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Anales del Instituto de Investigaciones Estéticas

versión impresa ISSN 0185-1276

An. Inst. Investig. Estét vol.22 no.76 Ciudad de México mar./jun. 2000

 

Reseñas

 

Nómadas y sedentarios en el Norte de México: homenaje a Beatriz Braniff* (Marie-Areti Hers, José Luis Mirafuente et al., compiladores)

 

por William Merrill

 

México, Universidad Nacional Autónoma de México, Instituto de Investigaciones Estéticas, Instituto de Investigaciones Antropológicas, Instituto de Investigaciones Históricas, 2000

 

Ante todo, quisiera agradecer a los organizadores por haberme invitado a participar en el coloquio que se llevó a cabo en la ciudad de Durango hace ya cinco años, así como a contribuir en el tomo que esta tarde se presenta al público. Como todos sabemos, la organización de coloquios y publicaciones de tan gran magnitud requiere de un esfuerzo enorme y no siempre produce resultados tan impresionantes como éste. Tanto en las aportaciones de los ensayos que contiene como en la calidad de su producción, este tomo –Nómadas y sedentarios en el Norte de México: Homenaje a Beatriz Braniff– demuestra la visión, capacidad y dedicación que los organizadores trajeron al proyecto. A todos ustedes los felicito por este éxito.

Quisiera también felicitar a la maestra Tita Braniff por sus contribuciones al mejor entendimiento del norte de México y sus habitantes. Por medio de sus investigaciones, nos ofrece una visión profunda y sofisticada del norte, la cual se encuentra a la disposición no sólo de los investigadores sino –gracias a su trabajo en la creación del Museo de las Culturas del Norte en Paquimé, Chihuahua– de un público general. El compromiso con el norte que la maestra Braniff ha mantenido a lo largo de su vida profesional ha inspirado el trabajo de muchos investigadores y seguirá haciéndolo con futuras generaciones.

Pasando ahora a la colección de ensayos que se presenta hoy, su principal propósito es el de reconocer y agradecer a la maestra Braniff por sus contribuciones a la investigación y desarrollo de la arqueología de México. Es un homenaje en el sentido de que se celebra en honor de una persona; sin embargo, comparte además algo de la antigua tradición europea de los festscrift, u obras celebradoras, que se ofrecían a personas destacadas, no sólo para reconocer y conmemorar sus logros sino también para darles algo que pudieran disfrutar. Espero que la maestra Braniff se divierta al leer este tomo y que reconozca en él la admiración que sus colegas tenemos por ella.

En términos generales, el tomo explora tres temas. Dos de ellos se encuentran indicados en el título del mismo: el primero, el norte de México y el segundo, los nómadas y sedentarios. El tercer tema también es explícito, no en el título del tomo sino en su conceptualización y contenido, que es la interdisciplinariedad.

En cuanto a los primeros dos temas –el norte de México y los nómadas y sedentarios– una de las aportaciones más importantes del libro es, irónicamente, el cuestionamiento sobre la legitimidad de esta división geográfica y este contraste socioeconómico como conceptos analíticos útiles para la investigación.

Siguiendo el argumento de la maestra Braniff, el tomo hace hincapié en la diversidad del norte de México, tanto en su historia cultural como en su geografía y sistemas ecológicos. Al mismo tiempo, reconoce que casi todas las áreas incluidas bajo el nombre "el norte de México" tienen por lo menos una cosa en común: el haber sido poco estudiadas por los investigadores. Los ensayos que constituyen esta colección comienzan a llenar el enorme hueco en nuestro conocimiento del norte de México, proporcionando nuevos datos y perspectivas que nos permiten empezar a interpretar el norte como debe ser interpretado: no como el alter ego de Mesoamérica o el hermanastro del suroeste estadounidense sino como una diversidad de regiones, cada una con sus propias características y dinámicas.

De la misma manera, el tomo demuestra que no se puede sostener fácilmente una distinción marcada e inflexible entre sociedades nómadas y sedentarias. Varios de los autores documentan las diversas formas de movilidad que caracterizaban a las sociedades del norte, así como el hecho de que todas dependían hasta cierto punto de la caza y la recolección de recursos silvestres para su sobrevivencia. Además, indican cómo las estrategias de movilidad y subsistencia de estas sociedades varían en el tiempo y el espacio, produciendo relaciones intersociales e interculturales de mucha diversidad y complejidad. En cuanto a este tema, es muy importante tomar en cuenta el impacto de caballos, mulas y otras clases de ganado introducidas por los europeos. La introducción de estos animales no sólo aumentó las posibilidades de movilidad y subsistencia que tenían las sociedades indígenas del norte sino también trastornó los ecosistemas de la región, haciendo imposible la continuación de estrategias tradicionales de movilidad y subsistencia.

