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Nueva antropología

versión impresa ISSN 0185-0636

Nueva antropol vol.30 no.87 México jul./dic. 2017

 

Artículos

“Tirar (o no tirar) a los viejos por la ventana”. La dinámica generacional en la Juventud Sindical en Argentina a partir de un estudio de caso (2010-2015)

“To Throw (or not to Throw) Old People Out The Window”. The Generational Dynamics of Unions of Young Workers in Argentina Based on a Case Study (2010-2015)

Carlos María Galimberti* 

* Licenciado en Sociología y maestro en Políticas de Desarrollo por la Facultad de Humanidades y Ciencias de la Educación, Universidad Nacional de La Plata (UNLP). Facultad de Trabajo Social, UNLP, Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas (CONICET). Argentina. Línea principal de investigación: generaciones, trabajadores y participación político sindical. Correo electrónico: carlosmgalimberti@gmail.com


Resumen:

A partir del año 2003 el regreso de los sectores tradicionales de la clase obrera, como actores centrales de la política en Argentina, se produjo de forma paralela al resurgimiento de determinadas formas de participación política juvenil. En el campo sindical, específicamente de tradición peronista, dicho proceso tuvo su expresión en la creación de las juventudes sindicales, conformadas como espacios organizativos con adscripción al “kirchnerismo” para la participación de los jóvenes trabajadores. El objetivo de este artículo es analizar las relaciones generacionales que se producen entre éstos y los “viejos” dirigentes sindicales, a partir de la emergencia de la Juventud Sindical. Es tomado como estudio de caso la experiencia organizativa de la región del Gran La Plata, Buenos Aires, Argentina.

Palabras clave: juventud; sindicalismo; generación; participación política

Abstract:

The return of the traditional sectors of the working class as the main players in Argentine politics beginning in the year 2003 produced alongside it a resurgence of certain forms of political participation of young people. In the field of labor unions, specifically in the Peronist tradition, said process was expressed in the creation of branches of unions made up of young people belonging to Kirchnerism for the purpose of the inclusion of the participation of young workers in the unions. The objective of the present article is to analyze the generational relations produced between the young workers and the old union leaders since the emergence of Unions of Young Workers. We take as a case study the organizational experience of the region of Gran La Plata (Buenos Aires, Argentina).

Keywords: youth; unionism; generation; political participation

Introducción

En los inicios del siglo XXI en Argentina se produjo un proceso de recuperación económica y crecimiento del empleo que permitió la superación de una de las crisis más profundas de la historia del país, a consecuencia de las políticas neoliberales implementadas durante los años noventa. Desde el año 2003, con la asunción de Néstor Kirchner (2003-2007) a la presidencia, el sindicalismo “encontró un Ministerio de Trabajo afín a sus intereses, que promovía el aumento de la formalidad y de la negociación colectiva”, y lo incluía como actor clave en las negociaciones tripartitas (Murillo, 2013: 343). En ese contexto, el movimiento obrero organizado y la conflictividad laboral volvieron a ocupar un lugar central en la vida política del país.

El regreso de los sectores tradicionales de la clase obrera, como actores centrales de la política en Argentina a partir del año 2003, se produjo de forma paralela al resurgimiento de de terminadas formas de participación política juvenil. El campo de estudio en juventud y política muestra que desde la presidencia de Néstor Kirchner se observa una paulatina -pero fuerte- reactivación del protagonismo juvenil que a diferencia de la década anterior se produjo por vías tradicionales de implicación política y pública (Vázquez y Vommaro, 2008), como son los partidos políticos y los sindicatos. Siguiendo a Vázquez (2013), estas formas de participación juvenil conlle varon un proceso de proliferación y revitalización de colectivos que se autodefinieron y reivindicaron como juveniles. En el campo sindical, específicamente dentro del sindicalismo de tradición peronista, dicho proceso tuvo su expresión en la creación de las juventudes sindicales conformadas como espacios organizativos al interior del “kirchnerismo” para la participación de los jóvenes trabajadores.1

Las preocupaciones analíticas que guían este artículo se originan en las interrogantes surgidas en el trabajo de campo que realicé entre los años 2013 y 2015, en el marco de una investigación2 en la que me propuse analizar la condición juvenil en la Juventud Sindical (JS) del Gran La Plata,3 las prácticas político-gremiales, las disputas y formas de construcción de poder. Durante mi colaboración en diferentes instancias organizativas y actividades de la JS percibí la presencia física (estaban presentes) y simbólica (se los nombraba y calificaba) de otra generación de militantes a la que los jóvenes llamaban “los viejos”. Asimismo, pude identificar que algunos de los “viejos” también participaban de esas reuniones y actividades, pues establecían un diálogo con aquéllos y disputaban la forma en la que eran identificados.4

El objetivo del artículo es analizar las relaciones generacionales que se producen entre los jóvenes trabajadores y los “viejos” dirigentes sindicales, a partir de la emergencia de la JS en la región del Gran La Plata. Específicamente, indagaré en los sentidos atribuidos a “la juventud” por parte de ambos y cómo se percibe e identifica a los “viejos” dirigentes. Las interrogantes que guían este trabajo son las siguientes: ¿cuáles son los sentidos que adquiere la categoría “juventud” para los jóvenes?, ¿cómo interpelan y ubican estos a los dirigentes?; también, ¿cómo los dirigentes interpelan a aquéllos y en qué lugar se ubican ellos mismos?, y por último, ¿cuáles son las tensiones que se producen entre las dos generaciones de sindicalistas y qué elementos se ponen en juego?

El texto se organiza de la siguiente manera. Primero, realizaré un recorrido teórico-conceptual de las categorías de juventud y generación. En segundo lugar, describiré la trayectoria de la JS, en particular de la región mencionada, e introduciré la emergencia de las tensiones generacionales. Tercero, analizaré los sentidos que ambos, jóvenes y dirigentes, le otorgan a “la juventud”, y las percepciones que tienen sobre los “viejos”. En cuarto lugar, evidenciaré cómo dichas percepciones se organizan en torno a una tensión que se expresa, por un lado, como una relación de complicidad y, por otro, como un enfrentamiento entre ambas generaciones de sindicalistas. Finalmente, expondré algunas claves analíticas para pensar la organización juvenil y las tensiones generacionales, es decir, para avanzar en la definición de Juventud Sindical, teniendo en cuenta la intersección de distintos aspectos para su construcción como sujeto político.

