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Anales del Instituto de Investigaciones Estéticas

versão impressa ISSN 0185-1276

An. Inst. Investig. Estét vol.28 no.88 Ciudad de México Mar. 2006

https://doi.org/10.22201/iie.18703062e.2006.88.2218 

Libros

 

Urban Imaginaries from Latin America. Documenta II de Armando Silva (ed.)

 

por Peter Krieger

 

Stuttgart, Hatje Cantz, 2003

 

Es innegable el impacto de los imaginarios urbanos en la producción artística actual. Pareciera que las artes plásticas contemporáneas, que gradualmente se automarginan de los discursos socioculturales,1 requieren un estímulo externo que les permita re-entrar en la agenda actual de las sociedades globalizadas. Frente a una producción abundante y aplastante de imágenes en medios masivos como la televisión e internet, las artes plásticas se refugian en los nichos que todavía ofrece el sistema autopoiético de curadores, dealers y críticos de arte, un nirvana donde definitivamente se disuelve la función político-discursiva que los artistas vanguardistas a inicios del siglo XX todavía han reclamado.2

Como posible salida de aquel autismo artístico se ofrece la confrontación estimulante con las imágenes e imaginarios urbanos. La refrescante creatividad no lineal del crecimiento urbano, especialmente en su forma extrema de la megalópolis, proporciona un material plurifacético para la reflexión y producción artística. Por ello, el curador Alfons Hug hace algunos años concibió la Bienal de São Paulo según el lema de la metrópolis o —y ése es el objeto del libro aquí tratado— el director de la Documenta 11 en Kassel, el nigeriano globalizado Okwui Enwezor, tomó la decisión de preparar esa exposición clave para las artes plásticas actuales con una serie de reflexiones teóricas sobre cultura urbana actual.

No sólo por su origen cultural, Enwezor escogió la megaciudad nigeriana de Lagos como una de las plataformas para generar estímulos intelectuales para el sistema autorreferencial de las artes plásticas contemporáneas. Ya el arquitecto Rem Koolhaas había descubierto esa ciudad poscolonial como terreno adecuado para proyectar sus axiomas del urbanismo poseuropeo,3 autoengendrado según parámetros completamente distintos de lo que se conoció durante siglos como Stadtbaukunst, el arte de planear y construir ciudades.

Koolhaas y sus estudiantes del Harvard Project on the City, revelaron los potenciales del caos (urbano), y la fuerza de la anarquía (visual) como principio de creatividad, y esto implícitamente también comunicó un mensaje a los artistas: hay nuevas formas de belleza sin la voluntad estética de "expertos" con diplomas y maestrías en arquitectura o artes visuales. A lo largo del siglo XX, Lagos creció de un pequeño asentamiento de 50 000 colonos hacia una megaciudad de 10 000 000 de habitantes, de los cuales una cantidad desproporcionada vive en plena miseria socioespacial, en las enormes extensiones de autoconstrucciones alrededor del centro histórico.4

Dentro de ese panorama de cifras e imágenes, preparado para un público europeo de artes plásticas actuales, fácilmente se incluye la problemática de las megaciudades latinoamericanas, donde se cuestionan también las formas culturales y sociales de la ciudad tradicional: las favelas brasileñas igual que los barrios jóvenes de Lima o las colonias populares alrededor de la ciudad de México demuestran configuraciones urbanísticas muy distintas de la imagen mental de la antigua ciudad europea.

Esos choques conceptuales atraen tanto a los artistas como al público, y por ello Enwezor hizo producir dos libros al respecto: uno sobre ciudades africanas sitiadas5 y otro sobre los imaginarios urbanos de América Latina,6 en suma dos productos editoriales que virtualmente hubieran tenido el potencial de reemplazar los todavía existentes estereotipos neocoloniales en Europa y los Estados Unidos sobre la ciudad "tercermundista", a través de una investigación seria bajo parámetros poscoloniales, críticos. Además, para el subcontinente latinoamericano, la invitación de Enwezor a una de las plataformas preparativas de la Documenta 11 presentó una oportunidad enorme para salir de la sombra de los discursos urbanos globales, actualmente dominados por el análisis de las nuevas megaciudades asiáticas.

Como responsable de la contribución latinoamericana firmó Armando Silva, investigador colombiano, que contó con amplios fondos para su proyecto "Culturas urbanas en América Latina y España desde sus imaginarios sociales", desarrollado desde 1998 en el Instituto de Estudios en Comunicación de la Universidad Nacional de Colombia con 14 grupos de colaboradores de toda América Latina, lo cual quiere decir que el libro presenta los logros de un proyecto internacional bien equipado.

