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Anales del Instituto de Investigaciones Estéticas

versión impresa ISSN 0185-1276

An. Inst. Investig. Estét vol.34 no.100 Ciudad de México may. 2012

 

Libros

 

Alberto del Castillo Troncoso. Isidro Fabela, una mirada en torno a la Revolución mexicana

 

Deborah Dorotinsky Alperstein

 

México, Biblioteca Mexiquense del Bicentenario/Banco de México/Gobierno del Estado de México-Fideicomiso Isidro Fabela del Gobierno del Estado de México, 2010

 

Con una cita muy puntual, extraída de Mis memorias de la Revolución del propio Fabela, se inicia el texto que ofrece Alberto del Castillo Troncoso para mirar de cerca la colección de fotografías de la Revolución mexicana reunidas por el diplomático:

Yo no escribo sólo para mis lectores del presente, sino, antes bien, para los del mañana. Aquellos que no habiendo sido beligerantes en nuestra guerra civil, recibirán mis relatos y juicios con el espíritu sereno y curioso de conocer esa época apasionante de nuestra vida nacional que siguió a la dictadura porfirista.

En estas líneas se condensa la apuesta del autor por hacer visible la serie fotográfica en torno al lugar de Isidro Fabela como protagonista y testigo de la gesta armada. Se suma así el historiador Del Castillo, con una perspectiva original, a la producción de libros importantes sobre fotografía de la Revolución que impulsaron las celebraciones del Bicentenario: de Miguel Ángel Berumen y Claudia Canales, México. Fotografía y revolución; de Laura González Flores, Otra revolución: fotografías de la ciudad de México, 1910-1918, y de Ariel Arnal, Atila de tinta y plata, fotografía del zapatismo en la prensa de la ciudad de México entre 1910y 1915.1

La importancia de esta colección reside, según el propio Del Castillo, en la manera en que la selección de Fabela ayuda hoy a explicar y hacer sentido del pasado (p. 17). Resulta particularmente importante destacar la madurez del análisis visual en esta publicación, estudiada en conjunto con los trabajos de largo aliento de Alberto del Castillo sobre las imágenes de la niñez durante el porfiriato y sus acercamientos a la fotografía de Rodrigo Moya y los acontecimientos de 1968. Se trata indudablemente de un ejercicio analítico que da prueba de una forma de acercarse y abordar las imágenes con la seguridad y la madurez de un historiador serio y conocedor cabal de la cultura visual en México.

Fabela nació en Atlacomulco en 1882. Cursó sus estudios en la Escuela Nacional Preparatoria y en la Escuela Nacional de Jurisprudencia. Participó en 1909 en la fundación del Ateneo de la Juventud con José Vasconcelos, Antonio Caso, Alfonso Reyes y Pedro Henríquez Ureña, entre otros distinguidos ateneístas. Apoyó el movimiento maderista desde el Club Liberal progresista al que se unió en 1911. Madero lo nombró jefe de Defensores de Oficio del Distrito Federal. En 1912, fue electo diputado federal de la XXVI Legislatura, a la cual pidió licencia para unirse como oficial mayor de Abraham González, gobernador de Chihuahua. La acción golpista de Victoriano Huerta en 1913 lo sorprendió en una misión confidencial de González en la capital de la República, donde retomó su curul para protestar por los asesinatos del presidente Francisco I. Madero y el vicepresidente José María Pino Suárez. En julio de ese año, se unió a las filas del Ejército constitucionalista al mando del gobernador de Coahuila, Venustiano Carranza, quien lo nombró en 1914 secretario de Relaciones Exteriores, una vez consolidado su primer gobierno nacional. Con Carranza ocupó también los puestos de ministro plenipotenciario y agente confidencial en Europa y Sudamérica entre 1915 y 1920. Después del asesinato del "Primer Jefe" en 1920, renunció a su puesto y durante la década de 1930 cobró relevancia como una de las figuras más destacadas de la diplomacia nacionalista y los gobiernos posrevolucionarios. Participó como representante de México en la Liga de Naciones entre 1937 y 1940 y de 1942 a 1945 se desempeñó como gobernador del Estado de México. Fue designado juez de la Corte Internacional entre 1946 y 1952, como reconocimiento a su distinguida trayectoria, y en 1960 el Senado de la República Mexicana le otorgó la medalla Belisario Domínguez. Falleció en la ciudad de Cuernavaca, Morelos, el 12 de agosto de 1964.

La ruta crítica trazada por Del Castillo destaca los siguientes puntos clave que le ayudan a articular el capitulado del libro:

• La presencia y el protagonismo de Francisco I. Madero, presentado en "El apóstol de la democracia".

• Los inicios de Isidro Fabela en el movimiento constitucionalista en Coahuila a principios de 1913, que se aborda en "Coahuila: el regreso a los orígenes", donde destaca la figura de Manuel W. González como otro importante cronista e historiógrafo del periodo.

