso, 2010). Ahí se encuentra uno de los retos de MORENA, que podrá aprovechar sus alianzas para desarrollar su estructura orgánica y fortalecer su institucionalidad; impulsar la profesionalización de sus cuadros dirigentes, la ampliación de sus bases y el fortalecimiento de su oferta política, forman parte de sus tareas inmediatas.

 

Conclusiones

El sistema plural de partidos en México se ha sostenido en tres ofertas políticas centrales. PRI, PAN y PRD son el resultado más acabado del proceso de democratización. En los últimos 20 años, juntos han concentrado la casi totalidad de los votos y de cargos públicos, aunque ha sido el PRI el de mayor presencia en el país. En ese período se fundaron nuevos partidos, algunos de los cuales no mantuvieron su registro (Democracia Social, Social Demócrata de México y México Posible, por citar unos ejemplos) al no alcanzar el umbral de votación necesario (antes de la reforma de 2014, el umbral era de 2%; a partir de la citada reforma es de 3%). Hasta ahora, el máximo histórico de un partido de nueva creación, es decir, fuera de los tres grandes, había sido de 6.52%, obtenido en la elección federal intermedia de 2009.

Si bien las reglas del sistema de partidos dificultan, no prohíben la formación de nuevos partidos. Sin embargo, han alentado el mantenimiento de tres fuerzas principales. Se construyó, así, un sistema de pluralismo moderado que tiende a marginar a los partidos de nueva creación. En las elecciones presidenciales de 2000, 2006 y 2012, todos estos compitieron en alianzas o coaliciones, es decir, se adhirieron a alguno de los tres grandes. En razón de la Ley de Partidos, creada en 2014, los nuevos partidos no tienen derecho a coaligarse con ningún partido político o agrupación en su primer proceso electoral. No obstante esa restricción, MORENA superó el reto de presentarse únicamente con candidatos propios a las elecciones intermedias de 2015.

Durante el periodo que va de 1988 al 2012, el PRD fue liderado por dos figuras carismáticas: Cuauhtémoc Cárdenas y Andrés Manuel López Obrador, en etapas sucesivas. López Obrador incrementó su capital político a partir de 2000, como jefe de gobierno del DF. Aunque su influencia y presencia sufrió altibajos después de los adversos resultados electorales de 2006, mantuvo vigente su liderazgo. Entre 2010 y 2012 tuvo un perfil moderado que le ayudó a conseguir nuevamente la candidatura presidencial del PRD, en 2012, no sin conflictos fuertes con la fracción Nueva Izquierda (NI).

Derrotado por segunda ocasión en las elecciones de 2012, López Obrador decidió renunciar al PRD por diferencias internas, y construir su propio partido. Esa escisión ha sido la mayor fractura padecida por el PRD, la organización más acabada de la izquierda mexicana. La fundación de MORENA debilitó notablemente al perredismo que, en 2014, acabó siendo abandonado también por su fundador y figura emblemática, el ing. Cárdenas, por tampoco compartir la línea colaboracionista de la dirigencia perredista con el gobierno del PRI. Al igual que otras figuras destacadas, el 27 de febrero de 2015 renunció a sus filas Marcelo Ebrard, quien fuera Jefe de Gobierno del DF, de 2006 a 2012.

El centro de gravedad de MORENA es el liderazgo carismático de Andrés Manuel López Obrador; a él corresponden tanto el mérito como la capacidad de convocatoria. La ruta seguida para la fundación de MORENA tiene cierto paralelismo con la del PRD, en el sentido de que ambos proyectos fueron encabezados por líderes carismáticos fuertes. En las condiciones políticas y sociales de 2015, y después de los lamentables hechos ocurridos en Iguala, Guerrero (26 y 27 de septiembre de 2014), así como de los escándalos de corrupción del gobierno federal y sus cercanos y del desdibujamiento del PRD como partido opositor a partir del Pacto por México, la fuerza de atracción que representa López Obrador pudo convertir a MORENA en la novedosa alternativa de izquierda.

El PRD, por su lado, fue el más afectado por los acontecimientos de Guerrero que condujeron a la renuncia del gobernador Ángel Aguirre Rivero (en 2014), y es la organización sobre la que se hizo recaer la responsabilidad de políticos ligados a la delincuencia organizada en el país, a causa de los hechos de Iguala, en que gobernaba un hombre del PRD. El abandono de las filas perredistas por figuras emblemáticas y representativas y el declive electoral que registró en las elecciones estatales y locales de 2013, 2014 y 2015, dan cuenta de un serio y progresivo debilitamiento del PRD.

MORENA posee una estructura inicial que le posibilitó el registro como partido político en 2014. Derivado de las elecciones de 2015, este partido es la nueva fuerza competitiva del sistema político mexicano. Ya antes de obtener el registro como partido, MORENA contaba con la alianza del Partido del Trabajo (PT) y de Movimiento Ciudadano (MC); y si el PT conserva su registro, no se puede descartar su reencuentro hacia el proceso de 2018. En cuanto al PRD, con la mira en 2018, tiene la alternativa de presentarse con candidato presidencial propio o aliarse con el candidato presidencial de MORENA, López Obrador: la primera opción asegura el triunfo del bipartidismo PRI-PAN y la auto aniquilación de la izquierda como opción política exitosa; la segunda, está por verse.