Juventud y relaciones generacionales

Para comprender cómo se procesa la edad al interior de este grupo de trabajadores y militantes sindicales, qué sentidos le atribuyen a “ser joven” en el campo sindical, y cómo se percibe e identifica a los “viejos”, primero debemos definir qué se entiende por juventud en el ámbito de las Ciencias Sociales y cómo se definen las generaciones y las relaciones intergeneracionales.

Como señalan Margulis y Urresti (1996), la edad aparece como uno de los ejes ordenadores de la actividad social, que a su vez es base de clasificaciones sociales y estructuraciones de sentido. La juventud tiene una base material vinculada con la edad, pero es una condición constituida por la cultura. De allí que, siguiendo a Chaves (2010), no sea una categoría definida exclusivamente por la edad y con límites fijos de carácter universal, sino que se construye en el juego de relaciones sociales. Corresponde pensarla como una manera de vivir una parte o etapa de la vida, es decir, el modo en tanto que forma, esquema conceptual, sistema de símbolos u orden de significados, que articula la cultura de dar sentido a ese espacio social de la experiencia, desde diferentes situaciones y posiciones sociales (ibidem).

Juventud es, entonces, una experiencia vital y una noción sociohistórica que debe ser definida en clave relacional, antes que etaria o biológica (Vommaro, 2015). Asimismo, ser joven es fundamentalmente una clasificación social que supone el establecimiento de un sistema complejo de diferencias, fronteras y prescripciones (Reguillo, 2012). Como señala Criado (s.f.), los conflictos que se producen entre sucesores y detentadores del poder en un campo, entre jóvenes y viejos, es un conflicto por la definición de la frontera. Esto nos lleva a pensar en las generaciones y las relaciones entre las mismas.

La producción teórica del austríaco Karl Mannheim (1928) continúa siendo vigente para estudiar el problema de las generaciones. Según este autor, la mera contemporaneidad biológica -pertenecer al mismo año de nacimiento- no constituye lo que llamaba una posición generacional; para ello se tiene que haber nacido en el mismo ámbito histórico-social y dentro del mismo periodo. Ahora bien, mientras que la posición tiene un carácter potencial, hay conexión generacional cuando los individuos participan en el destino común de una sociedad. A partir de esas conexiones generacionales es que pueden surgir las unidades generacionales, que significan un modo de reaccionar unitario -un ‘agitarse juntos’ y un modo de configurar que están conformados por un sentido semejante- de los individuos que están directamente vinculados a una determinada conexión generacional (ibidem: 225). Por lo tanto, para que haya un vínculo generacional debe existir un proceso de subjetivación, no mera cohorte o tiempo compartido, sino experiencia compartida, mecanismos de identificación y reconocimiento como parte constitutiva de un nosotros (Lewkowicz, citado en Vommaro, 2015).

Pensar a los integrantes de la JS como generación implica considerar sus relaciones con otras debido a que “los límites que separan a las gene raciones no están claramente delimitados, no pueden dejar de ser ambiguos, y no pueden ser ignorados” (Bauman, citado en Feixa y Leccardi, 2011: 13). En este sentido, Ghiardo (2004) entiende que la forma general en que se presenta la dinámica del cambio histórico-cultural en términos generacionales está representada en la oposición entre “viejos” y “jóvenes”. Ahora bien, como apuntan Brunet y Pizzi (2013), retomando a Bourdieu, para comprender esta oposición hace falta conocer las leyes específicas de envejecimiento de cada campo, es decir, determinar en cada espacio social de relaciones las dinámicas de dominación/subordinación que se establecen entre las diferentes posiciones, las bases en que se asientan estas dinámicas, los intereses de poder por los cuales se lucha, los ritmos de sucesión en el acceso a estos poderes y, finalmente, las divisiones entre jóvenes y adultos mayores que surgen de esta lucha (ibidem: 26).

Tomando estas conceptualizaciones de las categorías juventud y generación, analizaré cómo se piensa la otredad generacional, entendiendo que existe la juventud -y también la vejez- como una etapa de la vida, y como un conjunto de sentidos que se le atribuyen a esos momentos. Aquí, entonces, examinaré aquellos imputados a “la juventud” en el ámbito sindical, que cobran rumbos específicos del campo del que forman parte los militantes sindicales y que, a su vez, expresan divisiones y disputas con otra generación de sindicalistas.

Las Juventudes Sindicales

En diciembre de 2009 fue creada la JS en el marco de la Corriente Nacional del Sindicalismo Peronista (CNSP), que buscaba reunir a las organizaciones sindicales peronistas en una corriente política sindical (Natalucci, 2014). Esta última se proponía incidir en la política nacional, pero fundamentalmente, pretendía resindicalizar el peronismo (Schipani, 2012). La JS buscaba conformar lo que sus integrantes llamaban la “juventud de los sindicatos”.

En febrero de 2010, por iniciativa del entonces líder de la Confederación General del Trabajo (CGT), Hugo Moyano, se conformó el espacio de la CNSP en la región de La Plata, liderado por el secretario general del Sindicato de Camioneros seccional La Plata, y con el apoyo de la CGT local. Asimismo, durante dicho año se crearon las Juventudes Sindicales de La Plata, Berisso y Ensenada. En agosto se presenta la JS La Plata, con su lanzamiento formal el 26 de octubre, mientras que en diciembre lo hacen las juventudes de Berisso y Ensenada.

Como se menciona en el Documento Nº 1 de la organización, esta se proponía encuadrar a los “jóvenes” en el “proyecto nacional y popular.5 Se pronunciaban como la juventud del sindicalismo y desde allí pretendían apostar a la renovación de las prácticas sindicales. Habría que destacar tres aspectos como características en común de los integrantes de estas organizaciones: ser “jóvenes” y parte de una “experiencia generacional”, “trabajadores” sindicalizados y sentirse parte de un “proyecto nacional y popular” (Galimberti y Natalucci, 2015). De la misma manera que la organización nacional, la JS local se estructuró y estableció las siguientes comisiones: Política, Orga nización, Prensa, Cultura y Deporte, Formación, Finanzas y Acción Social (Documento Nº 1 de la JS La Plata, 21/9/2010).

