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Anales del Instituto de Investigaciones Estéticas

versão impressa ISSN 0185-1276

An. Inst. Investig. Estét vol.26 no.84 Ciudad de México Mar. 2004

 

Artículos

 

Abraham López, un calendarista singular

 

María José Esparza Liberal

 

Instituto de investigaciones estéticas, UNAM

 

Resumen

El presente trabajo tiene como objetivo rescatar la figura de Abraham López, editor, impresor, grabador y litógrafo, quien a lo largo de 1838 a 1854 produjo un calendario que llevaba su nombre, y que constituye un ejemplo del quehacer de los publicistas en el mundo de la imprenta de la primera mitad del siglo XIX. Año con año se van consignando tanto los contenidos como las ilustraciones que aparecieron en sus calendarios. Desde su inicial interés por temas del pasado prehispánico, hasta convertirse en un cronista de los acontecimientos que se desarrollaron en la capital del país. Así nos ofrece los cambios operados en la fisonomía de la ciudad, en la década de los cuarenta, y relata los conflictos políticos acaecidos, en los que destaca la invasión norteamericana. Ante este hecho, a modo de reportaje, López reseña la valentía y resistencia del pueblo ante la presencia de las tropas invasoras. Además, se documenta un caso de censura ejercida sobre el calendario de 1851, al incluir un crítico artículo sobre la feria de San Juan de los Lagos.

 

Abstract

This work reviews the figure of Abraham López, editor, printer, engraver and lithographer who, between 1838 and 1854, produced the year-book which bears his name. This is an important example of the work of publicists in the first half of the nineteenth century. The author plots the change affecting the contents and the illustrations that appeared in successive yearly issues; from an initial interest in a subject such on the pre-Hispanic past, she describes López's evolution towards the role of a chronicler of events taking place in the country's capital. He thus offers an account of modifications that took place in the physiognomy of the city, during the 1840s, and describes political conflicts in train, including the United States invasion. As this event regards , López's reportage depicts the bravery and resistance of the people against the presence of invading troops. A case of censorship of the 1851 year-book is also recorded concerning a critical article on the fair at San Juan de los Lagos.

 

Este artículo trata de la figura de Abraham López, editor, impresor, grabador y litógrafo, quien a lo largo de 1838 a 1854 produjo un calendario que llevaba su nombre, y que constituye un ejemplo del quehacer de los publicistas en el mundo de la imprenta de la primera mitad del siglo XIX.

No hemos encontrado que Abraham López haya escrito más obras que los calendarios, ni tampoco que de su taller hayan salido otras publicaciones. Más bien es un personaje, propietario de una modesta imprenta, que durante casi quince años se dedicó a preparar y publicar su calendario. Incluso él dice, en 1851: "No ocupamos un lugar elevado en la sociedad, esto es, en la aristocracia, y por ese motivo apenas hemos sido conocidos por nuestros contemporáneos."1 Tampoco tenemos referencia a otro tipo de actividad que haya desarrollado, con excepción de la impresión de un par de estampas. La única información la proporcionan los artículos y sus opiniones vertidas en los calendarios, lo que nos lleva a considerar a López como un liberal convencido. Es profundamente federalista, remarca el esplendor del pasado prehispánico y condena con vehemencia la época colonial. Ante la posibilidad de un monarca extranjero dice: "mi pluma se estremece y mi mente se ofusca".2 Se opone a los gobiernos conservadores y a la clase aristocrática. Al presidente Antonio López de Santa Anna lo ve con recelo y, a raíz del conflicto con Estados Unidos de América, lo ataca sin piedad, acusándole de traidor. Es, además, muy crítico con la Iglesia, cuyo fanatismo impide la mejora del país, y considera asimismo al ejército como una sanguijuela que sólo chupa del erario.

Abraham López en sus calendarios aporta una serie de aspectos singulares dentro del desarrollo de la gráfica en la primera mitad del siglo XIX. El primero es el frecuente uso de la imagen, tanto del grabado en madera como de la litografía, con la peculiaridad de que adiestró a su mujer, Loreto de Jesús Casabal, en las labores de imprenta, y entre ellas las de la litografía y el grabado, con lo que este género cuenta con una figura femenina, con nombre y apellido, entre su nómina de artistas.

El segundo aspecto es que convierte a los calendarios en pequeñas crónicas del acontecer político y social de la década de los cuarenta, en donde destacan las transformaciones que sufre la ciudad y, sobre todo, lo referente a la intervención norteamericana, al proporcionar un testimonio de primer orden y de gran emotividad para conocer el desarrollo de los acontecimientos. Se trata de un relato literario pero a la vez gráfico; así, a través de la litografía o el grabado podemos contar con un correlato visual excepcional, habida cuenta de la escasez de imágenes mexicanas de este conflicto.

Por último, otro punto importante en el que se halló implicado Abraham López es el de la censura, ejercida tanto por la autoridad civil como religiosa sobre el calendario de 1851, lo que permite apreciar qué valores estaban en entredicho en esa época.

 

Sobre la impresión de los calendarios de López

Por desgracia tenemos pocas noticias de Abraham López, no conocemos la fecha de su nacimiento ni tampoco la de su muerte. Seguramente fue originario de Toluca, pues es ahí donde publica sus primeras obras, de 1838 a 1841. Suponemos que Abraham López saca el primer calendario en 1838 porque en el calendario de 1839 pone en la portada que es el segundo y su taller se encontraba en la calle de Allende, junto al número 17 en Toluca. También se vendía en la librería de J. Echemburg de la ciudad de México. Los dos siguientes los imprime en un nuevo local de Toluca, situado en el Callejón de Saraperos, y en México se distribuye en la alacena de don Antonio de la Torre, famoso librero de mediados de siglo.

Entre 1842 y 1843 interrumpe la producción anual de su calendario al trasladarse a la capital de México, y encarga la impresión del Quinto calendario de 1843 a Ignacio Ávila, que tenía su taller en la calle de Donceles número 1. Posiblemente, como el cambio de domicilio era reciente, todavía no había podido poner su imprenta, lo que consigue para el año siguiente, 1844, en cuya contraportada anuncia: "en la casa del autor de este calendario se halla establecida una nueva litografía donde ofrece servir a las personas que se dignen ocuparlo en todo lo perteneciente a este ramo, como son: dibujos, facturas, tarjetas, música, etc., etc."3 Sin embargo, el Séptimo calendario para 1845 sale de los talleres de Vicente García Torres, uno de los impresores más prestigiados de la capital. El Octavo calendario para 1846 lo realiza en su oficina, situada ahora en la calle de Donceles, 18, y específica que es una "imprenta tipográfica y litográfica"; tres años dura en este lugar y en 1849 traslada el taller a la tercera calle de Santo Domingo, hasta 1851.

A partir de 1852 será Manuel Murguía, en su célebre imprenta situada en el Portal del Águila de Oro, quien se encargue de imprimir el calendario de López. En ese mismo año Murguía estaba publicando cuatro calendarios distintos,4 y en 1855 aparece ya el crédito de Murguía como editor, quien lo seguirá publicando hasta 1892. Este impresor, al tomar a su cargo la publicación del calendario de López, se apropia del éxito y del lugar, que, sin duda, este calendario ocupó dentro de la sociedad mexicana en la década de los cuarenta.

 

Los calendarios y su contenido

Los calendarios son pequeños impresos de periodicidad anual que mantendrán una tipología muy semejante, tanto formal como de contenido, a lo largo del siglo XIX, con secciones fijas que acompañan al santoral o al calendario propiamente dicho, y que constituyen la esencia de esta publicación. Junto a esta parte medular, el calendario se complementa de una serie de textos de interés general, que abarcan una gran variedad de temas, como máximas morales, relatos, anécdotas, poesía, noticias útiles, entre otros, en muchos casos acompañados de una estampa o grabado. Abraham López, en sus textos, va a mostrar diversos aspectos de la historia, de la cultura y de los acontecimientos sociales y políticos que se desarrollan en la ciudad de México en la década de los cuarenta, ilustrados por imágenes que le confieren una riqueza visual muy especial.

 

Difusión valorativa de la cultura prehispánica

Abraham López, en los calendarios editados en Toluca (1838-1841), pone el acento en la historia antigua de México. Si bien sus portadas son poco atractivas, ya incorpora grabados en el interior con una clara intención de reivindicar el pasado prehispánico. En esta primera mitad de siglo estuvo en auge la voluntad de difundir obras de los ilustrados criollos sobre el pasado antiguo de México, y los calendarios de Abraham López son un buen ejemplo de ello. Cabe destacar que es el único calendarista que en esta época incluye imágenes de antigüedades prehispánicas, copias de obras publicadas;5 otros calendarios traen referencias a este pasado en sus textos, pero sin ilustraciones.6 En 1839 intercala entre los meses del año una breve exposición de la historia y las costumbres del México prehispánico.7 Al final pone un esquemático grabado con los nombres y la representación de los días del mes mexicano; posiblemente, los datos fueron tomados de una publicación de Lorenzo Hervás,8 pero la lámina procede de la Historia antigua de Méjico, de Francisco Clavijero, escrita en italiano en 1780-1781 y traducida al castellano y publicada por Ackermann para México en 1826.9 Clavijero incluye en su obra tres ruedas calendáricas: "El siglo mexicano", "El año mexicano" y "El mes mexicano". López reproduce la última de ellas y muestra el mes dividido en veinte días, simbolizado cada uno por una planta, un animal o un elemento, en donde las figuras se ajustan más a la tradición europea que a los signos de la cultura indígena. Sin duda fue difícil para los grabadores italianos ilustrar el texto de Clavijero; así, por ejemplo, el día 2, que corresponde a Ehécatl, el viento, está representado por un Eolo de tradición clásica.10

Al año siguiente, en 1840, parte de su texto lo dedica a conocimientos prácticos de la agricultura11 y continúa añadiendo en cada mes un breve texto sobre el descubrimiento de América, sin incluir ninguna ilustración. En su cuarto calendario de 1841, el último que hace en Toluca, prosigue con los temas de anticuaria, al abordar el calendario mexicano, donde intercala en estas narraciones algunos comentarios sobre la sabiduría de los antiguos. Así dice que, a pesar de que los indios fueron considerados, en un primer momento, como individuos sin alma, habían logrado adecuar su calendario al solar, tal como setenta años después de la conquista lo hizo el papa Gregorio XIII,12 e incluso llega a insinuar que el papa se pudo inspirar en el de los indios.13 Es posible que Abraham López se haya permeado de las doctrinas radicales de Lorenzo de Zavala y del Instituto Literario del Estado de México, creado bajo los auspicios del gobernador del Estado. Este liberalismo a ultranza que defiende López en sus calendarios lo veremos más claramente en los temas referidos a la guerra con Estados Unidos.