Al mismo tiempo –aunque no podemos aceptar como realidad etnográfica una oposición pura y no-mediada entre las categorías de nómadas y sedentarios– tal oposición sí tenía una realidad ideológica de suma importancia en la historia del norte. A través de las épocas coloniales y poscoloniales, esta oposición justificaba la expropiación de territorios indígenas, la explotación de su mano de obra y la destrucción de sus culturas, además de estructurar la visión que tuvieron generación tras generación de mexicanos de su mundo social y cultural.

El tercer tema general del tomo es la interdisciplinariedad. La interdisciplinariedad se puede realizar de varias maneras, de las cuales dos en particular se encuentran en este tomo. La primera manera es la de reunir especialistas de diversas disciplinas para explorar un tema en común, cada especialista enfocándose en la dimensión del tema más relevante de su propia disciplina y produciendo un trabajo que expresa la orientación de esta disciplina. La segunda manera es la de combinar en el trabajo de una sola persona las orientaciones e intereses de dos o más disciplinas.

Para comprender el fenómeno de la interdisciplinariedad, es fundamental comprender la naturaleza de las disciplinas. El concepto de las disciplinas emergió entre los griegos y romanos para designar las escuelas de pensamiento que existían, muchas veces alrededor de un filósofo o grupo de filósofos; la palabra "discípulo", que comparte raíz con la palabra "disciplina", designó a un estudiante de estas escuelas y seguidor de las perspectivas filosóficas que promulgaban. En tiempos más recientes, el concepto de "disciplina" dejó de referirse principalmente a perspectivas filosóficas sobre el mundo en general y comenzó a designar diferentes áreas de investigación, cada una tomando una dimensión del mundo como su área de enfoque. La misión de cada disciplina era la de comprender los fenómenos que se encontraban dentro de su área de enfoque. Sin embargo, en realidad son las actividades de los investigadores que se han identificado como los practicantes de cada disciplina que han servido para definir la disciplina y distinguirla de las demás. Por ejemplo, desde la perspectiva de su misión, la antropología es la disciplina que estudia la humanidad en todas sus dimensiones. No obstante, una definición más realista es que la antropología es lo que hacen y han hecho los antropólogos.

Aparte de su misión general y área de enfoque, cada disciplina se caracteriza por el cuerpo de datos que sus practicantes han recolectado, así como las teorías y metodologías que han generado y las estructuras institucionales que las sostienen. Al mismo tiempo y en un nivel más general, distintas disciplinas comparten esquemas filosóficos o intelectuales que proporcionan las bases para la colaboración interdisciplinaria.

Hasta cierto punto, se pueden conceptualizar estos esquemas como series de oposiciones entre las cuales la investigación se desarrolla. En el caso de la historia de la investigación antropológica, la oposición entre la estructura y el proceso o la sincronía y la diacronía ha sido una de las más importantes. Hace como treinta años, gran parte de los antropólogos se preocupaba por cuestiones estructurales pero en años más recientes han puesto más énfasis en documentar y analizar procesos sociales y culturales. Este cambio ha producido un acercamiento entre la antropología y la historia, reforzado por cambios en las problemáticas de muchos historiadores, quienes han rechazado una historia cronológica y elitista a favor de estudios de procesos que toman en cuenta grupos subordinados o marginados, uno de los enfoques tradicionales de la antropología. Por razones semejantes, también existe ahora un acercamiento entre la antropología y la historia del arte y la arquitectura.

Esperamos que estos acercamientos no sean como la convergencia de los planetas, que después de un rato cada disciplina sigue un camino distinto. Para asegurar que la colaboración interdisciplinaria que ahora gozamos sea permanente, tenemos que fomentar la creación de problemáticas, metodologías y teorías interdisciplinarias que nos lleven más allá de la interdisciplinariedad, hacia perspectivas y acciones transdisciplinarias o posdisciplinarias.

El proceso que resultó en el tomo que hoy se presenta nos da las bases para la formación de tal transdisciplinariedad dentro de los contextos del norte de México. Sin embargo, podemos realizar esta transdisciplinariedad solamente si llevamos a cabo proyectos de investigación en conjunto y si sostenemos un intercambio permanente de perspectivas que involucre no sólo a los investigadores sino también a los residentes del norte, tanto indígenas como no-indígenas. Además tenemos que crear amplias oportunidades para la formación de nuevas generaciones de investigadores, especialmente en el norte.

Como todos sabemos, lo que sabemos del norte de México es mínimo en comparación con lo que no sabemos. Luis González Rodríguez, quien estoy seguro está hoy con nosotros, solía usar la metáfora de una biblioteca para comparar el conocimiento del norte con el de las culturas mediterráneas y mesoamericanas. Esta biblioteca tendría escritos sobre las culturas mediterráneas que llenarían estante tras estante, los escritos sobre las culturas mesomericanas requerirían de un estante, mientras que los escritos sobre las culturas del norte constituirían un solo tomo. Nuestro reto es asegurar que esta biblioteca se llene, estante tras estante, de escritos sobre el norte.

 

Nota

* Texto leído en la presentación del libro el 19 de septiembre de 2000.

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