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Anales del Instituto de Investigaciones Estéticas

Print version ISSN 0185-1276

An. Inst. Investig. Estét vol.34 n.101 Ciudad de México Nov. 2012

 

Obras, documentos, noticias

 

La Fototeca de la Facultad de Humanidades de la Universidad Autónoma del Estado de México

 

Carlos Alfonso Ledesma Ibarra, María Eugenia Rodríguez

 

Profesores de licenciatura de la Facultad de Humanidades de la Universidad Autónoma del Estado de México.

 

En la Facultad de Humanidades de la Universidad Autónoma del Estado de México (UAEM), desde hace ya más de una década, ha crecido notablemente el interés por el estudio del arte y su conservación. La inclusión de seminarios de investigación de tesis en esa área en los planes de estudio de las licenciaturas que conforman esta institución y una serie de actividades tendientes a analizar, comprender y difundir temas sobre el arte de México y del mundo occidental han encontrado eco en los estudiantes de la licenciatura de Historia, en un primer momento y, posteriormente, en otras como Letras Latinoamericanas y Ciencias de la Información Documental. Al mismo tiempo, un público muy variado ha respondido entusiasta y comprometidamente a diplomados, cursos intersemestrales, conferencias, presentaciones de libros y exposiciones museográficas que se han organizado con regularidad desde hace más de tres lustros.

Una de las actividades más valiosas en que la facultad colaboró fue el proyecto de investigación del Catálogo de Escultura Novohispana del Instituto de Investigaciones Estéticas (IIE) de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), coordinado por Elisa Vargaslugo, en el que participaron el Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH), la Dirección General de Sitios y Monumentos del Patrimonio Cultural (DGSM) del Consejo Nacional para la Cultura y las Artes (Conaculta) y los gobiernos de los estados de Hidalgo, México y Oaxaca y del Distrito Federal entre 2001 y 2006. Este esfuerzo a escala nacional permitiría la generación de un catálogo virtual e impreso del acervo de escultura novohispana, al mismo tiempo que, por primera vez en la historia de la catalogación del país, se estaba conformando una ficha única de catalogación que sería válida para el INAH, la DGSM-Conaculta y el IIE-UNAM. Este instituto proporcionó el equipo requerido, y el financiamiento para el proyecto corrió a cargo de Fomento Cultural Banamex en las dos primeras etapas, esto es, de 2001 a 2002. En 2003 el recurso económico provino del gobierno del Estado de México a través de la Secretaría de Educación, Cultura y Bienestar Social. Durante el año siguiente no contamos con apoyo financiero, por lo que tuvimos que suspender las labores de catalogación; en 2005 el financiamiento corrió a cargo del IIE-UNAM nuevamente y en 2006, por falta de presupuesto, se suspendieron definitivamente los trabajos de catalogación en el Estado de México, pero continuó con diversa fortuna en las otras sedes. A pesar de ello, conseguimos un avance aproximado en 45 por ciento de los municipios del estado habiendo visitado 112 inmuebles y realizado 1 641 fichas. La experiencia adquirida en este proyecto fortaleció la convicción de enriquecer las áreas disciplinarias de estudio del arte mexicano con las dedicadas al conocimiento y conservación del patrimonio artístico y cultural del estado. Con esos propósitos, organizamos un diplomado en Historia del Arte Mexicano que tuvo como sedes la propia Facultad de Humanidades y el Museo Luis Mario Schneider ubicado en Malinalco, Estado de México; la respuesta a este evento fue nutrida e interesada. Para cerrar el ciclo, visitamos la zona arqueológica del centro ceremonial indígena y el convento agustino de San Salvador, con lo que lo aprendido teóricamente pudo contrastarse y analizarse al recorrer estos monumentos y culminó con un suceso afortunado. Uno de los asistentes al diplomado, el joven fotógrafo Ricardo Rosas Pliego, interesado desde tiempo atrás en llevar un registro gráfico del patrimonio artístico del Estado de México y la República Mexicana, donó a la Facultad de Humanidades sus archivos digitales con más de 51 000 imágenes, acervo con el que se inició el fondo de la Fototeca Ricardo Rosas Pliego.

