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Nueva antropología

versión impresa ISSN 0185-0636

Nueva antropol vol.31 no.89 México jul./dic. 2018

 

Reseñas bibliográficas

María Guadalupe Serna, Entre caridad y solidaridad. Las organizaciones mexicanas del tercer sector, México, Instituto de Investigaciones Dr. José María Luis Mora, 2017.

Jorge Alonso* 

* Profesor investigador emérito. Centro de Investigaciones y Estudios Superiores en Antropología Social, unidad Occidente, México. Líneas de investigación: política y sociedad, antropología y estudios políticos. Correo electrónico: jalonso@ciesas.edu.mx

Serna, María Guadalupe. Entre caridad y solidaridad. Las organizaciones mexicanas del tercer sector. México: Instituto de Investigaciones Dr. José María Luis Mora, 2017.


Estamos ante un libro muy especial, porque aun cuando abundan investigaciones y publicaciones al respecto, éste es producto de un minucioso y largo trabajo de la autora, que consigue darnos una visión de conjunto y de larga duración del fenómeno organizativo mexicano, con sus heterogeneidades, problemas, alcances y retos. El libro se abre con la confirmación del desgarramiento social actual que parece tender a hacerse harapos. Constata que las exhortaciones a que nos organicemos han tenido poco eco. A lo largo del libro se van escudriñando las dificultades para que prendan organizaciones fundadas en la solidaridad y la reciprocidad. Pese a la complejidad del fenómeno organizativo, la autora centra su atención en las instituciones que no se ubican en la esfera pública ni en la privada lucrativa.

La investigación realizada detecta que en un país donde crece la pobreza y la desigualdad, las políticas públicas emprendidas se utilizan como instrumentos de control y para fomentar la clientela política.

La autora exploró, describió y analizó los contextos en los que han surgido formas asociativas, las características que han ido adoptando y qué ha sucedido con las que están orientadas a la colaboración, a la prestación de servicios a la población, cuyo fin es el beneficio social. Fue dando seguimiento a estas dinámicas para calibrar cómo ha ido avanzando el proceso asociativo. La publicación tiene un conjunto de méritos. Quisiera destacar dos de ellos: la adopción de un enfoque multidisciplinario y la perspectiva de la larga duración con un énfasis histórico-dinámico. Esto da cuenta pormenorizada de cómo emprendió la investigación con la revisión crítica de fuentes primarias y secundarias. Muestra con claridad la metodología adoptada y las razones, ventajas y límites de la misma. Esta investigación se enfrentó a rastrear con amplitud las diversas teorías en torno al tercer sector. Por ello ofrece una discusión profunda de los aportes y de los puntos ciegos. Llama la atención de que los fenómenos sociales no pueden entenderse teniendo en cuenta un solo factor.

Sus hallazgos la llevan a profundizar en los elementos que hagan comprensible por qué hay debilidad en el impulso de organizaciones sociales con objetivos del bien común, los problemas para conjuntarse, colaborar y lograr acuerdos con perspectivas altruistas. Contrasta esto con las evidencias de las fracturas del tejido social. El panorama se vuelve más tenebroso ante procesos que no dejan lugar a dudas de la ineficiencia tanto del Estado como del mercado en la provisión de bienes públicos para las necesidades generales de la población. Ante esto, se ha visto la importancia de la emergencia de otro sector, no lucrativo. El libro analiza la estructura de este tercer sector, sus fundamentos, su funcionamiento, su financiamiento, sus procesos históricos, sus impactos en la legislación.

El libro lleva al lector a no quedarse en una visión esquemática. Ha habido relaciones de cooperación entre el sector no lucrativo y el Estado; es más, el apoyo estatal ha sido fundamental para el desarrollo de ese tercer sector. Y éste es uno de los graves problemas, pues si llegara a convertir a sus integrantes en agentes del Estado, peligraría su misma existencia. Por otro lado, las fronteras con lo mercantil no son tan nítidas, pues algunos ingresos de este sector provienen de la venta de servicios. Lo mercantil también interactúa con lo estatal y con el tercer sector al hacerse donaciones que repercuten en deducción de impuestos.