Como editor y coordinador del proyecto, Silva contribuye con dos textos a dicho volumen: uno sobre los imaginarios, que introduce los artículos acumulados, y otro sobre las metodologías que, de hecho, sólo es un reciclaje de fragmentos ya publicados del autor.7 Al inicio del libro, Okwui Enwezor subraya la importancia de la investigación sobre la producción mental de las ciudades,8 y Silva continúa en esta línea con el postulado de estimular la fantasía como capacidad productiva para la liberación de la "realidad inmediata".9

Este postulado se inscribe dentro de una investigación urbana antropológica y sociológica que analiza el efecto de los medios de comunicación sobre el espacio físico y sus usos rituales.10 Sin embargo, el postulado previo al análisis siempre obstaculiza los caminos epistemológicos, porque, en este caso, el lector debería primero tener una orientación acerca de si la producción colectiva de fantasías urbanas de verdad compensa una realidad primordialmente precaria en las megaciudades latinoamericanas. En su intento de perfilar una metodología posfreudiana, basada además presuntamente en el pragmatismo de Pierce, Silva se pierde en una jerga neoexistencialista que oscurece el tema, el problema y la metodología del libro. Peor aun, se fija en el modelo anacrónico de suponer una "subconciencia" sin revisar las investigaciones neurológicas que ya desde hace una década analizan la transformación de informaciones visuales en los esquemas emotivos que configuran los imaginarios.

Cuando introduce el término y tópico "fantasmas urbanos",11 Silva abre aparentemente una ventana al conocimiento útil sobre los imaginarios urbanos, pero su argumentación mecánica con las herramientas psicoanalíticas, envueltas en una fraseología insoportable —por su tono pseudocientífico—, no aclara bien el concepto "fantasma" y sus funciones para la imaginación del espacio urbano.

Para conocer la construcción de una "arquitectura cognitiva",12 Silva tampoco se apoya en las investigaciones pioneras sobre las identidades espaciales que presentó Maurice Halbwachs en los años treinta del siglo pasado,13 sino implícitamente reactiva un modelo exitoso aunque al mismo tiempo cuestionado de los sesenta: la psicología espacial de Kevin Lynch.14 Esbozos de habitantes de las ciudades sirvieron a éste para elaborar un esquema de apropiación mental de los espacios construidos, sin diferenciar la determinación social y cultural de la percepción urbana. Silva cae en una trampa epistemológica parecida cuando presenta en este libro una sociología urbana sin bases metodológicas firmes, sin revisión crítica de esta línea de investigación en el plano internacional y sin tratar la dimensión estética de la problemática.

De un modo comparable con la investigación antropológica de Néstor García Canclini sobre "Viajeros urbanos", también Silva confía en que las postales con motivos urbanos15 revelan los principios de identificación espacial colectiva de las megalópolis. No obstante, ese acercamiento carece de un cuidado metodológico que ya un estudiante de historia del arte aprende desde los inicios de su carrera: la crítica a las fuentes (visuales). Habría que considerar lo que representan esas imágenes en postales y para quién, antes de especular sobre las memorias colectivas de los habitantes de las megaciudades latinoamericanas. Además, la historia del arte, disciplina ausente en el proyecto de Silva, ofrece una pluralidad de métodos para entender la comunicación visual de las imágenes; pero Silva, al igual que Canclini y su grupo de antropólogos urbanos, todavía no reconoce las dimensiones estéticas, la aisthesis, de una problemática sociológica. Ignora simplemente las innovadoras reflexiones metodológicas de la historia del arte en su proceso actual de convertirse en ciencia de la imagen.

Este libro sobre los imaginarios urbanos de América Latina demuestra claramente que la sociología y la antropología urbanas todavía se mantienen ciegas, pues no reconocen el propio potencial de la imagen y del imaginario más allá de la palabra. Concretamente, Silva no logra relacionar las tres categorías escogidas del análisis, los medios, los espacios y los rituales, porque carece del tertium comparationis, la imagen y su lógica diferente.

El capítulo sobre la ciudad de México, escrito por Miguel Ángel Aguilar,16 comprueba la impresión negativa de dicho libro, un producto con mucha verbosidad vertiginosa pero poca ilustración intelectual. Aguilar sustenta sus indagaciones en la realización de entrevistas, técnica tradicional de la sociología empírica. Sin embargo, sus preguntas sólo exploran los estereotipos conocidos: que la ciudad de México es "gris" y "sobrepoblada", y su lugar emblemático es el Zócalo y su peor barrio es el de Tepito.17 Nada novedoso ni profundo en la investigación interdisciplinaria sobre la megalópolis mexicana.18

Siguiendo cierta lógica interna del libro, esa contribución presenta a México con una acumulación de lugares comunes como éste: "Esa ciudad produce otros tipos de referencias, aquéllas del contacto humano, social, entre desconocidos o iguales, y forma algo cercano a una identidad no articulada, la que se ejerce simplemente con la fuerza de la sensorialidad colectiva."19 Más allá de la fraseología y la sintaxis deficiente, esta afirmación sería factible para casi todas las ciudades en todos los tiempos y culturas.