Rosas Pliego explica que el interés por documentar gráficamente las obras artístico-culturales de nuestro estado se inició hace ocho años y su acervo está en permanente crecimiento. Actualmente lo integran más de 51 000 imágenes digitales almacenadas en su computadora personal, en un respaldo externo y en la Facultad de Humanidades de la UAEM. Todas las fotografías son de su autoría. La temática que abordan corresponde a su principal área de interés, esto es, arquitectura, pintura y escultura de la época novohispana, aunque también incluye zonas arqueológicas del México antiguo y, en menor proporción, áreas naturales y arte de las épocas independiente y contemporánea. Los gastos que supone el desplazamiento a los sitios respectivos y el material que requiere son costeados por él mismo y están motivados por un profundo aprecio personal a la rica historia y al arte de nuestro país. A lo largo de los últimos ocho años, ha utilizado tres diferentes cámaras fotográficas; actualmente trabaja con una Panasonic Lumix DMC-LZ6 de 7.2 megapixeles y un zoom óptico de 24x, que le permite captar detalles escultóricos incluso en las partes altas de las torres de las iglesias. El año 2010 ha sido el más prolífico para su colección, pues captó poco más de 10 000 imágenes. La calidad, la cantidad y el tipo de imágenes que ha capturado han cambiado necesariamente con el tiempo. La calidad ha dependido de la cámara que emplea y de la habilidad, cada vez más desarrollada, de su experiencia como fotógrafo. La cantidad ha ido en aumento conforme ha aprendido a apreciar cada vez más segmentos y detalles de los monumentos que analiza. Rosas Pliego está muy consciente de que el tipo de imágenes que toma tiene mucho que ver con lo que trae en mente y con sus conocimientos sobre el objeto de estudio; por ello se esmera en aumentar constantemente la cantidad y la calidad de su trabajo.

Su colección comenzó como un mero anecdotario de viajes. Sus primeras fotografías son muy generales y las conserva reveladas en papel fotográfico. Cuando tuvo en sus manos su primera cámara digital, malísima por cierto, según afirma, comenzó a guardar los archivos en la computadora. Conforme se fueron acumulando, decidió ordenarlos en carpetas por estado, pueblo o municipio y sitio o monumento. Su primer interés fueron las zonas arqueológicas. Al visitar estos centros monumentales del México antiguo, descubrió los edificios novohispanos del siglo XVI. Recuerda, por ejemplo, que esa situación la vivió en Huexotla, en el Estado de México. Las estructuras indígenas se encuentran esparcidas por el pueblo y es inevitable encontrarse con la iglesia principal; el modesto convento franciscano sencillamente lo atrapó. Sin proponérselo y a su manera, se fue adentrando en el estudio del arte novohispano hasta la fecha, que se ha convertido en la mayor pasión de su vida.

Rosas Pliego ha acumulado una rica y variada serie de experiencias gratas, pero también ingratas que, como él mismo relata, no lo han hecho ceder en su afán, aunque en ocasiones lo han desmotivado, pues ya tuvo la desagradable experiencia de ser conducido a la comandancia del municipio de Ozumba, Estado de México, por "fotografiar los retablos que han sido saqueados" del ex convento de Chimalhuacán-Chalco. En otra ocasión, los policías lo rescataron de la ira de una comunidad indignada por causas poco claras pero que pusieron en peligro la integridad de su persona. Tampoco olvida la angustia por no tener dónde pernoctar y la consecuente noche pasada en una banca del portal del convento de Yaxcabá, Yucatán; o las amenazas y hostilidades de los sacerdotes de Otumba y de Ayotzingo en el Estado de México, que lo hicieron pensar por un momento en no regresar, por lo menos a corto plazo. Tiene presente también la descarga de adrenalina que experimentó al penetrar en recintos donde no había nadie más, como le sucedió en Huatlatlahuacan, Puebla. El afán por fotografiar lo ha llevado a saltar bardas porque el convento que le interesaba estaba cerrado; en algunas ocasiones lo sorprendieron, en otras se salió con la suya. Al mismo tiempo, recuerda con emoción las muestras de gratitud en Acanceh, Yucatán, donde un matrimonio ya entrado en años lo invitó a comer a su casa; y las felicitaciones de un mayordomo en San Miguel Chapultepec, Estado de México, por el respetuoso interés que mostró ante los monumentos novohispanos.