Este cuarto calendario termina con un grabado del calendario azteca, empotrado al pie de la torre de la Catedral de México (figura 1). Dicha obra fue descubierta en 1790, en tiempos del virrey Revillagigedo, cuando se realizaron los trabajos de empedrado de la Plaza Mayor. El hallazgo dio pie para que Antonio de León y Gama escribiera un opúsculo en 1792, titulado Descripción histórica y cronológica de las dos piedras...,14 acompañado de cuatro aguafuertes realizados por Francisco de Agüera y que posteriormente fueron difundidos en la obra de Alejandro de Humboldt. En 1832, se realizó una segunda edición del ensayo de León y Gama, preparado por Carlos María de Bustamante, donde se reproducen las imágenes de Agüera. Posiblemente de esta obra, López copia la lámina II donde se representa al calendario azteca y lo acompaña de una breve descripción.

Respecto a esta lámina, López comenta que se debería desenterrar más para encontrar restos de la gentilidad, al igual que se había hecho en Roma y Grecia, aunque se queja de que "no está la nación mexicana en el presente para emprender estos gastos, sólo se piensa en pronunciamientos y aniquilar a la Patria". Esta clase de comentarios y referencias a la realidad política del país son constantes en los calendarios de López.

En el año de 1842, López no publica su calendario y, en el de 1843, editado ya en la capital, continúa con los textos sobre anticuaria mexicana con dos grabados. Esta vez se trata de la escultura de la diosa Teoyaomique15 (figura 2) y de Mictlantecutli, el relieve que la acompaña. Al igual que el de la Piedra del Sol, los grabados son deudores directos de los que realizó Francisco de Agüera, y que fueron reiteradamente reproducidos a lo largo del siglo XIX.

Este interés hacia el mundo prehispánico pone en relación a López con la figura de Carlos María de Bustamante y la difusión que hizo este último de las obras de historia antigua, volviendo a imprimir algunas de las más importantes.

También incorpora en este calendario una partitura del vals "Año nuevo" dedicado a las señoritas mexicanas, muestra de que López tuvo una gran afición por la música. El mismo nos dice que, de 1843 hasta 1845, publicó un periódico de música titulado La lira de Apolo, y en el calendario de 1846 incluye otra litografía con la partitura de una polca.

Pero lo más novedoso en este calendario de 1843 es un largo artículo de veintiocho páginas, que titula "Reseña histórica de la revolución de 1841", donde relata los acontecimientos políticos que se produjeron en el país. En él justifica la revolución, que derrocó las Siete Leyes y la administración de Anastasio Bustamante, como expresión genuina de la voluntad general, e incluye un diario de este alzamiento, que abarca de agosto a octubre de 1841. Además se acompaña de una litografía: Pronunciamiento de la ciudadela de México. Su residencia en la capital hizo de López un testigo directo de los continuos cambios de gobierno, y sin duda se contagió del clima político que vivían los medios impresos. Así, poco a poco, va incluyendo en sus calendarios, crónicas, muchas veces en forma de diario, de los sucesos acompañados de alguna estampa. Inicia así el género de narrativa histórica que continuará en varios calendarios, siempre salpicada de comentarios subjetivos y críticos, lo que le valió, en más de una ocasión, la represión y la censura.

En esta litografía (figura 3) se reproduce el exterior del edificio neoclásico de la Ciudadela, construido como Real Fábrica de Tabaco por Agustín Constanzó en 1793. Este espacio se encuentra delimitado por una barda baja, que permite ver el interior, y la puerta de entrada custodiada por un soldado. Un grupo de dos mujeres con un niño y otro de un jinete y un transeúnte, observan la explanada de la Ciudadela en donde se encuentra un destacamento del ejército. En este recinto es donde el general Valencia se pronunció el 31 de agosto de 1841, apoyando la sublevación del general Paredes en Guadalajara y de Santa Anna en Veracruz, para derrocar a Anastasio Bustamante y su administración e instaurar la constitución federal. A pesar de que a lo largo del conflicto se produjeron diversos enfrentamientos en ese lugar, López presenta una imagen de la Ciudadela en completa calma, quizá porque cuando salió este calendario, octubre o noviembre de 1842, los hechos ya estaban muy alejados en el tiempo.

Para 1844 anuncia en el forro que ha establecido una nueva litografía y se ofrece a hacer "dibujos, facturas, tarjetas, música, etc., etc., todo a precios sumamente cómodos".16 En este Sexto calendario incluye el clásico calendario mensual junto con consejos agrícolas sobre las especies más apropiadas para plantar en cada mes, diversas composiciones poéticas y breves artículos de instrucción general, como por ejemplo indicaciones útiles para las casadas o sobre la mitología clásica. Además, reflexiona sobre "Los adelantos de la industria mexicana", donde señala la pujanza de la industria algodonera y textil y la recuperación del ramo de minería. No obstante, López ataca a los extranjeros, que "entorpecen los adelantos de nuestra naciente industria" y "se enriquecen por nuestra apatía", por lo que apoya la Ley del 14 de agosto de 1842, promulgada por Santa Anna, en que se prohíbe a los extranjeros la venta al menudeo. 17

 

La decoración edilicia y monumental en la ciudad de México

Además de esta miscelánea de temas, Abraham López es quizá quien nos proporciona más datos sobre las transformaciones que acontecían en la ciudad de México y dedica dos calendarios para describir tanto la destrucción del Parián y los conflictos suscitados, como la construcción del nuevo proyecto de la Plaza Mayor y del mercado del Volador. Es así como en 1844 inicia un artículo sobre el Ornato público. Origen y demolición del Parián, donde hace una historia del mercado: incluye el bando de Santa Anna para su demolición con la finalidad de levantar un monumento a la Independencia, las diversas opiniones del Ayuntamiento y la convocatoria de la Academia para el concurso de dicha obra. En el concurso se presentaron 12 proyectos y la Academia se inclinó por el del francés Enrique Griffón; sin embargo, el presidente Santa Anna eligió el elaborado por el español Lorenzo de la Hidalga. Esta determinación lleva a López a hacer una serie de comentarios reprobatorios por haber otorgado la construcción del monumento a un extranjero: "Este sentimiento sólo se reduce a que se prefirió lo extranjero a lo nacional, plaga que hemos tenido desde que sin previsión se abrieron los puertos a multitud de extranjeros que han venido a hacer la ruina de nuestros artesanos, y los creadores de un lujo superfluo que arruina nuestra sociedad."18 El 16 de septiembre de 1843 se realiza una ceremonia para colocar la primera piedra, que López copia del Diario del Gobierno. Aunque en el texto se menciona que "el apunte que presentó De la Hidalga, acompaña a este artículo", esta imagen se encuentra en el calendario del año siguiente (figura 4). Se trata de una litografía, bastante lineal en su factura y con ciertos problemas de perspectiva. Es una vista tomada desde el atrio de la Catedral, por lo que asoman al fondo la torre de San Miguel y la cúpula del convento de monjas de San Bernardo.

En el otro calendario de 1845, López dedica un artículo para reseñar el monumento dedicado a Santa Anna en la Plaza del Volador. Ya desde el siglo XVIII, entre las reformas proyectadas por el conde de Revillagigedo se ordenó la regularización de los puestos que se situaban en esta plaza, construyendo en 1790 una serie de cajones y tinglados de madera. Sin embargo, el mercado fue víctima de varios incendios y se pensó hacerlo de mampostería. No es hasta 1841 cuando esta vieja idea se retoma, impulsada por el comerciante y empresario José Rafael Oropeza.19 La primera piedra se colocó el 31 de diciembre de 1843 y el estreno se realizó el 13 de junio de 1844, fecha del cumpleaños del general. Lorenzo de la Hidalga fue también el arquitecto encargado de la realización del proyecto, que Abraham López describe de la siguiente manera:

La estatua estaba situada en el centro del mercado, frente a un pórtico sostenido por cuatro columnas de orden jónico y en la fachada interior de él están los nichos de dos estatuas, la una representa a la justicia y la otra a Mercurio. Enfrente de este pórtico, mirando para el norte, está levantada una columna de orden dórico y coronado su capitel con la estatua de bronce del Exmo. Sr. D. Antonio de Santa Anna [...] La construcción de la estatua fue encargada a D. Salustiano Veza, español. Este señor copió la cabeza del natural en tres horas. Procedió después a disponer los trabajos convenientes para hacer la estatua del tamaño proyectado y darle la actitud correspondiente: a continuación mandó sacar una copia de estos trabajos por el daguerrotipo; la presentó al Sr. Presidente y fue de su aprobación. La fundición estuvo a cargo de D. José López, mexicano.20

Este monumento lo ilustró López con otra litografía (figura 5) muy parecida en factura a la columna de la Independencia y una de las pocas imágenes del interior del mercado.21 La estatua era de bronce, dorada, representaba a Santa Anna de pie, con su traje de general, provisto de condecoraciones y cruces, y con la diestra señalando al norte, en principio hacia Texas, aunque el pueblo pregonaba que más bien señalaba hacia la Casa de Moneda.22 En la descripción que hace López en el calendario, critica la aparente disparidad de órdenes de la columna,23 y lo mismo hará en su calendario de 1851, cuando describa el ciprés que Lorenzo de la Hidalga realizó para la Catedral. Es patente que López no comulgaba con la producción artística de este arquitecto español.