• La posterior cercanía con Venustiano Carranza en Sonora y el establecimiento de un mirador privilegiado hacia la campaña del Pacífico, tratado en "Sonora: en la órbita del 'Primer Jefe' ", en el que se suma la figura de Martín Luis Guzmán cuya crónica fina amplía el sentido de las notas de Fabela, según el propio Del Castillo.

• La visión de Carranza como personaje desde dentro de su campaña en "Las facetas de don Venustiano", donde Del Castillo identifica perfectamente la intención propagandística y de autoedificación realizada por el "Primer Jefe" y su uso de la imagen fotográfica para afirmar el mensaje visual del poder, también abordado en "Una mirada al poder".

• La invasión norteamericana a Veracruz en el capítulo del mismo nombre.

• Las aportaciones de los retratos dedicados a Fabela, vistos como parte de la educación sentimental de la época. En "Entre lo privado y lo público", se destaca la muy breve reflexión de género que hace Del Castillo sobre dos fotografías sumamente contrastantes de la coronela Ramona R. viuda de Flores.

• El registro de los asesinatos de los hermanos Carranza articulado en "Los rituales de la muerte".

Fabela fue además un destacado cronista e historiógrafo de la gesta armada y, como apreciamos en la cita con que Del Castillo inicia su libro, escribió con el espíritu de una clara trascendencia histórica de los hechos de esta lucha y la impronta de legar una perspectiva presencial de los mismos. Como afirma Del Castillo, hacía falta una lectura minuciosa de Fabela como coleccionista fotográfico, si bien sus obras sobre el tema de la Revolución y la diplomacia mexicana posrevolucionaria han recibido suficiente atención: Historia diplomática de la Revolución mexicana (1950), Mis memorias de la Revolución (editada póstumamente) y Documentos históricos de la Revolución mexicana, reunidas en cinco volúmenes por el Fondo de Cultura Económica entre 1961 y 1964 y editadas a posteriori por su esposa Josefina Eisenman. La investigación que sirvió de antecedente a nuestro autor fue la sugerente incursión al acervo que realizó Aurelio de los Reyes en Isidro Fabela. Imágenes de la Revolución, editada por el Instituto Mexiquense de Cultura en 1994 y que es, de hecho, la primera lectura de la colección.

Del Castillo afirma que una de las maneras de "escudriñar la mirada" particular de Fabela es atender cómo fueron incorporándose las fotografías a la colección. Se trata de cerca de 1 000 imágenes que "integran un catálogo temático" y "se relacionan principalmente con la participación de Fabela en las fuerzas constitucionalistas entre 1913 y 1915".2 También se integraron al análisis las imágenes de su vida privada y su gestión diplomática posterior. La intención del autor es

emplear las imágenes documentales como parte de un discurso histórico que me permitiera narrar los hechos revolucionarios desde la óptica del protagonista y construir, al mismo tiempo, una cierta distancia documental para ilustrar sus argumentos con objetividad y dotarlos de mayor verosimilitud.3

La conciencia histórica de Fabela reunió una importante diversidad de miradas fotográficas, de las que Del Castillo ofrece una cuidada selección en un formato de buen tamaño, impecablemente impresas, donde podemos apreciar los detalles, las firmas de los fotógrafos y las inscripciones delanteras, e incluso en algunos casos las que el propio Fabela realizó al reverso de las impresiones. Entre los fotógrafos comentados y mostrados en el libro, desfilan José María Chávez, quien tenía un estudio en Piedras Negras, Coahuila; Jesús H. Abitia, de quien Del Castillo destaca unas fotografías cuidadas y magistralmente encuadradas; los hermanos José y Pedro Mendoza, con su álbum Gira triunfal del C. Primer Jefe, Veracruz-México 1915-1916; Cruz Salazar; Sosa y Gómez; Landa; L. Sánchez; Rodríguez; Ezequiel Tostado; Heliodoro J. Gutiérrez; Ponciano Flores Pérez; Darch; F. Montoya; W. Roberts, de Hermosillo, Sonora; G. Zazueta, de Culiacán, Sinaloa, así como Manuel Ramos y otro fotógrafo quien firma sólo Clarke, ambos de la ciudad de México.

La edición del libro es indudablemente afortunada, con texto a dos columnas, imágenes grandes y pies de foto cuidados que ayudan a identificar el evento y las fechas, aunque por desgracia no incluyen los números de catalogación dentro del acervo. Los fondos blancos o negros destacan las imágenes y las enmarcan de manera simple y elegante. Las fotografías que acompañan las secciones temáticas del texto cumplen una función primordial en tanto son cuidadosa y detalladamente abordadas en el relato con una mirada atenta a las características formales sobre las que Del Castillo llama la atención para hacer reflexiones históricas pertinentes sobre los modos de ver y representar el momento histórico registrado. Las secciones fotográficas sin texto fueron "puestas en página" con habilidad, curadas inteligentemente debería decir, con una conciencia editorial que sabe mirar y hacernos ver relaciones tanto temáticas como formales. En particular, son espléndidas las que presentan el ferrocarril como actor fundamental de la lucha revolucionaria. El primer cierre del libro, porque considero que visualmente hay dos, es una imagen casi a dos páginas del convoy de Venustiano Carranza y Álvaro Obregón al salir de Irapuato en febrero de 1916, donde vemos la parte trasera del ferrocarril en una legítima despedida. El segundo cierre lo escenifica Del Castillo con una fotografía de formato vertical, a una plana, de un niño y del propio Fabela, apuntando con el dedo índice a un lugar fuera del encuadre, al fotógrafo y a nosotros, los espectadores.