Ante la presencia y variedad de organismos no lucrativos en los países no industrializados, se lanzó la hipótesis de que el tercer sector surgía en los estratos medios como forma de enfrentar a las élites tradicionales, pero también que éstas recurrían a este sector para evitar demandas sociales. Al realizarse comparaciones de este sector entre diversos países, se planteó que era una vía intermedia entre la confianza en el mercado y la confianza en el Estado. En todo caso, lo fundamental del sector se encontraba en el papel del trabajo voluntario. Para los países europeos se estudiaban las cooperativas y las sociedades de ayuda mutua. Pese a que no se les podía ubicar en el segmento de lo “no lucrativo”, resultaban importantes para satisfacer un interés mutuo general; se destacaba lo solidario por encima de maximizar la inversión. En algunos casos no resultaban claros ni definidos los límites entre los sectores. Al examinar el conjunto de tratamientos analíticos de estos fenómenos en diversos países, la autora hizo hincapié en dar importancia no sólo al ámbito socioeconómico sino también al sociopolítico. En muchas regiones de alto desarrollo el sector se ha encontrado influido tanto por la política del Estado como por las acciones de la llamada iniciativa privada, y por las necesidades y contribuciones que se realizan desde la comunidad.

El libro explora además las versiones que detectan en organismos del tercer sector a protagonistas del cambio social. Se destaca la cultura solidaria que lleva a los participantes a autorregularse entre el don y el intercambio político, por una parte, y la producción de bienes relacionales colectivos, por otra.

Luego de llevar a cabo un amplio examen de los diversos tratamientos académicos en torno a este sector, la autora debate la mejor forma de incursionar en el estudio del tercer sector en México, considerando lo sucedido desde la época colonial hasta la segunda década del siglo XXI.

Se hace un seguimiento de los agrupamientos sociales en los siglos de la Colonia, ponderando los aspectos económicos, políticos y sociales que formaron parte del proceso de institucionalización de las formas asociativas, y las repercusiones en lo jurídico. En ese periodo destacan las organizaciones que se dedican a la atención de los desvalidos. Un elemento importante de la investigación es la focalización del papel de la mujer en tales procesos. En la época novohispana, lo prevaleciente fue el predominio del aspecto caritativo. Con la misma metodología se abordaron los cambios experimentados en el México independiente. Un elemento nuevo fue lo relativo a la atención de quienes padecieron los hechos de la Guerra de Independencia. Para el siglo xix, investigaciones de Carlos Illades arrojaron mucha luz acerca de los artesanos y de las mutualidades,1 haciendo ver la ayuda entre pares y la horizontalidad. Se contrastan las iniciativas de la Iglesia católica y del Estado en proyectos diversos. Al aumentar la pobreza y presentarse epidemias surgen organizaciones sociales que responden a estas problemáticas. Guadalupe Serna subraya que en la Constitución de 1857 quedó consagrado el derecho a la asociación. Se fortaleció el Estado, se debilitó a la Iglesia y esto repercutió en la atención a hospicios y hospitales. Pese a la secularización, prosiguió la actividad confesional. La autora hace un recorrido general, pero echa una mirada especial a las Damas de la Caridad de San Vicente de Paul, por ser la primera organización privada de orientación religiosa. El libro resalta el papel de las mujeres en las organizaciones de beneficencia, pese a que su campo de acción estaba muy limitado en lo social en ese siglo. En el porfiriato se consolida el Estado y también crecen las formas asociativas. Se da un panorama de las obras de carácter filantrópico, como los asilos, y las escuelas para ciegos y sordomudos. En la parte jurídica se permitieron las donaciones. Con Díaz se federalizó la asistencia pública y a finales del siglo XIX surgieron organizaciones de beneficencia privada que impulsaron orfanatos, albergues, guarderías y acciones de cuidado a la niñez. Entre los sujetos de estas organizaciones se encontraban extranjeros que habían migrado a México. A principios del siglo XX, todavía en el porfiriato, apareció el Hospital General.