Poco le duró el gusto a Santa Anna por esta escultura en su honor, porque a fines de ese año, el 5 y el 6 de diciembre, el pueblo, enfurecido por la disolución del Congreso y por otras medidas tomadas por el presidente, se dirigió al Panteón de Santa Paula y profanó el monumento donde estaba la pierna amputada, y en el Teatro Nacional hizo pedazos su estatua de yeso. La escultura de bronce de la plaza del Volador fue bajada de su columna y confinada a una de las cocheras del Palacio. Santa Anna fue arrojado de la presidencia, el Congreso decidió enjuiciarlo junto con sus secretarios y se inició una secuela de hechos que le condujo al exilio en La Habana.24 Según Luis González Obregón esta escultura se volvió a colocar por el año de 1852, pero a la caída del general Santa Anna la tuvo que enterrar D. Luciano González, empleado del Fiel Contraste, para salvarla otra vez de las iras populares. Calmadas éstas, se sacó de allí y se ignora su último paradero.25

Para 1846, López se hace eco del éxito que tenía el baile de la polca entre la sociedad mexicana y dedica gran parte de su calendario a este tema. En la portada aparecen un hombre y una mujer bailando con un vestuario teatral y en el interior dos sencillas litografías que muestran sendas parejas entrelazadas ejecutando los pasos de ese baile (figura 6) con la finalidad de ilustrar un artículo titulado "Método para aprender la polca sin ayuda del maestro". Estas dos estampas llevan las iniciales del dibujante "J. C.", que nos remiten a su mujer Loreto de Jesús Casabal, como autora.26

Posiblemente, para 1847, Abraham López había logrado un cierto éxito con sus calendarios, de ahí que el ejemplar que conocemos de este año corresponde a una segunda edición, lo que muestra la demanda que tuvo. Incluso existe otra segunda edición para Puebla, de los años de 1848 y 1849, casi idéntica a los que realiza para la ciudad de México. Una razón del favor de público pudo ser que este calendario tiene un tono mucho más político, producto de la represión que López había sufrido bajo el gobierno del general Mariano Paredes. López comenta, años más tarde, refiriéndose a su esposa, que "estando agraviada por el manejo despótico que usó en mi persona el general Paredes, inventó, escribió y paró con sus propias manos las páginas 61, 62 y 63 del calendario de ese año".27

Estas páginas se refieren a un breve escrito titulado "Pintura del gobierno del general Paredes" donde con texto e imagen se describen los atropellos de esa administración. 28 No debe extrañar este ataque tan duro al general Paredes, pues en un momento en que arreciaban las críticas por la pretensión de un sector político de establecer una monarquía, plasmadas a través de las páginas del periódico El Tiempo, el presidente Paredes mostró su indecisión por declararse abiertamente republicano, lo que le dejó expuesto a múltiples ataques y fue acompañado de una fuerte campaña de prensa en su contra, quizá la más concertada y clamorosa desde la Independencia, como señala Costeloe.29 Paredes reaccionó endureciendo la censura y reprimiendo a los periódicos, y algunos de ellos se vieron obligadas a cerrar —como El Siglo Diez y Nueve de Ignacio Cumplido— e incluso el impresor Vicente García Torres fue detenido el 20 de abril de 1846, desterrado a Monterrey varios meses, hasta la caída de Paredes, y fue su esposa Mariana Deríaz la que se hizo cargo de la imprenta.30 Algo parecido le debió suceder a Abraham López, lo que explica que Loreto de Jesús Casabal, su mujer, fuese responsable por algún tiempo del negocio e incluso completó el calendario con otras composiciones suyas. Estas referencias que hace López a su esposa, como un cálido homenaje a raíz de su prematura muerte en 1850 debida a la peste que azotó a la capital, son de gran valor, pues aunque podía ser común el utilizar los servicios "profesionales" de su mujer, lo peculiar es que lo reconozca y lo mencione, incluyendo su nombre y señalando su obra, con lo que la rescata para la posteridad.

Hay que tener en cuenta que años más tarde, cuando el Calendario impolítico y justiciero de 1854 saca en sus forros un caricatura titulada "Máquina de hacer diputados", se venden 20 000 ejemplares y se hace otra tirada de 8 000 que rápidamente se agota, según señala Niceto de Zamacois, su editor.31 Quizá ese contenido político del calendario de López, que no era todavía muy usual, provocó una mayor demanda y el impresor tuvo que preparar una segunda edición.

Este calendario inicia sobre una reflexión de cómo debe entenderse la libertad y termina con la advertencia: "Entonces, cuando la fuerza hace callar las leyes, cada ciudadano puede ser intérprete y el vengador de la patria. La injusticia y la licencia de los hombres poderosos autoriza a los ciudadanos a citarlos al tribunal de la sociedad que ultrajan."32 Esta sentencia debe tener relación con la parte central del calendario dedicada a "La entrada del general Santa Anna a México" donde reseña la jornada del 14 de septiembre de 1846 en la que se celebró el establecimiento del régimen federal.33 López aprovecha este artículo para señalar al general Santa Anna la desconfianza que el pueblo y que él mismo sentían hacia su persona. En una parte de esta narración, pone: "Se presentó una jovencita de diez años y arengó al Sr. General; se dijo públicamente que este discurso le había enternecido y se le rodaron algunas lágrimas, quizá su conciencia no estaba muy limpia",34 y más tarde apunta: "Nosotros nos congratulamos por tan faustos acontecimientos y solamente decimos, que si obra de buena fe, Dios le premie; pero si engaña a la nación, esta misma le castigue."35

Acompaña a este artículo una litografía del arco triunfal erigido para la ocasión, que describe de la siguiente manera (figura 7):

Se presentaba majestuosamente en la esquina de la calle de Plateros y Portal de Mercaderes, un hermoso arco triunfal de buen gusto y con mucha elegancia, por lo que acompañamos al principio una estampa litográfica. Presentaba algunas inscripciones alusivas a este acontecimiento. En el remate del arco se presentaba entre nubes un grupo compuesto de un soldado y un joven con blusa y cachucha, ambos sosteniendo un cuadro de la Constitución de 1824. La representación del pueblo mexicano en este traje extranjero es de muy mal agüero para los mexicanos; o fue un necio quien no supo representar lo que debía o un sabio en indicarnos que tiene algún gato encerrado.

Enfrente de este monumento, para nuestra historia se presentaban dos fuentes de plomo, en que caía agua y no como habían asegurado que debía ser sangría. La casa del ilustre ayuntamiento se adornó con sumo esmero; la Catedral se iluminó con la mayor ruindad, que a la hora de encenderse las luces, casi estaban apagándose. El pueblo mexicano, por último, tuvo con que divertirse gratis un día.36

También Carlos María de Bustamante nos ofrece un testimonio de este arco instaurado en la entrada de la calle de Plateros:

El lunes 14 de septiembre de 1846, día nebuloso y fatal para México, se dejó ver concluido el arco triunfal que se puso en la calle de Plateros. Presenta una sencilla y hermosa figura que espero se litografíe en estampas. Tiene cuatro inscripciones en castellano, colocadas a nombre del ayuntamiento. Remata con un águila rodeada de trofeos militares y dos grandes gorros, símbolos de la libertad y abajo la Constitución federal. En la parte superior se representa un soldado y un ciudadano desarrollando el código, rodeados de nubes; gran quimera porque jamás harán maridaje, y así se hermanan como la gracia con el pecado.

En las inmediaciones de dicho arco se presentan dos bonitas fuentes chicas, de plomo, que las cubrían unos preciosos arcos de flores de zempoaxochitl, mezcladas con otras moradas que hacían un matiz bellísimo. Pendían del arco varios candiles de cristal hermosos y abajo unos hacheros de madera. A los lados del arco habían dos puertas que facilitaban el tránsito de la gente.37

De este monumento tenemos otro testimonio litográfico de Hesiquio Iriarte y litografiado en el taller de Plácido Blanco en la calle de Leguinazo, 11,38 que posiblemente López conoció y del que copió la parte central, dado que el de Iriarte abarca más elementos. Dicho arco es una muestra de un ceremonial, que hereda las prácticas barrocas tanto religiosas como civiles de las entradas de virreyes de los siglos anteriores para secularizarlas y plasmar en una alegoría los deberes del gobierno. Sin embargo, ambos autores, que describen este mueble simbólico, muestran una terrible suspicacia por el promisorio futuro del país que quiere representar.

 

Guerra contra Estados Unidos. La resistencia de un pueblo frente al invasor

Sin embargo, al año siguiente la situación cambia radicalmente, debido a que en los meses iniciales, en las calles de la ciudad se suceden una serie de enfrentamientos armados entre distintos cuerpos de la Guardia Nacional, la llamada revolución de los polkos, en un momento en que la presencia de los norteamericanos era evidente en Veracruz. Más trascendentales fueron los combates que se sucedieron en la capital durante agosto y septiembre, lo que supuso la toma del Palacio Nacional por parte del ejército invasor, un par de días antes de la conmemoración de la Independencia. Ante estos sucesos, los calendarios de 1848 toman diversas actitudes; unos no consignan ninguna referencia y otros, con un cierto retraso, dado que esta publicación era anual, en sus páginas incluyen breves noticias sobre los acontecimientos políticos del país.

Por el contrario, Abraham López dedica casi totalmente sus calendarios a reseñar los episodios de la intervención norteamericana. Así, en su décimo calendario incluye en el reverso del forro a un soldado cabalgando con la leyenda "Por el rumbo opuesto atacó al enemigo" (figura 8) y parece referirse a las continuas deserciones que los miembros del ejército mexicano tuvieron ante la presencia de las tropas estadounidenses.39

En este calendario, López inicia un relato testimonial de los sucesos acaecidos en la capital y narra en un artículo titulado "Revolución de los polkos o la cruzada en México en el siglo XIX", el pronunciamiento de las Guardias Nacionales, conocidas con el nombre de los polkos, sublevadas a causa de la Ley de las Manos Muertas, expedida por el vicepresidente Valentín Gómez Farías, y de la disposición de enviar al batallón Independencia a defender la plaza de Veracruz. Vuelve a utilizar el formato de diario para explicar, día a día, el desarrollo de los acontecimientos, que abarcan desde el 26 de febrero hasta el 23 de marzo de 1847. Hay en todo el texto una condena y una clara intención de ridicularizar a los polkos, a los que López caracteriza de la siguiente manera:

Nuestros lectores de fuera de la capital se preguntarán, ¿qué cosa serán estos polkos? ¿Qué habrán sido algunos restos antediluvianos que han traído a México los extranjeros? ¿O será alguna nueva planta que no pudo clasificar Lineo en su Genera plantorum? No señores, parte de ellos, nos los dejaron aquí los gachupines como unas plantas exóticas, quiero decir, unos monárquicos sin rey o unos aristócratas sin aristocracia [...].

Los señores polkos estaban ataviados del modo siguiente: Encima de su paletó, levita o chaqueta, tenían tres o cuatro escapularios, un grande relicario con cera de Agnus, dos o tres medallas de cobre en la solapa del vestido, una cruz de latón amarillo, una santa Verónica chiquita, un cabo de vela del Santísimo Sacramento, un pedazo de palma bendita y quien sabe que otras.40

La revuelta fue sofocada con el regreso de Santa Anna a la capital y produjo la salida de Gómez Farías de la vicepresidencia y la derogación del decreto de las Manos Muertas que pretendía allegarse fondos de la Iglesia para apoyar las campañas bélicas.

Para acompañar este capítulo incluye una litografía: La trinchera ambulante (figura 9), que con el mismo tono sarcástico del relato da cuenta del escaso ingenio de los polkos con la realización de este artilugio militar, que sólo sirvió para provocar la curiosidad y la hilaridad de la población. En la imagen se observa, junto a los muros del convento de San Diego, un gran aparato cubierto con arpilleras por donde se asoman unas ruedas y lo rodean varios grupos de personas.