La dedicación que Ricardo Rosas Pliego ha tenido para registrar fotográficamente el patrimonio artístico novohispano lo lleva a afirmar sin dudas ni temor a exagerar que podría escribir un manual para el fotógrafo aficionado a los monumentos histórico-artísticos exponiendo sus recomendaciones y experiencias, sobre todo porque se debe considerar que este patrimonio es todavía, y en muchos casos, objeto de culto y veneración para las comunidades donde se encuentra. Así, la donación de su colección a la fototeca de la Facultad de Humanidades de la UAEM la considera un acto de responsabilidad, de compromiso con la sociedad; la satisfacción que produce compartir. Desea que esto desencadene más acciones positivas, que haya más donaciones, que los estudiantes, profesores e investigadores se acerquen a ella, que el acervo crezca y sirva a los estudiosos de la historia y de la historia del arte. Por supuesto, él mismo es el primero en seguir fotografiando para aumentar este acervo, inspirado en una frase de Cecilia Gutiérrez leída en la presentación del libro en homenaje a la erudita historiadora del arte novohispano Elisa Vargaslugo titulado De arquitectura, pintura y otras artes y que dice: "la aventura de fotografiar para registrar y registrar para investigar [...] Además, la fotografía del historiador del arte lleva una carga adicional muy puntual, con la que pretende muchas cosas: documentar, rescatar, preservar, destacar, aseverar, mostrar, denunciar y difundir". Así pues, Ricardo Rosas Pliego está convencido de que para realizar tan constante y disciplinada labor a la que nadie lo invitó, por la que no se le remunera y que no tiene antecedentes ni vínculos familiares, se requiere un fuerte motivo subjetivo: la identificación, la empatía, la certeza que le hace creer que ya estuvo ahí, que las piedras lo llaman, que lo eligieron. Si no es así, afirma, no encuentra explicación a su apasionado quehacer.