En la época revolucionaria hubo iniciativas enfocadas a la salud de trabajadores y algunas que se dedicaron a la educación de los niños. En el periodo posrevolucionario aparecieron otras para resolver problemas como la falta de servicios de agua y distribución de víveres entre los pobres. La organización confesional Acción Católica se fortaleció en las primeas décadas del siglo XX. En la década de 1930, estadounidenses radicados en México fundaron una institución de asistencia privada. El libro va inventariando las diversas formas organizativas tanto entre patrones como entre trabajadores y campesinos. El Estado también tuvo una actividad relevante, pues creó la Asociación Nacional de Protección a la Infancia (que después fue cambiando de nombres) y con el cardenismo surgió la Secretaría de Asistencia Pública. En los cuarenta se organizaron cuerpos de voluntarios en los hospitales, y se creó el Instituto Mexicano del Seguro Social (IMSS) y el Instituto de Seguridad y Servicios Sociales de los Trabajadores del Estado (ISSSTE). Para mitad de siglo el partido oficial creó Casas del Pueblo para atender a gente de escasos recursos. En los años setenta se dio otro impulso organizativo en torno a los pobres. El libro lleva al lector por un recorrido de organizaciones. Hay un capítulo especial dedicado al Patronato Nacional de Promotores Voluntarios que inició en 1977 y culminó en 1994. Se consolidó el clientelismo para contrarrestar a las organizaciones que emergían como alternativas desde la sociedad civil. Se hace una descripción amplia y un puntual análisis de este organismo que propició el reclutamiento de personal voluntario del sector público, privado y social, que no recibía una remuneración económica, pero que provenía de distintas instituciones públicas y privadas. La autora plantea que el patronato contribuyó a limitar la posibilidad de emergencia de formas asociativas independientes, pues varias organizaciones e instituciones de asistencia privada colaboraban para contar con recursos públicos y acceder a fondos internacionales.

En el sexenio de Zedillo se cerró ese patronato y se creó la Unidad de Participación Ciudadana en Asistencia Social. Irrumpió una fuerte crisis, hubo pérdida de empleos, se aumentaron las privatizaciones, se aprobó una reforma política que abrió el camino al multipartidismo, pero también hubo un incremento de la pobreza y se diseñaron programas sociales focalizados. Se da cuenta del fracaso de los mismos. A inicios del siglo XXI llegó el Pan a la presidencia del país y se registró un crecimiento desmedido de la desigualdad.

En esta amplia coyuntura que va de los años setenta hasta la actualidad, el libro se dedica a examinar las publicaciones en la materia y a dar cuenta de cómo se fueron presentando los cambios que impulsaron el crecimiento del tercer sector. Las asociaciones crecieron en número y también diversificaron sus actividades. El libro examina lo que fue haciendo el gobierno, pero sobre todo lo que sucedía tanto en la iniciativa privada como en la Iglesia católica; y fue detectando sus interrelaciones. Un señalamiento relevante es que el gobierno empezó a molestarse, y mucho, con las organizaciones de derechos humanos.

La autora realizó una extensa revisión de publicaciones, documentos, análisis y entrevistas con personajes que han tenido un papel clave; exploró el campo creciente y heterogéneo del tercer sector, su composición y su incursión en las acciones legislativas. En particular, las organizaciones impulsadas por empresarios consiguieron que se aprobara la ley de fomento a este sector, y plasmaron sus intereses particulares en dicha ley. Precisamente por esto, otras organizaciones denunciaron que dicha legislación no era incluyente. También se hicieron periodizaciones que mostraron cómo a finales del siglo XX, este sector tuvo un importante dinamismo, y a inicios del siglo XXI siguió expandiéndose. La autora construyó una tipología y fue desentrañando los procesos organizacionales para llegar a plantear comparaciones que ayudan a comprender a fondo cómo se ha ido configurando este sector.

En el libro se encuentra el seguimiento no sólo de las organizaciones que desempeñan acciones directas, sino también de las fundaciones que canalizan recursos económicos a otras organizaciones sociales. Se revisan dos levantamientos de la Encuesta Nacional sobre Acciones Voluntarias cuyos resultados permiten explicar a este sector y pensar en su futuro. Aunque haya datos que indiquen que la confianza interpersonal es bajísima, y, por lo tanto, se presenta un enorme obstáculo para la organización, también hay otros elementos que apuntan a que 66% de los entrevistados reconocieron haber apoyado a otras personas sin que en esto hubiera una retribución económica. Algo que no está en el libro porque es posterior a su publicación, demostró que la juventud cibernética, que parecía metida en lo virtual -que suele ser superfluo y no pocas veces agresivo-, ante los terremotos de septiembre de 2017 se volcó a una acción solidaria fuerte, utilizando sus conocimientos, tecnologías y poniendo el cuerpo de por medio. Esto da pistas que mueven no poco algunas cuestiones que parecían muy establecidas.