Al final de esta narración se anuncia que "se halla a la venta donde se venda este calendario, una colección de cuatro estampas de litografía de a un pliego, que representan los principales pasajes de esta revolución, al precio de cinco reales la colección". De estas cuatro estampas anunciadas, sólo hemos localizado dos versiones de la número 1 titulada La Profesa. Colección de vistas tomadas en la revolución llamada de los polkos en México en el año de 1847 (figura 10). Son litografías, algunas acuareladas, con la firma de "A. López C. de Donceles junto al número 18".41 Llama la atención la calidad de esta obra, sobre todo si la comparamos con la que luce el calendario manual, que es de factura bastante popular. Al no existir la firma del dibujante, se podría pensar que fueron trazadas por otra mano y López quizás se concretó sólo al proceso de impresión de la litografía.42

Es de destacar que este género de imágenes referidas a contiendas urbanas o noticias bélicas no fue muy frecuente en las tres primeras décadas de siglo, tenemos sólo contados ejemplos cuando el conflicto con los franceses. A partir de 1840 empiezan a aparecer algunas representaciones que dan cuenta de diversos alzamientos que se sucedieron en el país, entre ellas destacan las dos litografías realizadas por Pedro Gualdi donde plasma los efectos causados en la ciudad de México del levantamiento federalista contra el presidente Anastasio Bustamente en las jornadas del 15 al 27 de junio de 1840: "El convento de San Agustín en la memorable jornada del 15 al 27 de junio de 1840" y la "Vista del Palacio Nacional, después de la lamentable jornada del 15 al 27 de junio de 1840".43

Junto a este relato de la revolución de los polkos, Abraham López nos deja un testimonio de primera mano sobre la guerra con Estados Unidos. Concebida a modo de una obra dramática, la que titula "El gran drama trágico de la república mexicana", con cinco actos, diez escenas y tres entremeses, a lo largo de tres años, en los calendarios de 1848, 1849 y 1850, da cuenta de los sucesos ocurridos en la capital de la república mexicana, desde la llegada de las tropas estadounidenses hasta las consecuencias de los tratados de paz, e incorpora siete litografías que sirven de relato visual, junto con varias portadas grabadas que inciden en este asunto de manera muchas veces alegórica.

Sin duda, la guerra con Estados Unidos de América produjo una gran cantidad de imágenes por el lado del ejército invasor y una carencia notable por el lado mexicano; sólo la litografía hizo, en contadas ocasiones, un registro de los acontecimientos. Esto se debió a diversos aspectos. Por un lado, era natural que los yanquis demandaran un mayor número de imágenes, no sólo porque fueron los vencedores de la contienda y estas obras les sirvieron para hacer propaganda de su triunfo, sino también por la curiosidad que suscitó México y los territorios anexados; además, las técnicas de impresión estaban mucho más adelantadas en el vecino país del norte y la prensa contaba con un gran desarrollo con amplios tirajes, destinados a una población que tenía mayores niveles de lectura.44 Con el ejército estadounidense llegaron artistas, algunos incorporados a él como regulares y otros como voluntarios, que nutrieron con imágenes a la prensa.45 Un buen ejemplo de la importancia de este tema es el éxito del álbum The War between the United States and Mexico Illustrated que publicaron George Wilkin Kendall con Carlos Nebel en 1851,46 y que constituye el más completo testimonio gráfico sobre la contienda.

En el caso mexicano, varios factores se conjugan para esta escasez de imágenes: es lógico pensar que la derrota y la pérdida de gran parte del territorio nacional no produjera muchas representaciones; por otra parte, la prensa sufrió en ese momento una gran censura e incluso se suspendió la publicación de los periódicos a causa de la situación. Además, el conflicto provocó el cierre de los puertos y en especial el de Veracruz, lo que ocasionó una gran carencia de papel, sobre todo el litográfico. También varios de los impresores más importantes de la capital se hallaban fuera, como Ignacio Cumplido, que desde enero de 1846 se fue a Europa, y José Mariano Fernández de Lara, quien trasladó su imprenta a Querétaro al servicio del gobierno provisional. Otros impresores dejaron sus actividades, como Vicente García Torres, para participar activamente en los combates.

Es así que en este año de 1848 López inicia la serie en su calendario, y al igual que en otras narraciones hace un recuento diario de los sucesos, acompañado con dos litografías. La primera nos presenta la Fortificación del Peñol (figura 11) que muestra los preparativos para combatir al ejército invasor en su primer acercamiento a la capital. En el texto hay una cierta esperanza; así nos dice:

México se hallaba muy fortificado, desde el Peñol viejo, hasta más adelante de San Cosme, sobre el lado sur de la ciudad. Los parapetos, trincheras y fosos, se hallaban hasta dentro de la capital, presentando un aspecto imponente, esta línea fortificada, que comprendía lo menos un perímetro de cinco leguas; la fortificación empleada en esta vez era sin duda para resistir un ejército de cincuenta mil hombres.

Al día siguiente salen todas las tropas permanentes y las guardias nacionales siguientes: Mina, Victoria, Hidalgo, Independencia, Unión, Bravos, &c. El Peñol se fortifica y parece inexpugnable, el entusiasmo se aumentaba cada día, el espíritu público se reanima y parece que la unión se ha efectuado. El ejército mexicano podía valuarse en 30 mil hombres, con las guardias nacionales.47

Sin embargo, esta formidable fortificación, que presenta López en la litografía, no fue efectiva al desviar el ejército invasor su rumbo hacia la capital, y por lo tanto no se desarrolló ningún combate en este lugar.

La actitud de Santa Anna, continuamente calificado por López como traidor, la discrepancia con sus generales y la deserción de muchos de ellos, así como de parte de los regimientos, determinan que después de las derrotas de Padierna y Churubusco se pacte un armisticio con el ejército yanki. Ello provoca el incidente ocurrido el 27 de agosto, cuando los carros norteamericanos entraron en la ciudad en busca de víveres y fueron apedreados por el pueblo (figura 12). Abraham López plasma este brote de resistencia en su lámina número 2 y lo describe con gran lujo de detalles.48 La escena capta el momento en que los carros de los invasores huyen de la Plaza Mayor. En la esquina derecha se aprecian las cadenas que limitan el espacio de la Catedral, a la izquierda las casas de Cabildo y en el centro el arranque de la calle de Plateros por donde los cuatro últimos carruajes escapan de una multitud que los rodea y les arroja piedras.

Rota esta tregua, continúan las derrotas del ejército mexicano tanto en el Molino del Rey como en Chapultepec, y el día 14 de septiembre Santa Anna con el ejército se retira a la Villa de Guadalupe, con lo cual deja completamente desamparada la capital, y los estadounidenses no tienen obstáculos para tomarla.

Abraham López nos relata con gran emotividad y amargura la ocupación de las tropas invasoras de la plaza de la Constitución, simbolizada por la presencia de la bandera estadounidense enseñoreando el espacio que representa el centro de la república y la cuna del poder político:

A este tiempo salen de en medio del cuadro formado por la tropa en la plaza, ocho soldados custodiando una bandera grande, avanzando hasta cerca donde están los cimientos de la pirámide, revolean esta bandera y al mismo tiempo enarbolan en el asta del Palacio el pabellón de los Estados Unidos, vi en ese momento desgraciado mi reloj y eran las siete y cinco minutos de la mañana.49

Destaca la inconformidad del pueblo, que ante esta afrenta y la impotencia que siente se revuelve contra los estadounidenses, lo que ocasionó casi tres días de disturbios y combates en la capital:

El pueblo llegaba a tropel y abismado no creía lo que estaba pasando. La multitud en medio de esta escena gritaba mueran los yankees, muera Santa Anna por traidor.

Poco después, de las nueve de la mañana, por la calle de Plateros, viene el general Scott, con un trozo de tropa de caballería y un resto de infantería para el Palacio; sube al balcón principal y arenga al pueblo, éste desprecia su discurso, y entre la multitud sale un tiro de pistola, dirigido al general Scott; buscan algunos soldados donde ha salido ese tiro, pero en vano, porque desaparece entre el pueblo.

En ese instante sale una voz de entre la multitud y dice: la fuerza con las balas se repele y no con triduos y novenas como hacen los ricos; hermanos a las armas y con la velocidad del rayo, se oye un fuego graneado por todas las partes y el pueblo sostiene un ataque por todas las direcciones, treinta y seis horas continuas, no puede aquietar esta alarma general, ni haciendo uso de la artillería con mucha frecuencia. Se estacionan multitud de guerrilleros norteamericanos pero ni el cañón, ni el aspecto de los soldados pueden contener la desesperación de un pueblo que acababa de perder su libertad.50

Termina este relato acusando duramente al general Santa Anna y al ejército del fracaso sufrido:

Al general Santa Anna no le quedó otro arbitrio para que tomaran la capital sino marchar con catorce mil hombres a distancia de una legua, ver con sangre fría el posesionarse de la capital y cuando ya estaba todo concluido, disuelve al ejército para que no les moleste a los americanos. ¿Podrá imaginarse juguete más singular? ¿Y que todavía tenga partidarios este gran héroe, que ha causado más males a México que a Egipto todas sus plagas?

El ejército ha costado 600 millones de pesos y no ha hecho lo que debe; pues es preciso quitar esas sanguijuelas a la nación.51

En el calendario de 1849, ya desocupada la capital por el ejército norteamericano, López continúa con el relato del conflicto. Desde la portada (figura 13) hay una clara referencia al contenido: aparecen dos personajes, uno vestido con frac sostiene la bandera mexicana y el otro, con un extraño sombrero que lo identifica como yanki, rasga el lábaro patrio con un sable, traspasando el águila. En la contraportada aparece otro grabado con el título Castigo que daban a los americanos (figura 14), que hace referencia a uno de los métodos que tenían para castigar a sus soldados por los abusos que cometían contra la población mexicana. López lo describe de la siguiente manera: "tenían en los cuarteles unos caballetes de madera, y ahí los montaban resistiendo el sol y el agua, por espacio de seis u ocho días".52 Sin embargo, quizás debido a la ingenuidad del grabador, pareciera más bien que los cuatro presos estuvieran divirtiéndose.

Ya en el interior hay tres litografías a plana completa, dos de ellas llevan la firma de la litográfica de Murguía: Enarbolan el pabellón mexicano, Los azotes dados por los americanos y Entierro de los americanos. Inicia López una colaboración con la imprenta de Murguía que le llevaría, a partir de 1852, a publicar su calendario en esa casa editorial.

