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Nueva antropología

versión impresa ISSN 0185-0636

Nueva antropol vol.29 no.85 México jul./dic. 2016

 

Reseñas bibliográficas

Leticia Mayer Celis, Rutas de incertidumbre. Ideas alternativas sobre la génesis de la probabilidad, siglos XVI y XVII

María Josefa Santos Corral* 

* Instituto de Investigaciones Sociales, UNAM. México.

Mayer Celis, Leticia. Rutas de incertidumbre. Ideas alternativas sobre la génesis de la probabilidad, siglos XVI y XVII. México: FCE, 2015.


En esta obra se muestra la manera en que la alteridad, entendida como el enfrentamiento hacia los otros, se convierte en eficiente telar que permite tejer los valores, creencias, símbolos, signos de la incertidumbre, que a su vez es el principio de la probabilidad. En este sentido, el cuestionamiento de los principios universales desarrollados por la sociedad europea obliga a recurrir a lo probable, lo que implica un resquebrajamiento a través del que se “cuelan” las nuevas referencias universales, que son las semillas que posibilitan la construcción del mundo global en el que nos movemos en el siglo XXI.

El trabajo es, además, un texto muy bien escrito y ameno, construido desde la lógica del proceso de globalización, que la autora usa como trama transparente, acaso hasta invisible, para debatir con clásicos como Hacking acerca de los orígenes de la probabilidad. El libro es una hermosa tela en la que la urdimbre de la historia se enriquece continuamente con los hilos lanzados desde la antropología para explicar por qué las metáforas y metonimias tienen cabida en el surgimiento de una disciplina de las matemáticas: la probabilidad.

Para organizar un poco esta reseña he seleccionado solamente tres de los muchos aspectos a los que me parece que el libro hace importantes contribuciones. El primero es la construcción de la idea de globalización cuya semilla es el cuestionamiento de las verdades universales, semilla que germina con la instalación de la incertidumbre y es regada a partir de las implicaciones del riesgo. Cabe señalar que si bien la construcción de la globalización comienza con el cuestionamiento de los principios “naturales” en el siglo XVI, la “nueva” globalización, esa que nos tocó vivir en el siglo XX y XXI, llega de nuevo a las certezas que nos permiten ubicarnos en los distintos lugares como si estuviéramos en casa. El segundo aspecto que voy a resaltar es la manera en que la autora presenta la construcción misma de la probabilidad. Este es un aporte para la historia de la ciencia, pues en el libro se establece como tesis el debate con los presupuestos de Hacking, quien, hasta antes de la aparición del texto que hoy nos ocupa, había acuñado la historia oficial de la probabilidad. Por otro lado, si el texto se analiza desde el enfoque del constructivismo social de la ciencia, también hace aportes, pues a diferencia de otras explicaciones constructivistas más locales y puntuales, la autora considera el contexto social global para explicar las particularidades históricas que acompañan el nacimiento de la probabilidad. Por último y, gracias al buen uso que la autora hace de las herramientas antropológicas, el trabajo nos muestra la manera en que el manejo del riesgo se vuelve inconmensurable al enfrentarse a las nuevas referencias de los americanos, que sumadas a las de japoneses y chinos, crea la semilla que gesta la probabilidad.

1. La incertidumbre que genera enfrentarse a la otredad es, dice la doctora Mayer, la base del probabilismo, teoría en la que después se basaría la probabilidad, la hipótesis del trabajo es pues “que junto con muchos saberes diferentes, el probabilismo empezó a crear significados a la idea de probabilidad”, este probabilismo, continúa la autora, se fue gestando a partir de que “Europa tuvo que afrontar la existencia de hombres que vivían en culturas totalmente ajenas a la suya”, y en este enfrentamiento se sembró la problemática que se analizaría desde el enfoque del riesgo, a los que se suma la duda y la incertidumbre, elementos que forman nuestro moderno concepto de probabilidad. La probabilidad, la epistémica, está basada en la racionalidad y unida a un principio de autoridad. Es además construida culturalmente, pues alguien sólo es razonable en la medida en que actúa bajo los mismos marcos de referencia que impone una cultura en particular. Sin embargo, quizá debido a los problemas enfrentados por los misioneros para tratar de evangelizar, primero a los americanos y después a los asiáticos (chinos y japoneses) hallaron en el probabilismo el arma con la que enfrentarían el riesgo, el más temido de todos: la salvación del alma y, con ello, la entrada a la vida eterna. En efecto, en aras de encontrar mecanismos para la salvación del alma propia, de los americanos y después de los asiáticos, los frailes dominicos y luego los jesuitas propusieron que la fe cristiana debería ser expuesta a los “bárbaros con argumentos probables”, es decir, los argumentos admitidos por una autoridad proba aunque éstos no sean los más aceptados por el conjunto de las autoridades, la visión dominante, diríamos ahora. Los dominicos en la Nueva España se dieron cuenta de que los indígenas eran proclives a ciertos elementos del cristianismo, como el misterio de la pasión de Cristo y en especial el signo de la cruz, que para los nativos correspondía al símbolo de las cuatro direcciones del universo y atributos de los dioses del viento y de la lluvia. De ahí que la crucifixión fue aceptada pero más bajo el concepto de sacrificio, lo que llevó a que en la aceptación del signo se perdiera el sentido simbólico de la pasión.