Hacia finales de 2011 se produce la ruptura de la alianza que el sindicalismo encarnado en la CGT había sellado con el gobierno de Néstor Kirchner en el año 2003.6 Esta ruptura tuvo su correlato al interior de las JS, lo que provocó que las organizaciones de La Plata, Berisso y Ensenada se distanciaran de la JS nacional. Sin embargo, en abril de 2012 se reorganizaron en la región del Gran La Plata, unificados bajo el nombre de Juventud Sindical Regional La Plata, Berisso y Ensenada,7 y unidos por las coincidencias respecto de priorizar la construcción regional antes que la electoral. En octubre de 2012 se crea la Juventud Sindical Peronista (JSP), organización de referencia nacional que nucleó a diferentes juventudes sindicales que adscribían al gobierno de Cristina Fernández de Kirchner (2007-2011 y 2011-2015). Conformada la JSP, queda reorganizado el espectro de organizaciones juveniles al interior del sindicalismo peronista, siendo esta y la JS, liderada por Facundo Moyano, opositoras al gobierno nacional, los nucleamientos de referencia nacional.

La organización en espacios de juventud (Wolanski, 2016) para la JS del Gran La Plata trajo como consecuencia algunas disputas y tensiones con otros actores, dentro y fuera del sindicalismo, juveniles y no juveniles. Así pues, identifico tres a partir del trabajo de campo:

  • 1. Respecto del rol que tuvo el sindicalismo en “el proyecto nacional”, esto es, el lugar que ocupaban los trabajadores en el proyecto político de país al que se adscribieron.

  • 2. La disputa con otras organizaciones políticas juveniles (no sindicales) dentro del “kirchnerismo” respecto del lugar que ocupaban al interior de dicho espacio político.

  • 3. Una disputa con otras generaciones de sindicalistas, particularmente con los dirigentes sindicales.

Aquí revisaremos la tercera, la disputa que se establece con los dirigentes, para ver en qué términos se produce ese conflicto, cómo se procesa y qué elementos están en juego en esa relación.

Relaciones y tensiones entre generaciones de militantes sindicales

La organización liderada por Facundo Moyano, hijo del secretario general de la CGT, se constituyó como impulsora de dos procesos. Por un lado, habilitó e impulsó la creación de juventudes sindicales en diferentes localidades y regiones del país, como sucedió en el Gran La Plata. Y por otro, posibilitó condiciones para que al interior de cada gremio se conformaran espacios para la participación de los jóvenes, algunos de ellos incorporados a la estructura formal de los gremios en forma de Secretarías o Pro-Secretarías de Juventud. Sin embargo, estos espacios no estaban exentos de resistencias al interior de cada sindicato. El testimonio de un integrante de la JSPR, que participó desde los inicios en la JS La Plata, lo ilustra:

Entonces estaba un poco encriptado el asunto, estaba un poco difícil el diálogo, el vínculo con los distintos secretarios, con las distintas áreas. Y por consiguiente, estaba muy difícil la participación. De modo que recurrimos afuera. Y ahí es donde te encontrás con toda una movida completamente desconocida que a mí me alucinó. Me alucinó porque ahí podías participar, podías opinar, ¡podías tener injerencia! Era un voto más tu palabra. Y bueno, de esa manera también surge luego, esto de la Juventud del SOSBA [Sindicato de Obras Sanitarias de Buenos Aires] [Juan Ignacio, 34 años, JSPR].

Como se puede observar, las expectativas de aquellos que se nucleaban en las juventudes sindicales consistían en la posibilidad de colaborar de un espacio en el cual poder compartir con otros trabajadores su propia experiencia laboral y sindical. Es por ello que las Juventudes Sindicales, además de la organización hacia “afuera” de los sindicatos, permitió la organización hacia adentro. Sin embargo, esa expectativa contrastaba con la realidad de algunos gremios en donde existían resistencias a la creación de espacios de organización para los jóvenes trabajadores. Mientras que algunos de ellos desde sus dirigencias acompañaban la iniciativa, habilitando y avalando la colaboración, pero también encauzándola, en otros sucedía que estos espacios “estaban, pero no funcionaban”, o simplemente no existían.

La organización en las juventudes sindicales permitió, entonces, que muchos jóvenes se incluyeran en sus sindicatos y pudieran ejercer la participación. Pero este proceso de inclusión no estuvo exento de resistencias y obstáculos desde las dirigencias. A partir de sus orígenes, la conformación de las juventudes sindicales, y la intención de organizarse y participar, presentó tensiones con otras generaciones de militantes sin dicales, a veces en términos de lucha de sucesión, lo cual atravesará toda su historia.

Como se señaló en un trabajo anterior (Chaves y Galimberti, 2016), en principio la condición juvenil cobra aquí tres formas que están íntimamente vinculadas:

  • 1. La forma de actores sociales concretos, las personas se dicen y son nombradas como jóvenes -más allá de la edad biológica- y se les adscriben ciertas características que forman parte de representaciones hegemónicas sobre el ser joven (aprendiz, heredero, rebelde, revolucionario, insolente).

  • 2. Como categoría que nombra organizaciones, como Juventud Sindical, y con ello es utilizada para la disputa de poder, tanto al interior de colectivos mayores (el peronismo), como con otras juventudes, y en el campo político en general.

  • 3. Toma la forma de categoría que nombra unidades generacionales: “juventud de los setenta”, “gloriosa” Juventud Peronista (JP),8 “la vieja” JP, jóvenes kirchneristas, entre otras; dando la disputa sobre el papel de estos, los auténticos jóvenes, la forma adecuada-ideal de la juventud, con otras unidades generacionales que le sean contemporáneas, y también con las que no lo son.

Sobre jóvenes y “viejos”

Realicé un análisis e identifiqué cuatro direcciones de la interpelación de unos a otros. En primer lugar, expondré qué sentidos le otorgan los jóvenes y los “viejos” dirigentes sindicales a la “juventud” (incisos a y b), y en segundo lugar, mostraré cómo perciben e identifican a los “viejos”, y cómo lo hacen estos (incisos c y d).

a) “La juventud” por los jóvenes

El espacio organizativo de la JS constituyó una “herramienta” que les permitió a los jóvenes trabajadores ingresar al gremio, tener más participación y hacerse de un lugar. Para estos la categoría “juventud” cobró sentidos específicos al interior del sindicalismo. Sin embargo, algunos de ellos se corresponden con discursos que representan a la juventud más allá de este ámbito.

