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Anales del Instituto de Investigaciones Estéticas

versão impressa ISSN 0185-1276

An. Inst. Investig. Estét vol.23 no.79 Ciudad de México Set./Nov. 2001

 

Libros

 

Tan lejos. Tan cerca, a 450 años de la Real Universidad de México. Clara Inés Ramírez, Armando Pavón y Mónica Hidalgo, coordinadores

 

por Antonio Rubial García

 

México, UNAM, 2001.

 

Desde hace casi una década, se ha impulsado en nuestra ciudad capital la promoción de exposiciones de obras artísticas y la publicación de los catálogos correspondientes. Salvo excepciones, lo notable del fenómeno no sólo ha sido la novedad de las líneas temáticas expuestas y la solidez en la concepción museográfica general, sino también el alto nivel académico de los artículos incluidos en los catálogos y la extraordinaria calidad de sus impresiones fotográficas. El libro que hoy reseñamos se inscribe en esta encomiable labor por difundir nuestro patrimonio cultural dándole contenidos avalados por una sólida investigación. Frente a la rica y variada recopilación de materiales que implica una exposición y a su puesta en escena en un espacio, el catálogo sirve no sólo para dar cuenta de ese fenómeno tan efímero, sino también para recoger sus logros y hallazgos que, de otra manera, quedarían sepultados en el olvido.

En esta doble labor de abrir espacios de exposición y de imprimir textos para su preservación en la memoria han tenido un papel muy importante instituciones como Fomento Cultural Banamex, el Museo Nacional de Arte, el Museo de San Carlos, el Museo de la ciudad de México y nuestra máxima casa de estudios, la UNAM. Esta última se ha distinguido por sus exposiciones tanto en el ex Colegio de San Ildefonso como en el Museo Universitario de Ciencias y Artes (MUCA), espacio donde se realizó aquella cuyo catálogo hoy reseñamos.

El libro tiene dos partes: una de ensayos y otra de obra. En la primera, un grupo de cinco investigadores recorren la vida de la universidad virreinal, su fundación, su organización corporativa, la labor de los individuos que la conformaron con sus cargos y oficios. En ella se puede ver tanto a la institución (con sus actividades, organización, proyectos y límites) como a sus miembros (que reforzaron los vínculos de la universidad con otras instancias corporativas). Armando Pavón hace una recapitulación del proceso de fundación de la universidad en el siglo XVI y explica su forma de gobernarse; Clara Inés Ramírez la estudia en su dimensión corporativa y la sitúa en sus límites; Mónica Hidalgo la relaciona con los colegios y las otras instancias educativas y analiza sus cargos y oficios, y los tres autores escriben de manera conjunta un ensayo sobre sus facultades, sus grados y sus cátedras; Luis Roberto Torres hace una semblanza de algunos universitarios distinguidos; una mención especial merece el trabajo de Enrique González que nos muestra una corporación inserta en la sociedad y cuyos miembros tienen una activa participación en la vida cultural de la capital, tanto en la educación como en el púlpito y, sobre todo, en la imprenta. Estos trabajos son fruto de varios años de investigación en archivos y bibliotecas y resumen una enorme cantidad de información que ha producido y sistematizado el Centro de Estudios sobre la Universidad (CESU). Un último artículo (el de Ofelia Martínez), excepcional en este tipo de libros, no sólo da constancia de los trabajos museográficos de la exposición, sino además teoriza sobre sus aspectos didácticos y comunicativos.

En la segunda parte del libro se incluye el catálogo de la obra expuesta, una mínima muestra del enorme volumen de retratos de universitarios que se guardan en los repositorios públicos y privados de nuestro país, de los cuales fueron revisados para esta exposición cuatro: Museo Nacional del Virreinato, Museo Nacional de Historia de Chapultepec, Patrimonio Universitario UNAM y Catedral metropolitana. Clara Inés Ramírez, Armando Pavón y Mónica Hidalgo, los curadores de la exposición (y también autores de algunos de los textos del catálogo y coordinadores del mismo), tienen la intención de catalogar y estudiar, a mediano plazo, los retratos de universitarios del virreinato, proyecto del cual el presente libro es sólo el primer producto. Según informan en uno de los estudios introductorios, existen casi trescientas de esas pinturas que estaban colocadas en salones de actos universitarios, colegios y otras instituciones donde estos doctores trabajaban y actuaban. Esos retratos eran, junto con los libros impresos y la crónica de la universidad, parte fundamental de la identidad corporativa, identidad que se alimentaba del orgullo de las glorias pasadas de la institución y que era utilizada como un medio para conseguir privilegios y afianzar su presencia social. El retrato resume, en última instancia, la imagen que la institución tiene de sí misma o, por mejor decir, la que quiere que los demás cuerpos sociales tengan de ella.