El método que eligió Rosas Pliego para organizar el material, señalado líneas arriba, ha supuesto una gran ventaja para el registro de cada una de las fichas. Por su formato digital y por estar ordenado cuidadosamente por lugares en una serie de carpetas, permite acceder con facilidad a la información indispensable para catalogarlo adecuadamente. Esta tarea se inició en agosto de 2009 con el trabajo realizado por las alumnas Martha Margarita Contreras Moreno y Yussel Arellano Navarrete, quienes cubrieron su servicio social iniciando la catalogación de este fondo. Gracias a ello, experimentaron las bondades de aprender sobre historia del arte mexicano y se acercaron más a su área de acentuación, Servicios Histórico-Culturales, así como a las metodologías propias de la historia del arte y de la iconografía. Como ellas mismas reconocen, no fue un trabajo sencillo, pues requirió muchas horas de dedicación para llevarlo a cabo, pero el resultado fue satisfactorio a pesar de que el porcentaje de fichas catalográficas fue modesto con relación al total de registros; revisaron aproximadamente 100 carpetas y catalogaron 1 000 monumentos. Como es obvio, se optó por comenzar el trabajo con el acervo del Estado de México, por las importantes posibilidades que abre para el estudio, la conservación y la investigación tanto en el campo de la academia como en el de la difusión. Las fichas catalográficas que se utilizaron para ello cuentan con los datos siguientes: nombre del inmueble, dirección, localidad, entidad, municipio, objeto, título de la pieza, autor, época, materiales, técnica, descripción, observaciones, fecha de elaboración de la pieza, fecha en que se fotografió y fecha de elaboración de la ficha. Su objetivo fundamental consiste en conformar un registro que permita el control de este inmenso archivo fotográfico que, como ya se mencionó, sigue creciendo gracias a la generosidad de Ricardo Rosas Pliego, quien lo actualiza regularmente. Ello ha permitido comprobar, desgraciadamente, la pérdida de algunas obras que habían sido fotografiadas con anterioridad y que ya no están en el lugar visitado, lo cual corrobora un problema muy grave que se vive no sólo en nuestro país, sino en todo el mundo. La desaparición del patrimonio artístico de la humanidad tiene muchas causas; algunas; de carácter natural, se deben a la acción del tiempo y pueden corregirse por medio del cuidado y la restauración. Sin embargo, hay otras que son más difíciles de eliminar. Nos referimos al robo, el descuido, la ignorancia y la complicidad que, en muchas ocasiones, hacen que este patrimonio artístico circule en los canales del tráfico ilegal en el mercado negro y se pierda irremediablemente. Éste fue el caso de una imagen de santa Rosa de Lima del siglo XVII que se conservaba en la capilla dedicada a esta santa en San Andrés Cuexcontitlán, municipio de Toluca, en el Estado de México (fig. 1), la cual fue sustraída en enero de 2006. Esta nefasta situación puede paliarse en alguna medida con el registro gráfico y la catalogación de este patrimonio, como se ha demostrado en distintos países del mundo.

En este quehacer, las fototecas especializadas en arte adquieren un valor fundamental, puesto que su tarea va más allá del cuidado, la conservación, la investigación y la difusión de estos acervos gráficos; en estos lugares se proporciona la información precisa para formular una demanda penal, sustentarla y documentarla gráficamente para que pueda ser presentada y admitida por las autoridades correspondientes y, a su vez, éstas la hagan llegar a las instancias internacionales que son las que difunden la denuncia y propician que los museos, las galerías de arte, las subastadoras y los especialistas que se dedican a la compraventa de estos objetos sean alertados y estén atentos para recuperar las piezas sustraídas.

De igual manera, se sabe bien que las instituciones encargadas de resguardar y conservar el patrimonio artístico de nuestra nación en muchas ocasiones no cuentan con el personal ni con los elevados recursos económicos que se necesitan para llevar a cabo su labor de una manera más eficiente, debido a innumerables problemas entre los que destacan, por ejemplo, el amplio y vasto mundo artístico-cultural mexicano que las sobrepasa y, en el caso del arte sacro de la etapa colonial de México, la cuestión de que una significativa cantidad de éste se encuentra expuesta a la veneración religiosa y, en caso de robo, lo que más interesa a los fieles es la reposición de la imagen venerada, por lo que exigen alguna copia pintada o alguna estampa de buen tamaño sin que importe demasiado que no sea la que se veneraba originalmente en el lugar; debido a ello, se hace más difícil su recuperación porque los directamente interesados suspenden el seguimiento del ilícito y, al pasar el tiempo, se olvida o se soslaya el hecho.

Como se desprende de todo lo anterior, es claro que la Fototeca de la Facultad de Humanidades, que inicia su quehacer con la catalogación del vasto acervo donado por Rosas Pliego, será un espacio abierto al estudio, la investigación y la difusión del patrimonio histórico-cultural de nuestro país, un laboratorio donde se den cita los especialistas y los interesados en la historia del arte mexicano y un lugar adonde se acuda para solicitar fuentes gráficas documentales que ayuden al rescate de este patrimonio, en caso de desaparición.

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