 

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Notas

1 En el DF, MORENA se convirtió en la primera fuerza política al ganar 18 distritos de mayoría, frente a 14 del PRD y 5 de 14 Delegaciones Políticas. (PREP del INE, 8 de junio de 2015).

2 El PVEM obtuvo ese porcentaje,. Atlas de Resultados Electorales Federales, 1991-2009, INE, 2014. En las elecciones intermedias del 7 de junio de 2015, el PVEM pudo apenas rebasar el 7% de los votos. Fuente: PREP/INE, http://www.ine.mx/2015/PREP/difusores.html, Consultado el 8 de junio, 2015.

3 La desventaja es que se crea una relación de dependencia que debilita la institucionalización del partido y propicia que el líder actúe por encima de las reglas escritas (Panebianco, 1990: 107-138).

4 Estatutos de MORENA, 2014.

5 Formalmente, también, López Obrador preside el Consejo Nacional de MORENA.

6 Atlas de Resultados Electorales Federales, 1991-2009, INE, 2014.

7 El Universal, 18 de julio de 2014.

8 Atlas de Resultados Electorales Federales, 1991-2009, INE.

9 Atlas de Resultados Electorales Federales, 1991-2009, INE.

10 Atlas de Resultados Electorales Federales, 1991-2009, INE.

11 Atlas de Resultados Electorales Federales, 1991-2012, INE.

12 Atlas de resultados Electorales Federales, 1991-2009, INE.

13 Atlas de Resultados Electorales Federales, 1991-2009, INE.

14 En su contra jugó la campaña impulsada por sus adversarios. Se hablaba de la supuesta relación de López Obrador con José Luis Abarca, Presidente municipal de Iguala, involucrado en la desaparición forzada de los 43 estudiantes de Ayotzinapa. Excélsior, 28 de octubre 2014; Paréntesis, 2 de noviembre de 2014.

15 Reforma, 30 de julio de 2014.

16 Excélsior, 21 de julio de 2014.

17 Buendía & Laredo, 1 de septiembre de 2014.

18 El Universal, 22 de septiembre de 2014.

19 El Financiero, 27 de abril de 2015.

20 Ley de Partidos, Artículo 85, fracción 4.

21 Cámara de Diputados, México, Consulta el 1 de marzo de 2015.

22 En las elecciones del 7 de junio de 2015 se renovaron 2,159 puestos de elección popular: 500 diputaciones federales, nueve gubernaturas, más de 1,000 alcaldías y 641 puestos de legislador local. Fuente: "Los candidatos en 2015, ¿bajo escrutinio para 'blindar' las elecciones?", México CNN. Consulta el 1 de marzo de 2015.

23 Un líder carismático dominante impone su voluntad a los miembros del partido, opera con una coalición cerrada, controla los órganos colegiados del partido, dispone de los apoyos para hacerse de la candidatura presidencial y promueve una política de oposición al gobierno federal. El carismático integrador se caracteriza por incluir a las distintas sensibilidades en su proyecto, vigila que la integración de los órganos colegiados se efectúe con base en la fuerza de cada una de las fracciones, mantiene posturas flexibles que reducen la tensión con las fracciones, ejerce un control parcial del aparato del partido y busca la rentabilidad electoral. Véase Espinoza y Navarrete (2013: 42). Reveles (2004) estudia la disputa por el poder entre las fracciones internas del PRD.

24 "Documento: Resultados elección interna", Comité General de Sistema Electoral del PRD, IERD, México, 1996.

25 El PRD anunciaba el triunfo contundente en 34 municipios del Estado de México, entre ellos Nezahualcóyotl, Texcoco y Tejupilco; en Tula y en otros diez municipios de Hidalgo, así como en la alcaldía de Ocampo, en el estado de Coahuila. El balance general de los procesos electorales de finales de 1996 fue positivo para el PRD (Modonesi, 2008: 21).

26 "Declaración de Andrés Manuel López Obrador. Candidatura externas", México, IERD, 1998.

27 De acuerdo con Sartori, las fracciones son de diversos tipos, es decir, el mundo de subunidades de los partidos es un mundo muy diversificado. Esta variedad tiene una importancia enorme, pues diferentes subunidades producen distintas unidades. Las fracciones influyen en: i) grado de cohesión y, a la inversa, de fragmentación de un partido, y ii) las formas y los medios de interacciones y la dinámica internas de los partidos (Sartori, 2005: 110).

28 El Universal, 16 de enero de 2012.

29 Excélsior, 11 de junio de 2014.

30 La Jornada, 11 de septiembre de 2012.

31 Excélsior, 11 de julio de 2014.

32 El CEN de MORENA se integra de 18 secretarías y la presidencia nacional, a cargo de Martí Batres.

33 Sistema de Consulta de la Estadística de las Elecciones Federales 2011-2012, INE.

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