La autora se hizo las preguntas heurísticas que le permitieron ofrecer un panorama muy amplio y bien definido de lo que ha sido este sector. El libro tiene un conjunto de aportes relevantes. Uno de ellos es mostrar la complejidad del fenómeno asociativo y las dificultades para dar seguimiento a los procesos de ayuda entre personas, y más si se les quiere encuadrar en el entorno específico de este sector. Otro aporte es la comprobación de la diversidad y la heterogeneidad de las organizaciones sociales, el mérito de su amplia mirada. La coyuntura actual es profundizada con atingencia. Se establecen las correlaciones entre las etapas y se destacan los avances que se han venido dando. Otra constatación al hacer la comparación con el resto del mundo es el pequeño número de organizaciones formales existentes en México en el denominado tercer sector. La autora reflexiona que, debido a carencias educativas y a la gravísima desigualdad, impulsar el crecimiento de dicho sector ha resultado un camino cuesta arriba, pues para la emergencia de los procesos organizativos se requiere libertad para organizarse con independencia de los poderes públicos y confesionales, y la posibilidad de establecer relaciones horizontales. La libertad es fundamental, por lo que ésta también debería procurarse respecto de los sectores adinerados, como lo han enfatizado no pocos críticos de este sector.

A finales del siglo XX ya había acusaciones tanto de paternalismo-asistencialismo de estas organizaciones, como de su dependencia financiera y política respecto de las agencias internacionales. Tiempo después se apuntó que detrás de las buenas intenciones que mostraban, en el fondo servían para neutralizar las protestas de los afectados. Uno de los críticos más agudos ha sido James Petras, quien ha señalado que tienen una doble cara. Ha llamado la atención en cuanto a que por medio de su financiamiento, estas organizaciones suministran servicios sociales para compensar a las víctimas del corporativismo multinacional y para que se prosiga con este dominio.2

María Guadalupe Serna planteó la necesidad de emprender muchas discusiones. Habría que aprovechar este espacio para plantear otro tipo de preguntas, pues el libro termina no cerrando sino exhortando a nuevas indagaciones. Hay cuestionamientos que convendría incorporar a la discusión. Hace unas semanas, en una de las sesiones de la cátedra que lleva mi nombre, el escritor español Miguel Amorós señaló:

