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Anales del Instituto de Investigaciones Estéticas

versión impresa ISSN 0185-1276

An. Inst. Investig. Estét vol.44 no.121 Ciudad de México oct. 2022  Epub 31-Jul-2023

 

Presentación

Presentación


La Historia del Arte y la crítica estética han pasado por varias reconfiguraciones desde que el primer volumen de la revista Anales fue publicado en 1937, donde se articuló un punto importante del proceso de fundación y modus operandi institucional de una disciplina en México. Sus orígenes se funden con los inicios del Instituto de Investigaciones Estéticas, a su vez vinculado principalmente con dos instituciones: la Academia de Bellas Artes de San Carlos y la Universidad de México.

La primera, fundada en 1783, significó la institucionalización de las Bellas Artes en México al contar con la primera galería de pintura y escultura y la primera biblioteca especializada en arte en el continente americano, no obstante las duras etapas de penuria económica a la que se vio sometida en sus primeros años y la obstaculización de su desarrollo por las guerras de Independencia (1810-1820), seguidas éstas de la crisis político-económica de sus gobiernos hasta mediados del siglo XIX. Impulsada por las leyes de 1867, promulgadas por el gobierno liberal de Benito Juárez, la reforma educativa transformó la Academia en la Escuela Nacional de Bellas Artes, un espacio de nacimiento de la disciplina con los primeros profesores en Historia de las Bellas Artes y apreciación estética.1

Uno de sus profesores fue Manuel Toussaint y Ritter (1890-1955), quien sería secretario de José Vasconcelos (1920). En el proyecto de reestructuración universitaria de Vasconcelos, rector de la Universidad (1920-1921), se le confirió a Toussaint el importante papel de mantener la enseñanza y fomentar las bellas artes en la educación pública superior, además de atender otra necesidad primordial que se hacía presente en la búsqueda y desarrollo del conocimiento: la historia del arte y su estudio analítico.

Fue así como Toussaint estableció las bases para convertir los estudios artísticos en una disciplina académica al interior de la Universidad, con la fundación del Laboratorio de Arte en 1935, que pronto se transformaría en el Instituto de Investigaciones Estéticas (3 de agosto de 1936). Para estructurar la investigación de las artes en México, Toussaint, con el nombre de laboratorio, subrayaba el carácter empírico y científico del que había que dotar a la naciente disciplina, otorgándole con ello un estatuto similar de validez al de las ciencias duras.2 Con ello atendía el modo de construcción de la disciplina por un lado y, por el otro, su modo operativo, al proceder en la investigación de manera empírica, basándose en un registro sistemático de datos. Así, su plan anclaba sus bases en la institución de un archivo que alojara la documentación de las artes plásticas y sus artistas, para estructurar, con esta praxis empírica, el conocimiento a futuro en las diversas áreas en las que se dividía hasta ese entonces el estudio de las artes en México. Mediante la documentación textual a la que se le sumaba la visual (fotografías) de las obras de arte, se hacía posible, gracias a la labor clasificatoria del material, arrojar los resultados para dar a conocer, difundir y proteger el arte mexicano.3

Los primeros dos números de la revista Anales del Instituto de Investigaciones Estéticas, 1937 y 1938, estuvieron a cargo de Manuel Moreno Sánchez, secretario del Instituto bajo la dirección de su primer director, Rafael López Granados. En el tercero, publicado en 1939, con la iniciativa de Manuel Toussaint, una vez nombrado director del Instituto de Investigaciones Estéticas, se definió cómo se difundiría el conocimiento del arte mexicano desde la universidad. Así, la revista Anales del Instituto de Investigaciones Estéticas cobró impulso con un programa definido: en los números editados a lo largo de la dirección de Toussaint (1939-1955), predominó la temática sobre el arte mexicano, no sin dejar de lado otros pocos textos que trataban el arte de otras regiones.4

Justino Fernández, discípulo, asistente y sucesor de Toussaint en la dirección del Instituto entre 1956 y 1968, corroboró los temas de la investigación que se hacían en el Instituto y señaló su relación con la historia universal. Con ello trazó el rumbo de la revista y determinó que fuera una manera de dar a conocer los resultados y avances de las investigaciones de los miembros del Instituto, haciéndola referente obligado para los estudios del arte prehispánico, colonial, moderno y contemporáneo de México, de acercamientos que reflejaban las propuestas y postulados de sus fundadores.

Fue así como a la revista Anales del IIE la coordinó la Dirección del Instituto de Investigaciones Estéticas (IIE). Durante más de tres décadas, estuvo a cargo de preparar y llevar a la imprenta la edición de cada número. Dicha publicación, anual, contenía en promedio ocho artículos, en su mayoría en español. Con el paso del tiempo las labores editoriales crecieron y cambiaron de modo paralelo al Instituto, de manera que la responsabilidad de editar la revista requirió de ser compartida al final del periodo directivo de Clementina Díaz de Ovando (1968-1974). Conforme creció el cuerpo académico del IIE y se estableció en Ciudad Universitaria, el investigador Xavier Moyssén apoyó a Justino Fernández en las tareas editoriales y se encargó de la revista a partir del número 41, labor que desempeñó entre 1972 y 1989. Así, Moyssén fue testigo de la reglamentación de las prácticas editoriales que se ponían en marcha y forjador de la modernización de los procesos de publicación que llevaron a que la revista progresara para dar a conocer, difundir y proteger el arte mexicano, bajo la dirección de Jorge Alberto Manrique (1974-1980), Beatriz de la Fuente (1980- 1986) y Elisa García Barragán (1986-1990).