1. Preparación. El primero de los aspectos que supone ser joven al interior del sindicalismo es la “necesidad de pre paración”, en dos sentidos. En primer lugar, los jóvenes aparecen como aquellos que se tienen que preparar y formarse para el “día de mañana”, no para hoy, ya que son quienes ocuparán los cargos jerárquicos dentro de los sindicatos. Y en segundo lugar, se muestran como un “semillero” que tiene que madurar para ocupar cargos dirigenciales, esto es, se piensan como el receptor legítimo o el heredero obligado de los actuales dirigentes. Este primer sentido que cobra la juventud se articula con el “trasvasamiento generacional”. Según Vázquez (2013), este término fue utilizado por Juan Domingo Perón (1946-1955 y 1973-1974) en un mensaje enviado en 1967 al Congreso de la JP para alentar la participación de la juventud a mediados de la década de los sesenta. Como señala un integrante de la JS:

[La JS] juega un rol de formación de las futuras conducciones sindicales. Que también me parece otra cuestión estratégica en este momento histórico de trasvasamiento generacional, en todas las estructuras gremiales y en todas las estructuras políticas también. Entonces juega un papel importantísimo [Germán, 38 años, SOSBA].

Los jóvenes se muestran como una “fuerza política” de hoy, pero como conducción del mañana porque requieren formarse y prepararse para esa tarea. Al mismo tiempo, esa preparación conlleva el “trasvasamiento generacional”, que es pensado por éstos no sólo al interior del sindicalismo, sino también en los ámbitos de la política partidaria. Aquí, la juventud cobra el sentido de ser un momento de la vida en el que hay que prepararse y formarse, y a su vez, implica una etapa de transición a partir de la cual se espera que sean futuros dirigentes.

2. Colectivo. Una segunda forma de representarse era como colectivo, pues la juventud une, unifica e incluye. Este sentido que adquiere la juventud tiene su fundamento en que su ingreso al mercado de trabajo, a la afiliación y participación sindical desde los inicios del “kirchnerismo”, y su consecuente interpelación a la organización, posibilitó que se generaran espacios para que tuvieran un lugar dónde participar. Los jóvenes serían quienes ofician como contención con sus contemporáneos que tienen un ingreso reciente a la participación sindical. En este sen tido, se los contenía en un grupo, no en términos individuales, sino en tanto que permitía adhesión e identificación y se construía un nosotros que creaba un sujeto colectivo.

A continuación, mostraré tres interpretaciones que explican el sentido colectivo de la juventud. En primer lugar, por las divisiones existentes entre sindicatos en el Gran La Plata, que a partir de la “llegada” de los jóvenes en juventudes sindicales unieron gremios que antes estaban distanciados. En segundo lugar, porque al interior de algunos sindicatos existían divisiones según los sectores de trabajo a los que se pertenecía: “si eras de ‘talleres’ o si eras del Parque San Martín o si eras del edificio, o si eras administrativo o laburabas9 con la pala, […] la juventud rompió con eso” (Sergio, 34 años, SOSBA). Y en tercer lugar, porque la juventud era la que incluía “al otro”, a partir de la formación y la capacitación, de brindarles un lugar a los jóvenes que se encontraban trabajando, pero que no habían terminado sus estudios secundarios, que debían formarse en el ejercicio de la práctica sindical; sin duda, esto constituyó formas de inclusión.

3. “Los que están con las bases”. Un tercer significado que los jóvenes se otorgaban en el sindicalismo era que ellos estaban con las bases. En su discurso apoyaban a los trabajadores en su vida cotidiana y laboral, y no los adultos. Este aspecto está identificado a través de un corte etario dentro del sindicalismo entre quienes fungían como dirigentes y quienes estaban en la juventud:

Los jóvenes son los que están en el día a día con los trabajadores, porque ya viste el promedio de edad en el sindicalismo es un poquito alto. Entonces, bueno, vos te vas hasta los 45 años generalmente, hasta que los dirigentes llegan a los gremios están dentro de […] haciendo con las bases ¿no? [Gonzalo, 38 años, Sindicato Unidos Petroleros e Hidrocarburíferos, SUPEH].

Para Gonzalo los jóvenes estaban en contacto diario y cotidiano con los trabajadores, y esto podía tener su correlato en determinadas edades, esto es, que se accediera a la dirigencia luego de los 45 años. Por lo tanto, a quienes tenían menos de esa edad al interior del sindicalismo se les otorgaban ciertas características vinculadas a la juventud. Porque, como señala un integrante de la JSPR:

Si viene un tipo de 45 años y nunca militó, que venga con nosotros. Ahora, si hay un tipo de 45 años que viene militando hace 30 años “¿qué haces flaco acá? Anda, armá algo porque yo dentro de 5 años quiero estar donde estás vos y vamos por más” [Ramiro, 38 años, Unión Obrera Metalúrgica, UOM].

Como vemos, la juventud se asocia a ciertas características de la participación sindical, es decir, a un recorrido dentro del sindicalismo. De allí que quienes tenían la misma edad, pero diferentes trayectos y recorridos de militancia sindical, fueran ubicados en uno u otro sector, entre los jóvenes o aquellos que no debían estar en “la Juventud”. Esta era la forma en que se procesaban las edades en el ámbito sindical, pues el paso del tiempo en los sistemas de clases de edad sindicales (jóvenes y viejos) consistía en el que se llevaba en la acción político-sindical. Es por ello que ni la antigüedad (la edad cronológica), ni la laboral (años de trabajo), sino aquella en el campo de disputa, esto es, los años de militancia en el ámbito político-sindical. En términos de Bourdieu, podemos decir que es el capital militante lo que se encuentra en disputa, y es su estructura y volumen representada en años lo que distribuye las posiciones. Quienes integraban este espacio juvenil en el sindicalismo podían no representarse como jóvenes en otros ámbitos de la vida, sin embargo, en el campo sindical sí se identificaban con “la juventud” debido a que todavía no contaban con la suficiente trayectoria para ocupar cargos dirigenciales.