Estas tres litografías, junto a las otras dos publicadas en su calendarios del año anterior son un testimonio relevante porque presentan la visión mexicana de los acontecimientos, y por alguien, como dice, que los vivió y estuvo presente. Son, además, imágenes muy cercanas a los sucesos, a modo de un reportaje gráfico. A pesar de la terrible derrota que sufrió el ejército mexicano, López escoge momentos llenos de tinte patriótico. Desde La fortificación del Peñol, que muestra los esfuerzos mexicanos por contener al invasor, y El pueblo apedrea los carros, primera sublevación de la población contra la presencia norteamericana en la capital, ya comentadas en el calendario anterior, hasta Los azotes dados por los americanos, que ensalza la resistencia de los habitantes ante la presencia de las tropas extranjeras o El entierro de los americanos, que habla de las bajas que sufrió el ejército, para terminar con Enarbolan el pabellón mexicano, acto realizado el 12 de junio, al retirarse las tropas invasoras, con lo cual México logra recuperar su soberanía, aunque a un precio muy elevado.

En Los azotes dados por los americanos (figura 15) se presenta una vista de la plaza desde el Palacio Nacional hacia la calle de Plateros y el Portal de Miraflores, teniendo a la izquierda las casas del Cabildo. Todo este rectángulo se halla delimitado por las tropas de infantería con la finalidad de cuidar el orden durante este acto punitivo. Según López, eran 1 500 hombres. El reo era Francisco Flores, condenado por disparar a un americano o "de haber descargado una pistola con intento de matar".53 El castigo infligido a Flores, de veinticinco latigazos durante cuatro días, provocó una gran irritación entre los mexicanos por la dureza del mismo, por lo que el general Scott mandó suspender estas ejecuciones en público.54

Destacan en esta litografía, realizada en la imprenta de Manuel Murguía, las evidentes desproporciones entre las figuras de primer término, que parecen gigantones, con la arquitectura y los faroles de la plaza.

El entierro de los americanos (figura 16) también es otra estampa realizada en la imprenta de Murguía. López comenta que la mortandad que tuvieron los estadounidenses desde el mes de septiembre a diciembre de 1847, tanto por las heridas, las enfermedades o los asesinatos en los barrios, puede evaluarse en 2 000, y muchas veces eran más de veinte entierros al día los que se efectuaban. El ceremonial representado es el de un oficial de caballería, por ello, detrás del carro con el ataúd, iba el caballo, el cual llevaba las botas puestas en los estribos, la espada y la carabina del difunto. En una esquina aparecen un grupo de mexicanos; con excepción de la mujer que observa sentada el paso del cortejo, tanto el niño como los otros dos personajes no parecen guardar el debido respeto a la comitiva.

Enarbolan el pabellón mexicano (figura 17), viene a ser otra vista de la plaza, pero desde el lado de enfrente a la de Los azotes dados por los americanos, es decir, desde el portal de Miraflores hacia el Palacio Nacional, y las proporciones de los soldados están mejor logradas. Esta imagen nos muestra el acto efectuado el martes 12 de junio de 1848, que dio inicio a las cinco y media de la mañana y que significaba la retirada del ejército invasor una vez firmados los Tratados de Paz. López describe la escena:

El cielo estaba muy oscuro por lo cargado de las nubes; y la lluvia aunque corta hacía aquellos momentos los más tristes... el majestuoso pabellón americano empezó a bajar con mucho orgullo, tal parecía que se regocijaba en los honores que le hacían los de su nación, por los triunfos que había adquirido [...] El general americano mandó a toda su tropa armas al hombro; después de esto empezó la salva de artillería y al sexto cañonazo comenzaron a subir con la mayor torpeza nuestro pabellón, bajándose dos veces, pareciendo que se atora el cordel. Después de la inutilidad que empleaban, por fin subió a su antiguo lugar, y entonces eran precisamente las seis y quince minutos [...] Nuestro pabellón quedó embarrado en el asta, tal parecía que tenía mucha vergüenza que lo vieran los americanos, y no faltó quien dijera: ¿cómo ha de volar el águila si a la infeliz le faltaba más de una ala y una pierna?55

Para terminar este calendario, López publica íntegro el Tratado de Paz firmado en Guadalupe Hidalgo con Estados Unidos y aprobado por el Congreso el 30 de mayo de 1848, así como los nombres de los diputados y senadores que lo apoyaron y los que rechazaron el tratado. López termina diciendo: "Nosotros observamos que los señores militares de ambas cámaras estuvieron por la paz y los paisanos por la guerra."56

En el calendario del siguiente año, el decimosegundo de 1850, López pone en los forros las monedas de Estados Unidos y en la parte de atrás un grupo de norteamericanos y comenta con tono sarcástico: "Al mismo tiempo ponemos en los forros, las monedas de los americanos y un grupo de ellos para los que no los hayan conocido y no les coja de nuevo cuando hagan su segunda visita."57 Continúa con los acontecimientos posteriores a la invasión de Estados Unidos; publica el discurso del ministro Luis de la Rosa sobre los tratados de Guadalupe Hidalgo y las proposiciones de algunos diputados para rechazarlos por considerarlos perjudiciales a los intereses de la república mexicana.

Termina esta reseña con un breve artículo dedicado a los que colaboraron con los invasores, así menciona a los comerciantes, pero marca su acento reprobatorio contra "las margaritas" (figura 18), mujeres públicas que favorecieron al extranjero. Para ello incluye otra litografía que describe así:

Enseñoreados de la capital los americanos, formaban grandes bailes, de lo que resultaba el contraste más sorprendente ver bailar a un yankee y a una china el jarabe mexicano. Las margaritas, con aquella movilidad propia de su género, su figura graciosa con aquel estilo tan agradable de coquetería, con aquellos modales tan lascivos que ellas ponen en acción para darle sabor a su jarabe, que es el néctar de nuestro pueblo. El yankee, armado hasta los dientes, mascando un gran trozo de tabaco Virginia, rumiando continuamente como los borregos; su vestido tan extraordinario, al estilo carnaval; sus botas puestas encima de los pantalones, su grotesca figura tan pesada y, por último, los graciosos sombrerillos, hechos un chilaquil (expresión vulgar), formaban un todo risible y encantador para pasar el rato.58

Con la retirada del ejército norteamericano, hay testimonios de que estas mujeres fueron objeto de la revancha popular, algunas fueron perseguidas y golpeadas.59

Para finalizar, Abraham López incluye un mapa del estado actual del país, en donde se señala con colores la pérdida del territorio. Así nos dice:

La demostración más clara de que la República ha perdido con el tratado de paz, es el adjunto mapa topográfico que acompañamos; la parte que lleva de colores lo que demarca el antiguo límite y el últimamente concedido. No encontrándonos con ninguna garantía, por no tener libertad de imprenta, nos reservamos por esta vez de dar nuestra opinión y contrariar tal vez alguna niñería, esto nos quita la pluma para no ser más extensos en estos hechos históricos. Poseemos grandes materiales y, sobre todo, hemos sido testigos presenciales de casi todos los acontecimientos que hemos referido. Y por último, tuvimos la gloria de no correr sino de ver la cara al invasor, y de aquí nacen los documentos que tenemos.60

López debió realizar también algunas hojas sueltas con litografías de la contienda, como la que se conserva, firmada por él, en el Museo Nacional de las Intervenciones, que representa la entrada del ejército yanki en la ciudad de Puebla con la Catedral al fondo.61 Una vista muy parecida, por no decir idéntica, de Puebla fue publicada en los calendarios de Mariano Galván de 1840 y posiblemente López se inspiró en ella para recrear la arquitectura.

Como hemos mencionado, otros calendarios van a incluir referencias en los textos a este conflicto62 y también imágenes alusivas, en donde se compaginan alegorías, como en el calendario de Galván de 1848 o en el de Ontiveros de 1849, con otros temas narrativos, por ejemplo en el citado calendario de Ontiveros en ese mismo año con el título "Garita de Belén" o "Vista tomada en la esquina del Montepío y puente de San Francisco" de 1850, que alude al homenaje rendido a los mexicanos muertos en la contienda. Sin embargo, la importancia de López reside en su carácter de crónica sistemática y en la abundancia de litografías sobre el conflicto. Son imágenes realizadas para un público mexicano. De esta manera, la visión que ofrecen es la valentía y resistencia del pueblo ante la presencia de las tropas invasoras. Es así que se presentan los acontecimientos desarrollados únicamente en la capital, a modo de reportaje, que inicia con los preparativos de defensa y termina con el entierro de los héroes. En ellos casi no tiene presencia el ejército estadounidense, sino que el protagonista de las escenas es la nación mexicana, a diferencia de la mayoría de las imágenes producidas en esa época y que buscaban un público estadounidense. Hay una ausencia de oficiales y de personajes destacados; es la masa anónima, el pueblo sin nombre, que fue el que verdaderamente se enfrentó al invasor y cumplió con sus obligaciones patrióticas. Se trata de una representación del patriotismo popular contra la ineficacia y "cobardía" de los profesionales.63

 

Un caso de censura: la feria de San Juan de los Lagos o los misterios de la meca mexicana

Para 1851, Abraham López sufre la censura por parte del gobierno civil y de la autoridad eclesiástica, por lo que el decimotercero fue prohibido y recogido, porque esta pequeña obra se encontraba plagada de "proposiciones respectivamente y en algún sentido heréticas, capciosas, abusivas de la Sagrada Escritura, contumeliosas al clero y a los fieles piadosos, impías, irreverentes, escandalosas e impúdicas", en opinión de José María Barrientos, canónigo doctoral de la Catedral Metropolitana.64

Por fortuna, algunos ejemplares de este calendario escaparon de la destrucción y nos han permitido conocer el motivo de la prohibición. La portada presenta una litografía, firmada por Ojeda y García, con dos personajes femeninos danzando. Más interesante es el motivo de la contraportada, donde se muestra una imagen satírica sobre el comportamiento de las mujeres. Un hombre camina agobiado por el peso de los enseres que soporta (escoba, soplillo, jaula, canasta de pan, pájaro, libro, sarta de chorizos, plumero, inyección...) y lleva cargando a un bebé y, además, en la espalda a su mujer. ¿Quién será de más aguante, el casado o el elefante?, es la rima con que titula López esta litografía (figura 19). Esta ilustración nos habla de una actitud coqueta y abusiva de la mujer casada, que exprime y agobia al hombre con todos sus caprichos y fue frecuentemente plasmada en la literatura y en la plástica. Un antecedente lo podemos encontrar en un grabado publicado en Madrid en 1820 titulado "La carga del marido" donde el marido exclama: "Qué pesada es una mujer ligera" mientras que soporta en su espalda a su mujer junto con multitud de papelinas que ponen "Cuenta del tapicero", "Cuenta de cochero", "Cuenta de costurero", etcétera. También en los calendarios contamos con representaciones de este tipo como la litografía que aparece en el Calendario nigromántico de José María Rivera de 1855 con el tema del "Arbol del amor".