En la muestra que presenta el catálogo y que está organizada en orden alfabético, la mayor parte de los cuadros son anónimos, aunque también es notable la presencia de connotados pintores como Juan Rodríguez Juárez, Juan Correa, José de Ibarra, Andrés López y Miguel Cabrera. Por otro lado, en la cronología de la muestra se pueden observar tres periodos donde se concentra la producción pictórica: uno, a fines del siglo XVII, quizás centrado en el periodo de rectorado de Juan de Narváez, el primero que se interesó por crear una galería de hombres ilustres para el salón de actos de la universidad; el segundo, a mediados del XVIII, con varias obras del pintor Miguel Cabrera; el tercero, a fines de esa centuria y principios del XIX, periodo en que la institución sufría los embates de la modernidad y en el que se puede observar una preeminencia de cuadros de autoridades civiles y eclesiásticas. Una sistematización de ese material, la búsqueda de los lugares de procedencia de las pinturas, la concentración de la obra en grupos de características comunes y otros métodos de análisis darán interesantes datos que enriquecerán tanto nuestro conocimiento de la vida universitaria como de la historia del arte del virreinato hasta principios del siglo XIX.

Con la investigación que se presenta en la primera parte y con otras que se han desarrollado en el CESU, el estudio de este enorme corpus iconográfico tiene ya una base contextual muy sólida; falta ahora profundizar en otros aspectos: investigar sobre posibles autorías, mecenazgos y procedencia de las obras; sistematizar el material y concentrarlo en grupos con características comunes; aplicar otros métodos de análisis, como el formal y compositivo, a las pinturas. Todo esto dará interesantes datos que enriquecerán tanto nuestro conocimiento de la vida universitaria como de la historia del arte virreinal.

Los retratados eran hombres que habían ocupado el cargo de rector, otros fueron catedráticos ilustres, oidores, médicos, teólogos, canonistas, obispos, miembros de cabildos catedralicios o destacados religiosos de las provincias mendicantes. A través de las cartelas que dan cuenta de sus cargos y distinciones y de los símbolos de su prestigio académico (birretes, libros) o eclesiástico (mitras y cayados), esos retratos nos permiten comprender el papel central que tenía la universidad en el ámbito novohispano. En ella no sólo se impartían clases y se otorgaban grados, también se daban cita los hombres que administraban la justicia, que regían la vida religiosa y política, que definían los criterios científicos, filosóficos, artísticos, jurídicos y teológicos, aquellos cuyos libros se imprimían y, en fin, aquellos que regulaban todo el sistema de valores que regía al virreinato. Lo más significativo es que la gran mayoría de los retratos expuestos (y por tanto de los miembros de la institución) eran eclesiásticos, lo que convertía a la universidad en un apéndice de ese complejo aparato multicorporativo y omnipresente que era la Iglesia.

Para poder entender el fenómeno cultural y a la sociedad que lo produce y reproduce, es necesario aproximarnos no sólo a la documentación oficial (que es la que ha sobrevivido en los archivos), sino también a los instrumentos de difusión privilegiados por esa sociedad: las imágenes y los textos impresos. Sin estos elementos que sustentaban la visualidad y la oralidad es imposible entender los procesos culturales. Con un catálogo como el que hoy nos presenta la UNAM es posible darnos por lo menos una idea de la presencia que tenía la universidad en los ámbitos social, cultural y político de la Nueva España. Sus materiales son además una rica cantera que servirá para futuras investigaciones, pues no sólo recogen, en un solo espacio expositivo, visual y textual, ideas e imágenes que se encuentran dispersas, sino que además dan, a partir de su unidad temática y de sus estudios introductorios, una sólida base para conocer mejor los orígenes de esta institución que nos es tan entrañable: la Universidad.

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