En suma, el libro Urban Imaginaries from Latin America. Documenta 11, redactado en la lingua franca de la globalización, el inglés, y por ello accesible a un gran círculo de lectores, es una oportunidad desaprovechada para corregir los estereotipos corrientes sobre las aglomeraciones urbanas de América Latina. El público de la Documenta 11, virtualmente interesado en conocer con profundidad la materia prima de aquella producción artística actual inspirada en los imaginarios de las megaciudades, tiene a su disposición un libro que invierte la promesa de ilustración en lectura de obnubilación.

 

Notas

1. Hipótesis desarrollada en Peter Krieger, "Words don't come easy - comentarios a la crítica y exposición de las artes plásticas actuales", Revista de la Universidad de México, núm. 597-598, octubre-noviembre de 2000, pp. 25-29.         [ Links ]

2. Al respecto, véase Peter Krieger, "Torre versus cueva. Las vanguardias actuales contra Nueva York y Afganistán", Revista de la Universidad de México, núm. 609, marzo de 2002, pp. 7-14,         [ Links ] y "Revolución y colonialismo en las artes visuales. El paradigma de la documenta", Revista de la Universidad de México, núm. 617, noviembre de 2002, pp. 89-92.         [ Links ]

3. Harvard Project on the City, "Lagos", en Mutations, Burdeos, Arc en Rêve Centre d'Architecture, 2001, pp. 650-720;         [ Links ] Rem Koolhaas, "Fragments of a Lecture on Lagos", en Okwui Enwezor et al. (eds.), Under Siege: Four African Cities. Freetown, Johannesburg, Kinshasa, Lagos, Stuttgart, Hatje Cantz (Documenta11_Platform4.), 2002, pp. 171-183;         [ Links ] Véase en Matthew Gandy, "Lagos trotz Koolhaas", Stadtbauwelt, núm. 164, pp. 20-31,         [ Links ] una crítica del concepto de investigación de Koolhaas.

4. Babatunde A. Ahonsi, "Popular Shaping of Metropolitan Forms and Processes in Nigeria: Glimpses and Interpretation of an Informed Lagosian", en Okwui Enwezor et al., op. cit.,pp. 129-151, especialmente pp. 131-134.

5. Idem.

6. Armando Silva (ed.), Urban Imaginaries from Latin America, Documenta II, Stuttgart, Hatje Cantz, 2003.         [ Links ]

7. Ibid., pp. 23-45 y 53-62.

8. Ibid., p. 9 (presentación de Okwui Enwezor).

9. Ibid., p. 11.

10. Ibid., pp. 16-17.

11. Ibid., p. 37.

12. Ibid., "construct a cognitive architecture based on three instances of thought, all interrelated and therefore impossible to conceive one without the other".

13. Maurice Halbwachs, Das kollektive Gedächtnis,Frankfurt am Main, Fischer, 1985, ed. en inglés, On Collective Memory (trad. Lewis A. Coser), Chicago, University of Chicago, 1992.         [ Links ]

14. Silva, op. cit., pp. 55-57.

15. Ibid., pp. 13, y Néstor García Canclini, Alejandro Castellanos y Ana Rosa Mantecón, La ciudad de viajeros. Travesías e imaginarios urbanos: México, 1940-2000, México, Universidad Autónoma Metropolitana/Grijalbo, 1996, pp. 66-93.

16. Miguel Ángel Aguilar, "The Full, Imagined, and Invisible Center of Mexico City", en Silva, op. cit., pp. 152-169.

17. Ibid., pp. 46-51, con los diagramas de los cuestionarios. Especialmente la evaluación de la zona de Tepito en el centro de la ciudad de México depende mucho de la construcción mediática que la perfila como zona de alto riesgo, a pesar del hecho de que las estadísticas criminalísticas indican otras zonas más peligrosas de la megalópolis mexicana.

18. Véase una alternativa conceptual de la investigación sobre la megalópolis latinoamericana: Peter Krieger (ed.), Megalópolis. La modernización de la ciudad de México en el siglo XX, México, Universidad Nacional Autónoma de México-Instituto de Investigaciones Estéticas, 2006.         [ Links ]

19. Aguilar, en Silva, op. cit., p. 163: "This city produces other types of referents, those of human contact, socialities between strangers or equals, and it forms something close to an unspoken identity, one that is simply exerted with the force of a collective sensivity."

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