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Anales del Instituto de Investigaciones Estéticas

versão impressa ISSN 0185-1276

An. Inst. Investig. Estét vol.34 no.100 Ciudad de México Mai. 2012

 

Editorial

 

Tempus omnia et singula consumens,1 ese lema encontrado en un grabado de Pieter Brueghel el Viejo de 1574, describe el "triunfo del tiempo" sobre el todo y las partes de la vida activa. Es la comprobación de la entropía irreversible e inevitable de energía, en todas sus formas, incluyendo las actividades editoriales. Todo tiene su caducidad: la persistencia del papel sobre el cual se imprime un texto es limitada, igualmente su formato digital, que puede convertirse en basura ilegible dentro de pocas décadas,2 como también llega a su fin el tiempo adicional que un investigador dedica a la coordinación de una revista.

Después de 10 años, con 22 números editados, dejo Anales del Instituto de Investigaciones Estéticas. Y, sin caer en la trampa de la autoevaluación de este tiempo al frente de la revista, me permito mencionar que intenté equilibrar la tradición del Instituto y la innovación de nuestra disciplina, la historia del arte, aun debajo de su techo conceptual más amplio, las investigaciones estéticas, además de alternar entre temas del arte mexicano e internacional —todo con la idea de convertir a los Anales en un foro vital para los debates intelectuales sobre el potencial de nuestras investigaciones. En tiempos neoliberales, cuando cada vez más se cuestiona la inversión estatal en las humanidades, es una gran ventaja contar con un órgano editorial que presenta la investigación sobre las culturas visuales (y también sonoras) a un público interesado. Para un país como México, que nutre su identidad colectiva en gran parte por su cultura, esa tarea es esencial. Al mismo tiempo, las relaciones internacionales en que se encuentran el Instituto y su revista especializada ayudan a evitar cualquier tipo de pensamiento unidimensional, únicamente enfocado en lo propio. Al contrario, el espectro de temas y autores de diversas partes del mundo, que contribuyeron con textos para nuestra revista, demuestra un intercambio académico productivo en un mundo donde gradualmente se disuelven los antiguos centros de poder discursivo. En cierta manera, los Anales aportan elementos interesantes a la construcción colectiva y continua de una historia del arte global, World Art History, que es mucho más que una acumulación de historiografías nacionales.

Para fortalecer las redes internacionales de nuestra disciplina, la revista dispone ahora de un instrumento poderoso, su versión en línea,3 misma que atrajo nuevos lectores no sólo en América Latina (donde no existe la barrera comunicativa del idioma), sino en muchos otros contextos del mundo, donde surgió la curiosidad intelectual sobre las investigaciones estéticas del Instituto. Cabe mencionar que el mismo sitio de los Anales también permite consultar todos los números anteriores de la revista desde su fundación —un fondo inagotable para iniciarse en la historia conceptual de las investigaciones estéticas en México.

Sin embargo, no quiero ocultar los problemas que enfrentamos: en primer lugar, la exigencia del Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología (Conacyt) al obligarnos a producir dos números al año, aunque el nombre propio de la revista indica su periodicidad anual, no bianual, lo cual influyó en la configuración de los números. La permanente presión de tiempo provocó que cada número se armara con los escasos artículos disponibles, sin tener la oportunidad de tomar de un acervo amplio los textos y realizar combinaciones temáticas. En este sentido, el trabajo de la coordinación de la revista fue más bien presto teniendo poco en común con el trabajo del editor tradicional. A veces, la labor editorial requería también cierta habilidad terapéutica, en especial cuando surgían dictámenes negativos y el autor se quejaba. No obstante, no hay marcha atrás en la consolidación de los Anales como revista especializada a nivel internacional, con el alto estándar y el control riguroso de calidad académica. El dictamen razonado, tan molesto como puede parecer a algunos autores, es un instrumento indispensable para la difusión internacional de las investigaciones, concluidas o en curso.

No obstante, predominan mis impresiones positivas y alentadoras de la década pasada en la coordinación de la revista. Por supuesto, también es importante señalar que tal labor depende de un equipo capacitado y de una infraestructura editorial adecuada. Aprovecho para agradecer a los tres directores del Instituto durante esta década: a María Teresa Uriarte, quien me encomendó la revista, en colaboración con mis muy estimadas colegas Dúrdica Ségota (coordinadora principal de los números 78-86) y María José Esparza Liberal (primero subcoordinadora y después, hasta el número 89, co-coordinadora); a Arturo Pascual, quien hizo posible mi continuación frente a los Anales, y a Renato González Mello, con quien comparto un serio interés en las estructuras operativas y los potenciales académicos de la revista. También doy las gracias a los tres jefes del Departamento de Publicaciones del IIE, Ena Lastra, Miguel de la Torre Yarza y Jaime Soler Frost, por su apoyo profesional en los procesos editoriales. Además, fue un gusto trabajar con los colegas del Instituto y de otras instituciones que contribuyeron con textos o los dictaminaron. Cabe mencionar que se mantuvo la alta calidad editorial de la revista gracias al cuidado de la producción por parte de Lilia López Garduño, Iliana Rodríguez Zuleta y especialmente Karla Richterich, alma de la revista. Last but not least, agradezco el apoyo profundo e invaluable de Ana Garduño y las inspiraciones inesperadas de Carola y Alexander, quienes refrescan mi mente más allá de todas las rutinas y preocupaciones académicas.

 

Peter Krieger

 

Notas

1. Aprovecho la cita de este lema en latín para señalar una fe de errata, en mi texto "Nam June Paik. La muerte del maestro de los monitores", Anales del Instituto de Investigaciones Estéticas, vol. XXIX, núm. 90, primavera de 2007,         [ Links ] en el cual aparece en la p. 270 el error de dedo sigula en lugar de singula. Hasta la fecha no he recibido ningún reclamo por parte de algún filólogo del latín, pero de cualquier modo conviene hacer la aclaración.

2. Véase al respecto Peter Krieger, "Bunker de imágenes", Anales del Instituto de Investigaciones Estéticas, vol. XXII, núm. 77, primavera de 2000, pp. 269-276.         [ Links ]

3. Véase www.analesiie.unam.mx.         [ Links ]

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