Una vez que Moyssén dejó el cargo, la tarea de editar la revista la asumió Alberto Dallal (1990-1993) y después Arnulfo Herrera (1998-2000), quienes, bajo la dirección de Rita Eder (1991-1998), coordinaron la revista; en el periodo intermedio, quedó bajo la responsabilidad de Clara Bargellini, Renato González y Pablo Escalante, entre 1994-1997, época en la que el anuario pasó a ser bianual, en respuesta a la exigencia del Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología (Conacyt), e iniciaron los esfuerzos por llevar la revista a los me- dios digitales. La responsabilidad de llevar la dirección de la revista durante la dirección de María Teresa Uriarte (1998-2006) la compartieron Dúrdica Šégota, coordinadora principal de los números 78-86, María José Esparza Liberal y Peter Krieger, quien poco después dirigió la revista bajo la dirección de Arturo Pascual (2006-2010) y, al inicio de la gestión de Renato González Mello (2010-2018) hasta 2012,5 año a partir del cual tomamos la responsabilidad que nos concedió el cuerpo colegiado del Instituto presidido por el director y en seguimiento del reglamento establecido para el manejo de la revista.

Con el apoyo de un eficaz equipo de trabajo experimentado empezamos a trabajar para robustecer la revista. Al contrastar el índice temático de algunas de sus ediciones anteriores con el índice del número actual es evidente que la revista se mantiene cercana a esos orígenes e intereses a la vez que se ha trans- formado. Conserva el mismo formato, semejante tipografía, la viñeta de la portada y, en cierta medida, un mismo campo de interés, pero ampliado. Cuando comenzamos, los rubros “artículo”, “documento” y “reseña” sustentaban el contenido de Anales y continúan como columna vertebral para agregar nuevas posibilidades y campos de estudio e idiomas. En los primeros números el español era el idioma predominante y ahora es común encontrar textos en inglés, francés, portugués e italiano. La revisión somera de los índices de los números, que ahora se encuentran en acceso abierto en la red, también per- mite ver que de presentar una configuración que se enfocó particularmente en el arte mexicano antiguo, colonial y moderno, y en la creación y la enseñanza de una teoría de arte, la revista continúa publicando estudios acerca de las manifestaciones artísticas del país en sus diferentes periodos, pero igualmente aborda el arte de otros países de Latinoamérica, sin dejar de lado estudios importantes acerca del arte hispano y de otras esferas geográfico-culturales vinculadas con el continente. Los textos puestos a disposición por Anales, des- de los campos de la crítica, la teoría, la historia del arte, los estudios visuales y de la imagen, así como de género, que han desplegado un amplio abanico de objetos de estudio, también han de mencionarse, puesto que en la revista han logrado converger con las artes plásticas, la danza, la literatura, la fotografía, la estética, el cine y la música, en una configuración multidisciplinar y multifocal.

A la vez nos permiten ver y seguir cómo se ha vuelto mucho más complejo el manejo editorial de la revista con el paso del tiempo y las generaciones. Desde una planta laboral pequeña que se encargaba de escribir los textos y editar la revista, hasta su crecimiento y profesionalización, y con ella desde temas preponderantemente vinculados en un principio con el arte mexicano, hasta los que se han sumado con perspectivas globales y vinculantes de nuestros colaboradores de otras instituciones nacionales e internacionales. Un aspecto que caracteriza y ha enriquecido de forma prolífica a la revista, al catapultarla hacia nuevos campos de la crítica, la teoría y las nuevas corrientes disciplinarias, y mantenerla abierta a las disciplinas afines e interesadas en la producción artística en todas sus manifestaciones y materialidades. Así, la línea establecida en los orígenes de la revista es algo que todavía se deja vislumbrar y esbozar: después de haber incorporado los estudios iconológicos (reflejados en las publicaciones del Instituto de la década de los años ochenta y los noventa), enriquecidos con la introducción de la semiótica estructuralista y la teoría crítica de la escuela de Fráncfort, se ha trabajado en la recepción de los estudios de cultura visual y los giros icónicos derivados del ámbito angloparlante, francés y alemán durante la segunda década del siglo XXI.