Por otro lado, para la evangelización de Asia, los jesuitas se apegaron al método de Bacon, acercándose a la otra cultura por medio de la filosofía, la educación y, particularmente, las matemáticas. Algunos frailes como Mateo Ricci cambiaron los métodos de conversión, y fundaron academias y escuelas en vez de iglesias: bajo el supuesto de que “se predica más y con mejor fruto mediante conversaciones que con sermones”. En estas escuelas enseñaron cosmografía, matemáticas y astronomía a los especialistas chinos del palacio y empezaron a introducir ideas como las de Euclides. Estas interacciones a menudo llevaron a conversiones al cristianismo; de manera que las ciencias y las matemáticas proporcionaron un excelente medio para la evangelización.

2. El desarrollo de nuevas estrategias y métodos para convertir a los infieles que estuvo a cargo de los frailes dominicos primero y después de los jesuitas, me lleva al segundo punto que quiero destacar del libro, la manera en que la doctora Mayer ubica la construcción de un conocimiento en un contexto social y, por supuesto, histórico. Dos son las preocupaciones que prevalecían en el siglo XVI y que fueron el motor que llevó al desarrollo de la sociedad, el descubrimiento de nuevos mundos y la conversión de los infieles. Del segundo ya hablé en líneas anteriores, ahora me enfocaré en el papel que tuvo el descubrimiento de las nuevas rutas marítimas del océano Pacífico en la apropiación y difusión de conocimientos entre Oriente y Occidente, hecho que nuevamente cuestionó las verdades universales que guiaban las referencias de los europeos en el siglo XVI.

El espíritu de exploración fue el medio ideal para la circulación de personajes, libros, instrumentos y conocimientos de factura y aprovechamiento universal, en cuyo desarrollo intervenían los indios, chinos, japoneses y europeos. Las expediciones que se dirigían a Asia llevaron consigo no sólo a las personas, sino instrumentos, conocimientos, palabras y costumbres, además de crear y recrear nuevos significados gracias a los viajes.

Con estos viajes iban también cuestionamientos sobre el doble problema moral que entrañaba la conquista. Por una parte, los frailes tenían que lidiar con las costumbres de los nativos que parecían ir en contra de la ley natural; por la otra, la actitud de los conquistadores y encomenderos atropellaba todos los principios legales. Estos problemas viajaban de Europa a México y de México a Oriente, donde, por ejemplo, en Japón, el jesuita Francisco Javier tuvo la oportunidad de discutirlos con otros monjes y sabios que se encontraban en los monasterios. Durante estos debates, la duda se hacía presente no sólo en el jesuita, sino también en los monjes de los monasterios en los que quedaba patente la otredad.

Es de rescatar en la explicación del surgimiento de la probabilidad, la manera en que el riesgo de perder el alma se convierte en el motor que mueve los engranes de aquello que era incuestionable, y que durante el siglo XVI se vuelve flexible. Esta flexibilidad más que los juegos de azar, es lo que permite mover el rigorismo y dar paso a interpretaciones y explicaciones probabilistas. En este sentido, lo que la doctora Mayer muestra a partir de los argumentos apuntalan la tesis anterior, es una nueva manera de presentar la gestión de la probabilidad, lo que abona a la construcción social de la disciplina. Una construcción que se explica más allá de lo que hicieron o no los matemáticos de la época y se ubica en los cálculos y mediciones de los navegantes-frailes, donde los protagonistas son Urdaneta, Richi y hasta el mismo Palafox, enemigo de los métodos laxos, los indios y los chinos. Una construcción, en suma, donde los dos elementos que guiaron las preocupaciones y los afanes del siglo XVI -la navegación y la evangelización- se convierten en actores protagónicos.