4. Revitalización. El cuarto significado que se le adjudica a la juventud por parte de los integrantes de la JS era la revitalización, en un sentido asociado a lo que “le da vida al gremio”. Esta característica la adjetivaban de diversos modos: la “llama sagrada” o “el alma de los sindicatos”. Los jóvenes participaban, organizaban actividades en los gremios y en la militancia de los sindicatos. A esto se refiere un integrante de la JSPR:

Porque, hoy vos pensá que un sindicato sin militancia, sin actividad, es como un cuerpo sin alma. Y hoy gracias a Dios en la región nuestros sindicatos tienen alma, y es la Juventud Sindical. Después, tienen un cerebro, tienen brazos, tienen piernas. Pero el alma, lo que le da ese sentido de proyección y de vitalidad, es la Juventud Sindical [Germán, 38 años, SOSBA].

Esta “vida” que se le da al gremio emerge también en la explicación sobre cómo sus actividades excedían a las que realizaban el “común de los gremialistas”, quienes se abocaban a las “urgencias” de los sindicatos, por ejemplo, la negociación por un aumento de salario. Por el contrario, ellos se re presentaban con una semana de militancia, lo cual les implicaba más actividades y tiempo que el resto. Como señaló uno de ellos, “en la Juventud Sindical lo que hemos descubierto es que el sábado existe y el domingo a la mañana aplica” (Fernando, 34 años, JSP).

Esta autorrepresentación de los jóvenes como revitalizadores dentro del sindicalismo funcionaba en paralelo con la noción que también tenían sobre sí como “engorde”, categoría nativa que denota el aumento cuantitativo de trabajadores. Sin embargo, no se percibían con “musculatura”, concepto nativo que indica la capacidad de organización de aquellos, en términos cualitativos. El ingreso de gran cantidad de jóvenes al trabajo, y la consecuente participación en los sindicatos, habría permitido un aumento cuantitativo, pero no cualitativo. Estos carecían de “musculatura”, expresión que refiere a la conciencia del trabajador. Es por ello que, en términos de un integrante de la JSP, “los gremios crecieron, engordaron, […] vos pegas adentro y es muy flojo, es muy endeble. Es decir, no se llegó a penetrar en la conciencia del laburante” (Fernando, 34 años, JSP).

5. Producto o “reflejo” de una época. El último aspecto al que los jóvenes asociaban “la juventud” en el sindicalismo consistía en haber sido producto o “reflejo” de una época, más precisamente, del proceso político iniciado con Néstor Kirchner en 2003. La juventud se pensaba como sujeto político, con una fuerte impronta de interpelación por los propios gobiernos. Pero también como sujeto de las políticas conducidas por esos mismos líderes en tanto jefes de Estado, que llevaron adelante una serie de políticas destinadas a este grupo (Programas “Jóvenes con más y mejor trabajo”, “Conectar Igualdad”, Plan “Progresar”), o de donde eran parte (Asignación Universal por Hijo, seguridad social, Convenios Colectivos de Trabajo). Un integrante de la JS del Gran La Plata señala quiénes eran estos jóvenes trabajadores:

Son gesta de estos últimos diez años que se nos permitió […] se nos permitieron espacios en determinados lugares, se nos permitió reunirnos, se nos permitió opinar, se nos permitió tener laburo ¡tener laburo! ¡Somos todos pibes que pertenecemos a juventudes sindicales, somos todos pibes que estamos sindicados, somos todos pibes que estamos trabajando! [Federico, 30 años, SUPEH].

Esta ubicación como parte de una “gesta” de las políticas implementadas en los “años kirchneristas”, se articula, entonces, con el sujeto político con el cual los gobiernos de Néstor y Cristina Kirchner establecieron su “alianza estratégica” frente a otros sectores, como los dirigentes sindicales. Como señala la cita que da inicio a este artículo, esa alianza se produjo en desmedro de los sectores dirigenciales por la desconfianza que se le atribuía por “traición” al interior del movimiento obrero y del peronismo. Los jóvenes, en cambio, carecerían de esta cualidad debido a su reciente ingreso a la participación sindical. Este aspecto, antes que un sentido sobre “la juventud”, denotaba una marca de época o, en otras palabras, un marcador generacional que remitía al contexto de socialización de estos como militantes sindicales y de la emergencia de la organización.

b) “La juventud” por los dirigentes

1. Recrear y protagonizar. Un primer sentido que los “viejos” asociaban a los jóvenes consistía en el rol que estos tenían en recrear y protagonizar el escenario político y sindical de ese momento. Este protagonismo debía desarrollarse a favor de las estructuras sindicales, y no contra ellas, es decir, como organizaciones amigas y no como “enemigas”. Los dirigentes oficiaban de acompañantes, pero quienes tenían que “tomar la posta” eran los jóvenes. Este primer aspecto coincide con la autoidentificación que estos tenían de sí mismos en tanto revitalizadores dentro del ámbito sindical. Este aspecto los ubica como promesa y como metáfora del cambio social (Chaves, 2010).

El rol de protagonistas se fundamentaba en un deber ser de la juventud, y no de los dirigentes, como actores que requerían aportar en la construcción del “proyecto de país” impulsado por el gobierno nacional. Para ello, tenían que “ayudar”, que es el término que trajo a colación un dirigente -por ser Cristina Kirchner quien lo empleó- para solicitar la participación de los jóvenes. Asimismo, se les adjudicaba que debían colaborar con el gobierno nacional, siendo protagonistas. Este sentido se complementa con otra representación hacia estos, es decir, como los portadores de la “pasión, militancia y compromiso”.

2. “Dejarse ayudar”. En segundo lugar, los jóvenes eran quienes debían “dejarse ayudar”, recibir los consejos, sugerencias y formación por parte de los dirigentes sindicales. Esto se vinculaba con la autorrepresentación, señalada en el apartado anterior, que tenían como preparación para el futuro. Y al mismo tiempo, debían apartarse de la queja para pasar a la acción:

Eso no lo puede hacer Cristina Kirchner. ¿Viste cuando te dice “¡ayúdenme!”? Bueno, a ustedes les está diciendo “muchachos, son ustedes”. Pero […] y yo le digo a ellos “ustedes lo tienen que hacer, […] déjense ayudar, pensemos juntos, pero ustedes lo tienen que hacer. Dejen de quejarse si hay una colonización del Estado por parte de una agrupación política”. […] Tienen un rol importante, no hay que tirárselo por la cabeza, pero bueno, a cada generación le toca suyo. Entonces uno va diciendo, “hicimos todo esto que pudimos, te paso la posta” [Gustavo, 60 años, Centro de Estudios Laborales, CEL].10

El protagonismo de los jóvenes implicó la acción y la participación, tanto en el ámbito del sindicalismo como en la política, lo que los llevó a apartarse de la queja y permitió que los “viejos” les aportaran sus consejos y experiencias para que no se equivocaran. Los jóvenes, como sujetos, podían cometer errores, puesto que todavía no contaban con la preparación suficiente y tampoco habían experimentado un trayecto por el sindicalismo.

