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Anales del Instituto de Investigaciones Estéticas

versión impresa ISSN 0185-1276

An. Inst. Investig. Estét vol.29 no.91 Ciudad de México  2007

 

Introducción

 

Este número de Anales, dedicado a estudios y noticias sobre arquitectura y arte de algunas de las antiguas misiones del norte novohispano (actualmente el norte de México y el suroeste de Estados Unidos), aparece en el contexto de una creciente valoración de las manifestaciones de la cultura material y visual de estas misiones. En lugar del uso irreflexivo de las imágenes de edificios y de objetos misionales para ilustrar ideas sobre los supuestos éxitos o fracasos de estas instituciones y de sus antiguos operarios, hay ahora investigaciones que buscan entender cómo los edificios construidos en las misiones y las obras que en ellas se fabricaban, o que a ellas llegaban, formaban parte de sus procesos y funcionamiento. Pretendemos aquí contribuir a estos esfuerzos.

La historiografía sobre las misiones norteñas es antigua. En México tiene sus raíces en textos acerca de la expansión española hacia el norte. Desde la época virreinal, esta historiografía enalteció la labor de los frailes franciscanos y jesuítas que llevaron "la civilización" a los "bárbaros" del Norte; después de la Reforma juarista, se volvió por muchos años casi exclusivamente confesional. En Estados Unidos, la historiografía inicial sobre las misiones estuvo relacionada con los estudios decimonónicos de la frontera, como idea y realidad heroicas, plasmadas en buena medida a partir del "destino manifiesto". A pesar de todos los textos que se acumularon sobre las misiones, la historia del arte y la arquitectura tuvieron papeles relativamente menores en estas historiografías por varias razones. En México, el centralismo político y cultural ha mirado las manifestaciones de "provincia" con bastante indiferencia y hasta con desprecio, actitudes que afortunadamente han ido desapareciendo en los años recientes. En Estados Unidos, las barreras son atribuibles, por lo menos en parte, a cierto rechazo hacia una cultura distinta a la de los anglosajones, que a partir del siglo XIX empezaron a poblar los antiguos territorios españoles. Por lo tanto, aunque hubo mayor interés en Estados Unidos que en México por registrar edificios y sitios en ambos lados de la frontera, se trataba de acciones basadas en buena parte en actitudes de dominio y curiosidad, más que de aprecio y comprensión.

Después de la primera guerra mundial, en Estados Unidos fue creciendo el afán de registrar y conocer mejor las manifestaciones culturales en sus distintas regiones, incluyendo las del Suroeste. En México siguió el centralismo, así que prácticamente no hubo estudios sobre arte y arquitectura del Norte, y sólo algunos estudios regionales en Estados Unidos. Más adelante, cuando la segunda guerra mundial impidió a George Kubler desarrollar estudios en Europa, se gestó la primera investigación profunda sobre la arquitectura de una región misional del norte novohispano: el Nuevo México.1 Como es sabido, Kubler remontó después los pasos de los colonos españoles y de castas que se adentraron en el Nuevo México en el siglo XVI, pero también de indios tlaxcaltecas y mexicanos, y llegó al Altiplano Central, donde estableció contacto con estudiosos mexicanos, notablemente con Manuel Toussaint. Esta búsqueda de los orígenes de lo que había conocido en el Nuevo México desembocó en su libro sobre la arquitectura del siglo XVI.2 El esfuerzo, sin embargo, no dio frutos inmediatos. En Estados Unidos siguieron más trabajos regionales —en California, Texas, Arizona y Nuevo México—, mientras que en México el Norte lejano siguió casi olvidado. En pocas palabras: por una parte, se hacían estudios que ignoraban las raíces novohispanas y las interrelaciones con manifestaciones artísticas en otras regiones y, por otra, persistía el desconocimiento del legado novohispano en el Norte.

El panorama cambió en la segunda mitad del siglo XX. Las disciplinas hermanas —antropología, historia y otras— han reformulado sus planteamientos y profundizado en los estudios regionales desde varios enfoques, con una visión crítica de la historiografía pasada. También se está rebasando ahora lo regional con investigaciones comparativas. En años recientes, las órdenes religiosas que fundaron y administraron las misiones —los franciscanos y los jesuitas— han entablado diálogos más abiertos con investigadores no confesionales. Además, en los últimos tiempos se han multiplicado los encuentros con participación binacional entre estudiosos de México y Estados Unidos, que son esenciales para entender las culturas de un territorio que tiene apenas un siglo y medio de haberse dividido en lo político.3 Una novedad importante se ha manifestado en los movimientos indígenas, tanto en México como en Estados Unidos, lo cual nos obliga a reflexionar nuevamente sobre estas instituciones que eran centros de imposición ideológica, pero también sitios de creación artística y artesanal.