3. Dejo al final de mi exposición aquello que me parece más importante para la revista en la que se publica la reseña, el enfoque antropológico, que como ya mencioné es el hilo argumental sin el que esta nueva manera de explicar el surgimiento de la probabilidad no hubiera sido posible.

Comienzo citando una categoría de análisis de la antropología que si bien no esta evidenciada en ninguna parte del escrito, o al menos yo no la advertí, sí se encuentra implícita en el planteamiento mismo del trabajo, el relativismo cultural. Bajo el supuesto de éste, que dicho muy brevemente es la posibilidad de entender una cultura en sus propios términos, la doctora Mayer puede analizar cómo enfrentarse con seriedad al otro genera dudas e incertidumbre, que después se constituyen en la punta de lanza que permite renunciar al probabiliorismo y comenzar a desarrollar explicaciones menos rigoristas, esto es, más probables. Un ejemplo de este manejo es el párrafo que a continuación cito:

La duda empezaba lentamente a ganar terreno. Tratar de defender a los nativos, con sus dioses y costumbres sangrientas era una tarea difícil, el encuentro con la otredad implicó duda sobre la clase de seres con los que se estaba tratando, e incertidumbre ante la forma de actuar para lograr la salvación de las almas de todas aquellas criaturas, además de no perder el alma propia y condenarse eternamente por no actuar de la forma más apropiada posible, es decir, renunciar al probabiliorismo (Mayer, 2005: 65).

La historia de la probabilidad presentada en el libro se encuentra también sazonada con tres conceptos de la antropología: significados, signos y símbolos. Los cuales se analizan a partir de las metáforas y metonimias presentes en el proceso de evangelización pero también, en la cultura de los evangelizados. Estos aderezos antropológicos no son cuestiones menores en la explicación de la probabilidad, pues queda claro cómo, sobre todo en la segunda mitad del xvii, con Palafox, “quien lejos de entablar negociaciones simbólicas con las creencias prehispánicas, se opuso férreamente a la heterodoxia, para él la otredad no era una opción, como sí lo había sido para los misioneros”, la confusión de las metonimias de la religión católica, con las metáforas usadas por los frailes anteriores, implica un retroceso en la flexibilidad de la evangelización y, sobre todo, en la admisión de explicaciones probables. Lo anterior ocurrió en concreto, al pensar que signos, como la cruz, el ayuno o la pasión, herramientas indispensables en la evangelización americana y ausentes totalmente en la china, eran la esencia del cristianismo. Esto lleva a que en el siglo XVII se cuestionen profundamente los métodos de evangelización de los frailes jesuitas en China, franciscanos y jesuitas en América, y a endurecer posturas frente a la otredad, a reforzar la patrística y con ello “el probabilismo que había ganado seguidores en la segunda mitad del siglo XVI se veía cada vez más asediado por el probabiliorismo, la corriente más rígida”.

Termino citando el contexto de otro elemento implícito en la explicación del probabilismo, el poder que lleva a flexibilizar las referencias en el caso de los primeros frailes y a endurecerlas en el siglo XVII; este hilo argumental es otro de los que embellece la tela, pero que no está suficientemente trazado.

Por último, quiero proponerle a la autora que continúe con el trabajo que ha emprendido. Comenzando quizá en el siglo XVII con los trabajos de Pascal, en el que haga evidentes los hilos visibles e invisibles que contextualizaron y enriquecieron sus estudios sobre probabilidad. Esto es lo que los constructivistas llaman el marco científico-social, pues queda claro que el enfrentamiento a la otredad, el riesgo de la pérdida del alma, el descubrimiento de las rutas marítimas, entre otros, enmarcan y posibilitan sus teorías sobre probabilidad. En este nuevo trabajo sugiero también que se hagan explícitos esos hilos casi ocultos que estoy segura terminarían por hacer una tela más bella. Me refiero, claro, al poder y al relativismo.

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