La revista del Instituto sigue respetando en mayor o menor medida las secciones planteadas por sus fundadores, no sin dejar de mantenerla abierta a modificaciones y ajustes para responder a las necesidades de la época y continuar el cumplimiento de su función original: presentar los resultados para dar a conocer, difundir y proteger las manifestaciones artísticas latinoamericanas en su vinculación global cada vez que se hojea el número en papel o se descarga de la red. En este sentido, ha evolucionado en sus procesos de acuerdo con la incorporación de las tecnologías de información para ajustarse al ritmo exigido: implementación de requerimientos digitales, metadatos, cumplimiento con la incorporación de la plataforma OJS en su proceso editorial, pero sobre todo acatar los criterios de evaluación de los índices y bases de datos internacionales. Todo esto ha sido gracias a las iniciativas y esfuerzos de las y los editores, las y los coordinadores, así como las personas del equipo de trabajo que con su labor y dedicación han mantenido con efectividad la operatividad de la revista desde que inició la era digital, así como también por voluntad de las autoridades que han abierto la posibilidad de sumar la revista a la iniciativa mundial de acceso abierto.

Este número de Anales será el último que coordinaremos. La relación ha sido productiva, y como editoras de la revista desde 2012 hemos disfrutado de nuestro trabajo con las personas valiosas que nos apoyaron con su dedicación, entusiasmo y creatividad a editar, producir, dictaminar y publicar la revista. El equipo no sólo facilitó nuestra labor de hacer la revista sino que nos enseñó a aprender y compartir el saber en dicha tarea, pero más allá, nos permitió conocer la calidad humana que se requiere para llevar a buen fin una colaboración conjunta. Agradecemos en este sentido al Departamento de Publicaciones, a Karla Richterich, Jaime Soler, Lourdes Padilla, Fabiola Wong, Gilda Castillo, Christopher J. Follet, Tania Ixchel Pérez, Isset Guerrero Galache, Gabriela Betsabé Miramontes y a las y los investigadores del Consejo editorial cuyos valiosos y oportunos consejos garantizaron la calidad de la revista. Su apoyo en conjunto nos permitió desarrollar diversas iniciativas, y entre ellas, una de las más relevantes, el exitoso esfuerzo de digitalización y formación de base de datos y la página web renovada. Estas iniciativas han ayudado a avanzar en el devenir de nuestra disciplina e impulsar los Anales del Instituto de Investigaciones Estéticas al primer nivel de revistas académicas de alto impacto en historia y crítica de las manifestaciones artísticas. La experiencia nos ha dado la oportunidad de experimentar propuestas diferentes y conocer nuevas ideas y personas. Y si bien nuestra participación en su edición finaliza, esperamos contribuir y volver con nuevos textos y colaboraciones para Anales en un futuro próximo.

Bibliografía

Arnulfo Herrera, “Anales del Instituto de Investigaciones Estéticas”, Historia Mexicana L, núm. 4 (abril-junio, 2001): 693-707. [ Links ]

Clementina Díaz y de Ovando y Elisa García Barragán Martínez, “Origen y genealogía”, en Una memoria de 75 años, 1935-2010, 39-54. [ Links ]

Eduardo Báez Macías, “El Instituto de Investigaciones Estéticas de la Universidad Nacional Autónoma de México”, en Una memoria de 75 años, 1935-2010, eds. Hugo Arciniega Ávila y Arturo Pascual Soto (Ciudad de México: Instituto de Investigaciones Estéticas-Universidad Nacional Autónoma de México, 2010), 29-37. [ Links ]

Elisa Vargas Lugo, “Recuerdos del Instituto de Investigaciones Estéticas y de su revista Anales entre 1953 y 1980”, Anales del Instituto de Investigaciones Estéticas XXXIV, núm. 100 (2012): 7-9. [ Links ]

María del Carmen Sifuentes Rodríguez, “Apéndice documental”, en Una memoria de 75 años, 1935-2010, 249-251. [ Links ]

Peter Krieger, “Editorial”, Anales del Instituto de Investigaciones Estéticas XXXI, núm. 95 (2012): 11-13 [ Links ]

1 Véase Eduardo Báez Macías, “El Instituto de Investigaciones Estéticas de la Universidad Nacional Autónoma de México”, en Una memoria de 75 años, 1935-2010, eds. Hugo Arciniega Ávila y Arturo Pascual Soto (Ciudad de México: Instituto de Investigaciones Estéticas-Universidad Nacional Autónoma de México, 2010), 29-37.

2Véase Clementina Díaz y de Ovando y Elisa García Barragán Martínez, “Origen y genealogía”, en Una memoria de 75 años, 1935-2010, 39-54.

3Véase María del Carmen Sifuentes Rodríguez, “Apéndice documental”, en Una memoria de 75 años, 1935-2010, 249-251.

4Véase Arnulfo Herrera, “Anales del Instituto de Investigaciones Estéticas”, Historia Mexicana L, núm. 4 (abril-junio, 2001): 693-707.

5 Peter Krieger, “Editorial”, Anales del Instituto de Investigaciones Estéticas XXXI, núm. 95 (2012): 11-13; y Elisa Vargas Lugo, “Recuerdos del Instituto de Investigaciones Estéticas y de su revista Anales entre 1953 y 1980”, Anales del Instituto de Investigaciones Estéticas XXXIV, núm. 100 (2012): 7-9.

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