Todavía es escasa la producción de historia del arte y de la arquitectura enfocada a las misiones, pero ya tenemos registros de varios lugares y otros están en proceso. En México, el Instituto Nacional de Antropología e Historia está llevando a cabo estos registros, que es urgente terminar. En Estados Unidos existen documentos en archivos y en algunas publicaciones. También, desde hace tiempo, hay estudios arqueológicos en las misiones de Estados Unidos, que son fundamentales para entender la arquitectura en sus entornos y su funcionamiento; actualmente, el Instituto Nacional de Antropología e Historia está llevando a cabo exploraciones arqueológicas importantes en Sonora y Sinaloa. De gran relevancia para el estudio es el hecho de que desde los años setenta del siglo pasado estamos en proceso de cambio de paradigmas en muchos campos humanísticos. Ciertamente, en la historia del arte y de la arquitectura ya no nos satisfacen los relatos de progresos lineales: los márgenes nos interesan tanto como los centros. En esta óptica, el estudio del arte de las misiones puede revelar procesos inexistentes o invisibles en otros sitios. Por otro lado, en las disciplinas afines, la fascinación por el estudio de las culturas ha puesto los objetos artísticos y la arquitectura en la mira de historiadores, antropólogos, sociólogos y otros, y nos ha llevado a hablar insistentemente de la interdisciplina y de la multidisciplina. Por más estimulantes que sean, todas estas inquietudes acaban por evidenciar la necesidad de las disciplinas, sin las cuales los diálogos se vacían de contenidos. En el amplio campo del estudio de las misiones, se hace patente la gran necesidad y el enorme potencial de los estudios de historia del arte y de la arquitectura.

Por una parte, el legado cultural de las misiones peligra, así que urge un registro y una conservación profesionales. Por otra, abundan preguntas para la historia del arte y de la arquitectura. Por ejemplo, en las misiones es frecuente hallarnos ante edificios alterados respecto a lo que pudo haber sido su apariencia y entornos originales. Más aún, la simple observación plantea interrogantes acerca de ese hipotético "original". Típicamente, los edificios misionales están reducidos sólo a la iglesia, muchas veces reconstruida en parte. Sin embargo, es común que se utilicen imágenes de estos edificios para ilustrar hechos y situaciones específicas del pasado, como si no existieran problemas de interpretación. También es frecuente hacer caso omiso de ellos, como si la construcción de iglesias no hubiera sido uno de los puntos nodales de la acción misionera, en la que estaban involucrados procesos no sólo de conversión, sino también económicos, y múltiples facetas de convivencia. En los interiores de las misiones casi siempre se conservan algunas imágenes u objetos de interés para la comprensión de la cultura en esos sitios. No es suficiente registrarlos simplemente como evidencia del uso de imágenes para la conversión, sin más consideraciones.

En este número de Anales se incluyen investigaciones de algunos de los historiadores del arte y de la arquitectura, tanto mexicanos como estadounidenses, que estamos activos en el estudio de las misiones norteñas. Los escritos están en orden de la cronología aproximada de los objetos de estudio. Los acercamientos van desde los análisis formales e iconográficos hasta las consideraciones de historia social del arte. En la sección Noticias se publican algunos hallazgos puntuales tanto de obras plásticas como de documentos relevantes para la historia del arte y de la arquitectura. Con estas contribuciones, queremos dar a conocer algunos avances en un campo, situado en los márgenes de los márgenes de la historia del arte, que ha sido en gran parte ignorado.

 

Clara Bargellini

 

Notas

1. George Kubler, The Religious Architecture of New Mexico in the Colonial Period and since the American Occupation, Albuquerque, University of New Mexico Press, 1940,         [ Links ] reeditada varias veces como The Religious Architecture of New Mexico. Tenemos ahora una revisión crítica del trabajo de Kubler: James E. Ivey, "George Kubler and the Prime Object at Pecos", tesis de maestría en Historia del Arte, University of New Mexico, 2003.         [ Links ]

2. George Kubler, Mexican Architecture of the Sixteenth Century, New Haven, Yale University Press, 1948,         [ Links ] traducido como Arquitectura mexicana del siglo XVI, México, Fondo de Cultura Económica, 1983.         [ Links ]

3. Todas estas novedades, así como la bibliografía reciente, son muy extensas como para enumerarlas en esta breve introducción. Sin embargo, quiero mencionar The Missions Initiative/La Iniciativa Misional apenas establecida, con sitio web del Arizona State Museum y con participación binacional: www.statemuseum.arizona.edu/oer/missionsini/index.shtml.         [ Links ]

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