En el interior incluye cuatro litografías: una dedicada al nuevo ciprés de la Catedral de México (figura 20) realizado por Lorenzo de la Hidalga, el cual critica;65 otra son los retratos de los obispos de México y Puebla, el Illmo. Sr. Garza y el Illmo. Sr. Madrid (figura 21); la tercera es una litografía de la Vista interior del Popocatépetl (figura 22)66 y la última es un plano tipográfico de San Juan de los Lagos.

López dedica la parte central del calendario a presentar un bosquejo de la Feria de San Juan de los Lagos, o lo que llama la meca mexicana, en diez cuadros que describen diversos aspectos de ella, con una crítica muy fuerte al clero, al fanatismo religioso y a la superstición. Pero quizá el capítulo que pudo despertar más el enojo de las autoridades es el dedicado a la prostitución, en donde en cuatro páginas hace una descripción pormenorizada, llena de ironía y de manera muy directa, de esta actividad, lo que era inusual en la literatura de la época, a pesar de que era del dominio público que, en estas ferias religiosas y comerciales, la prostitución, el juego y los excesos formaban parte de las mismas. Explica de dónde proceden estas mujeres, cómo se sitúan en las calles, sus tácticas para atraer a los clientes e incluso dedica un párrafo a los "margaritas" y su aspecto.

"El provincionalismo es la base de estos numerosos batallones. Las tapa-tías todas se reúnen y forman sus casas de trato en toda la acera de una calle, no dejando mezclarse con ellas ninguna que no sea de su país. Nana Ruperta es el general en jefe de las de Jalisco... Pantaleón, el jorobadito de Guanajuato, toma la acera de enfrente con el elegante surtido de jóvenes escogidas que su habilidad le ha hecho reunir en tiempos bonancibles. Cadera de Plata forma otra brigada de intrépidas que ha llegado de San Luis Potosí, sin duda más hermosas que las anteriores. Nana Quiteria, triunfante ha llegado de Aguascalientes con un batallón de muchachas, con todo el ardor de Cupido. La divina Marta, con un escogido surtido de patente, ha podido llegar de Morelia para disfrutar la gloria del triunfo de las campañas que deben emprenderse, con lo más florido de sus soldados [...]

"Volvamos a la calle Ancha. En toda esta calle, a derecha e izquierda, en las puertas de las accesorias y zaguanes, se van formando grandes grupos, sentadas en lo interior de todas estas partes, en un orden simétrico para hacerse visibles y estar a la disposición de las personas que transitan por estos lugares. Cerca de las oraciones de la noche, toda esta calle y las contiguas presentan el aspecto de un gran salón de baile, se multiplican de tal manera que se sientan en ambas banquetas muy compuestas y adornadas a su modo. En la esquina S forman en la noche un gran grupo como de trescientas, colocadas en medio de los cruceros de la calle, entorpeciendo el paso a los transeúntes: cuando se cansan se van a descansar a las banquetas inmediatas, y vuelven a ocupar su sitio [...]

"Su objeto en ese punto es hacerse visibles y buscar la ocasión: empujan con intento a los hombres, los manosean, les piden la lumbre para fumar, los enamoran o les dicen: oiga, chulo, no vaya con aquellas que lo enferman, nosotras estamos muy sanas. Otras dicen: oiga, no sea tan enojón, vamos a pasear y otras mil palabras y maneras de que se valen, tan faltas de pudor como de honestidad, en medio de una concurrencia, en que toda licencia es tolerada y vista con la más fría indiferencia [...]

"Como apéndice de las margaritas nos falta decir una sola palabra de los margaritos, putos, afeminados o hermafroditas. Si los calificamos botánicamente resulta el nombre de hermafroditas u hombres Monandria Monoginia, según ellos quieren poseer los dos sexos; esto es físicamente imposible en el orden natural.

"En la presente concurrencia de la Meca mexicana, había cosa de 25 chulos, éstos habían puesto sus mesas de fiambre, chorizones, &c. &c. &c., se presentaban sumamente limpios, las cabezas llenas de rizos, sus aretes, las camisas muy encarrujadas, los brazos descubiertos y limpios, soguillas en el cuello, banda en la cintura y porción de baratijas con que ellos se adornan. Hacen tantos ademanes, melindres y monerías, que llaman la atención de los concurrentes. Estos vienen a ser como la banda o los tambores de Cupido: el jefe de ellos era un puto llamado Ramoncita la poblanita, y era tapatío. Este era sin duda el tambor mayor y todos juntos el hazmerreír de la concurrencia."67

Como esta determinación se toma a fines de octubre, Abraham López tuvo tiempo de preparar otra versión del calendario de 1851,68 el que titula decimocuarto y segundo, y pone la siguiente explicación: "Habiéndose prohibido por orden superior la lectura de nuestro calendario XIII, por este acontecimiento hemos tenido la precisión de ordenar el XIV, que es el que publicamos en obsequio de nuestros lectores, para que no se quedaran sin él. En el año entrante informaremos a nuestros favorecedores de este gran negocio, lo que no podemos en la presente, por la situación crítica en que nos hallamos."69 Posiblemente, para no tener problemas con la censura, este calendario lo dedica a los preceptos y ventajas del dibujo,70 y los métodos para aprender los principios fundamentales del arte de la música, afición muy presente en López, y lo acompaña de una lámina firmada por él con diversas academias (figura 23).

 

El fin de los calendarios realizados por López y el relevo de Manuel Murguía

Para el año siguiente, el decimocuarto calendario para 1852 es impreso por Murguía, aunque el editor debió de ser López porque continúa el tono crítico de los anteriores. Junto al calendario se incluye un artículo titulado "México, su configuración, extensión y límites respectivos", que termina con unas "Reflexiones políticas" en las que lanza un duro ataque a la pasada administración de José Joaquín Herrera, al privilegio de José Garay sobre el Istmo de Tehuantepec y la venta que hizo de éste al gobierno de Estados Unidos.

Este calendario incluye una litografía (figura 24) que de manera alegórica representa la situación de la república mexicana en 1852 y acompaña a una larga composición poética con el título "Viva la federación". La república mexicana está representada por una mujer afligida, que tapa su rostro con las manos, y cuya ropa está hecha jirones. Se encuentra sentada sobre un montículo, para destacarla de los demás personajes, y sostiene un cuerno de la abundancia, del que sólo escapan papeles (tratados, leyes, decretos). A sus pies, ocho orondos personajes (los políticos y los diputados) se saludan y sonríen, teniendo junto a ellos, en el suelo, pequeñas sacas de oro. Estos personajes rodean a un pobre individuo tambaleante, que se apoya en un bastón, y cuya indumentaria se encuentra rota, es el pueblo mexicano, empobrecido a costa de la ganancia de los políticos. Al fondo se ve un ferrocarril, símbolo del progreso estadounidense, y en un plano más cercano a unos porteadores, junto al litoral, lo que vendría a ser el pueblo mexicano esclavizado por los norteamericanos.

Para 1853, Manuel Murguía también se encarga de imprimir el calendario de López y destaca un texto titulado "El Palacio Nacional" tomado de La Ilustración71 que plantea, con mucha ironía, una crítica a la figura del presidente y sus ministros. Se reproduce asimismo una litografía de H. Méndez que había sido publicada unos meses antes, el 28 de agosto de 1852, en el periódico El Telégrafo, con el título "La presidencia en peligro", donde se representa al presidente Mariano Arista enfermo en la cama, mientras se reproduce el diálogo entre la curandera y el doctor (figura 25).72 La primera solicita al galeno un revulsivo para sanar al presidente, por lo que le contesta el doctor: "temo demasiado las revoluciones", haciendo referencia a los continuos alzamientos y pronunciamientos que fueron enfermando el presidencialismo mexicano de esta primera mitad de siglo.

Poco a poco, el calendario de López va perdiendo el carácter combativo que le caracterizaba. El de 1854 está dedicado al "Oráculo o sea el libro de los destinos" y para el año siguiente aparecen en la portada interior M. Murguía y Compañía como editores e impresores del calendario de López, con lo que suponemos que para esa fecha Murguía adquirió el calendario. No es fácil encontrar documentación sobre acuerdos de impresión y venta de calendarios. Uno de los escasos ejemplos es el que realizó Manuel Murguía con Mariano Galván, quien a causa de las deudas realiza una escritura pública para que le imprima Murguía su calendario a partir de 1855 y, posteriormente, pasará a ser propiedad de Murguía.73

Ya bajo la propiedad de Murguía, el calendario tuvo una larga vida, hasta finales del siglo; sin embargo, es notorio el cambio de contenido en donde se abandona la crítica política y se incluyen artículos de entretenimiento y utilidad, con un fuerte peso de temas religiosos y morales. El calendario de López se convirtió en uno más de los productos que ofrecía Murguía al público, en su búsqueda de mayores receptores. Se plasma así un cambio en el género del calendario de la segunda mitad de siglo XIX; de ser un producto exclusivo y elaborado por un autor, a formar parte del catálogo de un impresor que produce en un mismo año varios calendarios distintos.

A pesar de ello, el calendario de López incluye algunas litografías interesantes, salidas del taller de Murguía. En el de 1857 aparece un juego de lotería, y a partir de 1858, se empiezan a reproducir algunos de los tipos que aparecen en Los mexicanos pintados por sí mismos ("El barbero" y "El evangelista"), obra que editó Murguía en 1855.

 

Epílogo

De esta revisión de los calendarios de López hay diversos aspectos referidos a la gráfica que es importante destacar, ya que nos hablan de un comportamiento común en otros calendarios y en revistas ilustradas de la época. Por una parte, el casi anonimato de las obras —con excepción del baile de la polca, la lámina de las academias y algunas litografías impresas en otros talleres—, en su gran mayoría las ilustraciones aparecen sin firma. Por otra parte, a pesar de la difusión que adquiere a partir de la década de los cuarenta la litografía en los medios impresos, en el calendario no se abandonará la práctica del grabado como uno de los medios más económicos para la reproducción de imágenes. Además, la gran disparidad en la calidad estética, que en el caso de López presenta unas características formales que la ubican dentro del universo de la gráfica popular como es el uso expresivo de la línea, la ausencia de una perspectiva académica, la evidente desproporción entre las figuras y los elementos arquitectónicos, etcétera. Las ilustraciones se convierten en un medio para hacer más atractivos estos folletos y, a la vez, una manera de hacer más explícito un texto y acercarse a todo tipo de público, mucho de él casi iletrado, pues hay que tener en cuenta que los calendarios llegaron a contar con tiradas de varios miles de ejemplares, superando con mucho a la prensa periódica y a los libros.