En el contexto de esta diversidad, la secuencia visual articulada por Del Castillo se presenta como una lectura parcial, pero apasionada, que "adquiere unidad y coherencia" a través de la orientación de su coleccionista, uno de los intelectuales más destacados de la Revolución mexicana.4 Fabela reveló sus intenciones de narrar la historia para la posteridad desde que pidió a Carranza "prestado" a su taquígrafo, Juan Marshall, para que lo acompañara y tomara el dictado de las impresiones de Fabela cuando dejó Hermosillo en 1913 e inició la difícil tarea de coleccionar imágenes de la gesta con una clara documentación visual ya en mente: la secuencia fotográfica, más que la fotografía aislada, fue crucial para el coleccionista. Pero se trata de una acción de ordenamiento secuencial que no responde a un carácter cinematográfico de continuidad o montaje inmediato de los acontecimientos, sino a una serie de asociaciones de carácter más histórico-descriptivo. Me explico: tanto Fabela como el propio Del Castillo nos presentan con el ejercicio de una voluntad narrativa, como la comprendería Ricoeur, en la que hechos e imágenes se articulan de manera particular para dar cuenta de algunos acontecimientos selectivos. En parte por eso, explica Del Castillo, los ejes de la colección están trazados por la participación de Fabela en los hechos, sobre todo entre marzo de 1913 y la recuperación del puerto de Veracruz en julio de 1914. El resto de la colección es un complemento que permitió a Fabela ganar una perspectiva global de los acontecimientos en los que no estuvo presente, aunque los espacios en blanco se completan con las imágenes que aparecen en los libros citados al inicio de esta reseña. Por ello, lo que hay y lo ausente resultan muy importantes para aquilatar el sentido de la colección de Fabela.

Otro aspecto valioso de este libro es la identificación que hace el autor de algunas imágenes del acervo que aparecieron en la prensa diaria y en las revistas de aquellos años, lo cual ofrece la prueba de una circulación masiva y una multiplicidad de sentidos otorgados en diferentes contextos a la misma imagen. Ésta es una reflexión importante que ya habíamos visto en otras aproximaciones historiográficas a las fotografías de colecciones, como las que realizaron Renato González Mello y sus colaboradores para la exposición "La Arqueología del Régimen" entre septiembre de 2003 y febrero de 2004, como parte de la serie de exposiciones del Museo Nacional de Arte Los pinceles de la historia, sobre todo con el uso de la misma imagen con sentidos opuestos al ser puesta en circulación por bandos contrarios durante la guerra cristera.5

Nos encontramos así frente a la recreación de una atmósfera de la Revolución como el coleccionista la experimentó e interpretó y que el historiador Del Castillo intenta desentrañar de notas, escritos y anotaciones al reverso de las fotografías. Las imágenes son vistas así dentro de su vertiente documental, ya que Fabela las tomó como documentos confiables y fidedignos que organizaban la apariencia de lo visible. Hay que mirarlas con los otros tres libros en mano, porque en el conjunto apreciamos el largo camino transitado por la historiografía de la fotografía de la Revolución mexicana los últimos 15 años y entendemos que, sin duda, hemos empezado a comprender mejor nuestro error al considerar el archivo Casasola como única fuente de crónica visual de esta lucha. Del Castillo contribuye así, con una excelente publicación, al conocimiento visual que hoy día vamos formando de las fotografías de la Revolución.

 

Notas

1. Miguel Ángel Berumen y Claudia Canales (eds.), México. Fotografía y Revolución, Barcelona/México, Lunwerg/Fundación Televisa, 2009;         [ Links ] Laura González Flores, Otra Revolución: fotografías de la ciudad de México, 1910-1918, México, Universidad Nacional Autónoma de México-Instituto de Investigaciones Históricas, 2010;         [ Links ] Ariel Arnal, Atila de tinta y plata, fotografía del zapatismo en la prensa de la ciudad de México entre 1910 y 1915, México, Instituto Nacional de Antropología e Historia, 2010.         [ Links ]

2. Del Castillo Troncoso, op. cit., pp. 18 y 19.

3. Ibidem, pp. 19 y 20.

4. Ibidem, p. 20.

5. Renato González Mello et al., Los pinceles de la historia IV: La arqueología del régimen, 1910-1955, México, Patronato del Museo Nacional de Arte/ Instituto Nacional de Bellas Artes, 2003.         [ Links ] Véase en particular el artículo de Nasheli Jiménez del Val, "El martirio del padre Pro", pp. 107-114.

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