3. Preparación. Un tercer sentido que los “viejos” asociaban a la juventud en el ámbito del sindicalismo se relaciona con la preparación para ser futuros líderes, en coincidencia con la autopostulación de los jóvenes, quienes se tenían que preparar para ser los dirigentes cuando los de ese momento dejaran de serlo. Esto los situaba, a su vez, en un lugar de relevo. Por lo tanto, “al no haber pasado por un conjunto de pruebas eso haría de los jóvenes una población poco experimentada para gobernar los destinos del conjunto” (Urresti, 2014: 5-6) o de un sindicato.

4. “Militancia más light”. El cuarto aspecto no consiste un sentido, sino en una marca generacional y una disputa en términos de la tercera forma de juventud que indiqué anteriormente, esto es, las unidades generacionales. Los “viejos” veían la participación de los jóvenes como una “militancia más light” respecto a la que ellos tuvieron en su juventud, a la que asociaban con épocas de dictadura militar y resistencia. Este aspecto denota cómo fueron socializados los dirigentes mayores y las experiencias por las que atravesaron, lo que habilitó la identificación de su experiencia juvenil con el contexto de terrorismo de Estado, diferenciándose de los integrantes de la JS porque “a los pibes hoy no se les va la vida ni la libertad” (Gustavo, 60 años, CEL).11 En este sentido, el argumento se realiza en dos direcciones. Por un lado, que la diferencia de época implicaba una experiencia diferente, pues, si antes había terrorismo, en ese momento tenían democracia. De allí que, por el otro, la experiencia juvenil militante se organizara antes sobre el riesgo de vida o muerte; en cambio, en el contexto de gobiernos “kirchneristas” se realiza con base en otros elementos, pero que al compararla resulta “más light”. Por último, cabe señalar otro elemento que diferencia ambas épocas, ya que antes estaban en una situación de oposición al gobierno militar, mientras que durante el “kirchnerismo” asumen una posición oficialista.

c) “Los viejos” por los jóvenes

Considero que existían dos grandes formas de representar a los dirigentes que, como luego veremos, se traducen en disputas generacionales. Por un lado, se encontraban aquellos dirigentes que metían política y, por otro, el “viejo sindicalismo”.

1. “Los que meten política”. Esta expresión remitía a aquellos dirigentes que incentivaban a los jóvenes a la participación y a que se organizaran al interior de los sindicatos, pero también, para que introdujeran símbolos vinculados a la política partidaria, particularmente al peronismo:

Nuestro directivo era miembro del PJ, era platense.12 Le metió un poco de política, pero era el único, no tenía nadie que lo ayude. Entonces caímos nosotros y le metimos toda la política que le podíamos meter. Vos ves acá los cuadros de Chávez, de Néstor, de Perón. Eso había muy poco [Marcos, 25 años, UF].

Como señala la cita, “meter política” consistía en incentivar a los jóvenes a la participación, a que realizaran actividades, lo que a su vez se traducía en presupuesto para comprar banderas, bombos, además, un espacio físico al interior del gremio para las reuniones; su correlato se fundamentaba en que estos ocuparían posiciones dentro. Los dirigentes identificados como los que metían política eran los que daban el lugar, es decir, los que posibilitaban la participación e incentivaban que ello sucediera.

Estos dirigentes constituyeron también a los que “se meten en política”, es decir, aquellos que transgredían los límites de la actividad propiamente gremial para ejercer la política partidaria. La figura que sintetiza esto es un dirigente perteneciente al sindicato de petroleros de la región del Gran La Plata, el cual participó en las elecciones internas del PJ para poder ser intendente de la localidad de Berisso. Para los jóvenes esto significó la posibilidad de una apertura para involucrarse en ámbitos que excedían la política gremial. Finalmente, tenían que “reportarse” con los dirigentes, asimismo, defenderlos y obedecerlos.

2. “El viejo sindicalismo”. En primer lugar, esta categoría abarca a aquellos dirigentes que “no saben interpretar esta nueva generación de militancia” (Gonzalo, 34 años, SUPEH). La “vieja dirigencia” se percibía, entonces, como un obstáculo para la organización de los jóvenes que, además, al no saber interpretar, tampoco habilitaban la participación. A estos sectores del sindicalismo se les situaba en contraste con los dirigentes que convocaban desde el gobierno nacional hacia la juventud.

Otra percepción que tenían estos sobre los “viejos sindicalistas” consistía en su condición de ser “eternos” en sus puestos dirigenciales. Esta condición de eternidad impedía el recambio generacional, cuyo rol era atribuido a los más jóvenes y, por tanto, “no ven con buenos ojos” la organización juvenil en los sindicatos. Esta situación era también la que alejaba a los viejos de “las bases” e impedía el contacto cotidiano con el trabajador en actividad. Finalmente, pero asociado al aspecto señalado en el párrafo anterior, los viejos se “olvidaron de la lucha por el desarrollo”. Mientras que los jóvenes se habían encargado de recrear, revitalizar e impulsar un proyecto de desarrollo para la región,13 los “viejos sindicalistas” se olvidaron de esa lucha y se “aburguesaron”, es decir, dejaron de pelear por la región. Un integrante de la JS lo explica así:

Yo creo que viejos sindicalistas de la CGT lo tenían [el proyecto de desarrollo], algunos puntos los tenían para la lucha. Pero creo que en algún punto hasta se han aburguesado algunos viejos sindicalistas y se olvidaron de esa lucha, la dejaron pendiente. Y bueno, esta generación es la que la quiere volver a reflotar y llevar adelante [José, 38 años, Sindicato de Obreros Empleados y Especialistas de los Servicios e Industrias de las Telecomunicaciones, SOESSIT].