Esto es, a grandes líneas, un recuento de la historia, acompañada de imágenes, que nos legó Abraham López. Este personaje va a reunir varias actividades, como la de impresor, de editor y de litógrafo, para ofrecernos una crónica muy personal de México en la década de los cuarenta del siglo XIX.

 

Notas

1. Decimotercero calendario de Abraham López, arreglado al meridiano de México, antes publicado en Toluca para el año de 1851. Impreso en la tercera calle de Santo Domingo, donde se expende, p. 17.         [ Links ]

2. Quinto calendario de Abraham López arreglado al meridiano de México para el año de 1843, antes publicado en Toluca, México, 1842. Impreso por I. Ávila, calle de Donceles, 18, p. 27.         [ Links ]

3. Sexto calendario de Abraham López para el año bisiesto de 1844, arreglado al meridiano de México, antes publicado en Toluca. Imprenta del autor.         [ Links ]

4. El que llevaba su nombre, el dedicado a las señoritas, el liberal de don Liberato Garabato Panzacola y el de la caridad en beneficio de los pobres.

5. Más tarde, en 1851, el Calendario de Díaz Triujeque presentará dos litografías con veinte escenas de la época prehispánica y de la conquista de México, tomadas de la obra de William Prescott, editada por Cumplido en 1844. Véase María José Esparza Liberal, "La historia de México en el calendario de Ignacio Díaz Triujeque de 1851 y la obra de Prescott", en Anales del Instituto de Investigaciones Estéticas, núm. 80, México, 2002, pp. 143-167.         [ Links ]

6. Con excepción del Calendario de Galván de 1838,         [ Links ] con pequeñas viñetas de los gobernantes aztecas.

7. Los temas tratados son: Huitzilopochtli, fundación de México, fundación de la monarquía de México, ritos de los mexicanos en el nacimiento de sus hijos, escuelas públicas y seminarios, educación de la juventud mexicana, ritos nupciales, sacrificios comunes de víctimas humanas, leyes penales, exequias, los sepulcros y calendario.

8. Es admirable en el calendario de los mexicanos (dice don Lorenzo Hervás) el uso de símbolos y de los periodos de los años, meses y días... Segundo calendario del C. Abraham López para el año de 1839 arreglado al meridiano de Toluca..., p. 52. Clavijero, en su Historia antigua de Méjico, reproduce una carta en donde el jesuita Hervás le hace algunas observaciones sobre el calendario mexicano, y de ahí Abraham López saca su texto. Lorenzo Hervás (1735-1808) fue un polígrafo español y religioso de la Compañía de Jesús que coincidió con Clavijero en Italia.

9. Francisco Saverio Clavijero, Historia antigua de Méjico sacada de los mejores historiadores españoles y de los manuscritos y de las pinturas antiguas de los indios dividida en diez libros, adornada con mapas y estampas e ilustrada con disertaciones sobre la tierra, los animales y los habitantes de México. Londres, lo publica R. Ackermann y en su establecimiento de México, 1826.         [ Links ]

10. Ernesto de la Torre Villar, Los grabados en la Historia antigua de México, México, Celanese-San Ángel, 1980,p. 26.         [ Links ]

11. Los temas tratados son: la cualidad de la tierra, de los abonos de las tierras, disposición para plantar los árboles y las sementeras.

12. En 1582, el papa Gregorio XIII realiza una modificación del calendario juliano que dio lugar al calendario vigente en la actualidad. Suprimió diez días y dispuso que los años cuyas dos cifras fueran cero y que son bisiestos en el calendario juliano no lo serían, con lo que se corregiría el exceso de duración de ese calendario.

13. Cuarto calendario de Abraham López para el año de 1841, p. 30: "¿         [ Links ]podrá creerse que unos indios a quienes la Europa entera creía no eran criaturas racionales, ver en ellos unos conocimientos que asombran? Más tarde declaró Paulo III que los indios eran hombres iguales a los demás y desvanecerse la despreciable idea que no eran monos sino hombres con un alma racional. La corrección que hizo Gregorio XIII, en el calendario, no parece ser sino la imitación en la parte sustancial del Calendario mexica; pues al cabo de sesenta años conquistado México, le ocurrió a su santidad el arreglo que había aprendido de los gentiles de América Septentrional". Sobre este punto insiste más tarde en el Sexto calendario de 1844,op. cit., s.p.: "Desde tiempo inmemorial nuestros antiguos padres, los aztecas, nos dejaron esa piedra que está al pie de la torre de la Catedral, que inmortalizaba la memoria de la nación a que pertenecemos: cuando ellos tenían arreglado su calendario civil y astronómico con una perfección que el actual no tiene; esas naciones de primer orden tuvieron después de medio siglo, que reformarlo en el estado que hoy se encuentra ¡Oh Gregorio XIV! [sic] ¡Si tú pudieras decir la verdad! ¡Sin duda lo aprendistes de los antiguos mexicanos!"

14. Antonio León y Gama, Descripción histórica y cronológica de las dos piedras que con ocasión del nuevo empedrado que se está formando en la Plaza Principal de México, se hallaron en ella el año de 1790, México, Mariano Ontiveros, 1792.         [ Links ]

15. Se trata de Coatlicue.

16. Sexto calendario de Abraham López para el año bisiesto de 1844,op. cit., s/p.

17. Idem.

18. Idem.

19. Es importante señalar que en esta época son empresarios públicos los que impulsan nuevas obras; otro ejemplo es Arbeu y la construcción del Teatro Nacional de Santa Anna, inaugurado en 1844, obra también de Lorenzo de la Hidalga.

20. Séptimo calendario de Abraham López arreglado al meridiano de México, antes publicado en Toluca, para el año de 1845, México, Vicente García Torres, p. 10.         [ Links ]

21. El otro testimonio gráfico aparece en El Museo Mexicano de Ignacio Cumplido, en el número 2 del tomo I de 1843,         [ Links ] en dos litografías del mercado del Volador, una es la planta y la otra es la fachada, donde se aprecia la escultura de Santa Anna. Además, se acompaña de un texto del propio arquitecto donde expone los principios que rigen esta obra: solidez, salubridad y comodidad, siguiendo las teorías del arquitecto francés Louis Durand; véase Elisa García Barragán, "Lorenzo de la Hidalga: un precursor del funcionalismo", en Anales del Instituto de Investigaciones Estéticas, núm. 48, México, Universidad Nacional Autónoma de México, Instituto de Investigaciones Estéticas, 1978, pp. 71-82.         [ Links ]

22. María Rebeca Yoma Medina y Luis Alberto Sánchez López, Dos mercados en la historia de México: el Volador y la Merced, México, Instituto Nacional de Antropología e Historia, 1990, p. 130.         [ Links ]

23. López comenta sobre esta obra: "El pedestal de la columna todos creen que pertenece al orden jónico y la columna al orden dórico; pero si la intención del autor era que fuera del mismo orden, sus módulos no son iguales, es decir, el pedestal no es el mismo del de la columna: jamás habíamos visto, sino entre los líricos este orden despilfarrado; pero entenderemos será el de la nueva regeneración que ha trasformado los sistemas de Viñola, &c., pues a primera vista parece que el pedestal es jónico, por su altura y la columna dórica por su robustez." Séptimo calendario de Abraham López... op. cit., p. 11. Tampoco escapan de la crítica de López las inscripciones del pedestal: "Estas dos inscripciones se hallan sin ningún punto ni coma: seguramente se quedaron dentro de los cinceles al tiempo de esculpirlas..."

24. Sobre este monumento, el ayuntamiento aprobó la siguiente iniciativa: "En la columna que existe en la Plaza del Volador se pondrá la siguiente inscripción u otra análoga: La adulación colocó una estatua sobre esta columna el 13 de junio de 1844, el patriotismo la derrocó el 6 de diciembre del mismo año." Véase María Rebeca Yoma Medina y Luis Alberto Márquez López, op. cit., p. 128.

25. Luis González Obregón, México viejo, México, Alianza Editorial, 1991, p. 304.         [ Links ] Esta imagen aparece en algunos otros calendarios posteriores, con un carácter satírico donde se critica y se caricaturiza al gobierno de Santa Anna, como en el Calendario de Pedro de Urdimalas de 1857.         [ Links ]

26. Resulta curioso que en algunos ejemplares consultados del mismo calendario claramente aparecen las iniciales, mientras que en otros no aparece la firma.

27. Décimo tercer calendario de Abraham López para el año de 1851,op. cit., p. 17.

28. De esta manera se señala: "En fines del diciembre de 1845, apareció un Don Quijote por la monarquía extranjera: duraron sus aventuras siete meses, como para compararse a los siete pecados capitales, que son cabeza y raíces de otros muchos. Su gobierno fue como un azote que alcanzó a todos los que defendimos los derechos de nuestra patria. La fogosidad de su administración pareció a un caballo que no tiene rienda ni amo que lo sujete, atropellando las garantías sociales. La sabiduría que encierra la convocatoria que publicó, si la hubiera dictado el burro en que cabalgaba Sancho Panza, la hubiera discurrido con más tino. ¿Pero qué debía de esperar la nación de un hombre [según la opinión pública que] pocas veces estaba en su juicio: que debiendo atacar al enemigo extranjero, desertó y se apoderó de la presidencia de la República, como un ladrón se toma el bolsillo de un indefenso? ¿Y qué debía esperarse de ese llamado congreso cuando lo dirigían parte de los que fueron cómplices en el asesinato jurídico del Exmo. Sr. D. Vicente Guerrero?", en el Noveno calendario de Abraham López arreglado al meridiano de México y antes publicado en Toluca para el año de 1847. Imprenta del autor, calle de Donceles, 18, pp. 62 y 63.         [ Links ]

29. Michael P. Costeloe, La república central en México, 1835-1846. Hombres de bien en la época de Santa Anna, México, Fondo de Cultura Económica, 2000, p. 367.         [ Links ]

30. Luis Rublúo, Retrato de Vicente García Torres, Pachuca, Gobierno del Estado de Hidalgo/Consejo Nacional para la Cultura y las Artes, 1997, pp. 19-31.         [ Links ]

31. Niceto de Zamacois, Historia de México desde sus tiempos más remotos hasta nuestros días, Barcelona/México, J. F. Parrés y Compañía, 1876-1902, tomo XIII, p. 617.         [ Links ]

32. Noveno calendario de Abraham López para 1847, op. cit., p. 3.

33. El gobierno del general Paredes, que surgió derrotando al general Herrera, cayó el 28 de julio por una revuelta preparada por Valentín Gómez Farías, lo que supuso el fin del proyecto conservador en el gobierno y la vuelta al federalismo, otra vez en manos de Antonio López de Santa Anna.