La matriz del tercer sector la constituyeron en América las corporaciones de desarrollo comunitario, nacidas en los años sesenta del siglo pasado por deseo de algunos habitantes altruistas y a propuesta de algunas fundaciones religiosas. Su objetivo era suplir las de ciencias de servicios sociales y viviendas en las barriadas pobres, abandonadas por la municipalidad. Tras una primera fase de auto organización y trabajo de base, dichas estructuras se institucionalizaron y absorbieron fondos de los programas de ayuda, créditos del Estado o de la banca y donaciones privadas, llegando a gestionar numerosos proyectos locales de desarrollo. Se han profesionalizado y funcionan como empresas totales: construyen viviendas y escuelas, cultivan huertos que abastecen a sus supermercados, se ocupan de la formación laboral y del cuidado de las personas mayores, y de pasada crean cientos de puestos de trabajo. Lo mejor de todo es que generan beneficios. A estas alturas, en las áreas turbo capitalistas, dichas organizaciones poseen considerables activos y son responsables de un 6 o 7% del empleo, llegando a ser garantía de eficacia en cualquier programa social de iniciativa pública. Al otro lado del Atlántico, las cooperativas, mutualidades, circuitos cortos de intercambio, iniciativas crediticias populares, grupos de consumo y talleres colectivos, desempeñan la misma función. Aunque a tales actividades que se presentan como sin ánimo de lucro, sobre todo en Europa, les gusta mostrarse como una etapa transitoria hacia una economía humanizada, como un peldaño en el camino hacia la era post mercado, en realidad se trata de una economía intermedia [...] destinada a garantizar la supervivencia de la masa inservible de desocupados permanentes que el capitalismo del post bienestar produce sin cesar. El papel que actualmente realizan las organizaciones del tercer sector es similar al que efectuaban los sindicatos en la etapa anterior del capitalismo, aquella en la que el mercado de trabajo podía normalizarse. Ellas se encargan de regular el mercado de la pobreza y la exclusión, manteniendo la miseria en niveles soportables, una tarea que la asistencia estatal ha dejado de cumplir. Si el trabajo es una mercancía, o dicho de otro modo, si cotiza en el mercado, ¿por qué no iba a serlo la exclusión? El menor coste de las actividades corporativas lantrópicas es evidente, y el resultado puede ser notable: es probable que un trabajador reciclado sea un buen ciudadano, un mejor votante y un excelente consumidor. Hoy en día, cuando el capitalismo ha condenado a una parte de la población planetaria a la obsolescencia negándole el trabajo y el sustento, las experiencias modestamente autogestionarias dentro del sistema, sea cual sea su resultado, tienen gran relevancia propagandística e ideológica para quienes trabajan desde la zona gris de los intentos colaboracionistas. La falsa conciencia explota y limita el horizonte incluso de los ensayos de autonomía más auténticos, como se descubre en la glorificación entusiasta y acrítica de numerosas tentativas aisladas, ignorando el conflicto social y político en el que deberían circunscribirse. El gueto autocomplaciente no hace ascos a la mediación de una nueva casta ciudadanista dispuesta a sacar réditos políticos de la marginación sin molestar al poder. Los potenciales dirigentes afirman la posibilidad de una sociedad más justa sin necesidad de cambios radicales [...] Bastaría con Internet y la aplicación gradual de recetas cooperativistas para conseguir la plena autogestión de la sociedad en un plazo razonable. Simplemente desplazando del centro de las actividades económicas, de modo pacífico y progresivo, a los monopolios mercantiles y al sector público, centro que sería ocupado diligentemente por la economía social gracias a la transferencia de parte de las ganancias privadas y las inversiones estatales, arduamente conseguidas en las justas parlamentarias. Así pues, en el panorama de la lumpenburguesía izquierdista, una forma particular de política burguesa ha sido elevada al altar, y la revolución guardada en el baúl de las antigüedades, pues ya no se trata de destruir el capitalismo, sino de trascenderlo mediante la negociación entre las partes, la aplicación de leyes consensuadas y una fiscalidad convenida [...].3

Esto se situaría en otro tipo de críticas al tercer sector. Pero aún hay más, porque existe una gran gama de organizaciones de ayuda mutua, solidarias, que de forma horizontal pululan por todo el territorio nacional, pero que se han ido situando al margen del capital y del Estado. Una investigación que las visibilizara nos daría otro panorama; aunque la dificultad para realizarla es que muchas de ellas han optado por caminar en silencio para consolidarse, no llamar la atención, y evitar la represión.

El tercer sector es un fenómeno existente y la autora consiguió estudiarlo de manera completa y solvente. Vale la pena la lectura de este libro para comprenderlo desde una perspectiva amplia y al mismo tiempo fina y completa.

Referencias

Carlos Illades, Conflicto, dominación y violencia, México, Gedisa, 2015. [ Links ]

Revistateína su escrito “ONG, un mundo diverso”, marzo-mayo de 2006, recuperado de: <http://www.revistateina.es/teina/web/teina11/dos4.htm>. [ Links ]

Miguel Amorós, “Las trampas de la economía social”, en Rafael Sandoval (coord. y ed.), Pueblos indígenas. Creación de autonomía y revolución, Guadalajara, UdeG/CIESAS/Jorge Alonso, 2017, pp. 219-226. [ Links ]

1Este autor ha estudiado al artesanado mexicano del siglo XIX, y ha visualizado las huelgas de sastres, sombreros y tipógrafos. También indagó rebeliones agrarias en la segunda mitad del siglo XIX provocadas en gran parte por la desamortización de la propiedad comunal y la expansión de las haciendas a costa del despojo de tierras de los pueblos. (Carlos Illades, Conflicto, dominación y violencia, México, Gedisa, 2015).

2Se puede ver en la Revistateína su escrito “ONG, un mundo diverso”, marzo-mayo de 2006, recuperado de: <http://www.revistateina.es/teina/web/teina11/dos4.htm>.

3Miguel Amorós, “Las trampas de la economía social”, en Rafael Sandoval (coord. y ed.), Pueblos indígenas. Creación de autonomía y revolución, Guadalajara, UdeG/CIESAS/Jorge Alonso, 2017, pp. 219-226.

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