El impulso de los jóvenes sindicalistas por una “lucha por el desarrollo” colocaba a los viejos como los que dejaron de luchar, mientras que a ellos los mostraba como consagrados por los “dirigentes de la política” partidaria, es decir, que tenían propuestas para el desarrollo. En el marco de este sentido, el proyecto mostraba una postura herética ante “los viejos”.

d) “Los viejos” por los dirigentes

1. Los que tienen la experiencia. Un primer aspecto con el que se autoidentificaban los dirigentes tiene que ver con la experiencia para ejercer la conducción. En el marco de un acto dirigido a las JS, cuya consigna fue la “Defensa del Modelo Sindical Argentino”,14 el líder de la CGT oficialista se dirigió a los jóvenes explicando cómo se ganaba la dirigencia de un gremio y qué cualidades había que tener para ello. Asimismo, les dijo que “para conducir un gremio hay que tener experiencia y los que tienen experiencia son los grandes”. Tener experiencia es haber atravesado un conjunto de circunstancias que habilitan y legitiman a los dirigentes sindicales.

2. Transmitir el legado. Identifiqué un sentido de ser, es decir, el que porta el legado, y la necesidad y obligación de trasmitirlo. Los que transmitían la experiencia eran también los que aconsejaban, habilitaban la participación y la organización de los jóvenes como los “garantes” de aquélla. Esta representación tenía el efecto de legitimar la condición juvenil debido a que los “viejos” consagraban una manera de entender el compromiso y la organización en el campo político-sindical.

3. “De épocas difíciles”. El tercer aspecto estaba basado en identificarse como quienes vivieron las “épocas difíciles”, lo cual remitía a una marca generacional. Dos dirigentes de la región del Gran La Plata lo destacan:

Mi época era mucho más jodida, te metían en cana, te cagaban a tiros. Era una militancia más pesada que ahora. Ahora es más light. A la generación mía le costó todo. Ahora hay 30 años de continuidad democrática. No es tan virulento como en los setenta, eran épocas jodidas [Miguel, 59 años, UF].

Tenemos que recordar de dónde venimos y a donde nos llevaron en la época de los noventa. Se deshicieron de YPF (Yacimientos Petrolíferos Fiscales), Aguas Argentinas, Gas del Estado, del Correo Nacional, los ferrocarriles. No nos dejaron nada. Para que los jóvenes sepan de dónde venimos y a dónde vamos con un gobierno que marca lo que tenemos que recuperar [Ramón Garaza, SUPEH, “Acto a dos años de la reestatización de YPF”, Semanario El Mundo de Berisso, abril de 2014].

La referencia a un pasado en el cual vivieron “épocas difíciles” se realiza en dos direcciones. Por un lado, respecto a su participación política juvenil en los años setenta, en la cual, la militancia, como ya hice referencia, implicaba la posibilidad de perder la vida, a diferencia de la militancia actual. Y por otro, remite a la época de los noventa, relatada como momentos de resistencia frente a las políticas desindustrializadoras y privatizadoras, que generaron desempleo y desindicalización. Esta experiencia representaba una marca generacional que debía ser transmitida a los jóvenes.

Tensiones generacionales: entre la complicidad y el enfrentamiento

Los distintos sentidos y percepciones que analicé es posible leerlos como una tensión organizada en dos sentidos: como complicidad, por un lado, y como enfrentamiento, por otro. Mientras que el primero permite identificar aquellos sentidos coincidentes entre los jóvenes y los viejos, que pueden resumirse en la expresión “cuidarlos”, por el contrario, en el segundo se pone de manifiesto aquello que los divide y que se sintetiza en “tirar a los viejos por la ventana”, expresión utilizada tanto por los jóvenes como por los dirigentes. Sumaré a los resultados del punto anterior una situación que escenifica este enfrentamiento.

“Cuidarlos”

Este análisis ha permitido dar cuenta de un conjunto de sentidos en que coinciden ambas unidades generacionales. “La juventud” como etapa de preparación, de espera, de dejarse ayudar y de formación para la dirigencia, aunque también para protagonizar el presente. Además, como condición que permite identificación y adhesión, y la producción de un sujeto colectivo. Las marcas generacionales, que denotan una época, son uno de los elementos que los separa, esto es, si fueron socializados en distintos momentos históricos y si se identifican como diferentes unidades generacionales: “los viejos” con épocas de dictadura y neoliberalismo, lo cual los lleva a ver en los jóvenes una militancia más sencilla, mientras que estos se perciben como producto de una época de revitalización política y sindical. Sin embargo, estos aspectos no generaron división en términos de oposición, más bien, eran aceptados y avalados por ambos.

Así pues, los que “meten política” eran aquellos dirigentes que aconsejaban, brindaban la posibilidad de participación y que, por ello, consagraban y legitimaban la condición juvenil como capital político para la acción y organización. Estos aspectos muestran un sentido de las relaciones de cuidado que se dirige desde “los viejos” hacia los jóvenes, pero también, de estos hacia los dirigentes adultos. Ambos señalaron que “no hay que llevarse al gremio por delante”, que había que aprender de ellos, “los viejos”, y cuidarlos antes que tirarlos. Como destaca un integrante de la JS: “creemos que hay que cuidar a los compañeros que hacen las cosas bien por más que sean viejos, no importa” (Germán, 38 años, SOSBA). Esta complicidad podía generar relaciones de cuidado que les brindaban autonomía, es decir, que los jóvenes tuvieran mayores márgenes de libertad para sus acciones y organizaciones, pero también, relaciones de heteronomía en las que los adultos eran quienes autorizaban y legitimaban las acciones de aquéllos.

“Tirarlos por la ventana”

En diversos momentos de mi trabajo de campo pude escuchar la expresión “tirar a los viejos por la ventana”. Mientras que dentro del sindicalismo existían dirigentes que consagraban la condición juvenil y la promovían para la movilización, existía un sector que la impedía y obstaculizaba; dicho sector era identificado por los jóvenes como el “viejo sindicalismo”, esto es, por su condición de “eternos” en las conducciones de los gremios y, al mismo tiempo, porque estaban alejados de los trabajadores. Eran aquellos que, según los jóvenes, no veían con buenos ojos su participación y les pedían que fueran despacio. Al mismo tiempo, los sindicatos eran vividos y percibidos por muchos de ellos como “estructuras complejas y encriptadas”, “grandes y pesadas”, que entorpecían y dificultaban la posibilidad de participación. El cambio y movimiento de esas estructuras se llevaría a cabo a partir del activismo que traían los jóvenes desde su organización, ya que, como señala uno de ellos:

[La JS] Pide el salón para hacer una reunión, pide el camping para armar un partido de fútbol, pide permiso para ir a una movilización de los derechos humanos, y eso hace que descalabre la rutina de geriátrico que tienen muchos gremios [Ricardo, 28 años, SUPEH].