34. Noveno calendario de Abraham López para 1847, op. cit., p. 55.

35. Ibidem, p. 58.

36. Ibidem, p. 57.

37. Carlos María de Bustamante, El nuevo Bernal del Castillo, o sea, la historia de la invasión angloamericana en México, 1847, México, Consejo Nacional para la Cultura y las Artes, 1990, pp. 304-305.         [ Links ]

38. No sabemos con seguridad si esta litografía era una hoja suelta o apareció en alguna publicación de la época; tampoco conocemos su localización, sólo la conocemos por reproducciones actuales.

39. Laura Herrera Serna relaciona este grabado con el segundo entremés aparecido en el calendario del año siguiente que trata de una carta del general Gabriel Valencia al Señor Santiago, en "La guerra entre México y Estados Unidos en los calendarios de mediados del siglo XIX", en Boletín del Instituto de Investigaciones Bibliográficas, México, Universidad Nacional Autónoma de México-Instituto de Investigaciones Bibliográficas, vol. V, núms. 1 y 2, primer y segundo semestres de 2000, p. 118.         [ Links ]

40.Décimo calendario de Abraham López arreglado al meridiano de México y antes publicado en Toluca para el año bisiesto de 1848. Imprenta tipográfica y litográfica del autor, calle de Donceles, junto al número 18, donde se hallará a la venta, pp. 39 y 40.         [ Links ]

41. Una de ellas se encuentra en el Museo de las Intervenciones de Churubusco, y la otra es propiedad de un coleccionista particular.

42. Faltaría localizar las otras tres imágenes que se anunciaban en el calendario; quizás una de ellas sea la que Antonio García Cubas reproduce en El libro de mis recuerdos publicado en 1905, p. 471,         [ Links ] con el título "Revolución de los polkos. Calle del Refugio". En el capítulo "Pronunciamientos de antaño" hay varias litografías de la época, entre ellas dos referidas a los combates en la calle del Refugio. Por desgracia, no conocemos su procedencia ni su localización.

43. Arturo Aguilar Ochoa, "La litografía en la ciudad de México, los años decisivos: 1827-1847", México, Universidad Nacional Autónoma de México-Facultad de Filosofía y Letras, tesis de doctorado, 2001, pp. 232-235.         [ Links ]

44. El común de los estadounidenses sabía leer o estaba más extendida la lectura en grupo, ya que su religión les obligaba a leer la Biblia como una posibilidad de salvación.

45. Esther Acevedo, "De la conquista a la intervención", en Los pinceles de la historia. De la patria criolla a la nación mexicana, 1750-1860, México, Museo Nacional de Arte, UNAM-Instituto de Investigaciones Estéticas, 2000, pp. 189-203.         [ Links ]

46. Para un estudio sobre este álbum y en concreto sobre la litografía de Carlos Nebel titulada "General Scott s entrance into Mexico", véase Fabiola García Rubio, La entrada de las tropas estadounidenses a la ciudad de México. La mirada de Carl Nebel, México, Instituto Mora, 2002, 132 pp.         [ Links ]

47. Décimo calendario de Abraham López para el año de 1848, op. cit., p. 57.

48. "Poco después de las ocho y media, pasó el Viático por enfrente de los carros, todos los mexicanos se hincaron menos los yankees, y vieron la estufa sorprendidos, con la mayor indiferencia y, por último, no le hicieron ninguna reverencia. La gente pobre y algunos clérigos empezaron a poner en movimiento a los concurrentes y a maldecir públicamente a los yankees. Casi en seguida unos muchachitos empezaron a tirarles unas pedraditas, a un cochero que estaba junto a la cruz que está frente al Sagrario. El aspecto de ese cochero era risible y enojado con esta clase de juguete, formaba contraste que a todos divertía. Como a las nueve y media empezaron a andar los carros en dirección a Plateros. Al octavo que pasaba por enfrente de la torre que mira al Empedradillo, empezaron la diversión antes dicha de los muchachos, después siguieron las mujeres, continuó la plebe y acabó con tomar parte alguna gente decente. En ese momento decían que era una estrategia militar para tomar la capital, permitida por el Gobierno. En ese instante se enfurece todo el pueblo y acomete contra los carros. Todo era confusión, una lluvia de pedradas era regalada a cada cochero. No pudiendo resistirla, un cochero en las mulas, caía al suelo, para volver a su asiento a que le desbarataran las costillas. La escolta no podía contener el alboroto y la plebe acometió al mismo tiempo contra ellos, gritando muera los yankees, muera el general Santa Anna por traidor. La plaza contendría más de treinta mil personas de ambos sexos, unas en observación y otras apedreando; de manera que ya los últimos carros parecía nublarse el sol, de la multitud de piedras que se les arrojaban.

"En la primera calle de Plateros era el espectáculo más horroroso y terrible. Un pobre cochero corriendo enclavijaba las manos y gritaba: Mexicanos, soy irlandés, soy cristiano y enseñaba un rosario gordo que traía al cuello. Las piedras le llovían al infeliz, lo tiran de las mulas, pasa su mismo carro sobre él; en seguida, otro, entre los mayores tormentos, este desgraciado dejó de vivir. A este tiempo aparece el general D. Joaquín de Herrera, y se lanza en medio de aquel torbellino, reprehende al pueblo, y les dice que sean valientes en el campo de batalla pero que con el indefenso sean humanos. Este hombre contuvo al momento el desorden."

49. Décimo calendario de Abraham López para el año bisiesto de 1848, op. cit., p. 65.

50. Idem.

51. Ibidem, p. 67.

52. Undécimo calendario de Abraham López arreglado al meridiano de México y antes publicado en Toluca para 1849. Imprenta del autor, calle de Santo Domingo junto al número 1, donde se hallará a la venta, p. 48.         [ Links ]

53. Ibidem, p. 47.

54. Este castigo López lo describe de la siguiente manera: "A continuación un yankee con toda la fuerza posible, y con la entereza de una furia, con un chicote de los carreteros, le plantó en la espalda veinticinco latigazos [...] La víctima gritaba con todas sus fuerzas; pero a la manera que iba aumentando el número de azotes, iba perdiendo la voz; cuando había llegado a los diez y ocho, ya el ejecutado había perdido los sentidos, y parecía estar muerto: pero el ejecutor continuó su oficio con la mayor indiferencia. Desatado este hombre del aparato, cayó súpito al suelo sin sentidos. Esta escena se repitió tres veces". Ibidem, pp. 47 y 48. Sobre este suceso hay varios testimonios que apuntan hacia una sublevación contra los yankees; véase Luis Fernando Granados Salinas, "Sueñan las piedras. Alzamiento ocurrido en la ciudad de México, 14, 15 y 16 de septiembre, 1847", México, tesis de licenciatura en historia, Universidad Nacional Autónoma de México-Facultad de Filosofía y Letras, 1999, pp. 147-151.         [ Links ]

55. Undécimo calendario de Abraham, op. cit., pp. 19-20.

56. Ibidem, p. 69.

57. Duodécimo calendario de Abraham López arreglado al meridiano de México y antes publicado en Toluca para el año de 1850, impreso en la tercera calle de Santo Domingo, donde se vende, p. 62.         [ Links ]

58. Ibidem, p. 63.

59. El Siglo Diez y Nueve, 3, 7 y 9 de junio de 1848. Tomado de María Gayón Córdova, comp., La ocupación yanqui de la ciudad de México, 1847-1848, México, Instituto Nacional de Antropología e Historia, Consejo Nacional para la Cultura y las Artes, 1997, pp. 466-467.         [ Links ]

60. Duodécimo calendario de Abraham López, op. cit., p. 62.

61. Agradezco a Arturo Aguilar la información proporcionada sobre esta imagen.

62. Véase el artículo de Laura Herrera Serna, op. cit., pp. 149-206, donde recopila y analiza las referencias que aparecieron en los calendarios sobre la guerra contra Estados Unidos.

63. Una amplia recopilación de imágenes de la guerra con Estados Unidos se encuentra en Eyewitness to War. Prints and Daguerreotypes of Mexican War, 1846-1848, Texas, Amon Carter Museum, 1989.         [ Links ]

64. Archivo Histórico de la Ciudad de México, ramo Justicia, juzgados de imprenta, vol. 2740, exp. 34, f. 5.         [ Links ]

65. "La atención pública ha llamado a la construcción de este tabernáculo, y no ha correspondido a los deseos y ponderaciones que se prodigaron al tiempo de hacerlo. Su figura es circular, teniendo cuatro altares con que da frente, los cuales están en la parte que le sirven de zócalo, y a continuación siguen cuatro gradas en disminución. De ese punto se forma otro pequeño pedestal que sirve a ocho columnas que están colocadas simétricamente, siendo éstas del orden corintio, pero parece que el modelo no corresponde a su altura. El entablamento o cornisa no pertenece al orden indicado por faltarles los modillones, el dentellado, &c., &c., que es toda la riqueza ornamental de su origen...", Décimotercero calendario de Abraham López para 1851, pp. 30-31.         [ Links ]

66. Esta estampa tiene una descripción pormenorizada y acompaña un texto, posiblemente de Antonio García, donde inicia un relato sobre el descenso al interior del cráter. Dicha narración se queda en los prolegómenos al detallar cómo, movido por una publicación del barón de Gross, a quien acusa de mentiroso y cobarde, emprende la aventura de conocer el interior del Popocatépetl. El calendario anuncia que continuará pero, sin duda por los avatares que sufre dicha publicación, no se termina en el siguiente año. Décimotercero calendario de Abraham López para 1851, pp. 72-73.         [ Links ]

67. Décimotercero calendario de Abraham López para 1851, pp. 56-59.         [ Links ]

68. Aparece anunciado en el periódico La Prensa, los días 22, 24, 26 y 28 de enero de 1852.         [ Links ]

69. Décimo cuarto calendario de Abraham López, arreglado al meridiano de México, antes publicado en Toluca, y segundo para el año de 1851, p. 28.         [ Links ]

70. El texto, anota López, que lo toma de una traducción del inglés al español hecha por José de Urcullu en los "Elementos de dibujo natural" publicado por Ackermann.

71. Decimoquinto calendario de Abraham López para el año de 1853, México, se vende en la imprenta de M. Murguía, portal del Aguila de Oro, p. 25.         [ Links ]

72. Un análisis puntual sobre esta publicación lo podemos encontrar en el artículo de Helia Bonilla Reyna, "El Telégrafo y la caricatura francesa", en Anales del Instituto de Investigaciones Estéticas, UNAM-IIE, 2002, núm. 81, pp. 53-121.         [ Links ]

73. Archivo General de Notarías de la Ciudad de México. Notario 169, Ramón de la Cueva, 13 de enero de 1854.         [ Links ]

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