La “rutina de geriátrico” tendría su reverso en el activismo y la militancia de los jóvenes, quienes ubicaban en el “viejo sindicalismo” dirigente a los responsables de esa “rutina”. Este sector se convierte en aquel que hay que “tirar por la ventana”, expresión que condensa el sentido de enfrentamiento que tenían para con estos.

Reflexiones finales

La creación de organizaciones para la participación juvenil al interior del sindicalismo peronista en la Argentina de los últimos años habilitó procesos y disputas generacionales. Trabajadores que ingresaron al mercado de trabajo en los años noventa y primera década del siglo XXI, pero que iniciaron su militancia sindical durante esta última, se organizaron a partir de su condición de jóvenes. La condición juvenil se utilizó como una estrategia política (Wolanski, 2016) para construir organización, grupalidad, disputar poder político y ocupar un lugar en el sindicalismo. En este sentido, la JS sirvió como espacio de reagrupación del sindicalismo peronista.

Este modo de organizarse desde la condición etaria tiene una trayecto ria dentro de la tradición política de la que forma parte el peronismo. Históricamente este se organizó por ramas: estudiantil, juvenil, sindical y femenina. Una forma de organización que tiene continuidad hasta el día de hoy. Una de estas ramas es, como dije, la sindical. Allí participan personas -trabajadores- que se encuentran en momentos diferentes de la vida, y uno de estos es la juventud. La rama sindical también se estructuró en torno a la organización a partir de la condición de juventud. A esta intersección entre lo sindical y lo juvenil, que produjo un sujeto particular -la “juventud de los sindicatos”-, hay que agregarle la particularidad del contexto histórico que genera las condiciones de posibilidad para su emergencia. Por un lado, la recomposición económica desde los años 2002/2003, el crecimiento del empleo y el consecuente ingreso de nuevas generaciones al mercado de trabajo. Y por otro, un proceso de revitalización política en el que tanto partidos políticos como sindicatos vuelven a ser canales válidos para la participación. Y sumado a ello, una fuerte interpelación que se realizó desde el gobierno nacional a la organización y participación de los jóvenes, que habilitó la conformación de la JS como sujeto político, pero no “de las políticas” del Estado, en tanto que políticas públicas. A la intersección entre lo sindical, lo juvenil y el contexto histórico hay que agregarle la propia agencia y acción política de estos jóvenes para la constitución del sujeto colectivo.

Retomando a Bourdieu (1990), podemos decir que en el periodo que analizamos la búsqueda de lo nuevo, por la cual los recién llegados (que son por lo general los más jóvenes desde el punto de vista biológico) empujan a los que ya llegaron al pasado, a lo superado, a la muerte social (“hay que tirarlos por la ventana”), se intensifica, y por ello mismo, aumentan de intensidad las luchas entre las generaciones. “Son los momentos en que chocan las trayectorias de los más jóvenes con las de los más viejos, en que los ‘jóvenes’ aspiran ‘demasiado pronto’ a la sucesión” (ibidem: 173). Esto se vislumbra al interior del sindicalismo como procesos de disputa generacional entre jóvenes y “viejos”, a partir de la emergencia de la JS como organización. Los significados que indagué en torno a lo “joven” y las percepciones sobre “los viejos” cristalizan de este modo conflictos entre generaciones y constituyen también uno de los ejes a partir de los cuales fue conformándose la JS como organización.

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1Utilizaré el entrecomillado para remarcar las palabras nativas de los actores analizados.

2La investigación fue realizada gracias a una beca de la Comisión de Investigaciones Científicas (CIC) de la provincia de Buenos Aires, y tuvo como producto una tesis de maestría ti tulada Juventud, política sindical y desarrollo regional: estrategias político-sindicales y representaciones sobre el desarrollo regional en la Juventud Sindical Peronista Regional La Plata, Berisso y Ensenada (2010-2015).

3El Gran La Plata está conformado por los partidos de La Plata, Berisso y Ensenada, y se ubica en la zona sur de la región metropolitana de Buenos Aires.

4El trabajo de campo fue realizado con base en observación participante, entrevistas a profundidad y el relevamiento de fuentes documentales sobre la organización.

5Con esta expresión se alude al proyecto de gobierno de Néstor Kirchner y Cristina Fernández. Sin embargo, en Argentina la expresión “nacional y popular” remite a la primera experiencia de gobierno peronista. En tanto que tradición política, lo “nacional-popular” se puede definir como una matriz político-ideológica que sostiene la afirmación de la nación, es decir, un Estado redistributivo y conciliador, además, el liderazgo carismático con las masas organizadas (Svampa, 2011).

6Según Murillo (2013), el detonante de dicha ruptura fue de carácter político debido a que en las elecciones de 2011 el sindicalismo fue ignorado en la conformación de listas, en beneficio de una organización juvenil kirchnerista (La Cámpora) y otros sectores más cercanos al riñón presidencial.

7En la actualidad la organización lleva el nombre de Juventud Sindical Peronista Regional La Plata, Berisso y Ensenada. De aquí en adelante nos referiremos a ella como JSPR o JS del Gran La Plata.

8Organización juvenil del peronismo.

9Trabajabas.

10Militante del sindicalismo peronista desde los 22 años.

11El contexto al que se refiere es el de la última dictadura militar en Argentina (1976-1983).

12Oriundo de la ciudad de La Plata, Argentina.

13Dicho proyecto consiste en un Plan de 22 puntos para el desarrollo regional, el cual fue impulsado por la JS del Gran La Plata.

14Acto en el que participé como observador, dirigido a las juventudes sindicales y realizado el 13 de septiembre de 2013 en el Instituto Nacional “Juan Domingo Perón” de Estudios e Investigaciones Históricas, Sociales y Políticas.

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